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18. Final





































La pelirroja se removió en la cama al sentir el celular vibrar con fuerza cerca de su cabeza. Buscó con la mano, tanteando la zona hasta chocar sus dedos con el pequeño aparato que no paraba de vibrar.

Giró el rostro hacia un costado y entreabrió un ojo, viendo adormilada y cansada de tanto llorar la pantalla siendo una llamada.

Andy.

Se levantó con rapidez, se acomodó sus cabellos y se limpió algunas parte de baba sobre sus labios y mentón y atendió.

—¿Andy? ¿Pasó algo malo...

—¡No!— chilló emocionada la pelinegra desde el otro lado.— ¡Tu tío despertó hermosa!

—¿¡Q-que!?— saltó de la emoción.— ¿¡En serio!?

—¡Si!— se escuchó un portazo desde el otro lado, en donde Magda frunció el ceño confundida.— ¿Estás...

—¡Andy!— se escuchó el regaño del doctor Cullen y otra voz masculina que la reconocería a kilómetros.

—Te dije que debía hacerle estudios..

—Cállate Carlitos.— le regañó.— y tú, anda... dile algo a tu sobrina.

—¡Ouch! ¿Por qué me pegas? Soy la víctima aquí.— se quejó, en donde de mala gana, agarró el celular de la vecina.— ¿Magda?

La pelirroja sollozó tapándose con una mano sus ojos intentando en parar de llorar, de dejar derramar  lágrimas y mordió con fuerzas su labio inferior tragando el nudo en su garganta.

—Tío...

—Maggui... lo si...

—¡Ya voy para allá!— le interrumpió limpiándose las mejillas.— ¡Voy a verte! Me quedé dormida... ya, ya voy tío..

—Alto, alto ahí...— le interrumpió Theo.— ¿Que día es hoy?

—Viernes.— le hablaron Magda, Andy y Carlisle.

— ¿Y qué hora es?

—Son las 11:30 a.m

— ¿No deberías estar en clase jovencita?

—Oh... bueno...

—¡Dame el celular que me gastarás todo el crédito!— le interrumpió Andy, arrebatando el aparato.— sigue haciendo lo que siempre haces Carlitos...

》¡Bye - bye!《

—¡Andy!

—Gracias.— suspiró aliviada la pelirroja, sentándose en la cama.— me salvaste...

—Oh pero tendrás que decirle jovencita.— la regañó.

— Si, lo sé..

— No te preocupes, se enojará un poco... pero luego se le pasará.— le habló.— no te mirará decepcionado ni nada de eso, ¿Si?

》Ahora ven al hospital a verlo.《

—¡Si! Si... ya iré... creo que tengo un poco de dinero...

—¿Que dinero? Prepárate... te irá a buscar Edward.

—¿¡Que!? ¡No!— su rostro se volvió rojo.— no, no, no... ¿¡Por qué!? Además... ¡Debe estar en clases!

Andy rió a carcajadas.

—Ay Maggui... Edward estuvo faltando también.— le contestó.— estuvo cuidando a Esme... a ella también le afectó... lo sabes.

—Si, lo sé...— murmuró triste al recordar como la matriarca Cullen tenía esa mirada perdida y llena de dolor en su rostro cada vez que visitaba a su tío.— ¿Ya le avisaste?

—Si, ya la llamé.— le respondió.— anda, preparate que te irá a buscar Edward.

—¿No puedes venir tú?

—Si, podría pero no.

—Andy.

—¿Por qué tanto alboroto?— le preguntó inocentemente.

—¡Tú sabes por qué!

—Mmm... nop.

—¡Andy! ¡Lo sabes perfectamente!

—Nop, para nada... anda, dame una pista.

—Me da vergüenza verlo... no puedo mirarlo, no cuando él me vio golpear a...

—Ni me la nombres.— masculló con la mandíbula tensa Andy.— esa chica no tiene dignidad...

》Pero tranquila... aquí, Andrómeda, se encargó de darle su merecido.《

—¿¡Que hiciste!?

—Tranquila, solo hablé con el Sheriff Swan.— habló Andy mirándose las uñas.— le dije todo lo que te dijo y le hice sentir culpable por el tipo de hija que está criando, que debería hablar con ella... le dije todo esto en frente de ella y su padre.

》Su cara estaba roja del enojo y se hizo la pobrecita en frente de su padre pero yo no le dí tregua... también le dije sobre los regalos que rompió, los insultos, el hostigamiento hacia los gemelos y Avary, y por supuesto con el trato que tuvo hacia mi cuando nos conocimos por primera vez.《

—Obviamente dudó al principio... pero cuando nombré todo lo demás.— chasqueó la lengua.— se sintió muy decepcionado y la castigó...

》Aunque Charlie me caiga bien y es un buen hombre, debería estar más atento con la crianza de su hija... que diga esas cosas, es terrible.《

—Charlie es un buen hombre.— susurró Magda apenada.— no puedo creer que ella sea su hija.

—Ni yo.— respondió.— él es un buen hombre...

》En fin, me encargué de ella creo su padre dijo que si seguía comportamiento así iba a ir a vivir con su madre.《

—¿En serio?

—Sipi.— respondió.— Ahora prepárate que Eduardo te irá a buscar.

—¡No! ¿No puede venir otro? ¡Me voy sola!

—¡No vendrás sola!— le regañó.— ¿Por qué sigues así? Edward está furioso con la Swan y se sintió muy mal al verte tan triste...

》¿Por que crees que va al hospital? No va por mi, ni por su padre, ni mucho menos por tu tío, va por ti.《

—Pero él...— se sonrojó hasta las orejas, al saber aquello.— ya sabes...

—¿Que se?

—Vamos Andy.— le reprochó avergonzada.— es por el tema de las
notas y las bufandas.

—Oh... eso...

—Si... él ya lo sabe... y si, lo he estado ignorando cada vez que nos cruzamos en el hospital... por ese tema.— se rascó la nuca de los nervios.— además, mi cabeza no está para hablar sobre eso...

—Si, créeme el lo sabe.

—¿Como?— parpadeó confundida.

—El sabe que tu mente y tus sentimientos solo están por tu tío.— le contestó.— Edward sabe que no estas lista, y te está dando tu tiempo.

》Así que no te preocupes... que seguro que no hablaran del tema en el auto... ahora, cámbiate y te veo acá.《

—Es-esta bien.— susurró con sus mejillas rojas.— gracias Andy.

—Nah, tranquila... eres como una sobrina para mí, te espero aquí.

Y colgaron.

Magda se quedó mirando fijamente su celular con su corazón rebosando de alegría, nerviosisml y temores.

Alegrías por saber por fin que su tío había despertado.

Nerviosismo al tener que viajar con el cobrizo.

Temores por el seguro castigo que le dará su tío por la suspendida que le dio el director.

Sentía que su corazón iba a explotar.

Agitó su cabeza y se levantó de la cama, se acercó hacia su maleta y sacó algunas prendas y salió de la habitación de invitados.

Se había quedado a dormir en la casa de los gemelos. Andy le había sugerido de dormir en la casa Cullen, para que no estuviera sola... de hecho, Magda varias veces se negó el tener que dormir en otra casa que no sea la de su tío pero la pelinegra tenía razón.

Era menor de edad y no podía estar sola, no cuando su adulto responsable estaba internado gravemente.

Andy no le sugirió dormir en su propio departamento ya que por obvias razones nunca estaba. Siempre estaba en la casa Cullen por eso le había sugerido dormir allí pero la pelinaranja negó rotundamente decidida a no molestar allí, además que, no quería ver al cobrizo.

No cuando el ya sabia la verdad.

Después de tantas idas y vueltas, decidió quedarse a dormir en la casa de los gemelos. Avary también se había ofrecido, pero Magda no quería molestar siendo una más ya que la castaña tenía dos hermanitos gemelos, los padres más Ava y ella... seria mucho gasto por lo tanto decidió negarse.

Con respecto a Judy, la Quileute no estuvo en contacto con ella.  Magda llamó preocupada a la familia Clearwater para saber como estaba pero dijeron que estaba un poco mejor pero que no iría por un tiempo al instituto de Forks. Sintió que algo no iba bien, y más al ver la mirada llena de tristeza de Alice y la preocupación por el resto de los Cullen, como si supieran algo que ella no. Pero decidió que la llamaría después y en creer en la palabra de los Clearwater.

Por lo tanto como última opción, los gemelos se ofrecieron a que duerma en su casa... también estuvo a punto de decir que no, pero fue claramente amenazada por los dos y sus bates. Entonces... no tuvo más remedio que aceptar la opción/amenaza de los gemelos.

Ellos dos cuando conspiran juntos son aterradores.

Ya en el baño, se bañó con rapidez, se limpió los dientes con su cepillo y se secó con la toalla sus cabellos. Al salir, volvió a la habitación para ponerse el desodorante y el perfume que se encontraban una vez más en su valija, y salió con su celular en su bolsillo trasero.

—Oh Magda... ¿Ya te vas al hospital?

—Oh, señora McCalister.— se sorprendió al verla allí, en la cocina, y notó que se encontraba vestida con el uniforme de enfermera.— si, lo iré a ver, ¡Despertó!

La madre de los gemelos casi escupe el café y sonrió radiante ante esa noticia.

—¡Eso es genial!— dejó el café en el lavabo, se limpió las manos y se acercó a la pelinaranja para darle un suave y dulce beso en la frente.— ya estoy lista, ¿Quieres que te lleve?

Y Magda vió la oportunidad para no viajar con él.

—Me en...

El timbre sonó.

—¿Quién será?

La madre de los gemelos se acercó hacia la entrada y abrió la puerta, sorprendiendose al ver al cuñado de sus hijos.

—Edward... ¿Cierto?

—Si, señora Mccalister.— respondió con una sonrisa en sus labios.— ¿Está Magda? La llevaré al hospital.

—Oh...— se sorprendió y sonrió peligrosamente.— si ella está...

—Aquí..— susurró avergonzada, roja hasta las orejas, apareciendo ante la visión de la madre de los gemelos y del cobrizo.— hola...

—Hola.

Silencio incómodo.

La madre de los gemelos miraba a los dos adolescentes, en donde Magda miraba el suelo roja hasta las orejas y el Cullen la miraba con una gran ternura y maravillado que realmente le sorprendió tan hermosa mirada de un joven adolescente.

Le hubiera encantado que alguien la mirara así.

Carraspeó para cortar ese silencio y dijo.

—Me falta hacer algunas cosas más.— le sonrió a la pelinaranja.— ¿Por qué no vas con Edward?

》Pasaré más tarde a visitar a tu tío.《

Magda asintió con la cabeza y caminó como un robot, ante lo tensa que estaba, hacia afuera de la casa, quedando a un lado de Edward.

—Tengan cuidado al manejar.— habló la matriarca McCalister sonriendo con ternura al ver lo nerviosa que se encontraba la amiga de sus hijos.— nos vemos allá.

Y cerró la puerta para dejarlo solos.

Magda miraba el vehículo del Cullen, balanceándose sobre sus pies sin saber muy bien que decir.

¿Por qué no dice nada?— pensó frustrada.— vamos... di algo...

—Vamos.— le hizo un gesto de cabeza el cobrizo, para ir hacia su auto cumpliendo con el deseo mental de la pelinaranja.— debes estar ansiosa por ver a tu tío.

—Eh si, muy.— rió, intentando limpiar sus manos mojadas de los nervios en su jean, caminando los dos hacia el vehículo.— y más porque pronto se enterará de que estoy suspendida... por dos semanas.

Edward sonrió apenado y dijo.

—Bueno... míralo el lado bueno... ya pasó una semana.— le habló.— solo te queda esta.

Magda asintió con la cabeza.

—Si... supongo.

Al llegar, Edward como un caballero le abrió la puerta de copiloto sorprendiendo a la pelinaranja por aquel acto. Sonrió avergonzada y se sentó rápidamente para colocarse el cinturón de seguridad. El cobrizo dio la vuelta, subió al asiento de piloto y encendió el vehículo para ya ir hacia el hospital.

—Debes ponerte el cinturón de seguridad.— susurró Magda mirando al frente, rígida, como si le doliera el cuello y no puede moverlo, pero que miraba de reojo al cobrizo.— es para tu seguridad.

Edward rió y la miró de reojo, viendo como las manos de la pelinaranja apretaba con fuerzas sus rodillas.

—Tienes razón.— le respondió, que con una mano buscó el cinturón lo estiró y dijo.— ¿Me ayudarías?

—¿Que?— lo miró sorprendida, maravillandose ante la hermosa sonrisa ladeada que tenía en los labios.

— Si me ayudarías a ponerme el cinturón.— mostró el broche plateado.— estoy manejando...

—¿Por que no...

—Por favor.

Magda se mordió con fuerzas el labio inferior y llevó una de sus manos temblorosa hacia el broche, en donde un escalofrío le recorrió por toda la columna vertebral al rozar sus dedos con la mano helada del Cullen.

Intentó en no distraerse y lo abrochó con rapidez, estando ahora... ambos seguros.

—Listo.— susurró volviendo a sentarse rectamente pero ahora mirando por la ventana de su lado.— ¿No tienes frío?

Edward frunció el ceño confundido y dijo.

—Gracias y no.— la miró de reojo.— ¿Por qué lo preguntas?

—Ah... bu-bueno... tus manos están heladas.— susurró jugando con sus manos, dándose valor para entablar una conversación.— igual que el de tus hermanos...

—Oh... es normal nuestra temperatura pero tranquila no tenemos frío, no la mayoría de las veces.

—Si... eso mismo dijo Alice, Rose... Emmett.. y los chicos.

Edward rió.

—Tú... ¿Tienes frío? ¿Quieres que prenda la calefacción?— le preguntó preocupado, mirándola de reojo.

—No, no... estoy bien.— le respondió rápidamente.— no tengo frío.

Se quedaron en silencio.

¿Que digo?— pensó la pelinaranja frustrada al no saber de qué tema hablar.— Dios... pensará que soy aburrida.

—No lo eres.

Magda parpadeó confundida y lo miró.

—¿Que?

—No eres aburrida.

Magda se avergonzó y sus mejillas se sonrojaron.

—¿Lo dije en voz alta?

Edward sonrió ladino y respondió.

—Lo pensaste en voz alta.

—Que vergüenza.— susurró.— yo... bueno...

—¿Dormiste bien anoche?— le preguntó, intentando ahora él en armar una conversación.— ¿Soñaste con los ángeles?

Para cualquier persona escuchar esa pregunta le resultaría rara e incómoda, pero no fue así para Magda. Sabia a lo que se refería, recordó aquella nota de los piropos y se movió nerviosa sobre el asiento sin saber muy bien que decir.

—Lloré hasta quedarme dormida.— admitió avergonzada... hasta que frunció el ceño y dijo.— pero... luego si, dormí bien.

No iba a decirlo... pero durmió bien gracias al sueño que tuvo con él.

A los sueños que tiene con él.

Hasta que una noche por un momento creyó que estaba con ella en esa habitación, pero obviamente  no era asi. Su mente le jugaba una mala pasada y soñaba con Edward Cullen, que éste se acostaba a su lado y le susurraba lindas palabras en su oído, le acariciaba sus cabellos y se quedaba con ella hasta quedarse una vez más dormida.

Soñar con él era su remedio.

Pero lo que no sabía Magda era que realmente eso pasaba.

Edward todos los días, a la misma hora entraba a la habitación de la pelinaranja y velaba sus sueños. Siempre se quedaba con ella, observándola preocupado al verla  tener las pesadillas, pesadillas que interrumpían sus sueños y que siempre era la misma.

El director anunciando las muertes de sus seres queridos.

De sus padres y de su tío.

Que el cobrizo se sorprendió al saber que la hermosa pelinaranja se había enterado del accidente fatal de sus padres de la misma manera que se enteró del accidente de su tío.

Pero éste sobrevivió.

Edward sabía que sobreviviría.

No puede dejarla.

No puede dejar a esa hermosa persona que tiene como sobrina.

Magda era una gran y hermosa persona para un mundo tan cruel, para alguien como él, un monstruo.

Un ser sin alma.

No sabía muy bien que era lo que había llamado la atención de la hermosa joven que se encontraba sentada a su lado, obviamente sacando el hecho de la belleza sobrenatural que era normal la atracción de los humanos hacia ellos.

Pero Magdalena Evans... era diferente, ella con sus palabras vio cosas que él nunca se vería así mismo.

Ella con sus palabras y sus dulces regalos logró verse de una manera diferente.

Ella llegó a su frío y muerto corazón y provocó que volviera a latir una vez más, que se volviera a sentir vivo.

—Me pone feliz saber que dormiste bien.— le comentó Edward, leyendo la mente de la pelinaranja y sonrió ladino al ver cómo recordaba el sueño que tuvo con él.— ¿Te sientes cómoda viviendo con los gemelos?

—Oh si... ellos son geniales.— comentó con una sonrisa en sus labios.— aunque a decir verdad... me siento un estorbo estando allí...

—No lo eres.

—Claro que si.— susurró, viendo como el cobrizo dobla en una esquina, dejándose ver el hospital a unas cuadras.— ellos son dos, más su madre y yo... es más gasto...

》Aunque intento distraerme limpiando su casa, eso me ayuda a no pensar en el tío... luego lo voy a visitar, vuelvo a su casa y los chicos me cuentan las novedades y me pasan la tarea, me siento mal por no poder hacer algo más.《

—Realmente eres increíble.

Magda se sorprendió al escucharlo decir aquellas palabras. Su rostro se volvió rojo como un tomate al cruzar miradas con esos hermosos ojos dorados que brillaban hacia ella.

—¿Que?

—Que eres increíble.—le volvió a repetir, estacionando el vehículo, apagó el motor y la miró frente a frente.

Magda al no saber muy bien que decir, al no saber muy bien como afrontar, decidió que era hora de huir.

—Gracias por traerme.— susurró, quitándose el cinturón de seguridad.

—Haría cualquier cosa por la chica de las notas y bufandas.

Magdalena se quedó estática y estalló de nerviosismo con su rostro rojo hasta las puntas de sus orejas. Comenzó a boquear como un pez afuera del agua sin saber que decir presa de los nervios.

—Yo...

Edward sonrió ladino y llevó su dedo índice hacia el mentón de la pelinaranja y le cerró la boca.

—Esta bien.— recorrió desde el mentón hasta acariciar la mejilla derecha de su humana, pudiendo sentir el calor que desprendía la pelinaranja.

Era un calor reconfortante.

Magda tragó saliva intentando calmar su acelerado corazón e ignorar los escalofríos que le recorrió por todo su cuerpo ante ese simple roce del frío dedo del Cullen.

La acarició tan suave.

Como si fuese de cristal.

—Te voy a esperar.— le habló con cariño Edward.— cuando tu estés lista... te escucharé.

》Pero ahora quiero que tú me escuches a mí.《

Magda aplanó los labios y asintió con la cabeza, sintiendo su corazón palpitar tan rápido que tenía miedo de que saliera de su pecho.

—Eres increible.— volvió a decirle.— eres divertida, eres cálida, te preocupas por los demás... que mucha gente no lo hace... te gusta ayudar a los otros...

》Te gusta hacer manualidades que yo nunca me habría animado a realizar, que de hecho me gustaría que me enseñaras.. como tejer una bufanda o hacer flores de papel.《

—Eres tan amable, eres una gran amiga y persona que darías y harías todos por la gente que quieres que eso me encanta.— siguió.— tus ojos son tan celestes y profundos que el cielo tendría envidia de tu mirada...

》Tu sonrisa es tan hermosa y cálida que cada vez que la veo mi pecho siente un calor reconfortante como las bufandas que me diste... con ellas pude sentir el cariño que tienes por mí, porque se que todo lo que haces lo haces con amor y yo lo recibí con gusto.《

—Tú varias veces me lo has dicho...— rió negando con la cabeza.— o mejor dicho... me lo has escrito.

》Y aunque yo no tenga un papel, te lo diré ahora... tú también me gustas Magdalena Evans.《

—Me enamoré de tus palabras, de tus chistes, de tus dibujos, de tus bufandas, de tus ojos, de tu sonrisa.— llevó sus manos hacia las mejillas de la pelinaranja y limpió la suave piel de su humana al ver cómo las lágrimas caían de sus hermosos ojos
— me enamoré de lo tierna y terca que eres... me enamoré cuando arrugas la nariz que lo haces cuando algo no te gustó o cuando te enojas... me enamoré de cada gesto de ti...

》Me enamoré por completo de ti, Magda.《

—Y se que en estos momentos tienes otras cosas importantes en tu cabeza y en tu corazón.— le habló con ternura.— pero quería que supieras mis sentimientos por ti y que dejes de torturarte mentalmente por un posible rechazo porque no pasará.

》De hecho... quiero una oportunidad, quiero estar contigo, que nos conozcamos más... esta vez sin notas ni bufandas... pero eso será más adelante, cuando tu estés lista.《

—Ahora... debes ir a ver a tu tío.— soltó sus mejillas y colocó un mechón de ese hermoso cabello anaranjado detrás de la oreja, rojiza, de su humana.— habla con él, diviértete, disfruta...

》Que ya todo mejorará.《

—Edward.— lo llamó en un bajo susurro que por un momento ni siquiera el cobrizo supo si lo llamó o no.

Magda no dijo nada y se abalanzó sobre él, pasando sus brazos sobre los hombros del cobrizo y los cruzó para atraerlo hacia ella.

Y rápidamente le dio un beso fuerte y sonoro en las comisuras de los labios de Edward, al darse cuenta donde lo había besado, lo besó esta vez en la mejilla y llena de vergüenza enterró su rostro en el cuello del Cullen y se quedó allí, escondida.

Edward para ser un vampiro de tantos años no pudo reaccionar. Se congeló en el lugar al sentir los suaves y cálidos labios de su humana sobre él que por un momento creyó que su corazón saltó en su lugar y comenzó a latir con rapidez sobre su pecho.

Hasta podría jurar que si fuera humano otra vez, estaría rojo hasta las orejas.

El cobrizo salió de su sorpresa al notar como su humana se quería alejar, en donde Edward rápidamente la abrazó de vuelta y enterró su nariz en los hermosos cabellos anaranjados que increíblemente olía a naranja, que supuso que era por el shampoo.

—Me olvidé decirte que...— susurró sobre su oído, provocando escalofríos en la pelinaranja.— también me gusta tus cabellos naranjas...

》Realmente necesito anteojos... no es rojo, es naranja.《

Magda rió avergonzada, aún abrazando al cobrizo y dijo.

—Gracias Edward.— susurró con timidez.— y...

》Te quiero.《






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