Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo XV.

          Kakashi habló primero, le dijo al resto que ellos sabían cómo detener a Kaguya que ellos ya habían peleado con ella una vez y, vió el rostro de sus conocidos compañeros iluminarse con esperanza. Fue efecto desconocido, algunos muchachos se veían mucho mayores. Ya no eran muchachos. Eran adultos de su edad.

Sin embargo, su mayor tormento ver sus propios ojos. Ver el cansacio en su cuerpo y el dolor, ese tipo se estaba muriendo de dolor, quizá no sentía los músculos de su brazo derecho pero cuándo la vida él se quejo.

—¿Cómo? Naruto no va a anguantar mucho tiempo y estos idiotas de Tobi, no paran de volver una y otra vez.

—La mataremos usando todo el poder de un Sannin. —dijo Naruto.

Naruto estaba serio, esa expresión que usaba solo cuando algo terrible estaba por verse. Los Tobi volvieron a reaparecer, el resto siguió peleando contra ellos, estaba Kakashi más descansado, logró alzarse en número y buscó de dónde provenía el patrón de regeneración.
Justo cuando Sasuke, Sakura y Naruto estaban listos para acompañar a la versión de Naruto que distraía a Kaguya, vieron la imagen que congelo sus corazones.
No era un espejismo, era la realidad.

      Quien parecía ser Sakura estaba de rodillas ante un cuerpo muerto. Ante Sasuke.

—Kaguya lo va a pagar. —murmuró Naruto.

El llanto se borró con la fuerza de su salto.

Fue llegar a tiempo porque el Hokage Uzumaki sonrió brillante, mientras descendía de los cielos casi inconsciente. La mano susanoo lo sostuvo para dejarlo suavemente en el suelo.

—Oye, te confundiste cara de mierda, estabas buscandonos a nosotros o qué, de verás. —sonrió Naruto. Lenguaje propio de un chico que no le teme a nada.

—Es personal, ya lo has hecho personal. —agregó Sakura.

Los tres se lanzaron otra vez contra ella.

           Hōki se sentó sobre el piso, cruzo las piernas y trató de concentrar su respiración. Poder meditar para calmar su pulso, había visto la herida de su papá y su otro papá estaba allá afuera peleando sabe quién en qué condiciones. Había mandado a otras personas a la pelea, si bien había cumplido la misión se sentía inútil. ¿Qué más podía hacer? Habían niños más pequeños que él aterrados, observando hacía afuera. Sabía que muchos de ellos tenían a sus padres peleando, la sensación agridulce de reconocer que habría huérfanos.

—No es justo no poder ayudarlos.

El niño abrió los ojos, aquello no había salido de su boca. Lo había dicho el Iruka que había cuidado de él este tiempo.

—¿Y qué cosa podrías hacer allí? —cuestionó el papá de Hōki.

Iruka se detuvo. Creía que intentarlo era más valioso que solo quedarse de pie, escondido porque sentía que todos los que quería estaban arriesgado su vida, como siempre lo habían hecho mientras él tenía que quedarse escondido. Kakashi lo había dicho y Naruto muchas veces le pidió que no siguiera el camino de la lucha, porque Iruka odiaba pelear.

—Tal vez no allí...Aunque me duela, tal vez no puedo ir con ellos. —murmuró. — ¿Crees que ella sea una Diosa?

—Ciertamente no es una humana.

Iruka observó más allá, volviendo a sus pensamientos a sus recuerdos y las historias que se contaron de ella. Kaguya Ōtsutsuki, habían dicho que la revivieron y él puede ser muy supersticioso pero, los Dioses no pueden morir. Transcienden más allá de lo conocido, a niveles superiores, porque no viven como humanos y sus carnes no están hechas para soportar está vida mortal. Si la revivieron fue porque alguna vez fue humana.

—Lo era. Kaguya lo era, pero conoció un poder desconocido. ¿Qué la motiva a volver? La venganza, tiene un deseo enorme de venganza y sabes por qué...Nadie lo sabe. Algunos decían que era por odio, porque arruinaron la tranquilidad. Tiene que ser más personal que eso.

Hōki escuchó atentamente.

El niño que estaba sentado tranquilamente, había desaparecido del lugar.

Corriendo a pasos veloces por las calles destruidas Hōki veía a lo lejos a los 3 ninjas pelear contra ella. Podía ver como a veces lanzaba cuerpos hacía un sitio y otro, pero los clones desaparecían para multiplicarse. Hōki trago saliva, respiro profundo y siguió corriendo, la expresión de su rostro era una capa de pura seriedad. Necesitaba comprender la mente del enemigo, conocer cómo pensaba, sus motivaciones, la ideología de su maldad.
Su particular virtud siempre fue el genjutsu, haría todo para salvar a su familia. A sus padres y a su hermanita.

        Corrió hacía el campo de batalla, realizando un jutsu de invocación los perros ninjas de su padre aparecieron a su lado. La manada cuidaba del niño desde que era un bebé, más que solo perros pertenecían a la rama familiar, un equipo caníno de élite y sus amigos.

—Lamento llamarlos pero saben que cuando no sé bien qué hacer con ustedes puedo lograrlo todo. Además los extrañe.

Pakkun soltó una tos roca.

—Chico, qué haríamos sin verte una última vez.

Hōki sonrió.

Vió el punto perfecto justo debajo de Kaguya, quien se elevaba metras arriba en el cielo siendo apresada por el susanoo. Hōki movió sus manos, alzandola hacia arriba esperando poder llevar su mente hacia la mente de ella y ver sus memorias.
Una mano grande envolvió uno de sus brazos, girándolo para quedar de frente con Kakashi. No, no solo Kakashi sino con su padre. Hōki le miró con ojos agrandados, había sido atrapado en el sitio donde no debía estar. Su padre, mirándolo con incredulidad y regaño, se veía apunto de sermonearlo pero con un ojo practicamente cegado, un golpe en la cabeza un brazo que parecía adormecido. El que debía estar resguardandose era otro.

Sin palabras, porque así eran ellos y porque así era su padre. Hōki lo abrazo, cerró los ojos y pudo soltar la presión que se había formado en su estómago porque él estaba con vida.

—Tengo que hacerlo. —murmuró Hōki contra la chaqueta de su padre, se alejó lentamente. Puso una mano sobre el hombro de su padre, quien estaba encorvado por el dolor en su abdomen. — Confía en mí papá, yo sé qué hacer.

Kakashi tuvo una visión. Su hijo de mayor, siendo más de lo que él nunca fue. Su muchacho.

—Con cuidado, que si sales herido tú papá nos va a regañar a los dos.

Y ambos se rieron. Cuando la risa ceso, Hōki volvió a realizar el genjutsu, una vez realiazo el cuerpo del niño cayó de rodillas sumbido en un trance donde la mente máquinaba hacia caminos desconocidos. Pakkun y el resto formaron un círculo a su alrededor, dándole la espalda al niño para protegerlo de cualquiera que quisiera romper el trance. Kakashi le dió un manotazo a una de esas cosas blancas, mirando atentamente a su hijo, serio sus ojos viajaron hacia Kaguya.


Hōki nunca antes había estado en la mente de otra persona. Tuvo sus prácticas pero lo más acercado a algo así fue Pakkun, ciertamente los recuerdos de las peleas junto a su padre fueron un rastreo al pasado que quiso borrar. Ahora, deambulando por los recuerdos de una criatura que rozaba lo imposible de definir era una cuestión diferente, incomprensible. Habían imagenes de paisajes perdidos, de montañas que ya no existían y entonces personas. Dentro de todo el caos la muerte y la hambruna, había una sola persona que se repetía en una constancia de recuerdos e imaginación. El deseo incontrolable de volver a ver lo pérdido. Lo olvidado.

Hōki se para justo en el recuerdo de esa persona, una mujer de aspecto calido, respetuosa y atenta de largo cabello negro. Ella está cocinando.

Eso huele delicioso Aino. —es la voz de Kaguya.

Aino ríe suavemente, es una mujer dificil de leer. Centrada.

—Todo lo que yo haga es delicioso para ti.

Es una escena conmovedora. Luego, la misma mujer sale agonizando, su muerte. Diez flechas atraviesan su espalda y la mandandan al suelo, ella cae, su rostro besa la tierra y, lágrimas riegan las plantas. Llora, en su llanto sonríe lentamente.

—Se feliz y libre, Kaguya. Y que nuestros hijos sean felices y libres.

Kaguya grita. Más allá dos bebés sobre mantas, soldados marchando hacia una casa, chakra. Muertes, violencia, traición. Un ritual para revivir muertos.

Hōki parpadeó un par de veces, quitando la presión de su mente.

—No tenías que revivirme a mí Zetsu, tenías que revivir a Aino.

—Ya no se puede mi lady, Aino se ha ido.

—¡No, no! El mundo solo tendrá sentido si Aino está en el.

Vaya. Hōki escuchó también los pensamientos que Kaguya tenía en ese instante, solo de muerte. Sus hijos tampoco están y para su pesar, sus hijos prefirieron cuidar a aquellos que la lastimaron antes de que a ella. No la elegieron, sangre de su sangre y la mujer que amó, murió tratando de protegerla.

        Hōki respiró apresuradamente al salir del trance, miró a los perros y luego a su padre, sus ojos siguieron mirando a su padre.

—Debes enviarla lejos. Lejos a un mundo donde ella pueda ser feliz, porque no la mataran. Enviala donde este Aino, ese nombre. —Hōki señaló con el dedo a Kaguya.— Dale su mundo ideal.

Kakashi entonces lo supo, supo que como padre no se había equivado al planear buscar ayuda en otros medios y que tampoco había sido un error enviar a Hōki fuera de este mundo. Fue todo con un propósito, la real misión de Hōki siempre fue detener el llanto incontrolable de una criatura amargada por la perdida. Porque para el mal de todos, de allí provenían las grandes fuerzas del chakra.
De una mujer miserable que soñó ciegamente con poder ayudarlos a todos.

—No puedo hacerlo hijo. —dijo Kakashi, aturdiendo al niño. — No siento nada en el brazo derecho. Está muerto.

Hōki agrandó los ojos, su padre estaba de pie solo por la asombrosa fuerza de volutad que los ninjas del taijutsu poseían. Ya no aguantaría más.

—Tengo que hacerlo yo. Ese es mi destino. —concluyó Hōki.

A esa edad un niño no debería cuestionarse el destino ni el propósito, pero lo hizo. Tal como empieza toda historia de aventura, el protagonista sufre una transformación. Este no es solo Hōki, el niño inseguro, el que calla sus temores, el que odia vivir baja la sombra del asombro Hatake, aquel que no puede ser tan centrado como Umino. Él descubrió su persona, sus sueños y sobre todo, quién quiere ser en la vida.
Hōki, hijo, amigo y hermano. No hay otro momento ni tiempo más que ese.
Una mirada a los perros fue suficiente para correr con ellos haca las rocas elevadas que lo acercarían más a Kaguya, manteniendo confianza en sus cualidades para creer que podría lograr detenerla. Probablemente Iruka padre estaría enojado en este momento, malamente angustiado pero eso pasa, los hijos crecen y los destinos que toman a menudo son muy lejanos a sus padres.

           Kaguya debió percibir las intenciones del niño, aquel que había visto en su memoria. Un usurpador en su mente. Ella tiró del brazo de Naruto, pese a desgarrarlo él no se inmutó. Un brazo artificial, menos mal fue ese.
Hōki movió rapidamente sus manos, el genjutsu solo tenía una posibilidad cuando Kaguya se acercó furiosa él la miró a los ojos. Solo ellos dos y tocó su hombro con su palma.

—Deja mi hogar. —suplico el niño. Porque a pesar de todo, seguía siendo eso. Un niño pequeño, asustado y viendo su mundo arder.

Nada. Solo oscuridad. Hōki no podía ver nada, ni siquiera su mano. Tampoco escuchaba nada, por un momento pensó que así es como debe sentirse la muerte. Como nada.
Sus padres seguramente estarían enojados por no despedirse, por irse volver e irse para siempre. Hōki lloró, se largo a llorar fuerte y con sentimiento, como había estado evitando llorar. ¿Los muertos podían llorar? Ahora lo sabía, suponía que solo eran cosas que se descubrían en este estado de absoluta soledad. Sintió una presión el pecho, como un cosquilleo pero no vió nada. Luego otro, un piquete en los brazos y algo lo agarro fuerte hacía arriba.

Había caído al río, se estaba ahogando.

Sus ojos se abrieron para ver a Sakura sostenerlo. La Sakura joven, la que aún no se había despedido de uno de sus mejores amigos.

—Lo hiciste. —dijo una voz.

Pero estaba demasiado cansado para mirar, se durmió otra vez.

        Konoha se levanto al día siguiente procesandolo todo, el arrebato del dolor y la idea de nunca estar preparados para una guerra que va más allá de lo explicable. El cementerio se llenó de personas, el luto fue el amargo festejo de tranquilidad.

Kakashi e Iruka se abrazaron durante toda la noche, habían temido por la vida del niño y la estabilidad del corazón de Kakashi padre. Demasiado herido para ponerse de pie, dijeron que había perdido el brazo.

—No podremos despedirnos del niño como que me encariñe, sabe. —comentó Kakashi con las manos en los bolsillos, afuera del hospital.

Iruka sonrió.

—Podemos tener otros niños. —comentó Iruka, observando el cielo.

Una risa infantil los sacó de sus pensamientos. En una bata blanca, Hōki sin máscara le sonreía mostrando los dientes. Vivó y en calma.

—Que sean felices.

Ambos hombres abrazaron al niño cayendo de rodillas, marcaron en su memoria su imagen, su cariño y aspecto. Lo querían, sí, verdaderamente lo querían.

—Es hora de irnos a casa Hōki.

—Lo sé. Espero verlos alguna vez.

Cuando Hōki vió irse para siempre a sus padres de medio tiempo y a todo el equipo dinamita volvió al hospital. Se quedó sentado en la silla que había en la cama donde un hombre seguía en estado de coma. Habían llegado muchos a verlo, el Hokage y la médico en jefe estuvieron unas horas en silencio allí al día siguiente. "Sasuke se ha ido viejo, tú no nos vayas a dejar, por favor".
   Iruka trató de llevar a su hijo a casa, pero el niño se negó y bien que lo hizo porque cuando Kakashi despertó dos semanas después lo primero que escuchó a las 10 de la mañana fue:

—Buenos días, papá. ¿Qué quieres de desayunar?




















N/A: aaaa AAAAA EL CAPÍTULO FINAL. MUCHAS GRACIAS POR ESTAR HASTA AQUÍ😭😭😭😭😭😭 sí me rompí la cabeza viendo lo de Kaguya pero en el contexto de esta historia tenía todo el sentido del mundo☝️🤓 falta el epílogo gente AAAA. 

Gracias por leer, besitos 💖

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro