Capítulo XIV.
Estaban parados uno al lado del otro como antiguas leyendas de antaño. Como héroes que parecían intocables. Sakura Haruno, Sasuke Uchiha y Naruto Uzumaki...Y sin embargo, se veían tan jovenes.
Hōki sabía que las personas mayores alguna vez fueron niños como él, pero cuando el mundo se está cayendo a pedazos tus figuras de protección deben verse más grandes que todo. Para Hōki, ellos tres solo eran apenas un grupo de adolescentes. Su corazón se apreto, no mandas a niños a pelear una batalla de vida o muerte.
—¿Qué pasa Kakashi- sensei? —preguntó de prisa Naruto, demasiado energético y ansioso por entender que sucedía.
El hombre mayor dudo un segundo.
—¿Recuerdan a Kaguya? Aquel Ser al que enfrentaron hace unos años atrás, cuando apenas tenían unos 16 años. ¿Recuerdan que la habíamos supuestamente encerrado?
Sakura alzó una ceja, intranquila.
—¿A qué se refiere con supuestamente?
Hōki trago saliva. Kakashi comenzó a explicarles punto por punto la situación, al mismo tiempo que lo hacía. Mientras explicaba quién era el niño a su lado, mientras los jovenes le miraban boquiabierto, poco a poco Hōki comprendió y para mal, que los causantes de que su mundo estuviera siendo consumido por el caos eran ellos. Ellos mismos.
Tomó asiento lentamente, viendo como el equipo se reunía ignoró los gritos de alguien, las manos en el cabello oscuro que se apretaban con confusión. Hōki los observó a todos ellos en la habitación.
Habían tantos mundos en el gran telar de la vida, tantos mundos que coexistían y cambiaban, por qué uno de ellos tuvo que ser la prisión de una Diosa que lo único que deseaba era sencillamente la venganza.
El niño miró hacia afuera, hacia el blando país en el que estaba. Poquisimo viajo antes, pasaba sus días en la aldea tratando de ser un buen ninja o como decían, jugando a serlo. Quizá nunca quiso ser un ninja, solo no quería decepcionar a sus padres.
¿Cómo les diría que quería de dicarse al arte?
¿A la pastelería?
No podía.
El recuerdo de sus amigos llegó a él, la risa tonta del maestro Konohamaru, las canciones de Hinata-San. Debió haber apreciado más los momentos de tranquilidad, haber entendido que aunque el resto no le diera importancia había logrado crecer en un mundo sin guerras.
Ahora poco de eso tenía sentido. Había pérdido la esperanza de volver a casa y, si lo hacía el gran problema era poder vivir. Antes le creyó ciegamente a Kakashi, ciegamente a su padre y su "yo sé qué hacer". No. No sabes, porque lo que se creyó ganado en realidad nunca se gano.
—Hey, Hōki. —la voz característica de Naruto, lo hizo voltear. — Es un gusto conocerte, ¡de verás! Y un alivo enorme que seas más parecido a Iruka-sensei. —sonrió.
Hōki soltó una risa seca, tenía los ojos cristalinos. En su corta vida había experimentado ahora todos aquellos sentimientos que lo llevan a uno al abismo.
—Sí, es un alivio. —añadió con voz suave.
—No tienes que preocuparte. Logramos alejarla una vez, lo hicimos mal pero ahora haremos que nunca vuelva. A ningún mundo, Hōki. Lo prometo, de verás.
Una promesa de Naruto. Del Hokage. Solo una vez más, bajo un porcentaje mínimo, Hōki se permitió sentir la tranquilidad que dan solo las personas como él.
Entonces todos empezaron a preparse, la emoción se coló por el joven Hokage (esperaba que también lo fuera en este mundo, alguna vez), porque viajarían a un sitio desconocido. Listos para ver todo lo que quieren todaví allí. Pensó, de manera triste que era una suerte que Hinata-san no supiera de esto, porque si perdió a su primo aquí no quería imaginar lo que se sentiría ver lo fallecido vivo otra vez y tener que renunciar a eso.
Sakura-san era para Hōki también una persona importante, además fue ella quién buscó los medios de encontrarlo en el más allá.
—En mi mundo ustedes jamás pelearon contra ella. Ustedes no se enfrentaron a ninguna batalla aterradora siendo tan jovenes. —comentó Hōki.
Sakura guardó unos kunais en su bolsa tras la cintura.
—Vaya, eso significa que tenemos ventaja sobre el enemigo. —agregó.
Hōki la observó.
—Quizá ese fue el error de ellos. Estaban peleando separados. —murmuró.
Los tres ninjas le miraron un segundo, entonces el comunicador comenzó a sonar otra vez. El shock de Sakura por escucharse así misma, en un tono que denotaba madurez, fue imposible de ignorar.
Allí las instrucciones se reunieron. El pergamino prohibido que Shizune mandó con Sakura, el que hablaba de un jujutsu temporal. Su utilización salía marcada solo como urgente y si era posible, evitar su uso. Kakashi ignoró las advertencias, con todos reunidos en su círculo sentados de piernas cruzadas, el Hokage inició el ritual con el corazón acelerado. Hōki vió como la figura de la princesa y sus gentes eran borrosas, estaba quieto pero se sentía como si el mundo entero estuviera girando, girando a una velocidad increíble que la vista ya no podía enfocar una figura con sentido.
Se escucharon gritos, una voz que hablaba lejanamente y luego más cerca, entonces el mundo dejó de dar vueltas y, el equipo estaba en medio de un bosque, aún sentados en un círculo.
—Estamos afuera de Konoha. —sonrió Hōki. — ¡Gracias por traerme aquí, gracias por venir a ayudar! —exclamó ánimado.
El color volvió a la cara del niño, su estado de bloqueo desapareció mientras se ponía de pie, dándole la vuelta al resto.
—Es espantoso volver a pelear con ella, lo bueno es que ahora somos un poco más. —sonrió Naruto. — Aunque, Iruka-sensei, será mejor que este lejos por seguridad. Aquí vengo a salvar a un padre no a perder otro, de verás.
Hōki escuchó atento eso en su mente. Por supuesto, Naruto-san era el Hōki de ellos.
—Somos un gran equipo, no el equipo 7, somos el equipo dinamita y le mostraremos a esa Diosa lo que pasa cuando se mete con los humanos equivacodos. —dijo Hōki.
Naruto le sonrió.
El niño comenzó a explicarles cómo estaba conformada su aldea, cuáles eran los pasadizos secretos, dónde estaría su papá y Sakura, dónde estarían los demás.
Naruto Uzuamki anotó con precisión en su mente esos datos, la voz de Kurama le advertía de mucha ira vagando en el aire —le advertió de miedo, proveniente de él mismo—, el zorro se movió inquieto en su interior. Capaz de leer al hombre joven con mucha precisión, pues compartían un cuerpo, una mente y no había nadie en todo el mundo, que comprendiera mejor a ese hombre que la bestia.
Un hijo adoptado, un hijo biólogico y, al final de la historia eran sin querer, la misma persona. Naruto se alegro de reconocer una infancia más feliz que la suya, y pensó que así era la única forma más grande de agradecerle a Iruka lo que hizo por él. La forma más genuina de que el hombre supiera que Naruto lo quería como un hijo a su padre.
—¿En dónde estoy yo? —preguntó Sasuke por primera vez.
Hōki levantó su vista, dejó de dibujar sobre la tierra con un palito.
—Lo lamento, Sasuke-san pero...No lo sé.
El silencio se instaló en medio, Hōki siguió explicando. El niño tenía razón.
Sakura hizo presión sobre la herida, sus manos se llenaban de sangre poco a poco. Soltó un grito de rabia. Había vuelto al campo de batalla, había ordenado la retirada de la mayoría de ellos porque llegarían refuerzos, personas que sabían como detener a ese monstruo que se alzaba contra ellos con un poder que nunca antes habían conocido.
Lo que encontro fue su peor pesadilla.
Kakashi apenas se podía mantener en pie pero se había estado mofando de Gai por cansarse tan rápido, peleando contra seres de tierra blanca que reían horriblemente, con voces chillonas diciendo cosas como "Tobi está aquí, ahora no está".
Naruto estaba distrayendo los ataques de fuego que caían sobre la aldea, en direcciones opuestas, hacía donde sabía que no habrían personas. Pero Naruto estaba sangrando, la sangre corría desde su nariz hasta su boca y Kurama parecía estar perdiendo fuerzas.
—Si mueres ahora, maldito bastardo, juro que te mataré. —alegó Sakura, presionando con telas blancas el corte en el pecho.
El cuerpo se mantuvo quieto, en el rostro pálido del hombre se dibujo una sonrisa sarcástica, aún apunto de morir quiso seguir demostrando que era demasiado orgulloso para aceptar una regañada como esa.
Sakura lo miró, siguió soltando palabras bruscas, enojada. Porque era más fácil sentir enojo que tristeza, sentir rabia que largarse a llorar.
Siempre supieron que de los tres, Sasuke moriría primero.
—Te preocupas demasiado...—comentó Sasuke.
Es una pena, una enorme pena que la niña que sostuvo hace poco en sus brazos nunca sepa quién fue su padre. Morir una semana después.
Buenas noches, papá.
Debían ir con Iruka primero, Hōki corrió rápido, guiando al equipo a la base de la montaña donde estaba el refugio. Iruka-sensei no dijo en voz alta lo nervioso y tenso que le ponía enfrentarse a una versión desconocida de si mismo. Pero sea lo que sea que podía decir fue silenciado por las calles destruidas de Konoha, de los edificios que se veían nuevos ahora sobre el suelo. Las personas heridas, médicos dando los primeros auxilios allí mismo. Los recuerdos del pasado volvieron, otra vez en eso, otra vez caminando con el dolor y al muerte. Ellos se repondrían, lo harían pero jamás volverían a ser quiénes fueron.
En la montaña, Hōki dejó atrás el mundo al que viajo.
El niño se calmo al ver a su papá allí, de pie mirandolo con el mismo shock que él le miraba.
—¡Papá!
—¡Hōki!
Se abrazaron con fuerza, solo ellos dos, Iruka se arrodillo con su hijo en brazos mientras lloraba. Hōki se aferraba a él con fuerza, con la misma insistencia de un niño demasiado pequeño aún.
Algunos miraron desconcertados a los invasores en las puertas del refugio. Reconocieron al instante que ellos eran la ayuda.
—Disculpe. —dijo Kakashi. Confundido. — ¿Dónde están los demás?
—Al lado sur de la aldea, todos ellos están allí pero no sé cuál es la situación.
Se hablaron como dos extraños, pese a tener la apariencia de las personas que amaban.
—Iruka, usted se queda aquí. Ese siempre fue el plan, no es un luchador es un poeta. Su fuerte son las palabras, yo soy el soldado y si usted anda por ahí poniendo su vida en riesgo, ¿quién me enseñara que vale la pena seguir viviendo? —Kakashi miró intensamente los ojos de Iruka. De Iruka aún joven, de su Iruka.
—Entonces vuelva. No tiene...No tienes permitido morir Kakashi. —ordenó.
Existen momentod y momentos para ser besado, pero ciertamente ese instante en el que se corre hacia un futuro incierto, puede ser el mejor momento. Cuando se promete todo, y solo con la victoria esa promesa será válida. Vivir para amar. Amar para vivir.
El resto del equipo dinamita salió del refugio. Iruka se quedó mirando.
—Gracias por cuidar a mi hijo.
—Es un niño maravilloso.
—Lo es.
Hōki había cumplido su misión.
N/A: Hola, hola. ¿Qué tal les pareció? Hay algo que siempre me gusto de esto y se toco más en este capitulo, pero siempre fue una historia de o sobre la paternidad.
Por cierto, fan de ese paralelismo donde Naruto y Hōki son hijos del KakaIru, me sentí tan literata mostrando eso. Y uff, Sasuke. A veces no siempre se gana 💔 en el capítulo anterior le dabamos la bienvenida a un padre y en este lo despedimos.
Gracias por leer, besitos 💖
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