EXTRA DOS (2/3)
Matthew.
Las yemas de sus dedos me provocaron cosquillas, mismas que se volvieron calor cuando descendió a mi cadera y obligó a mi cuerpo a retroceder, chocando contra el suyo.
—¿No quieres hacerlo? —dijo con un hilo de voz, saliendo grave y rasposa de su garganta.
Jadeé por accidente gracias a su media erección sobre mi parte baja y no quería admitirlo, pero me estaba excitando mucho la situación, sus susurros y la evidente dureza que crecía en su entrepierna.
Él siempre me gustó, por eso ser yo quien lo provocaba era asombroso.
Me sentía ligeramente desinhibido, mi piel ardía y respiración se entrecortaba... A pesar de ello, no se lo iba a poner fácil.
—Dijiste que me dejabas sin sexo —informé, fingiendo indiferencia y moviéndome un poco, simulando que solo deseaba descansar.
Sí, claro. Mi creciente erección no opinaba lo mismo. Pero quería molestarlo, a ver hasta dónde podía llegar.
Quedó inmóvil, parecía entender los límites, pero yo no hablaba en serio, así que retrocedí mi cuerpo como si estirará mis músculos en un bostezo, chocando mi trasero con su ya húmeda erección.
—Vaya... que insaciable —prácticamente ronroneé esa frase y trabó su mandíbula, lo sé porque estaba tan pegado mi cuerpo al suyo, que sentí su rostro en el hueco de mi cuello.
—Matt... —susurró en un tono de advertencia, llevando sus manos a mi vientre, subiendo hasta mi pezón derecho, dónde presionó y ahora un gemido escapó de mis labios.
Eso lo sorprendió y levantando un poco la parte superior de su cuerpo sobre su codo, me miró desde atrás y acarició mi cabello descubriendo mi cara.
—¿Cuánto bebiste?
Eso me hizo reír, no sé por qué, pero lo hice y dejé de hacerlo para verlo con suficiencia.
—Lo mismo que tú, quizá.
Tampoco parecía estar borracho, pero no juraría que estuviera sobrio del todo.
—Oh... Ya veo —dicho esto mordió sus labios en una mueca contradictoria.
—Dilo.
—Es que ¿Estaría bien hacerlo? La última vez que lo hicimos después de beber fue un desastre de muchas maneras, no es que me arrepienta, pero me siento culpable por haberte hecho llorar... Por no ser cuidadoso contigo.
Apoyé mi espalda contra las sábanas y lo miré fijamente.
Es tan hermoso el subnormal.
—Yo fui quien debió detener todo en ese momento, había bebido, pero tú sin duda estabas peor.
—No creo estar peor, te recuerdo en un estado tan... —cubrí su boca y aparté orgullosamente la mirada.
—Ya. Sé a qué te refieres. Pero debí tomar mejores decisiones. No pensé que te heriría, no pensé en absoluto, solo estaba... desequilibrado. Siempre pude mantener mis emociones bajo control, pero cuando estallé ya no encontré nada de racionalidad en mis pensamientos esa noche... Me cuesta mucho, ya sabes, disculparme y decirte lo que pienso, pero...
—No quiero tus disculpas. Siento que ambos tuvimos la responsabilidad de los malos entendidos, no supimos hablar, porque he estado ebrio muchas veces y también recuerdo haber tenido sexo así sin preocupaciones porque recordaba todo, solo que esta vez me asusté de haberte hecho daño por lo que metieron en mi trago.
—Ya hablamos de eso y te aclaré que no me hiciste absolutamente nada malo.
—No te veías feliz.
Casi reí ante ello.
—Aunque hubiésemos estado sobrios, al tener sexo casual contigo de esa forma, el resultado habría sido el mismo. No me habría sentido feliz, porque jamás hubiese podido creer que lo hicieras por cariño... sino por simple lástima.
«Todavía me cuesta creer, porque no creo ni en mí mismo»
—Y lo que más lamento... —dije con un brote de honestidad que no solía poseer, otra de las maravillas del alcohol— Verte llorar en la mañana, ser el causante de ello, porque tu cara fue... eso fue... —callé con un nudo en mi garganta.
Cuando su respiración chocó contra mi mejilla, noté la poca distancia entre nuestros rostros, sintiendo sus labios sobre los míos suavemente.
—Eres el único que me puede provocar tanto en mí. Para bien o para mal, me siento más vivo que nunca. Mis sentimientos por ti son abrumadores a veces... y estoy feliz con ello.
Sus palabras hicieron eco en mi cabeza y sentí cierto mareo, como si el mundo hubiese dado una sacudida.
—No es que sea algo traumático para mí, odiaría que pienses eso, solo me preocupaba haberte lastimado... Pensar que te hice algo y no estar seguro de si fue así o no, la incertidumbre sobre mi mismo y mis principios. Pero ahora no tengo dudas sobre mí, sé que no soy esa clase de personas, me siento yo otra vez y por eso quiero asegurarme antes de hacerlo.
—¿Quieres esperar a que se nos baje el alcohol del organismo? Bien, es decir, no es como si estuviera desesperado por... —hablaba mientras le daba la espalda nuevamente, pero me tomó con algo de brusquedad por el hombro y giró solo la parte superior de mi cuerpo para que lo viese.
—Yo jodidamente quiero hacerlo contigo. Ahora dime si tú también quieres, no me importa nada más, si ambos queremos me importa un carajo lo demás.
—¿Es una especie de truco para hacerme decir mierdas vergonzosas? No me jodas, hazme el favor.
—Dilo —susurró llevando una de sus manos de nuevo a mi pezón ya bastante estimulado por sus recientes caricias.
Cuando presionó con demasiada fuerza sus dedos y su índice volvió a deslizarse por ahí contuve un gemido, sus profesionales estímulos habían puesto mi pezón muy sensible y erecto.
—Ah... Diablos...
—Solo dímelo y no me detendré —hablaba en mi oído mientras besaba mi cuello y partes de mi hombro.
Mi espalda volvió a su posición inicial al sentir un estremecimiento cuando llevó su otra mano por debajo de mi cadera, entre mi cuerpo y el colchón, tomando sin ningún pudor mi miembro sobre el boxer.
—Ni muerto —contradije, conteniendo un tartamudeo que casi dejo salir gracias al placer.
—¿De verdad no quieres? —jadeó al sentir mi cadera haciendo leves movimientos tortuosos para él, frotándome contra su erección ya incontenible.
Suspiró y el muy hijo de su prolifera madre tomó distancia, dejándome con el frío de la separación.
—¿Ah sí? —amenacé con una valentía que desconocía, mi mente estaba algo nublada, no lo suficiente para no saber lo que hacía, pero sí para no pensar demasiado en las consecuencias.
«Querida cerveza: ayúdame en la estupidez que estoy por hacer. Amén»
Me levanté sobre mis manos y rodillas, estiré mi brazo pasando sobre un expectante Frank y de la mesita de noche sujeté el lubricante.
Ya no esta más en la caja debajo de mi cama porque el chico a mi lado tiene más apetito sexual que un maldito ninfómano y no tenía sentido guardarlo ahora.
—No te necesito para esto —decreté de nuevo en mi antigua posición, con mi espalda hacia él.
Abrí el frasco, deslicé el bóxer hasta mis rodillas y unté mis dedos con ese frío líquido, todo bajo su atenta mirada casi poseída por la cantidad de excitación que percibí en el silencio.
—No es cierto... —siseó apretando sus dientes y presionando su agarre entre las sábanas, respirando profundo cuando uno de mis dedos se adentró en ese pequeño lugar al sur.
Mis hombros se contrajeron y mi cadera se hizo levemente hacia arriba, apoyando mi rostro contra la sabana debajo de mí.
Mis gemidos no se hicieron esperar cuando otro dedo incursionó junto al anterior, entrando y saliendo simultáneamente hasta que la incomodidad se volvió placer, acompañado del movimiento de mi pelvis al compás.
Casi olvido todo a mi alrededor, mi mirada estaba fija en la pared, por lo que no pude ver cuando el sujeto a mi lado sacó su miembro de su encierro y comenzó a masturbarse lentamente, disfrutando de la vista, pero a su vez, siendo torturado por lo que veía.
—Eres un maldito infeliz, Matthew Freeman —maldijo posicionándose detrás de mí, sobre sus rodillas en medio de las mías abiertas.
Tomó bruscamente mi cadera y me levantó hacia él, chocando su virilidad contra mi piel expuesta.
Lo miré hacia atrás con la sonrisa más maliciosa que mi rostro podía mostrar y quitando los dedos de mi interior, le tapé la vista al poner mi mano frente a ese orificio.
—¿En serio creíste que podrías obligarme a decir algo tan vulgar? —me jacté de mi victoria y un fuerte ardor se instaló en mi nalga derecha, tuvo la jodida osadía de darme un manotazo.
—Yo solo quería hacer las cosas correctamente... Al parecer eso no va contigo, siempre buscas la forma de mantener tu puto orgullo intacto, por más irracional que sea.
Tomó mis manos y tiró con fuerza, apoyando su miembro en medio de mis mejillas desnudas, haciendo un lascivo vaivén como si me penetrara.
Un escalofrío me recorrió desde la cadera hasta mi coronilla, enviándome señales de peligro al darme cuenta de algo:
—No creo que entre todavía —alegué pestañeando lentamente, de repente mis párpados pesaban, pero sin importar eso liberé una de mis manos con falso hastío e introduje dos dedos nuevamente para dilatarme un poco más.
Me soltó por completo y con ambos pulgares estiró la piel alrededor de mis dedos, volviendo esta situación todavía más obscena, enrojeciendo por completo mi rostro y encogiendo mi cuerpo un poco.
«Basta, deja de mirar fijamente esa zona, estúpido ninfómano»
—Yo creo que sí —afirmó autoritario—. Aunque no puedas decirlo, quieres desesperadamente hacerlo ¿Verdad? Puedo ver cómo te contraes alrededor de tus dedos, como si no fuese suficiente, como si quisieras otra cosa en su lugar...
«Sí quiero. Carajo que sí. Pero me cuesta hablar de lo mucho que lo deseo. Por favor, date cuenta de eso, no me hagas decirlo» esos ecos resonaron en mi mente, sintiéndome un inútil por no poder comunicarme como cualquier otro haría fácilmente.
Mis ojos estaban empuñados y tragué grueso cuando empujó mis propios dedos en mi interior.
—¡Imbécil! —dije por impulso, con mi pecho subiendo y bajando a máxima velocidad.
—No te obligaré a admitirlo, solo mírame y yo haré el resto —ordenó con una calma y autoridad que me dejaron en silencio eternos segundos.
Podía hacer eso, podía verlo, no era tan difícil como ponerlo en palabras.
De nuevo guie mi vista hacia él, pero esta vez no estaba sonriendo falsamente o buscando pelea de alguna forma, simplemente lo miré.
Parecía no existir nada más, como si no importara qué clase de expresión tendría yo en ese momento, de hecho, ni me preocupé sobre cuál sería la forma en la que lo estaba observando, solo quería ver su hermoso rostro y calmar mi corazón.
Funcionó.
Una increíble calidez me inundó cuando sonrió.
Misma que se transformó en una sonrisa que me estremeció, lleno de lujuria e indecentes intenciones.
Alineó su erección y mis dedos salieron de mí, sabiendo lo que vendría me aferré con ambas manos a las sábanas y tomé una bocanada de oxígeno.
Cuando hizo presión todo el aire de mis pulmones se escapó en un jadeo, contrayendo los músculos de mis piernas sin querer.
—Oye... —habló y acarició el costado de mi muslo—. Relájate, seré gentil —susurró, como si le creyera.
—Guardate tus comentarios de porno de bajo presupuesto para ti mismo —bomeé y rio bajo, impulsando su cadera hacia adelante, haciéndome apretar la quijada.
—Yo todo caballeroso siendo amable y tú tratándome así, que falta de respeto —ironizó, está vez entrando por completo de una estocada, haciéndome estremecer hasta la punta de los pies y encogerme levemente.
—Eres un...
—"Novio muy sexy", gracias, tú también —bromeó con su estúpida sonrisa pícara y yo no tenía la fuerza para siquiera contradecirlo, esto seguía siendo muy nuevo para mi cuerpo y tomé grandes bocanadas de aire las veces que retrocedía, soltándolo cuando empujaba hasta el final.
El calor de su mano en medio de mi espalda y la otra en mi cadera, me daban una sensación de seguridad; paralelamente mi rostro estaba hacia abajo junto a mi mano derecha y la otra fija en mi propia pierna, en un intento por sobrellevar la presión en mi entrada.
En serio que no se daba cuenta de lo mucho que me estaba exigiendo con ese ritmo y tomé su muñeca con algo de fuerza, clavando mi mirada irritada en la suya.
—Oh, lo siento, me cuesta controlarme —admitió inclinándose y besando mi nuca, casi acurrucándose a mi lado, quedando ambos de costado sobre la cama, donde sin salir de mi interior levantó una de mis piernas—. Así dolerá menos.
Suspiré aliviado sin darme cuenta, por un momento creí que me desvanecería.
Mi poca energía probablemente sea debido a que olvidé comer hoy temprano y una vez llegó Frank nos fuimos al departamento de Kilian, donde me dediqué a beber como un condenado.
Se ve que mi suspiro de alivio no pasó desapercibido ya que sonrió dulcemente y besó mi mejilla al girar un poco mi rostro.
Parecía que entenderme fuese una especie de logro personal para Frank... Bueno, no lo culpo, soy bastante complicado en ese aspecto y él me tiene una paciencia digna de un santo.
Lo único de santo que poseía este jodido animal que comenzó su vaivén nuevamente, esta vez el dolor era sobrepasado por el placer, ya que esta posición o el movimiento en sí logró dar con mi próstata y arrancar varios gemidos de mi garganta.
Empuñé mis manos cerca de mi rostro, no quería gritar o gemir fuerte. «Demonios, en serio no quiero ser ruidoso, me niego a hacer eso... pero los espasmos en mi cuerpo en cada embestida no ayudan»
—Oh, ya veo, enloqueces cuando toco este interesante lugar por dentro —dijo arremetiendo en el sitio preciso, mordiendo mi nuca demasiado fuerte, ganándose un apretón en su pierna de mi parte.
—A-Ah, diablos, cierra la...
—¿Cerrar? —me interrumpió—. Es gracioso cómo hablas de cerrar, mientras aquí te estás abriendo para mí tan gustoso —susurró eso último llevando su mano desde mi cadera a mi trasero, amasando con cierta violencia.
Su lado dominante salió a relucir todavía más en este momento, no sé si sea el alcohol o que cada vez que lo hacemos se siente más libre de decir todas esas mierdas que me hacen enloquecer y enrojecer en partes iguales.
Contraje mis músculos y gimió en mi oído, al parecer la presión de mis paredes alrededor de su dura erección fue demasiada y encorvó su cuerpo contra el mío, extasiado.
—Ah, carajo, es... —masculló con su voz gruesa y sonreí con dolor e indiscutible soberbia.
Yo era incluso más dominante, solo que me controlaba por mis miedos y fue electrizante el desafío en nuestras miradas cuando lo miré sobre mi hombro.
—¿Demasiado para ti?
Eso sin duda le hizo perder la cordura ante su competitividad, tomándome firme de la cadera y arremetiendo sin pensarlo en absoluto.
—Oye, quiero ver tu cara, quiero verte. Odio no poder verte —alegaba una y otra vez como una suplica autoritaria en mi nuca.
Entre gemidos adoloridos llevé una de mis manos hacia atrás y jalé con mucha fuerza el cabello de su nuca, oyendo cómo respiraba sobre mi cuello.
—No gracias, estoy bien así.
—Que poco romántico —se quejó falsamente y deslizó su lengua por mi columna, erizandome la piel por completo.
La presión en mi parte baja incrementó y con ella una leve incomodidad.
—Frank, ya... Solo... —De repente se escuchó un "crack" proveniente de mi ciático y ambos nos detuvimos, mirándonos con extrañes.
—Carajo ¿Te rompí? —inquirió casi riendo y moví mi cadera en un leve circulo para comprobar que estuviera funcional.
—Nah... Creo que me acomodaste las vértebras, te juro que no sé —dije entre risas porque la situación se me hacía muy estúpida y soltó una carcajada también, apoyando sus preciosos labios en mi hombro mientras reía, seguido subió a mi cuello y se detuvo en mi mejilla.
—Te amo, Matthew —murmuró dulcemente y dejó una sutil caricia con sus labios sobre los míos, para intensificar dicho beso y retomar el movimiento de su pelvis.
Mi vientre se estremeció en señal de que pronto llegaría al clímax justo cuando sus estocadas se hicieron más profundas, clavando sus dedos en mi cintura... seguido sentí ese tibio líquido esparcirse en mi interior.
Me sentí un poco frustrado al no haber acabado, incluso tuve un pequeño deseo de montarlo hasta poder correrme sobre todo su bronceado cuerpo, pero ni el alcohol hacía ese tipo de milagros con mis miedos a ser rechazado por él.
Todavía no podía moverme con completa libertad en el sexo, pero estaba avanzando de a poco y lo miré sobre mi hombro con cierto enfado.
Putamente ingenuo de mi parte creer que este carnívoro sexual se sentiría satisfecho con una sola ronda, cuando vi sus ojos estaba claro que no iba a parar en absoluto.
Salió de mi interior y con su mano en mi cadera me obligó con suavidad a recostarme boca arriba, mirando al techo.
Sujetó mi pierna izquierda, llevándola a su hombro y cuando me di cuenta que iba a hacer respiré rápido, sufriendo unos pequeños espasmos cuando entró lentamente.
Sostuvo su peso sobre su mano izquierda y su expresión en ese momento me deslumbró, como si la felicidad del mundo cupiera en esa sonrisa.
Estaba a pocos milímetros de mi rostro y no pude detener mis manos que tomaron sus mejillas y lo acercaron de manera contundente a mis labios, robándole un intenso beso cargado de muchas emociones que me costaba exteriorizar.
Apoyó su frente contra la mía entre sonrisas, hasta que los gemidos comenzaron gracias a ese duro movimiento de cadera, enterrandose dos veces y a la tercera saliendo casi por completo, para arremeter nuevamente con ese tortuoso ritmo.
—En esta posición estás jodidamente profundo —pensé en alto llevando una de mis manos a mi vientre, viendo su pecho inflarse, recibiendo un consumido beso en mi hombro y cuello, seguido de una mordida que me hizo encoger las rodillas un poco.
—Si dices cosas así me correré de nuevo —admitió besando mis ya hinchados labios—. Pero... tú no lo has hecho.
«Al diablo, solo verte así de necesitado por mí es suficiente. Tengo más de lo que jamás pude imaginar. En serio nada es más importante para mí que sentir que soy importante en tu vida de esta forma»
Llevé ambas manos a mi pecho y apreté los labios.
No es fácil ser sincero cuando me demostraron una y otra vez que la honestidad es problemática. Te expone de modos que el silencio no hace.
Me sorprendió al tomarme por la pierna que continuaba en su hombro y con su otra manos de mi cadera, arrastrándome un poco hacia él que ahora mantenía su peso sobre sus rodillas y me elevó varios centímetros de la cama.
Esta vez sus dedos rodearon mi húmedo y palpitante miembro, estaba en mi límite hace tiempo, pero logré resistir el máximo tiempo posible... hasta que habló:
—¿Realmente no te satisfago? —dijo casi amenazante, coordinando sus movimientos de cadera con el de sus brazos que me sujetaban, azotándome una y otra vez contra él.
—¡D-Diablos! —grité desde el fondo de mi garganta, curvando mi espalda hasta su máxima capacidad en esa posición y buscando estabilidad con mis manos en las sábanas— Frank, ya, no es... No voy a...
—¿No vas a venirte?
Ni siquiera entendía qué estaba diciendo él o yo, el calor que me recorrió fue tan fuerte que una corriente eléctrica atravesó mi espina dorsal, instalándose en mi entrepierna y extendiéndose por mis extremidades.
—¿Cómo me dijiste una vez...? Ah, sí, ya recuerdo —siseó con una malicia que no había visto en él hasta la fecha—: "córrete para mí".
Eso bastó para que mi cuerpo obedeciera contra mi voluntad y sin siquiera tocarme un espeso chorro escapó del extremo de mi glande, cayendo sobre mi pecho y cuello, haciéndolo sonreír con suficiencia.
Mis músculos pararon de responder cuando el orgasmo acabó y casi chillo cuando continuó penetrándome.
—Oye —intenté sonar autoritario, sin tartamudear—, acabo de venirme, no puedes... simplemente seguir... estimulando... —dije pausado y lento, haciendo leves lapsos de silencio para no gemir entre cada estocada.
—Amo jodidamente lo caliente que eres, de todas las formas posibles... sobre todo aquí dentro —dijo más excitado de lo normal, apoyando la llema de sus dedos en mi vientre, el punto justo donde su miembro hacía un lío en mis entrañas.
Casi tengo una nueva erección en ese instante, si no fuera por el extremo agotamiento que estaba empezando a hacerse visible en mis parpadeos cada vez más aletargados.
—¿Cuánta resistencia tienes, carajo? —sollocé el insulto y mordí mis labios cuando mis ojos se perdieron en ese hormigueo que comenzaba a surgir en mi parte inferior.
Pero mi mente vengativa me recordó algo crucial en el momento justo que parecía que se vendría otra vez en mi interior y lo empujé, para inmediatamente apoyar mi pie en medio de su pecho.
Jamás hago algo sin pensar, actualmente estaba tan poco razonable que no sobrepensé en absoluto. Es más, no pensé en nada directamente.
Mis sentidos estaban algo adormecidos, parecía que mi instinto más básico estuviera rigiendo mis acciones en ese momento, sin pensar en las consecuencias o los distintos tipos de posibles malos desenlaces a causa de mis actos.
Sonreí y ladeé mi rostro con un cinismo que lo hizo fruncir sus cejas a la espera de una respuesta de mi parte.
—¿Qué estás...?
—¿En serio te atreviste a darme una puta nalgada, Frank, mi perra, Wolff? —demandé una respuesta que sabía no llegaría, viéndolo morder su labio con resignación y vanidad—. No te dejaré venirte otra vez aquí —ronroneé llevando mi dedo índice y medio a mi entrada excesivamente mojada, abriendo y percibiendo ese líquido fliur de ese hinchado lugar.
Con un solo movimiento casi asesino a este lobo en celo.
¿Fue para tanto? Nah, está exagerando. Solo moví mis dedos y ya. La verdad no parecía algo muy importante realmente, solo quería verlo reaccionar y diablos que sí lo hizo.
Llevó su mano a su miembro y comenzó a masturbarse sin ningún pudor, la vista desde abajo de sus trabajados hombros, brazos, pecho y ese abdomen contrayéndose en cada movimiento era más perjudicial que beneficioso para mi nula resistencia física.
—Lo haré sobre ti entonces.
No logré detenerme y de manera sigilosa, casi felina, me acerqué apoyándome sobre mis palmas, para su asombro besando su abdomen, liberando mi lengua de mi húmeda cavidad y deslizándola por ese tonificado cuerpo, saboreando cada sector hasta su cuello, dónde succioné, pegando por completo mi cuerpo contra el suyo.
Tomé su cadera y nuca simultáneamente, envolviéndolo con mis brazos, sintiendo su respiración chocar contra mí, sus jadeos sumamente lujuriosos y sus carnosos labios buscaron los míos en el preciso momento en el que se corrió entre ambos.
Cuando recuperó un poco el aliento me miró y me dieron ganas de sonreír. Sin razón. Sin pensar. Simplemente al ver su preciosa cara mi mundo se iluminó y eso sin duda elevó las comisuras de mis labios.
—En serio que te amo, rubio rencoroso —murmuró sin apartar la mirada, acortando la distancia e introduciendo su lengua hábilmente, robándome varios sonidos insinuantes en el proceso.
«Yo también te amo, imbécil»
La mañana llegó y con ella el increíble dolor de espalda, trasero y cabeza. Necesito como mínimo volver a nacer para recuperarme del todo.
Moví mis ojos dentro de mis párpados cerrados, no tenía ganas de abrir los putos ojos siquiera, pero alguien acurrucándose en mi cuello me obligó a hacerlo y al enfocar la vista ese cabello castaño fue lo primero que vi.
Sus manos me envolvían por la cintura y su rostro se escondía en mi cuello, tan malditamente lindo que mi mirada se suavizó.
Mis dedos se deslizaron por su cabello y lentamente frotó su rostro contra mi piel, despertando con una sonrisa sin abrir sus ojos.
Si el cielo existiera, se vería así.
Alejé mi mano al darme cuenta de lo que hacía y bostezó, frotando sus ojos.
—Buen día —susurró recuperando su inagotable energía al levantarse sobre sus brazos y dejar un beso en mi mejilla.
—¿Qué hora es?
Me miró casi riendo para sus adentros, sabía qué quería. Le hice un falso cariñito en la cabeza y despeiné su cabello.
—Ajá, eso es lo más romántico que puedo ser. Confórmate. Ahora dime la hora.
Rio y besó mi pecho antes de sentarse, estirando sus brazos y espalda.
Me siento afortunado de poder ver semejante espectáculo al despertar, exhibiendo su perfecto cuerpo ante mis codiciosos ojos, humedeciendo mis labios como acto reflejo.
—Ni idea —me miró y a nuestros cuerpos repletos de evidencia en forma de chupetones, marcas y rasguños de la noche anterior—. Nos pasamos.
Cuando dijo eso mi mente enebró cada hilo de lo sucedido y palidecí súbitamente.
«¿¡Cómo carajo se me ocurre montar semejante acting de prostituta llevando mis dedos a mi trasero y decirle que no iba a correrse ahí!?»
«O sea, yo tenía razón, que se joda por nalguearme, pero el problema es lo que hice no el fin ¿¡En qué estaba pensando!? ¿Dónde quedó mi jodida integridad? Peor aún ¿Y sí le molestó? ¿Le pareció asqueroso? No solía ser así en el sexo porque siempre fui activo y mi actitud era incluso más maliciosa cuando lo hacía, pero esto era demasiado»
—Estaba muy borracho —dije fingiendo indiferencia.
Gracias alcohol por ser la excusa perfecta.
—¿No recuerdas nada? —preguntó casi dolido.
No quería verlo triste, si mentía y pretendía no recordarlo, sé que se sentirá mal.
—Eh, es... —suspiré y froté el puente de mi nariz—. No, sí recuerdo, ya sabes, no es que lo haya olvidado, solo que estaba fuera de mí.
En el momento que terminé la frase, se abalanzó de nuevo sobre mí, reviviendo el asfixiante dolor muscular en cada porción de mi existencia.
—Quitate, mi humor en la mañana pasa de cero a instinto homicida en fracción de segundos —Lo empujé y me senté con el dolor de todos los infiernos en mi cadera.
Me abrazó por la cintura y acurrucándose allí besó mi cadera.
No sé qué le gusta de mi cadera si es hueso sobre piel.
—Yo recuerdo todo —informó orgulloso y mi pulso casi se detiene—, no había bebido tanto, sí lo suficiente para que me costara detenerme, pero recuerdo cada pequeña cosa.
En realidad no me gustaba hablar después del sexo o charlas de almohada, las pocas veces que me quedé a pasar la noche después de hacerlo, era el otro sujeto quién hablaba y yo simplemente asentía mientras tomaba mi ropa y me preparaba para irme. No era nada emocional o sentimental.
Pero con Frank quiero desesperadamente saber sí lo pasó bien o si algo que hice lo disgustó. Si no hice algo estúpido que arruinara esto.
—¿Y estás bien con eso?
No sé cómo tuve el coraje de preguntar eso, pero él solo parecía confundido.
—Claro, odiaría olvidar cuando lo hacemos... —Se sentó y ladeando su rostro apoyó sus manos sobre sus rodillas y su cara allí, portando una sonrisa— Además, fue jodidamente increíble, ¿Por qué solo tú deberías recordar algo tan excitante y yo no?
Cierto... Por esto disfruto las pequeñas charlas con él y las de otros me daban igual: porque estoy perdidamente enamorado de Frank Wolff.
Hice un sonido con mi garganta en forma de vaga afirmación, apartando la vista hacia mi móvil y apretando mis labios, esquivando sus ojos.
—¿Quieres desayunar conmigo?
—¿Sabes hacer el desayuno? —me burlé y estrechó los ojos— ¿Recuerdas cuando fuimos de vacaciones y quemaste los fideos? Nunca antes vi a alguien tan inútil —bromeé.
No es malo cocinando, pero tampoco es particularmente bueno. En eso nos parecemos, no tenemos el don culinario en nuestras venas, pero tampoco morimos de hambre.
Me gusta conocerlo tanto. Tener tantas anécdotas juntos. Casi podría olvidar lo mucho que me dolía el tórax cuando en medio de esas anécdotas él me hablaba de mujeres o tenía que verlo con mis propios ojos, sonriendo como si no me estuviera rompiendo.
—Hey, siempre hago el desayuno o te dejo café en la cafetera antes de ir a la universidad... Rencoroso —se quejó y una pizca de maldad apareció en sus ojos—. Anoche también, no puedo creer que no me dejaras terminar en... —decía lentamente, deslizando su dedo índice por mi costado hasta casi tocar mi trasero.
Pero no lo dejé continuar ya que lo empujé y cayó de la cama de hocico como la perra que es. Me puse de pie con el orgullo en alto y desde ahí lo miré con una sonrisa calculadora.
—Las perras duermen en el piso —siseé y me dirigí al baño, ya que me sentía pegajoso con todos esos residuos secos y otros escurriendo por el interior de mi muslo.
—Si yo soy una perra ¿Eso en qué te convierte? ¿El novio de la perra? —ironizó con una pose ligeramente seductora, pasando sus dedos por su abdomen hasta su entrepierna todavía cubierta por la sabana.
Rodé los ojos y una sonrisa apareció en mis labios antes de cerrar la puerta del baño, encontrándome con su mirada.
—En tu dueño —dicho esto cerré la puerta antes de que mi rostro se derritiera por el calor que subió como un estallido a mi rostro.
En mi autopsia va a figurar como un suicidio si yo mismo me provoco un infarto.
Estoy convencido de que el amor saca lo más ridículo de las personas... Pero es de pocas cosas hacen latir así mi corazón.
Menos de una semana desde que empezamos a, ¿salir? Él me lo pidió en su casa y lo confirmó frente a nuestros amigos, así que oficialmente somos una pareja.
Los milagros existen, damas y caballeros.
Las vacaciones de la universidad Frank llegaron, pero ocupaba gran parte del tiempo trabajando, yo continuaba con mi vida diaria de hacer trabajos relacionados con informática, infidelidades y seguimientos a diferentes clientes.
Conociendo a Frank, supuse que su deseo sexual se mantendría constante, pero para mi sorpresa no lo hemos vuelto a hacer en varios días.
Entiendo que nuestros horarios no concuerdan y a pesar de no estar yendo a la universidad dijo que tomaba horas extras de su trabajo, pero recuerdo que una vez tuvo sexo mientras estaba hospitalizado porque no era capaz de sobrevivir sin estar de promiscuo.
En resumen: esta situación no me gustaba para nada y tenía una extraña sensación en la nuca.
Gracias a trabajos como el de hoy lograba distraerme. Tenía toda la evidencia reunida sobre un hombre que engañaba a su mujer. Pero extrañamente no me aliviaba, por el contrario, me hacía pensar cosas innecesarias.
Me senté frente a la puerta de la casa de la imbécil que tenía cuernos más altos que la Torre Eiffel y esperé que llegase, ya que no tenía ganas de perder tiempo después organizando una cita para darle la información. Además, pagó por adelantado y era más fácil terminar todo de una vez hoy.
Vaya sorpresa me llevé cuando el acusado en cuestión tapó la luz del sol que me estaba molestando y me miró con una rara expresión.
—¿Se te perdió algo, sucio infiel? —siseé y se vio horrorizado, no me interesaba ocultar quien era yo o que hacía ahí, de todas formas cerraría el contrato esa misma tarde y moría por ver esa extensión de pánico en su pálido rostro.
—P-Por favor, no hagas esto, te pagaré el doble si quieres. —Levanté una ceja— Ella nunca esta en casa, no me presta ni siquiera un poco de atención, me sentía realmente solo y hace semanas no quiere tener sexo...
—La engañaste con una mujer en un bar.
—Es que ella fue buena conmigo, me prestó atención y me sentí valorado otra vez.
Malditas excusas de mierda, ya me estaba hartando el idiota.
—Y antes de ella, te dio sexo oral tu compañero de trabajo ¿También te trató lindo y por eso caíste como la víctima que eres? —ironicé cruzándome de piernas y llevando un dedo a mi labio inferior.
—E-Es solo un colega gay que me ayudó a descargar un poco, a mí no me va ese bando ¿Entiendes? Es un hombre, no cuenta como serle infiel. —La mandíbula se me trabó y todo el mal dentro de mí alma rogaba por salir ahí mismo, mientras una sonrisa se formaba en mi rostro.
Joder que ni el puto Papa podría exorcizar todos los demonios que había desatado lo dicho por el desperdicio humano.
—Entonces no habrá problema que le enseñe los videos a tu linda esposa, seguro ella lo verá de la misma forma —comenté apaciblemente.
—¡No! No, no... —Revolvió su cabello algo brusco, respiró hondo e intentó de mantener su postura de pobre hombre desatendido y falto de amor y no mostrar su evidente enojo por mi arrogancia.
—Oh, que desperdicio, tuve muchos problemas para conseguir estas filmaciones... —dije para ver la desesperación en su horrenda cara de simio.
—Ella estaba buscando una excusa para dejarme, eso es lo que le sucede, es su culpa por no atenderme adecuadamente y complacerme como cualquier esposa debe hacer, era obvio que me cansaría de su frialdad e iría a buscar a alguien más.
Sus súplicas me importaron poco y nada, así que tomé mi movil y le envié todo a mi clienta mientras don Simio monologaba patéticamente. Seguido la llamé, frente a los ojos de la abominación que tenía por marido.
—Hola, sí, soy yo. Esperaba verla en persona y darle los detalles de ese modo, pero su esposo esta fastidiándome, joder que me cansó en diez minutos ¿Cómo soportó esto siete años, mujer? Valórese.
La palidez en la cara del hombre rozaba con la de un cadáver y creo que esa expresión le dio cinco años de vida más a mis demonios internos.
—Ahora, siendo menos profesional, admito que oírlo rogar y humillarse es muy repugnante. En serio ¿Qué diablos le viste? Si es así de patético en la cama créeme que te estoy haciendo un favor ahora mismo. Oh, además te envié las grabaciones que tomé en su empresa mientras se la chupaba ese otro sujeto y te daré un descuento de 10% porque realmente admiro tu paciencia por aguantar a semejante imbéc... —Un golpe en mi cara hizo que el móvil se me cayera y lo miré por el filo de mi ojo con superioridad.
—¡Hijo de...! —Lo interrumpí.
—Perra, sí, es una completa zorra ¿Algo nuevo que quieras compartir? —siseé y antes de que se me acercara para golpearme coloqué ambas manos en la banca y lo pateé en la boca del estómago.
Cayó al suelo, pero se levantó luego de toser y lloriquear, no fue precisamente el mejor día para olvidar mi Taser.
Peleamos hasta que unos hombres lo alejaron de mí porque claramente se veía como un lunático todo desalineado.
Tomé mi celular y lo puse en mi oreja.
—Acabas de perder el descuento del 10%, su futuro exmarido me golpeó.
Ella se disculpó como pudo y agregó un 10% más a la cuota final por los gastos médicos.
No era nada grave, pero no me venía mal el dinero y el primer golpe sí me dolió porque no lo vi venir. No creí que tuviera las agallas. Estúpido infiel.
El día no había empezado bien y se puso peor cuando vi a Frank a unas calles de distancia... o eso creí ver, era un chico muy parecido a lo lejos, la misma ropa que llevaba en la mañana antes de salir hacia su trabajo. ¿Por qué era algo malo? Por la elegante mujer que iba colgada de su brazo y movía sus caderas mientras circulaban por la acera.
Quizá no era él, para cerciorarme le hice una llamada, si el hombre a lo lejos cogía su móvil no habría dudas y Frank sería hombre muerto.
No lo hizo. A decir verdad el móvil daba apagado, entonces no tenía certezas de nada.
Lo perdí de vista en una esquina y cuando llegué ahí ya no había nadie, definitivamente creí que era él.
Ninguna de sus hermanas se viste de la manera que lo hacía la mujer que lo acompañaba, nuestras amigas tampoco, ¿Conocida de la universidad? No podía saberlo.
Repensando la situación a todo lo que llegaba mi mente eran escenarios catastróficos, de mal a peor, donde él terminaba con la cara en medio de las piernas de esa desconocida.
Me contuve todo el día para no rastrearlo ni buscarlo de manera ilegal, no porque no lo hubiese hecho en el pasado cuando él estaba ebrio o necesitaba ubicarlo, sino porque ahora se sentía una especie de traición. Antes éramos amigos, pero ahora somos amantes, sería bastante molesto ser controlado por tu pareja de ese modo.
O eso es lo que decía ese foro en internet sobre "relaciones sanas", no es que haya investigado para poder hacer funcionar mi relación con Frank, solo encontré esa página de casualidad.
Me duele la puta mandíbula.
Estoy muy cansado.
Nuevamente Frank al llegar no me insinuó nada, de hecho ni me beso o miró, pasó directamente a tomarse una ducha.
En mi cerebro no dejaba de rondar la frase "se le pasó la emoción inicial", "va a dejarme", "los que llegan y se duchan sin siquiera saludar son sospechosos".
Definitivamente algo no iba bien.
Seguramente estaba siendo paranoico, él no me engañaría ¿O sí? No llevamos ni una semana saliendo ¿Tan rápido podría hacer algo así?
No. No debía pensar en eso. Tenía que confiar en Frank... en el sujeto más promiscuo y sexópata que conozco... mismo que era capaz de caminar siete kilómetros por un par de buenos pechos y cara bonita... sí, ese mismo.
¡Por todos los infiernos! Esto era una puta mierda, no podía estar pensando cosas tan jodidas si no tenía ningún tipo de certeza de ello.
Me removí en la cama y presioné con fuerza mis manos sobre mis ojos, harto de mí mismo.
Pasado el tiempo comencé a revisar mi móvil, sin ver nada en específico, solo quería matar el tiempo hasta finalmente estar agotado y caer dormido, porque si no ocupaba mi mente, esta me consumiría.
—¿Tienes insomnio, verdad? —La voz de Frank me sorprendió e hice un gesto de desinterés hacia su pregunta— Por eso no dejas tu teléfono.
Lo ignoré a medida que se desvestía y recostaba a mi lado, tomé algo de distancia y respiré hondo.
Miré nuevamente la pantalla y los dedos de mi compañero se interpusieron, tomándolo y arrojándolo dentro del cesto de ropa, en la esquina de la habitación.
—Yay, le di —se felicitó alegre y le di un codazo.
—Inmaduro, si caía al piso se iba a hacer mierda y lo arrojaste igual.
—Eh, todo es cuestión de fe, rubia malhumorada.
—Es cuestión de tu déficit cerebral, eso es.
—Ven aquí. —Tomándome sin permiso por mis hombros me colocó sobre su pecho— Ahí esta mejor.
—No planeas dormir así ¿Verdad? Peso bastante, no podrás respirar bien...
—Sí lo hago... Mira, apoya tu rostro aquí y siente mi respiración... Incluso creo que mi corazón late mejor contigo sobre mí.
Sentí presión en mi cavidad torácica.
—Definitivamente eres un animal.
—¿Y eso por qué?
—¿No viste cómo los perritos se acurrucan con los demás cachorros y duermen unos encima de otros? Eso eres.
—Hey... Oye sí, puede ser —rió por lo bajo y me tranquilizó solo escucharlo— Bueno, si es contigo mientras menos distancia... mejor. Además no quiero que estés inquieto... —susurró, con su voz cansada—. Siento que estás inquieto por algo y por eso tienes más insomnio que el habitual... No quiero verte mal... Duerme conmigo... cálmate... Puedes contarme qué sucede.
Estuve a punto de decirle que estaba muy distante, que pasó de ser alguien que estaba insistiendo constantemente para estar conmigo; a alguien que solo me daba un saludo de buenas noches, si es que nos veíamos en la noche o tal vez por la mañana.
Que extrañaba esto.
Necesitaba tocarlo y sentirlo cerca, algo de seguridad de que todo estaba bien.
Que su deseo por mí no había cambiado.
Pero solo de pensarlo me dolió el estómago, era demasiado patético tan solo oírlo en mi cabeza, jamás le diría algo así, sonaba como un urgido y necesitado insatisfecho que lloriqueaba por un poco de cariño.
No. No iba a decir algo así.
—No pasa nada —sentencié, apreté mis puños y cerré mis ojos, resignado.
Por un momento suspiró y seguido me presionó entre sus brazos. Oír el corazón y la reparación de Frank, junto a todo su cuerpo contra el mío, me daba cierta paz.
De a poco mis ojos comenzaron a cerrarse, siendo que los de Frank hacía minutos habían dejado de abrirse.
—Te amo, imbécil... —musité, más que nada lo dije para mis adentros, recordándome que no debía dudar de él si lo amaba tanto como decía.
Él merecía un amor bonito y alegre, pero por alguna falla en el universo terminé siendo yo el receptor de su cariño y mi forma evasiva de amar podía dañarlo si no era cuidadoso.
Siento tantas cosas por Frank que cada mínimo cambio me da inseguridad... Porque no tengo confianza en mí mismo como él.
No sé si lo merezco.
Me siento mal por dudar de su fidelidad, pero me siento peor por no poder confiar ciegamente como otros harían fácilmente.
Seré más cauteloso, es tan preciado para mí. Así que me mantendré calmado y callaré todo lo que no sirva, no es necesario que sepa el desastre que soy.
Verlo feliz estaba bien. Pensar en ser yo quien lo hiciera feliz era avaricia.
—Me voy a trabajar —sonrió de manera extraña luego de acariciar mi cabello.
—¿Tan temprano harás horas extras en la obra? ¿Qué eres?, ¿su puto esclavo? —cuestioné irritado y se vio nervioso sujetando su bolso.
—Ah-ah no, no es en la obra, estoy... ayudando a un amigo en algo y eso. Eso es todo, pronto acabará y podré pasar la semana que me queda de vacaciones contigo, de sol a sol, te lo prometo.
«Basta, Matthew. En el foro decía que estas actitudes eran tóxicas, que debía reprimir mis celos. Y expresar mis inquietudes sin fundamentos sonaba patético. Solo cállate»
—Como quieras.
Otros dos días pasaron sin darme cuenta, estuve con Tao trabajando en un proyecto y lo terminé sin siquiera notarlo, todo lo que hacía era pensar demasiado sobre mi relación con Frank y si realmente él estaba satisfecho con alguien como yo.
—Te estoy hablando —susurró Tao en mi oído y giré mi rostro inexpresivo hasta el suyo.
Estaba ido, siquiera vi la corta distancia.
—No te estoy oyendo, es verdad —dije sin más y mordió su labio, dejando salir una leve risa desde su garganta.
—Joder, me lo pones difícil, pero eso es lo lindo de ti. —Se burló y llevé una mano sobre mis ojos, estirando mi cabeza hacia atrás.
"Lo lindo de mí" ¿Hay algo como eso?
—Una vez dijiste que te gusto, de una forma rara, pero bueno, no conozco a nadie más que le guste mucho como para preguntar esto, pero ¿Qué demonios te gusta de mí? —solté irritado y ansioso, quizá así confirmaría lo que Frank ve en mí y me tranquilizaría.
—Tu nivel de cinismo escaló a proporciones titánicas, ni mis enemigos se atreverían a tanta crueldad —dijo elevando ambas cejas y rodé los ojos.
—Vamos, contesta.
—¿En serio? A todos tus amigos les gustas, de alguna manera —sonrió fríamente y tomó mi cabello a la altura de la nuca—. A tu novio le gustas —articuló tajante y algo en mi mirada provocó que abriera sus ojos con asombro.
Luego rió como hacía siempre y con su típica expresión suspicaz me dio unas palmaditas en el cuello, por lo que aparté su mano de un leve manotazo.
—Ya veo, ya veo, dudas de él.
—No, yo...
No pude contestarle que no de manera definitiva.
Estaba dudando.
—Oh mi lindo Matt, que feo es cuando ponen a prueba tus sentimientos así, "el promiscuo que dejó su vida como la conocía hasta la fecha para hacer algo radical como salir con su amigo de la adolescencia y gritar a los cuatro vientos que esta enamorado como un hombre", vaya que eres cruel.
No debía sentirme así, él dejó mucho por mí, todo lo que conocía.
Soy un asco de persona a veces.
—Si planeas hacerme sentir culpable ni lo intentes, ya sé eso, sé a todo lo que se expone al hacer algo así de aterrador. Yo no debería... —Me interrumpió.
—Sí deberías, Frank era el prototipo genérico y materializado de la palabra "promiscuo heterosexual", sigue pareciendo hetero a mis ojos, pero sale repentinamente contigo y para colmo nuestro trabajo es ver día trás día a personas mintiéndose ¿No crees que tienes derecho a estar inseguro?
—Pero él no traiciona a sus amigos, jamás haría...
—Es tu pareja, no tu amigo. Ya no.
Se me heló la piel y por primera vez estaba pensando en el lado negativo de salir con la persona que tanto amaba.
Podría hartarse de mí. Extrañar el cuerpo de las mujeres. Arrepentirse de haber cambiado nuestra amistad por una relación.
—Aún así, no puedo volver a lo que éramos, no quiero hacerlo y aunque pudiera, yo todavía elegiría esto —afirmé sin lugar a dudas y Tao sonrió, ladeando su rostro.
Su sonrisa a veces me hace sentir frío en el cuerpo.
—Lo sé, es algo inevitable, tu amor por él sobrepasa lo que yo sería capaz de soportar y te admiro por eso. —Dicho esto se puso de pie y estiró sus brazos a modo de elongación— Solo ve y háblalo con él, yo no soy la doctora corazón, ve directo al punto y arreglalo.
—No soy bueno arreglando relaciones, cada vez que lo intento, por alguna razón las rompo —contesté al ponerme de pie y caminar hacia la puerta.
Se acercó a mí y apoyó su barbilla sobre mi hombro, quedando su rostro junto al mío.
—Cuando eso pase: ven. Tu rostro lloroso es endemoniadamente hermoso y doy buen sexo de consuelo —fanfarroneó y moví mi hombro para apartarlo.
—Intenta arreglar tu vida primero. —Abrió sus ojos con asombro— Ser solo yo el que siempre viene a quejarse contigo, significa que ni siquiera tienes quejas, no las tienes porque nada te hace sentir nada.
Tragó duro y su rostro levemente inclinado, con una solitaria sonrisa dibujada en él, era la confirmación a mis palabras.
La soledad que carga este tipo es similar a la mía, pero más profunda. Siempre parece estar mejor que el resto, pero solo esta ausente, ausente de sus propios sentimientos.
—Deja de vivir únicamente a través de emociones ajenas, me exaspera, también quiero oírte todo patético hablando de tus problemas y reírme de ti, chino sin alma —finalicé con una diminuta sonrisa y su rostro hizo una rara expresión antes de acercarse y besar mi mejilla.
No tuve tiempo de reaccionar. A veces hace cosas así.
—No tengo juguetes propios porque las cosas que yo quiero siempre le pertenecen a alguien más.
—¿Tú le dices juguetes a las personas y yo soy el cínico del dúo?
—Sabes a qué me refiero. Si yo tomara algo entre mis manos, igual se escaparía hacia su verdadero dueño, nunca me pertenecen, por eso nunca se quedan. Y si se quedara, dentro de esa muy remota posibilidad, tal vez yo... lo rompería accidentalmente.
—Maldito miserable, no es que no tengas juguetes, es que no te decides por uno y te da miedo la responsabilidad que eso conlleva ¿O acaso me crees imbécil? He visto tus problemas con ese joven policía, el niñito urgido que te acosa y, ¿alguien online que siempre está hablando contigo? Sea lo que sea esa persona.
Sonrió de lado y acercó sus labios a mi oreja antes de hablar.
—Si me prestas tanta atención podría sentirme especial y albergar esperanzas ¿No te parece cruel de tu parte? Robarle el juguete a ese cachorro podría romperle el corazón... pero no me importaría si fueras tú.
Me quedé procesando lo dicho y me encontré con su mirada.
Por un momento le creí, pero no lo decía en serio, otra vez, solo estaba tonteando superficialmente. Con la hermana de Hunter también suelta cosas así sin emociones reales en su voz, evitando adentrarse realmente en sus palabras, evitando ser honesto para así no salir herido.
Tiene tanto miedo a perder que nunca gana nada.
—Jamás fui alguien bondadoso para estar interesado en los demás —afirmé con la misma sonrisa falsa que Tal portaba, con sus rajados ojos casi cerrados por su expresión—. Pero eres mi compañero de trabajo, así que no pude evitar... —Antes de terminar dicha frase besó de nuevo mi mejilla, pero esta vez fue juguetonamente y me abrazó sobre mi hombro.
—Oww, el muñeco de porcelana más lindo de la juguetería tiene corazón y se preocupa por sus amados amigos, ¿Ves por qué lo prefiero así? Nunca me dejarás porque nunca fuimos más que amigos, es tan reconfortante cuando lo veo así.
Negué con la cabeza entre forcejeos sin nada de esfuerzo de mi parte (ya que no tengo mucha energía hoy y tampoco ganas de mover un músculo de más) terminamos de nuevo en el sofá.
Optó por reír y recostar su cabeza sobre mis muslos bastante huesudos para mi gusto.
—Eres todo un desquiciado... —admití y sonrió con esa hilera de blancos dientes.
—Uno atractivo, por lo menos —se jactó y casi reí.
No lo negué. Eso lo hizo sonreír y apreté su nariz con demasiada fuerza.
—Los amigos también se pierden —aseguré recordando cuando los que llamé amigos terminaron siendo una completa mierda.
—No —negó con su voz carente de vida—. Los buenos amigos no te dejan, simplemente mueren.
No supe qué decirle, soy pésimo consolando, sobre todo cuando hay sentimientos tan amargos de por medio.
Me miró y tocó un mechón de mi cabello que caía en su dirección, ya que continuaba reposando su cabeza sobre mis muslos.
—No tengo muchos amigos... —habló con un tono sumamente suave, tanto que me relajó su tono, dejando que mantuviera su mano en mi cabello.
Sabía que estaba diciendo cosas dolorosas para él, aún así no pude evitar relajarme, porque Tao tiene la particularidad de hacerte sentir reconfortado cuando habla de sus problemas.
Y mientras más le duele algo, más trata de que te sientas tranquilo al oírlo hablar de ello... Las pocas veces que habla de sí mismo.
Como si tratara de consolarte por escuchar sus penas, aunque en realidad, sea él quien necesita ser consolado.
—Por eso trato de cuidarlos mucho.
—No seas cursi o voy a vomitar sobre ti —bromeé y le di una palmada en la cabeza, dejando sutilmente allí mi palma.
Aunque era una excusa para poder tener algún tipo de contacto físico, porque era antinatural para mí acariciarlo, acariciar a cualquiera se me daba fatal y no sé cómo iniciar ese tipo de contacto sin que se sienta robótico o forzado.
Pero si accidentalmente olvidaba mi mano en su cabello y mis dedos se enredaban entre esas hileras excesivamente lisas, no habría problema. Obviamente se deslizarían por error suavemente mientras cerraba sus ojos gustoso, sería aceptable de mi parte si es por error, claro que no estoy mimando a este caprichoso cobarde.
—Cuando veo que no están bien, me siento inquieto, así que espero que tu novio y tú arreglen sus problemas —dijo honestamente, para después soltar una de sus pendejadas—: Sino te robaré.
—Como dijiste: el único que mueve los hilos de esta marioneta es ese maldito prostituto en rehabilitación.
Sonrió y mis dedos hicieron un leve movimiento que lo hizo suspirar complacido.
—Cuando te rompa, siempre puedes volver a mí —dijo con una serena resignación.
—¿Crees que no me di cuenta que evitaste que me fuera?
Soltó una risita.
—Me aburro... Quédate hasta que sea mi hora de ir a hacer esos insufribles trámites que te mencioné.
A veces no entiendo a este tipo.
Se acostumbró a su soledad, supongo. Aunque sé cómo se siente ese sentimiento, es una especie de seguridad en una zona de confort conocida, no sé siente bien, pero el cambio es más aterrador todavía.
Bufé y rodé los ojos.
—Dame algo de comer entonces, olvidé hacerlo.
—Otra vez —me regañó y extendió su celular—. Pide algo al restaurante de siempre.
—Voy —murmuré desganado, sabiendo lo que solíamos encargar con frecuencia.
Desde que todo salió a la luz y comencé a salir con Frank, tengo altibajos, días perfectos y días de mierda, como los que estoy experimentando actualmente... pero vale la pena, porque sino nunca hubiese descubierto qué tan feliz puedo ser o qué tantas cosas dañinas de mí puedo cambiar si lo intento.
No es fácil, pero planeo seguir luchando conmigo mismo.
"Luchar conmigo mismo" se convirtió en "luchar contra mis ganas de electrocutar a este feto subdesarrollado hasta que se orine".
Me explico: mi supuesto novio dijo que trabajaría en la obra, pero lo vi meter en su bolso disimuladamente uno de sus mejores conjuntos de ropa y cuando le pregunté si "tenía planes o después de trabajar vendría a mi casa directamente" el muy mentiroso me dijo que no tenía planes.
Insistí si solo iría a trabajar y volvió a asentir.
Me estaba mintiendo en la puta cara, estoy batallando para no mandarlo al diablo, detesto las confrontaciones, pero si el maldito esta viéndose con alguien a mis espaldas esto se acabó.
¿Debería seguirlo? No, que patético suena. ¿Rastrear su GPS? Tampoco, eso era para garantizar su seguridad cuando esta ebrio o se siente mal ¿Contratar a un investigador? Gastar dinero innecesariamente.
Revisaré las cámaras de seguridad vial y si de cualidad lo encuentro, veré si me mintió o no. Bien, eso suena bastante normalito y sano. Genial. Sería como autocontratar mis servicios de detective.
Entré al sistema de la ciudad con dificultad y una vez lo busqué en su lugar de trabajo: nada. Suele ir como copiloto en un camión de mudanzas y descargar los muebles, pero tampoco lo hallé cuando el camión estacionó.
«¿Debería ver su GPS? Basta. No. Estás intentando ser buena persona, Matthew. Como amigos daba igual porque no importa dónde carajo esté tu amigo (si no esta en peligro), pero como novio es una falta de respeto. Privacidad. Sanidad. Piensa ¿Qué haría el mega pendejo de Hunter?... Rezar, seguramente. Eso no va a ayudarme siendo ateo. ¿Llorar y hacer un berrinche? Puedo imaginarlo, jodido sensible» así divagué durante minutos como un idiota.
¡Lo llamaré!
Comunicación. Bien. Esta vez no quiero malentendidos. Una llamada corta y ya.
El sonido de la espera en línea me molestó, al quinto tono contestó:
—¿Matt? ¿Pasa algo? —dijo con normalidad, pero el ruido de fondo no me parecía el de una maldita obra.
«Basta, los celos son una mierda, solo pregúntale»
—Estaba lavando la ropa y no encuentro tu conjunto negro con la camisa blanca ¿Sabes dónde pueda estar? —mentí de modo magistral y con su respuesta noté que yo no era el único mintiendo en la conversación:
—Oh, sí, la semana pasada lo llevé a mi casa, no te preocupes.
Un nudo se formó automáticamente en mi pecho y no pude emitir sonido alguno, de verdad tuve muchas ganas de llorar. Jodida mierda. Sentimientos de mierda.
—¿Rubio?
Quise colgar, no deseaba oír su puta voz llena de porquería que no era verdad. Sé lo que vi. No dice la verdad. Lo llamé e hice todo de manera correcta y me mintió sin titubear.
—¿Pasa algo?
Definitivamente.
Pero esta vez no es mi culpa. No soy yo quien esta haciendo las cosas mal o engañando al otro.
Duele como el infierno.
—No. Nada —contesté al fin—. ¿Terminaste de trabajar?
Un breve silencio.
—No, estoy descansando de la construcción, pero en un rato continúo. Ya sabes, es muy temprano todavía para irme.
Otro engaño. Se escuchaba un ambiente tranquilo, como el de una cafetería. Eso no era una construcción.
—Oye, dime... ¿Me amas? —pregunté tajante, sin emoción palpable en mi voz.
La pregunta lo tomó por sorpresa ya que se ahogó, carraspeó y casi riendo con ternura consiguió responder:
—Por supuesto. Más de lo que imaginas —la dulzura en su voz me enfermó, lo dijo con la misma serenidad con la que me mintió segundos atrás— ¿Y tú me...?
Colgué antes de que continuara escupiendo mentiras.
Me puse de pie y empecé a caminar de un lado a otro de la habitación, mordiendo la piel al costado de mis uñas, sintiendo cómo mis dedos comenzaban a doler con el paso del tiempo.
«Hay un límite para lo ingenuo que puedo ser, creer que todo iba a ir bien era muy alejado de la realidad ¿No? ¿Qué me pasó? Es decir, ¿Qué debería hacer? Confiar esta mal, no confiar esta mal. ¿Fingir que no pasó nada? ¿Hacer algo así solo por conservar esta relación actual con Frank? Porque si corto con él jamás volveremos, no soy de los que dan segundas oportunidades con infidelidad de por medio»
Desde niño tengo claro que no soporto a las personas infieles.
Por eso disfruto mi trabajo, amo desenmascararlos y enseñarles la verdad a sus parejas... Ahora que soy quien no quiere ver la realidad, me siento un hipócrita.
Pero no iba a quedarme sin hacer nada o cerrar mis ojos para evadir lo que sucedía. Vería con mis propias pupilas qué tan mentiroso era mi amado novio.
Debo ser racional, simplemente hacer lo que haría si fuese un trabajo, a su vez, que yo lo haga me parece un asco.
Ya sé.
Tomé mi móvil y llamé al único que podía hacer lo mismo que yo sin problemas.
—Tao —lo nombré una vez contestó.
—Hola, corazón ¿Todo en orden?
—Dijiste que estaba bien dudar, ¿verdad?
Un breve silencio de su parte y conociéndolo podría jurar que sonrió sin gracia.
—¿Qué puedo hacer por ti? Cruzo los dedos para que sea la opción de sexo de consuelo, vamos universo, sexo de consuelo.
No tenía ganas de reír por sus bromas. De reír por nada. Era un vacío inmundo en mi pecho que desmoronaba la poca confianza que estuve construyendo estos días.
—¿Puedes decirme si Frank esta... en una cafetería actualmente? Solo dime si tengo razón o no.
Eso lo descolocó un poco, pero dijo que sí y colgué. No quería hablar. Me sentía patético solo de tener que pedirle algo así, pero hacerlo yo mismo sonaba más paranoico de mi parte.
Además dos cabezas piensan mejor que una y como estoy tan abrumado por lo que creo que ocurre, prefiero que alguien ajeno al tema vea desde afuera y me diga si tengo razón o si simplemente perdí la cabeza por mis inseguridades.
Chad es bueno en estos asuntos, pero no podía pedir su ayuda por varias razones, ya que tenía un viaje de trabajo y no quería meterlo en medio, siendo amigos de ambos.
En cambio Tao es solo un conocido de Frank, no va a defenderlo si esta poniéndome unos cuernos capaces de derribar un helicóptero militar.
En menos de una hora me envió un archivo.
La hora más autodestructiva de mi existencia.
Dudé en abrirlo, me senté con ambas piernas flexionadas sobre mi pecho y bastante encorvado, tomé el mouse y di click.
Me equivoqué.
No era una cafetería, era un restaurante.
Almorzando con una despampanante mujer mientras supuestamente trabaja, ella con su mano sobre la suya.
En la información que envió Tao, ella no es su pariente, tampoco sale en ninguna fotografía, etiqueta o comentario con él. No interceptó su móvil porque eso va contra nuestra propia ética laboral, pero sí revisó las llamadas de la empresa telefónica y estuvieron intercambiando varias durante días.
Me llegó un mensaje de voz y lo escuché de inmediato:
—No tienen ningún tipo de relación familiar o de amistad previa, así que no estoy seguro cómo, dónde o qué tipo de interacción comparten. Deberías llamarlo y preguntar, o no, la verdad no sé cómo se manejan las parejas normalmente. —Hizo silencio y suspiró— Quizá no me creas, pero... realmente lo lamento.
Rio bajo y seco, como si se estuviera enojando. No creo que conmigo precisamente. Él es así.
Por otra parte, yo me siento jodidamente traicionado.
—No puede ser cierto. Es obvio que no es verdad —dije en alto sin esperanza alguna.
«Oh carajo, esto me recordó al viejo. Dijo lo mismo cuando comenzó a sospechar que Gisselle tenía un amante. Él sí que la amó profundamente... e igual de profunda fue la herida que ella le causó cuando todo acabó»
Aprendí que estar en pareja con alguien que no te ama de la misma manera, es como bucear mientras cavas un hoyo en el fondo del mar.
Te metes cada vez más hondo, pero estás bien porque tu compañero se encuentra arriba proporcionádote el oxígeno que necesitas, la seguridad para seguir adentrándote en la temible oscuridad sin notarlo.
Pero en el momento que se marcha y corta el suministro de aire, ves realmente dónde te encuentras. Lo frío, oscuro y solitario que es. Y lo peor es que si la descompresión de la subida no te mata, te dejará secuelas de por vida.
Me aterra acabar así. Quiero que ambos sintamos lo mismo. No soy tan fuerte como para resistir un colapso tan grande.
Le creí cuando dijo que sería recíproco, que no estaba alucinando y esto era real.
¿Por qué nada es sencillo en mi jodida vida? Solo quiero ser feliz ¿Por qué no puedo simplemente serlo?
Por un segundo comprendí a las personas que viven bajo el engaño de convencerse que sus parejas no les mienten. Porque en mi mente pasó la idea de "ojalá no hubiera visto nada, desearía no saberlo".
Patético.
Dicen que el precio de la sabiduría es la infelicidad.
Y ya no recuerdo cómo se sentía vivir sin Frank a mi alrededor. Sin su risa, sus bromas, su sola presencia vuelve todo más agradable.
Pero no voy a perdonarlo si me esta engañando, porque las infidelidades son deliberadas, no accidentales.
Hoy hablaré con él, aunque lo pierda absolutamente todo, necesito respuestas.
¡Buenas!
¿Recuerdan cuando actualizaba todos los
domingos? Viejos tiempos :')
Todo se fue al carajo en medio capítulo y por primera vez no culpo a Matthew porque Frank es un pelotudo. Indefendible en esta situación. Y eso que lo amo xd
La canción que puse en el cap es una joyita para el estado mental de Matthew actualmente jajajjaperdón.
Estoy aprendiendo cómo se usa Patreon para poder subir contenido NSFW de mis personajes, bocetos y capítulos extras ahí ✨
No me funen, es solo una parte del boceto, ya aprendí la lección de no subir imágenes nopor en wattpad porque me bloquean el capítulo completo y lo llenan de denuncias.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro