Matthew.
—¿Por qué putas estás tan enérgico? —Me quejé, todavía medio dormido, frotando mi ojo y sentándome en la cama— Me quema ese brillo que desprendes tan temprano en la mañana.
Frank había salido de la ducha y estaba a medio vestir con ropa deportiva casual... A las puras ocho de la mañana, ocho de la jodida mañana y él ya regresó de correr, se duchó y se alistaba para ir a su universidad.
Nunca voy a entender a las personas deportistas o atléticas como él que se levantan para correr. Es como autotorturarse, no tiene sentido para mí, ya que al parecer soy una especie humana diferente, pertenezco a los que nacieron sin energía ni disciplina para esas cosas.
Sonrió sentándose en la silla frente al ordenador y dio varios giritos hasta llegar a la cama donde yo estaba.
—Buen día —dijo suavemente y sentí una sacudida en mi pecho, estúpida debilidad por sus susurros matutinos.
—Déjame dormir —contesté ligeramente amable y se tiró sobre mí—. Te golpearé, vete a tu casa, simio —aseveré con falsa molestia.
Frank, siendo lo opuesto a mí como de costumbre, empezó a reír con su actitud alegre y deslumbrante, enterneciéndome y a su vez dándome ganas de pegarle.
Pero eso último no iba a suceder, por lo menos no mientras se comporte como un ser humano pensante.
Sus traviesos ojos se clavaron en los míos, acercando su cuerpo todavía más, quedando a pocos centímetros de mi rostro.
—Estoy feliz porque ayer finalmente dijiste que me amas, eso me hace sentir cosas jodidamente geniales.
Levanté una ceja y oculté el enrojecimiento de mis mejillas al sonreír con malicia.
—¿Yo dije que te amaba? —ironicé indiferente.
—Obviamente.
Asintió varias veces mientras se distanciaba de mí y sentaba correctamente sobre la superficie de la cama.
El muy insensible sabe, aunque sea superficialmente, de mi amor no correspondido hacia él por tantos años y se atreve a acorralarme así.
¿Acaso olvidó lo evasivo que soy o en serio creyó que mágicamente yo iba a consentirlo dejando salir todas mis emociones de un tirón?
Levanté la barbilla y mi rostro estuvo a punto de delatar mi acelerado corazón, pero sonreí de lado.
—¿Sí? ¿Eso crees? —Mis ojos llenos de superioridad se clavaron en los suyos y seguido miré mi móvil al elevar mis hombros desinteresadamente— Mmh, yo solo te recuerdo haciendo muchas preguntas sin sentido y yo solo dije "sí", pero no dije "sí" a qué específicamente.
Sus orbes brillantes decayeron y era la viva imagen de un perro abandonado, por un segundo contuve mis ganas de acariciar su cabello y quedé en silencio degustando su aniñada reacción.
¿Cómo puede ser tan atrevido y popular, y a su vez, mostrar este tipo de caras jodidamente lindas? Cansado de esto llamado "tener debilidad por Frank Wolff".
—Pero eso es... es injusto... Yo... —Apretó la sábana debajo de él y suspiró— Esta bien, no importa si no lo quieres decir.
Parecía, ¿decaído? ¿Acaso lo herí con tan poco? No ¿Verdad? Es decir, es Frank, él no se ofende por idioteces. Pero sí parecía haberse apagado un poco gracias a mi respuesta.
No sé cómo llevar relaciones duraderas y sanas.
No sé cómo llevar relaciones duraderas.
No sé cómo llevar relaciones.
Es un milagro que siquiera tenga amigos, aprender a tener un novio iba a ser algo nuevo y desconocido... Me aterran los cambios.
Pero iría al jodido infierno y regresaría sin una sola quemadura si eso me garantizara su felicidad.
—Estoy seguro que algún día va a pasar —Levantó su rostro y no pude detenerme a mí mismo, ese fue el último hilo de autocontrol rompiéndose dentro de mí.
Mi mano rozó su mejilla y terminó en su nuca, no alcanzó siquiera a sorprenderse cuando mis labios impactaron contra los suyos y lo mordí obligándolo a permitirle a mi lengua penetrar esa caliente cavidad.
Sonreír altanero en medio de semejante beso y jalando con algo de fuerza su cabello lo separé de mí escasos milímetros antes de hablar:
—Dije "sí" a todo —susurré aquella confesión con superioridad, con mis pupilas muy dilatadas seguramente viendo la sorpresa en sus facciones y carmesí en su rostro.
Cuando me separé de él parecía desconcertado, sorprendido y excitado. Misma reacción que me trajo de nuevo a la realidad y lo aparté bruscamente para dirigirme al baño donde planeaba huir.
¿Qué diablos me pasa? No puedo dejarme llevar tanto, es jodidamente humillante que viera mi lado patético y vulnerable.
Mientras tanto el calor en el rostro de Frank parecía que unos pocos grados más y saldría vapor. Caminé rápido hasta la puerta del servicio y no sé en que maldito momento me alcanzó, apoyando su mano en la puerta e impidiendo que escapara de la situación.
—Muévete, Frank —demandé evitando su mirada.
—¿Y perderme esta hermosa vista? —Lo observé sin ninguna gracia con mi expresión de fastidio y vergüenza, que al estúpido cachorro le encantó.
Detesto esta sensación de vulnerabilidad, pero no es del todo mala cuando veo su rostro y también parece estar lleno de emociones contradictorias y nuevas para él.
Se acercó con una leve sonrisa y acortó cada centímetro hasta encontrar su cuerpo con el mío, tomando uno de los mechones de mi cabello y luego gentilmente mi rostro.
No podía asimilar todavía que esto fuese real, habían pasado demasiadas cosas en tan poco tiempo que no era fácil para mí, pero por primera vez en años me sentía alegre de verdad, sin esa sensación de insuficiencia y rechazo que antes había en mi pecho cada vez que lo miraba con cualquier chica.
Unió nuestros labios en un sofocante beso con el cual me dejé llevar y mis brazos rodearon su cadera, mientras él me abrazó por la altura de mis hombros.
El calor empezó a hacerse presente y el roce constante no hacía más que aumentar esa sensación.
Comenzó a presionar sus manos con más énfasis y a recorrer mi pecho desde el cuello hasta la parte baja de mi vientre, empujándome hacia atrás y aprisionándome contra la pared y su cuerpo.
Ese caliente, insinuante y excitante cuerpo, que parecía rogar por mis caricias, que mis manos tocaran cada sección de él mientras los besos se volvían húmedos y necesitados.
Estaba demasiado consumido por el momento y no tuve tiempo de dudar, porque si estuviera en mis cinco sentidos seguiría sin poder creer que realmente le gusto y que deseaba con tanta desesperación tocarme, como yo a él.
Siguiendo ese atípico patrón de no pensar en mis acciones, lo empujé e intercambié de posiciones, dejando su espalda cercana a la pared y me lancé con fuerza contra sus labios.
Descendí firme besando su cuello, sujetando su espalda y apretándolo contra mi cuerpo, para que sintiera lo mucho que me estaba excitando.
Mis labios en su cuello lo hicieron gemir sin abrir su boca, como un sollozo ronco ahogado en su garganta, sonidos eróticos que dejó escapar en el momento que mordí su piel preso del placer con su rostro hacia atrás, instantáneamente devolvió su mirada a la mía y casi retrocedí sobre mis pies.
El deseo se reflejaba en sus pupilas, esa intensa mirada juguetona que portaba anteriormente ahora era sustituida por una salvaje que se consumía en sus iris.
Sentí un sudor frío recorrer mi rostro cuando sonrió como si quisiera devorarme con esos mismos dientes que formaban su sonrisa llena de placer.
Pero no iba a ceder fácilmente y con el peso de mi cuerpo lo empujé contra la pared, besando de nuevo su cuello, con mis manos plantadas en su cintura y espalda, clavando mis dedos allí.
Mis provocaciones surtieron un efecto inmediato y con ambas manos tomó mi trasero, frotándose contra mí, restregando ese duro miembro contra mi erección bajo la ropa. Pero no se detuvo ahí e introdujo esas hábiles manos bajo mi pantalón, haciéndome respirar hondo y rápido por el repentino contacto directo.
—Jodido lascivo —susurré al separarme escasos milímetros de sus enrojecidos labios.
Sonrió. El maldito sonrió desafiante.
—¿Acaso mi ritmo es demasiado para ti? —preguntó con una altanería que me hizo devolverle el gesto con soberbia.
Aunque el infeliz tenía una vitalidad que me iba a terminar matando, en sus putos sueños retrocediería después de semejante osadía de su parte.
—¿Tanto te excito? —solté arrogante.
Desgraciadamente, mis inseguridades se hicieron presentes sin que pudiera hacer algo al respecto:
—Nah, siempre fuiste así de impaciente por cualquier culo que se te cruzara.
Eso lo hizo fruncir sus cejas y alejando una de sus manos de mí, la guio hacia el elástico de su boxer y leggins conjuntamente, descendiendo con una lentitud que me hizo tragar grueso, regresando mis ojos a los suyos un instante y ver lo convencido que estaba de lo que iba a confesar:
—Me excitas.
No pude contradecir esa mirada.
Quise hacer una broma para no sentirme así de inquieto, tan querido y especial. No era normal, era raro. Asquerosamente cursi ponerme feliz por dos putas palabras.
—Lo haces jodidamente... tanto, que si fuese por mí... —siseó aquello cerca de mi oído, rozándome con sus labios, dejando un insinuante beso cargado de deseo en mi lóbulo.
Deslizó su lengua de tal forma que levanté un poco el hombro por la sensación eléctrica que recorrió mi columna.
—Haría todo tipo de cosas contigo durante días... Realmente estoy tan loco por ti que no entiendo siquiera si estos sentimientos siempre existieron y no lo sabía o si todo estalló de repente —aseguró tomando su miembro erecto con su mano, me percaté que todavía era nuevo para él tocar a otro hombre de este modo, pero al mismo tiempo, cuando me miraba parecía tan emocionado por ello que no me pareció incorrecto.
Llevé mis ojos a esa zona y vi cómo sus dedos lo rodearon sin apuro, desde la base hasta la punta, donde sin levantar la mirada supe que trabó la mandíbula por su profunda exhalación que me quitó el aliento.
Su otra mano continuaba de intrusa dentro de mi boxer y sin aviso sacó mi propia erección de su sitio, lenta y cuidadosamente, como si me pidiera permiso a ir más allá, cosa que me hizo abrir más mis ojos.
Impulsé mi cadera hacia adelante y el calor de su miembro llegó al mío, la presión de sus manos ahora rodeando a ambos aumentó mi líbido excesivamente rápido y con mis manos plantadas en su cadera lo presioné más, incrementando la fricción y así comenzó su impecable vaivén.
—Ah, mierda —prácticamente jadeé esas palabras y subí una de mis manos a su nuca, jalando de su cabello y atacando su cuello con mis labios, subiendo hacia su mejilla con un camino de besos indecentes que acabaron en esa boca todavía más indecente.
Mordió su labio inferior en un intento por no gemir muy alto y se me hizo putamente hermoso, tanto que tomé su rostro y deslicé mi lengua por ese lugar que siempre desee besar. No perdió el tiempo y hábilmente succionó de ella, introduciendola en su boca e iniciando un indescriptible beso.
¡Carajo! Jodidamente lascivo, excitante, desconcertante lo bueno que es besando.
Inhaló rápido y corto, contrayendo sus hombros, por lo que noté que se correría, aunque yo no estaba muy lejos de llegar, movía sus manos de manera tan ruda y frenética que me costaba no mover mi cadera desesperadamente.
Quise que lo hiciéramos al mismo tiempo, corrernos juntos... Pero no tuve la confianza de detenerlo, o pedir algo así de estúpido, no quiero hacer algo que lo moleste, me aterra hacer algo que él odie, que odie esto...
Que me odie.
Mis pensamientos hicieron que mis ojos se humedecieran y casi retrocedo, pero una de sus manos subió a mi nuca y acercó su rostro a mi otro oído.
—¿No piensas huir, verdad?
Me congelé.
Carajo ¿Desde cuándo puede ver a través de mí? ¿Estoy muy sensible? ¿O se volvió más perspicaz?
«No sé qué hacer, no quiero ceder, tengo miedo de fallar, me gusta sentirme bien, me gusta tanto esto que quiero llorar»
Me estaba abrumando con mis propios pensamientos.
—Corrámonos juntos —suplicó dulcemente en mi cuello y besó sin preocupaciones allí.
Lo dijo.
Sin ningún tipo de inhibiciones, él solo lo dijo y al salir de su garganta sonó tan natural y refrescante. Cómo debía ser. Sin miedo.
—No sé en qué piensas, pero ya deja de hacerlo... Por favor.
Finalmente guie mis ojos a los suyos y me tranquilicé. Todo estaba bien, se veía tan excitado, acalorado y feliz que el mundo alrededor desapareció.
Incluso mis peores demonios se doblegan ante su presencia.
Mi vientre se contrajo y los movimientos de Frank se volvieron abrumadores, impidiéndome pensar, razonar, solo lo percibía a él y el hormigueo en la parte inferior de mi cuerpo que se extendía a cada extremidad.
Recargando mi frente en su hombro presioné su brazo y cadera con mis dedos, soltando ambos jadeos llenos de placer.
Eso estaba bien, nos sentíamos muy bien, no tenía por qué dudar, estaba seguro con él.
—Frank —jadeé aquello y vi cómo chorreaba presemen de ambos.
—Matthew —susurró antes de soltar un gemido igual de consumido que el mío cuando nos corrimos.
Siguió bombeando con su mano hasta que liberamos todo y mi mano en su hombro perdió la fuerza de su agarre, deslizándose en una especie de caricia hasta descender casi dejándola a un costado de mi cuerpo, pero Frank la tomó con su mano libre justo antes de que se rompiera el contacto de la yema de mis dedos sobre su piel.
—Carajo, al final lo hicimos juntos —dije una vez recuperé el aliento.
Si tan solo hubiese sido valiente como él y se lo hubiera pedido, sería el mismo resultado, solo que me habría ahorrado el sentirme miserable conmigo mismo.
—Eso no es algo que pase comúnmente, digo ¿Con hombres lo es? No tengo idea, pero fue increíble.
—No, no es algo común. Por lo menos no recuerdo que me haya sucedido antes —admití recordando casualmente a los chicos con los que estuve, levantando la vista y encontrándome con el cachorro más ofendido que vi en la vida.
—¿Acaso estás...? —preguntó entre dientes algo a medias para seguido fruncir sus labios, no dijo más entrando al baño y arrastrándome inconscientemente con él ya que no soltó mi mano.
—Si vas a enfadarte, primero que nada, no olvides soltar mi mano, estúpido —dije casi riendo y lo hizo al instante, siquiera se había dado cuenta de eso, enrojeciendo un poco sus mejillas.
Que putas ganas de besarlo me invaden al verlo así.
Acomodé mi boxer y pensé en tomar un baño para quitarme la sensación de estar todo pegajoso, pero él estaba en mi camino.
—Tú eres un estúpido —maldijo enjuagando sus manos, se quitó la poca ropa que recién se había puesto e iba a ducharse otra vez, solo que abrió el agua fría solamente.
¿Esta demente? No es que haga particularmente frío dentro de casa, pero ni con el peor calor del verano me ducho con agua helada, eso me enfermaría.
Me acerqué por simple curiosidad y noté algo extraño: su expresión.
Era una cosa indescifrable ¿Confundido? ¿Enojado? ¿Enfermo? ¿Nervioso? ¿Culpable? ¿Qué era esto?
—Oye... —hablé y abrí el agua caliente para él.
—No, déjala fría, debo enfriar mi mente, en serio que soy un poco imbécil a veces.
—Bueno, no es que hayas descubierto un nuevo color, realmente no es algo nuevo para mí que seas imbécil. Aunque decir "un poco" es bastante generoso de tu parte —ironicé y me arrastró con boxer y todo al agua fría que recién empezaba a templarse— ¡Joder! ¡Ves, eres torpe!
No pude seguir porque me abrazó.
—Los odio.
—¿Quién?
—Los celos. Son insoportables. Muy fuertes, mierda, pensar en otros contigo, que ganas de que todos tus ex's vayan a la misma isla de vacaciones y la isla se hunda en medio del Pacífico... y que después se prenda fuego y explote.
No pude evitar carcajearme, eso empeoró su estado todo consternado y ofendido.
—Joder, ya cállate, no quería decirlo ¿Ves? Deja de reírte de mí. Es tan ridículo, perdón. En serio ahh, que poco varonil de mi parte ¿No crees qu...? —corté su discurso con un casto beso húmedo por el agua sobre ambos que no paraba de escurrir.
—Soy jodidamente afortunado —dije aquello sin pensar y lo abracé— ¿Cuántos tuvieron el placer de ver tu cara así?
El espacio era estrecho, el agua me molestaba en los ojos, no era fácil respirar y continuaba bastante fría para mi gusto, incluso con todo eso, este preciso momento me pareció el mejor del mundo.
Su respiración, sus brazos rodeandome, la nula distancia y su corazón latiendo fuerte igual que el mío.
—Ojalá nadie nunca, menos tú, me siento humillado de alguna manera. Si te burlas de esto me enojaré.
Enredé mis dedos en su cabello y estábamos tan cerca el uno del otro que el calor de su cuerpo se transfería directamente al mío.
Incliné un poco mi rostro y besé su hombro húmedo, parte de su clavícula, su cuello y me detuve en su rostro.
—Tus primeras veces son mías, Frank Wolff —demandé autoritario y besó mis labios, acariciando con sus manos en medio de mi espalda.
Me cuesta asimilar que me ame de la misma manera... pero podría empezar a creerle.
Confíar en su calidez, aunque sea de a poco, creer en nosotros.
Terminamos de bañarnos muy rápido, entre bromas y pequeñas charlas sobre qué haríamos durante el día. Se vistió y bajó las escaleras casi corriendo porque se le hizo tarde, no sin antes regresar a máxima velocidad para darme un torpe beso mientras sonreía y me deseaba un buen día.
—Su personalidad es... arrasadora eh —pensé en voz alta, sentado frente al ordenador y apoyando mi barbilla en la palma de mi mano, percibiendo pequeñas gotas caer desde mi cabello.
Ojalá pudiera mágicamente ser así.
No soy tan ingenuo, no va a suceder algo semejante... Pero puedo intentar de a poco relajarme. Ser yo mismo y a la vez no desconfiar de él.
La ansiedad y el terror que me genera confiar en otros, no son parte de mí, son solo espinas que se enterraron lentamente y ya no supe cómo deshacerme de ellas. Se incrustaron muy dentro de mi pecho y para sacarlas... sangrar parece inevitable.
Trato de arreglarme a mi mismo sin la necesidad de pedir ayuda, porque no sé cómo se pide siquiera... Esa es otra maravilla de mi corrompida personalidad: me cuesta depender de otros.
Sacar cada espina llevará tiempo... y mi deseo es no dañar a Frank en el proceso.
Narrador omnisciente.
—Hey, Hunter nos invitó a su casa, bueno, al departamento de Kilian, pero prácticamente vive ahí desde que regresó y no piensa irse —aseguró Frank mientras guardaba sus útiles en su vieja mochila.
—¿Quieres ir?
—Sí, es decir, ya sé lo que se nos viene, pero es inevitable —asimiló tranquilo, con la mirada de un condenado a la horca resignado y aceptando su destino.
—Nos van a bombardear de preguntas, no ha pasado mucho tiempo desde tu escenita dramática de novio fugitivo y ahora que les confirmaste lo nuestro vamos directo al matadero.
—¿Me dijiste vaca?
—O cerdo, tú elige —bromeó y Frank rio unos segundos, hasta retornar la seriedad en su cara.
—Es mejor dejar de evitar en asunto y afrontarlo directamente.
Matthew al oírlo hizo una expresión de "iug, afrontar los problemas, que asco. Aquí no hacemos eso" y un sin fin de sinónimo.
—Serán el doble de ruidosos —se lamento revolviendo su propio cabello—. Ve solo y después me cuentas el chisme.
—Ni loco, juntos o nada.
Esa frase hizo sonreír internamente a Matthew porque le gustó cómo sonaba en los labios de su chico.
—Vamos, mueve tu existencia, vayamos rápido así regresamos temprano —ordenó de camino a la entrada y tomando su chaqueta en el trayecto.
—Yes —canturreó alegre, siguiéndolo.
Al llegar, Matthew estacionó la moto y sus manos sudaban. Era como una especie de confrontación verlos de nuevo y responder sus preguntas, pero entendía que la amistad es recíproca y soportar sus idioteces era el precio que había que pagar por recibir el cariño de esas personas constantemente.
Aunque su cuerpo no lo entendía y quedó inmóvil en la entrada del edificio. Frank tomó su mano y le sonrió.
—¿Vamos?
Matthew miró sus dedos entrelazados e hizo una mueca de hastío.
—¿Demasiado cursi? —ironizó al presionar un poco y éste asintió— Entonces no te mostraré el tatuaje con tu nombre que me hice en la nalga derecha —dijo falsamente triste.
El rubio soltó una pequeña carcajada que tapó con su mano libre y empezaron a caminar hacia adentro una vez la puerta eléctrica se abrió, llegando hasta el ascensor.
—Por un segundo dudé de si era mentira, viniendo de ti la próxima vez que entres a ducharte miraré tu trasero detalladamente —dijo Matt, siendo el primero en entrar, olvidando un poco su nerviosismo.
—Bien, estaremos a mano entonces, ya que mis ojos involuntariamente recorren todo tu cuerpo cuando estamos haciéndolo y me fascina lo pálidos que son ciertos sectores en particular —bromeó llevando ambas manos a la cadera de Matthew.
Casi corresponde, pero sintió sus manos adentrarse en sus bolsillos traseros y levantó la barbilla.
—Eres tan delgado, casi puedo abrazarme a mí mismo cuando te abrazo —exageró, Matthew delgado sobre todo por su mala alimentación y anemia, pero tampoco era el caso como lo pintaba Frank, ya que medían casi lo mismo y se notaría si el rubio caminara con la espalda erguida.
—Deja de manosearme, no estoy de humor para tus juegos solo porque también estás ansioso.
El mayor sonrió divertido y ladeó su rostro infantilmente.
—Vamos, ¿sigues odiando el contacto físico o solo ahora no quieres?
Matthew calló, pero un apretón en su parte trasera lo hizo fruncir sus claras cejas.
—Es antinatural hacer este tipo de cosas de repente frente a todos ¿No crees que se ve...? —No continuó su frase ya que Frank parecía desconcertado.
—¿Solo por eso? A mí me da igual qué piensen, no es como si yo no fuese cariñoso contigo antes o con ellos —analizó sus palabras y se encogió de hombros, respirando hondo sobre el cuello de Matt.
Eso le erizó la piel y sus manos continuaban a sus costados.
—Para mí no es natural ser así. Es patético cuando me imagino a mí mismo en situaciones, ya sabes, las parejas son muy irritantes ahí todas melosas en público y eso.
—¿Va contra tu personalidad? Sigo sin entenderte a veces —rió y besó su mejilla— Bueno, deja que yo haga lo que quiera y solo recibe mi cariño, finge que lo odias cuanto quieras para mantener tu orgullo intacto, porque me encanta todavía más tocarte ahora que sé que te gusto en realidad —insistió transformando su sonrisa a una salvaje y provocadora.
El rojo en el rostro de Matthew casi fríe su cerebro, pero llevó sus manos hacia las de Frank y las atrajo adelante con aparente cariño, para luego doblar su muñeca hacia su espalda y dar su pecho contra el espejo del ascensor.
—Si tu plan es excitarme, lo estás logrando. Me gustan estos juegos de roles —aseguró con emoción— ¿Yo ladrón y tú policía?
—Te ves feliz porque seguro asocias esto a tus viejas relaciones y juegos sexuales, pero olvidas algo sobre los roles...
—A ver, dime qué.
Se acercó a su espalda y sonrió en su nuca.
—Soy hombre.
Frank levantó una ceja, cuando Matthew soltó una de sus manos y la acercó a su cadera, comprendió todo.
—Conozco a la perfección cuál es el mayor miedo de los heterosexuales —Frank tragó grueso y sus músculos se tensaron—: ser el que recibe.
La respiración de Frank se volvió irregular y Matthew por poco no entró en pánico, temiendo haberlo asustado de verdad y que fuese a dejarlo por esa pequeña broma, según él.
El castaño reaccionó en cuanto su contrario aflojó su agarre, creyó verlo de reojo tambalear en su sitio, como si hubiera perdido el equilibrio, sin saber la razón de ello.
Acostumbrado a luchar con sus hermanos de este modo, recordó una forma de voltear la situación y una vez libre le hizo una especie de llave a Matthew quedando a sus espaldas, pasando sus brazos por debajo de sus axilas y apoyando sus manos en su nuca.
—¿Ese es mi mayor miedo, según tú?
—¿Cuál sino?
Frank sonrió, pero esta vez, sin su alegría usual.
—Si no adivinas para el final de la noche, pierdes.
—¿Hasta que el reloj marque las doce, Alicia en el país de las parafilias? —soltó sarcástico.
La sonrisa usual del rubio competía con la Lucifer por su nivel de maldad, pero esta vez se multiplicaba gracias al nerviosismo que le generaron sus propios pensamientos negativos e inseguridades.
—Hasta que regresemos a la puerta de tu casa —sentenció y lo soltó instantáneamente, retrocediendo hasta tocar la pared con su espalda.
Cuando las puertas se abrieron, se encontraron con la mirada de Lucy, Rossy, Hunter e incluso Sanna esperándolos nada discretos desde la puerta abierta del departamento.
—Yo creyendo que vería una entrada romántica y me encuentro con Matthew atemorizando a Frank —se quejó Lu, refunfuñando en voz baja—. Que estafa.
El rubio los miró con el ardor de todos los infiernos en sus pupilas y fingieron estar de pie frente a la puerta haciendo algo, como Rossy que pretendía limpiar el marco de la misma.
—Que coincidencia, pasen, pasen —habló Hunter sacudiendo su camiseta.
—Ya, chicos, son muy obvios y pendejos, muevan sus culos que no paso con todos ustedes ahí —ordenó Frank casi riendo y saludando uno a uno como si nada pasara— ¡Buenas noches! ¿Me extrañaron?
Matthew se obligó a sí mismo a mover sus pies mientras Frank llamaba la atención del resto y contuvo el aliento varios segundos mientras saludaba con aparente desinterés.
—¿Y los demás?
—La novia de Rossy no pudo venir, Connor y Elian tenían planes, Thomas enfermó, Kilian duerme y el resto esta en la sala tomando —aseguró Hunter, chocó su puño y hombro con el de Frank, seguido le sonrió a Matt cuando éste levantó la mano a modo de saludo.
En el momento que se sentaron, Matthew en un sillón nuevo individual y Frank en el de dos piezas, todos los miraron por unos segundos en silencio, para estallar en una avalancha de preguntas y bromas, rodeando al castaño, ya que el aura negativa de Matthew era señal de peligro, donde solo Chad se animó a sentarse en el posabrazos a su costado.
—Tiempo sin vernos ¿Cómo has estado? —preguntó inclinándose cerca de su oído para que lo oyera a pesar del alboroto.
—Bien, supongo, ya sabes, todo se fue al carajo y de algún modo tuvo una resolución completamente descabellada para mí.
Chad rio y palmeó su hombro.
—Te dije que merecías cosas buenas.
—¡En serio nunca lo imaginé! —chilló Lucy y se acercó más a Frank— ¿De verdad están saliendo? —Él asintió con una sonrisa y ella guio sus ojos a su cuello, viendo un chupetón considerable— No puede ser...
Vio sus movimientos de cejas junto a esa mirada cómica señalándole la prueba del delito, a lo que Frank fingió ofenderse con una mano en su pecho.
—¡Claro que no! Soy puro y cristiano. Estoy esperando hasta el matrimonio para consumar el acto, no quiero perder mi pureza y castidad antes del altar, sino no podré usar un vestido blanco —bromeaba, recibiendo un codazo por parte de Aaron y comenzaron a forcejear tontamente.
Matthew contuvo sus ganas de lanzarle algo y Chad negó con la cabeza.
—Dije cosas buenas, nunca especifiqué qué tan estúpidas podían ser, así que confórmate —concluyó su oración y Matthew casi sonrió.
—No los entiendo, desde que llegó le preguntan estupideces como "¿Desde cuándo te gusta?", "¿Y el chisme ?", "¿Cómo sucedió?", "¿Te sobró pastel de bodas?" Y nadie esta sorprendido porque ese estereotipo de la heterosexualidad andante salga con un hombre.
Chad estiró sus piernas y lo pensó detenidamente.
—Es que es más asombroso esto —dijo Susan señalando a uno y consecutivamente al otro, después de escuchar la conversación por accidente—. Mira, te daré un ejemplo: imagina que de repente nuestra dulce Sanna nos cuenta que sale con una mujer.
Ambos hicieron una mueca y seguido asintieron en señal de que prosiguiera.
—Y de repente ¡Paf! ¡Esa mujer resulta ser la mamá de Hunter! —dijo con un tono dramático y Chad casi se ahogó.
—¡Oye! —se quejó a lo lejos.
—Están tan conmocionados de que salga conmigo que lo demás pasó a segundo plano, entiendo. Tienen que procesar una cosa a la vez.
Susan guiñó el ojo con una señal de okay juntando su dedo índice y pulgar, a lo que Matthew rodó los ojos.
—Exacto.
—Son todo un caso —comentó frotando sus manos en su pantalón a causa de la ansiedad y suspirando finalmente, dándose cuenta que nada era tan malo como imaginó.
Se veían alegres, confundidos, pero actuaban como usualmente harían y experimentó una sensación de tranquilidad, recordando por qué aceptó en primer lugar algo tan complicado como tener amigos.
Estos amigos en particular, eran buenas personas. Se querían y apoyaban. A veces se enojaban y discutían, pero siempre regresaban a la normalidad, estando los unos para los otros.
—¿Y qué pasó con esa mujer? ¿Volviste a verla? —preguntó Aaron preocupado y Frank negó.
—Quizá en un futuro ella esté más estable y la vea para aclarar algunas cosas que quedaron en el aire, pero por lo que oí se fue a la casa vacacional de su familia con su padre y supongo que arreglarán sus problemas. Él parecía una buena persona. Me jodió un poco la cabeza, todavía tengo pensamientos un tanto malos por lo que pasó y mi familia me hace bullying de vez en cuando, pero nada que no vaya a superar —habló con una franqueza que solo mostraba a sus verdaderos amigos y ellos lo apoyaron.
De repente se sorprendió y llevó una mano a su pecho con preocupación.
—¡Dejé mi mejor par de mis zapatillas deportivas en su casa! —chilló llevando ambas manos a su cabeza.
—¿Las Nike negras? —preguntó Hunter, compartiendo su nivel de pobreza.
—¡Esas! —Ahora ambos se quejaban y retorcían como buenos indigentes que comparten la misma neurona.
—¿Eso es lo que más le preocupa? Gastó dinero en sus caprichos y meses de paz mental, casi no llegaba a pagar su crédito estudiantil y solo recuerda unas miserables zapatillas —maldijo Matthew con una postura realmente intimidante, recordando a Angie y las veces que Frank entristeció por ella.
Sin mencionar que le resultaba incómodo hablar sobre su sexualidad libremente y contrariamente Frank vociferaba sobre salir con uno de sus amigos como si hablara del clima.
Sanna notó la actitud distante de Matt esa noche, no estaba haciendo bromas pesadas y tomaba demasiado para lo que usualmente haría.
—En serio es tan despreocupado. Cuando Hunter dijo que era gay parecía una especie de funeral por lo triste que estaba hasta ese momento. Pero Frank todo heterosexual, no solo huye de su boda estrepitosamente, sino que admite que ama a un hombre y nada menos que uno de sus más antiguos amigos —dijo Sanna parándose junto a Matt y éste sintió su mano en su hombro—. No voy a hacerte preguntas al respecto, pero si quieres hablar sabes que me gusta oírte.
La joven rubia parecía despistada, pero era bastante receptiva y con ese leve apretón le hizo entender a Matt que estaba bien sentirse inquieto por el repentino cambio y que no era necesario soltar todo esa misma noche.
Para sorpresa de ambos él le sonrió sin mostrar los dientes cerca de tres segundos, a lo que ella le devolvió el gesto de forma radiante y gentil.
—Es tan adaptable que si hubiese una invasión alienígena sería el primero en invitarlos con una cerveza —afirmó Chad viendo a Frank siendo Frank.
—En este punto su adaptabilidad podría considerarse un talento —secundó Hunter y la expresión de este último se iluminó cuando alguien cruzó el umbral de la puerta de su habitación y apareció desde el pasillo a la sala— Kilian.
—Hola —saludó con su voz ronca en general moviendo su mano y sus ojos se detuvieron en su novio—. Hola... —dijo está vez con suavidad y cariño, siendo únicamente para él.
Hunter se acercó y lo abrazó sin pensarlo dos veces, levantando su rostro para esconderlo en el cuello de su novio.
Matthew los observó, después a Frank, seguido a sí mismo y finalmente al resto en la habitación.
—En serio con tanta diversidad estamos perdiendo el tiempo al no abrir un bar gay —bromeó Rossy— Yo le pondría: "AssisAss".
—¿Eh? —Sam no entendió.
Ella carraspeó su garganta y le explicó:
—"Ass is Ass", la ley universal.
—¡Hey! A mí solo me gustan las chicas —aseguró Aaron y Matthew lo oyó, sonriendo con su característica malicia.
—¿Te gustan las chicas? —Su amigo asintió efusivamente y Kilian disimuló su sonrisa al entender a dónde quería llegar el rubio—: Ya veo, porque las grandes te duelen.
Todos rompieron en risas, siendo Rossy la que casi no podía respirar y golpeaba la mesa con su mano entre carcajadas.
—¡Ahh, vete al infierno!
—De ahí vino —afirmó Kilian acabando otra lata de cerveza y Matthew le devolvió la hostil sonrisa levantando su lata, como si dijese salud, acabando él también su lata.
Hasta por eso parecían compartir esos dos.
—¿Y cómo es que terminaron así? Esto... Realmente no comprendo nada —aseguró Sam con una sonrisa despreocupada, nunca se enteraba de la mitad de las cosas, pero esta vez varios lo secundaron.
—Bueno, yo también me sorprendí —afirmó Rossy— En el grupo de WhatsApp explicaste bastante lo que pasó con tu exnovia y por qué todo terminó de ese modo, pero casi nada sobre... ustedes, ya saben, ¿Cómo es que ahora salen?
Ambos levantaron sus cejas, el resto los observó expectantes, exceptuando a Chad y Kilian, que se miraron y no les hizo falta hablar, ellos sí sabían el detrás de escena.
Matthew pasó su mano por su rostro sin ganas de nada, pero sus amigos tenían dudas válidas, así que soltó el aire en sus pulmones y antes de hablar, Kilian se puso de pie.
—Primero vamos a comprar más cervezas —demandó y miró al rubio.
Salir con Kilian a solas no era el arquetipo de salida perfecta en su imaginación, pero tomar aire le iba a ayudar a renovar energías y regresar recargado de valor.
—Bien. En unos minutos regresaremos.—Miró a Chad y señaló a Frank— No dejes que diga demasiadas idioteces, si empieza a delirar detenlo.
Chad asintió cómico y levantó el pulgar. Frank simuló inocencia pestañeando varias veces.
—¿Connor no vino? —preguntó Kilian antes de salir, recorriendo el lugar con las pupilas.
—No, tenía planes previos —contestó Susan extrañada— ¿Lo estabas esperando? ¿O qué pasó?
—No, nada. Curiosidad —finalizó tomando sus llaves y viendo cómo Hunter se acababa su lata de cerveza.
Una vez en el ascensor, Matthew habló, todavía mirando al frente:
—¿Y esto a qué se debe? ¿Quieres que te deba un favor o algo? No pasará.
—Frank antes de venir llamó a Hunter, le pidió que si te veía muy incómodo hiciera algo. Hunter no es bueno sacando temas de conversación naturales o interviniendo, así que lo hice yo.
—Oh, ya veo, tiene sentido si es por él.
Kilian lo miró sobre su hombro y Matthew se encontró con sus oscuros ojos.
—¿Te duele el corazón al saber que no lo hice por ti? —ironizó sonriendo ligeramente de costado.
Matthew hizo una expresión de asco.
—Me alivia. No quiero caridad de un cirujano mafioso.
—Ojalá ya ser cirujano, la especialidad consume demasiado tiempo... Antes se pasó volando la carrera —habló con honestidad y Matthew relajó sus hombros.
Las puertas se abrieron y él salió primero, mirándolo hacia atrás al girar un poco la parte superior de su cuerpo.
—Porque estabas solo.
Kilian calló a medida que caminaban, la noche era agradable y el viento movía las ramas de los árboles en el camino hacia la tienda.
En la esquina un auto pasó a demasiada velocidad y las ruedas sobre el pavimento resonaron cuando casi colisiona contra otro vehículo. Alertando cada fibra muscular instantáneamente en Kilian, estando excesivamente alerta a pesar de verse imperturbable por fuera.
Matthew en ese milisegundo vio las manos de su contrario empuñadas y recordó que no era una persona simple. Por lo que sabía, su vida había sido un asco, llena de sufrimiento y constante persecusión, moldeando poco a poco la dura personalidad de Kilian.
Siquiera podía imaginar cuánta violencia tuvo que atravesar para conseguir su templanza.
Ese tipo de eventos trajeron a su mente las veces que su padre lo encontraba y mandaba a sus subordinados a recogerlo, frenando con sus grandes camionetas blindadas de repente y bajando como hienas sedientas de sangre rodeando a su presa herida.
—Que imbéciles —habló Matthew, pasando por delante de Kilian y dándole un leve puño en su hombro al pasar, siendo él quien iba al frente ahora—. Muévete, no tenemos toda la noche y me jode el frío.
Se percató que los autos que frenaron eran personas imprudentes insultando y gritándose entre sí, regresando a la realidad y viendo esas hebras rubias ondear con el viendo a medida que lo incentivaba a cruzar la calle, impaciente.
—Con ese humor del asco que posees, que tengas tantos amigos es un milagro.
Matthew sonrió resignado.
—No seas hipócrita, después de tu dramática desaparición ellos te recibieron cinco años después con los brazos abiertos, como si el tiempo no hubiese avanzado en absoluto.
Kilian se vio serio con ambas manos en sus bolsillos y sus pasos se sincronizaron, yendo uno junto al otro.
—También me sorprende eso.
Matthew bostezó y frotó su ojo, llamando la atención visual de Kilian a esa zona sin querer, percatándose que sus mejillas estaban algo rojas quizá por el frío o por las cervezas que bebió.
El bostezo se contagió y llevó una mano frente a su boca al hacerlo.
—No bosteces, me da sueño.
—Acabas de despertar de una siesta, deja de lloriquear.
—¿Sabes qué puta especialidad estudio? Exacto, dormir se convirtió en un lujo a estas alturas, así que cierra la maldita boca.
—Ya veo, te enojas porque yo puedo pasar la noche trabajando y dormir hasta el mediodía, revuélcate en tu desgracia, envidioso.
Kilian casi rio por la altanería en su voz, llevando una mano a su nuca y girando un poco su cuello para que tronase. Su contrario notó esa vieja pulsera y recordó la historia que Hunter le contó a Frank sobre ella.
«¿Cómo a pesar de haber abandonado a Hunter durante tanto tiempo, simplemente se volvieron a encontrar y todo parece solucionado? ¿Y esa confianza irracional? ¿Acaso al resto de personas les resulta todo muy sencillo y a mí no? Porque si Frank desaparece, no sé qué haría, no sé cómo reaccionaría si descaradamente regresara después... No lo perdonaría. No lo esperaría. No lo sé. Realmente no tengo esa confianza»
Miró sus manos y llevó una a su rostro en busca de despejar sus absurdas ideas.
«Lo que pasa por la cabeza de estos dos escapa de mi conocimiento... Pero la razón por la que todos reintegraron a Kilian al grupo como si nada, sí la entiendo»
—¿Sabes por qué ninguno de ellos sigue enojado contigo a pesar de todo?
—¿Porque son ingenuos?
Matthew chasqueó la lengua.
—Porque eres estúpidamente honesto y directo con tus razones de actuar... —«cosa que yo nunca pude ser»
«Primera vez que dice algo amable sobre mí y solo le llevo media década» pensó Kilian para sus adentros.
—Somos opuestos en muchos aspectos.
—Gracias al cielo.
—Pero, sí los herí cuando no supe... manejar la situación.
Decían no estar ebrios, pero que estuvieran hablando de sus emociones así, aunque fuese un poco, era señal de que sobrios del todo no estaban.
—¿Sobre tu huida dramática? Claro, indiscutiblemente —Kilian apretó la mandíbula y Matthew sin darle importancia siguió, evitando que le devolviera el golpe verbal—: pero no hubo siquiera una vez anterior a eso en la que hayas lastimado a Hunter o alguno de nosotros, intencionalmente.
—¿Eso crees? ¿Cómo podrías saber si lo hice o no?
—Porque yo mantenía mis ojos en ti.
Kilian exteriorizó un escalofrío.
—Que descarado. No gracias, preferiría el celibato —ironizó— y tengo novio.
Matthew le regresó su mirada llena de repudio.
—Porque lo atrapaste joven e inexperto, sino nadie en su sano juicio saldría con semejante prospecto —alegó con obviedad—. Y no te miraba por placer, enfermo, era porque desde que supe de tus antecedentes familiares no podía estar tranquilo del todo. Tenía que... —«protegerlos»— estar alerta, son demasiado confiados.
El rubio frotó su brazo para tener algo de calor gracias a que no se puso su chaqueta antes de salir y continuó reflexionando:
—Me equivoqué, no has hecho más que cuidarlos... a tu pendeja forma. Pero fue mejor que mis escenarios mentales donde eras un hijo de perra que solo usaba a Hunter por ser el más vulnerable del grupo y finalmente lo desechabas.
—¿Eso creíste que pasó cuando me fui?
—Al incio quise creer eso. No podía asimilar que fueses tan inmaduro... O no lo comprendía, a ti y tus miedos ¿Sabes? No te entiendo una mierda. Pero sí entendí que eres extremadamente calculador con todo, excepto cuando se trata de Hunter. Ahí eres irracional y mimado, me sorprende bastante.
—Lo dice el mismo que se emborracha y hace el ridículo en el baño después de tener sexo con su mejor amigo.
Ese golpe fue bajo y sonrió victorioso, aminorando su gesto cuando Matt sonrió todavía más grande que él, con sus mejillas algo enrojeciendas por el alcohol.
—Lo acepto, yo lloré por él, pero... Hunter lloró por ti. Desde mi perspectiva gané este round.
Kilian lo miró con verdadera oscuridad en sus orbes y Matthew no pudo evitar pasar saliva por su seca garganta.
A veces olvidaba que Kilian podía ser muy destructivo.
Pero se relajó al instante ya que se negaba a sentir miedo por ese estúpido y entraron al local a por las cervezas.
—Tambien creí que eras una mierda cuando te conocí —admitió el de cabello oscuro, frente a la caja registradora.
—¿Y ahora?
—Lo mismo, pero gay.
El sarcasmo irradiaba por cada poro de su piel y, aunque no lo admitieran, era algo que tenían en común.
—Ni que sirviera de algo negarlo a estas alturas —admitió Matthew pagando y tomando las bolsas.
Salieron del local y el viento chocó contra sus cuerpos.
—Jodido frío de mierda —maldijo el rubio cuando un escalofrío recorrió su espalda.
Kilian notó que Matthew bebió demasiado y aunque él también lo hizo, poseía mejor resistencia, o quizá tomó menos, porque parecía más racional.
—El alcohol te vuelve imbécil, bueno, más de lo usual —aseguró Kilian, quitándole gran parte de las bolsas de entre sus pálidos y largos dedos.
Matthew frunció sus cejas.
—Siempre que bebo tu apareces de la nada ¿Sobrio te asusta meterte conmigo? ¿Qué planeas? ¿Atacarme con la defensa baja?
Kilian rio socarron una vez entraron al edificio y se detuvieron frente al ascensor.
—Ni estando en tus cinco sentidos, con un chaleco y armado, podrías lidiar conmigo si quisiera atacarte.
Matthew esta vez guardó silencio mientras subían, su instinto de supervivencia no estaba tan atrofiado como para contradecir ese hecho.
Las puertas se abrieron y Kilian sacó las llaves de su bolsillo derecho.
—Una cosa más.
El rubio elevó ambas cejas y apoyó el peso de su cuerpo en una de sus piernas.
—No olvides quiénes son tus amigos. La clase de personas que son.
—¿Por qué lo...?
—Crecí con escoria y me cuesta a veces aceptar la generosidad de los demás, pero con ellos se me hace más natural el estar tranquilo, porque no tienen esa maldad innata. Deja de temer lo peor, porque ellos no harían algo así.
Sin darle tiempo a contestar abrió la puerta.
—No puedo creer que terminé siendo sermoneado por ese pandillero, otra vez —maldijo con una sonrisa molesta en su rostro.
«Sé eso perfectamente... y trato de controlar mi carácter. Estúpido Killer»
De regreso a su casa, el camino y las charlas triviales con Frank estaban siendo muy agradables, respirando profundamente y llenando sus pulmones de aire fresco.
—¿De qué hablaron cuando salí en busca de cerveza? ¿No dijiste nada desubicado?
Frank sonrió.
—Nop, solo dije la verdad y parecieron entender, por eso no te llenaron de preguntas cuando volviste.
—Mmh, bueno, creeré en ti.
—Es un halago enorme viniendo de ti —bromeó haciendo una tonta reverencia y Matthew rio por su idiotez.
En medio de ambos pasó una pareja muy acaramelada, de la mano y riendo fuerte. No pudo evitar compararse con ellos.
No es que quisiera ser así de escandaloso y patético, pero muchas cosas le generaban inseguridad y pensar "¿Frank querrá algo así?" Cruzaba su mente.
Se miró a sí mismo, a su examigo y llegó a una conclusión: no parecían una pareja en absoluto.
—Entonces Hunter se ahogó comiendo un... —guardó silencio gradualmente ya que el rubio parecía distraído.
Frunció sus castañas cejas un poco y torció su labio en una mueca antes de hablar:
—¿Todo esta bien?
Matt pestañeó varias veces y asintió con una falsa sonrisa.
—¿Me dirías si algo va mal?
En esta ocasión el tono de voz que usó fue más duro y contundente, indiscutiblemente preocupado, pero muy serio.
—Sí, no pasa nada.
No emitió palabras durante varios pasos, pero finalmente suspiró e intentó decir lo que pensaba:
—Hunter y Kilian desprenden un aura bastante íntima cada vez que uno se acerca al otro ¿No crees?
Frank lo pensó y rio un poco.
—Puede ser, a veces no sé a dónde mirar, me inquieta que vayan a olvidar que estoy ahí y empiecen a darse bien duro.
Matthew soltó una leve risa.
—Completamente de acuerdo.
Bajó un poco la mirada y apretó sus labios.
—Nosotros... —murmuró inquieto.
Frank acercó una de sus manos a ese dorado cabello y lo despeinó gentilmente.
—Nosotros somos nosotros, ellos son ellos —decretó con confianza.
Sus párpado se abrieron oyendo esa afirmación y se encogió ligeramente en su sitio, deteniendo sus pasos.
—¿No quieres más que esto? No soy así, menos en público ¿Estás bien conmigo? Porque a los ojos de la gente, no somos más que buenos amigos.
Frank sonrió tan ampliamente, que sus grandes colmillos se lucieron espléndidamente.
—No me importa si no parecemos una pareja, siempre que no olvidemos que somos un gran equipo ¿Olvidas todo lo que atravesamos hasta ahora? Sea en la circunstancia que sea, tú y yo podemos superarla estando juntos. No me imagino haciéndolo con nadie más.
—¿Haciendo qué?
—Compartir mi vida.
Matthew se cruzó de brazos a modo de que su estómago no se retorciera por lo que estaba sintiendo.
—Antes... pensé en entregar mi futuro a alguien como pago por mis errores. Pero ahora que soy libre de elegir con quién hacerlo, me emociona la idea y no puedo imaginarme con nadie que no seas tú.
«Puede faltarme quien sea, menos él» Frank confirmó ese pensamiento cuando su pecho se oprimió.
Los dedos del rubio se posaron en su propio rostro, amortiguando las lágrimas que comenzaron a acumularse.
—Ya... Solo... Un minuto —pidió, restándole importancia al maremoto de emociones que lo inundaban.
Frank se preocupó, sentía tantas cosas por Matthew, que le dolía no poder calmarlo, peor aún, pensar que quizá era él quien lo hizo entristecer.
—¿Estás...?
Se acercó y tomó sus hombros, pero Matthew continuaba sin mirarlo.
—Bien. Sí, estoy bien. Todavía no me acostumbro a algunas cosas. No te pongas dramático, no es nada, solo dame un minuto.
«Sigue encerrándose en sí mismo»
—¿Ya pensaste qué podría ser? —Las palabras de Frank llamaron su atención y finalmente levantó la vista, encontrándose con esos indomables ojos llenos de vida, fijos en él.
—¿Qué?
Secó sus mejillas con enojo por su absurda escena y su innecesario orgullo herido.
—Casi llegamos a tu casa.
Matthew recordó la pregunta a la que se refería y torció un poco sus labios en una mueca dubitativa.
—¿Tu miedo a los payasos cuenta?
—No, lo obvio queda descartado.
—¿Morir?
—Si tuviera miedo a morir no saldría contigo.
Matthew sonrió con algo de diversión.
—No lo sé. Lo pensé, pero hay muchas opciones, como tener un ataque de pánico muy fuerte o perderte de nuevo en la negatividad.
Frank elevó la comisuras de sus labios sin gracia.
—Lo que más me aterra actualmente es... de alguna manera estarte hiriendo sin saberlo.
Ver a un chico tan despreocupado hacer una expresión profunda como esa fue inusual.
—Pasé años haciéndolo y realmente no pude verlo, ni siquiera sospeché y no me parece justo que rías conmigo, pero llores solo.
Matthew guardó silencio. Uno largo y frío en medio de la madrugada.
«¿Se preguntan cómo pude amar a alguien en secreto durante tanto tiempo? Pues, como verán nunca me lo puso fácil. Pero ahora que sabe lo que siento, es como si probara qué tan resistente es mi sistema cardíaco» se dijo Matthew a sí mismo, llevando una mano a su pecho.
—Así que perdiste —afirmó Frank suavemente y deslizó sus dedos por sus mejillas.
—No —lo contradijo, mostrando una sonrisa honesta y frágil—. Yo gané, sin duda.
Apartó la vista, no sabía qué tipo de cara estaba haciendo y no se sentía con la fuerza como para fingir indiferencia, pero Frank lo obligó a verlo.
—Te amo, Matthew —susurró acortando la distancia, sonriendo sobre sus labios antes de besarlos.
Beso que no llegó a concretarse porque un grupo de jóvenes que transitaban por la calle del frente empezaron a gritarles todo tipo de adjetivos despectivos y denigrantes.
Matthew se paralizó, odiaba este tipo de situaciones y en parte era una de las razones por las que detestaba la idea de exponerse frente a otros así... Y ahora estaba exponiendo a Frank.
Contrariamente, el castaño apretó los puños y su mirada se clavó en ellos, impidiéndole a Matthew alejarse de él lo sujetó de su rostro y nuca simultáneamente y sin dejar de mirar al grupo de hombres alcoholizados: lo besó.
Oyendo más insultos de su parte, fingió que no le importaba, hasta que doblaron en la esquina. Ahí suspiró y se relajó un poco, no lo suficiente, ya que recibió un empujón de Matthew.
—No vuelvas a hacer algo así —aseveró con frialdad y Frank se molestó por su actitud.
—¿Qué diablos te pasa?
—Eran seis y nosotros dos, si se les hubiese ocurrido ponerse violentos, perderíamos.
—Hemos salido de peores.
—No por las mismas razones. Una pelea normal es una cosa, pero que te ataquen por besarte con otro sujeto, es otra cosa.
—Estás paranoico, es lo...
—Se pueden poner excesivamente violentos, hacer cosas aberrantes, no solo golpearte, podrían agarrar una maldita botella de vidrio vacía de la acera y... —exhaló aire, molesto—. No vuelvas a provocar a homofóbicos, porque si ellos llegaran a hacerte algo, yo terminaré preso ¿Entiendes eso?
—Matt... —Respiró hondo e intentó comprender a su pareja, recordando casos como ese en noticieros locales— ¿Por esa razón nunca quisiste que supieran de ti?
—¿"De mí" qué cosa? —inquirió malicioso, divertido al lograr poner nerviosos esos ojos café.
—Es decir, ya sabes ¿Eres gay, verdad? ¿Bisexual?
La pregunta lo hizo pasar saliva y sonrió deshonesto, ni en sus sueños Frank le preguntaba si era homosexual con naturalidad... Aunque en sus sueños tampoco eran novios, así que todo podía pasar.
—Gay —contestó hostil sin razón y Frank asintió—. Pero la violencia de extraños no es particularmente la razón por la que no revelo mi orientación a los cuatro vientos, aunque bueno, prefiero ahorrarme inconvenientes como ese.
—Oh... Bueno, no lo había pensado —se disculpó rascando su nuca—. ¿Puedo saber por qué, entonces?
Matthew lo pensó detenidamente.
—No sé si me pueda explicar bien, pero es como... agh. Bien. No me gusta que me jodan.
—¿Te gusta ser el que da y no el que recibe? Pensé que estabas brom... —Matthew lo interrumpió cubriendo su boca.
—¡No es eso! Dios, si serás idiota. No. Es que no me gusta que la gente fastidie a mi alrededor. Que hablen de mí. Se metan en mi vida. Nadie necesita saber mis gustos para nada, no cambia sus vidas, es únicamente por gusto al chisme.
—Siempre te gustó pasar desapercibido.
—Exacto. Pasar a ser "Matthew, el gay" me parece innecesario, sin sentido. Soy simplemente Matthew Freeman. Yo no soy mi sexualidad, solo es una parte de mí y me molesta que me vean como una cosa y no una persona.
Frank lo vio respirar hondo y rascar su propio brazo, hablar de esos temas, sobre todo con él, no era fácil para Matt.
—Pero ahora no es como antes, creo. Hunter es abiertamente gay y... —Rememoró de repente su último año y cómo gran parte del instituto comenzó a hablar a sus espaldas e incluso en su cara—. No. Tienes razón, entiendo de lo que hablas.
—¿Te parece muy cobarde de mi parte? Habiendo tantas luchas diarias por acabar con ese tipo de conductas, gente orgullosa de gritar que es abiertamente gay y ¿No crees que es mi obligación hacer lo mismo?
—No. No todos son felices de la misma manera, no estás obligado a decir tu sexualidad solo porque otros son felices haciéndolo o te meten presión social. Yo quiero que seas feliz, lo que otros quieran de ti me importa una mierda.
Las mejillas de Matthew tomaron un fuerte color carmesí y quiso cambiar el rumbo de la conversación:
—Que lo diga el hetero es muy tierno —bromeó y le dio una palmada en el hombro, pero Frank sujetó su mano, entrelazando sus dedos lentamente.
—Lo dices como si me insultaras, idiota.
—¿Recién te das cuenta?
Frank rio, pero notó algo extraño.
—Sigues llamándome heterosexual como si te molestara, es contradictorio, porque suena a que no creyeras que estamos juntos —aseveró y Matthew se encogió de hombros.
«Si no deja de ser tan directo, me va a estallar el pecho» pensó el rubio con la respiración pesada.
—Pero tú te ves a ti mismo heterosexual, ¿no?
Frank asintió ladeando su rostro.
—¿Eso te hace sentir inquieto?
—No, bueno, algo, es decir... —«a mí todo me hace dudar y pensar que vas a abandonarme»— Que seas heterosexual nunca impidió que sintiera toda esta mierda hacia ti.
—¿No podías decir algo dulce por una vez? "Nunca impidió que te ame" eso debiste decir.
Matthew arrugó su nariz con asco y Frank mordió sus labios resignado, negando con la cabeza.
—En fin... no creo que la gente lo vea de ese modo, todo es blanco o negro.
—Pero no es lógico para mí verte de otra forma que no sea en la que tú te ves, dime ¿Algún otro hombre te excita?
—¿Mi vida depende de esa respuesta?
—No, idiota, es solo para probar mi punto. Sé honesto —Levantó la mano libre frente a su cara unos segundos— Henry Cavill no cuenta, ese es la excepción de los heterosexuales.
Frank carcajeó e intentó imaginar a algún hombre que le gustara, excitara o con quien saldría.
Nadie.
No llegó a su mente nadie más.
—¿Entonces por qué yo o cualquiera te obligaría a cargar con una etiqueta con la que no te sientes identificado? Se crearon para aliviar a las personas, no para encasillarlas contra su voluntad. Antes de que hubiera tantas etiquetas con sexualidades, algunos se sentían extraños e incomprendidos, es decir, solo eras heterosexual o gay. No había puntos medios, bisexuales, asexuales y demás.
Llegaron a la puerta y abrieron sin prisa, hablando tranquilamente.
—Empezaron a aparecer más definiciones para que la gente supiera que había más como ellos, que no estaban solos y que eran válidos... Pero como siempre joden todo, quieren opinar sobre la sexualidad de los demás e imponerles qué deben ser o por qué deberían ser tal otra.
—Nadie debe meterse, es una decisión personal e individual, en serio que todo es tan complicado cuando salen estos temas en la conversación, odio lo complicado.
Se deshizo de su ropa sin cuidado, conservando su bóxer.
—Ser simple es uno de tus puntos buenos.
—¿Lo dijiste despectivamente? Te quedarás sin sexo si no paras de buscar pelea —fingió ofenderse y se dirigió al baño, saliendo ya listo para dormir.
Matthew imitó su acción y al regresar ya se encontraba recostado contra la pared. Lo empujó sin cuidado y tomó su lugar.
—Muévete, te levantas temprano y empiezas a joder, déjame contra la pared.
—Shh, si no te gusta vete —comentó descarado y Matthew lo empujó con su rodilla, evitando que recuperara su sitio.
—Ya, duérmete, vagabundo —dijo con atípica paciencia y se giró mirando hacia la pared.
Algo rondó el subconsciente de Matthew e hizo una última pregunta:
—Hey, Frank ¿Tú hablaste con Hunter antes de ir?
—¿Mmh? No... Bueno, lo llamé para confirmar que iríamos, pero no respondí y le envié un mensaje diciéndole que estábamos en camino —Eso hizo sonreír irónico al rubio— ¿Por qué preguntas?
Sin poder admitirlo siquiera para sí mismo, la idea de que personas tan variadas y diferentes entre sí, lo apreciaran a su extraña manera, lo hizo feliz.
A pesar de todo, no estaba solo, no lo abandonaron.
—Nah, por nada. Hunter y Kilian son un par de idiotas.
—Oye, sé amable, Hunter cocinó de todo esperándonos y Kilian se contiene de golpearte muchas veces, deja de ser tan agresivo con ellos —alegó jalando un mechón de su cabello.
—¡Aouch! Ya, ni que me hubiesen oído. Llorón... Ya duérmete —dijo alejándose hacia la pared.
La distancia pareció molestar a Frank y sus manos se deslizaron lentamente por debajo de las sábanas, afirmándose en esa huesuda y descolorida cadera, jalando insinuante.
—De repente no tengo tanto sueño como creí —susurró con sus labios rozando esa pálida nuca llena de lunares.
¡Sorpresa!
B
ueno, empiezo por contarles que dudé mucho si subirlo o no, mucho tiempo. Porque pierdo la confianza en mi misma y mis proyectos :') perdóneme. Ahora mismo estoy súper nerviosa de subirlo y que lo lean, Dios SOY NERVIOS ¶∆¶
Por eso pensé seriamente en subir este capítulo extra y varios especiales a Patreon únicamente, porque ahí solo los que realmente quieran leerlo van a hacerlo y no haters o gente a la que no le interese💀
Pero por ahora tengo fe, confianza y polvos de hadas así que subo este extra acá para que puedan leerlo todos♡
Gracias a mi queridísima esposa Vangoghismyslutt que me ayudó mucho leyendo el borrador, corrigiendo errores y dándome ánimo para publicarlo💗
Y finalmente, pero no menos importante: MUCHAS GRACIAS a ustedes por el apoyo, cariño y buenos deseos💗
Espero que nos leamos en la siguiente parte🌸
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro