EXTRA.
Un día había pasado desde el desastre de mi no-boda. Toda la familia y mis amigos estaban más o menos tranquilos luego de enterarse del por qué dejé a mi prometida en el altar y apoyaban que lo hiciese.
La prensa finalmente me comenzaba a dejar tranquilo, en otras palabras Matthew bloqueó todo tipo de molestia online de ellos a mi móvil, redes, etc. Pero seguían molestando en la entrada de mi departamento, por eso me quedé en el de Matilda anoche.
Pero nada de lo que pudiesen imaginar sucedieron, es decir, él se fue a trabajar apenas bajó el sol y llegó cuando yo me levanté para ir a la universidad y luego al trabajo, por última vez antes de que las vacaciones de julio iniciaran. Así que prácticamente no nos vimos.
Llegué finamente frente a casa de Matthew luego de ir a hacer unas compras y entré con la llave de repuesto, dejé los refrigerios que compré sobre la mesada y me dirigí a su habitación, donde ama pasar el tiempo.
Lo encontré de pié frente a su ordenador y sorpresivamente estaba Tao con él.
—¿No te habías ido? —comenté llamando la atención de ambos.
Pero eso no era lo más extraño, sino que Matthew estaba semidesnudo y el oriental lo estaba ¿Qué hacía?
Enfoqué mi vida y comprendí que lo estaba ayudando a desinfectar un raspón en su espalda.
—Saludé a mi hermana por su cumpleaños, pero tengo trabajo y no podía quedarme a disfrutar de Corea. —respondió restándole importancia.
—¿Qué te pasó Matt? —cuestioné preocupado.
—Una imbécil me empujó por unas escaleras cuando le entregué los papeles de divorcio de mi clienta, puta mastodonte resentida y su jodida cara de mono. —maldecía mientras el mayor limpiaba la herida.
—Hey, oí sobre tu maratón hasta el aeropuerto —Tao me guiñó un ojo con superioridad—. No esperaba menos del impulsivo Frank Wolff.
—Lo tomaré como un cumplido, gracias. —contesté con normalidad y me acerqué a ellos.
Una leve expresión de dolor en Matthew me hizo inesperadamente tomar el brazo de Tao y detenerlo.
—Oye, estaba haciendo un gesto muy sexy, déjame. —añadió cómico y tenía razón, pero no me causó nada de gracia la situación o que lo viese hacer esa expresión.
—Jódete chino anormal. —Matthew lo codeó y Tao le dió un medio abrazo evitando tocar el raspón y rozando con sus labios el hombro de Matt.
¿Esto siempre fue tan malditamente molesto? ¿Se tocaban tanto?
—Yo lo haré. —informé tomando el botiquín y el rubio elevó una ceja.
—Deja, esta bien así. —minimizó el raspón, pero no le di más opción que aceptar, a lo que Tao levantó las manos y se sentó en un pequeño banquillo junto al ordenador de Matt.
—En serio no es algo difícil de hacer tampoco. —comencé a pasarle el ungüento lentamente y noté como sus hombros se contraían.
Desde atrás solo podía ver sus orejas pero comenzaron a enrojecerse, cosa que me hizo abrir un poco más mis ojos y al terminar de curarlo deslicé mis dedos hacia abajo lentamente. Su piel era realmente hermosa, tan suave, completamente pálido en comparación a la mía, demasiado erótico a mi parecer.
—¡Frank! —su voz me bajó a la tierra nuevamente y noté que mis manos envolvían a Matthew y no había nada de distancia entre nuestros cuerpos.
—¿Un cortito? Sexo en vivo no suena mal —Matthew se sentó rápidamente frente a su ordenador y empujó a Tao de mala gana—. Si quieren hacer un trío espero ser su primer opción eh, solo una llamada y... —se calló al ver la mirada asesina del rubio.
—Concéntrate en el trabajo o vete, no estés aquí solo vagueando. —le recriminó el rubio y el mayor suspiró agónicamente.
Por mi parte estaba algo impactado y avergonzado por lo ocurrido, perderme ensimismado pensando en otra persona era algo que nunca me había sucedido. Me deshice de mis zapatillas para desparramarme sobre la cama e intentar no pensar idioteces.
—Y puedes creer que aquél inútil gritó "Me mataré si me dejas" a lo que mi clienta chilló "Ni para eso sirves inútil" —desperté al oír a esos dos riéndose y hablando con camaradería.
—Lo imagino —ambos miraron el ordenador y Tao se puso de pie detrás de Matt, apoyando su brazo sobre el hombro de éste le señaló algo en la pantalla y comenzó a hablar sobre patrones, códigos y algoritmos que yo no comprendía.
Me encogí un poco sobre la cama y miré hacia la ventana con algo de malestar.
Él y yo no tenemos muchas cosas en común, si lo veo desde afuera Tao haría mejor pareja con Matt que yo, se entienden mejor e incluso son parecidos... pero solo de pensarlo se me contraía el estómago y los pulmones.
¿Yo sintiéndome inquieto? Parecía una broma de mal gusto y no iba a quedarme así.
Con convicción decidí levantarme, salir de la habitación y tomar una ducha en el oteo baño, alejando cualquier pensamiento pesimista de mi mente y estirando mis músculos un poco.
Al salir y no ver la chaqueta de Tao deduje que ya no estaba, por lo que me sentí algo relajado. No es que me cayera mal, de hecho antes reíamos y jugábamos mucho. Pero últimamente su relación con Matthew me generaba molestos celos.
Secando mi cabello con una toalla pequeña y otra más grande enrollada en mi cintura salí del baño y encontré a Matthew en el ordenador donde estaba antes, pero en una página algo extraña, aunque no llegué a ver más porque se percató de mi presencia y cerró todo de inmediato.
—Ese es comportamiento de infiel. —dije cruzándome de brazos.
—No seas paranoico que ese es mi trabajo, no el tuyo, mujeriego. —refutó algo sorprendido por mi presencia, viendo mi cuerpo detenidamente y luego apartando la mirada.
—Entonces ¿Qué hacías Matilda? —inquirí con diversión—. Si estabas viendo porno podemos hacerlo juntos, aunque no sé que tipo te guste ¿Gay, supongo? Rayos no creo que eso me... —me lanzó un pendrive de su escritorio.
—¡Eres un fastidio! —manifestó e hice una mueca graciosa.
—Y tú que te haces el misterioso conmigo como si no supieras que tan curioso soy —siseé.
Una de las desventajas de salir con Matthew eran estos sentimientos intensos que me generaba, nunca tuve celos, incertidumbre o inquietud y joder que era raro asimilarlos.
—No tengo por qué decirte. —se veía algo molesto y me senté sobre su cama.
—¿Ahora por qué estás enojado? Yo debería estarlo, rubia infiel. —me quejé burlón.
—Nunca he sido infiel, ahora tú dime ¿Lo has sido antes? —me ganó definitivamente, no tenía como refutar ya que era un promiscuo sin corazón o alguna relación estable.
—Nunca sentí algo así antes... —murmuré bajando la mirada hacia mis manos y lo oí levantarse de la silla.
—No es nada de lo que imaginas —susurró cerca de mí, desordenó mi cabello y se sentó en la cama—, hacía unos pedidos, es lo único que te diré y si no me crees que te follen.
—¿Qué quieres qué? —me burlé haciéndolo enrojecer e intentó levantarse, pero lo tomé por la cintura.
Al sentir su pequeña y caliente cintura contra mi cuerpo cubierto únicamente por la toalla me congelé, estaba levemente excitado solo con tocarlo. Se giró y quedo frente a frente conmigo, inclinó su rostro hasta mis labios lentamente, como si tuviese miedo de avanzar y luego los sentí sobre los míos.
Estaban húmedos y calientes, cosa que me fascinó, se abrió paso con su lengua ágilmente dentro de mi cavidad bucal y retrocedí un poco.
Pegó su cuerpo al mío de forma insinuante, mis músculos se contrajeron y entre besos lo oí soltar un pequeño jadeo de excitación. Todo mi físico vibró y me detuve.
—O-Oye espera, espera, stop —dije al último con cierto nerviosismo y me separé de su rostro.
—¿Qué? ¿Qué pasa? —cuestionó frunciendo sus cejas.
—Solo dame un minuto y vayamos despacio. —murmuré y frunció sus cejas.
—Es un beso no jodas, más lento que esto sería tomar tu mano como colegiala. —escupió— Y ya hicimos cosas mucho más "interesantes" así que no seas llorón.
—Que desconsiderado. Deberías ser gentil y amable. Será la primera vez, 100% consciente, que follaré a un hombre, soy como una dulce virgen —bromeé pestañeando varias veces y me empujó molesto.
—Ah bueno, estás demasiado jodido de la cabeza, al diablo, si no quieres allá tú. —lo tomé del brazo y lo acerqué a mí.
—Esperaste una maldita década, por lo que oí, para decirme lo que sientes —«y de alguna forma no lo admitiste por completo«—, prácticamente te obligué a decirme que te gusto ¿Y no puedes esperar unos putos minutos e ir despacio?
—¡Es que quiero tocarte joder! —quedé congelado en mi sitio— ¿Sabes lo difícil que es para mí todo esto? —soltó sin querer y guardó silencio apartando la vista.
Parecía tan aterrado de haber dicho eso que me quitó el aliento. ¿Qué tan difícil será para él toda esta situación?
Lo que para mí era nuevo, para él había sido una tortura todo este tiempo y eso me hizo recapacitar lo que Matt debía estar sintiendo.
Al fin de cuentas quieres tocar y ser tocado por quien amas ¿No? Y yo estaba hechizado por este rubio sin duda. No sé cómo Matt se siente con esto ya que parece más abrumado que feliz, pero yo estoy muy emocionado y nervioso también.
A pesar de que es repentino y en el fondo de mi mente algo me dice "esto es extraño" todavía, siento paz si es con él, algo real y electrizante hacia Matthew.
Ensimismado en mis pensamientos mi cuerpo se movió por sí solo y ya había tomado la nuca de Matt, jalado su cuerpo hasta el mío y besado sus esquistos labios.
—Frank ¿Qué...? —murmuró entre besos.
—Me gustas Matthew —admití sin miedo, adueñándome del beso autoritariamente.
—¿De verdad? —inquirió llevando ambas manos a mi cuerpo y tocándolo muy lentamente.
—Es lo más real que he sentido jamás. Créeme esta vez. —susurré al recordar las muchas veces que le dije que me gustaba nuestra primer noche juntos.
—No es fácil. —lo oí murmurar antes de morder mi labio sin piedad.
Seguía ansioso por lo que sucedería, pero pensé "Que pase lo que tenga que pasar y al diablo. Quiero todo de este rubio malhumorado."
Su ropa estorbaba y comenzamos a deshacernos de ella. Matthew levantó sus brazos y la tela de su holgada camiseta enmarcó su delgado cuerpo mientras se la quitaba y no pude sacarle los ojos de encima.
Me gustaban sus gestos algo avergonzados, altaneros y orgullosos, al igual que los momentos donde tomaba iniciativa y mordía mis labios, acariciando mi piel con ansias y moviéndose espléndidamente.
Terminamos ambos casi sin nada, yo únicamente con la toalla y el su bóxer, a lo que me incliné sutilmente sobre él incitándolo a recostarse sobre la cama.
Su cuerpo lleno de pequeños lunares, agitación y esos sectores rojos donde lo mordí lo hacían verse endemoniadamente apetecible. Llevó ambos brazos a su rostro para cubrirlo y eso dejó su pecho a mí disposición.
Aunque fuese un chico una idea cruzó por mi mente, no supe si Matt lo odiaría o no, pero quería intentarlo: deslicé ambos brazos bajo su torso, levanté su cuerpo varios centímetros y mordí su pezón, cosa que hizo temblar a Matthew y soltó un pequeño quejido.
—¿Q-Qué crees que estás... —cubrió su boca cuando succioné en el mismo sitio y mordisqueé con algo de violencia.
—Si lo odias tanto golpéame —manifesté y tiró con fuerza de mi cabello—, eso no cuenta como golpear.
—Lo sé... —susurró— mmg ah... —mordió sus labios y sentí su erección crecer debajo de mí.
Fue extraño, era la primera vez que experimentaba algo así... Por lo menos conciente del todo.
—Sin duda debo redimirme por nuestra anterior noche —me miró furtivamente—, eso no es digno ni de que lo recuerdes como nuestra primera vez juntos.
—Tú no lo recuerdas ¿Cierto? —habló con la respiración agitada.
—Solo algunas partes... —admití y se encogió un poco en su sitio.
Me erguí, con una de mis manos en su pecho, su sexo frente al mío y mi respiración irregular.
—Seguramente di asco en el estado catastrófico en el que estaba... —me incliné lentamente, acercándome peligrosamente a su pierna derecha y podía percibir su nerviosismo
Su cuerpo era extrañamente erótico.
—Pero te compensaré. —besé la parte interna de su pierna, ya que las tenía justo frente a mi rostro y sentí que tomaba mi cabello con fuerza.
—Esto... Ah... Si quieres podemos... Ir lento —sugirió y sonreí con sorna.
—Ya es tarde para eso ¿No crees? —le indiqué con la mirada mi entrepierna y se levantó sobre sus codos para verme, asombrándose por lo duro que estaba en ese momento.
—Oh... Vaya. —humedeció sus labios por impuso y solté un jadeo.
—Eres putamente sexual Matthew, ¿Por qué no me mostraste esto antes? —le recriminé y antes que pudiese quejarse lo besé, fue tan intenso que bajé instintivamente mi mano hasta mi toalla y tiré de ella liberando mi erección.
En ese momento su miembro presionado contra su ropa interior pulsó y entre besos él también bajó su bóxer. Mi curiosidad incrementó y abrí mis ojos, separándome un poco de él y observando su cuerpo entero.
—Me he metalizado e incluso intentado imaginar esta situación desde que comenzaste a gustarme, pero... —vi su miembro latente y húmedo con presemen tocando el mío— Viéndolo en persona es muy distinto, sin importar cuán lindo seas sigues siendo un hombre por completo.
Subí mis ojos a su rostro y parecía más que inhibido, era como tristeza, pánico y estrés; todo en su precioso rostro agitado. Hasta que apartó la vista y de nuevo sentí que quería ocultar sus emociones detrás de esa expresión altanera y sarcástica.
—Jodidos heterosexuales —se quejó—, estaba claro desde un principio que era así, perdón por no tener pechos y vagina entonces —ironizó molesto, pero en realidad solo estaba dolido.
—Aprende a escucharme hasta el final —ordené prepotente y tomé su miembro sin previo aviso, cosa que lo hizo sentarse de repente.
—No hagas... —besé sus sarcásticos labios y sonreí sobre ellos.
—Solo dije que es diferente, extraño y nuevo... Se siente como el primer día de clases. —bromeé con cariño y tomé su rostro con mi mano libre—. Pero sin duda despiertas toda mi curiosidad y no me desagrada.
—Sabes que la curiosidad es pasajera ¿No? —su insegurid y orgullo eran tan grandes como innecesarios, pero así lo amaba.
—¿Pasajera? Llevo diez años intrigado por ti —articulé con obviedad—. Tienes un hermoso cuerpo Matthew —bajé la mano de su rostro hacia ese botón rozado en su pecho, mientras uní su erección a la mía y comencé a acariciar ambos al mismo tiempo.
—Es desesperante... —jadeó, bajó una de sus manos hasta nuestros miembros y mientras aumentaba la velocidad en ambos mi vientre se contraía.
—Ah... Joder... Esto es bueno —admití cerca de su oído, oyendo sus gemidos reprimidos y viendo su fino cabello cayendo en su rostro.
Minutos después ambos estábamos al límite, jalé del cabello de su nuca y él tomó con fuerza mi rostro, acercándome a sus labios y sintiendo su respiración dificultosa antes de besarnos con ferocidad.
En ese instante ambos nos corrimos, manchando nuestro pecho y experimentando esos espasmos de placer, seguidos por esa liviandad y liberación.
Bajé la mirada hacia nuestros cuerpos y fue una visión nueva, pero cautivadora sin lugar a dudas. Matthew era más erótico de lo que jamás hubiera pensado.
Se separó un poco de mí agitado y lo atraje de su cintura.
—¿Siempre fuiste tan sexy? —pregunté y me miró con su rostro completamente rojo, pero aparentando enojo.
—No me pone tu palabrería barata —siseó y me incliné hasta su clavícula, probando más de su delgado cuerpo.
Jadeó en mi oído y enrredó sus fríos dedos en mi cabello, apretando con fuerza mientras yo subía mis besos hasta sus labios.
Con su mano en mi hombro me separó de él nuevamente, tomó una de sus camisetas a un lado de la cama y me limpió, seguido hizo lo mismo con su pecho y se dejó caer en la cama nuevamente.
Mi toque en su muslo lo hizo mirarme fijamente y de cierto modo inquieto.
—No te exijas tanto —masculló con recelo.
—¿Crees que me obligo a mí mismo a hacer esto? Por todos los cielos. —Apretó los labios.
—¿Tú quieres continuar? —preguntó y asentí seriamente— Entonces... hagámoslo hasta el final —sacó de una familiar y extraña caja debajo de su cama un pequeño pote de lubricante.
—Siempre creí que ahí guardabas dinero, armas o algo turbio ya que tiene contraseña y no dejabas que la tocara —recapacité con diversión y Matt me asesinó con sus ojos.
—No hagas que me arrepienta de darle una oportunidad a la idiotez hecha hombre.
—Espero que nunca te arrepientas de elegirme —dije con anhelo y su boca se abrió un poco.
Despejó su mente apartando la mirada y procedió a querer prepararse él mismo. Le quité el frasco con una mano y con la otra lo empujé desde su pecho, para que se recostara nuevamente.
—No te hagas el dominante conmigo. —Apretó mi muñeca y mordí mi labio, vaya que era interesante este rubio.
—No me hago, lo soy. —Ejercí más fuerza y sonreí con suficiencia, viendo su sexo expuesto a mí y lo notó, empalideciendo su ya blanco rostro.
—N-No hey, es decir, yo puedo solo. —intentó detenerme lleno de inseguridad.
—Yo quiero. —no le quedó más opción que rendirse ante mi pedido.
—Es solo que no sabes cómo es tener sexo con otro sujeto. —manifestó.
«¿Y él sí? Mi posesividad quería saber pero mi poca hipocresía no me permitía preguntar. Tuve más sexo que una puta del viejo Oeste, no tenía derecho a estar celoso. Pero decirlo y hacerlo son dos cosas diferentes»
Noté en su mirada que me ensimismé y sonreí al volver al planeta tierra.
—Pero sí he tenido sexo de este tipo con mujeres —me coloqué mucho lubricante en mis dedos y con la mirada atenta en su parte baja lentamente comencé a rozar su entrada.
—Pero... de todos modos es, ah —se tensó un poco cuando introduje uno de mis dedos y segundos después el otro, haciendo leves movimientos para expandir ese pequeño sector.
—Eres tan orgulloso —susurré al ver como contenía sus gemidos y jadeos. Verlo luchar contra sí mismo era muy lascivo y este lado de Matthew me ponía demasiado.
Su quijada estaba apretada, con sus cejas algo fruncidas, sus dientes aprisionando esos finos labios y todo el cuerpo rígido. Su rostro algo inquieto, avergonzado y excitado me hizo experimentar un escalofrío de placer.
—Relájate —añadí al ver sus ojos con más claridad—, pareces muy preocupado.
—E-Es que no será lo mismo ésto a lo que hacías con mujeres, cuando le haces algo así a un hombre... —dijo con dificultad— Es muy diferente.
—¿Por qué? Es la misma parte del cuerp... —no pude terminar la oración que todos los músculos de Matthew se contrajeron, aprisionando mis dedos, cuando toqué un interesante lugar en su interior.
Con que a ésto se refería.
—Oh no... —se quejó apretando los ojos cuando no detuve mis movimientos.
Sus manos tomaron la almohada donde estaba apoyado y su boca se abrió soltando un jadeo de placer y asombro.
Eso había sido lo más extraño y excitante que jamás experimenté, definitivamente me encantó ver su rostro y cuerpo así... y quería más.
Aumenté la velocidad dentro de él, cada vez más rápido, rozando y presionando ese lugar para darle más placer. Los movimientos y gestos de Matthew eran suficientes para que mi erección pulzara fuertemente y yo quisiera sentir lo que era estar dentro de él en lugar de mis dedos.
Minutos después abrí lentamente mis dedos, para corroborar si mi miembro entraría, cosa que no parecía muy probable.
—Vamos ya hazlo, no seas cobarde Wolff —me desafió, parecía estar igual de consumido por el placer que yo y eso me provocó un jadeo.
—Bien —me incliné en busca de un condón dentro de la caja de Matt, pero me detuve, despertando la curiosidad del rubio—. Oye, me preguntaba...
—¿Qué quieres? —inquirió atento.
—¿Podemos hacerlo así? Es decir, no tenemos enfermedades, ni riesgo de embarazos o cosas así...
—Vaya, tu nivel de promiscuidad ha rebasado tus propios límites, esta no me la esperaba —ironizó con diversión y una media sonrisa.
—Nunca lo hice sin condón, ni siquiera una vez, es algo que se interiorizó mucho en mí y no podía evitarlo... Pero contigo... quiero sentirte completamente —deslicé uno de mis dedos por el costado de su cadera, percibiendo como se erizaba su pálida piel—. Darte todas mis nuevas experiencias a ti, que seas el primero en todo de ahora en adelante.
Quedó estático frente a mis ojos, luego sus hombros se relajaron al igual que esos claros orbes los cuales se cerraron varios segundos mientras apretaba sus labios.
A veces no puedo descifrar lo que esta pensando o qué será lo que pasa por su mente, pero parecía bastante consternado.
Me miró nuevamente con mucha tranquilidad y... sonrió. Una sonrisa que juraría nunca vi en Matthew, todo su rostro parecía angelical y una descarga eléctrica atravesó mi pecho, quitándome el aliento unos segundos.
—Esta bien —habló con una tranquilidad que me heló los huesos—. Yo... —Humedeció sus labios y se armó de valor sin dejar de mirarme—. Quiero monopolizar tus primeras veces de ahora en adelante.
No creí que fuese a ser tan sincero de repente, pero adoré ese esporádico y mágico momento. Me incliné hacia sus labios, me rodeó con ambos brazos y sin borrar esa espectacular sonrisa me besó.
Primero lentamente, para subir y subir de intensidad. La fricción de ambos también aumentaba y alineé mi miembro delante de su entrada. En medio del roces y caricias comencé a ejercer presión viendo como apretaba un poco sus dientes.
Pov Matthew.
No podía pensar, era más que irreal, era jodidamente bueno. Era demasiado bueno como para pasarme a mí, pero estaba sucediendo.
Abría mis ojos esporádicamente para verlo, para comprobar que era real, aunque todo su peso sobre mí era bastante evidencia de que no era un sueño. Y lo reafirmé al sentir un dolor agudo en mi parte baja.
Apreté mis brazos alrededor de Frank y lo acerqué más a mí, mientras me miraras de ese modo, me besara y fuese real todo estaría bien.
Detuvo su intromisión y apoyó sus labios en mi mejilla sutilmente.
—No esperes que esté adivinando, dime cuando te lastimo, te lo dije, quiero que me digas todo lo que sientes de ahora en más, para poder cuidarte mejor —susurró tan seriamente que mi labio tembló.
Joder que dolía, aunque estaba siendo gentil ésto seguía doliendo, pero al mismo tiempo quería acostumbrarme rápido y así poder estar más cerca de él, que fuese más mío.
—Yo soy el que siempre esta cuidando tu puto trasero ah —me callé cuando presionó un poco con su cadera y mi espalda se curvó.
—Ahora yo cuidaré tu lindo trasero —bromeó haciéndome juntar mis cejas molesto, a lo que besó mi cuello tontamente, subiendo hasta mis labios y con una pícara sonrisa los besó repetidas veces, volviendo a intensificar la situación.
Una de sus manos estaba firme en mi cadera y la otra a un lado de mi rostro, recargando su peso, dejándome tocar a mi antojo toda la extensión de su cuerpo. Era majestuoso, ese dorado bronceado le daban un contraste especial a sus músculos tonificados y el calor que desprendía parecía quemar.
Todo en Frank quemaba, él siempre fue mi mundo y ahora ardía para mí. No pensaba apagarlo, quería quemarme completamente. Por primera vez deseé ver el mundo arder... Y arder con él.
—Solo quiero... Que continúes —susurré en su cuello antes de dejar un beso húmedo en él, acción que lo hizo gruñir.
—Oh vaya —se levantó sobre sus brazos y comenzó a aumentar el vaivén en su cadera, entrando cada vez más profundo en mí.
—Ahh... Joder —apreté mis ojos con fuerza y los malditos gemidos escapaban de mi boca.
Luego lo miré fijamente y me sentí bien, él se veía consumido por el deseo, sus ojos eran los de un animal y al mismo tiempo parecían tan atentos a mí. Eran míos. Realmente lo era.
Llevé mis dedos a su cuello y con el pulgar lo acaricié lentamente, presionando un poco fuerte cuando chocaba con fuerza contra mi piel.
Comenzó a adentrarse cada vez más y embestir profundamente, una y otra vez, creí que me desmayaría si el animal no baja un poco su intensidad.
—Duele —murmuré con mis ojos levemente húmedos, no pensaba llorar por algo así, no me lo iba a permitir.
En ese momento sus movimientos cambiaron, siendo más posesivo y a su vez gentil.
—Si hablas conmigo vamos a estar bien... Siempre —respondió entre besos desesperados.
Cada acción de él parecía inexplicable, como si quisiera consumirme, adueñarse de cada parte de mi cuerpo, de mis miradas, no me permitía ver o sentir otra cosa que no fuese a él.
No sabía que podía ser tan intenso sin la necesidad de ser brusco, la habilidad en la cama de Frank me volvía loco y mi lado posesivo salía a la luz también, acompañando cada uno de sus movimientos con los míos, mi cadera y mis brazos estaban en completa sincronía con los suyos. Bajé una mano a mi miembro y comencé a acariciarlo al notar que estaba punzante y muy húmedo.
Se inclinó nuevamente y retomó el apasionado beso de recién, empujando su cadera completamente y ahogando mi quejido al concentrarme en sus carnosos labios.
—Te amo Matthew. —mi corazón no solo se contrajo, sino que dolió. Literalmente se sentía parecido a cuando él me lo destrozaba, pero era cálido, como una presión agridulce que desconocía.
No sabía que los sentimientos mutuos podían ser incluso mas abrumadores que las emociones negativas o reprimidas. Me invadieron enormes ganas de romper en llanto, no quería hacerlo, no iba a hacerlo, pero en el fondo fue tan impactante y repentino que no pude siquiera respirar.
—¿Tú me amas? —inquirió al dar una estocada, salir casi completamente y volver a arremeter lentamente.
«Al diablo con esa pregunta Frank, te amo a tal punto que no recuerdo como vivía antes de conocerte, olvidé lo que se sentía al no estar enamorado de ti. Crecí amándote, viví amándote y joder que será así hasta el último día... siempre.»
—Agh... no hagas... Diablos... mnh —estaba perdiendo la cabeza con cada centímetro de su cuerpo sobre el mío y sus inesperados susurros a mí oído.
Levantó una de mis piernas, dándole mejor acceso a mí, sus tortuosas y placenteras embestidas aumentaron de velocidad y era tan bueno en esto que el dolor parecía desaparecer... o quizá esta vez al saber que soy correspondido mi cuerpo se siente más ligero, todo se volvió más soportable y satisfactorio.
—¿Te excita esto? —notó lo delirante que estaba por la excitación y apreté los ojos, intentando resistirme a su ego.
—Es ah... Putamente denigrante —mascullé. No estaba acostumbrado a estar expuesto y quería de algún modo protegerme de él.
¿Protegerme de la persona que siempre esta cuidándome? Era ilógico si lo pensaba, pero no estaba pensando, solo me sentía acorralado por todas mis emociones y la ferocidad que emanaba Frank wolff.
A pesar de mis esfuerzos por evadir sus ojos fue imposible, todo de mí le pertenecía ahora y aunque no estuviese familiarizado con ser correspondido Frank era mío también.
Atacó mi cuello con su lasciva boca y su fuerte mano apartó la mía de mi erección, haciéndose cargo de mi cuerpo enteramente. Solo me quedaba clavar mis dedos en su piel y dejar marcas por donde lo rozara, a esas alturas mis gemidos y los suyos resonaban en la pequeña habitación. Gracias a la luz de la tarde que se colaba por la ventana pude apreciar claramente lo erótico que era, pero estaba tan perdido en el calor de Frank que se nublaba mi vista.
—Dices que no quieres esta posición porque es vergonzosa, pero lo estás sintiendo tanto que parece que vas a derretirte Matt... —Mi cuerpo se contrajo— Joder, me fascina cuando me aprietas con desesperación.
—N-No hables. —Le pedí completamente rojo, era como si el calor de todo el infierno se concentrara en mi cara.
—Ahora admítelo —demandó altanero y prepotente—, quiero oír que lo disfrutas ¿Te gusta que esté haciendo un desastre dentro de ti? —mi piel se erizó nuevamente y mi boca se abrió en busca de aire, este chico iba a matarme— ¿Se siente tan bien? ¿Me amas?
—¡Sí! ¡Diablos, sí! —perdí la cabeza— Ah ahh mmh —esa afirmación fue suficiente para que su miembro vibrara dentro de mí y ver su rostro en completo éxtasis me llevó al clímax en segundos, sintiendo ese líquido familiar y cálido derramarse en mi pecho.
Frank me miró como si buscase una respuesta de mi parte y comprendí. No quería que saliese de mí todavía, lo abracé con fuerza y acerqué su lóbulo a mi mejilla.
—Oye Frank, estás en tu límite —moví mi pelvis hacia la suya, aumentando la profundidad— ¿No te gusta lo cálido que es dentro de mi cuerpo? —susurré provocativo—. Vamos, córrete para mí —musité a modo de órden y súplica a la vez.
Sus hombros se contrajeron, su fuerte y perfecta espalda se encorvó y sus desenfrenadas embestidas me quitaron el aire, abriendo mis ojos y sintiendo como se iban hacia atrás, al igual que mi cabeza sobre la almohada, seguido por sus últimas y potentes penetraciones antes de sentir mi interior repleto de su cálida esencia.
Su respiración irregular, las gotas de sudor y lo precioso que se veía en ese momento, lúcido y complacido al extremo, me dio una paz increíble.
Pensar que amar podía ser algo bueno fue nuevo para mí.
Pov Frank.
Esto es lo que se siente al terminar de tener sexo y solo... ser feliz recostado junto a esa persona especial. Es irreal saber que podía sentirme tan vivo y no lo tenía idea.
Me dediqué a mirar su rostro por varios minutos, del mismo modo que él me observaba. Ninguno decía nada, era como si bastara solo con estar uno frente al otro y semicubiertos por esa simple sábana blanca.
Quería apreciar y disfrutar lo tranquilo que me sentía en ese momento. Sin duda podría vivir así el resto de mis días y me bastaría para ser feliz solo con él viéndome, sonriéndome y desbordando lentamente sus emociones tan intensas.
Me sorprendí cuando acarició con cautela mi hombro, como delineando figuras sobre mi piel y ensimismado en sus propios pensamientos. Sonreí enormemente al ver lo lindo y adorable que se era deleitándose con algo tan pequeño como acariciarme suavemente con sus dedos.
Lo notó y alejó sus manos de mí con una mirada evasiva, provocando que mi entrecejo se frunciera y el rostro de Matthew quedara gélido, elevando ambas cejas.
—No hagas eso. —ordené y apretó sus labios.
—No sé que es lo que te gusta después del sexo. —Apretó sus manos y se encogió levemente, para luego mirarme lleno de orgullo— No seas un puto prepotente y si no quieres que te acaricie basta con que lo digas antes y con mejores mod... —lo tomé del rostro y besé sin aviso, antes de que siguiera sacando sus propias conclusiones.
—No es eso —lo acerqué por completo a mí, abrazándolo y hundiendo mi rostro en su cuello—. No quiero que te contengas, detesto que reprimas lo que sientes ahora que puedo verlo. Si quieres tocarme hazlo, si quieres decirme algo solo dilo y si no te agrada de alguna forma o te sientes asustado también puedes confiar en mí... además tus modales son un asco así que aprende tu primero a comunicarte mejor. —cuando terminé de hablar Matthew tomó aire y me rodeó con sus brazos algo reacio, para luego presionarme con fuerza.
—Es aterrador... —murmuró en mi cabello y retrocedí un poco para ver sus ojos—. No saber cómo actuar me abruma. Hasta entonces seguí un papel, ciertos patrones que perfeccioné durante años y ahora todo eso no sirve de nada —tomó aire entrecortado—. Temo arruinarlo, dar un paso en falso y reventar esta burbuja de felicidad.
Quedé en silencio descubriendo qué tan inseguro era Matthew con respecto a mí.
Él es un tipo muy fuerte, lo suficientemente egocéntrico y cobarde como para que nada le afecte profundamente, mantiene todo lejos de su corazón y siempre fue así.
Se abrió a los muchachos y a mí luego de años, pero este tiempo había retrocedido nuevamente. Y aunque mantuviese al mundo exterior lejos con su dura coraza de hostilidad cuando se trata de mí, como ahora, noto que tiene completo pánico.
—No estoy acostumbrado a que las cosas me salgan bien. Por lo menos no cuando se trata de ti.
Su cobardía lo daño mucho, pero en parte también fue mi culpa por invisibilizar sus verdaderos sentimientos sin darme cuenta durante años. Y que los dejara salir levemente, como ahora, era un gran avance, pero tomaría mucho tiempo también que Matthew fuese honesto conmigo y consigo mismo.
—Esta bien. Todo lo que quieras hacer esta bien —me miró sin entender—. No sé que te has dicho a ti mismo todo este tiempo, pero lo que sientes por mí esta bien Matthew.
Esas palabras tocaron sus miedos y percibí en esos claros ojos como había una batalla interna dentro de él.
—Porque mereces más de lo que crees, incluso mereces a alguien mejor que yo —besé su mejilla—, pero por favor confórmate conmigo. Déjame cuidarte. Te trataré bien y nunca me iré. —prometí besando con gentileza sus labios que retenían claramente sus ganas de quebrarse.
Se giró dándome la espalda y llevando ambas manos a su rostro.
«Joder que es un chico orgulloso y a la vez tan lindo que me desespera.»
Lo rodeé y pegué a mí, dejando pequeños besos en su hombro y nuca.
—Eres demasiado meloso, quítate. —movió su hombro echándome, pero lo conozco, solo no quería que viera lo avergonzado que estaba.
—Se que me quieres —bromeé.
—A diez metros y con un bozal, claro. —contraatacó con una sonrisa burlona sobre su hombro.
Me acomodé más cerca y respiré profundo en su cabello.
—Tu shampoo, ese aroma me recuerda a muchos buenos momentos: nuestro primer encuentro, las pijamadas, tardes donde me tiraba sobre ti, noches de insomnio, risas y adversidades que superamos desde siempre. Tu fragancia me encanta.
—Por eso siempre me olfateas como cachorro a cada rato —recapacitó y luego se encogió un poco—. Gisselle compraba esta marca importada cuando era niño —articuló en voz baja—, nunca sentí que me quisiera de verdad, pero disfrutaba los baños donde me acariciaba el cabello ¿Sabes? El olor a estas lociones sin importar cuanto quiera dejarlo atrás simplemente... No puedo odiarla.
No sé en qué momento dejó de hablarme del shampoo y comenzó a referirse a su madre, pero entendí. Siempre lo supe. Ellos no saben comunicarse, ambos son egoístas, orgullosos y se protegen a sí mismos.
Llevé mis dedos a su suave cabello y lo acaricié lentamente, viendo como por una vez se dejaba consentir por mí. Segundos después lo tomé de su hombro guiándolo sutilmente en mi dirección para que me enfrentara.
—Quiéramos o no admitirlo, al ser niños siempre buscamos la aprobación de nuestros padres, que nos entiendan y es frustrante cuando no lo hacen. Sus palabras nos marcan —acomodé un mechón rubio detrás de su oreja—, dicen cosas crueles y todo "con las mejores intenciones". Cosas que ellos no recuerdan y nosotros no podemos olvidar. Y tenemos que cargar con ello, con sus errores y sus aciertos... Somos como el conejillo de indias de los adultos, prueba y error —sonreí dulcemente—. Mi familia es muy numerosa y unida, por eso a la hora de pedir consejos, de apoyarse y lidiar con sus hijos tuvieron guías... En cambio Duncan y Gisselle no son así. No se llevaban bien entre ellos y tú quedaste en el fuego cruzado.
Apartó la vista e hizo una mueca, como siempre cada vez que sale el tema de su madre o la familia de ésta.
—No pudo conmigo, pero bien que se fue con su retrasado amante y su defectuoso hijo fruto de su infidelidad. Así es fácil partir y luego tirarlos como si fuesen basura, no merece siquiera que hable de ella contigo, bruja pedazo de... —lo interrumpí.
—Hago mal en disculparme en tu lugar cuando te excedes, así que deja de pasarte o me enfadaré de verdad. —bajó la mirada y se me derritió el corazón— Y... No te sientas así, porque no estás solo, cuando te deprimas así únicamente necesitas volteate y me hallarás mirándote.
—No es como si quisiera excederme tampoco.. —murmuró apenado pero hostil.
—Solo quiero que seas mejor porque sé que puedes serlo. En el fondo no te gusta herir a tus amigos y me encanta verlos a todos juntos —su mirada más apacible me dio a entender que estaba de acuerdo.
—Vaya que te gustan las personas extrañas, todo el grupo es un revoltijo de inadaptados, asociales, frikis, pasivos en extremo, bestias y alguno que otro un poco normal —estreché los ojos y sonrió con cierta ternura—. E incluso a una mala persona como yo le dieron un lugar —hizo un pequeño zigzag con la llena de sus dedos en mi pecho—. No los odio. De verdad no los odio para nada... —levantó sus ojos a los míos— Y detesto a casi todo el mundo.
—Aunque fueses la peor mierda y alejaras al mundo entero de ti —acaricié su mejilla— , yo me quedaré ¿Lo entiendes verdad? Te perseguiré siempre.
—¿Te das cuenta lo tenebroso que sonó eso verdad? Igual a algún relato sobre locos obsesivos que terminan hostigando a sus parejas en documentales —ironizó arrogante, dejando escapar una risa alegre y frotar sus ojos.
—Te encanta arruinarme el romanticismo ah, puto insensible —me quejé dándole leves golpes en el hombro.
—Puto tú —rió levemente y me miró extrañado—. Nunca fuiste así, un cursi empedernido, no sé que se te dio por hacerlo ahora. —Se quejó.
—Tú eres especial. Todo es nuevo para mí ahora —dije emocionado y ladeé mi rostro enternecido—. Estoy tan contento de haberte conocido, Matthew.
Se acercó de manera pausada y me besó, enredando sus dedos en mi cabello y levantándose un poco sobre su otro brazo, quedando la mitad superior de su cuerpo sobre mí.
—Tuviste suerte, lo sé —sonrió con sarcasmo y alegría a la vez.
En tan poco tiempo vi tantos gestos nuevos de Matthew, que creí que moriría de una sobrecarga. Pero estaba demasiado feliz como para permitirme morir, viviría para ver más de sus reacciones y escucharlo ser poco a poco más sincero conmigo.
Narrador omnisciente.
Luego de que ambos tomaran una ducha, limpiaran el desastre, se vistieran con ropa simple y bebieran un café tranquilos hablando de tamas triviales, se sentaron en el pequeño sillón. Estar juntos de ese modo era gratificante y muy sanador para ambos luego de tantos malos entendidos.
—Varios de mis amigos dejaron de hablarme hace días, ¿Será porque salgo con un chico ahora? Pero es ilógico si ésto es algo muy reciente —comentó Frank desanimado.
—Esos... —Los ojos de Matthew delataban que algo sabía— Esos amigos, ¿Por casualidad eran de un mal ambiente o tenían relaciones con drogas?
—Em... Sí. Puede ser —contestó encogiéndose de hombros y viendo intrigado hacia Matt.
—Podría ser, que por accidente diese a entender que estás trabajando en el FBI con mi padre y cualquier hijo de puta que te ofreciera droga acabaría arruinado, tal vez. —Le informó tocando con falsa inocencia la punta de sus dedos.
—¡Matt!
—¡Es tu culpa por dejar que metieran drogas en tu trago! —exclamó— Creí que te habías intoxicado a conciencia porque estabas triste, cuando me dijiste lo que pasó ya había esparcido ese rumor.
—Ohh... ya veo, estabas muy preocupado. —sonrió con calidez y abrazó a Matt sobre sus hombros.
—Cállate. —respondió devolviéndole el abrazo.
—Ya hablé de eso con Zac sobre eso. —Lo tranquilizó—. Uno de sus amigos puso las pastillas y él quiso que yo no siguiera bebiendo por eso.
—Ese chiquillo no es alguien con quien deberías juntarte, no te conviene estar cerca de él. —Le reprochó.
—¿Y? —manifestó con normalidad—. Es un buen chico, todo estará bien —pensó el castaño y el menor lo apartó de su cuerpo.
—Su padre es peligroso.
—Eso nunca me impidió ser amigo de Kilian, Zac es interesante también, parece sentirse muy solo. Además, hace tiempo no lo veo ¿Qué estará haciendo?
—¡Entonces ve a tomar alcohol con droga junto al mocoso mafioso y listo! Lo peor que podría pasar es que te maten, nada inusual... Imbécil. —Definitivamente su lado frívolo no pensaba cambiar.
A Matthew no le molesta que Frank sea exageradamente social, pero se alerta siempre que el demuestra verdadero cariño hacia extraños. Desconfía de cada nuevo amigo que hacían y hasta no confirmar que no va a ser perjudicial o dañar a Frank o a alguno de su "familia" no dejaba de preocuparse. Es la persona más desconfiada que el castaño conocía. Pero era su forma de proteger a sus preciados amigos, de ese modo no se acercaban malas personas a ese sólido grupo de amigos.
—No es como si fuese a invitarlo a nuestro grupo, solo lo veo de vez en cuando y me gusta saber que esta bien, nada más. —quiso esclarecer la situación y pareció empeorar al ver los fríos ojos de Matt.
—Iré de compras, muévete —buscó sus llaves, caminó hasta la puerta y así salió.
«Si no es por nuestra familia, entonces...» pensó Frank
—Esta celoso ¿Verdad? —murmuró para sí mismo despeinado su cabello.
Minutos después Matthew regresó más tranquilo y con varios aperitivos, haciendo sonreír a Frank.
—No estoy enojado —avisó el menor extendiéndole unos chocolates al castaño.
—Pues no lo parece, las princesas de Disney hacían menos drama —bromeó Frank recibiendo sus golosinas en el rostro.
—¡Ya! A veces no sé cómo reaccionar, pero me calmé yo solo ¡Algo es algo!
—Eso era lo segundo que iba a decir antes de que tiraras esto en mi linda cara. —Le guiñó un ojo y abrió los chocolates.
—Y... Este... —rascó con excesiva fuerza su brazo e hizo sonar su cuello, haciendo tiempo ya que no quería decir lo siguiente—. Trataré de no enfadarme por tu idiotez, que patético —masculló casi rechinando sus dientes.
—Casi te perdono, bésame y olvidaré tu mal humor. —Le sonrió como niño haciendo una travesura y Matthew rodó los ojos.
—Cachorro mimado —susurró antes de unir sus finos labios a la deliciosa boca del castaño.
Seguido el móvil del rubio sonó y contestó una llamada. Miró a Frank elevando una ceja y luego de contestar varios "Sí" y "Ajam" colgó.
—Vamos, ya es tarde así que apúrate. —Lo invitó sorpresivamente a algún lugar.
Frank lo siguió más que alegre, ésto no pasaba nada seguido cuando se trataba de Matt y creyó que era una de sus divertidas y emocionantes misiones.
Luego de bajarse de la motocicleta de Duncan, la cual tenía Matthew, notó que estacionaron cerca de su anterior casa. Es decir, donde vivían sus padres y ahora estaba toda la familia que vino invitada a la cancelada boda de ayer. Había tantos autos y camionetas que Matthew tuvo que aparcar su vehículo a una calle de distancia.
—¿Qué es esto? —inquirió el mayor.
—Tu madre me llamó, preguntó si estabas conmigo y dijo que quedate en que iríamos a un esa reunión familiar improvisada que hicieron, ya que todos los que vinieron a la boda como tu hermano y el resto de tus parientes se irían mañana —levantó una ceja— ¿No quedaste en venir?
—E-Esto... No, en realidad no le he contestado el móvil a ninguno —sonrió algo nervioso haciendo dudar a Matt.
—Pero te encantan estas porquerías llenas de gente y desorden.
—S-Sí me gusta ver a mis parientes y más a josh. Pero están todos aquí ¿Lo entiendes verdad? Acabamos de empezar lo nuestro y si entro ahora contigo entonces... —el corazón de Matt se detuvo unos segundos y tragó en seco.
—Entiendo que te de vergüenza que sepan que sales con un chico. Tu madre me habló con normalidad también, por lo que supongo nadie lo sospecha. Solo no les digas y ya, es más... —Le sonrió—. Yo volveré a mi casa y tú diviértete.
—No me entendiste —tomó a Matthew de ambas mejillas—, estoy muy feliz de estar contigo, acabamos de empezar y no quiero que te abrumes y me dejes, me abandonarás si el primer día lanzo a la boca de los lobos.
Vio todavía esa expresión de desconfianza en Matthew y suspiró.
—Eres muy inseguro, te elegí definitivamente como pareja, así que ten algo de autoestima.
—Oh sí, viendo a tu ex noto lo bien que eliges.
—¡Hey! Eres tan injusto. —reprochó infantilmente.
—Oye... —comentó al fin—. No me gusta que te pierdas momentos como éste por mí. Es molesto.
«Es un hecho lo inseguro que es Matthew, por lo que no podía enojarme o pedirle que tuviese confianza como si eso fuese a pasar por arte de magia únicamente porque yo se lo dijera. Entonces...» pensó Frank.
—Al diablo. Ni se te ocurra atreverte a dejarme luego de esto porque te mataré. Si tantas ganas tienes de que te presente con toda mi familia ahora es tu problema y carga con las consecuencias. No te podré proteger de sus idioteces, así que no me odies, no te canses y por todos los cielos no mueras.
Así mismo tomó la mano del rubio y abrió sin previo aviso la puerta de la casa, generando un estrepitoso ruido.
—¡Buenas! —todos lo miraron sonrientes y sorprendidos— ¡Salgo con Matthew, gente! —les informó a todos por igual y se formó un enorme silencio— ¿Estamos saliendo verdad? —lo miró al darse cuenta que no se lo había preguntado.
—¡Ja, jotos! —se rió el tío alegre y levantó su cerveza con una sonrisa, seguido por todo el ruido que de repente se escuchó, uno tras otro acercándose a la pareja y hablando al mismo tiempo. Caos.
—Tú te callas viejo borracho. —contestó Frank riendo.
Pero como era de esperarse todos estaban animados, alegres, sorprendidos pero muy felices.
Una avalancha de primos y hermanos arrastró a Matthew, haciendo que soltase a Frank y éste como si de la guerra se tratase se vio a sí mismo como esposa afligida despidiéndose de su marido soldado en el muelle.
—Dios vaya contigo cielo, muah. —Le lanzó un beso, con falsas lágrimas y agitando un pañuelo que encontró por ahí.
—¡Cállate, ridículo! —no se contuvo el enrojecido Matthew.
El primo más corpulento de Frank, Genaro, abrazó a Matt por los hombros, que parecía pequeño al lado de semejante sujeto.
—¿Es una broma de aquél inútil o de verdad están saliendo eh? —preguntó cerca del oído del rubio.
—Es cierto. —afirmó con una expresión de incomodidad.
—¡Joder! No puedo creerlo, debe ser como Ricky Martin que se cansó de las mujeres —bromeó y recibió un golpe por parte de una de su hermana.
—No seas ignorante hazme el favor Genaro —replicó ella.
Uno a uno aturdían a los jóvenes con preguntas, dudas y una que otra broma. A lo que Matthew se limitó a mirarlos algo aturdido y responder con monosílabas esporádicamente.
Hasta que apareció la mamá de Frank en su rescate y tomando su brazo lo alejó de todo el alboroto.
—¿Estás bien cariño? Hicimos mucha comida, espero que te quedes a cenar —dijo con ese tono maternal que tanto desconcertaba a Matthew cuando iba a la casa de Frank.
—Es... Sí, claro —afirmó con una sonrisa algo forzada por la situación.
—No te le acerques tanto a ese porque ayer te llamó "coneja" —vociferó Frank haciendo empalidecer al rubio, que se compuso segundos después.
—No sé de qué esta hablando. —Se defendió Matthew fingiendo sorpresa.
—¿Coneja? —preguntó Lauren, mamá de Frank.
—No lo escuche señora Wolff, no le llega sangre al cerebro muy seguido —continuó el rubio mientras Frank le sonreía con suficiencia.
—Además se la pasa peleando a tu hijo preferido. Si fuera tú ni lo abrazo ma —continuaba Frank hostigando a Matt.
—Pero... —Lauren vio como todos comentaban sobre su hijo y su amigo y enarcó una ceja— ¿De qué me perdí?
—Oh cierto que estabas preparando los aperitivos con el tío Jack, resulta que salgo con Matthew —informó Frank sin precauciones ni preocupaciones, mostrando su encantadora sonrisa.
—¿Qué? —ella estaba muy sorprendida y miró a Matthew, el cual parecía que iba a sufrir un ataque de pánico bajo la mirada de esa buena mujer.
—Y ayer dijo que le gusto —continuó orgulloso el castaño y Josh lo saludó con una sonrisa que decía "ajá, con que es así eh" y le dió la mano alegre.
—¡Frank ya cierra el hocico! —estalló Matthew y toda la familia Wolff estaba riendo y hablando a la vez.
—¿Son.. novios ahora? —articuló Lauren preocupada.
—Ajam, te lo están diciendo mamá ¿Quieres un dibujito gráfico? —ironizó Josh socarrón.
—¿No pudiste buscar algo mejor? —inquirió ella.
—¡Mamá! No seas tan —interrumpió a Frank y tomó a Matthew por los hombros.
—Shh, cállate que yo le estaba preguntando a Matthew. —miró al rubio y peinó su cabello— ¿Qué te hizo mi promiscuo hijo? ¿Te sedujo para que cayeras por él, verdad? Ay cielo, pobrecito el chico que le tocó a mi dulce Matthew. —Ella lo abrazó y Steve, el padre de Frank se le unió.
—Pobre chico, Dios lo bendiga mucho. —Le acarició el cabello y tanto afecto estaba superando los límites de tolerancia del rubio, pero en vez de enojarse como siempre hacía, comenzó a reír por lo bajo.
Toda su vida temió a como sus amigos, Frank y la familia de éste pudiesen reaccionar al increíble amor y atracción que sentía por el salvaje castaño. Y que lo hicieran de este modo era todo lo opuesto a sus pesimistas hipótesis.
Frank en medio del desastre tomó la mano de Matt y lo jaló hacia sí.
—No le gusta mucho el contacto físico. —les informó acomodando la ropa del rubio y sacudiéndolo un poco.
—Oh es cierto —recordó Lauren e hizo un gesto de "Ups".
—Esta bien, no me molesta —habló Matthew sorpresivamente.
Se llevaron a Frank para mostrarle unas fotos del viaje se egresados de una de sus primas que estaba muy emocionada contando sobre ello y Matthew respiró profundo, viendo lo parecidos y a su vez diferentes que eran todos dentro de esa casa.
La familia de Frank era increíble, había todo tipo de personalidades, edades, gustos, metas y físicos, pero todos compartían esa chispa Wolff, incluso los parientes políticos se veían muy familiarizados con el ambiente del lugar.
Matthew con una postura realmente altanera se sentó en una silla, estiró su espalda como si nada le importase y humedeció sus labios.
—Oye ¿El amor saca lo erógeno en ti o es el sexo? —siseó Aza juguetón, amaba irritar al rubio.
—¿Qué putas dices, Azael? —masculló Matthew fastidiado.
Azael se sentó sutilmente sobre las piernas de Matthew y Caleb lo abrazó por detrás de la silla, levantando su rostro en su dirección, regalándole a su hermano el cuello de Matthew y a él su rostro.
—Que te ves muy lindo el día de hoy Matilda de mi corazón, ahora eres nuestro ¿Cuñado? Pero... ¿No sería mejor divertirte con nosotros?
Aza divisó unos chupetones en el cuello de Matt y se sorprendió, creía que era una broma lo de él y su hermano, pero al verlo pensó que tal vez iba en serio.
—Nuestro hermanito mayor estuvo divirtiéndose... —habló, ambos atraparon a Matthew en sus juegos.
Eran dos divertidos demonios que les encantaba molestar, siempre creando disturbios leves, escabulléndose, metiéndose y escapando de problemas y dándole diversión a todo lo que los rodea.
Pero sobre todo amaban molestar a los amigos de sus hermanos.
—Dos son mejor que uno, ven a juguetear con tus nuevos hermanitos menores —sonrieron con maldad al ver el enojo en la cara de Matthew, sabían que en cualquier momento los golpearía, como siempre.
En cambio llegó Frank y con dos movimientos los alejó de Matthew, para luego tomarlo de la cintura y el rostro, examinando que los idiotas de sus hermanos no le hubiesen hecho ninguna jugada a su rubio.
—No vuelvan a tocar así a Matt —ordenó prácticamente en un gruñido y ambos altaneros jóvenes se encogieron en su sitio.
Solo bromeaban, les gustaba intimidar y coquetear falsamente, pero jamás iban por alguien en serio, solo querían tomarles el pelo.
Y no entendían la nueva actitud posesiva de Frank, ya que su hermano mayor jamás fue así con nada y era extraño.
—Estábamos jugando... —Se defendió vagamente Caleb.
—No vengas a quitarnos a Maty ahora, es el que más se enoja cuando nos pegamos a él. —La voz caprichosa de Aza le siguió.
—Consíganse su propia persona especial para eso, porque Matthew es mío —afirmó y los dos comprendieron que iba en serio.
Segundos después, igual que dos cachorros, se alegraron y saltaron sobre su hermano mayor.
—Hasta que conseguiste a alguien especial. —Empezaron a empujarlo y el enojo inicial de Frank se esfumó, uniéndose a la pelea con sus dos hermanos.
—Es un chico pero no pasa nada, sigue siendo aceptable ya que nos agrada —añadió el otro y Matthew se asombró al escucharlo.
—Cállense escorias. —A lo que Matthew cruzado de brazos y Gastón, otro de los hermanos que acomodaba sus lentes, los miraron en medio de su forcejeo, puñetazos y llaves, con una expresión que decía firmemente "Bestias".
Ambos se vieron entre sí con pesar y volvieron a ver despectivamente a los especímenes en el suelo luchando.
Una de las primas de Frank vio la escena e invitó a Matthew a escapar de el desastre, éste la siguió ya que el griterío y desorden no eran de su agrado y cuando llegaron a la cocina había muchas chicas. Todas las primas y hermanas de Frank le habían tendido una trampa.
—Y pensar que tenías esto bien escondido eh Matthew —siseó Ambar con cara de detective—. A ver, a ver, ¿Desde cuándo salen juntos?
—¿Tenían un amorío? —preguntó sobre ésta Megan.
—¿Fue algo del momento o hace años? —siguió Denis, una prima.
—¿Tú lo abrazas a él o él a ti? —añadió Ambar nuevamente.
—¿Abrazar? —repitió el rubio.
—Quién le, ejem... —Hizo la seña con sus dedos— a quién. —Guiñó su ojo y el joven estrechó los suyos.
—No es como si les fuera a contar mi vida solo porque son familiares de Frank. —les informó tajante Matthew y todas pusieron ojos desilusionados y tristes, muy parecidos a los de Frank cuando quería mucho algo. Eso ablandó un poco a Matthew, dejando salir un suspiro.
—No te queríamos molestar, es que Frank es un idiota, pero lo queremos mucho... Por eso nos dio mucha curiosidad saber de quién se había enamorado finalmente. —susurró Amber.
—Siendo que hace menos de 24 horas dejó a su ex en el altar —dijo Valery, otra prima.
—Más al saber que era un chico —prosiguió Denis.
—Sobre todo porque eras tú —finalizó Megan.
—No fui su amante —aclaró Matthew finamente—, él terminaba y volvía con aquella sociopata cada vez que la intentaba dejar.
—Nunca nos dijo nada de su relación con ella, solo evadía el tema —recapacitó Amber, la hermana de Frank.
—Peleaban y luego ella lo manipulaba para volver. Pero no la engañó, por lo menos no conmigo, hasta donde supe cuando discutí con Frank y no lo vi varias semanas también dejó de hablar con ella y estaba histérica por el abandono.
—Dejó de hablar con casi todos esas semanas, iba a la universidad, recogía animalitos que encontraba y luego volvía a salir de fiestas en fiestas —corrigió Megan, la hermana mayor—. Estábamos tan preocupados... Pero vaya, pensar que todo se resolvió me da mucho alivio.
—¿Sí verdad? —opinó Valery.
—Sabía que todo se arreglaría —siguió Amber.
«El optimismo, la idiotez y seguir siempre para adelante al parecer es algo genérico. ¿El eslogan de la familia será?» pensó Matthew con una disimulada sonrisa.
—Dejen al chico en paz. —la intromisión de alguien en la cocina hizo a todos ver en esa dirección.
—Lo van a espantar —esas graves voces hicieron presencia junto a los imponentes cuerpos de Josh y su padre Steve a su lado.
—Pensar que pervertiste a mi dulce y virgen hermano, oh Dios —bromeó Josh, le guiñó un ojo altivo y coqueto, disfrutando como Matt rodaba los suyos.
—Tú también —se quejó Steve ante Josh y le regaló una enorme sonrisa al rubio—. Con Josh ya nos curamos con eso de "salir con quien sea siempre que me guste" así que no esperes que te juzguemos, solo cuida a mi muchacho. Puede ser algo torpe, pero es mi orgullo y su corazón es tan grande como su lado salvaje. —Revolvió el cabello de Matthew y éste se incomodó, como siempre que la familia Wolff lo consentían.
—Eso intento —contestó procurando no ponerse nervioso y mucho menos decir nada de mala forma, ya que Steve era demasiados buena persona con él.
En general toda la familia Wolff despertaban el lado amable de Matthew por el simple hecho de parecerse a su amado Frank.
—¿Y nosotros no somos tu orgullo eh? —Se quejó Josh, seguido por las hermanas de Frank y los gemelos que aparecieron de repente.
—¿Quiénes eran ustedes? —fingió no conocerlos— Yo solo tengo a Sally, Orian y Frank, el resto son de su madre —bromeó recibiendo quejidos y réplicas por parte de toda la manada, incluso los primos se metieron en la boba discusión.
Llegó el turno de las tías y tíos que rodearon a Matthew luego de incitarlo a ir al salón, lo miraban y habalaran entre sí como si éste no estuviese en el centro de toda la atención.
—Vaya, parece antipático pero tiene un rostro hermoso —codeó una tía a la otra.
—Me parece demasiado flacucho —el tío con su jarra de cerveza miró a Matt—. Oye escuálido ¿Tú comes bien no? ¡Seguro el tragador compulsivo de Frank no le deja nada para comer! —divagaba el hombre haciendo reír a los demás adultos.
Los niños entraron corriendo y la mayoría ni se detuvo en Matthew, a ellos solo les importaba jugar. Pero un pequeño adolescente sí estaba interesado.
—Hola —lo saludó alegre Ori— ¿Frank y tú... De verdad son...?
—Batman, exacto —ironizó el mayor y el menor hizo un puchero, trayéndole a la memoria como era Hunter en su adolescencia y haciéndolo soltar un "Eahg".
—¿Te sientes bien?
—Solo me acordé de un tonto e inútil amigo, pero ya se me pasó la náusea. —el pequeño Orian no reconocía para nada el sarcasmo y sonrió.
—Y... Solo quiero saber... Si... —Matt movió su mano indicándole que se apresurara— ¡Si vendrías a comer a casa! T-Te quería invitar a merendar. —concluyó con nerviosismo el lindo chico.
—¿Eh? —el desconcierto era innegable por parte del mayor.
—Es que... Hace mucho tiempo no te veía y sería lindo q-que vinieses más seguido. —Se animó a decir rápidamente.
—Este... Bien... Es decir, da igual —se encogió de hombros y el pequeño sonrió dulcemente muy alegre por la noticia.
—¡Deja de presumir! —le gritó su hermana menor, Sally y éste avergonzado se fue a protestarle.
El rubio agotado escapó finalmente al patio y ahí se encontró con Frank.
—Te tardaste. —Le sonrió.
—Sabías que huiría eh. —Frank hizo un sonido con la garganta a modo de afirmación.
—Conocías a mi familia, pero no lo intensa que puede ser cuando esta toda reunida y más si sabían que salgo contigo.
—¿Porque soy hombre?
—En parte, también por la conmoción y más que nada porque ellos siempre sintieron curiosidad por tu personalidad tan singular y son como... como...
—Animalitos curiosos olfateando, jalando y jugueteando con el nuevo de la manada. Sí, lo noté, ni te gastes en explicarlo.
—¿No estás enojado? Porque quería evitarte el estrés, te iba a traer una vez mis primos, tías, abuelos y fastidiosos sobrinos se hubiesen ido. —Rascó su nuca.
—Para nada... Son una bola de insoportables, pero nada comparado contigo cuando pierdes en la play, así que puedo acostumbrarme a ellos ocasionalmente. —Frank instintivamente rodeó a Matthew de la cintura y lo abrazó con fuerza.
—No quiero compartirte con nadie Matthew, ni con ellos ¿Sueno extraño no? —sonrió sobre los labios de Matthew y éste llevando ambas manos al rostro de Frank lo acercó a sí, besando sus labios.
—Así me gustas. —sonrió con honestidad y al bajar de su nube de romanticismo notaron que había completo silencio, seguido de eso vieron a a través de la gran puerta de vidrio a todos callados y atentos mirándolos.
—¡Son hermosos la jodida madre que me parió! —gritó la tía mayor de Frank, la cual recibió una mirada asesina por parte de la abuela de éste.
—¡A poner la mesa, ya esta la comida! —informó el tío Jack y los más pequeños fueron en busca de la vajilla.
El resto de la noche transcurrió entre bebidas, risas, bailes, anécdotas familiares vergonzosas que jamás deberían salir a la luz, pero nunca falta el pariente que le encanta contar de "la vez en la que a Megan le vino la regla por primera vez y entre llantos buscó unas flores, las sujetó en su pecho y se tiró al piso creyendo que se iba a morir."
Finalmente ya pasadas las tres de la madrugada ambos jóvenes se despidieron de la multitud y regresaron al departamento de Matthew.
—No creo que haya paparazzis a esta hora en tu departamento, si quieres puedes ir. —le sugirió Matthew sabiendo que Frank diría que no.
—Oh bien, iré a casa entonces —le dió un corto beso en los labios y lo dejó frente a la puerta de su casa, de pié y sin poder creerlo.
Así permaneció varios minutos hasta que cayó en cuenta de que Frank de verdad se había ido. Bajó los dos escales y se paró en medio de la vereda, viendo hacia la nada.
—Ese idiota... —mordió la parte interna de sus labios y suspiró— quería que se quedara.
Antes de retomar su postura hacia la puerta escuchó pasos corriendo hacia él y luego todo el peso del cuerpo de Frank chocó contra el de Matthew.
—¿Puedo molestarte un poco más? —preguntó el mayor y el corazón del menor no paraba de latir—. Me prometí darte más espacio para que asimilaras nuestra relación ya que recién empezamos y te cuestan los cambios repentinos. Pero quiero dormir contigo hoy ¿Es posible?
Jodidamente impredecible era ese castaño que tanto amaba y enloquecía a Matthew.
—Bien... —tomó la mano de Frank y entró así a la casa.
«Quédate, siempre» pensó Matt al mirarlo a los ojos y el mayor sonrió complacido, como si hubiese leído entre líneas las pupilas del rubio.
Ambos se deshicieron de la ropa y simplemente se acostaron como antes, aunque nada era como antes y ellos lo sabían, sus cuerpos lo sabían y las caricias, miradas y sentimientos que compartían ahora delataban el gran cambio en su relación.
—Descansa Matthew —susurró Frank.
—Hoy al fin podré dormir tranquilo —bostezó sin pensar Matt y se giró hacia la pared.
Seguido tomó la mano de Frank y la colocó en su estómago, retrocediendo hacia atrás y acortando cualquier distancia.
Frank lo miró asombrado y notó, apesar de la muy poca luz, las orejas enrojecidas de su rubio.
—Te esforzaste mucho hoy... Eres increíble —musitó el castaño rindiéndose ante el sueño y apretando a ese delgado y precioso cuerpo entre sus brazos.
¿Cuándo te das cuenta que amas genuinamente a una persona? Muchos dirán que lo descubren al perderlo, otros en el primer instante que sus miradas se cruzaron, otros al pasar los años.
Pero Frank Wolff creía que te das cuenta en momentos, en esas pequñas y sutiles señales, como en ese instante, cuando antes de cerrar sus ojos miró a su pareja dormir junto a él.
Con solo sentir su espalda contra su pecho subiendo y bajando con esa respiración tranquila y pacífica, esa paz y ese dulce aroma creyó que no podía haber un amor más grande que el que sentía por aquél muchacho.
Sin notarlo perdió el sueño valorando cada parte de Matthew, atesorando cada uno de sus pequeños gestos al dormir, sus leves movimientos cuando acariciaba su hombro.
Y si eso no era amor, nada podría serlo, amaba incluso verlo en silencio mientras Matthew no lo veía. Creía que antes miraba mucho a Matthew buscando su sonrisa, pero en realidad solo amaba ver a Matthew, sus ojos se acostumbraron a seguir a ese chico.
Y Frank podía leer de estas cosas, podía escuchar canciones románticas o escuchar con cierta incertidumbre a los demás hablar de "amor", pero verdaderamente lo entiendes cuando te pasa a ti. Ahí le encuentras el sentido a las canciones, los poemas y las cursis novelas de ese género, solo ahí comprendes.
Y por primera vez Frank experimentaba en carne propia lo que era ese mar de sentimientos, esforzándose cada uno en mejorar sus defectos y seguir adelante, juntos.
Y así transcurrirían los días de ese desigual par: el espontáneo y valiente Frank enseñándole al cobarde de Matthew a no huir de sus sentimientos. Y el malhumorado joven enseñándole a amar al ex mujeriego, que ya no sentía ese vacío en su pecho.
¡Buenas, amores!
No les dije nada del extra para que fuese sorpresa... pura maldad y amor, sale mi lado SM cuando escribo xd jajaja.
LOS AMO, SIEMPRE VAN A SER PERSONITAS ÚNICAS PARA MÍ Y NO SE DAN UNA IDEA DE LO BIEN QUE ME HACEN CON SU EXISTENCIA DEL OTRO LADO DE LA PANTALLA ♥ BYE.
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