Capítulo 21.
Pov Frank.
Desperté y lo que me hizo hacerlo fue un importante dolor de cabeza. Recordaba partes de la noche anterior, precisamente cuando Zac no quería que bebiese ese último trago. Ahora me percataba del porqué.
Ya que al instante de tomar me sentí físicamente liviano y desinhibido, por lo que supongo algo fuerte tenía la bebida. Fue tonto de mi parte no notarlo antes, pero ahora no había nada que hacer y esto contaría como una experiencia más... La cual jamás quería repetir por el malestar que sentí al día siguiente.
Me removí intentando orientarme y saber dónde estaba. Cuando al fin abrí mejor los ojos y acostumbré mi vista un escalofrío recorrió mi ser al ver a la persona junto a mí.
«¿Matthew?» pensé más que aturdido.
No se veía bien, sus ojos algo hinchados estaban rojos del mismo modo que sus mejillas y nariz, sin duda había llorado anoche.
«¿Matthew llorando? Algo muy malo había sucedido entonces.»
Me levanté moviéndome hacia atrás lentamente, alejándome de su cuerpo profundamente dormido y eso me hizo ver todo el panorama, su excesivamente blanca piel estaba roja en varios sectores, esos lugares donde reconocí mordidas y moretones, ese tipo de marcas que quedan luego de una intensa noche de sexo.
Mi rostro palideció mientras intentaba recordar lo anterior, era obvio que habíamos tenido sexo, eso me dejó gélido. Pero era innegable, podía ver los condones a nuestro alrededor, la ropa, el olor de su piel y su perfume impregnandos en cada parte de mí y... las marcas en Matt, sobre todo dos grandes cardenales a los costados de su cadera.
Ya de pié creí que me caería por la sacudida que sintió mi cuerpo, hubiese pensado en matar a Zac luego por meter porquerías a mi alcohol si no fuese porque mi mente estaba tan abrumada pensando únicamente en Matt. «¿Cómo terminamos así? ¿Por qué él lo haría conmigo si odió un simple beso la vez pasada?»
Luego del beso Matthew me rechazó varias semanas, no quería verme, no contestó mis llamadas ni me recibió en su casa durante días y días interminables. Caminé hasta el baño tomando mi cabeza y presionando mis ojos de a momentos, necesitaba recordar todo.
Entonces: fui a beber al iniciar la noche, luego comencé a deprimirme porque extrañaba a Matthew, Tao dijo algo sobre mí y el rubio, que yo no lo conocía de verdad y él era más cercano a Matt... eso simplemente me enfureció. «Lo golpeé, cierto, ja, lo siento...» Zac se interpuso entre ambos, salí del bar pensando en ver a Matt, solo quería verlo, lo extrañaba y yo...
—No puede ser cierto, Santo cielo, no puede ser verdad. —sollocé al recordarme a mí mismo irrumpiendo en la casa de mi amigo sin permiso.
Náuseas invadieron todo mi estómago y devolví lo que sea que hubiera ingerido anoche dentro del lavabo, luego me recompuse un poco y de nuevo los pensamientos sobre haberle hecho algo terrible a mi amigo me inundaron
Debía estar equivocado, era imposible, no había manera de que yo lastimase de esa forma a alguien que quería tanto, no podía...
"Seguro la puta con la que te revuelcas terminará igual que yo, usada y violada por ti." Recordar las palabras de Angie me dejaron sin aire y me sujeté del lavamanos, poniéndome me cuchillas.
—No puede ser, nunca debí haber venido, esto es lo peor, lo peor que pude haber hecho en toda mi vida. Dios por favor —Sentí un vuelco en mí estómago y me erguí como pude para vomitar en el lavamanos donde mis propias manos seguían fijas a sus costados.
Mi mente se lleno de imágenes de la noche anterior, Matt diciéndome que debía detenerme, sus ojos llorosos, su cuerpo temblando y adolorido, su rostro húmedo por sus lágrimas, yo apartando sus brazos de su rostro para encontrarme con una expresión destruida de su parte, estaba sufriendo realmente.
—Oh no... —Había roto a Matthew. Había dañado a la persona más importante para mí, mi tan querido amigo y el primer ser humano por el cual sentía tantas cosas...
Solo quería que supiera todo lo que sentía por él, esperaba que me aceptara y con todo mi ser deseaba que me correspondiera, pero ¿Esos sentimientos cálidos me llevaron a hacerle algo así? No podía ser verdad, pero a diferencia de lo sucedido con Angie, ahora no había ni una duda, lo era. Esta vez recordaba su rostro lloroso debajo de mí, su orgullosa mirada clavada en mis ojos y esa... profunda tristeza.
«¿Por qué no me detuve? ¿Por qué hice eso? ¿Qué estaba mal en mi mente para hacer ese tipo de cosas inhumanas?» Quería morir al repensarlo una y otra vez.
Limpié mi boca con agua del grifo y seguido mi rostro, en ese momento me percate que mi cara ya estaba mojada antes, no sabría decir cuándo había comenzado a llorar, pero no podía parar, me rompí por completo.
No conseguía calmarme, jamás, bajo ningún punto podía soportar hacerle algo así a Matt y me sentí enfermo. Fue tanto el ardor y el poco aire que entraba a mis pulmones que me inqué de nuevo y solo me quedé ahí, sinceramente esperando un milagro... o morir. Ambas eran aceptables para mí ahora, ya que no sabía como hacer para detener lo malo en mí, eso que me hacía hacer este tipo de cosas horrendas.
—Me odio. —«¿Qué haré? ¿Qué se hace en estos momentos? ¿Qué hace la gente cuando la situación es tan inmensamente mala que no ven más allá? ¿Qué hacemos cuando no sabemos ni siquiera como llegamos a esto?»
«¿Qué hacemos cuando no hay nada más que hacer?»
Pov Matthew.
Desperté por el ruido en el baño.
Al encontrarme solo en la cama era obvio que Frank estaba allí dentro y por lo que oí vomitando, a juzgar por lo que vi anoche era de esperarse.
No quería enfrentarlo, pero ¿Huir de nuevo?, ¿igual que siempre? Bueno, sonaba razonable. Pero por alguna razón no quería hacerlo, porque en el fondo de mí, muy oculto, las palabras que Frank repitió anoche una y otra vez seguían sonando.
"Me gustas", "Estoy enamorado de ti", "¿No te gusto ni siquiera un poco?". No tengo fe en nada ni en nadie, menos en lo dicho por un borracho, pero una parte dentro de mí quería creerle a él, aferrarse a esa mínima posibilidad de ser correspondido.
Quería ser feliz. Feliz con él.
Era un pensamiento estúpido y lo sabía, a pesar de eso no podía evitar que esa ínfima parte de mí, la que lo amaba excesivamente, esa parte cursi y enfermiza que quería ser mejor persona, que anhelaba ser amado por él, ese vergonzoso y muy pequeño sector dentro de mi alma que era tan débil, que se sometía a su sonrisa y no quería enséñale a nadie, esa parte creía creer en Frank y sus palabras.
Por otra parte estaba aterrado, no quería verlo, no quería mirar sus ojos lúcidos y oscuros, no podía imaginar lo que diría o cómo reaccionaría. Todo era una enorme apuesta y yo estaba del lado perdedor sin duda, no era posible que estuviera de acuerdo con lo que pasó. Escaló de besar a un chico para confirmar su heterosexualidad, a ser abusado por uno mientras estaba borracho, en menos de un mes.
Sentí mis manos sudar por los nervios y mi estómago encogerse, experimentaba ese nerviosismo que no se puede calamar y se siente debajo de la piel como un fuerte calor subiendo.
Me senté en la cama y de forma instantánea una punzada atravesó mi cadera, escapando un quejido de mis labios y apretando mis puños. «Eso me pasa por hacerme el pasivo experimentado y follador furioso anoche.» pensé despectivo hacia mí, sujetando el puente de mi nariz con dos dedos.
—Hijo de perra —susurré.
Me levanté y el dolor se intensificó, «Putos pasivos, jodido Frank y su puta forma endemoniada de follar.» Aunque debía admitirlo, fue una increíble, electrizante y abrumadora experiencia... a pesar de estar algo intoxicado era un experto y se desenvolvía como si hubiese nacido para el sexo.
Ahora comprendía a las miles de chicas que pasaron por Frank. ¿Cómo no enamorarse de él? Cuando tocaba mi piel lo hacía como si yo fuese lo más importante en su mundo, como si quisiera hacerme sentir bien de todas las formas existentes, ¿Así fue siempre con todas? Sus besos eran salvajes e imparables, mordiendo, succionando y estirando los míos con violencia. Del mismo modo por momentos sus labios solo rozaban con los míos, como si no quisiese herirme jamás, como si fuese un niño dando su primer beso, dulce y cálido. Y sus ojos, joder, ellos me miraban como si... Como si me amara realmente.
Con la mente llena de él caminé hasta la puerta semiabierta del baño, pero antes de abrirla o siquiera llegar a tocarla lo oí, claramente podía oírlo, Frank estaba sollozando y murmurando cosas que paralizaban mis huesos.
—No puede ser, nunca debí haber venido, esto es lo peor, lo peor que pude haber hecho en toda mi vida. Dios por favor —Tragué con mucha dificultad y petrificado como me encontraba lo miré por el filo de la puerta.
Estaba inclinado sobre sí, con un brazo sobre el lavamanos y el otro en su rostro. En ese momento creí morir, lo que observaba me ardía: su rostro reflejaba desesperación, tristeza y mucha repulsión. Algo moría dentro de su mirada, algo lo aterraba y encogía su corazón.
Esto es lo que conseguí al no poder controlar mis emociones, era el resultado del caos que yo mismo había causado, era la última pieza de dominó que venían cayendo todos estos años, presencié como se avecinaba el desastre y no pude impedirlo.
Nunca vi esa expresión tan quebranta en la preciosa cara de mi amado amigo... y yo acaba de causarla. Odiaba a Angie por hacerlo sufrir y yo había hecho algo todavía peor, era peor que ella, sin duda merecía la medalla del ser más despreciable y ruin que jamás existió.
Lo traicioné. Estaba acostumbrado a no cumplir mis propias metas, mis promesas, a fallarme a mí mismo y a todos a mi alrededor, a no ser suficiente... Pero él siempre me hizo sentir que podía hacerlo, Frank era más que alguien especial y di todo de mí para no lastimarlo o traicionar su confianza todos estos años con mi tormenta de emociones... Y finalmente fallé.
—Me odio. —Al oir eso cerré los ojos varios segundos.
Me alejé de la puerta y como si fuese automático me puse algo de ropa, tome el móvil, las llaves y le escribí una nota que dejé sobre la mesa de luz.
Y de nuevo, para sorpresa de nadie, huí.
Narrador omnisciente.
Frank pasó mucho tiempo dentro de ese pequeño baño, se metió dentro de la ducha y encendió el agua solo para sentir algo, sus sentidos estaban adormilados por el shock. Quería limpiar todo lo malo que creía que había hecho, pero obviamente eso no era posible.
Húmedo y goteando agua por su cabello, piel y tonificado cuerpo se tambaleó desanimado hasta la puerta, respiró profundamente y la abrió esperando encontrarse a Matt. Incluso e esa circunstancias no quería huir, uso lo que le quedaba de valor para abrir sus ojos y... Nada. Matthew se había ido.
Tomó una toallas que encontró en una silla sin entender dónde estaba su amigo y sin ganas se secó con ella, le costaba mover cada parte de su cuerpo por el malestar físico y mental que le generaba estar tan consumido por la culpa y tristeza.
Solo pensaba ¿Si quizá era un enfermo que cuando bebía lastimaba a las mujeres y no lo recordaba? ¿Y si se lo hizo a varias ya? Todo eso comenzó a atormentarlo, ahora más que nunca, porque él no podía soportar esa idea.
Encontró ese trozo de papel que su amigo escribió para él diciendo "Cierra cuando salgas." Luego de leerla tuvo que sentarse en la cama, apoyó sus codos sobre sus rodillas y tomó su cabeza con ambas manos.
Estaba claro que Matthew estaba evitándolo por haberlo forzado el día anterior, o eso pensaba, ambos estaban malinterpretando la situación. Pero desde el punto de vista de cada uno era lo suficientemente claro: "le hice daño". Eso creían.
Matthew no tenía la valentía para ver la cara de Frank luego de haber abusado de su ebriedad y encima oírlo decir "¿Qué hice?; Me odio." Con tanta tristeza y arrepentimiento. Mientras Frank no sabía ni como sentirse después de haber abusado de su tan preciado e importante amigo... su persona especial.
Mientras los dos llenaban sus mentes de pensamientos equivocados, un atractivo oriental despertaba gracias a una llamada en su celular.
—No tengo tu número registrado y no voy a cambiar de empresa móvil si eso queires. —soltó sin ganas. Odiaba levantarse temprano, como la mayoría.
—Que cortante eres hoy... —El pelinegro sintió esa voz algo familiar—. Soy Zac, el chico de anoche.
—Oh no, no sé quién mierda te dió mi número pero bórralo mocoso. —soltó sin ánimos de nada, despeinado su cabello liso, que nuevamente cayó en su rostro.
—E-Espera, es... Esto, yo quería contratarte, eso es todo. —dijo un poco nervioso el menor y Tao soltó un "Ja".
—Soy un mercenario, digo, detective —se corrigió con ironía— pero no una niñera cariño, llama a alguna guardería y ya —soltó sarcástico y el chico no rió para nada.
—No juegues conmigo.
—Créeme, jamás jugaría con un mocoso como tú.. pero apostaría mí riñón a que mueres porque juegue contigo ¿O me equivoco? —susurró esto último de forma altanera y el corazón del menor al otro lado de la línea se aceleró.
La noche anterior habían tenido un no muy fortuito encuentro y la situación se había ido un poco de sus manos, pero ese era un tema a tratar después, ya que Tao recibió otra llamada.
—Oye tú, alguien más llama, pensaré tu oferta y luego quizá hablamos. —No le dió tiempo a responder que colgó para contestarle a alguien inesperado.
«Vaya sorpresa» pensó el mayor.
—Que extraño que llamaras, siento que se me aceleró el pulso —bromeó divertido—. Pero ya que lo hiciste... —Oyó el timbre y se acercó a la puerta suspirando— ¡Voy! —gritó alejando el móvil de su boca— Juro que si es otro creyente voy a pegar una foto de Hitler en la puerta a ver si siguen jodiendo —dijo para sí mismo y acercó nuevamente el móvil a su oído—. Como decía, tengo información para ti sobre la prometid... —Se calló enseguida al abrir la puerta y ver a Matt ahí, con su rostro inclinado levemente y una mirada perdida.
—¿Puedo pasar? —articuló como si fuese un cadáver viviente.
Lentamente Tao bajó el aparato móvil, con su mirada atónita y la boca semiabierta le cedió espacio para entrar a su casa, todo mirando hacia la nada y sin decir palabra.
Cuando reaccionó miró el delgado cuerpo del rubio dirigirse hasta el sillón y recostarse en él.
—Mala noche eh... —cerró la puerta y siguió a su amigo.
Se sentó en el apoyabrazos y antes de tocar un mechón de cabello de Matt, vio los pequeños círculos morados en su cuello, percibió un perfume diferente al usual de su amigo, seguido examinó su cuerpo y el rostro sin vida de éste.
—¿Qué... Qué hiciste rubio? —éste levantó la cabeza con pesadez y sus hinchados ojos se cerraron cuando sonrió de una forma arrasadora.
—Solo... Quería ser un poco feliz ¿Sabes? —dijo, pero era más una confesión en voz alta, una súplica... O simplemente un chico herido en todo su esplendor.
—Demonios. —El mayor se sentó junto a éste y lo abrazó. No había mucho que pudiera hacer o decir, menos tan de repente, ni siquiera entendía cómo había terminado así su rubio favorito, pero sin duda Frank y su amor unilateral tenían algo que ver.
Eso le hizo apretar la quijada, estaba enojado y a su vez no, era frustrante en realidad. Siempre supo que éste día llegaría, el principio del fin para el dañino amor de Matthew.
Pasó un tiempo y Matthew despertó nuevamente, estaba en el sillón de Tao cubierto por una manta y junto a él su amigo que había encendido el televisor y puesto algo solo para distraerse, hasta que vio al menor abrir los ojos.
—Risitos de oro, te hubiese llevado a mi cama como en el cuento original, pero con contenido adulto y mejorado. —Le guiñó un ojo pero Matt no cambió su tenebrosa mirada—. Wow, esto es peor de lo que pensé.
—No debí haber venido, eres muy ruidoso cuando yo no hablo. —contestó al fin Matt.
—No te me pongas loco y agresivo tan temprano eh. —Lo amenazó—. Pero era sabido, te lo dije siempre cabeza hueca "Amar de forma unilateral es para cobardes y masoquistas" solo obtendrás finales trágicos. —insistió sin más y Matthew estrechó levemente los ojos.
—¿Sabes qué es peor que eso? No sentir nada —lo desafió—, no atreverse a amar a nadie. Estar vacío y creer que eso es paz. No es paz, es conformismo, miedo y debilidad. Porque aunque era infeliz en ocasiones, créeme que los momentos de felicidad con él lo valían, compensaban todo lo demás. Y eso es algo que alguien como tú no se atreve a sentir. Porque soy cobarde, pero también lo suficientemente fuerte como para soportarlo.
—¿Por cuanto tiempo podrás soportar eh? Te lo he dicho, somos parecidos y sé que estás al límite. Es más, tu apariencia manifiesta que los excediste hace 24 horas.
—Parecidos, pero no iguales como verás, porque yo exceso mis límites, tú te alejas de ellos. Puede que sea verdad y como ahora ves solo termine destruido por esto, pero tú estás tan vacío que necesitas ver como me rompo en pedazos, para así aunque sea sentir algo. —Sus fríos orbes lo observaron—. Nunca creí conocer a alguien más cobarde que yo. —dicho esto último los ojos de Matt se cristalizaron, pero tragó cualquier rastro de las lágrimas que luchaban por derramarse y sonrió de nuevo.
Esa sonrisa cínica, fina y falsa que tan naturalmente se formaba en el rostro de Matthew cuando más destruido se sentía. Esa sonrisa le causó escalofríos hasta al mismísimo Tao.
—Eres... Aterrador. —admitió acariciando cerca de la nuca de Matt. Éste chico era demasiado complicado, pero lo quería demasiado, era alguien muy importante para el oriental.
Siempre negó lo que sintió por Astrid ya que ella amaba a alguien más, luego negó lo que sentía por Matthew por ese mismo motivo y parecía estar maldito, enamorándose de personas astutas, independientes y con sus corazones ocupados por alguien más.
Uno miente hasta que la mentira se convierte en verdad, hasta que cree sus propios engaños, hasta llegar a ese punto donde el corazón se prohíbe sentir. Y así era Tao. Así se había vuelto ese complicado y a su vez simple hombre, no se permitía llegar a más que "gustar" de alguien, hasta simplemente matar tanto esos sentimientos que dejaban de existir, dejando solo una fuerte amistad en su lugar.
Matthew se inclinó un poco y apoyó su rostro en las piernas de Tao, volviendo a recostarse. Eso trajo a la realidad nuevamente al oriental, donde el corazón de su preciado amigo estaba muriendo lentamente dentro de su pecho.
¿Qué podemos hacer cuando un amigo sufre por amor? ¿Cómo sanarlo? ¿Cómo parar sus lágrimas? O en este caso su forzada sonrisa.
La frustración e impotencia que se siente es difícil de sobrellevar cuando hieren a alguien que queremos. Pero nada podía hacer en ese mismo instante, solo estar ahí para Matthew.
Comenzó a acariciar su cabello y ver esos claros orbes cerrarse cada vez más tiempo.
—¿Ves por qué no juego con personas como tú? —comentó Tao a modo de reflexión— No puedo calmarte o hacerte feliz cuando estás roto... Los corazones ocupados no se dejan reparar por cualquier amigo. —sonrió con resignación, ya estaba acostumbrado a ello—. Pero retiro lo dicho antes, no me agrada para nada ver como te despedazas Matthew.
—Todavía sigo aquí... —El orgullo del menor no le permitía que nadie sintiese compasión por él, eso era insoportable para Matt—. Estoy algo roto pero no he muerto, me reiré y sonreiré hasta mi último aliento, para que el puto destino vea que no ha podido conmigo, que sigo vivo...
—Estar vivo no es forzarte sonreír, a ser fuerte o amar más tu orgullo que tu bienestar, eres un caso muy grave chico. —sonrió el mayor y el menor bufó sin ánimos.
—Esto es lo más débil que puedo soportar ser... —«O mostrarle a alguien.» pensó. Para luego recordar la forma patética en la que se quebró cuando casi muere Frank, seguido pensar esa enorme exposición de emociones que dejó ver a Frank la noche anterior mientras tenían sexo.
Su orgullo no le permitía admitir que con Frank era todo diferente, que ese intrépido hombre era el único que había visto sus lados más frágiles y ocultos. No podía resistirse a él y le constaba. Pero la carga de no mostrar sus sentimientos le hacía más daño que bien, y eso era algo que el rubio no comprendía... o se negaba a admitir.
—A mí... —Tao bajó al menor de esa burbuja de abrumadores pensamientos— Me gustaría mucho que fueses libre rubio, tu apellido es la ironía más grande que he visto. —sus manos presionaban más y con algo de impotencia la piel de Matt, piel llena de evidencias de la noche anterior. Se inclinó y besó su frente, sin saber como reparar a su importante amigo
Matthew simplemente no tenía ganas de discutir, ni de resistirse al contacto o la bondad de Tao. Estaba tan abatido y cansado que ni su orgullo quería resistirse a las buenas intenciones de sus amigos.
—Siendo sincero tienes razón... Admito que soy muy cobarde —rió, quería que Matt viera que él también mostraría algo que no le gustaba de sí mismo y así el orgullo de Matthew no se sintiera pisoteado por la situación, ya que después de todo ellos eran iguales de muchas maneras—. Me aterra caer por alguien, no creo ser tan fuerte como tú.
—¿Es tan malo, para alguien retorcido como nosotros, querer ser feliz como el resto? —eso dejó sin respuesta al mayor, ambos eran parecidos y sobre todas las desgracias no habían tenido suerte en el amor.
—¿Ser feliz? Bueno. De hecho me pregunté muchas veces eso en el pasado. Luego de un tiempo te resignas, solo... Sigues adelante como estás, roto o no, completo o no, feliz o no, solo sigues.
Al pasar las horas Matt se sentó, sintiendo dolor en varias partes del cuerpo, seguido atentamente por la mirada de Tao.
—Préstame tu ducha, quiero asearme. —Lo demandó más que pedirlo, pero Tao ya lo conocía y sonrió moviendo su mano en señal de aprobación.
El tiempo transcurrió lento mientras el oriental preparaba café y buscaba algo para comer, aunque era obvio que Matt no tendría ánimos de comer.
Su móvil sonó y nuevamente contestó, pero esta vez reconoció el número.
—Engendro, que insistente. —puntualizó Tao.
—¡Oye! ¿Tanto te cuesta decime Zac? Z-a-c—deletreó—. Y tú dijiste que luego hablaríamos sobre el trabajo... —reprochó infantil.
—¿No captas las indirectas? ¿Ese típico "no nos llame, lo llamaremos"? —negó con la cabeza mientras por el otro lado de la línea Zac estaba más que enojado.
—¡Y yo soy el infantil! —gimoteó.
—Oye, usé esta toalla, pero préstame algo de ropa. —La voz de Matthew se escuchó incluso por el móvil.
—E-Estás... —El suave todo de voz de Zac salió aún más sutil al percatarse que Tao no estaba solo, no solo eso, ese alguien se estaba duchando en su casa.
—Ajam, ocupado —suspiró—. Cosas de adultos niño, solo ríndete .—Sin lástima colgó y fue en busca de ropa para su compañero.
—Bien... Gracias, supongo. —dijo Matt de forma cansada todavía, no había forma de devolverle la vida a ese pálido rostro.
Iba a hacer una broma o algún comentario por escuchar a Matt decir "gracias", pero no era el momento y solo sonrió.
—No hay de qué. —Tao chasqueó la lengua y sonrió al recordar algo— ¿Recuerdas la información que te comenté horas atrás? —Matt asintió—, sobre la prometida de Frank. —Los músculos del menor se tensaron, seguido abrió los ojos interés y molestia—. Estoy seguro, sin lugar a dudas, que fue ella abusada Matthew.
Ya que tenía el capítulo listo desde ayer decidí subirlo apenas fuese miércoles (? Jajaja quedan pocos capítulos que emociónnnn♥
Saben que en mis redes doy todos los avisos y notas por si se preocupan por actualizaciones y ese tipo de cosas🎀
Los amo, gracias por su apoyo y su paciencia amores🐑
Bai♥
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro