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Capítulo 13.

Pov Matthew.

—Iré ahora. —comentó Frank colgando la llamada— Es Ambar, no entendí bien que le pasó pero quería que la ayudara con algo.

—Oh bien, por un momento pensé que era Angie diciendo que estaba embarazada o algo telenovelesco —bromeé e hizo una expresión de rechazo, negación y risa.

—Deja tus jueguitos, eso sería muy estúpido, siempre me cuido cuando tengo sexo, sino sería papá de media cuidad. —sonrió pícaro cerca de mi rostro e hice una mueca de asco.

—Le haces un favor al mundo. —siseé con malicia y suspiró.

—Con amigos como tú no necesito enemigos viejo —añadió acercando mi móvil a la mesita junto a la cama—. Si te sientes mal, decaído o solo quieres hablar no dudes y llámame.

—Ajam.

—En serio, llámame, siempre vendré por ti. —finalizó elevando la voz en la puerta de entrada y seguido la oí cerrarse.

—Lo sé, eres como un fiel y bobo cachorro. —pensé en alto al estirarme sobre la cama.

Me sentía mejor que ayer, pero no estaba recuperado por completo, me dolía la garganta, tenía tos y los síntomas típicos de mi resfriado. Pero no estaba tan débil gracias a comer y descansar, por lo que me cubrí con la manta y me senté frente al ordenador.

No era lo mejor para mi dolor de cabeza, pero me molestaba más estar sin hacer nada.

—Veamos... —así comencé la eterna y tortuosa búsqueda del lugar, comencé por las fotos donde etiquetaron a Frank o él mismo subía a sus redes en esa época, no tengo una fecha determinada del acontecimiento por lo que esto va a ser putamente difícil, pero no iba a dejarlo así, necesitaba encontrar pruebas. Y a Frank.

Mi móvil sonó y tosí antes de contestar la llamada.

—«Cariño» —bromeó y por alguna razón hice una mueca de diversión.

—No estoy para tus juegos Tao.

—«Me tienes de secretaria y encima te quejas... oye, tu voz suena decaída.»

—Estoy resfriado otra vez. Ahora ve al punto que me duele la cabeza.

—«Frank estuvo ahí ¿Verdad

—Ajam.

—«El niñito colorado tiene miedo de cuidarte desde que lo hiciste llorar» —reí y luego aclaré mi garganta—. «No sé si querrás el trabajo estando enfermo, es un hombre que quiere saber si su amada mujer le es infiel.»

—Dámelo, de todos modos trabajar me despeja un poco. —amo mi trabajo, la idiotez y maldad de las personas me da dinero fácil.

—Iré a verte en estos días —rodé los ojos—, puedo incluso ver una imagen mental de ti haciendo una mueca de fastidio, que predecible.

—Jódete. —antes de colgar lo oí reírse y negué con la cabeza.

Pov Frank.

Llegué a la casa de mi hermana Ambar, va, la casa que renta con su novio y la encontré en la puerta. Quedé espantado cuando vi su rostro con un hematoma y su labio roto.

—¡Qué diablos? —me calló con su mano.

—Necesito que lo salves, por favor Frank. —suplicó tomando mi mano y llevándome dentro.

—¿A quién? ¿Qué pasó? —no entendía nada.

Me acercó hasta una mesa donde había sangre y en medio una bolita blanca.

—Gustavo lo atropelló, lo lastimó mucho y no sé que hacer, no tengo dinero para el veterinario. —sollozó triste.

—No soy veterinario Am, no puedo hacer algo así.

—Por favor. Eres en el único que pensé, siempre nos salvas, aunque sea tu hermana mayor siempre estás salvándonos... perdón por ser tan inútil.

No es inútil para nada, de niño me ayudó siempre con las tareas, es una chica inteligente y divertida, enamoradiza y reboltosa. Trabaja de peluquera y maquilladora, le gustan los animales y siempre esta al tanto de la farándula. Tiene un buen físico como la mayoría de los Wolff y muy independiente.

—No te pongas pesimista... —la miré y fruncí mis cejas— Esto no explica tu cara. Dímelo ahora. —ordené tajante.

Ella respiró hondo y pude sentir su incomodidad y vergüenza.

—Él... —apreté la mandíbula deseando que no fuese lo que estaba pensando— cuando chocó a la gatita estábamos discutiendo porque todavía se habla con su ex, lo obligué a detenerse para auxiliar al animal pero eso lo enfureció, cuando quise entrar me dijo que no iba a ensuciar su hermoso auto con sangre del gato, le grité que se fuera al diablo él y su puto auto de segunda, que me iría caminando. Salió del vehículo y quiso que tirara a la pequeñita, me tomó con fuera el brazo y lo empujé cuando me la intentó arrebatar... ahí enloqueció —la vi secarse las lagrimas con sus mangas y la ira me estaba consumiendo.

Respiré profundo e intenté calmarme y oír su historia.

—Llegamos a casa y fue peor... Gus no es violento, es decir, solemos discutir mucho, gritar y cosas de ese tipo, pero nunca me hizo algo así, quizá no debí empujarlo, pero eso no explica por qué al llegar aquí él... —vi como un escalofrío recorría su cuerpo y me congelé, apretó su brazo y me miró fijamente— solo quiero que la gatita se salve.

—Ambar... —mascullé con mis puños tan apretados que mis nudillos perdían su color.

El maullido agonizante del pequeño animal me trajo nuevamente a la tierra. No ayudo a nadie que no sea de mi círculo de amigos o familia, me importa poco lo que le suceda a los demás, pero los animales y el abuso es algo que no tolero.

—La llevaré con un veterinario que conozco de la facultad, me haré cargo. —habia pagado el médico y medicamentos de Matthew sin aceptar su dinero, ahora por el estado del animalito no me sorprendería que tuvieran mínimo que hacerle radiografías y no son nada baratas, más los medicamentos y... diablos, estas semanas comeré sopa y arroz otra vez.

Tomé a la gatita y a pesar de tener un ojo fuera de su cuenca, sangre y síntomas de un prolapso me pareció bastante dócil y tierna.

—Esto no quedará así, no estés aquí cuando el imbécil regrese de trabajar, Ambar. Cuando terminen de curarla, si se salva, iré a casa de mamá y tienes que estar ahí o te buscaré yo mismo. Me debes una charla.

—No le digas a mamá y papá, menos a los demás. —me pidió avergonzada y estrujando sus mangas.

Arrugué mi nariz con desagrado y elevé una parte de mi labio, dejando ver lo apretados que tenía los dientes.

—Te creía inteligente. —solté indignado.

Caminé hasta la avenida y unas cuadras más hasta la casa de Chad, llamé al veterinario y aceptó que fuese a verlo, Chad me llevó a la clínica de dicho profesor y la gatita todavía respiraba.

Era muy pequeña y se veía mal, no sé si sobrevivirá realmente. Pero por todos los cielos que iba a intentarlo.

—¿Y doc.? —preguntó Chad preocupado.

—Bueno, no presenta ninguna herida interna grave, tuvo un desgarro aquí y por la fuerza sufrió un prolapso rectal... —miré la cara de Chad que decía "no use terminología veterinaria porque no sé nada de eso y solo voy a asentir para no quedar como idiota".

—Se el salio el ano para afuera, capuf —hice la mímica con mis manos— eso, fin. —solté, mi profesor negó con la cabeza y Chad se sorprendió.

—Diablos ¿Murió? —le di un empujón.

—No, de hecho esta muy bien. —finalizó Santiago, el veterinario, yendo hacia la sala e invitandonos a pasar.

Me acerqué al animal y extendí mi mano hacia ella.


—Es jodidamente linda. —habló Chad y asentimos los tres.

—Gracias Santi. —me acerqué y le quise pagar por todo lo que hizo y gastó, pero se negó y solo recibió el dinero por los medicamentos que usó y los que ella necesitaría para evitar infecciones e inflamación.

—Eres un excelente alumno, algo idiota y revoltoso, pero muy dedicado y agradable... se nota que es tu vocación esto —sonrió y le devolví el gesto—. Sigue así. Oh y no le digas a nadie que te hice este favor. —asentí alegre.

Nos fuimos y hablamos un rato con Chad, él iría a ver a su padre y yo a casa de mi madre, por lo que me dejó ahí, saludó a mi família y casi no lo dejan ir.

—Hey bro, gracias, por todo. —Chad me mostró una gran sonrisa y me abrazó por el hombro.

—Siempre hermano, me lo enseñaron ustedes. —así se subió a su modesto pero bien cuidado auto y se fue.

Al entrar a casa el tema de conversación era el gato, mientras yo maldecía no ver a mi estúpida hermana. Hasta que una hora después, justo cuando iba a ir a buscarla, ella cruzó el umbral de la puerta.

—Hey —la saludó Azael, Caleb y Gastón hizo  un gesto de saludarla también, seguidos por mi hermanita menor Sally y Orian, que estaban enamorados de la bolita de nieve.

Se había maquillado prácticamente todos los golpes, parecía magia que no se le notara el hinchazón en la cara.

—¿Qué te pasó en el labio? —preguntó mi papá al levantar la mirada de su ordenador.

—Me caí y bueno, a veces soy algo estúpida. —dijo rascando su nuca y solté un "ja" haciendo que todos me miraran.

—Demasiado estúpida. —mascullé con odio y nadie comprendió, ella me miró con la misma intensidad y al entrar mi madre a la sala la tensión se cortó.

—Hola cariño —se sorprendió—. Ohh mira ese labio pobre mi nena.

—Veintilargos años tiene la nena, pff, tiene más puestas que el sol. —se mofó Caleb y mi papá le dio un golpe en la cabeza.

—Respeta a tu hermana inútil... —la miró com cariño— ustedes siempre van a ser pequeños para su madre, saben como es.

Nos sentamos a almorzar y no podía contener mi enojo, ella estiró su mano en busca de la sal y se acomodó la manga para que no se le viera lo morado y verdoso de sus hematomas. ¿Tenía más que los que tenía en la cara? Claramente ese tipo le hizo más que solo "golpearla" un poco.

Se me había ido el hambre, aunque comía de todos modos ya que estos días serán algo precarios en mi casa y no podía desperdiciar esto.

—Frank trajo a esa gatita tan linda ¿Me la puedo quedar? —preguntó Sally, la más pequeña.

—Se va Frank, el recolector de animales, de la casa y sigue trayendo bichos de la calle de todos modos. —se quejó Azael divertido.

—¡Ustedes trajeron tres conejos que robaron de la granja cuando eramos niños, no se quejen! —le dijo Ambar a los gemelos, por mi parte ni hablaba de tanta rabia.

—Esta bien, pero este es el último eh. —admitió mi padre dejando que se quedara con el gato.

—Eso dijo cuando nació Megan, ja. —comentó mi madre y él estrechó los ojos viendo como ella le sonreía, no puede hacer nada cuando la ve sonreír, incluso a estas alturas de sus vidas.

—El novio de Ambar le dio una paliza. —solté la bomba sin más y llevé una porción del pastel de papas a mi boca al mismo tiempo que mi hermana golpeaba la mesa.

—¡Frank! —se quejó.

—¿Qué? —inquirió Gastón serio.

—Ambar... —masculló enfurecido mi hermano Caleb y Azael bajó un poco su rostro, podía ver cono sus miradas se transformaban a una oscura y fría.

—No se permiten mentiras en esta casa. —añadió papá en seco y tragué el bocado con calma.

Eso era verdad, podíamos no decirles cosas, como por ejemplo cuando yo le usé el auto sin permiso a papá, pero si ellos preguntaban "¿Usaste mi auto?" Sin importar cuan grave sea o la magnitud del castigo debíamos decir la verdad, así era la ley en casa.

—¿Es eso cierto? —inquirió mamá con preocupación, ni un alma hablaba.

Las personalidad de mis hermanos era muy variada y diferente, pero si algo teníamos todos claros era que nadie podía ponernos una mano encima de ese modo.

—¿Por qué me haces esto Frank? —habló Ambar mientras sus lágrimas caían al igual que su maquillaje se corría de a poco.

—Sentir vergüenza, callarse y justificarlo en estas cosas solo termina en tragedias Am. Me niego a callarme y despertar un día viendo en le noticiero que hallaron a un cadáver con tu rostro. No hiciste nada malo y no tienes por qué protegerlo o sentir lástima.

—¡No soy una mujer golpeada joder! —se levantó indignada, entiendo que esto no solo lastimó su piel sino su orgullo como persona— Es la primera vez que sucede, no es la gran cosa y yo lo solucionaré.

—No tienes por qué hacerlo sola si tienes a toda tu familia apoyándote. —habló mamá con sus ojos llorosos.

Todos nos quedamos viendo detrás de Ambar un gran cuerpo que se detuvo al oír la conversación. Ella se congeló y lentamente miró sobre su hombro.

—Josh... —susurró al ver a nuestro hermano mayor, es el primer hijo. Él no vive en la ciudad y no es frecuente verlo.

Su personalidad es divertida y atrevida, muy parecida a la mía, solo que él tiene gustos diferentes a los míos, no tiene amigos cercanos, toca la guitarra, viaja mucho ya que es más del tipo nómada, no se encariña fácil y ganarse su confianza es difícil incluso entre nosotros.  Y sobre todo cuando se enoja es putamente tenebroso. Como ahora.

—Frank. —habló él mirándome con decisión.

Cuando se fue de casa me encargó cuidar de ellos, ya que yo no pensaba irme de la cuidad y siempre supo de mi lado protector con los que me importan. Ver que un imbécil le pusiera las manos encima a una de nuestras hermanas fue un golpe para todos.

Miré a Aza y Caleb autoritario, comprendieron mi expresión, los tres nos pusimos de pié y mi padre no quitaba su vista de nosotros.

—Chicos no, yo hablaré con él... —dijo ella limpiando su mejilla.

Mi hermano mayor le acarició el cabello y la abrazó.

—Alguien que es capaz de lastimar a quien "ama" de este modo no te merece ¿De verdad crees que no se repetirá? ¿Hablando todo se borrará? Dime... ¿Quieres volver con él realmente? Porque incluso ahora siento como tiemblas. —eso la rompió.

—Nunca pensé que fuese a hacerme algo así. Soy una idiota. Una completa estúpida, debí notar antes por como peleabamos que ibamos a terminar así. —admitió sujetándose a él y sus hombros subían y bajaban con cada sollozo.

Lo mataré. Definitivamente esto es imperdonable.

—Vamos. —ordené yendo hacia la puerta y mis hermanos me siguieron.

Ambar se sentó y Sally llamó por teléfono a Megan, la única Wolff que no estaba presente.

—Muchachos —la voz de mi madre nos hizo girar a todos en su dirección—. No hagan algo de lo que se vayan a arrepentir, no quiero que se metan en problemas. Recuerden quienes son y no se dejen llevar por el enojo.

—¿Nos estás intentando detener? —reí— Eso no va a pasar, lo siento ma.

—No. —tocó el hombro de mi padre y este nos miró decidido—Yo no di a luz, crié y eduqué a mis hijas para que un poco hombre les ponga las manos encima —dijo mamá con la frialdad que pocas veces e visto en ella—. Pero tampoco dejaré que mis hijos vayan solos y arruinen su futuro haciendo una locura.

—Los acompañaré —habló mi padre serio y se puso de pié—, nadie puede tocar a una de mis niñas y salir impune. Jodido hijo de puta.

—Papá... —mi hermana lo observó y éste le sonrió.

—Tranquila cariño, solo le haremos saber que no debe lastimar a las mujeres así, menos una Wolff, no te preocupes.

—Iba a decir que... —respiró profundo y pude distinguir la confianza en sus ojos— Traigan mis cosas cuando vengan, me quedaré un tiempo aquí si no les molesta. —mi padre sonrió orgulloso y beso su frente.

—Papá se hará cargo, tú tranquila.

Una vez lo oí decir eso, el maestro de música de Megan se le insinuó cuando iba a primaria y ella terminó llorando esa tarde, a tal punto que otra maestra tuvo que llamar a mi madre. Cuando el viejo descubrió lo que sucedió y que quisieron tocar a su hija lo oí  "papá se hará cargo" antes de salir de casa. Tengo entendido que mis tíos y él fueron a la casa del profesor a "hablar" con él mientras mi madre hacía la denuncia con Megan en la policía. Mi familia no es violenta y siempre nos enseñaron que hay otras alternativas, pero cuando pasaban los límites de este modo mi familia se mueve como una manada, sin duda el apellido Wolff nos viene bien y nos cuidamos entre nosotros.

No se pudo meter a la carcel a ese maestro pederasta, pero nunca más volvió a dar clases, la humillación y exposición pública fue tan grande que a donde fueran lo repudiaban y agredían, tocar a una niña fue su perdición y se fue de la cuidad en menos de un mes. Y eso fue hace tantos años que casi lo olvidaba.

Por lo que al llegar a donde estaba
nuestro abusivo favorito todos nos sentamos frente a la casa, esperando a que llegase del trabajo, los gemelos cambiaban en círculos agitados, Josh prendió un cigarrillo y mi padre estaba serio y callado.

Hasta que finalmente apareció en su estúpido auto deportivo.

Aza quiso ir y tirarse encima del sujeto pero lo detuve.

—Tenemos que recoger las cosas de Ambar, así que haremos que nos invite a pasar. —dije serio y Josh sonrió.

—Creciste mucho hermanito. —añadió con una sonrisa.

Crucé hasta quedar frente a la misma puerta donde había estado hace pocas horas y toqué el timbre.

—¿Quién es? —preguntó con su tono ambale él al abrir la puerta, ahora ex, novio de mi hermana.

—Hola —sonreí con falsa diversión al ver como se tensaba— ¿No esperabas verme después de lo que le hiciste a mi hermana? —quiso cerrar la puerta pero la sujeté con enojo— Oh no, no, todavía falta el resto de la manada Wolff que quiere hablar un poco contigo.

Lo empujé y guardé ambas manos en mis bolsillos, viendo como mis hermanos y mi padre entraban al lugar.

Quiso golpearme pero Josh se le adelantó y lo derribó. Y bueno, decir que le dimos una paliza sería poco.

No satisfechos destrozamos el lugar buscando la ropa, maquillaje y todo lo que fuese de mi hermana y rompiendo lo que no. Fue tanto el alboroto que los vecinos llamaron a la policía. Cuando el oficial entró vio a un Gustavo todo amoratado, lloriqueando y cubriéndose de los golpes de los gemelos.

—Policía. Arriba las ma... ¿Steve? —miró a mi padre y este le extendió la mano.

—Hola Marc, tiempo sin verte —el oficial nos miró con desconcierto—. ¿Recuerdas a mi dulce y revoltosa Ambar?

—¿Eh? —el hombre no comprendía que pasaba— Emm, sí, creo... Oh sí, la que siempre estaba cortándole el cabello a sus muñecas y jugaba con mi linda Cloe.

—Este chico le rompió la boca a golpes a mi hija. —la cara del oficial se oscureció.

—Ya veo —tomó su radio y habló— Es un altercado doméstico, una discusión de pareja que terminó con violencia por parte del novio. No necesito refuerzos, ya tengo todo bajo control.

Al finalizar la cara del imbécil estaba en blanco, no podía creerlo.

Mi padre y el oficial procedieron a recolectar más cosas mientras hablaban entre sí y Josh salía de la desastrosa casa.

—Vuelve a acercarte a mi hermana o mi familia —habló Azael— y no seremos tan civilizados. —finalizó su oración Caleb.

—¿Entendiste? —le advertí al ponerme de cuclillas y retrocedió.

—Son unos putos animales. —masculló y le di una bofetada.

—Mala respuesta. Vamos, segunda oportunidad.

Lleno de indignación asintió. Pero esta vez le di un puñetazo en el rostro.

—¡Pero ya dije que sí! —se quejó.

—No sonaste muy convincente, vamos, esfuérzate un poco más. —insistí.

—Y-Yo... no volveré a tocar a Ambar. —murmuró, a lo que Josh le dio un fuerte golpe en el estómago y e hice una mueca.

Tosió y mis hermanos lo miraron con frialdad.

—Que mediocre. Si follas como hablas no entiendo como ella no te dejó antes. Tan poco hombre te ves balbuceando, muy patético. —eso lo ofendió demasiado y esta vez fue claro al hablar.

—¡No volveré a golpear a una chica! ¡Lo juro! ¡No volveré a hablarle, buscarla o acercarme a Ambar Wolff! Están locos, todos ustedes, por favor solo váyanse. —rogó desesperado.

Que patético, ni siquiera vio a personas tan intimidantes como Kilian, su difunto padre, Astrid enojada, y él ya estaba así de aterrorizado. Ja, un completo cobarde que quitaba su frustración gritándole y finalmente golpeando a mi hermana. Lo detesto.

Miré sobre mi hombro y oí la conversación de mi padre.

—Esta bien Steve, ustedes no son de tener problemas con nadie, me sorprendió verlos aquí pero lo comprendo, a veces la ley no puede hacer mucho en estos casos y sé que no harían algo irremediable con este chico. —le dio un apretón de manos y se miraron con fraternidad.

—Nunca permitiría que uno de mis hijos fuese un golepador de mujeres o que alguna de mis hijas se convierta en víctimas de ello. O viceversa, la agresión sin sentido es un problema muy serio y no creo en la venganza, pero es necesario frenar a estos tipos a tiempo. Prefiero hacer algo como esto a tener que enterrar a alguno de mis hijos.

—Tienes muy buenos muchachos y me enorgullece que cuiden así a su hermana. Ojalá mi Cloe tuviese hermanos. —rió.

—Tranquilo, si algo sucede siempre puedes llamarme, para eso son los amigos. —nos miró— y lo sé, son buenas personas.

El oficial miró al ex de Ambar.

—Herir a su pareja, ya sea por una adicción a sustancias o por discusiones, es muy común de tratar este tipo de situaciones, siendo policía admito que veo más casos los que querría admitir.

Mi estómago se revolvió al pensar qué diría mi familia si supieran lo de Angie. Se me fue el color del rostro y salí a tomar aire. Al hacerlo vi como Josh arruinó el automóvil del idiota y sonreí sin pensar.

—¿Te aburriste de pegarle? —bromeó.

—No jodas, sabes que a ninguno nos gusta hacer estas cosas, pero no había muchas opciones que el retrasado fuese a entender. Espero le sirva de lección.

Creo que si todos detuvieran a los tipos que tienen estos principios de violencia irracional contra su pareja, se evitarían muchas muertes y verían que no se van a quedar de brazos cruzados. Obviamente me gustaría que las leyes fueran mejores y evitar la justicia por mano propia, pero como dije no había muchas opciones que un abusivo entendiese.

—Golpear a Ambar... y seguro le hizo mucho daño y no nos dijo —estiró sus brazos frustrado— a megan le contará, sabe que no esta sola... pero ese hijo de puta, marcar así la piel de ella, lo mataría, si ella tiene pesadillas o esto le afecta más adelante lo mataré. —apretó sus puños y sentí que me desvanecía.

¿Soy esa clase de persona? ¿La clase que más odio y más asco me provoca? No podía ser.

—Oye ¿Estás bien? —preguntó al ver que me faltaba el aire.

—Solo... solo debo irme, no me siento nada bien. —tomé mi cabeza e intenté respirar.

—Vamos hermano, te llevo al hospit- lo interrumpí.

—No, no es eso, creo que me contagié un resfriado y al moverme tanto lo sentí al fin, iré a ver a un amigo y descansaré un poco. No te preocupes... te veré pronto y avísame si algo pasa. —me fui dejándolo con la palabra en la boca y muy preocupado.

Le mentí en cierta forma ya que sé que no es un resfriado, es un ataque de pánico, pero tampoco podía explicar la razón de eso sin mentir o sin admitir lo que pasó con Angie.

Me detuve en una banca cerca de la plaza a unas calles de la casa de Aaron y tomé mi pecho. Se me contraía y me sentía morir, nunca me pasó algo así. Llamé a Hunter y estaba en un evento de cocina, Chad en lo de su padre, Aaron no contestó y ya comencé a rendirme.

—Oye... ¿Puedo ir a tu casa Matthew? De verdad necesito verte. —por todos los cielos que esté en su casa.

—«Dámelo y yo me encargaré de...» —esa voz ¿Tao?

—Oh lo... lo siento viejo, no importa, si estás ocupado no pasa nada —peiné mi cabello hacia atrás algo nervioso—. No olvides tomar el medicamento en horario, adiós. —mi garganta se secó, mis ojos picaban y pude ver como la gente me miraba a medida que intentaba respirar con normalidad.

—«Espera Frank» —dijo firme antes de que pudiera colguar—, «de hecho...»

Hola amores, presente con la actualización semanal🍒

Más o menos a esta hora me queda cómodo subir actualizaciones y me di cuenta que en otros países YA ES LUNES, NOOOO >:,0 Pero bueno jajajA los amo y gracias por ser pacientes, espero les esté gustando la novela y gracias por sacarme sonrisas con sus comentarios y votos💕

Los amox2, bai🍒

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