
Capítulo 10.
Narrador omnisciente.
Al despertar se encontraba en su cama, tapado y con un paño húmedo en su frente.
—¿Qué carajos? —se quejó intentando reincorporarse pero la mano firme de Frank en su hombro se lo impidió.
—Un doctor vino a examinarte. —habló y sus ojos reflejaban cansancio al no poder dormirse mientras Matthew no despertara.
—Ya veo, te pagaré el monto y todo, ahora vete. —lo quiso echar pero el castaño frunció sus cejas.
—No te das una mínima idea del susto que me diste, creí que moriría de nervios imbécil —dijo algo alterado, vio la mirada atónita de Matt y suspiró—. Veo doctor House a veces y ya creí que podía ser un tumor cerebral, epilepsia... lupus, no lo sé, pensé lo peor y me asusté tanto. —dejó caer su cabeza a un costado y abrió sus ojos mirando con dulzura al rubio frente a él.
—Ya pareces Hunter exagerando todo y pensando lo peor en el momento —se quejó el chico recostado en la cama.
—¿Sí verdad? —rió despeinado su cabello— Es que me preocupas demasiado idiota... ya para de hacer esto y cuida tu salud. Cuando vi tu cuerpo arder, tus labios pálidos y la forma en la que respirabas supe que era un resfriado, esos que suelen darte a menudo, pero todavía sabiéndolo estoy ansioso.
—Exageras, solo vete si tanto te molesta estar cerca de mí cuando enfermo, a mi me molesta tenerte cerca. —soltó con frialdad, Frank abrió sus ojos con algo de tristeza, pero se recuperó al instante dejando salir un suspiro y viendo con amabilidad a su amigo enfermo.
"De nuevo no pude ser honesto y lo traté pésimo, la mayoría se enojaría, en cambio él suspira e intenta que yo me calme, reflejando mucha paciencia en esos hermosos ojos... no merezco que me cuide así." pensó el rubio decaído.
—No me molesta estar contigo y cuidarte, me molesta que no te preocupes por ti mismo. Eres descuidado, ya no somos niños, puede pasarte algo grave si ni siquiera te alimentas bien... tienes anemia según el doctor que vino, contrajiste una gripe porque tus defensas bajaron por la mala alimentación —tocó su entrecejo molesto—, me dejó la receta de lo que debes tomar y una dieta variada. —el más alto le mostró el papel y suspiró de nuevo.
—Oh, bien... yo me haré cargo de esto entonces, ahora puedes irte Frank. —soltó tomando dicho papel y dejándolo en la mesita de noche.
—Sabes que eso no va a pasar, somos una família, nos cuidamos entre nosotros. Si yo no estuviera aquí uno de los muchachos vendría a cuidarte... pero casi siempre soy yo porque espantas a todos o los haces llorar diciendo cosas crueles. —le reprochó Frank apretando el rostro de Matt de forma recriminatoria.
—¡Auch! Suelta —lo alejó de un manotazo— ¿Quién los manda a meterse en mi vida? Retrasados. —Frank estrechó los ojos y Matthew se calló sin más.
—Matt... cuando enfermas, no comes bien o pasas mucho tiempo sin dormir ni siquiera te preocupas. Por eso siempre estoy inquieto cuando te veo decaído... —lo miró fijamente— Tu sistema inmunológico es un asco. Sabes eso y aún así nunca te cuidas. Ya no somos niños, así que preocupate un poco tu salud joder. —se quejó.
—¿Por qué debería si te tengo a ti para hacerlo? Escalvo mío —rió débilmente el rubio sarcástico pero se puso serio y apartó la mirada—. Desde niños te haces el héroe con estas cosas. —dijo nostálgico y Frank sorpresivamente apoyó ambos brazos a un costado de Matt mirándolo emocionado.
—¿¡Recuerdas el campamento!? —su rostro a milímetros del de Matt hicieron tragar duro al rubio y apartar el rostro.
—Aleja tu hocico. —Frank sonrió alegre mostrando sus hermosos dientes.
—Fuaa, que viejos tiempos —volvió a desparramarse sobre la silla giratoria en la que estaba y dio una vuelta en ella cual niño feliz—, la tormenta era increíble, creí que moriríamos... por primera vez. —recordó mirando hacia la ventana.
Se puso de pié y se paró al borde de la cama de Matthew para ver a través de la ventana.
—Fue unos días después de conocerte si mal no recuerdo. —habló Matt cediendo ante lo débil que lo hacía sentir estar enfermo.
—Sip, me recogiste como a un perro callejero. —ese comentario hizo reír levemente a Matthew y mirar con nostalgia a Frank.
Flashback.
Los gritos del joven Matthew, de catorce años, y de su padre, de 35 años, se escuchaban desde la entrada de su casa. Gracias a la lluvia no había nadie que los oyese discutir tontamente, o eso creían ellos. Los reproches del menor que no quería sacar la basura y los del mayor que no le daría de comer si no obedecía, eran claramente escuchados por un adolescente que acababa de caer en la calle del frente.
Salió de su casa bufandó sin mucho animo un delgado rubio y sacó la basura, pero en ese mismo momento quedo estático antes de ponerla dentro del cesto.
Había un chico sentado en medio de la calle, tenía algo de sangre en el rostro, la camiseta estirada con brusquedad, estaba empapado por completo, miraba hacia arriba y su rostro brillaba por los faroles de la acera y la luna, junto a la fina capa de agua que lo cubría. La tenue luz, la lluvia y la oscuridad le daban un contraste inigualable a esa bella figura y ese chico era lo único que, por primera vez, despertó la curiosidad de Matthew Freeman hacia otra persona.
Inclinó su rostro hacia un costado encontrándose con los fríos, tajantes y sorprendidos orbes del rubio, el cual no comprendía eso tan ilógico y precioso que había frente a sus narices. El castaño sonrió al conectar sus miradas y algo se removió dentro de Matt.
Hizo lo que creyó más lógico al volver en sí y entró nuevamente a su casa, resguardándose del frío y la lluvia.
—Oye viejo —habló con la voz seca y asombrada. Se sentó en la mesa sin dejar de mirar hacia la nada.
—Se dice "papá", engendro —dijo con normalidad revolviendo el estofado, hasta que vio el desconcierto en la cara de su hijo— ¿Qué sucede hijo? ¿Estás bien? —soltó con incertidumbre.
—Hay un... hay un vagabundo raro en la puerta. —dijo sin más y el padre rió fuerte.
—¿Te asustó? —preguntó y el menor negó sin temor alguno.
—No.
—Lo echaré si quieres, aunque con la lluvia quizá se acercó al toldo de la tienda de al lado y quiere protegerse del frío allí. ¿Es un hombre mayor?
Sin decir palabras el joven se levantó de la mesa, su padre lo vio e hizo una expresión de curiosidad seguida por una de "Que hijo tan raro me tocó".
Matthew salió nuevamente y se apoyó en el marco de su puerta, viendo al joven que antes estaba sentando bajo el agua, ponerse de pié bajo la torrencial lluvia. Matt se cruzó de brazos y levantando su barbilla con superioridad lo señaló con la cabeza.
—Oye, tú —Frank lo miró y se acercó— ¿Viniste a resguardarte de la lluvia ahí? —le señaló con su dedo índice el toldo verde junto a su casa.
—Nop —dijo simple y sonrió, el rubio vio como sus dientes tiritaban al igual que su cuerpo y enarcó una ceja—, salía con la chica que vive allí —señaló a dos casas de la de Matthew—, rompimos porque me di cuenta que no me gustan las cosas serías, pero seguíamos teniendo sexo, se enojó cuando descubrió que me acosté con su mejor amiga y me arrojó una cafetera aquí —le mostró la herida que aún sangraba levemente.
—¿No habían terminado?
—Ajam, pero no creo que lo haya entendido bien. Ella esperaba volver creo, yo la trataba igual que antes y era amable, por lo que no tiene sentido que se enojara ¿No quedó cuando dije "no quiero nada serio"? —Matthew soltó un suspiro de cansancio.
—Eso es porque le das esperanzas si actúas del mismo modo amable, debes cortar todo de forma directa y tajante, sino no comprenderán y tendrán esperanzas. Tonto con cara de idiota.
Frank hizo una expresión de haber comprendido y dio un brinco junto a Matthew cuando un relámpago resonó en todo el lugar.
—Vete a tu casa. —lo echó Matt dándose la vuelta para entrar a su respectiva vivienda.
—Claro, mañana lo haré o cuando pare de llover, lo que suceda primero —se puso de cuclillas mientras las gotas caían por su cabello y a través de éstos mechones miró de costado a Matt—. Algunos de mis amigos viven cerca pero con la lluvia es peligroso atravesar la avenida y seguro me atropellan —bromeó—, mi móvil se apagó, no tengo dinero para un taxi desde tan lejos y si llamo de algún modo a mi casa se preocuparán y me castigarán seguro —rascó su nariz y rió—. Me queda esperar.
—Ella debe estar feliz, no le hubiese salido mejor aunque lo hubiera planeado, incluso te hirió. —rió malicioso Matt y Frank se puso serio.
Matthew creyó que nuevamente había ofendido a la persona con la que hablaba porque ser honesto y decir "me alegró encontrarte esta noche" le resultaba incómodo y tonto, por lo que se vio ligeramente triste. En cambio Frank solo se había puesto a pensar en "Me lanzó una cafetera ¿Se habrá roto también? Era marca Nespresso, que desperdicio, algo tan costoso..."
Cuando el rubio se giró para entrar a su casa e irse como siempre hacia cuando los demás lo repudiaban por su maliciosa y desconsiderada forma de ser, Frank habló.
—¿Te quedarías a hablar conmigo un poco más? No me gusta estar solo —sonrió con cierta pena y el corazón de Matthew se aceleró—. Eres un crío hijo de perra y el interior de tu casa es un loquero por los gritos que escuché antes de que salieras —sonrió de lado y Matt quedó perplejo—, pero me agradas rubio. Quédate conmigo un poco más. Mucho más.
—Matthew. —afirmó brusco y sin ganas.
El castaño se irguió un poco al oírlo y se puso de pié finalmente, estiró su fría y humeda mano hasta Matthew y éste lo miró con recelo.
—Frank, Frank Wolff. —sonrió y a pesar de que estaba mojado, desastroso y era un completo desconocido, el rubio frente a él sintió la necesidad de tocar esa mano.
Estrechó dicha mano pocos segundos y entró a su casa. Dejó su puerta abierta y lo miró sobre su hombro altivo.
—Pasa —ordenó y con una expresión de duda por parte de Frank al cruzar el umbral la cual a Matthew le resultó bastante tierna—. ¡Invité al vagabundo a pasar! —gritó y Frank se vio confundido y divertido al oírlo.
El padre del menor asomó su cabeza con su entrecejo apretado hasta que vio al niño mojado y con frío que había entrado a su casa. Frank se alteró al ver semejante hombre asomarse, pero se relajó al ver que su expresión era de alguien amable y efusivo cuando dejó de fruncir su ceño.
—Oh ya veo, éste es el famoso mendigo —volvió a la cocina—. Dale algo de ropa para que no moje el piso.
—¡Ni hablar, ensuciará mi ropa!
—¡Yo te la compré así que obedece, Barbie barata! —espetó el mayor y Frank estaba muy asombrado.
De cerca eran más raros que lo que escuchó fuera de la casa.
—¡Barata como tus nalgas viejo gay! —dicho esto corrió escaleras arriba tomando la mano de Frank y arrastrándolo consigo.
—¡Los reformatorios juveniles mueren por una rubia mimada como tú, pendejo! —se quejaba el mayor desde abajo.
—Oye... yo llego a hablarle así a mi padre y su zapato se perdería en mi trasero de las patadas que me daría. Me mataría sin duda —el rubio se encogió de hombros sin darle importancia al asunto buscando ropa en su gran placard.
—Ten, usa esto. —le extendió una camiseta y un chándal gris, antes de darle tiempo a salir de la habitación el castaño ya se estaba quitando la ropa.
—Vaya, gracias de verdad, mañana te la devolveré. —sonrió y se deshizo de su humedo pantalón, dejando ver su boxer blanco pegado a su cuerpo.
Matthew sintió bastante vergüenza, pero la ocultó como siempre, miró otro punto fijo en la habitación y de nuevo sus ojos volvieron al cuerpo de Frank. Eran jóvenes, pero para su edad estaba bien dotado, tenía un ligero bronceado y sus músculos marcados sobre todo en el abdomen. Para Matt parecía esos típicos chicos que son parte de algún club del instituto, se creen superiores a los demás y eran jodidamente populares. Y no se equivocaba en lo último.
—No es necesario —rasco su nuca—, no me importa la ropa, solo es divertido pelear con mi papá. —sonrió con burla y Frank soltó una carcajada.
—Bien, entonces... yo te salvaré la próxima vez. —finalizó al estar ya cambiado, con una mirada decidida.
Con su camiseta mojada limpió la poca sangre que le caía por la frente y le enseñó su herida nuevamente a Matthew.
—No necesito que nadie me salve. —la voz de Matthew salió fría y resignada, como si creyera realmente que nadie podía salvarlo. O no quería ser rescatado por nadie.
—Tus ojos... —dijo Frank pero se detuvo cuando notó a Matthew mirando la sangre que se limpiaba y enarcó una ceja— Oh cierto ¿Crees que deba ir al médico? —preguntó acortando casi toda la distancia y enseñándole su herida.
—A ver...
—Ouch duele, despacio hombre —se quejó Frank y Matt rió involuntariamente.
—Ya, no seas llorón —miró mejor el corte y negó—, no creo, se ve un corte aquí, pero no es profundo al parecer. —el castaño suspiró aliviado.
—Eso es genial. Ir al médico es costoso de todos modos, no creo que iría a menos que fuese de vida o muerte —rió sin más.
—Que raro eres —soltó el contrario— ¿No te inquieta entrar a la casa de un desconocido? —preguntó.
—Nop, se juzgar bien a las personas, cuando son malas mi instinto me advierte que me aleje o me siento incómodo —lo miró y le secó una gota de lluvia que caía por la frente de Matthew—, contigo me siento seguro. —finalizó con simpleza y dejó gélido al desprevenido rubio.
«Es como un animal salvaje. Parece indomable, se mueve a su antojo, efusivo y muy, muy atractivo» pensó Matthew al ver la diversión y fuerza en la mirada del castaño con cabello alborotado y húmedo frente a sí.
—Así terminarás muerto, eres muy idiota. Espero no volver a cruzarme con alguien tan descuidado e infantil. —dijo el rubio negando sus propias emociones.
Frank se puso serio y lo examinó con la mirada
—¿Qué? ¿Qué miras tanto?
—Eres la primera persona que conozco que dice palabras completamente diferentes a lo que expresan sus ojos. —afirmó sin vacilar.
Matthew a esa corta edad era un experto en mentir y engañar, le resultaba fácil porque nadie le importaba o generaba algún sentimiento contradictorio, hasta que apareció este chico. Con él cerca sus emociones estaban descontroladas, ni siquiera él se entendía del todo y por ello sus ojos lo delataban.
«De ahora en más debo ser menos evidente, de todas formas no volveré a verlo y cada poro de su piel dice "heterosexual"» pensó Matt apartando la mirada.
—Ven, vamos a comer. —demandó Matthew dándose la vuelta y Frank lo siguió alegre.
Al terminar de comer, hablar y conocerse un poco, el padre de Matthew revisó su herida y no parecía profunda, luego le ordenó llamar a su casa para informarle lo sucedido y que estaba bien. Dicho y hecho todos en la casa Wolff se enteraron de la cafetera voladora y todos sus percances. Seguido le prestó su cama a Frank y Duncan durmió en el sillón, aunque debía trabajar al día siguiente creyó que ese muchacho se sentiría más tranquilo durmiendo en una habitación con seguro, no podía ser tan descuidado de entrar en una casa ajena y simplemente dormir a gusto sin nervios. En cambio Frank solo pensaba que esa enorme cama era hecha a mano por el mismo Dios y le agradecía a la chica que le tiró la cafetera, a la cafetera, a los hombres que cosechan café y a todo lo que se le ocurría agradecer por tener el placer de dormir en una cama tan cómoda.
Al día siguiente Frank regresó a su casa y ambos se sintieron algo decaídos al pensar que ese sería su primer y último encuentro.
O eso creyeron.
Los días pasaron, las clases comenzaron y como era costumbre el instituto Morrisek organizaba un viaje escolar cada año, se sorteaban las divisiones y años, y los ganadores iban de excursión a algún sitio interesante. Este año había ganado el curso de Frank, era un viaje pago por lo que estaba muy emocionado por ir junto a sus amigos.
Estaba rodeado de gente, riendo y hablando más que nada con Hunter, cuando un chico rubio con cara de aburrimiento se atravesó por su campo de visión y lo reconoció al instante.
—¡Matthew! —gritó y todos se giraron a verlo.
—¿El nuevo es tu amigo? —preguntó una chica confundida.
—¡Claro! —miró a Hunter— Es el chico del que te hablé.
Matthew sin saber por qué razón se molestó y sonrió de forma siniestra al verlo tan apegado a su amigo y que estaba rodeado de mujeres mayormente.
—No eres mi amigo, vagabundo. —con su tajante sonrisa dejó a todos con la palabra en la boca y se fue hacia el autobús.
—Es... algo raro —dijo Hunter antes de darle unas palmadas en el hombro a su mejor amigo—, deja de juntarte con locos.
—Ohh, ya no podrá estar más contigo entonces —dijo Aaron despeinado al menor—, el otro día hablabas solo en el salón.
—¡Estaba cantando en voz baja! —se quejó infantil.
—Pobre loquito, déjalo, así lo queremos —añadió Frank uniéndose a la burla y lo abrazó.
En la fila frente al autobús, donde estaba Matt esperando para entrar, divisaba claramente como el chico que conoció hace unos días era exactamente como supuso, un idiota de cara linda que solo tonteaba con todos, hueco y común. O eso se decía mentalmente al verlo muy abrazado a ese delgado chico de ojos claros.
Fueron a un enorme y fabuloso hotel en las montañas del norte, donde harían excursiones, se meterían a las aguas termales, comerían comida típica del lugar y después del viaje harían un ensayo sobre lo que vieron y vivieron.
Al llegar quedaron asombrados por completo, Frank no tenía la cantidad de dinero que la mayoría de sus compañeros, él, Sanna y Hunter eran becados. Y este vieje era único y genial para el pequeño grupo de amigos. Por otra parte Matthew no era fan de la naturaleza, no le permitieron llevar su ordenador y la señal del móvil era pésima, eso sumado a que no tenía amigos... no la estaba pasado tan bien.
Dos días pasaron y se encontraban de regreso hacía el hotel luego de visitar el centro turístico. En ese sitio jugaron a una especie de preguntas y respuestas donde ganaban pulseras fluorescente que brillaban en la oscuridad con cada respuesta correcta. Para sorpresa de todos, que habían ganado entre dos a cinco pulseras, el rubio nuevo tenia catorce pulseras.
En la tarde volvieron por la parte boscosa de la motaña, como parte de la excursión, era hermoso e iban tomando fotos y riendo a su paso. Se dividían en dos grupos de vinte y cada alumno tenía un compañero. Contaban con cuatro profesores y un guía mientras recorrían el hermoso sendero lleno de vegetación.
En medio de dicha excursión una delgada niña se descompuso al comer demasiado, por lo que dos profesores se encontraban atendiéndola, los otros dos juntaban al resto de alumnos y les preguntaban si estaban bien.
Así continuaron, pero iban todos muy pendientes de cuidar a la compañera que estaba mal del estómago, por lo que no notaron que Matthew había discutido con su compañero y camibaba solo.
Apresuraron el paso cuando vieron que llovería de imprevisto y como bien sabían las tormentas fuertes y espontáneas eran propensas en esa estación. Al doblar en una parte empinada del recorrido, la adolescente comenzó a vomitar y los adultos la observaron inquietos y se acercaron a ella.
Nuevamente nadie notó que Matthew al oír a su compañera vomitar se giró en su dirección sin ver que había una curva frente a sus pies. Rodó varios metros hacia abajo donde finamente se desmayó por el golpe.
La joven se sentía mejor al liberar el contenido de su estómago y prosiguieron. Al llegar al hotel la profesora Thompson pasó lista, nadie faltaba, a excepción de un nombre.
—Freeman —volvió a llamarlo—, Matthew Freeman. —insistió ya preocupada y Frank agudizó sus sentidos al reconocer el nombre de Matt.
—Oigan, sh... —calló a sus compañeros y miró a la profesora— ¿Matthew? ¿Un chico rubio y delgado? —inquirió y ella leyó el nombre del que debía ser su compañero.
—Lo siento porfe, me alejé de él porque era muy odioso y vine con mis amigos. —dijo éste mirando hacia abajo.
Un fuerte relámpago resonó y todos se estremecieron.
—Oh Dios... —dijo otra profesora llevando sus manos a su boca— ese chico esta solo afuera con este clima.
La sangre de Frank hirvió al imaginarse a ese rubio solo y temblando bajo la tomenta y se levantó de pronto.
—Iré por él. —dicho esto, sin darle tiempo a nadie a impedirlo, Frank corrió atravesando las grandes puertas y desconcertado a los cuidadores cuando pasó corriendo hacia la tomenta.
—¡Wolff vuelve aquí! —se escuchó a la mujer desesperada. Los demás profesores vieron lo sucedido y detuvieron a Hunter que quiso ir tras su amigo y a Aaron junto a Sanna que tambien forcejeaban histéricos.
—¡Frank! ¡No podemos dejar que vaya solo! —gritaba la pequeña rubia cuando la detuvieron.
—Expulsenme si quieren pero debemos buscarlo, no puede irse con el clima como esta ¡Sueltenme! —exclamaba Hunter en crisis mientras un enorme hombre lo tomaba por los brazos.
—¡Todos reúnanse en la entrada, debemos buscar a un niño que acaba de salir! —demandó el enorme jefe de seguridad del hotel.
—No. —lo interrumpió la señora Thompson— No es solo uno. Tenemos a dos... dos chios perdidos en la tomenta. —le informó la mujer al hombre y vio como su rostro se desfiguró por la noticia.
—No puede ser...
No sé que me pasa este mes, es el mes de la rebeldía (? Jajaja. NO PUEDO NO ACTUALIZAR PORQUE SÉ QUE SUFREN. Pero ta, me calmo, el mes que viene volverán las actualizaciones de nuestros amados domingos.🌈
Hace mucho quería que supieran como se conocieron, que cosas vinieron estos dos antes de todo y cómo terminó alguien como Matthew aferrado tanto a alguien como Frank.💕
Los amo, bai💕
Pd: yo hice los cutres separadores esta vez 😅🌈
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