Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

➸ 3


> Budapest <

P.O.V. Clint

- Llegando al aeropuerto de Budapest-Ferenc Liszt. Por favor vuelva a su asiento y abróchese el cinturón.

Termino de atarme los zapatos y hago lo que me piden. Furia me ha informado que tengo que ir en traje a ese hotel ya que es uno de los más elitistas de la zona, por lo que me ha metido un par de pantalones, americanas y camisas elegantes; además de una cantidad considerable de dinero para comprar lo que me haga falta.

Me siento y en la mesa que tengo delante, la carpeta de la viuda negra descansa en ella, sin darme nuevas noticias. Sigue sin ser la suficiente información que necesito para que poder completar la misión. Tendré que improvisar.

Miro en el asiento de mi lado, en el que descansa un maletín que Hill me dio antes de despegar. "Todo lo que necesites está aquí" repite mi mente las palabras de María. Lo abro y descubro varios objetos metálicos y transparentes. En el centro hay una hoja: me indica todo lo que hacen y como activarlos. Hay un par de amplificadores de sonido en forma de auricular, un aparato que emite sonidos de alta frecuencia que dejan a tu rival atontado (y tapones para los oídos que te protegen de esos sonidos, pero te permiten oír todo a tu alrededor), detectores de calor... Menudo lujo.

_____

- Su habitación es la 159 del segundo piso - me indica la recepcionista, acto seguido desliza la llave magnética por el mostrador hasta llegar a mi borde - Si necesita cualquier cosa, puede llamarnos, estamos a su servicio las veinticuatro horas del día.

Asiento sin mirarla, cojo la tarjeta y me dirijo hacia los ascensores.

- ... toda la cuarta planta está reservada para el evento, señor. Nos encargaremos personalmente de la seguridad...

Giro la cara levemente hacia la persona que está hablando y acciono el auricular amplificador del ruido que tengo en la oreja.

- La zona estará completamente cubierta para la semana que viene, todavía tenemos cuatro días antes de que lleguen los embajadores. Tanto nuestra seguridad como la que vosotros traigáis estarán trabajando codo con codo. Nadie quiere que esto salga mal, señor Iabarazzi...

- ¿Señor? - pregunta una voz femenina a mi lado. Vuelvo la mirada al frente y me doy cuenta que el ascensor ya está en mi planta y una chica está dentro, esperando por mí - ¿Sube?

Me disculpo y entro con ella, marco el segundo piso y el silencio nos invade. Es una chica de raza árabe, por lo que la descarto al momento como Natalia. Llegamos a mi piso y las puertas se abren. Salgo del ascensor pero me giro para ver a la chica quien, mientras se cierran las puertas, me guiña un ojo.

"¿Me ha guiñado el ojo? Debo de habérmelo imaginado. Igual le picaba y ya está". Niego con la cabeza y voy a mi habitación. Entro y saco las pocas de mi mochila; aparto unos vaqueros oscuros, una chaqueta negra y un jersey del mismo color. Tengo que ir a la casa franca a por todas las armas que necesito.

Me dejo la camisa blanca y me pongo lo demás. Odio los trajes.

Conecto el GPS y salgo del hotel. Sigo las indicaciones del aparato por el comunicador de mi oreja y en veinte minutos estoy entrando en el desierto. Pocas cosas se ven, menos casas y muchas menos personas.

A los cinco minutos distingo la casa franca de las demás, tecleo el código de acceso que Furia me dio y entro. Es una casa bastante pequeña, de dos pisos, sin paredes. Hay unas escaleras en medio del primer piso y un pequeño cuarto en la esquina derecha, supongo que el baño. Tampoco tiene una buena iluminación. Todo está lleno de armarios y muebles metálicos de almacenaje, llenos de polvo. El suelo de madera tiene una raya descolorida por el sol que entra por la única ventana que hay en la habitación

En estas casas siempre tengo lo necesario en el piso superior. Me quito el jersey por el maldito calor que hace y lo dejo en una mesa que veo medio limpia; respiro fuerte mirando la sala oscura.

Me tenso al momento, hay alguien en la casa, en la misma habitación que yo. Lo noto, detrás de mí. Oigo el clic de una pistola cargarse y como se mueve un cuerpo muy rápido y sigilosamente. Me giro al momento, sabiendo que mi atacante no se lo espera y le robo la pistola, haciendo que las tornas se giren a mi favor.

- ¿Quién eres? - pregunto. No me contesta. Es un hombre corpulento, de piel morena, al igual que su pelo y ojos. No tiene rasgos árabes, sino europeos - Te he preguntado quien eres.

Aprieta fuerte la mandíbula.

- Buscamos lo mismo - dice inseguro con un fuerte acento... ¿italiano?

- ¿Qué quieres decir?

- Estás aquí por una razón. Yo también.

- ¿Quién eres?

Al momento tira algo al suelo y nos invade un humo espeso y negro. Corro a la puerta para impedir que huya pero oigo como se rompe la ventana y cae algo al suelo. "¡Maldición!". Salgo corriendo y doy la vuelta a la casa, intentando encontrar al italiano. Nada. No me sorprende. Debe de ser un espía profesional como yo.

No pierdo tiempo en alguien que ya se ha ido y vuelvo a entrar. Subo al piso de arriba y cojo lo necesario para hacer frente a la viuda: varias pistolas, un arco y muchas flechas. Busco una mochila para meterlo todo pero no encuentro nada.

- Debe ser una jodida broma - digo en la soledad - Mucha tecnología, mucha información y ahora mucha seguridad pero no meten una mochila. ¡Una maldita mochila! Cosa básica. ¡¿Me dices ahora como llevo todas estas armas al hotel?!

-¿Tu mayor problema ahora es no tener una mochilita? ¿En serio? A mí no me engañas - contesta la última voz que ahora quiero oír.

- Nadie te ha dado vela en este entierro - ataco - ¿Por qué apareces ahora?

- Porque estás teniendo una pequeña crisis.

- No.

- Sí. Y me echas de menos. Además culpas a Furia de algo que no tiene la culpa; si una mafia me quiere muerta, nadie puede impedirlo.

- ¡Yo hubiese podido! Si tan solo hubiese visto lo que estaba pasando...

- Nadie lo vio venir...

Abro los ojos al momento. Estoy tirado en el suelo de la casa. Toso sin parar. El humo debe de haberme mareado. Me levanto y ventilo la casa. No quiero ni voy a pensar en el sueño de antes.

Subo las escaleras con pesadez. Guardo todo lo necesario en la mochila que estaba encima de una mesa y me voy de esta asquerosa casa. El camino es tranquilo. Sé que el italiano no me tenderá una emboscada, lo hubiese hecho cuando me desmayé.

El viento caliente no me ayuda a despejarme, la cabeza no para de darme vueltas y esto no es bueno; ni para mí ni para la misión. Llego al hotel y dejo todas las cosas en mi habitación; escondiendo algunas detrás de cuadros, la cama, mesitas, etc. Si alguien entra no quiero que tenga ventaja sabiendo donde están las armas.

Ahora solo tengo que esperar que pasen estos días para estudiar el hotel y sus nuevos inquilinos para encontrar a la viuda. También debo investigar los guardaespaldas y empleados del hotel. Lo que necesito ahora es descansar, pero no en la habitación, así no puedo espiar nada.


P.O.V. Natalia

- Si necesita cualquier cosa, puede llamarnos, estamos a su servicio las veinticuatro horas del día. Que disfrute de su estancia- me desea la recepcionista.

Son las once de la noche aquí. Dentro de tres días comienzan a llegar los embajadores, pero no sé el orden. Entro en mi habitación y dejo el poco equipaje que viene conmigo: ropa justa para una semana y el uniforme negro de viuda negra. Siempre puedo comprar aquí.

Decido bajar al bar propio del hotel con el vestido rojo que llevo, para así poder ubicar a los residentes que halla. Con suerte podré distraer a algún empleado e investigar los archivos de registro de este mes.

Salgo de la habitación con un pequeño bolso y en la puerta contigua a la mía está saliendo un empleado del hotel. "Es el momento". Me mira de reojo y le sonrió de manera cómplice.

- Buena hora para dar un paseo, pero no le recomiendo que se aleje mucho del hotel. Una mujer como usted sería devorada por los hombres.

Me rio como una tonta, probablemente lo dice en serio de alguna manera.

- Tranquilo, solo me tomaré una copa en el bar.

Paso por su lado con una sonrisa y tiro el bolso "accidentalmente".

- Oh, que torpe soy - digo mientras hago un amago de agacharme.

- ¡No! Por dios señorita, ya me ocupo yo - dice él al instante.

A la vez que él se agacha y yo me incorporó, le cojo disimuladamente la tarjeta de su bolsillo trasero. Me devuelve el bolso y le doy un beso de agradecimiento. Nos despedimos y bajo al bar que está al lado de recepción.

Ya sé dónde están todas las entradas que requieren las tarjetas de los empleados y todas las habitaciones que hay en las plantas inferiores, solo me queda rastrear el cuarto piso; con llegar a un ordenador con acceso a internet me sirve.

Entro al pequeño bar y me encuentro a varios hombres sentados en la barra y otros tres en una mesa para ellos solos. Uno de esos hombres tiene la tarjeta de identificación que acabo de robar: los tres deben ser empleados del hotel, es la opción más lógica.

Me siento en la barra y pido un Martini. A dos asientos de distancia hay un hombre rubio, de jersey y pantalones negros. Parece centrado en su cerveza. Apoyo mis codos en la barra, de forma que quedo mirando al resto del bar.

Espero paciente a que el empleado se levante a pedir otra copa, al baño o haga algo. A los tres minutos se percata de que lo estoy mirando y me sonríe con picardía; yo se la devuelvo, asqueada internamente. Observo que tiene una alianza en la mano izquierda, ¿por qué no me sorprende? Se levanta al minuto y viene a mi lado.

- ¿Puedo invitarte a una copa? - me pregunta directo.

- Llevo esperando por eso desde que entré - contesto sonriente. Empieza el juego.

Pide dos copas y repito la táctica de antes, tirando un pañuelo que tengo en el bolso. Mientras él se inclina yo le vierto una pastilla de la verdad y otra que inhibe tu cuerpo de una manera muy rápida en su cerveza.

Seguimos hablando y bebiendo. Llega un momento en el que solo habla incoherencias y le propongo salir fuera; él, obviamente, dice que sí al momento. Mientras nos vamos, compruebo que el bar está casi vacío: solo queda el camarero y el rubio de antes, quien bebe sonriente.

El hombre con el que voy quiere hacer que giremos a la derecha para salir, pero yo le empujo a los baños y nos encierro. Le arrojo a la taza y aprieto su cuello con mi antebrazo; él no se defiende.

- Muy bien, empieza a cantar pajarito. 


HOLAAA, dios, deberíais matarme... Pero como me queréis no me haréis eso, ¿a qué no? Ya estoy de vacaciones de verano así que creo que podré escribir con más frecuencia. Tenía la mitad del capi ya escrito, pero estos días estuve falta de inspiración por lo que no me gustaba como seguía la historia. Menos mal que ya estoy más encaminada!!! Ya me callo e.e

Nos leemos y os loveo -Ari

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro