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> Un año después / Casa secreta del agente Barton <

El espía se levanta como todos los días, abre el mini bar y saca una botella llena de un líquido marrón. Se termina la mitad y la deja en la mesita más cercana. Lleva así desde hace un año y no siente nada. Es una manera de escapar del dolor; aunque más que dolor, es rabia contra sí mismo y contra S.H.I.E.L.D.

Se quita su camiseta manchada de alcohol, lágrimas, sudor y barro, seguido de su pantalón de pijama y demás ropa. Se mete en la ducha y acciona el agua. Sale fría pero a él la da igual, hace mucho tiempo que descuida la salud de su vivienda; puesto que lleva un año sin limpiarla, arreglar todo lo que se ha estropeado o roto él mismo, ni ningún labor.

Se termina de duchar, sale y se viste sin cambiar un ápice su expresión. Sale al patio de su casa sin chaqueta a pesar de estar entrando en diciembre y por la noche nevó, dejando en el césped un blanco puro.

Limpia la zona de entrenamiento con su brazo izquierdo, agarra su arco y flechas, se aleja hasta llegar a la pared de su casa. Coge una flecha, tensa la cuerda y fija la vista en el objetivo improvisado que se hizo hace un par de meses.

- No lo hagas - le dice la voz de su mujer muerta dentro de su mente.

Lleva apareciendo desde el mismo día que tuvo que identificar el cadáver de su esposa en la morgue. Todos los días se le aparece para decirle que tiene que hacer, pero él nunca la hizo caso y no iba a empezar hoy.

- No sirve de nada - insiste. Laura intenta que no dispare al archivo de S.H.I.E.L.D. que tiene clavado en la diana del patio - Volver a clavar una flecha en la carpeta no te ayudará en nada.

- Y no hacerlo tampoco - ataca él.

- Es la primera vez que me contestas - aporta el fantasma de la morena.

- Ya no aguantaba más - sentencia él, lanzando la flecha con fuerza, consiguiendo clavarse en el centro de la carpeta.

Se cae de la diana por lo múltiples agujeros que tiene, causa del arquero.

- ¿Mejor? - pregunta ella, a la vez que él recoge sus cosas y se mete en casa - Deberías ponerte una sudadera, estás azul.

- ¿Qué te importa cómo este yo? Estás muerta.

- Me importa, te quiero.

- ¡Si me quisieses no te hubieses muerto! Te dije, te suplique que no te fueras de viaje. Sabía que algo saldría mal, pero no, hiciste lo que quisiste, como siempre. ¡Ahora estás muerta! Y yo estoy solo... Sin la persona que amaba... Y sin mi hijo, del que nunca supe nada - termina de desahogarse cayéndose a la moqueta del salón, seguido de unas cuantas lágrimas.

- ¿Ya has acabado? - pregunta ella. Él levanta la cabeza, buscando a la dueña de la voz, pero se encuentra a sí mismo mirando a la nada. Empieza a reírse solo, dándose cuenta que llevaba gritando solo un rato.

Busca a ciegas, con su mano, la botella que antes había dejado en la mesita del salón. La encuentra, pero no consigue agarrarla del todo, por lo que se le acaba cayendo, vertiendo todo el líquido en su cara.

Se da media vuelta en el suelo, enfadado, mirando como su vía de escape, irónicamente, se escapa ante sus ojos.

Así, en ese momento, tiene un momento de calma en su vida; tumbado en el suelo, manchado de alcohol, frío debido al mes invernal y que la calefacción no funciona, ojos rojos de llorar, con el recuerdo de su mujer muerta.

- Patético - dice una voz que el arquero conoce muy bien, en la lejanía de su casa - Has recibido un entrenamiento para algo.

El ex espía de S.H.I.E.L.D. comienza a reír en suelo de forma exagerada y siniestra. El director espera paciente a que acabe, sentándose en un sofá cerca del hombre que antes era el mejor espía de toda la compañía.

- ¿Ya? - pregunta cansado del tiempo que está perdiendo.

- ¿Qué quieres? - ataca desde el suelo.

- Ayudarte.

- Púdrete, eso funcionaría. No, no, mejor aún: clávame una pistola en el corazón.

- Mírate, das pena.

- ¿Esa es tu forma de ayudarme? Quiero decir, podrías ser un psicólogo muy bueno, convencerías a todos tus pacientes a suicidarse y así se acaban todos sus problemas.

El rostro del director sigue implacable, esperando un cambio de actitud de su ex agente.

- Tengo una misión para ti - informa él.

El arquero vuelve a reírse como antes. Se levanta con dificultad y se sienta en el sofá. Sigue riéndose sin emitir sonido, mirando divertido a Furia.

- ¿De verdad crees que la voy a aceptar?

- Tienes una misión - sentencia él, sacando una carpeta color crema con el logo de S.H.I.E.L.D. pegado en la parte delantera - Te prometo que será la última.

- Ya he oído eso otras veces - dice con lágrimas en sus ojos e intentando reír, sin conseguirlo.

- Las cosas han cambiado. Cuando la completes, nunca más volverás a saber de S.H.I.E.L.D.

El espía solo asiente, deseando olvidar esta parte de su vida y poder hundirse en el pozo negro en el que estaba hace un día.

- ¿Qué misión tengo?

- Quién es tu misión - le corrige el director - Se llama Natalia Romanova.

El archivo llega a la vista del halcón y lo estudia sin ganas. Las palabras "Viuda Negra" es lo único que necesita saber. Se levanta y se tambalea un poco.

- Pero tienes que dejar esta vida - ordena el director, viendo lo perjudicado que esta su agente de nuevo - No puedes seguir así.

El arquero se acerca a él poco a poco, intentando ir en línea recta (sin conseguirlo). Llega a su altura y deja escasos centímetros entre sus caras.

- Durante la misión estaré sobrio, pero una vez que acabe ahora lo que quiera ya que es mi jodida vida. Yo decido si seguir o no así.


> México, Monterrey. Casa de seguirdad máxima de un político del gobierno<

Una melena rojiza y rizada mata, estrangula y noquea rápidamente a cinco guardaespaldas de unos de los políticos más importantes del país. Le quedan dos varones que están esperando pacientemente por ella, a ambos lados de la puerta que los separa del hombre que ellos protegen y ella busca.

La rusa se levanta con la mirada puesta en los seguratas y los analiza rápidamente: el de la derecha es más alto que el otro, el de la izquierda es más gordo que su compañero, ambos poseen dos armas a la vista sin contar las tres que llevan escondidas en la pierna, chaqueta y espalda.

Sabe que intentarán dispararla, pero ella es más hábil y rápida que ellos. Solo la queda una bala y tiene que usarla sabiamente: apunta con rapidez a la lámpara del techo y dispara, dejándoles a oscuras.

Ambos guardaespaldas disparan en la oscuridad sin acertar a la viuda, mientras ella corre en zigzag, salta en la pared y cae sobre los dos hombres; causando que el de la derecha impacte con su cabeza en el suelo, dejándole inconsciente. El de la izquierda se repone al momento, agarra el pie de la viuda y la tira contra la pared.

La pelirroja se aferra al brazo de él con sus piernas y llega al cuello del hombre en un momento, sin que él se lo espere. Busca su pistola y la apunta, pero ella le da una patada que aleja el arma varios metros de ellos.

El hombre corre contra la puerta para hacer daño a su atacante, pero ella se coloca detrás de él segundos antes de impactar, consiguiendo dejarle dormido en el suelo por el fuerte impacto en su cabeza.

Le mira levantada y busca sus armas, añadiéndose más munición. Saca una pequeña linterna de su bota, la enciende y estudia la cerradura de la puerta: necesita una tarjeta especial. Vuelve a buscar en el traje del hombre de la izquierda pero no encuentra nada. Prueba con el hombre muerto que estaba a la derecha y la encuentra dentro de la funda de una de sus pistolas.

Pasa la tarjeta, un pitido se hace presente y la puerta se abre sola.

- Adelante - dice la voz de una chica, dentro de la sala.

P.O.V. Natalia

Entro con la pistola en alto y veo como el hombre que busco está sentado en su silla, tomándose un café y leyendo el periódico. Levanta la vista y en cuanto me ve, se le car la taza y su color de piel se torna al blanco.

- ¿Quién? ¿Cómo...? - pregunta sin entender nada. Mira a la derecha y yo le imito de forma imperceptible: mira a su secretaría, quien me mira con miedo - ¿Qué quieres de mí? Haré todo lo que me digas pero, por favor, deja ir a mi nieta, es solo una niña...

Le sigo apuntando, pero miro a la chica con más detenimiento: es una chica bastante joven, de altura similar a la mía, pelo negro y ojos profundamente claros. El viejo no tiene nietas registradas en nuestros datos, tiene que ser ella. Devuelvo la mirada al político. Le disparo tres veces en el pecho ante los gritos de la chica. En el momento que cae el viejo de pelo canoso, el sonido de una alarma se escucha por todo el lugar.

- Te busco a ti - digo, acercándome a la chica. La agarro del brazo con fuerza y nos llevo a la ventana más cercana que encuentro.

- ¡No! - grita ella, intentando soltarse de mi agarre - Estamos en un veinticuatroavo piso en una isla, ¡nos matarás!

- Cállate - digo sin levantar el tono. Disparo a la ventana para romperla antes de llegar - Espero que sepas nadar, Ambrosine.

- ¡¿Quién?! ¡Yo me llamo Jane!

- ¿No eres Ambrosine? - pregunto. No es posible que haya cometido un fallo, no puedo.

- ¡No! Creo que fue la anterior secretaria de mi abuelo - dice sollozando.

La suelto y oigo como varias personas corren hacia nuestra dirección. Ella sale corriendo hacia la puerta, pero la disparo en la espalda. No puedo dejar cabos sueltos ni nada que me pueda reconocer.

Cojo carrerilla y salto por la ventana hacia el mar, zambulléndome en el agua helada. Nado hacia la posición indicada con Joss, maldiciéndome por el imperdonable fallo que acabo de cometer.


HOLA, nuevo capi jeje. Dedicado a todas las personitas que le están dando un oportunidad y están leyendo esto, os loveo mucho <3 No os entretengo más, disfrutad de todo, votad y comentad. Nos leemos e.e

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