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82. i have her

Natasha tomó una respiración profunda mientras caminaba por el Quinjet. Sam manejaba mientras que Steve estudiaba en edificio, por mí parte me encontraba en silencio esperando que alguno de ellos dijera por lo menos alguna palabra, tal vez algún tipo de consuelo o incluso tranquilidad ante la situación. Todos se quedaron en silencio.

—Funcionará —dijo decidida Romanoff. Los tres la miramos —. Porque si no lo hace, no se qué haré —su voz cada vez iba perdiendo más seguridad. Me levanté dejando una mano sobre su hombro. El contacto entre ambos no había sido demasiado, no más que un par de historias en común. Ella dejó una mano sobre la mía.

—Lo hará, estoy seguro —concordé —. Nos recordará.

Natasha sonrió con nostalgia.

—Solía no tener nada, pero entonces obtuve esto. Este trabajo, esta familia y ahora ella... La dejé sola, prometí que volvería y dejé que experimentarán con ella.

Steve apoyó sus manos sobre la mesa.

—Somos el mejor equipo. Tenemos experiencia, tácticas, ustedes conocen el lugar y nosotros seremos su apoyo. La recuperaremos, la salvaremos sin importar el costo.

Natasha y yo asentimos mientras que Sam levantaba el pulgar en señal de aprobación.

—Yo iré por el aire mientras que Rogers recorre el perímetro. Barnes y Romanoff entrarán —Sam resumió el plan.

Camine junto a Nat mientras que Sam pasaba sobre nosotros. Steve se quedó atrás revisando el perímetro del edificio. La nieve nos imposibilitaba caminar con rapidez.

—Ella fue abandonada junto a mí, ambas entramos el mismo día. Éramos apenas unas recién nacidas cuando nuestros padres nos abandonaron. Hubiera muerto si ella no se hubiese acercado a mí buscando refugio. Me salvó aún sin siquiera estar consiente y lo siguió haciendo hasta el último día que nos vimos —relató Natasha.

—Me ayudó, con todo esto... Ya sabes —confesé. Nat me miró y sonrió —. Me gustó desde que nos hicieron enfrentarnos por primera vez. Digo, estaba rodeado de miles de mujeres y ninguna llamó mi atención hasta que ella llegó. De alguna manera ella era la única incapaz de irse de mis recuerdos.

—Le gustabas, demasiado —se quejó —. Hablaba siempre de ti. Su soldado... La hacías feliz Barnes.

—Y ella a mí —respondí entrando.

—Sabes que tal vez no encontremos a la persona que solíamos conocer... ¿Verdad?

Subí las escaleras en silencio negando a responder la pregunta de Natasha. Ese era uno de mis miedos, poder encontrarla pero que ella no sea capaz de reconocernos. Natasha llegó a mi lado sin hacer ningún ruido, ambos dejamos de caminar cuando oímos un ruido en una de las habitaciones.

—Veo gente en el lado oeste del edificio, muchachos —dijo Sam a través del intercomunicador —. Es sólo uno, tal vez sea su objetivo...

—Sean rápidos. Y traiganla de vuelta —ordenó Steve. Natasha se adelantó, miré detrás de nosotros cuando oí el empujón y el quejido de Natasha. Romanoff se agachó y miró a la persona que la golpeó con molestia, tenía una de sus armas lista para atacar pero se quedó en silencio cuando notó de quién se trataba.

— ¿Siempre tienes que hacer esa pose, Romanoff? —preguntó Anastasia. La imitó con un deje de burla. Los ojos de Nat se llenaron de lágrimas, traté de acercarme pero algo me detuvo, era un par de niños idénticos observando por el umbral de la puerta a nuestra izquierda.

—Sam dijiste que sólo había una persona —murmuré molesto —. Hay niños acá dentro.

— ¿Qué?

Anastasia tomó la mano de Nat y la levantó. Romanoff se refugió en sus brazos, Ana le hizo cariño en la espalda. Ambas se alejaron, Natasha se dirigió a los niños mientras que Ana se acercaba a mí. Se paró frente a mí.

—Tú cabello...

—Ahora está limpio —respondí. Ella río.

—Y sacaste esa estrella horrible del brazo —murmuró tocando el brazo de metal. Sonreí.

—Sí, era horrible...

Tomé su rostro entre mis manos y ella cerró sus ojos ante el tacto. La abracé con fuerza. Cerré mis ojos al sentir que la había recuperado, la tenía aquí, justo aquí.

Los niños corrieron cuando nos separamos a refugiarse a los brazos de ella. Eran dos niños morenos con increíbles ojos verdes. Les sonreí con amabilidad.

—Sus nombres son Wladimir y Alexei. Los encontré siendo dejados fuera de la Habitación Roja luego de una misión, no pude dejarlos ahí para convertirse en asesinos —negó —. Los tomé entre mis brazos y corrí lo más lejos de ellos, hemos ido cambiado de lugar cada semana. ¿Cómo me han encontrado?

Antes de que pudiésemos responder la puerta fue abierta de manera abrupta. Eran cuatro mujeres con trajes parecidos a Nat y Ana, miré a los niños posicionándose delante de ellos mientras que ellas se preparaban para atacar. Anastasia se posicionó a un lado de Nat, todas ellas habían sido entrenadas en el mismo lugar, conocían sus tácticas.

—James, lleva a los niños a un lugar seguro —murmuró Nat. Anastasia asintió. Romanoff fue la primera en atacar, comenzó a pelear con fiereza mientras que Anastasia corrió tomando el cuello de una de ellas y lanzandola al suelo con fuerza. Tomé en brazos a los niños y corrí.

—Sam, sería de ayuda que aparecieras por una de estas ventanas y le ayudes a sacar a los niños de aquí.

La ventana fue tocada sobresaltandonos a los tres, los niños se acurrucaron a mis costados con fuerza. La abrí y Sam tomó a uno de los niños dejando que Steve los recibiera. Salté apoyándome de Sam. Corrimos al Quinjet esperando que ellas llegaran.

[. . . .]

—Han pasado quince minutos, tenemos que ir a ver qué sucede —dije con molestia. Steve se volteó con enojo.

—No. No puedo arriesgarme que los tomen como prisioneros, o que les hagan algo.

—Pero Ana y Nat... —recordé.

—Mira, sé cuan importante ella es para ti, para mí también lo es, pero no puedo arriesgarme a perderte, Bucky. Tenemos bajo protección a los niños y s-

Una explosión destruyó el edificio, los niños comenzaron a llorar. Los tres nos quedamos en silencio.

[. . . .]

— ¿Crees que sea posible encariñarse tanto de alguien en tan poco tiempo? —pregunté mirando a Wanda jugar con los niños. Steve río con suavidad.

—Han pasado solo tres semanas, y esos niños no se han despegado de ti.

Asentí. Mi corazón dolió al notar que había ganado una amiga y la había perdido el mismo día. Al igual que había encontrado otra vez al amor de mi vida y también la había perdido. No era justo.

— ¡Eres genial! —gritó con alegría Alexei. Wanda sonrió.

—Dos sospechosos en el patio frontal —comunicó FRIDAY —. Aparentemente son dos mujeres.

Steve y yo nos miramos. Wanda hizo una señal para que fuésemos tranquilos mientras ella ponía un campo de protección sobre los niños. Estaban con capuchas sobre sus cabezas, aún con traje negro se veía que ambas estaban heridas y parte de la sangre se había secado sobre sus ropas, Steve y yo contuvimos la respiración al notar de quienes se trataba. Ana se quitó la capucha primero, sonreí cuando su cuerpo se apego al mío en un abrazo.

La había recuperado.

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