Mirai Sakamoto era de todo menos una persona que pudiera estar quieta por más de unas horas. La chica desprendía energía y felicidad por cada poro de su ser, y aquello hacía que las personas siempre la tuvieran en la mira.

La chica podía recordar muy bien todas las declaraciones románticas que había tenido durante su instituto, donde ella había adelantado, y también la forma en la que las chicas envidiaban su natural forma de bailar. Pero todo aquello cambio cuando, al irse de Japón, conoció a aquel chico coreano.

—¡Hoseok!—la chica había saltado sobre la adolorida espalda de su novio.

—¡Pequeña!—grito de vuelta mientras ella lo abrazaba fuertemente.

Ellos eran en definitiva la pareja más energética y sonriente que alguien podría conocer.

—Te ves algo cansado cariño, te traje algunas bebidas y comida, llevas mucho tiempo encerrado aquí en el estudio.—la chica frunció el ceño observándolo.

—Lo sé, mi amor.—le respondió con una cansada sonrisa—. Pero estoy intentando perfeccionar Boy Meets Evil antes de la presentación.

—¡Oh!—grito asintiendo frenéticamente.—¿Quieres ayuda?

—¿Sabes la coreografía?—preguntó el chico sorprendido.

—¡Pero claro que si!—la chica salto de su lugar poniéndose en pie.—Sabes bien que soy coreógrafa, además me encanta verte a ti y los chicos bailar. Ame esa coreografía y la aprendí.

Hoseok soltó una estruendosa risa ante aquello. Jamás podría cansarse de aquella alegre e hiperactiva chica.

—Entonces muéstrame.

—¡Muy bien!—sonrío rápidamente quitándose el exceso de prendas de encima y levantando los pulgares demostrando estar lista.

Cuando la música comenzó a sonar la seriedad en el rostro de Mirai era algo que solo verías en ella cuando bailaba algo que lo requería, los precisos movimientos, y el gran entusiasmo con el que lo hacía termino contagiando al chico.

Sin pensarlo dos veces Hoseok comenzó a bailar a su lado, en perfecta sincronía y coordinación sus pasos de baile iban a otro nivel. La rutina fue perfecta y cuando está termino ambos se veían con la respiración agitada.

—¡Lo hiciste muy bien Hobi!—grito la chica.

—Y todo gracias a ti.—dijo abrazándole por la cintura y levantándola para darle vueltas.—Me devolviste la motivación de hacerlo y me siento satisfecho por ello, gracias Mirai.

Hoseok amaba el baile con todo su ser, y amaba a Mirai de la misma forma, aquella pequeña chica japonesa se había ganado su corazón desde el primer momento que la vio bailando aquella pieza en una de las salas de practicas. Simplemente el baile había hecho que aquellos dos se encontrarán y conectaran inmediatamente para terminar tan enamorados como hoy el día estaban.