Era la tercera vez en la semana en la que Namjoon le observaba.

Cabizbaja, jugando con sus dedos y ocasionalmente mirando por la ventana con un incesante movimiento en su pierna. Definitivamente aquella chica se veía nerviosa y adorable, pero sobre todo nerviosa. Y no era para menos, desde hacía ya unos meses Dongjak-gu estaba bajo alerta, la desaparición de algunas jóvenes había azotado aquel lugar junto a una ola de violencia especialmente dirigida a las mujeres.

Añadiendo más preocupación a las jóvenes, no sólo debían preocuparse por los acosadores del transporte público, ahora también debían preocuparse camino a la escuela y camino casa para no ser las próximas desaparecidas. Namjoon realmente se encontraba molesto por ello, si bien el era un chico universitario no podía evitar llenarse de furia al ver una injusticia cometida ante alguna chica, y el semblante nervioso que observaba de la chica que se topaba muy a menudo en el transporte le preocupaba.

El gran suéter de su uniforme la delataba como una estudiante de preparatoria, y las veces que le había visto de pie había notado que ella no era particularmente alta, era delgada y de grandes mejillas acompañando su corto cabello chocolate.

El autobús se detuvo abruptamente en la parada escolar, diariamente ambos jóvenes bajaban en ella, era algo divertido como la preparatoria y la universidad estaban a solo dos cuadras de diferencia.

La chica bajo primero, caminando descuidadamente las cuadras que le faltaban, su mirada reparo en un hombre apoyado contra la pared y los pasos que daba ahora la chica eran rápidos y nerviosos. Namjoon se alertó y camino directo hacia ella a paso decidido.

—¡Hey!—el chico llamo su atención poniendo una mano sobre su hombro.—¡Si que corres rápido, no vuelva a hacerle eso a oppa!

La chica lo miro con sus ojos muy abiertos y un tanto temerosa.

—¡O-Oppa!—respondió con la voz temblorosa, con un nudo en la garganta cuando el cuerpo del chico se inclinó hacia ella.

—¿Cuánto tiempo lleva molestándote aquel hombre?—cuestionó en voz baja.

—Unas semanas, siempre me sigue hasta la escuela. Se aleja cuando ve a alguien conmigo.—informó temerosa.

—Aún nos sigue.

La chica observó de reojo para darse cuenta de que lo que el alto chico decía era una realidad.

—¿Cómo te llamas?

—Do Min-Ah

—De acuerdo, Min, te llevaré hasta la puerta de la escuela.—respondió el chico con una amable sonrisa—. Por cierto, mi nombre es Kim Namjoon.

La chica asintió con una pequeña sonrisa y siguió caminando a la par del alto chico, justo como él prometió, hasta la entrada de su escuela.

—Namjoon oppa, muchas gracias.—respondió con una pequeña reverencia.

—No hay de qué, Min.—le sonrió de vuelta—. ¿Es tu último año?

La chica asintió sonriendo, aquello quería decir que se encontraba muy cerca de sus 18 años.

—Min, ¿a qué hora sales del colegio?

Namjoon se sentía preocupado por la chica, si bien la acaba de conocer el hecho de que aquel espeluznante hombre le estuviera acechando desde hacía semanas y que su presencia siguiera a unos pocos metros lejos de ellos lo hacía peor. Además ellos tomaban la misma ruta de autobuses.

—Al rededor de las tres con treinta, ¿por qué lo pregunta?

—Puedes tutearme, no soy tan mayor.—sonrió ganándose un asentimiento de la chica—. Te veré a la salida de la escuela justo aquí, si no me ves no te acerques. Lo haré diariamente.

La boca de la chica formó una pequeña "o".

—¡No es necesario!—se apresuró a hablar—. No quisiera que te tomaras la molestia de ir y venir diariamente solo por...

—Min-Ah, es peligroso, la ciudad es peligrosa últimamente. Te veré en unas horas, ahora apresúrate a entrar o te reprenderán.

El rostro de la adolescente se tornó sumamente rojo y dando una vuelta comenzó a correr dentro el edificio. Namjoon sonrió y camino directo al campus de su universidad.

(...)

El timbre de salida ya había sonado, captando la atención de Min-Ah, ¿realmente Namjoon estaría esperándole?
Con un movimiento de cabeza negó para sí misma y se apuró en tomar sus cosas. Aquel había sido un día cansado sin duda alguna.

Observo como sus compañeros salían rápidamente de las inmediaciones de la escuela y sus mejillas no pudieron evitar tomar un color carmín al observar la alta figura del joven parada justo en la reja exterior de la escuela. A paso rápido se encaminó hacia el, quien solo sonrió y le tendió una paleta de caramelo para empezar a caminar para tomar el autobús.

Y eso sólo había sido el principio.

Aquella costumbre de ir y regresar juntos con el paso del tiempo les había llevado a conocerse casi por completo, incluso siguieron haciéndolo cuando el acosador desapareció, aquel último año de la chica había sido un poco más soportable al lado del universitario estudiante de literatura, y sin duda la vida de Namjoon se había vuelto más feliz desde que Min-Ah entró en ella.

Porque después de todo aquella temerosa chica del bus era realmente encantadora y, en ella, Namjoon había encontrado una nueva inspiración para sus historias.