━━━━ANEXO III. Geografía e Historia de la Tierra Media
«Oh great Mandos,
High among Valar,
I come to you in sorrow and with a broken heart.
Long has been my journey, that led me to these halls,
but now I kneel before thee as grief my spirit calls.
I seek a man named Beren, whom I bid await me here,
I pledged that I would find him before he leaves this sphere.
This man of whom I speak, he gave his life for me,
but thence my soul grew weak and at last it too broke free.
So borne upon an urgent breeze, I travelled to this place,
where only one thing could appease the torment I now face:
Oh tell me I am not too late, to see my love once more,
for that would be too cruel a fate, I beg him be restored.
That we may take a little timeto bid our last farewell,
and remember all we shared erstwhile, such joy no one could quell.
For never was a greater lovethan that within our hearts;
once born, forever binding us
E'en though through death we part.»
—Canción escrita por Eurielle,
inspirada en los textos de J.R.R. Tolkien y El Silmarillion.
ANEXO III. GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LA TIERRA MEDIA
Ilúvatar, procedente del Quenya iluve (todo) y atar (padre), fue el morador de los Palacios Intemporales y el Creador único y absoluto de Eä, el universo que creó a partir de la misma palabra. Este era rodeado por un vacío absoluto y el centro del Mundo fue la Llama Imperecedera, repleto de cientos de estrellas y cuerpos celestes, entre los cuales se encontraría Arda más tarde. Ilúvatar también fue llamado Eru por los Elfos, El Único o El Que está Solo.
Creó a los Ainur, las primeras de sus criaturas hechas antes de Eä, aunque no se sabe el número exacto de cuántos eran; creados desde el pensamiento de Ilúvatar. Los Ainur fueron creados con la Llama Imperecedera del espíritu de Ilúvatar, y a cada uno le reveló una parte de su pensamiento, así pues, aunque no tenían sexo o forma física establecida, algunos tomaron forma femenina y otros masculina, pues lo que los diferenciaba era el temperamento. A ellos, Ilúvatar les brindó la Música y les pidió que cantaran una canción, que más tarde se conocería como la Ainunlindalë. Al finalizar la Canción, Ilúvatar les mostró a los Ainur la visión que había tenido de su Música y la convirtió en realidad a petición de sus hijos.
Los Valar, o en Quenya, Los que Tienen poder, Los Poderes, cumplieron el deber como guardianes y regentes de Arda para completar la visión de Ilúvatar, y darle forma a semejanza de la Gran Música de los Ainur, que había sido cantado al principio de la creación. Fueron también conocidos como Los Grandes, Los Regentes de Arda, Los Señores del Occidente o Los Señores de Valinor. La forma femenina es Valier, y el singular es Vala.
Tras la creación de Arda, quince de estos Ainur, denominados Valar, los más poderosos de todos, decidieron ir allí para quedarse y, junto a ellos, los Maiar, unos seres inferiores a su poder que actuaban a modo de sirvientes y ayudantes de los Valar. Los Ainur restantes permanecieron al lado de Ilúvatar en los Palacios Intemporales.
Ocho de estos Valar fueron conocidos como Aratar por encima de los demás al ser más poderosos que estos. Melkor, posteriormente denominado Morgoth, por ejemplo, se convirtió en el enemigo corrompiendo a otros Ainur como Sauron y los Balrogs; juntos fueron destructores de gran parte de la Tierra Media y provocadores de grandes batallas. Morgoth pasaría a ser conocido como El Gran Enemigo Oscuro del Mundo.
No obstante, en total, eran quince Valar que, sin contar a Melkor, pasaron a ser catorce. Los siete Valar fueron Manwë Señor del Aliento de Arda, Ulmo Señor de las Aguas, Aulë el Herrero, Oromë el Cazador, Námo o Mandos Señor de los Muertos, Irmo o Lórien Señor de las visiones y Tulkas el Luchador. Las siete Valier fueron Varda Reina de las Estrellas, Yavanna Reina de la Tierra, Nienna la Plañidera, Estë la Sanadora, Vairë la Tejedora, Vána la Siempre Joven, y Nessa la Bailarina.
Los Valar fueron los encargados de preparar el continente para el despertar de los Elfos y los Hombres, creaciones de Ilúvatar, aunque Aulë creó a los Enanos, e Ilúvatar, benévolo, permitió que vivieran siempre y cuando despertaran después que los Elfos.
● 1.2.1. LAS EDADES DE LAS LÁMPARAS
Cuando Arda por fin fue terminada, Yavanna creó a los Ormal, las plantas, y los Kelvar, los animales. Después de la primera batalla contra Melkor, quien acabó siendo corrompido, Yavanna plantó unas semillas que ya tenía preparadas para la Tierra Media. Sin embargo, los olvar no crecieron y Aulë, esposo de Yavanna, construyó las dos lámparas: Illuin y Ormal.
◈ ILLUIN Y ORMAL
Mientras Illuin poseía una luz celeste, Ormal conservaba una luz dorada. Cada una se encontraba dispuesta en un extremo de Arda; Illuin en el norte y Ormal en el sur.
La luz que aportaron sendas lámparas permitió la llegada de la Primavera de Arda, el periodo en el que las plantas crecieron por primera vez en la Tierra Media. Varda se encargó de llenarlas de luz para hacer esto posible y Manwuë las consagró, siendo ambas lámparas situadas en dos altos pilares, permitiendo que la luz de una se encontrara con la otra. No obstante, también se crearon las Montañas Pelóri, cerca de las orillas del contintente, para proteger al mismo.
De esta forma fue posible el crecimiento de la hierba, el musgo, los helechos y los árboles, siendo más abundantes en las regiones centrales de la Tierra Media, donde las luces se unían y donde se encontraba la morada de los valar: la isla de Almaren.
◈ ALMAREN Y UTMNO
Reunidos en Almaren para la celebración de la boda de los valar Tulkas, el guerrero y Nessa, la bailarina, y a la luz de Illuin, los valar no advirtieron la sombra de Melkor cuando este regresó del Vacío Intemporal, allí donde había sido condenado a perecer tras la primera batalla, y este comenzó la construcción de su fortaleza excavada, Utmno, al norte.
Para cuando se percataron de que Melkor había vuelto, ya era demasiado tarde: este asestó el primer golpe, derribando los pilares que sostenían las lámparas y provocando así su destrucción. La luz derramada de Illuin y Ormal causó grandes incendios y la caída de los pilares hizo que las tierras se abrieran y los mares se levantaran, dañando las creaciones de los valar y la simetría de Arda.
Donde antes había estado el pilar de Illuin se formó el mar Helcar, una de cuyas bahías era Cuiviénen, el lugar donde años más tarde despertarían los Elfos, creaciones de Ilúlvatar para poblar Arda.
De esta forma, pues, se vieron por finalizadas las Edades de las Lámparas.
● 1.2.2. LAS EDADES DE LOS ÁRBOLES
Después de que Melkor fuera capturado y encadenado por Angainor por sus malas acciones, los valar se trasladaron al continente de Aman y allí construyeron el reino de Valinor.
Yavanna consagró Ezellohar, una colina que se hallaba ante la Puerta Dorada de la ciudad de Valmar, y en ella se sentó durante un largo tiempo e interpretó un canto mágico sobre las cosas que crecen en la tierra. Además, Nienna regó la colina con sus lágrims y, mientras el resto de valar observaban, en ella nacieron dos brotes que crecieron y florecieron hasta convertirse en grandes árboles.
Las luces que irradiaban Telperion y Laurelin, que así fueron llamados, iluminaron las tierras de Valinor y dieron inicio a las Edades de los Árboles.
◈ LAURELIN Y TELPERION
Las hojas de Laurelin eran de color verde tierno, con bordes dorados y su forma se asemejaba a las de un haya recién brotadas. Sus flores amarillas, comparadas en El Silmarillion con cuernos y en relatos anteriores con las hojas del laburno, producían una lluvia de luz dorada bajo el árbol y emitían luz y calor. Destacaba también la suavidad de su corteza y la gran belleza del tronco con respecto a la forma.
Por otra parte, el haz de las hojas de Telperion eran de color verde oscuro y su envés plateado. Sus flores eran similares a las de un cerezo y producían un rocío de luz plateada; en versiones anteriores, a pesar de no ser descritas en las actuales, las flores eran blancas. Su tronco era más proporcionado y esbelto, y sus ramas más gruesas, enmarañadas y densas, en ambos casos comparándolo con Laurelin. A su corteza se le añadía el parecido con la seda y se describía de color blanco, asemejando al de las perlas.
◈ LOS SILMARILS
Los Silmarils, Silmarilli en sindarin, fueron tres joyas cuya historia de creación, robo y búsqueda es el hilo conductor del Quenta Silmarillion, núcleo del libro de Tolkien, El Silmarillion.
Estas joyas fueron creadas en Valinor durante las Edades de los Árboles por el elfo Noldo Fëanorm, el más grande orfebre de todos los elfos, y contenían en su interior la luz de los Dos Árboles de Valinor. La importancia de los Silmarils fue muy grande y fueron quizá la gran red que contuvo la trama de todos los acontecimientos de Arda Maculada en la Primera Edad, asentando las bases de su historia.
Fëanor, considerado el Elfo más hábil de la historia de Arda, labró muchas joyas y creó también muchos objetos; pero su obra cumbre fueron los tres Silmarils. Fëanor los hizo de una sustancia desconocida, y que era la más dura existente. Se dice que solo al final del mundo, cuando Arda se quebrara y los Silmarils reaparecieran, se conocería la sustancia con la que fueron creados. En ellos, el elfo capturó la luz mezclada de Laurelin y Telperion, tal vez presintiendo su futura destrucción, de modo que los Silmarils brillaban con luz propia y, sin embargo, recibían la luz y se regocijaban en ella, devolviéndola en mil matices, como si estuvieran vivos. Los Valar los consagraron, de modo que ningún ser maligno pudiera tocarlos sin lastimarse, y predijeron que el destino de Arda estaba contenido en aquellos artificios.
◈ LA DESTRUCCIÓN DE LOS ÁRBOLES
Tras el desencadenamiento de Melkor, éste ocasionó disensiones entre los príncipes de los Elfos Noldor, que acabaron con el exilio de Fëanor. Luego, Melkor fue a Formenos, donde el elfo desterrado residía, y le habló al pelinegro que los Silmarils corrían en Aman. Fëanor se dio cuenta de la feroz codicia que Melkor intentaba ocultar, y lo echó de allí, Melkor entonces abandonó Valinor, pero regresó para consumar su venganza con la muerte de los Dos Árboles.
Tras la muerte de los Árboles a manos de Melkor y Ungoliant, una araña gigante, los Valar le pidieron a Fëanor que les cediera las joyas, pues solo así podrían recuperar la luz perdida. Pero Fëanor se negó, pues no deseaba que sus creaciones fueran rotas, ni siquiera por un fin mayor. Sin embargo, nada se habría podido conseguir de todos modos, pues llegaron los mensajeros de Formenos diciendo que Melkor había asesinado a Finwë, padre de Fëanor, y había saqueado la morada llevándose también los Silmarils. En su huida, cruzó el Helcaraxë, un estrecho angosto que unía Aman con la Tierra Media por el norte, y llegó al mismo norte de Arda.
Pero al exigirle los Silmarils, Melkor se negó, reclamándolos suyos para siempre, aunque el dolor le quemaba constantemente la mano. Ungoliant lo desafió, pero los de acudieron en ayuda de su amo, y con sus látigos de fuego ahuyentaron a la Gran Araña. Luego, forjó una corona de hierro, cuyo peso lo abrumaba mortalmente, nombrándose rey del mundo, y en ella engarzó los Silmarils.
Mientras, enfurecido y lleno de odio por Melkor, a quien por primera vez llamó Morgoth, e impaciente ante la aparente calma de los Valar, mientras huía con sus joyas, Fëanor repudió a los Valar y a Valinor, y pronunció un terrible juramento que le obligaba a él y a sus hijos, que juraron a su lado, a perseguir a quienquiera que tuviera a los Silmarils, fuera Valar, Elfo, Hombre aún no nacido, o demonio de Morgoth, y no descansar hasta recuperarlos o morir en el intento. Pusieron a Manwë, Varda y al mismo Ilúvatar como testigos.
De esta manera se forjó el Hado de los Noldor que huyeron insensatamente con Fëanor, a través de las tierras baldías del norte de Aman. En este viaje ocurrió la terrible matanza de Alqualondë, cuando los Elfos Noldor mataron a los Elfos Teleri al rehusar estos últimos a cederles sus blancas naves para navegar a la Tierra Media. Poco después las huestes noldorin escucharon la implacable Maldición de Mandos, condenándolos a regresar a Valinor, o someterse a la derrota que, a corto o a largo plazo, todos padecerían en adelante.
Posteriormente, los pueblos de los Noldor exiliados en la Tierra Media lucharon muchas batallas contra Morgoth, cuya gran guerra, que abarca casi toda la Primera Edad, se llama, a causa de los codiciados Silmarils, la Guerra de las Joyas, y también sufrieron muchas disensiones y divisiones entre ellos, llegando incluso a matanzas y masacres entre ellos, como la de Doriath y la de las Desembocaduras del Sirion. Tal como lo predijo Mandos, a la larga los Noldor nada pudieron hacer para recuperar los Silmarils, y sus reinos fueron aplastados uno por uno por Morgoth. Todos se vieron envueltos en la maldición pronunciada por Mandos, en la cual se entretejen los destinos de los Silmarils, los Noldor, los Teleri y los Edain.
De este modo, la lucha de Fëanor, sus descendientes y otros reyes élficos marcaron la gloria y tragedia de la estancia de los elfos noldorin en la Tierra Media. La historia completa de los Silmarils es contada en El Silmarillion.
Beren, hombre mortal, y Lúthien, hija del rey Thingol, para poder consumar su amor ante la negativa de Thingol a que su hija se casara con un mortal, emprendieron la recuperación de un Silmaril; ya que era este el precio que le había puesto a Beren para la mano de su hija. Ellos lograron infiltrarse dentro de Angband, la fortaleza de Morgoth, y recuperaron uno de los Silmarils de la corona del mismo. Beren lo cogió, pero Carcharoth, el gran Lobo guardián de Angband, le mordió la mano con el Silmaril. Desde entonces, el Lobo enloqueció por el dolor causado por el Silmaril, que le fue calcinando las entrañas. Carcharoth fue a Doriath, y la Cintura de Melian, el encantamiento que la Reina Melian trazó alrededor del reino para impedir el cruce de cualquier criatura maligna, no lo detuvo. Allí, tras ser muerto por Huan, recuperaron la Joya de sus entrañas, y el moribundo Beren se lo dio a Thingol.
Tiempo después, tras recibir el Nauglamír, una fina cadena de oro engarzada con gemas de Valinos y talladas por Fëanor, de manos de Húrin, Thingol decidió engarzar la Joya en el collar. Mandó a los Enanos a que realizaran el trabajo, pero los Enanos, cuando finalizaron la labor y antes de que Thingol se lo colocara, le dieron muerte y robaron las joyas. Beren y Dior, su hijo, lo recuperaron y lo llevaron a Tol Galen.
Tras la muerte de Beren y Lúthien, Dior, quien se encontraba reinando en Doriath como heredero de Thingol, recibió la joya. Los hijos de Fëanor se la reclamaron, pero él se negó a ceder aquello que tanto trabajo les costó a sus padres recuperar de la oscuridad de Morgoth. Así, ocurrió la Segunda Matanza de Elfos por Elfos. Dior y sus hijos muerieron, y Doriath cayó, pero su hija huyó con el Silmaril a las Desembocaduras del Sirion. Allí se unió a Eärendil.
Los hijos de Fëanor nuevamente reclamaron la joya, pero, estando Eärendil de viaje por el mar, Elwing se negó. Entonces ocurrió la tercera y más cruenta Matanza de Elfos por Elfos. Elwing se arrojó al mar con el Silmaril, pero fue transformada en ave, y fue al encuentro de su esposo en alta mar. Eärendil obtuvo la joya, y, usándola en el collar sujeto a la frente, navegó al Reino Bendecido, donde se dice que pudo llegar ayudado por el poder de la Joya sagrada, para interceder por hombres y elfos, para que los Valar los libraran del abrumador poder de Morgoth.
Tras acometer esta empresa, Eärendil fue enviado por los Valar a navegar para siempre por los cielos en su barco Vingilot, siempre llevando el Silmaril. De este modo, se convirtió en la estrella más brillante del cielo, y la más amada por los Elfos. Cuando se levantó por primera vez en el mar occidental, los elfos se alegraron, viendo que el Silmaril hundido en el mar se elevaba en el cielo por obra de los Valar, y la llamaron Gil Estel, la estrella de la esperanza.
Tras la Guerra de la Cólera, los otros dos Silmarils fueron recuperados de la corona de Morgoth por el ejército victorioso de los Valar, pero Maedhros y Maglor, los dos hijos de Fëanor que quedaban vivos, en un intento último y desesperado por cumplir el Juramento maldito, los robaron e intentaron quedárselos. Pero las sagradas joyas les abrasaron las manos, y de esta manera supieron que no eran dignos de portar las Joyas, y que el Juramento no servía y que en realidad, nunca había servido de nada. Maedhros, loco de dolor y de desesperación, se arrojó con el Silmaril a una grieta de fuego en la tierra, mientras Maglor arrojó el otro al mar, y desde entonces recorre las playas, lleno de remordimiento. De este modo, los Silmarils encontraron su lugar definitivo: uno en las entrañas de la tierra, uno en el fondo del mar y uno en el firmamento.
Según la profecía de la Dagor Dagorath, al final de todas las cosas, cuando Arda sea deshecha, los Silmarils serán recuperados y abiertos, y se mostrará de qué material fueron hechos, y la luz encerrada en ellos servirá para hacer revivir a los Dos Árboles.
En El Señor de los Anillos, Galadriel , le regala a Frodo Bolsón en Lothlórien un frasco con la luz de Eärendil, tal como la recogió reflejada en su fuente, para que lo use en lugares oscuros donde toda otra luz se ha ido. Esta luz es por tanto la luz del Silmaril de Eärendil.
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