Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

[8.The uninvited]

-¿De verdad le has dicho que sí?-Asentí, continuando con el golpeteo de mis dedos sobre la madera a un ritmo que ni yo reconocía- P-Pero ¿Por qué? Creí que lo odiabas.

-Solo me pidió una cita, Seth-Respondí con algo de fastidio, pasando mi mirada por cualquier sitio que no fuera al frente- Ya te lo comenté ayer. 

-Es que...-Dejó de preparar el café que le habían encargado, haciendo una extraña mueca antes de continuar hablando- Todavía no puedo creerlo. 

Solo gruñí en respuesta, volviendo a voltear mi mirada hacia otro sitio que no fuera las mesas cerca de mi lugar a las afueras de la barra. 

-¿Qué pasa? ¿Estás bien?

-¿Todavía está mirándome?

Procuré mantener mi cabeza baja, en lo que Seth probablemente volteaba sobre sí a ver si el samoano seguía espiándome desde la mesa que atendía en la terraza. 

Desde nuestra discusión en el apartamento no compartíamos ni una palabra, tan solo lanzándonos miradas sin sentido alguno. 

¿Por qué demonios tuvimos que trabajar el mismo día?

-Wow...-Silbó el bicolor de anteojos, para a continuación volver a concentrarse en mi mirada- ¿No han pensado en el divorcio?

No dudé en levantar la cabeza, mirándolo con el ceño fruncido y la mandíbula apretada. 

-¿Y a ti qué mierda?-Escupí malhumorado de su sonrisita burlona- ¿Dónde está mi Seth gruñón?

Él solo se encogió de hombros con la misma mueca burlona, enseñándome la lengua antes de poner la taza de café preparada sobre mi bandeja y disponerse a seguir con su trabajo. 

Le di una última mirada de soslayo con mi ceja alzada, frunciendo mis labios y resignándome a llevar la orden a donde habían pedido antes de que el cliente me regañara. Una vez que esta ya se encontró en su lugar, visualicé a la pelinegra de ceja perforada tarareando mientras limpiaba una mesa recientemente desocupada. 

Tragué con fuerza cuando me vi obligado a pasar a un lado del samoano, el cual obligado tenía que cruzar caminos conmigo para ir a la barra por su siguiente orden. 

Sus ojos claros se encontraron tan solo un par de segundos conmigo ya que fui lo suficientemente capaz de apartar mi mirada de la suya, frunciendo mis labios y concentrándome en no tropezar con mis zapatillas. 

Era malditamente insoportable que me mirara así. 

Me di cuenta de que Nicole movía sus caderas ligeramente mientras tarareaba, probablemente a causa de la música proveniente de los audífonos en sus oídos. 

Sonreí con diversión, esperando a que volteara por algún producto de limpieza para lanzarme sobre la mesa que recientemente había limpiado y cerrar mis ojos como si estuviese dormido. 

-¡Ay, mierda!-Le escuché chillar, casi dejando caer las cosas que tenía en las manos- ¡Hijo de la gran puta!

-Cuidado con esa boca, preciosa-Advertí con mis ojos todavía cerrados pero sin poder evitar la curvatura entretenida jugueteando en mis labios- Vienen niños aquí también. 

Podía apostar que Nicole solo quería tirarme las cosas por la cabeza, pero parecía estar respirando para calmarse antes de dar un par de palmadas a mi espalda. 

-Ya, no te pongas imbécil. Déjame trabajar-Suspiró casi entre dientes antes de continuar- Ahora que Jess está fuera por el resfriado hay mucho más trabajo del normal aquí.

Obedecí, levantándome de la mesa y sonriéndole todavía burlón. 

-Hey, Nicole-Alzó las cejas expectante a pesar de lo ocurrido recientemente- ¿Sabes por qué Seth anda tan así?

-¿Tan así?-Arqueó una ceja. 

-Como si fuera a vomitar flores o algo. 

Una sonrisa apareció en la boca de la chica de mechones azulinos, dándole una pequeña mirada al bicolor que se encontraba sirviendo alegre un capuccino. 

-No tengo idea...-Mordió su labio inferior, para luego volver su mirada a la mía- Pero supe por fuentes externas que hace poco fue al doctor. 

Supe de inmediato a lo que se refería, sonriendo burlón tras darle una pequeña mirada a mi amigo. 

-Tiene sentido-Murmuré todavía sonriente. 

-Oh, antes que lo olvide...

Miré perplejo a la pelinegra en lo que buscaba algo en el bolsillo de su camisa, para a continuación extender un sobre frente a mí. No sin antes golpearme en la nariz con él y que le mostrara la lengua en signo de burla. 

-Es tu paga de este mes-Sonrió ella, disponiéndose a seguir con su trabajo en lo que miraba el sobre entre mis dedos con algo de sorpresa- Tu turno también terminó por hoy, cariño. Así que puedes escaparte de las miraditas de Joe si quieres. 

Levanté lentamente la mirada, al mismo tiempo en que sentía una idea comenzar a nacer en mi mente. Esta comenzó a extender una sonrisa en mis labios, al igual que una mueca victoriosa. 

-Nicole-La llamé con la misma expresión en mi rostro- ¿Sabes de un lugar donde vendan motocicletas?

Di la vuelta a la intersección cercana a la cafetería, sonriendo ante el estremecedor sonido del motor vibrando cada vez que aceleraba más y más. 

El clima parecía estarse poniendo cada vez peor por sobre mi cabeza, avecinándose una posible tormenta que tal vez estremecería a la ciudad en unas horas. A pesar de ello, mis energías seguían cargadas y la adrenalina me recorría de los pies a la cabeza gracias a la velocidad con la que avanzaba hasta ver a lo lejos la cafetería. 

Pude visualizar a aquella chica de mechones azules saliendo del lugar junto a Roman. Sonreí de lado y apreté mis dedos en torno al acelerador, aumentando un poco la velocidad y logrando llamar la atención de ambos gracias al estridente sonido del motor. 

El derrapar de las ruedas sobre el asfalto de la acera hizo mi corazón palpitar con fuerza, al mismo tiempo en que dejaba que el sonido del motor vibrase una última vez antes de apagarlo y bajar con mi pie la palanca que mantendría quieto mi nuevo vehículo. 

Me quité el casco en cuanto la motocicleta dejó de estremecerse bajo mi cuerpo, procurando bajar un poco mi erizado cabello gracias a todo el tiempo en que conduje por las concurridas calles de Atlanta. 

-¡Oh por Dios!

No tardé en voltear mi cabeza hacia la entrada de la cafetería, sonriendo hacia aquella dirección. Levanté mi mano en forma de saludo, sin dejar de apoyar uno de mis pies en el pedal y el otro en el cemento húmedo bajo las llantas. 

La fémina sonreía incrédula, pareciendo no poder alejar sus ojos de aquella motocicleta brillando bajo la poca luz que restaba del día. Pero junto a ella se encontraba un molesto chico samoano, el cual podía ver frunciendo su mandíbula con desagrado y frunciendo cada vez más el ceño frente a la escena. 

Ay, mierda...

Dejé el casco sobre el asiento de la moto en cuanto el pelinegro comenzó a avanzar en mi dirección. No tardé en sentir sus dedos apretar fuertemente mi brazo y que comenzara a jalar de él hacia la cafetería. 

-Tú, conmigo, ahora. 

No pude responder, tan solo soltando un gruñido entre dientes cuando me sacó tan bruscamente de mi moto y comenzó a llevarme casi a rastras hacia el lugar en que la perpleja chica de ceja perforada se encontraba. 

-Espera aquí, Nicole. Terminaré en un minuto-Bufó el samoano, casi lanzando las llaves a las manos de la fémina. 

-¡O-Oye, soy tu jefa!-Exclamó casi en un chillido molesto, pero Roman no pareció prestarle atención.

Tras abrir la puerta de cristal y que el sonidito de la campanilla resonara en el vacío lugar, fui empujado con poca delicadeza hacia el interior de la cafetería. Mis pies se tambalearon un poco, a lo que solo vi a mi mejor amigo cerrar la puerta bajo mi mirada irritada.

¿Ahora qué? Sinceramente no tenía ganas de discutir más con él...

Roman volteó sobre sus zapatos, encontrándose rápidamente con mi mirada molesta reflejada en sus ojos cristalinos pareciendo oscurecerse.

-No me mires así-Me regañó casi entre dientes.

-Tú eres el que me encerró aquí para empezar-Respondí casi escupiendo las palabras con enfado.

-¿¡Y cómo explicas eso!?-Exclamó con fuerza, apuntando la moto que Nicole trataba de acercar a la cafetería- ¿¡De dónde demonios sacaste dinero para una ducati!?

-Ahorro dinero, Roman.

Hablé con simple indiferencia, caminando hacia la mesa más cercana a pesar de que sus venenosos ojos me siguieran el paso. No dudé en dar un saltito hasta sentarme sobre la superficie de madera, dejando que mis pies ya no tocaran el suelo mientras agarraba una de las azucareras de encima y comenzaba a sacar granitos de azúcar con mi dedo.

-Creo que estoy bastante grande como para tomar mis decisiones-Agregué, rompiendo el silencio más que tenso en el lugar en tanto saboreaba los granitos dulces como un niño pequeño- Además ¿No decías que tenía que dejar de ser tan infantil?

Roman rodó los ojos con clara exasperación, logrando que una sensación victoriosa me llenara el pecho.

Si creía que volvería a caer con sus malditos jueguitos, estaba muy mal.

Seguí comiendo granitos de azúcar, moviendo mi cabeza a un compás que únicamente estaba en mi mente en aquel instante.

-¿Qué demonios pasa contigo, Jonathan?-Murmuró el pelinegro, rompiendo aquel silencio y que tensara mi mandíbula a pesar de estar en busca de más azúcar en la azucarera de vidrio.

-Te dije que no me llames así-Casi gruñí entre dientes, observándole por el rabillo de mis ojos- Y más bien ¿Qué demonios te pasa a ti? Desde que estás con Saraya te has convertido en un imbécil.

Ay, mierda. Otra vez mi bocota soltando cosas cuando no.

-No me vengas de nuevo con eso, Dean...-Se quejó el samoano entre dientes, poniendo una mano en su frente de forma exasperada- Momento...¿¡Y qué hay de AJ!?

Solté una carcajada, sacando un último poco de azúcar y echándomelo a la lengua.

-No sé qué tiene que ver Allen con esto-Dije con simpleza, procurando evitar su mirada y concentrarme en los granitos dulces en la palma de mi mano.

Pero me vi interrumpido cuando mi mano fue golpeada con fuerza, casi dejándome llevar por ese impulso y solo pudiendo mirar alarmado al molesto moreno que mantenía su mano todavía en alto.

Fruncí el ceño casi de inmediato, bajándome de la mesa y abalanzándome furioso contra Roman.

Ya había tenido suficiente de todo.

No era normal que llegáramos a los puños, pero sinceramente ya estaba harto. Estos sentimientos en mi pecho eran dolorosos, y solo podía pensar en las muchas cosas que quería que supiera.

No me entendía ni a mí mismo.

Intentaba jalar de su camiseta, pero nuestras fuerzas parecían estar bastante igualadas, por lo que solo conseguíamos tambalearnos sobre nuestros pies en lo que trataba de atacarlo y el deteniendo mis garras.

-¡Y-Ya basta, Dean!-Murmuró entre dientes, empujándome contra el mesón cercano.

-¡Basta tú, Roman! ¿¡Cuál es tu maldito problema!?-Exclamé con fuerza, logrando quitarme una de sus manos de encima del pecho pero que rápidamente se ubicara en mi hombro.

-¡No me dijiste nada de AJ! ¿¡Desde cuando te gustan los chicos!? ¿¡Por qué no me contaste nada!?

-¿¡Y Saraya!? ¡Llevamos juntos casi diez años y nunca la mencionaste! ¿¡No!? ¿¡Por qué debía confiar en ti entonces!? ¡Ella no ha sido más que una intrusa entre nosotros dos!

-¡AJ también!

Nuestros gritos retumbaron a lo largo de la solitaria cafetería, dejando un extraño silencio una vez que dejamos de gritarnos en la cara y nuestros jalones se detuvieron en cuanto mis ojos se encontraron con los suyos.

Esto me estaba destrozando, pero, como siempre, solo podía recurrir a ocultar aquellas palabras que internamente gritaba.

-¿Están saliendo?-Arqueé una ceja junto con mi semblante molesto hacia él- ¡Responde, Dean! ¿¡Están saliendo o no!?

-¡No, no lo estamos todavía!-Respondí con el mismo alzar de voz, frunciendo mis labios antes de apartar bruscamente sus manos- ¿Y qué si fuera así?

Roman pareció quedarse estático frente a mi mirada, abriendo la boca y volviendo a cerrarla un par de veces.

-Tú eres feliz con Saraya ¿Por qué yo no puedo serlo con Allen?-Le cuestioné nuevamente, frunciendo ligeramente el ceño en ello.

Por alguna razón, tuve que tragar luego de soltar aquello.

¿Cuál era mi problema? En serio me gustaría saberlo.

-Entonces...-Soltó el moreno, al igual que se alejaba tan solo un par de pasos para darme espacio y mirarme algo más tranquilo de algún modo- ¿No están juntos?

Me encogí de hombros, dejando que mis dedos juguetearan nerviosos dentro de los bolsillos de mi chaqueta.

-Estamos conociéndonos y eso...No creo que pueda llamársele a que seamos novios, y-

-¿Han tenido sexo?

-¿¡Qué!? ¡Claro que no!

-¿Te gusta?

Me quedé quieto ante aquella pregunta, tan solo pudiendo relamerme los labios y parpadear un par de veces.

-Bueno...Um...

A pesar de estar balbuceando, no pude evitar levantar la cabeza y encontrarme directamente con sus cristalinos ojos en espera de mi respuesta.

¿Debía hacerlo? ¿Me arriesgaría a ello?

-Sí...-Solté una respiración en busca de aliviar la presión antes de continuar- No estaría intentándolo si no fuera así.

A pesar de que las palabras casi resbalaran en mis labios, vi al pelinegro asentir con suavidad. Sus labios solo se fruncieron, dejándonos nuevamente en aquel silencio a lo largo de la cafetería.

-Dean...Ya estoy cansado de esto-Murmuró él, a lo que me atreví a volver a encontrar su mirada.

-Yo también...Beber no es lo mismo sin ti.

Dejó escapar una carcajada, a la cual solo sonreí un poco.

-Lo siento...

-También yo...

Nos quedamos viendo, sintiendo que mi estómago temblaba y mi pecho se oprimía de una manera extraña que nunca antes había experimentado frente a su mirada.

-Entonces...-Levantó suavemente su mano frente a mí, para acto seguido cerrar su puño- ¿Hermanos?

Sentía un terrible nudo en la garganta, y por alguna razón, el Dean seguro de sí mismo parecía estarse haciendo pedazos a cada segundo.

Quería llorar, gritar y tan solo cubrirme los oídos para desaparecer...Pero estaba frente a mi mejor amigo, el cual parecía estar recuperando nuevamente.

Fruncí una sonrisita de lado, levantando mi mano a pesar de que esta temblara y cerrando mi puño para chocarlo con el suyo.

-Hermanos.

Linda mentira ¿Ah?

La sonrisa de Roman creció cuando nuestros nudillos se juntaron, a la cual respondí de la misma manera.

-Y bien, con eso arreglado-Rompí el silencio todavía manteniendo la curvatura en mis labios- Ya tengo que irme.

Me dispuse a salir de la cafetería a pesar de dejar una expresión perpleja en el rostro del samoano, el cual balbuceó algo que no comprendí mientras me encaminaba hacia la puerta de entrada.

-E-Espera ¿Irás en esa moto?-Preguntó con cierta alarma en su voz, a lo que solo lo observé con mis cejas alzadas- ¿Y a dónde vas, por cierto?

-La compré con mi dinero, no pienso desperdiciarla. Además, quiero ir por Allen a la universidad.

Y tras un encogimiento de hombros, abrí la puertilla de cristal sin esperar respuesta por su parte.

Nicole se encontraba apoyada contra una de las ventanas, jugando con mi casco entre sus manos hasta que escuchó la campanilla detrás de mí.

-¿Todo en orden?-Preguntó con cierta preocupación en su angelical rostro.

Sonreí de lado, alzando mis manos para que ella lanzara el casco a estas perfectamente.

-Excelente.

-Dean, espera un momento ¿Quieres?-Volví a escuchar a Roman, a lo que solo dejé caer los hombros- En serio que no me parece buena idea que manejes esa cosa.

-Hermano, estoy lo bastante grande como para cuidarme solito ¿Sabes?

Caminé hacia la motocicleta cerca de la entrada, poniéndome el casco en la cabeza para a continuación sentarme en la superficie de cuerina.

-Llegaré a casa tarde, así que no te preocupes si no estoy.

Quité la palanca que mantenía quieto el vehículo, para luego poner uno de mis pies en el pedal y mover mi mano a la manilla. La apreté un poco hacia mí, haciendo resonar el estridente motor.

-¡Y le daré tus saludos a Allen!

No pude evitar sonreír con burla bajo el casco cuando vi a Roman rodar un poco los ojos, mientras que mi jefa solo sonreía enternecida y se despedía de mí animadamente con su mano.

-¡Eso es, Dean!-La escuché por sobre el sonido de la moto vibrando bajo mi cuerpo- ¡Ve por tu hombre!

Me habría quedado a tan solo carcajearme por la mirada poco amistosa que el samoano le brindó luego de aquello, a lo que la fémina solo se encogió de hombros articulando un "¿Qué?" con sus labios brillantes.

Negué suavemente, poniendo mi pie en el pedal que faltaba y poniendo en movimiento la motocicleta hasta salir del estacionamiento y unirme al tráfico de Atlanta una vez más con mi vista en el camino...Y mi cabeza en otro sitio.

-Well somebody told me you had a boyfriend. Who looked like a girlfriend. That I had in February of last year. It's not confidential, I've got potentea- ¡Mierda!

Pero justo cuando dejé de cantar aquella canción que escuché desde una pizzería al pasar por ahí, fue muy tarde y frené justo cuando una de las llantas de la motocicleta había alcanzado el auto del señor fenomenal.

Fruncí mis labios en una extraña mueca, para acto seguido mover mi pie fuera del pedal una vez que apagué el motor.

Casi salté del asiento, quitándome el casco de la cabeza a pesar de que algunas gotitas ya habían empezado a caer.

-Mierda, mierda, mierda...-Murmuré por lo bajo, dejando el casco sobre el asiento de cuerina y disponiéndome a darle una mirada al automóvil que había vuelto a arruinar.

Tragué un poco cuando vi que la pintura que, probablemente, acababa de arreglar, se había desgastado gracias a la fricción de las ruedas de mi moto.

-Genial, Allen va a matarme-Suspiré con lo último, dejando caer cansado mis manos a ambos lados de mi jeans- Como sea.

Agarré la llave que encendía la motocicleta, dándole una última mirada antes de caminar en dirección a la universidad.

Varios alumnos bajaban por las escaleras, pero parecía que el horario de clases ya se estaba dando por terminado a juzgar por varias ventanas cerradas y demás.

Momento...No me dijo dónde estaría.

Mierda, tampoco traía teléfono como para llamarle.

-Ugh...No empezamos del todo bien-Susurré para mí, mordiendo una esquina de mi labio en lo que recorría el lugar con la mirada- Hey, hey. Ustedes dos.

No pensé mucho antes de detener a un par de chicas que habían bajado los escalones, las cuales se veían casi iguales salvo por la delantera de la otra.

La chica de pechos más grandes me miró de pies a cabeza, para acto seguido sonreír con curiosidad y...creo que coquetería.

-¿Se te ofrece algo, caramelito?-Preguntó con tono de voz bastante profundo, jugueteando de paso con uno de los mechones de cabello que caían hacia su escote.

-Estoy buscando a un chico llamado Allen Jones...-Comencé a decir, tratando de no titubear a pesar de la prisa que tenía- Es más bajo que yo, tiene el pelo castaño, ojos azules y se cree fenomenal.

Podía haberme reído por lo último de solo imaginar la cara de Allen, pero preferí guardarlo para otro momento.

-Hm...Tal vez lo vi, tal vez no...-Habló aquella bicolora, todavía devorándome con los ojos- Soy la capitana del equipo de porristas ¿Por qué lo necesitas, cariño?

Okay, esto comenzaba a incomodarme.

-Ya deja eso, Nikki-Intervino la castaña de delgada figura detrás de ella, la cual recibió el ceño fruncido de su gemela- Yo lo conozco. Lo vi hace poco, practicando en el campo de fútbol.

-¡Genial! ¡Muchas gracias!

Le sonreí una última vez a la castaña, ignorando el escuchar como la chica de grandes pechos se quejaba de la intervención de su hermana a mis espaldas.

Tal vez esa oferta me habría interesado...Pero no lo hizo. No me detuve a pensar en ello.

Corrí lo más rápido que pude por los pasillos, procurando no tropezar gracias a mis zapatillas en el húmedo cerámico y logrando llegar a las cercanías del campo en que muchas veces veía jugar a Roman.

Calmé el ritmo de mis pasos en cuanto me encontré en uno de los pasillos que me conectaría al lugar de entrenamiento, caminando bajo los ligeros rayos de luz que se filtraban cerca de mí. Entonces, no pude evitar quedarme de pie frente a cierta muralla que me llamó la atención.

Estaba pintada de color ladrillo, como todas las demás paredes que se encontraban a mi alrededor. Solo que aquel lugar parecía tener algunas pasadas de color que se habían desgastado probablemente con el tiempo, como si alguien hubiese pintado algo ahí anteriormente.

Fruncí el ceño algo perplejo, acercando lentamente mi mano hasta tocar el desgastado muro con mis dedos. No le vendría mal un poco de color nuevamente.

Pero mi trance se vio interrumpido cuando una maldición entre dientes llegó a mis oídos, retomando cautelosamente mi caminar hacia el campo de fútbol americano.

Asomé ligeramente mi cabeza hacia el lugar, encontrando rápidamente al autor de semejantes palabrotas molestas, el cual no se trataba más que del chico al que estaba buscando.

El castaño lanzaba uno a uno varios de los balones a sus pies hacia la zona de anotación, gruñendo entre dientes cada vez que lo hacía y agarrando más bruscamente el siguiente. Pero fruncí mi labio cuando uno de ellos rebotó con aquel extraño trinche por el que debían pasar los balones rebotó uno de los proyectiles, devolviéndose e impactando contra la frente de Allen.

Parecía que no era su día.

Jones soltó un pequeño alarido entre dientes, llevándose rápidamente la mano enguantada a la zona afectada y acariciando esta.

Dejé caer los hombros con cierta lástima, mientras que él se quitaba los guantes con violencia para dejarse caer exasperado al césped bajo sus zapatillas.

Solté una silenciosa respiración, y tras ajustar por última vez la capucha de mi sudadera, me encaminé en su dirección.

Su pecho se movía intensamente por las respiraciones, mientras permanecía con sus ojos cerrados y sus manos tocando la hierba húmeda bajo él.

Pareció no darse cuenta de mi presencia, por lo cual sonreí de lado y me coloqué a un lado de su cabeza sin apartar mis ojos de su cansado rostro.

-Hey, señor fenomenal.

Bastó que hablara para que sus iris azuladas se encontrasen con las mías, dibujando una sonrisa en sus labios a pesar del desgano.

-Hola, niño bonito-Me saludó él, con su voz carrasposa y disponiéndose a levantarse del césped.

Sonreí de lado, acercando mi mano hacia él para ayudarlo a volver sobre sus pies. No dudó en agarrarla, enviando un escalofrío cuando sus dedos cálidos tuvieron contacto con mi piel.

Me mantuve ajeno a aquella extraña sensación, tirando de su mano para que así volviera a levantarse y permaneciéramos con nuestras manos estrechadas.

-Vamos allá, está empezando a llover-Indicó el ojiazul tras soltar suavemente mi mano.

Lo seguí hacia aquellas bancas techadas, evitando las muchas gotas que ya comenzaban a dar paso a la tormenta.

-¿Qué tienes, Allen?-Le pregunté una vez que ambos nos habíamos sentado- ¿Por qué estás tan molesto?

Hizo una pausa, pareciendo pensar en ello tras fruncir el ceño y relamerse los labios con su vista en el campo de fútbol.

-Me expulsaron de la temporada...Por golpear a Joe. Rusev no quiere matones en su equipo, así que me castigó con no poder participar hasta el año que viene.

Aquello me golpeó en lo más profundo del pecho, dejando mi mirada vagar en mis manos y tan solo tragar con delicadeza en silencio.

-Pero-Soltó una pequeña risita que me hizo alzar nuevamente la cabeza- ¿Sabes? No me arrepiento.

Fruncí un poco el ceño, viéndole rascar su nuca un par de segundos antes de volver lentamente hacia mí.

-Porque en serio me gustas, Jonathan.

No pude hacer más que quedarme callado, frunciendo mis labios en lo que los suyos se curvaban y mis mejillas se sonrojaban a pesar del frío.

Demonios...

-No esperaba verte aquí si te soy honesto-Dijo incrédulo, pero sin dejar de sonreírme con calidez.

-Sí...-Separé mi mirada de la suya gracias a la vergüenza, procurando mantenerla en cualquier parte que no fueran sus ojos- Pensé en venir a verte...Ya sabes, por nuestra cita.

-¿Nuestra cita?

Asentí, a lo Allen no pareció evitar verse sorprendido frente a mi segura mueca.

Si es que tenía algo de seguridad en realidad.

-¿Recuerdas? Aquel lugar de videojuegos, te dije que-

-Sí, claro que lo recuerdo, Jonathan-Me interrumpió con suavidad, alzando una de sus manos en ello- Es solo que...-Hizo una pausa, como negando para sí antes de devolver su mirada a la mía- No pensé que tú querrías finalmente ir.

Solo sonreí de lado, quedándome en silencio mientras nuestros ojos permanecían en los del otro.

No pude hacer nada cuando su rostro ya se había acercado precipitadamente al mío y me besaba con lentitud.

Sentía que la respiración se me había quedado atrapada, y que el único acto que era capaz de hacer era el de mantener mis labios quietos en los de mi acompañante y moverlos tan solo casualmente sobre los de él.

Allen no tardó en separar suavemente su boca del contacto, encontrando sus ojos azules en los míos y viéndose algo nervioso.

-Perdona. Y-Yo no quería incomodarte, en serio que-

-D-Descuida. Está bien, Allen-Lo tranquilicé con el mejor tono que pude lograr, poniendo mi mano en su hombro con delicadeza- Discúlpame a mí, es que...Necesito acostumbrarme a esto.

Jones solo asintió, para luego poner suavemente sus manos en mis mejillas calientes y acercar sus labios a mi frente, dejando un suave beso que me recorrió de pies a cabeza.

-Gracias por darme una oportunidad, niño bonito.

Sonreí nerviosamente, encontrando su mirada en la mía y tratando de verme confiado.

-De acuerdo ¿Nos vamos? Mi auto está afuera- Agregó luego de una última conexión de miradas entre nosotros, disponiéndose a agarrar el bolso deportivo a un lado de la banca.

-Sí...Respecto a tu auto...

Jones levantó la cabeza frente a mi alargar de aquellas palabras, alzando una ceja en lo que sonreía nervioso tras ponerme de pie.

-Mejor te digo cuando salgamos ¿De acuerdo?

Él solo se encogió de hombros, agarrando su bolso y cruzándolo por sobre su pecho antes de disponerse a seguirme fuera del campo.

Una sensación rara me recorrió cuando el señor fenomenal pasó su brazo en torno a mis hombros, apegándome a él con una amistosa sonrisa en sus labios. Le sonreí de vuelta, dejando que mi brazo pasara detrás de su espalda y ambos nos encamináramos hacia el pasillo.

-Oye, Allen...-Murmuré bajito cuando pasamos al principio del corredor, a lo que él murmuró un "¿Hm?" de inmediato- ¿Ese muro estaba pintado antes?

El castaño levantó un poco la mirada por sobre mi cabeza tras ponerse de puntillas, lo cual se veía bastante divertido, pero preferí callármelo como pude.

-¡Oh, sí! Hace un par de años que había un mural, pero creo que la pintura era demasiado mala y se desgastó con el tiempo-Se encogió de hombros antes de continuar- Desde entonces nadie ha querido arreglarlo.

-Se vería bonito con algo de color ¿No crees?

Volví mi mirada a la suya tras el silencio entre nosotros, encontrando una sonrisa de lado en su boca.

-¿Por qué no lo pintas tú?-Alcé mis cejas en clara incredulidad- Tú te ves como un artista. Puedo hablar con el encargado y podrías pintarlo...

Solo bufé, soltando una risa entre dientes y negando con ironía.

-Sí claro, señor fenomenal. Como si fuera posible que un vago como yo haga algo hermoso como pintar un mural...

-Entonces está acordado, niño bonito.

No me detuve a replicarle, solo rodando los ojos y que siguiéramos nuestro camino por el corredor.

No tardamos en llegar a la entrada de la universidad cuando la lluvia ya había comenzado realmente a desarrollarse, por lo que ambos corrimos en la dirección en que su auto se encontraba.

-¿¡Qué carajos...!?-Exclamó el castaño en cuanto había corrido y se había puesto en cuclillas frente a su vehículo, para acto seguido voltear en mi dirección con el ceño fruncido- ¡Jonathan!

-¡Perdón! ¡Perdón!- Casi chillé, juntando mis manos como ruego- Te juro que no me fijé, y te pagaré lo de la pintura. Lo prometo.

Allen pasó su molesta mirada de mí a su auto, pareciendo observar con lástima aquella marca que la llanta de mi moto había dejado antes de regresar a mí.

-Agh...-Se levantó, suspirando con las manos en sus caderas- No puedo enojarme contigo ¿Sabías? Aunque mi auto sufra las consecuencias.

Solté una risita, dejándome llevar y abrazándole por los hombros con alegría.

-En serio eres fenomenal.

Él solo reboleó los ojos, guardando resignado las llaves de su auto y encaminándose hacia la moto no muy lejos de ahí.

-Alto ahí-Lo detuve, poniendo mi mano en su pecho.

Pero tuve que alejarla de inmediato cuando sentí su pecho latir cálidamente bajo mis dedos a pesar de la camiseta que estaba utilizando.

¡Mierda, Dean! ¿¡Qué está pasando contigo!?

-Ni pienses en que irás adelante-Lo regañé con la mueca más seria que conseguí gracias a mi pulso acelerado, ignorándolo a toda costa mientras me acercaba a la moto.

-¿Qué? ¿Esperas que vaya atrás?

Solo tarareé una canción que apareció en mi cabeza en ese momento, más como una táctica para burlarme de él en tanto preparaba la motocicleta.

Apoyé mi pie en el cemento una vez que el motor se encontró vibrando, asintiendo para mí y volteando en su dirección.

-¿Es un chiste, Jonathan?-Murmuró incrédulo, a lo que mi sonrisa no hacía más que crecer con diversión.

-Nope.

Agarré el casco a mis espaldas, extendiéndolo en su dirección.

La lluvia ya nos empapaba a ambos, por lo que algunos mechones de cabello ya se pegaban a sus mejillas ligeramente sonrojadas frente a mi acto.

-Los niños pequeños siempre deben ir en la parte de atrás...

-Cállate.

Solté una carcajada, en lo que Allen agarraba el casco de mi mano y se lo colocaba rápidamente. No tardó en pasar su pierna por la moto, sentándose sobre el asiento de cuerina.

-¿Listo?

Le escuché gruñir, sonriendo de lado antes de hacer sonar el estridente motor y disponerme a arrancar.

Pero los brazos de Allen al entrelazarse en mi abdomen me sacaron de trance, sintiendo que mi pulso aumentaba incluso después de que su mejilla se apegara a mi espalda cubierta por la sudadera.

No me importó que mi cabello goteara por la lluvia, sonreí un poco y puse marcha lejos de la universidad.

Las calles comenzaban a concurrirse luego de la tormenta, teniendo que quitarme el cabello húmedo de los ojos de vez en cuando mientras conducía por las intersecciones de la ciudad.

Mi mirada vagaba de vez en cuando, observando a las personas que se apresuraban por ir a casa y no mojarse demasiado. Fue en ese momento que cierta imagen se encontró frente a mí, la cual causó que mi respiración se detuviera por algún motivo y mis labios se abrieran un poco.

Aquella pelinegra de perfecta figura salía de un lugar que parecía ser una dulcería, agarrando la mano de una pequeña niña de cabello rubio. Mientras que la mano del infante era agarrada suavemente por la mano de mi mejor amigo.

Ambos se veían felices, disfrutando de la compañía del otro antes de encaminarse bajo la tormenta.

Ella...hacía sonreír a Roman.

Allen y Saraya eran los intrusos en nuestra relación...Y no tenía más opción que aceptar las consecuencias del caos que yo también ayudé a construir.

-¡Jonathan, cuidado!

No me percaté con la fuerza que había jalado la palanca de velocidad, por lo que el sonido de la voz de Allen junto al del derrape de las llantas contra el resbaladizo pavimento fue el que me hizo despabilar de la escena que destrozaba mi corazón.

Pero ya era tarde.

Solo sentí mi cuerpo chocar contra el suelo, al igual que un dolor insoportable en mi cabeza antes de que todo se volviera negro.

*Le saca las telarañas y polvo al fic* *Tose por la tierra en el aire* Mierda, sé que llevaba mucho sin actualizar. Dios...

Anyway, al fin me animo a publicar aquí y deben querer asesinarme por: Uno, mi ausencia con esta historia. Y dos, por cómo la dejé.

Esto se pone cada vez más dramático, Dios mío.

Que sepan que Wattpad no me dejaba publicar el capítulo, ah.

Espero les haya gustado, y nos vemos en otra oportunidad.

Se despide, Rock. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro