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[3. Lovers and Fools]

— ¿P-Podrías dejar de moverte tanto, Dean?

Imité un sonido de silencio, quedándome quieto a pesar del temblor en mis rodillas flectadas. 

— No me hagas callar, tarado. Yo debería estar atendiendo las mesas. 

— Rome, si no cierras la boca ahora mismo voy a chocar tu auto a propósito ¿Okay?

El samoano cerró la boca, volviendo a asomar un poco la mirada por la pequeña abertura del armario de conserje. 

La luz que bañaba el lugar solo se filtraba lo necesario como para tener un poco de la vista del exterior de la cafetería. 

Nicole me había escondido en aquel apretado sitio cuando vio al señor "Fenomenal" acercarse al restaurante, pero como me aburriría solo, arrastré a Roman junto a mí a pesar de que estuviese sirviendo una orden a una chica totalmente embobada con su sonrisa. 

Cosa de todos los días, en realidad. 

Podía observar que mi misma jefa había agarrado un delantal y tomaba mi lugar para atender al castaño, paseándose por el lugar con las órdenes y dándole una mirada de soslayo de vez en cuando a la puerta en la que nos ocultábamos. 

— Nada de esto habría pasado si no hubieses hecho ese gran desastre. — Murmuró el moreno entre dientes, haciéndome poner los ojos en blanco. — AJ no es alguien al que puedas bromear así.

— Fue un accidente, también te dije que no me gusta que le llames así. — Golpeé su hombro con mi mano, escuchando una queja por su parte. — Y cállate. No me dejas oír nada. 

Ignorando la mala cara de mi mejor amigo, volví a prestar atención a las afueras del armario. 

Allen parecía haber terminado con su comida, por lo que la pelinegra avanzó hacia él con su encantadora sonrisa. 

— ¿Todo estuvo bien? — Preguntó con dulzura, probablemente algo nerviosa por lo que ocurrió la vez pasada. 

— No me desmayé. — Sonrió de lado el castaño, ganándose una pequeña risa de los labios de mi jefa. — Escucha, se nota que estás nerviosa de tenerme aquí. 

— N-No es eso, es que...

— No voy a demandarlos ni nada por el estilo. — La interrumpió con suavidad, provocando que mis cejas se levantaran con sorpresa al igual que las de Roman. — Supongo que fue un accidente, y yo nunca dije nada sobre mi alergia. 

Nicole suspiró algo fuerte, causando que el chico sonriera. 

— Te lo agradezco mucho. — Retomó la conversación con más tranquilidad. — Y me disculpo por Jonathan. 

— ¿Jonathan?

Alzó una ceja, a lo que seguí observando a pesar de que me quemara la garganta al escuchar mi nombre salir de sus labios. 

— El imbécil que te dio el muffin equivocado que casi te mata. 

Bien planteado, Nicole.

— ¡Ah! Claro... — Se relamió los labios mientras buscaba el dinero en su billetera y ponía lo que necesitaba en la bandeja de metal. — ¿Y dónde está? Me habría gustado hablar con él. 

¿Él? ¿Hablar conmigo?

Roman y yo compartimos una mirada, él se encogió de hombros mientras yo seguía con el ceño fruncido.

— Se tuvo que retirar antes porque se sentía mal. — Respondió automáticamente la ojiverde. — ¿No quieres dejarle un mensaje en especial?

Allen frunció sus labios antes de volver a mirar a mi jefa, soltando una sonrisa a lo largo de su boca. 

— No... — Se levantó de su asiento, disponiéndose a salir. — No tiene importancia. Gracias por todo. 

— Igualmente. 

El castaño sonrió hacia mi jefa, para así encaminarse por el pasillo y escuchar la campanilla de la puerta cuando abandonó la cafetería. 

Un gruñido se escapó de entre mis labios cuando Roman intentó acomodarse mejor, pero eso provocó que empujara la puerta con mis manos y termináramos desparramados en el suelo del lugar. 

Nicole se apresuró a ayudarnos, tendiendo sus manos tanto al moreno como a mí y que lográramos ponernos de pie. 

— ¿Estaban cogiendo ahí dentro? — Se burló arqueando una ceja. — No me molesta, pero sería mejor que fuera en el baño de ahí atrás. 

— Nicole, no empieces. — Me quejé entre dientes, tratando de acomodar mi desordenado cabello. — ¿En serio no nos va a demandar?

Ella sonrió, notoriamente aliviada mientras nos dedicábamos a acomodar nuestra ropa correctamente.

— No, y estoy mucho más tranquila. — Suspiró profundamente, pasando una mano por sus cabellos ondulados antes de voltear hacia mí y fruncir el ceño. — Agradece que te cuidé el culo o habría sido un desastre de nuevo.

Nicole aventó su delantal en mi cara, el cual no tardé en quitarme de la cara con una perpleja expresión.

— El pobre de Colby anda con una venda en la mano por tocar los cristales rotos de ese día y tuve que disculparme personalmente con el señor Orton porque una orden le cayera en la cabeza.

Exclamaba todo lo ocurrido con molestia, disponiéndose a ir a su oficina después de regañarme. 

— ¿Por qué siempre me regañas a mí? ¿Qué hay de Roman? — Dije a la defensiva, llevándome una mirada molesta del mesero junto a mí.

— Porque Joe es un encanto. — Respondió de inmediato, frunciendo una sonrisa victoriosa en los labios de Roman. — Y tú necesitas disciplina. 

Dejé caer los hombros de forma rendida ante el encogimiento de mi amigo, rindiéndome a las palabras de la pelinegra. 

— Como sea... — Volvió a suspirar, tocando la campanita sobre el mesón. — Vuelve a trabajar y por favor no mates a nadie. 

— ¡A la orden, jefesita!

Actué con diversión a pesar de su rodar de ojos, saltando la barra después de escuchar el suave sonido de la puerta de su oficina al cerrarse. 

La voz del señor "Fenomenal" todavía rondaba en mi cabeza mientras apoyaba mis codos sobre la encimera, frunciendo un poco el ceño ante esta repitiéndose una y otra vez. 

¿Para qué querría hablar conmigo ese idiota?

Golpeaba la cucharilla sobre el plato frente a mí, tomando de vez en cuando un sorbo de café y volviendo a dejarlo sobre él para tomar atención a la cafetería. 

Ya era tarde, por lo que el flujo de personas se iba en picada y estábamos bastante desocupados. 

Nicole se había marchado por una emergencia, al igual que Jessica. Solo que la última me ignoró por completo cuando me despedí. 

A veces pienso que pierdo el tiempo al intentar algo con ella, pero seguía intentándolo como un tonto. 

— Estoy cansado. — Murmuró el bicolor, dejando su bandeja en la barra y recostándose un poco en esta.

Roman no tardó en llegar, suspirando al dejar su bandeja sobre la de Seth. 

— Ha sido un día duro. — Comentó el moreno.

Bebí un sorbo de mi taza, procurando hacerlo lo más lento posible para esconderme bajo el objeto de porcelana al sentir su mirada sobre mí. 

— ¿Dean? — Tragué el contenido, preocupándome por observar cualquier punto que no fuera su rostro. — Vamos ¿Ya estás molesto conmigo?

— No me defendiste por lo de ese tipo. — Dije con cierto desprecio, todavía evitando su mirada a pesar de que soltara una exasperada respiración. 

— No es un "tipo". — Me corrigió con el regaño naciendo en su voz. — Se llama Allen y tú fuiste el que casi lo mata hace una semana atrás. 

— Pues disculpa por hacerle daño a tu princesita. — Ironicé con una sonrisa, viendo cómo rodaba los ojos un poco más molesto. 

No tengo idea de dónde había nacido ese enojo hacia Roman, pero me sentía algo herido de que prefiriera darle la razón al tarado fenomenal. 

 — ¿Sabes qué? — Negó, notoriamente exasperado. — No tengo ganas de discutir contigo ahora. — Murmuró con sequedad, quitando su brazo de la barra y caminando hacia el perchero cercano a la entrada. 

— ¡Perfecto! — Exclamé con fingida alegría, llevándome una incómoda mirada del bicolor todavía apoyado en la encimera. 

— ¿Q-Qué pasa con ustedes dos? — Dijo Seth, pasando sus ojos de mí al moreno sucesivamente. 

— Pregúntale al loco aquí presente. — Contestó Roman, poniéndose su abrigo sin dejar de apartar su mirada de mí. 

¡Ja! ¡Esto es estupendo!

— ¡Fenomenal! — Chillé todavía sarcástico, levantando mis brazos con molestia. 

Eso pareció ser la gota que colmó el vaso.

Mi mejor amigo negó con desaprobación, terminando de abotonar su abrigo antes de poner sus dedos sobre la puerta de cristal.

— Me llevaré el auto. — Gruñó entre dientes. 

— Caminaré. 

Le dediqué una sonrisa, causando que el enfado se apoderara de mí como fuego placentero y que el moreno maldijera entre dientes antes de azotar la puerta de la cafetería detrás de sí. 

Seth volteó hacia mí, mirándome algo preocupado antes de sentarse en uno de los taburetes cercanos. 

— Ustedes sí son complicados y extraños. — Comentó casi inaudible, llevándose un rodar de ojos por mi parte antes de comenzar a guardar lo que quedaba en la barra. — ¿Quieres que te lleve?

— Nah. Tranquilo, Sethie. — Respondí con suavidad, sintiendo que poco a poco mi ira se calmaba. — Necesito que me entre aire al cerebro. Nicole dice que eso me ayudaría. 

— Nicole tiene mucha razón. 

Le regalé una burlona sonrisa, saltando sobre la barra para disponerme a salir. 

— ¿Estás seguro de que estarás bien, Dean? Puede que llueva en un rato. — Insistió el bicolor después de ponerse su chaqueta y que le siguiera hacia la puerta de cristal. 

— Me gusta la lluvia. Estaré bien, viejo. 

Seth sonrió de lado, chocando mi puño antes de murmurar un "Adiós" y salir de la cafetería bajo el nublado cielo de Atlanta. 

Dejé salir una respiración, relamiéndome los labios al recordar la expresión en el rostro de Rome. 

Eso fue totalmente estúpido. 

Yo soy un estúpido. 

Después de ponerme mi chaqueta, terminé de asegurar el lugar y me dispuse a volver al departamento. 

Pero mis pasos bajo el frío se interrumpieron al ver cierto auto pintado de azul eléctrico aparcado cerca de la entrada. 

Mis cejas se alzaron al encontrar al castaño de capucha esperando apoyado en el vehículo. 

— ¡Hey, señor Fenomenal! — Exclamé con alegría, a lo que este no tardó en levantar la vista y encontrarse conmigo. — ¡Roman ya se fue! ¡Así que puedes largarte en paz!

Seguí caminando después de mi anuncio, comenzando a pisar las calles pavimentadas de la ciudad. 

— Alto ahí, imbécil.

Volteé lentamente sobre mis talones, frunciendo una expresión seria mientras mordía mi labio inferior. Esperando a que me dijera lo que sea que tendría que decir después de llamarme. 

— No esperaba a ¿Roman? — Alzó una ceja, a lo que rodé los ojos. 

— Joe Anoa'i. El chico de bonita sonrisa, tu compañero de universidad, el que te la mete por...

— ¡Detente ahí! — Me interrumpió con brusquedad, alzando su mano enguantada hacia mí. — Tampoco soy tonto como tú, gracias. — Sonreí con falsedad. — Sabía que habías venido a trabajar, por lo que decidí esperarte.

Me contuve a rodar los ojos nuevamente, jugando con la goma de mascar que había puesto en mi boca antes de abandonar la cafetería. 

No muchos sabían el motivo de llamarnos por aquellos apodos raros, pero realmente era porque creíamos que era demasiada formalidad y terminamos quedándonos con esos nombres una noche de bar.

No es como que lo recordara a la perfección tampoco. 

Decidí concentrarme en el señor fenomenal de nuevo.

— Bueno, me estoy congelando el culo. — Me encogí de hombros de forma casual. — ¿Vas a decirme qué quieres o debo tomar guardia a tus puños, señor fenomenal?

El castaño pareció algo exasperado, soltando un pequeño suspiro después de meter ambas manos en los bolsillos de sus jeans. 

— Escúchame bien, Jonathan. — Comenzó a decir con seriedad escondida en su tono de voz. — No sabes lo mucho que quiero golpearte ahora mismo...

— Suelen decírmelo a menudo. 

— Y tienen razones muy válidas.

Solté una irónica risa, paseándome en mi lugar frente a la exasperación.

Primero Roman ¿Y ahora él?

Hoy no es mi día. 

— No me importa lo que pienses de mí. — Tomé las riendas de la conversación, dejando de lado mi sarcasmo y enfrentándole con autoridad. — Puedes golpearme hasta que te aburras, pero por favor no hagas nada que involucre a la cafetería. 

Su atención recaía sobre mí a pesar de la seriedad con la que mis palabras salían. 

— Nicole ha luchado por esto. — Apunté a mis espaldas con mi pulgar. — Y no pienso dejar que por culpa de un estúpido como yo, su esfuerzo se derrumbe. 

Allen sonrió, negando con desaprobación ante mi rostro tenso. 

— No voy a hacer nada que la involucre. — Respondió de inmediato, llevándose confusión en mi mirada. — Si hubiese querido, ya lo habría hecho ¿No?

Abrí la boca un par de veces, pero tuve que pensar un par de veces antes de hablar nuevamente. 

— Entonces...¿A qué viene todo esto?

El castaño se encogió de hombros, acercándose un par de pasos al dejar de apoyarse en el auto. 

— Simplemente quería dejarte en claro que estás en mi blanco, Jonathan. 

Fruncí el ceño, esperando palabras que no llegaron después de que volteara sobre sus zapatillas y regresara a su vehículo estacionado. 

— ¡Hasta pronto, perrita de Joe!

No pude evitar apretar mis puños, mordiéndome la lengua mientras le veía desaparecer por las calles de Atlanta bajo mi furiosa mirada. 

— Hijo de la grandísima puta. 

— ¿Siguen molestos? — Preguntó el bicolor mientras preparaba la orden de Roman y dejaba mi bandeja sobre la barra. 

— No me habló ni en el desayuno. — Suspiré, dejando que mis dedos jugaran con el reflejo formado en el círculo de metal. 

— A veces parecen una verdadera pareja. — Se burló mi amigo.

— No eres gracioso, Sethie. 

Seguí jugando con el reflejo de mis dedos, recibiendo un golpe en el hombro por parte de bicolor después de un rato de silencio. 

¿Debería disculparme? 

Probablemente. Joder, sí que debería. 

— Dame eso, Seth. — Le arrebaté con suavidad las cosas que iba a poner en la bandeja del moreno. — Yo voy a llevárselo. 

— Como quieras, lunático. 

Guiñé un ojo hacia él, disponiéndome a ir por el pasillo en el que vi marchar a mi mejor amigo. 

Pero la superficie de metal sobre mis manos de pronto había desaparecido, sintiendo un golpe casi sordo cuando esta había resbalado después de que chocara con alguien. 

Agradecí internamente que no fuera café caliente lo que llevaba, solo una gaseosa de naranja que había terminado regada en la camisa blanca de mi mejor amigo. 

— Ups... — Murmuré entre dientes, arriesgándome a levantar la mirada. — L-Lo siento, Rome. Yo...

No pude terminar antes de que su mano se pegara a mi rostro, la cual antes había tomado un montón de pastel de la encimera y lo había desparramado en mi cara. 

Abrí los ojos con dificultad, encontrando una sonrisa en el rostro de Roman. No tardé en contagiarme de ella, comenzando a carcajearme a la par del pelinegro. 

Escuché la puerta de la oficina de Nicole abrirse, mirándola con risa por sobre mi hombro. Ella se nos quedó viendo perpleja al igual que el resto de empleados.

— No sé qué pasó... — Comenzó a decir, tratando de mantenerse seria a pesar de la risa emanando de sus labios. — Pero vayan a asearse ya. 

— ¡A la orden, jefa! — Exclamó el moreno, comenzando a empujarme hacia el enunciado de lavabos. 

— ¡Y recuerden que esto saldrá de su paga! — Agregó mientras se disponía a tomar su delantal del perchero de junto a su oficina bajo la mirada de Seth.

—¡Sethie preparó la orden!

— ¡No te atrevas a meterme en esto, Jonathan Good!

No pude evitar sonreír de forma más amplia cuando Roman pasó su brazo sobre mis hombros, alzando las curvaturas de su boca mientras ponía un poco de la crema batida de mi rostro en su mejilla. 

Su carcajada me hizo saber que ya estaba perdonado. 

Terminé de recoger los platos vacíos de la última mesa que servía, silbando una canción tranquilamente mientras todo el lugar parecía funcionar con engranes recién aceitados. 

El ritmo de clientes incrementaba a la hora del almuerzo, por lo que varios ejecutivos y profesionales pasaban por un café o un pastelillo. 

Pero procuraba mantenerme calmado.

A diferencia de Seth y Jessica, que parecían con nervios de hielo a punto de romperse. Y Roman seguía ganándose la atención de las féminas que entraban al lugar. 

Ese tipo no tiene límites. 

Dejé la bandeja llena sobre la barra, esperando a que otra mesa necesitara mi atención entre el acelerado va y ven de la cafetería. 

La puerta de entrada no tardó en hacer sonar aquella campanita, a lo que volteé con rapidez mientras agarraba mi libreta. 

Seguí con la mirada al hombre de porte, el cual se había arremangado la camisa y dejado ver unos tatuajes en sus brazos. 

Me acerqué a él con rapidez, ahorrándole el trabajo a Roman de que él lo atendiera. 

No volvería a ganarme en eso de las propinas. 

— Sea bienvenido ¿Ya ha decidido qué ordenar?

— La verdad es que siempre pido lo mismo, pero... — Se relamió los labios antes de volver a mirarme. — ¿Podrías hacerme un favor, chico?

Alcé una ceja, asintiendo después de un encogimiento de hombros. 

— ¿No está por aquí ese muchacho de mechón rubio? Tiene el cabello amarrado, y no es demasiado alto. — Comenzó a decir tratando de explicarse correctamente en su descripción. 

— ¡Oh! Creo que está hablando de Se... Colby. — Me corregí de forma automática. 

Pero mis ojos se abrieron con alarma cuando lo reconocí, lo cual formó una estúpida mueca en mi rostro. 

— ¡Usted es el doctor que estaba aquí en el accidente con Allen! — Exclamé sorprendido, a lo que él asintió con una pequeña sonrisa. — Por favor, no le haga nada al chico. No tuvo la culpa de nada. 

Soltó una pequeña risita.

— No pienso hacerle daño. Tranquilo. — Aseguró con tranquilidad. — Solo me gustaría hablar con él un asunto, y... Uhm... Espero no te moleste que él me atienda. 

Me encogí de hombros con una simpática sonrisa en mis labios. 

— De todos modos quiero ir por un pastelillo. — Palmeé su hombro con suavidad. — En seguida envío al chico. 

Él murmuró un pequeño "gracias" antes de que me alejara por el pasillo, dirigiéndome a la barra donde probablemente podría encontrar al bicolor. 

— ¡Seth! ¡Seth!

Comencé a gritar su nombre, hasta finalmente encontrar sus ojos curiosos desde un lado del aparador de pasteles.

— Alguien quiere que lo atiendas.

— ¿Qué? ¿Alguien en especial? — Alzó una ceja con confusión, poniendo la bandeja bajo su brazo sin dejar de hablarme. 

— Yep. — Asentí. — Es doctor, se ve fuerte y está muy interesado en ti. 

El bicolor solo puso los ojos en blanco, tomando con más fuerza su bandeja antes de encaminarse por el mismo camino que había recorrido con anterioridad. 

Sonreí burlón después de verle alejarse, para a continuación volver mi mirada hacia las mesas a mis espaldas. 

Mis ojos se encontraron con la figura de mi mejor amigo. El cual se encontraba sonriendo, pero estaba sentado frente a una clienta de piel pálida y cabello negro. 

Parecía Blanca nieves desde aquella distancia, mientras el moreno reía junto ella por alguna conversación que compartían en especial. 

Por alguna razón... Mi sonrisa se volvió una fina línea y decidí volver a mi trabajo. 

¡¡Oh, Dios!!  Estoy demasiado nerviosa como para dormir, por eso les traigo capítulo antes de mi entrada a la Universidad...

Ugh, es que no puedo :c Anyway. 

Allen tiene algo con el Dino. Mi corazón me lo dice.

Las peleas matrimoniales de esos dos son tan agh <3

¿Ya notaron quién es el doctor? ¿Y por qué estará detrás de Sethie? 7u7 Ay.....

Espero lo hayan disfrutado, y nos vemos en el próximo capítulo!

Se despide, Rock.

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