Ella lo amaba profundamente, nunca se había sentido así antes. Era él la causa de sus desvelos, sus sonrisas sin sentido y su lucha interna por saber si era correspondido.

El amor mueve fronteras, más allá de los sentimientos banales, de instintos bajos. Esos son sólo lujuria hecha carne.

Ella lo busca incansable, pero no desesperada más bien cautelosa de la elección que haga. Sabe que está aterrada con la idea de volver a enamorarse, tiene miedo de sufrir otra vez. Pues está consciente que el anterior le hizo añicos el corazón, se siente vulnerable y cuando él la mira su respiración cambia, sus ojos se dilatan tanto que casi la delatan.

En cambio él la mira con cierta bruma, como si no entendiera qué vio ella en él para que esté así de enamorada. Está claro que él siente atracción por ella, sin embargo no sabe que es amor.

Qué encrucijada pone la vida cuando buscas el amor, pues no sabes si este será correspondido a menos que te lances a preguntar.