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Capítulo 30


Narra Myke

El día después de recibir la noticia me sentí como si el universo entero hubiera cambiado. Desde el momento en que abrí los ojos, algo en mí se había transformado. Mientras conducía hacia el trabajo, no podía dejar de pensar en las palabras de Esther: "Voy a ser papá". Repetí la frase en mi mente una y otra vez, tratando de comprender el peso de esas palabras, la profundidad de lo que significaban. Nunca antes había sentido una emoción tan intensa, una mezcla de felicidad pura, nervios y una responsabilidad que me hacía querer ser mejor en todo.

El sol brillaba con fuerza esa mañana, como si incluso el día supiera que algo especial estaba pasando. Mientras conducía, imaginé cómo sería ese pequeño ser que ya estaba cambiando nuestras vidas. ¿Sería un niño o una niña? ¿Tendría los ojos brillantes y juguetones de Esther? ¿Su risa sería parecida a la mía? Cada pensamiento me llenaba de una emoción indescriptible, como si mi corazón estuviera aprendiendo a latir de una manera completamente nueva.

Cuando llegué a la oficina, me di cuenta de que no podía concentrarme en nada. Cada correo, cada reunión, cada tarea parecía insignificante en comparación con lo que me esperaba en casa. Lo único que quería era regresar con Esther, abrazarla y volver a sentir la felicidad que había explotado en mi pecho la noche anterior. Pero al mismo tiempo, mientras el día avanzaba, empecé a pensar en algo más. Quería hacer algo especial, un gesto que representara todo lo que sentía, aunque fuera pequeño.

Al salir del trabajo, un impulso me llevó a detenerme frente a una tienda de bebés. No estaba planeado; simplemente sentí que era el lugar donde necesitaba estar. Entré, y lo primero que me golpeó fue la sensación de estar en un mundo nuevo, lleno de colores, texturas y pequeños detalles que nunca antes había notado. Caminé entre los estantes, observando ropa diminuta, sonajeros y juguetes que parecían diseñados para un universo de pura ternura. Me sentía perdido, pero de la mejor manera posible.

Entonces lo vi. Un pequeño oso de peluche, con un lazo azul claro alrededor del cuello. Había algo en él, en su simplicidad y suavidad, que me hizo detenerme. Lo tomé entre mis manos y, por un momento, me imaginé entregándoselo a nuestro bebé, viéndolo dormir con ese oso en sus brazos. Ese pensamiento me llenó de una calidez que no puedo describir. Lo llevé a la caja sin pensarlo dos veces, sintiendo que ese pequeño regalo sería el comienzo de algo hermoso.

Cuando llegué a casa, ya era de noche. Las luces cálidas de nuestra sala brillaban a través de las ventanas, y al entrar, lo primero que vi fue a Esther. Estaba en el sofá, con un libro entre las manos, pero al verme entrar, dejó lo que hacía y me dedicó una sonrisa que me quitó el aliento. En ese instante, sentí que todo lo demás desaparecía. Ella era mi hogar, mi paz, y ahora, también era la madre de mi hijo.

Me acerqué despacio, con el peluche escondido detrás de mi espalda, tratando de contener mi emoción.

—Mira lo que compré para nuestro bebé —dije finalmente, sacándolo con una sonrisa que no podía borrar de mi rostro.

Esther dejó el libro a un lado y tomó el oso entre sus manos. Lo acarició con tanta ternura que sentí un nudo en la garganta. Sus ojos brillaban, no solo de felicidad, sino de amor, un amor que parecía envolvernos a los tres en ese instante.

—Es perfecto, Myke —susurró, mirándome con esa mirada que siempre logra desarmarme—. Nuestro bebé lo va a adorar.

Me senté junto a ella en el sofá, abrazándola mientras ella sostenía el peluche entre nosotros. En ese momento, todo se sintió en su lugar. Por primera vez en mucho tiempo, sentí que no había nada más que pudiera desear. Esther y yo habíamos pasado por tanto para llegar aquí, y ahora, la vida nos daba este regalo increíble.

Mientras la abrazaba, imaginé cómo sería nuestro futuro. Me vi cuidando de ella, aprendiendo a cambiar pañales, leyendo cuentos antes de dormir, viendo a nuestro hijo o hija crecer. Pero, sobre todo, me vi siendo un padre presente, lleno de amor, alguien que estaría allí para cada momento importante, grande o pequeño.

Esther apoyó la cabeza en mi hombro y, en ese instante, le besé la frente. La sentí tan cerca, tan conectada conmigo, que parecía que el mundo entero se había reducido a ese momento.

—Gracias por esto, mi amor —le dije en voz baja, acariciando su cabello—. Por este regalo, por esta vida que estamos construyendo juntos.

Ella levantó la vista y me sonrió, pero en su mirada había algo más: una certeza, una fe en nosotros que me hizo sentir invencible.

—Gracias a ti, Myke —respondió suavemente—. Sé que este bebé tendrá al mejor padre del mundo.

Nos quedamos así, abrazados, en silencio, dejando que la emoción del momento hablara por nosotros. Mientras acariciaba su vientre con suavidad, me incliné y susurré otra vez mi promesa:

—Hola, pequeño o pequeña. Soy tu papá. Y quiero que sepas que ya te amo más de lo que jamás imaginé que se podía amar. Prometo que siempre estaré aquí para ti y para tu mamá, pase lo que pase.

Esther sonrió y me besó suavemente, sellando el momento con un amor tan puro que supe que nunca lo olvidaría. En ese instante, supe que estábamos comenzando el capítulo más hermoso de nuestras vidas.

Narra Esther

Era una tarde tranquila en nuestra nueva casa. Después de días de mudanza, finalmente habíamos comenzado a encontrar nuestro ritmo, y la paz en el aire me daba tiempo para reflexionar sobre todo lo que había sucedido. Mientras Myke estaba en la oficina trabajando, me senté en el sofá con el teléfono en mano, sintiendo una mezcla de emoción y nervios. Había tomado una decisión: quería compartir la noticia con mi familia de inmediato. Después de todo, este momento no solo era especial para Myke y para mí, sino para todos los que nos rodeaban.

Con un suspiro, abrí el grupo de chat de la familia en mi teléfono. Era un grupo lleno de risas, amor y apoyo, siempre lleno de energía. Mi madre, mis hermanos, mis primos, la familia de Myke, Noah, Amy, que ya eran parte de nuestra familia... Todos estaban en este espacio virtual, compartiendo detalles de sus vidas y manteniendo el contacto. Yo, como siempre, disfrutaba de leer sus mensajes, pero hoy, mi corazón latía con fuerza mientras pensaba en lo que les iba a decir.

Finalmente, con un toque suave en la pantalla, decidí enviar el mensaje.

"Hola a todos 😊 Quiero contarles algo que cambiará nuestras vidas. Mi vida con Myke, y ahora con todos ustedes, está por comenzar una nueva etapa. Estoy embarazada. ¡Vamos a ser papás! 💕🤰🏼"

El mensaje se envió y, por un segundo, me quedé mirando la pantalla, esperando a ver cómo reaccionarían. El silencio en el grupo fue casi palpable, y la ansiedad creció un poco en mi pecho. Pero justo cuando pensaba que nadie había visto el mensaje, el teléfono comenzó a vibrar.

Primero fue mi madre, quien reaccionó inmediatamente:

Mamá: "¡Esther! 😭💖 ¡Qué felicidad! ¡Voy a ser abuela! Aunque fui la primera en saberlo ¡Esto es lo mejor que me ha pasado este año!"

Luego, mi hermano Luther, siempre el primero en buscar el lado humorístico de las cosas:

Luther: "¡Espera, espera! ¿No me dijiste que ibas a tomarte un descanso de la mudanza? 😂 ¡Ahora va a ser doble trabajo para Myke! 🤣 ¡Estoy tan feliz por ustedes dos!"

Amy: "¡Qué emoción, Esther! 🤗 ¡Felicidades, voy a ser abuela! No tengo palabras, estoy tan feliz por ti y por Myke. Este bebé tiene mucha suerte de tenerlos como padres."

Mi hermano Spencer, siempre tan protector, fue el siguiente:

Spencer: "¡Eso es genial, hermana! Te quiero mucho, y sabes que me tienes para todo. Si alguna vez necesitas algo, ¡sólo me avisas! Myke mejor que te cuide, sino te lo hago saber 😤😂"

Casper, otro de mis hermanos, no podía dejar de enviar emojis y gifs emocionados:

Enger: "¿QUÉ? ¡Vas a ser mamá! 🎉🎉🎉 Felicidades, hermana. ¡Esto es increíble! Vamos a celebrarlo como se debe. ¡Te quiero mucho!"

Y luego, mi primo Charlie, tan entusiasta y siempre con su forma única de animarme:

Charlie: "¡Madre mía, qué notición! No sabes cómo me alegra escuchar esto. ¡Ahora sí que las fiestas van a ser épicas! Jajaja. Felicidades, primita ❤️"

A continuación, Zabdiel, quien había estado muy cerca de mí durante todo el proceso, respondió con algo más reflexivo:

Zabdiel: "Esther, mi corazón está feliz por ti y Myke. Sé lo que significa este momento para ambos. No hay nada más hermoso que traer una nueva vida al mundo. ¡Qué bendición!"

James: "¡Felicidades, prima! Te quiero mucho. Estoy seguro de que este bebé tendrá la mejor mamá y papá que alguien podría pedir. ¡Voy a ser el mejor tío del mundo! 💕"

Finalmente, mi papá, quien había estado bastante callado hasta ese momento, respondió de manera simple pero profunda:

Papá: "Esther, no tengo palabras. Estoy muy orgulloso de ti, y Myke, por lo que están logrando. Este bebé será muy amado, y la familia siempre estará aquí para apoyarlos. Te quiero mucho, hija."

El grupo estalló en una avalancha de mensajes, emojis y más reacciones llenas de amor. Mi corazón se aceleró al leer cada uno de esos comentarios, al sentir el cariño de mi familia a través de la pantalla. Era el apoyo y la felicidad de todos lo que más me conmovía. Estaba segura de que este bebé crecería rodeado de amor, de alegría, y de toda la fuerza que mi familia nos podía dar.

Mientras los mensajes seguían llegando, sentí que, aunque estábamos comenzando una nueva etapa, nunca habíamos estado más unidos. No solo estábamos formando nuestra propia familia, sino que habíamos encontrado una red de apoyo en la que todos, desde los más cercanos hasta los más lejanos, estaban celebrando con nosotros este nuevo milagro.

Sophie: "No puedo esperar para abrazarlos, hijos. Están creando una hermosa familia, y ese bebé estará rodeado de tanto amor. ¡Estoy tan emocionada! 😭💖"

No pude evitar sonreír. En ese momento, supe que habíamos tomado el paso correcto, que estábamos listos para lo que vendría. Y, con Myke a mi lado, estaba más que preparada para afrontar todo lo que la vida nos traería.

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