Hora de las brujas
De madrugada nos despertó el ruido de gente gritando por el camino que iba a nuestra casa. Miré por la ventana y vi gente con antorchas y horcas gritando. Mi abuela entró en nuestra habitación y nos pidió que no saliéramos, que estuviésemos tranquilas, que ella hablaría con la gente.
Des de la habitación escuchábamos los gritos, decían que querían entrar. Y de golpe pararon, ya no se escuchaba nada. De repente, oímos a nuestra abuela.
¿Qué queréis gente del pueblo?
¡Salga del medio! Déjenos pasar, señora!! — dijo un hombre del pueblo —.
¿Por qué lo tendría que hacer? Esto es mi casa — dijo la abuela desafiando—.
Porque no tenéis chicas viviendo con usted, tenéis brujas!!— Ángela y yo nos quedamos heladas al escuchar aquellas palabras, duras palabras—.
Y me podéis decir cuáles son los motivos por los que llegáis a esta suposición?— por el tono de voz, sabía que la abuela estaba muy enfadada y a la vez preocupada—.
Una persona nos ha dicho que ayer fueron al bosque, invocaron al diablo, a un ser oscuro, y hablaron con él en un idioma desconocido — contestó una mujer mientras el resto de gente se puso a gritar—.
Ángela y yo empezamos a temblar, el ruido que habíamos oído quizás era de alguien que nos espiaba a escondidas.
¡Esto es mentira!! Mis nietas fueron a comprar y volvieron enseguida— dijo la abuela entre las voces enfadadas del pueblo— Decidme quién lo vio?
¡Yo - de golpe, todo el mundo calló y se volvió a sentir la voz- lo vi yo!
Aquella voz.... Aquella voz. Reconocí aquella voz. De golpe Ángela y yo nos miramos. Era John. ¿Pero cómo podía haber hecho aquello? Nos conocía, sabía que no hacíamos nada malo, que ayudábamos a todo el mundo. ¿Pero cómo? Después de los ratos que habíamos juntos....
Ya te lo dije que no podíamos confiar — cuchicheó Ángela llorando—.
Des de nuestro escondrijo escuchábamos como la gente cada vez gritaba más. Cada vez estaba más enfadada.
Decidí salir antes de que la abuela hiciera algún hechizo de magia negra que también la delatara. Le dije a Ángela que probara de escapar mientras los distraía. En el momento que me vieron, vinieron todos a por mí. Parecía que mi hermana podría huir.
¡Colguémosla a la horca por bruja! ¡Hija del diablo! — iba gritando la gente mientras me llevaba en la plaza del pueblo.— ¡Bruja! ¡Pelirroja! ¡Bruja!
Des de ese momento todo iba rápido. Sé que me llevaron en la plaza, me sujetaron para que no me pudiera mover. En aquel momento vi a John. Me miraba con una sonrisa cínica. Yo no lo pude entender.
Hay un cargo más en contra de esta bruja. Hace unos cuántos meses intentó que yo también venerara al diablo, enseñándome conjuros del maléfico — escupió John—. Hasta que llegue el día de tu juicio, estarás en un lugar oscuro, frío y sin ver la luz del día.
En aquel momento, entendí a mi hermana. ¿Cómo no lo había visto? Pasé el tiempo con un cazador de brujas, que me había engañado.
Me esposaron y me llevaron con más gente a un sitio oscuro, pequeño y húmedo y el resto de la historia ya la conocéis.
Solo espero que mi abuela esté bien y si ella quiere, la ayudaré a vengarnos.
¡Hola peña!
Este capítulo entra en el bucle de la historia, el final es el principio y viceversa.
Puede que el espíritu de Sage aparezca de nuevo para vengar la muerte de su hermana y de ella misma.
Así doy por finalizado este relato.
¡Espero que os haya gustado!
¡Adiós peña!
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