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18-∆ Conséquences ∆

-18-

∆ Conséquences ∆

—KARTER—
—BROWNBER—

Una Semana Después... ›››

A veces siento que no tomo las decisiones correctas en mi vida. Es más, siento que simpre hago todo lo contrario para sabotearme.

Probablemente, está vez, es lo que estaba sucediendo era eso mismo.

Recientemente hice algo que, para bien o para mal, cambiará mi vida. Quizás también, va a afectar la vida de las personas que me rodean.

Específicamente, ella.

Que Ángela perdiera la virginidad conmigo, es un punto demasiado íntimo entre ambos. No sé a qué nos lleve, por eso debo tener mucho cuidado con lo que hago.

Quizás ambos habíamos tenido la culpa de lo que pasó y de lo que ha pasado por está  semana, pero tanto como ella y como yo queríamos hacerlo. Yo también lo disfruté, y eso es lo que me hace sentir aún más culpable.

Me estoy acostando con la chica que ama mi mejor amigo, ella también era mi mejor amiga.

Ella está enamorada de mí...

Y eso es peligroso.

Dije que lo evitaría, dije que no tendría sexo con alguien que me amara si yo no amaba a esa persona. Pero lo hice, y ahora ya no hay vuelta atrás.

Pero soy un maldito idiota, en ésta semana he estado fomentando eso. Ella lleva una semana estando aquí, en casa. Una semana hemos pasado follando en esta misma cama.

Algo que me relaja pero me alarma, ella se mantiene serena sobre el tema de "nosostros".

No quiero que Ángela piense que la estoy utilizando como un objeto. Tengo sentimientos por ella, quizás no como los suyos, pero aún así me importa.

Aparte todos mis pensamientos negativos.

Estaba sentado en la cama, la sábanas hasta mi cadera, mi espalda y mi cabeza pegando en la cabecera de la cama. Mientras me fumaba un cigarrillo para ya no tratar de enloquecer más.

Mire a mi lado, lo primero que veo es su espalda completamente desnuda, la sábanas solo llegaban a cubrir su espalda baja. El recuerdo de su voz gimiendo mi nombre en mi oído mientras se aferraba a mi espalda.

Le dí una larga calada a mi cigarro.

Yo no podía amar a Ángela. No de la forma que ella me amaba a mí. Exponerla a todo el desastre que soy yo, era muy cruel de mi parte.

Pero, quizás y solo quizás... Podría intentarlo, ¿No?

Nadie me amabara con toda esa fuerza con la que ella lo hace. Talvez nunca vaya a encontrar a una chica que me quiera tal y como soy, sin importar mi dinero o mi estatus social, como lo hacían las otras chicas.

Talvez Angela es la indicada, y yo aún titubeó para saber que es lo que puede pasar.

Apagó el cigarrillo en el cenicero que está sobre la mesita de noche aún lado de mi cama. En un lento movimiento, fuí acostandome sobre la cama para volver a dormir y evitar que Ángela se despertara. Eran como las 4 de la madrugada, ella estaba cansada y no quería molestarla.

Sin embargo, mi cautela no fue suficiente, y ella termino dándose la vuelta hasta quedar cara a cara conmigo. Restrega sus manos contra sus ojos para adaptarse a la oscuridad.

—¿Que hora es?—Me pregunta, con una voz somnolienta, sin abrir los ojos.

—Las 4 de la mañana.—Le respondí, muy bajito.

Pase la yema de mis dedos sobre su ceja, acariciandandola.

Cabe mencionar que nunca había tocado a un chica de una manera no sexual. Así que no sabía no como se hacía ni por dónde empiezar.

Me acerque un poco más y besé su cabeza, mientras acariciaba su espalda y ella se acurrucaba junto a mí.

—Esta semana fue increíble.—Declará ella, acariciando suavemente mi pecho.

Yo trago grueso, no se que responderle.—Sí, estupenda. Pero deberíamos dormir, yo estoy algo cansado.

Ella ríe por lo bajo, subió a mi rostro. Un minúsculo brote de calor que hace el tacto de su piel desnuda contra la mía, y planta un pequeño besito en mis labios.—Buenas noches, te quiero.

Yo le sonrió.—Yo te quiero más.

Ella descansa su cabeza en mi hombro, para después de unos segundos su respiración se volviera tranquila informándome que había quedado profundamente dormida.

Acaricié suavemente sus manos, mientras yo trataba de buscar mi propio sueño.

Para mí desgracia, no podía hacerlo. Me estaba costando demasiado poder cerrar mi mente por unas escasas horas. Volví a pensar más, y más sobre la estupidez o la muy extraña vuelta de página que me ha dado la vida.

...

El sol se colaba por las finas cortinas negras del cuarto. Ángela ya estaba despierta, estaba saliendo de la ducha y poniéndose la ropa cuando yo estaba despertando. Me senté en la cama y estiré mi espalda mientras botezaba.

Ángela se acercó a mí, cuando cerre la boca ella me dió un cortito beso en los labios. Le sonríe y ella me sonrió.

Acarició los lados de mi cabello.—¿Quieres que te haga el desayuno?

—No, gracias.—Le digo amablemente.—Si quieres, yo puedo salir y traterte algo de desayunar.

Ella entrecierra los ojos, con algo de desconfianza y un poco juguetona.—Empiezo a creer que no quieres que salga de esta habitación.

Yo me río con nerviosismo.—No es eso, preciosa. Solo quise ofrecerme a traerte algo.

Ella vuelve a besarme con delicadeza.—Es una broma, Karter.

—Oh, ya.—Digo, avergonzado por no haber captado a la primera.

—Traeme de ese cereal de miel, si no es mucha molestia.—Contesta ella, apartándose se mí.

Me levanté de la cama para poder ponerme la ropa e ir abajo a traerle algo de desayunar.—Como quieras, preciosa.

Me puse el pantalón de pijama, tome mis pantuflas, salí de la habitación y baje las escaleras hasta llegar a la cocina.

Silbé una vieja canción mientas saque de la alacena la caja del cereal, me dirigí en una vuelta a la refrigeradora,  saqué la leche. Deje todo en la isla, me volví a girar y tome dos de mis tazones de básquetbol para cereal. Agarré todo y me dispuse a llevarlo a la habitación.

Para mi desgracia, choque con alguien, exactamente con Emily.

Ella luce como si acabará de despertarse, su cabello está hecho un desastre y sus ojos tienen ojeras. —Wow, wow, ¿Tienes un ejército que alimentar allá arriba?

Yo le sonrió con nerviosismo.—Algo así...

Ella despierta por completo y de golpe.—¿A quien tienes secuestrada?

—Es...—Me detengo.

Nunca he traído a casa una chica a casa...

No una que se haya quedado toda una semana.

—¿Quien es?—Emily no va a dejarme salir sin antes hacerme un millón de preguntas.

—Es... Ángela.—Digo su nombre muy bajito.

Ella abre los ojos y asiente lentamente.—¿La castaña bonita?

Yo asiento.—Sí, ella.

—Oh, ya.—Me contesta. Me da una cara de 'No es mi problema' y me hace señales de que me vaya.

Y eso hago.

Salgo huyendo de la cocina antes de que alguien más me interrogué y yo no sepa ni media palabras que responder.

Subo las escaleras con cuidado, tocó la puerta, ya que no puedo abrirla con las manos ocupadas. Miro como se gira la manecilla y se abre la puesta gracias a Ángela. Entro y cierro la puerta.

Ella tomas las cosas y las deja en la mesa de estar en mi mini sala improvisada del cuarto.

—Iré a bañarme.—Me quito los pantalones.—Ve comiendo.

Noto que ella se emboba viéndome de pies a cabeza mientras muerde sus labios.

Ella vuelve en sí cuando llega a mi rostro. Pone sus manos frente a ella, mirando el piso algo avergonzada.—N-no importa, yo puedo esperarte.

Le sonrió, me acerco y beso su frente.

Oh, Angelita, no sé cómo ser tierno contigo.

Tome mi toalla y me metí al baño. Me trate de bañar lo más rápido que pude para no hacerla esperar mucho y que se desmayará de hambre.

Sé que ella lo hizo por "cortesía" por qué yo ni loco esperaría que alguien se bañara para desayunar. Nadie me pude separar de mi comida y de mí.

Dejé de pensar en eso y me terminé de bañar, me seque con la toalla y busque algo que poner en el closet. Al final me puse unos shorts de mezclilla y una camiseta negra.

Me puse la toalla en la cabeza para secarme el cabello, mientras salía del closet ya vestido. La miré sentada en mi sofá rojo, cambiando de canales para ver qué podía ver. Me tiré a su lado y tome un tazón, agarre la caja del cereal y tire la un poco en mi tazón, después le eche la leche.

Metí una cucharada a mi boca.—¿No encuentras nada que ver?—Le pregunté, con la boca llena.

Ella resopla, deja el control a un lado de mí e imita mis acciones.—No, no veo nada interesante.

Tragué los restos de lo que quedaba en mi boca y volví hablar.—¿Quieres que veamos Netflix?

Ella asiente con la boca llena de cereal.

Mire todo el catálogo que tenía Netflix pero no sabía que ver con ella.

¿Era de mala educación ver Friends con ella si ya voy por la segunda temporada?

—Miremos una película.—Recomienda ella.—Quizás una de comedia.

—¿Babysitter?—Le pregunté, viéndola con interrogación.

Ella arruga la nariz.—Mucha sangre. Y estamos desayunando.

Yo tuerso los labios para pensando mejor.—¿The Kissing Booth?

Ella hace un puchero.—Drama adolecente... Me parece bien.

Yo reí por lo bajo y puse la película. Nada fuera de lo normal, supongo. Son dramas con algo de Gringe y ese tipo de cosas que a la larga del metraje se vuelven divertidas.

Ella termina primero su cereal. Yo estoy casi por acabar. Ángela levanta mis manos junto al tazón de cereal, recuesta su cabeza sobre mi regazo, para ver la película con más comodidad.

—Chase dijo que quería salir hoy por la noche.—Me informa, sin ningún comentario previo.—No sé si quieres ir.

Me tomé la leche para poder dejar el plato y hablar mejor con ella.—¿Eso fue lo que puso en el grupo anoche?

—Sí, —Se levanta y le mira mejor.— ¿Quieres ir?

Hay un poco de terror y desconfianza en su rostro. Quizás piensa que me voy a meter con alguna de esas otras chicas que siempre se llegan a cruzar por mi camino cuando salimos.

Es algo muy probable... Tentador...

¡No! Voy a intentar algo serio con Ángela, no puedo hacer algo así.

Haré el intento de evitar a toda costa ese tipo de acercamiento con otras chicas.

Si no fuera por qué soy un maldito caliente de mierda, sería fácil.

Desgraciadamente, no lo soy.

—... ¿Karter?—Ángela me llama, ya que me quedé pensando en la nada.—¿Quieres ir o no?

—Sí, claro. Quiero ir.

Ella me sonríe. Nos damos un largo beso, con absolutamente todo el combo. Ángela se sube encima de mí, cruza los brazos detrás de mí nuca y se acomoda mejor en mi regazo.

Se separa un poquito de mí, nuestras narices se siguen rozando.—Creo que no lo hemos hecho en éste sofá.

Yo me hago hacia atrás para tener mejor visibilidad de su rostro.—Preciosa, no podemos hacelo ahorita. A esta hora hay más gente despierta.

Ella hace una carita triste que se me hace muy bonita.—Lo intenté.

Yo río por lo bajo. Tomó los lados de su rostro y la beso lento, con pasión pero no tan sexual, es más como algo "romántico".

—¿Quieres salir un rato?—Le pregunta, al separarnos.—Créeme, no me agrada estar tan encerrado.

Está vez, es ella la que ríe, acaricia mi nariz con la suya.—Bien, salgamos.

—Ve adelantandote.—Le digo y ella asiente.

Ella se levanta de mi regazo. Tomo mi teléfono, que cargaba al lado de mi cama, acomodó los trastes y me los llevo para llevarlos a la cocina. Baje las escaleras, y ella ya estaba en el sofá, prendiendo la televisión.

Me dirigí a la cocina, para mí sorpresa ahí estaba Emilia, haciéndose un café. No dije nada y me puse a lavar los tratestes.

Volví a ver por un largo segundo a Ángela, pensando en como tratarla o que hacer. Nunca me había encontrado en esta situación. Nunca había pensando en una relación seria.

No sé cómo se hace, ni como se sienten.

Soy un virgen en ésto del amor.

—¿La amas?—Escucho la voz de Emilia.

Me giró para verla.—¿Qué?

Ella le da un sorbo a su café.—Que si la amas.

Yo pongo mis manos en la nuca, las rasque pensando.—Pues... ella me ama mucho y...

—No.—Ella niega con la cabeza. Su cabello negro, medio blanco se mueve con ese simple movimiento.—Pregunte si tú la amas.

Oh, ahora entiendo...

Miro al suelo.—Estoy intentándolo.

Subo la mirada, esperando una respuesta de su parte. Emilia toma otro trago de su café, me mira incrédula y algo curiosa. Sus destellantes ojos avellanas me ven analizando todo.

—¿Estás intentado amarla?—Me pregunta, dudosa.

—Sí, quiero intentar tener algo "formal" con ella.—Digo, también dudoso de lo que estoy declarando.

Ella rueda los ojos.—Karter, en una relación te quedas para que funcione. No para ver si funciona. Tienes que hacerlo funcionar. Claro, si eso es lo que quieres.

Ahora lo entiendí...

A medias.

Pero lo entendí.

Ella salió de la cocina, dejándome las incógnitas en el pecho, en la cabeza, en todo el cuerpo. Ignore mis tontos pensamientos y terminé de lavar los trastes.

Cuando termine, me fuí a la sale y me senté junto a ella para seguir viendo una película al azar. De todos modos, no acabamos besando la mayor parte de la película, llego al punto que ni siquiera le preste atención.

Me estaba interesando más los suaves besos de Ángela. La forma tan bien que se sentía cuando la mordía y gemía en medio de nuestro beso.

Talvez nos tardemos un poco antes de ir a la salida con los chicos.

Pero eso ya sería un exceso... Digo, ya lo hicimos como unas diez veces en toda esta semana, quizás y más. La verdad yo ni siquiera las conté.

¿Ya dije que no me gustaría que ella se sienta como objeto? Lo vuelvo a decir, estoy tratando de tratarla de la mejor manera que puedo. Estoy muy acostumbrado a las chicas de una sola noche, chicas solo quieren diversión, igual que yo.

No quiero marchitar los sentimientos de Ángela. Los sentimientos son tan frágiles que en cualquier paso en falso pierden su brillo y todo se jode.

Después de unas cuantas risitas nerviosas de su parte, la tarde se había pasado volando, entre besitos y muchas películas, ya pronto caería la noche y Ángela quería maquillarse y "producirse" más para nuestra salida. Yo también me fui a cambiar con algo menos "casual".

Me puse unos jeans rasgados, me quite la camiseta, me puse un de los Lakers, me puse mis zapatos blancos y me busque un reloj y unos anillos.

—¿Ya estamos listos?—Pregunté. Viéndola ya lista, cerrando su mini maleta.

Ella me sonríe.—Sip, ya estamos listos.

Le devuelvo la sonrisa.—Pasame la maleta, voy a llevarla abajo.

Ella me la da y sale de la habitación para ir abajo, le hice una llamada rápida a mi tío Frederick para que me prestará su Ranger Rover ya que me gustaba mucho salir con ella.

Y para ser sinceros, es mucho más cómoda para dormir o hacer "cosas" en conjunto.

Él accedió.

Antes de salir, busque en mi mochila lo que dejó Helena en mi mochila. Era un bolsita pequeña, con pastillas que tenían la impresión de una cabeza de alien.

Estaba loco si pensaba metele esas cosas a mi sistema.

Las metí en el bolsillo de mi pantalón, Ángela

me esperaba a fuera, le hice una señal y ambos nos montamos en la camioneta y empezamos a conducir para pasar por la casa de Zara e irnos los tres.

Quizás la fiesta me ayude a relajarme y así deje de pensar tanto y darle más vueltas al asunto que las que amerita.

Disfrutar y relajarse, nada más.

En medio de nuestro camino, Ángela tomo mi mano libre. No me molesto, ya tenía la suficiente habilidad para conducir con una sola mano. Sus finas manos juegan con el anillo de mi dedo anular. El añillo que mi madre me regaló.

—Kar...—Me llama.

—¿Huh?

—¿Me regalas uno de tus anillos?

Esa pregunta hace que frene de golpe. Ella se asusta ante mi reacción involuntaria.

No es por ella, y no es que sea ella. Simplemente soy una persona muy... "Egoísta". Prefiero comprarle las cosas a alguien antes de regalarle algo mío.

Yo le sonrió con nerviosismo, la miro a los ojos y algo de tristeza paso por ellos.—Puedo comprarte uno, preciosa. Quizás más bonito que los míos.

Ella se queda pensativa, luego ríe por lo bajo.—Esta bien. Acepto.

Yo beso su mano con delicadeza, y me vuelvo a concentrar en el camino.—Puedes llamar a Zara. Ya estoy por llegar a la calle.

Ángela le envío un mensaje de texto para que se saliera de la casa, pero ya estaba afuera, desde hace unos 15 minutos.

Que desesperada.

Me estacioné y Zara se subió al auto.

—¡Buenas!—Saluda, tan enérgica como siempre.

Ángela se ríe.—Hola, Zara.

Yo me río, pero no le digo nada.

—¿Y tú? ¿Por qué no me saludas?—Se pone en medio de nuestros asientos y mira a Ángela.—¿Le comiste la legua a Karter?

Ángela se pone muy pálida de la vergüenza.

Yo río aún más alto.—No, mi lengua sigue aquí.

—Es un milagro que siga ahí, con eso de que han pasado toda una semana juntos.—Menciona con picardía.

—Créeme queria dejerla en ciertos lugares que no mencionere por privacidad.—Dije, guiñándole el ojo a Ángela.

—¡Basta ambos!—Exije Ángela, llena de vergüenza.

Zara y yo reímos por lo bajo. Yo me quedo pensativo por unos minutos.

Miro a Zara por el retrovisor.—¿Cómo sabes que estuvimos juntos está semana?

Ella ruedas las gemas claras de sus ojos.—¿Quien crees que los estaba cubriendo, genio?

Todo conecta en mi cabeza.—Toché.

Seguimos nuestro preciado camino hasta la enorme casa de Chase.

Entramos y nos instalamos para esperar que Chase bajara. Nos encontramos con Marcus y después bajo Chase, nos recibieron como un gran abrazo. Por alguna razón, Chase no se quedó tanto tiempo con nosotros y volvió a perderse por la casa.

Que extraño...

Yo no perdí el tiempo, me fui a la cocina para buscar tragos o algo por el estilo. Busque algo que me llamara la atención en la refrigeradora. Tome una cerveza y le di un largo trago.

Analicé un poco mejor toda la casa, los chicos parecen estar platicando de lo más normal entre ellos. Los ojos de Ángela caen sobre mí, ella sonríe y baja su mirada nerviosa. Por alguna razón me gusta mucho causar esos efectos en ella.

Volteo a ver a otro lado, y está Chase viéndome con una cara de asesino en serie. Yo me confundo y me asustó a la vez. Él me apunta y yo me vuelvo apuntar para ver su me llamaba a mí.

Cargado de suspenso me acerco a él. La verdad no se que quería y también quería averiguarlo. Él caminó un poco más alejado de los chicos, a mí me tocó hacer el papel de Alicia y seguirlo para ver lo que quería.

Para cuándo ya habíamos llegado a un lugar solo, para ser más específico, se gira hacía mí.—¿Que pretendes con Ángela?

Espera... ¿Qué?

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Nota de la autora:

Bien, gente hermosa que leé esta historia, espero de que les estén gustanto estos capítulos. Recuerden votar y comentar, además de pasar por nuestras hermosas redes sociales, si no es mucha molestia.

Está vez no se que más decir, aparte de que Karter está tomando decisiones muy cuestionables.

Frase del día: ✨Soy virgen en ésto del amor✨

Proto está historia llegará a su fin.

No se olviden de tomar awita y nunca dejar de sonreír.

—K.

ฅ^•ﻌ•^

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