15- ∆ Poison ∆
-15-
∆ Poison ∆
—KARTER—
—BROWNBEAR—
En cuestión de segundos mi cara, mi día, mi paciencia y mi humor se arruinaron.
Es increíble como la presencia de una solo persona puede joderte el día.
Suspiré pesado, controlando mis impulsos, me gire sobre mi eje y caminé despacio para ver a la presencia maligna que se apareció en la cafetería.
No iba a hacerle nada malo, ni insultarla o algo parecido. La verdad yo no soy ese tipo de persona. Quizás solo sea cortante, frío y serio.
La puede ver frente al mostrador, viendo a Grecia esperando una respuesta. Sus verdosos ojos cayeron sobre mí, aquel matiz verde que los adornaba se empezo a oscurecer.
Pff, la muy descarada se atrave morderse los labios.
—¿Se le ofrece algo, señorita Burns?—Pregunte condescendiente y algo burlón.
Ella vuelve en sí.—Queria hablar contigo.
Alzo los hombros.—Yo no tengo nada que hablar con usted, señorita Burns.
Ella muerde los labios.—De verdad, Karter, Necesito hablar contigo.
Miré a Grecia, buscando tu opinión de la situación. Ella levanta las manos, desentendida de la situación.
—¿Es importante?—Le preguntó. De verdad no tengo nada que hablar con ella, ni nada que me interese.
Ella apretó ligeramente sus labios.—Super importante.
Ruedo los ojos y le hago un ademán para que me siga. Pasa a un lado y yo le hago una señal a Grecia para que atienda y dirija a los demás mientras yo estoy con Helena. Caminamos hasta la oficina de Emily para hablar.
—Te ves sexy con tu uniforme.—Me dice, mientras busco las llaves de la oficina en mi pantalón.
—Gracias.—Digo entre dientes, irritado de su reacción y su comportamiento.
Entramos a la oficina, ella cierra la puerta con seguro y yo la veo confundido. Sin previo aviso, tira su bolso a un lado y ataca mis labios en un beso apasionado, pero yo no hago ningún movimiento. Sus manos bajan a mi entrepierna, acariciándome por encima de mi pantalón, buscado el botón de mi pantalón para abrirlo.
La aparto bruscamente de mi lado.—¿Que mierda te pasa Helena?
—¿Qué?—Me pregunta sorprendida.—Teniamos algo pendiente, ¿Lo recuerdas?
Una risa amarga se produce en mi boca.—¿Crees que follariamos después de que drogaste?
Ella abre los ojos de sorpresa, sin embargo, luego sonríe.—Oh, vamos Karty. Solo fue una bromita.
—Wow, las bromitas con drogas me fascinan, ¡Son mis favoritas!—Digo sarcástico.
Ella ríe tratando de "tranquilizarme" o distraerme.—No seas tan aburrido.
—¿Con que mierda me drogaste?—Le cuestiono indiferente, cambiando su táctica.
Ella alza los hombros de lo más normal.—Éxtasis.
Drogado con éxtasis, y sin darme cuenta.
Helena se acerca, pasa sus uñas por mi pecho, me mira a los ojos y posa si mano en mi mejilla. La besó con dominación e ira. Ella vuelve a tocarme por encima del pantalón, pero yo ya estoy lo suficientemente duro.
Maldita venenosa, me hizo perder todo el maldito criterio.
La separó de mí, tomándola del cabello.—¿Traes condones?
Ella me mira con incredulidad.—¿Tú no tienes?
Ruedo los ojos, suelto mi agarré de su cabello.—Lo siento, al trabajo no vengo follar.
Pone sus brazos cruzados.—Mierda.—La oigo gruñir.
Busque en mi billetera un preservativo. Me cerciore de que no estuviera vencido. Se lo mostré y ella sonrió. No volvimos a besar.
La verdad no tenía muchas ganas de tener sexo hoy, sin embargo, se presento la oportunidad y hay que aprovecharla.
Igual, Helena era la última persona con la que quería tener sexo hoy.
Hoy y toda la vida.
Oírla gemir mientras muerdo sus labios, era un sonido desestresante, debía se admitir eso. Pero, ella me seguía enojando, igual me tengo que cobrar lo que mi hizo.
Por otro lado, no le miraba nada de malo, solo era sexo. No nos íbamos a mandar cartitas de amor, ni a caminar de la mano saliendo de aquí.
Ella me deseaba demasiado, la desesperación con la que trataba de quitar mi cinturón me confirmaba el poderosa lujuria con la que quería que la follara. Sin necesidad de tocarla podía sentir lo mojada que estaba. Quería darle una lección que nunca olvidará.
Sin embargo, hacer esos deseos aquí era algo complicado. El escritorio estaba ocupado de papeles y carpetas, así que la única opción era hacerlo encima de los papeles.
La gire, recargandola sobre el desastre del escritorio.
—Estamos algo exaltados hoy.—Gruñé, mientras la despojó de su pantalón.
Me acerco a su oído, para susurrarle.B Bajo sus bragas, junto con su pantalón.—Entre más callada mejor, Helenita.
—Oh, ¿Sigues enojadito?—Me pregunta, juguetona. Restregando su tracero en mi erección.
Bajo la cremallera de mi pantalón, junto con mis boxers, abro el condón y me lo pongo.—Te importa una mierda si sigo enojado o no.
Entro en ella con profundidad, aferrándome a sus caderas para abarcar más espacio en su cavidad.
Ella gruñe.—¡Karter!
Vuelvo a penetrarla con un poco más fuerte.—¿Que parte de calladita no haz entendido?—Le tapo la boca con mi mano.—No sabes cuánto voy a disfrutar lo fuerte que voy joderte , Helenita.
Ella quita mi mano de su boca.—Vaya, parece que te haré bromas más seguido, me está gustando bastante el castigo.
Volví a cerrarle la boca con mi mano, con la otra tomo su cadera y empiezo a entrar en salir y entrar de ella. Sus gemidos y quejidos son solo audibles para mí, o eso espero. Con Beth me quedo de experiencia ser más silencioso con mis cosas.
El ritmo de mis caderas está enloqueciendo a Helena, sus gemidos incrementa opacando el sonido de la colisión de nuestros cuerpos. Solo le rezaba al cielo que nadie pudiera escucharla.
La vista de nuestra unión se veía afectada por su blusa, así que sin ninguna complicación me deshice de su blusa. Mi camiseta también empezó a estorbar, solo la subí un poco y la mordí para que no se volviera a bajar.
Volví a tener el hermoso paisaje de mi miembro hundiéndose en su intimidad. El sudor resbalando por su espalda, haciéndola brillar. Quería abarcar más piel, así que metí mis manos debajo de su sujetador para poder prenderme se sus pechos.
Entrar y salir, haciendo círculos con mi cadera, oírla gemir cómo loca, mientras le azotaba el culo con mi mano libre. Estoy seguro que si afuera no escuchan sus gemidos, escucharán el sonido que producen cada embestida.
Empecé a sentir los espasmos que me indicaban que su orgasmo estaba llegando, la tomé más fuerte y empecé a arremeter contra ella más rápido para poder alcanzar su orgasmo, hasta por fin sentir como ella había obtenido su climax. Con el se ella el mío.
No me espere ni un segundo para salir de ella, me quedé a un lado, esperando recuperar fuerzas. Me quite el condón y lo bote a la basura, me subí el boxer, junto con los pantalones, acomodé mi camiseta y ajuste mi cinturón. Helena todavía estaba recuperando el aliento.
Una sonrisa arrogante se me dibujo en las facciones al verla en ese estado.
Me "enorgullece" causar eso en las chicas.
Mi teléfono empezó a sonar, era Grecia.
—Hola.—Digo, a través del aparato.
—«Mi turno ya acabo, tengo que ir a casa.»—Me dice la chica.
Oh, recordé que este turno me quedaría solo está noche.
—Claro, ya salgo.—Le informo.
Acomodo mi gorra y salgo de la oficina de lo más normal, quizás con un aire más fresco.
Grecia está marcando tarjeta, se da la vuelta y me mira.—Los chicos ya se fueron, y para mí ya es hora de que también me vaya.
Yo asiento.—Claro, ya puedes irte.
Ella me pasa por un lado, se ríe por lo bajo y se acerca a mí oído.—Tienes la cremallera abajo.
Los colores se me subieron al rostro, volví a asentir y me subí la cremallera. Grecia se fue riendo muy bajo, caminaba a la salida hasta que la Vi desaparecer por la puerta de cristal.
Estiré mi espalda, tome un trozo de pizza de los de venta y lo mordí. Cuando el crugir del pan recibio a mi boca, me sentí bendecido. Saque una soda de cola y disfrute el sabor de la combinación.
Una finas manos me pasaron por el cuello hasta mi cara, sentí que me jalaron, de seguido unos labios impactando contra mi mejilla.
—Veo que te quedaste con hambre.—Me dice Helena en tono juguetón.
En es momento me sentí bastante incómodo. Reí sin ganas.—Sí, tenía un poco de hambre.
No me mal interpreten, la verdad es que no estoy acostumbrado a que las chicas con las que tengo sexo me den muestras de afecto después de hacerlo. Es raro, son pocas chicas las que lo hacen. Siempre me he centrado en que las chicas no estén buscando nada serio, así me evitó muchos mal entendidos y dolores de cabeza.
La veo sacar algo de su bolso, una pequeña panita con tapa, hay un pastelito dentro, ella me lo ofrece, queriendo dármelo en la boca.
Yo la paro.—¿Que es?
Un error dos veces, no es mi estilo.
—Un Brownie.—Ella insiste en volverlo a poner en mi boca.
Yo le aparto el rostro.—¿Que lleva?
Ella rueda los ojos.—Marihuana. Lo dije, ya.
—Que bueno Helena, ya aprendiste a no drogar a la gente sin su concentimiento.—Le digo con sarcasmo. Aceptando su trozo de Brownie.
Ella alza los hombros.—Tus polvos parecen buenos para la reflexión, Karter.
Yo le dejé de poner atención por un rato. La verdad quería que los efectos del brownie me abrazaran para no tener que soportar todas las cosas que afectan a mi vida. Sin darme cuenta, Helena ya estaba saliendo por la puerta del local, tirándome un beso con la mano.
Me quedé ahí, viendo la noche caer, las luces empezando a encenderce para iluminar las calles. Todo parecia pasar en cámara lenta, sin embargo, sentí despertar se golpe cuando la campanita de la puerta sonó. Dirigí mi vista hasta el lugar, para encontrarme con una señora joven, vestida con un uniforme elegante. Su cabello es castaño caramelo, no puedo ver a detalle sus ojos pero supongo que son cafés, es algo delgada pero tiene mucho porte.
—Buenas noches, ¿Estan atendiendo?—Pregunta, educadamente.
Sonrío con amabilidad.—Claro, pase y pida lo que quiera.
La señora entra, se sienta en la barra frente a mí y mira el menú frente a ella. Yo le serví un vaso de agua, mientras elegía que pedir.
—¿Que me recomiendas?—Me pregunta, mientras veía el menú.
Apoye los codos en la baja, para ver el menú.—¿Es nueva en la cafetería?
—Sí, me recomendaron demasiado la gran Brown's coffe.—Confiensa con emoción.
—Bueno, sea muy bienvenida, señora...—Trato de leer el gafete que tiene pegado en el bolsillo de su blusa.—¿Hamp?
Ella ríe levemente.—Es la abreviación a mi apellido—Ella extiende su mano hasta mí.—Señora Hampton.
Yo asiento, aceptando su gesto con la mano.—Mucho gusto señora Hampton. Yo soy Karter Brownbear.
Sus cejas se alzan de sorpresa.—Oh, tu eres parte de los Brownbears.
—Sip, así es.
—Bien, que me recomienda el señor de la casa.
Yo me doy la vuelta, viendo que tengo para ofrecerle a la señora.—Veremos que podría gustarle.
Le mencioné y enumeré algunas cosas en el menú, al final se quedó con que quería un café con leche y doble espuma, junto con una "garra de osos" que era una dona muy grande. Nos quedamos charlando un rato mientras ella acaba de comer.
—Eres muy divertido, Karter. Y también muy inteligente.—Me halaga.
Yo me siento feliz.—Muchas gracias, señora Hampton.
Ella termina su último trago de café.—Gracias a tí por hacerme pasar un buen rato. Me servirá para el largo camino que me toca recorrer.
—¿No es de esta ciudad?—Pregunto con curiosidad.
—No, mi hogar queda a unos minutos de aquí.
—En ese caso,—Me doy la vuelta y empacó algunos panes y stickers en una bolsita de papel.—Aquí tiene para el camino.
Ella lo acepta sin ningún problema.—Gracias, Karter, a mi hija le encantaran.
—De nada, señora Hampton. Espero que nos volvamos a ver por aquí.
Toma sus cosas y se levanta de la barra.—Eso sin duda.
Ella se fue.
Y yo me quedé solo.
Solito con mi soledad, pero una enorme alegría de pasar un rato acogedor con una señora tan entretenida como la señora Hampton.
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AHHHHHH Karter y la mamá de Kira. Dios, esto es impresilnan señoras y señores.
Muchos sentimientos encontrados gente. Primero el inicio todo hot entre Karter y Helena y ahora ésto de la señora Hampton.
Hoy amanecí re loca 🕴️
Beban awita y nunca dejen de sonreír!
—K.
Pdt: "Todas mueren por mí" me recordó demasiado Karte, ya saben porqué 🌚✋🏻
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