09- ∆Ensemble∆
—KARTER—
—BROWNBEAR—
El sol irradiaba energía,
Como todas las aburridas mañanas.
Mire el techo blanco de mi habitación, Suspiré profundo y me senté en la cama para estabilizarme.
Frote mis manos contra mis ojos para adaptarme a la luz que se concentraba en todo el lugar. Estiré mi espalda y me levanté de mi cama para salir de mi alcoba e ir por mi desayuno.
Lo admito, no soy muy fan del desayuno.
También, salgo de mi cama muy tarde como para desayunar, técnicamente solo me levanto a almorzar.
Pero estoy de un humor decente, así que iré a buscar mi cereal con leche.
Cómo de costumbre, no había nadie por ningún lado. Ésta casa simpre está muy sola. Es muy pero muy raro que haya gente, y mucho más raro que sea en la mañana.
Llegando a la cocina, saque mi tazón grande, busque el celeral y lo verti todo en el tazón, busque la leche en la refrigeradorm qa e igualmente la puse en el tazón.
Me senté sobre la isla de la cocina, y empecé a deborar mi dulce desayuno, mientras pensaba en lo que haría hoy. Pero en realidad no tenía preparado nada en lo absoluto.
Dejando eso de lado, el pesado silencio a mi alrededor solo era levemente opacado por el sonido del cereal siendo triturado por mis dientes. Sin embargo, fue interrumpido por un raro sonido. Me gire a la ubicación donde provenía el sonido.
Es ahí donde la Vi a ella. Kamala cargaba entre sus pequeñas manos mi guitarra. Ella llevaba su pillama de flores, su precioso cabello rubio siendo un desastre, pero con una sonrisa gigante en su rostro.
Ella salta de emoción cuando me mira, eleva la guitarra entre sus manos.—¡Mira lo que encontré!
Yo arrugó mis cejas, ante su raro comportamiento.—Primero que nada, ¿Buenos días?
Ella rueda los ojos.—Deja los buenos días,—Ella señala la guitarra.—¡Mírala!
—La veo.—Digo, obvio.
Ella entre cierra los ojos, y me mira de manera asesina.—Hoy tienes un humor horrible.
Auch, hoy me levanté de buen humor.
Ignoro su innecesario comentario.—¿Que le pasa a mi guitarra?
Ella me la entrega. Ese lindo brillo en el inmenso cielo que representaban sus ojos derretía mi corazón.—¿Puedes tocar la canción que siempre tocaba para mí?
Yo la tomo con mis manos.—¿Que canción, Ricitos?
—Esa canción, la canción en francés, ya sabes... La canción.—Dice ella, tratando de recordar.
Ubico mis dedos en las cuerdas del instrumento para afinarla guiandome por el sonido y pruebo cada una para asegurarme que ya está afinada a la perfección.
Posicionó mis dedos en los trastes, recuerdo los acordes correspondientes y empiezo a rasgar las cuerdas.— Des yeux qui font baisser les miens.
Un rire qui se perd sur sa bouche.
Voilà le portrait sans retouches.
De l'homme auquel j'appartiens.
Quand il me prend dans ses bras
Il me parle tout bas.
Je vois la vie en rose.
Il me dit des mots d'amour
Des mots de tous les jours
Et ça me fait quelque chose
Il est entré dans mon cœur
Une part de bonheur
Dont je connais la cause
C'est lui pour moi, moi pour lui dans la vie
Il me l'a dit, l'a juré pour la vie...
—Lalalalala.—Acomapaña ella a la letra de la canción, con esa ancha sonrisa.—Oye, Karter.
Yo sonrío al igual que ella.—Dime.
—¿Que significa esa canción?
—Significa que cuando amas tanto a alguien ves "la vida en rosa", todo es positivo y todo lo que hace esa persona te hace feliz.
Ella sube sus cejas, impresionada.—¿Es cuando estás enamorado y ese amor te hace feliz?
—Sí, así mismo.
Ella ríe suavemente, con algo de burla.—¿Tu sueño es bailarla con el amor de tu vida?
—Pff, esas cosa para mí no existen, Kam.—De digo, con seriedad.
Ella arruga sus cejas buscando una explicacion.—¿Y si llega una chica que de verdad te ame? Una chica linda, que sea dulce con todos, que te haga feliz. ¿Una chica te haga ver "la vida en rosa"?
Reí tristemente, pero mental.—Hablas como si algo así existiera. Hablas como su "ella" existiera.
—Ella existe, yo lo sé, estoy más que segura Osito Karter.—Habla, decidida de lo que está hablado es totalmente verídico.
Paso mis manos por mi rostro, con cierto toque de frustración pero a la vez con algo de diversión.
—Y si algún día la encuentro, ¿Cómo sabes que no lo échare a perder?
—Cuando amas, nada de echa a perder.
Hora de cambiar de plática.
—No lo creo, pero igual, la canción va a desperdiciarse, la tocare el día de tu boda con tu compañero el coreano.
Sus mejillas se enrogecen.—¡Hey! ¡Eso nunca pasará!
Yo reí ante sus palabras.—Sí, claro, lo que tu digas, pulgita enamorada.
—¡Karter!—Se queja.
Nos reímos unos cuantos segundos. Ella me empuja levemente.
—¿Podemos ir al centro comercial?—Me pregunta.
—¿Que quieres ir hacer al centro comercial?
—Dar una vuelta y... Comprar algo.
Alcé los hombros.—Ve y báñate,—A apunte de pies a cabeza.—Así no iré contigo a ningún lado, inbañable.
Ella vuelve a verme de manera asesina.—¡Hey! ¡Yo me baño todos los días, papanatas!
—Pues ve moviendo el trasero al baño, salimos en media hora.
Ella bufa, pero igual, camino a su cuarto para tomar un baño. Yo terminé mi cereal y me fuí a mi habitación para buscar mi ropa, lo normal en mí; un short beige, una camiseta café con la palabra 'oh L'amour" escritas en blanco y unos zapatos en blanco. un y tomar mi ducha.
Tome mi baño, me puse la ropa y me mire al espejo para intentar peinarme. Medio convencido sobre el peinado que me hice, me puse una gorra blanca con la vicera para atrás y me puse algunos accesorios.
Kamala ya estaba en la sala, sentada en el sofá de la sala. Lleva un traje completo de color beige, junto a un lazo blanco que hace lucir muy bonito su cabello dorado. También tiene su mochilita de ositos en sus piernitas, esperando pacientemente por mí.
—Al fin bajas, papanatas.—Dice ella, levantándose del sofá.
—Oh, perdón por mal gastar su tiempo majestad.—Le contesto sarcásticamente.
—Deja de ser un tonto, vámonos.—Ella jala mi brazo para sacarme de la casa y llevarme al auto.
Caminamos hasta el vehículo y nos subimos en él. Ella tomó asiento en el copiloto, ajusto su cinturon y le pusimos marcha al motor.
Conducímos por la autopista de la cuidad, mientras mi playlist de Spotify resonaba en los parlante de mi auto. Pero que Kamala escuchará la lírica sexosas de las canciones en mi lista era algo muy contraproducente.
Estábamos llegando al centro comercial, estacionamos y bajamos del auto. Me acerque a ella mientras miraba la estructura del edificio.
—¿Donde iremos?—Le preguntó.
Ella estira los labios, pensado.—Necesito ir a MorisToys.
Le hago una señal para empezar a caminar al interior del edificio. Sentí como su pequeña manito tomaba la mía para caminar cerca de mí. Desde muy pequeña, a Kamala se le hizo una costumbre tomarme de la mano cuando estamos en un lugar transitados.
Baje mi vista para verla, camina con una leve sonrisa y dando pequeños saltitos para caminar a mi ritmo. Ella es alguien que tanta irradia luz, pero tanta luz, que mitiga toda la oscuridad que hay en mi vida. A pesar de que siempre la moleste con tonteras, ella sabe que la amo mucho y que que si algún día me falta su sonrisa, sus miradas de enojada o sus ricitos de oro, ese día estaré perdido y nadie será capaz de volverme a encontrar.
Caminamos hasta llegar a la jugueteria que ella mencionó. Entramos y empezamos a mirar todas las estanterías con la variedad de juguetes que tenían.
Yo caminaba detrás de ella, mirando todos los juguetes. La verdad es que tenía bastante tiempo de no entrar a una jugueteria. Esa condición me obligó de cierta manera a despertar mi niño interior.
Dejé a Kamala un poco sola para que buscará lo que ella queria y me fuí a buscar a una de las encargadas de la tienda. Miré a una mujer cabello negro y toque levemente su hombro para llamar su atención.
—Disculpe, ¿Tiene juguetes a control remoto?
Sí, mi niño interior es medio exigente.
—Oh no, nuestra línea de juguetes eléctricos y a control remoto están agotados, cariño.—Mi niño interior quiere llorar.—Pero, el próximo mes tendremos las estanterías a reventar de esos juguetes.
Los ojos se me iluminan.—¿En serio?
—Sí, es en serio.
—Oh, muchas gracias, vendré el próximo mes.—Dije, dándole un intento de sonrisa de boca cerrada.
Me di la vuelta y me dirijí a Kamala. Pasillo por pasillo la busque, hasta encontrarla viendo unas muñecas de estilo clásico muy bonitas. Me acerco más a ella, esperando que tome una decisión.
—¿Esas son las muñecas que estabas buscando?—Le preguntó, una vez ya estando detrás de ella.
—Sí, son esas.
—¿Que esperas para tomarlas?
—Estoy viendo cuál se parece más a mí y cuál se parece más a Matilda.
La miro con confusión.—¿A tí y a Matilda?
—Sí, estás muñecas son para mejores amigas. Y ella es mi mejor amiga, obviamente tiene que tener una.
Wow, "Mejor amiga" a su edad si me hubiera gustado tener algo así con alguien. Nunca había conocido algo parecido hasta ahora.
Cuando yo tenía la edad de Kamala, simpre quería estar en las calle de enfrente jugando fútbol con los niños del vecindario. Pero mi mamá no era muy fan de la idea, hasta que un día la convencí. Ella decía que yo era diferente a esos niños y que talvez no me aceptarían jugar conmigo a la primera pero que podía intentarlo.
Pero, mamá tenía razón. Yo era diferente a esos niños. Ellos se burlaron de lo pésimo que era con la coordinación de mis pies y el balón. Ellos se burlaron del tricolor de mis ojos, un defecto que tanto odiaba y sigo odiando un poco. Yo no lo entendía, yo no había hecho nada mal.
Yo solo quería amigos...
Pero bueno, nos fuimos de ese lugar y llegamos a éste país. Hasta ahora conseguí buenos amigos y eso me llena de alegría.
—¿Me pasas las dos de arriba?—Me pregunta ella, interrumpiendo mis memorias.
—Claro, pulga.—La molesto.
Ella me fulmina con su azulada mirada. Bajo ambas muñecas y ella las observa con detenimiento, para al final aceptar que si se parecen a ambas.
Nos dirigimos hacia la caja registradora para pagar por ambas muñecas. Kamala saco una pequeña carterita donde siempre ponía sus ahorros para comprarse sus juguetes o accesorios para sus juguetes.
Puse las muñecas en el mostrador. Una chica rubia, muy bonita, estaba detrás del mismo. Sus ojos brillan al verme y su boca se abre levemente.
—Disculpe.—Kamala llama su atención, pero es en vano, ella sigue embobada conmigo.—¡Señorita!
Ella vuelve en sí.—Oh, perdón, pequeña. ¿Que querías?
—Comprará estas muñecas.—Le respondo yo, de una manera neutra pero algo coqueta.
Ella me mira sorprendida y con ternura.—Es muy lindo que acompañes a tu hermanita a comprar sus juguetes.
Giro ver a Kamala y ella me gira a ver a mí. Ella me da una mirada de 'Esté intento de ser humano no es mi hermano'.
Yo vuelvo mi mirada a la chica de la caja, haciendo una risita nerviosa.—Sí, ya sabes, cosas de hermanos mayores.
—Oh, que lindos, vienen combinados y todo.—Ella nos sigue halagando mientras mira los precios de las muñecas.—¿Él es un buen hermano?
Ahora recuerdo que los colores de su vestimenta son como los míos.
Miro a Kamala para que me siga el juego. Ella rueda los ojos disimuladamente.—Sí, el es el mejor hermano del mundo.
Kamala paga y la chica nos entrega la bolsa.—Wow, son muy hermosos juntos. Espero que les vaya bien.
Yo tomo la bolsa, rozando intencionalmente su mano con la mía.—Muchas gracias, preciosa.
Le guiñó el ojo y ella se sonroja.
Salimos del local y nos ponemos a caminar por el centro comercial.
—¿Cómo es que siempre le gustas a la chicas? Digo, ellas siempre están babeando por tí.
Alzo los hombros.—Es un don, pequeña Kam. ¿Acaso yo no te parezco lindo?
—Pff, con esos ojos de naturaleza navideña.—Dice sarcástica. Refiriéndose al defecto de mis ojos.
La heterocromia nunca parecio fácil, ¿No?
—Miente, enana, pero sabes que soy hermoso.—Ataco, simpre con la frente en alto.
—Si eres lindo, pero no eres para mí, claro está.
Yo reí.—¿Quieres ir a comprar algo más?
—No, solo eran la muñecas y listo.
—Bien, iremos a comer.
—Osito Karter.—El dulce sonido de su voz reproduciendo esas dos pequeñas palabras hacen a mi corazón derretirse.
—Dime, ricitos de oro.
—¿Me llevas en tu espalda?
Me doy la vuelta, dándole el permiso para que se suba en mi espalda. Empezamos nuestro rumbo a el apartado de comidas. Ese era nuestro destino inicial, hasta que ví un collar muy bonito en color oro y un corazón. Me pare en frente y lo miré.
—¿Cómo se te vería ese collar?—Ls pregunto a Kamala, viendo su opinión.
—Hermoso, obviamente.—Dice emocionada.
—Vamos a probartelo.
Sus ojos irradian de felicidad.—¿Me la vas a regalar?
—Obvio, pulga.
Ella me abraza fuerte.—Gracias, Oso.
Kamala se probó el accesorio que quedaba tan bonito con su cuello y se lo compré. Fuimos a comprar una orden de pollo frito y luego volvimos por dónde vinimos hasta nuestro hogar.
!! ━―━―━(・ω・)━―━―━― !!
¿Que parte de "Quiero un Karter" no ha entendido el universo?
A qué hora we¿ :v
Cómo sea, tenemos un nuevo capítulo. Un capítulo más para extrañar a Kamala. Cómo sea... Sean felices, beban mucha awita y que tenga suerte para alcanzar sus sueños!
—K.
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