07-∆Ours Protecteur∆
-07-
∆ Ours Protecteur ∆
—KARTER—
—BROWNBEAR—
Mi día empezaba con energía. O bueno, tenía el intento.
Desperté muy temprano a las ocho de la mañana, para empezar mi rutina de ejercicio. Ya llevaba casi una semana sin hacer mi rutina, debía dejar la pereza y volver a mi ritmo de vida habitual.
Me encontraba en el gimnasio, usando la caminadora para correr mis cinco kilómetros diarios. Me di un descanso se unos diez minutos, mientras bebía agua y enlazaba mi Watch con mis Airpods para cambiar la música de mi Spotify.
¿Que es la vida sin música?
Una desabrida tragedia.
Imagine Dragons sonaba en mis oídos, mientras ajustaba mi chaleco de pesas para empeza mis ejercicios de barra. La voz de Steve Perry de Journey es la que ahora se reproduce por mis audios mientras estoy en la prensa para las piernas.
Dios, estoy sudando toda la grasosa hamburguesas que comí ayer. La hamburguesa y toda la comida chatarra que había comido ésta semana.
Salí del gimnasio, poniendo mi toalla en el cuello, tome mi botella de agua y verti un chorro sobre mi cabeza para refrescarme un poco. Disfrute como el líquido tibio navegaba por todo mi cuerpo cabelludo hasta caer en mi mentón.
Me dirigí a la cancha de basquetbol, a las afueras de la casa. La verdad tenía ganas de jugar un poco, mejorar mis tiros y esas cosas. Hace tiempo que no había practicado, capaz y me oxide.
No quería perder el ritmo de mis actividades solo por querer ser un olgazan todo el día. Claro que quería ser una morsa y dormí todo el día. Pero aún tengo una "vida" que seguir.
Peleaba con mi rival imaginario, pensando que era algo chico de las escuelas rivales que siempre competía con nosotros. Ya saben, hacer una película ficticia en tu cabeza que nunca te pasará por qué la vida es aburrida.
La pequeña Matilda, hija de la cocinera y mejor amiga de Kamala, aparece en mi campo visual, robándome un susto. Sus grandes ojos verdes me miran con curiosidad.
—Me asusaste.—La acuso.
—Oh, perdón, estaba viendo cómo jugabas. No lo hice intencional.—Se excusa ella.
—Igual me asustaste.—Me preparo para encestar la bola, haciendo una canasta perfecta.
—Wow, eres muy bueno jugando.
Yo me esfuerzo por sonreírle y mostrarle mis dientes.—Estás hablando con el capitán del equipo de Basquetbol y mejor jugador de la Westbrook Academy.
Ella ríe por lo bajo, luego un largo silencio entre nosostros. Yo trato de ignorarla sutilmente para seguir con mis canastas.
—¿Has hablado con Kamala?
—No, ¿Por qué?
—Por nada.—Dice nerviosa.—Solo que no la he visto.
Detengo el pique de mi balón, no muy convencido de la respuesta que la niña me había dado. Kamala y Matilda tiene un código de secretos muy fuerte, es un obvio que ella no me dirá nada. Ahora me entró la curiosidad.
Dejé a la niña en la cancha de basquetbol y caminé hacia la casa, debía tomarme una buena ducha. Después de la duchar iría en busca de Kamala para hablar con ella de lo que ella quisiera hablarme.
Kamala es muy reservada con su papá sobre sus sentimientos, y sobre sus cosas en general, ella trata de no preocuparlo de ninguna forma. Ella sabe que él tiene mucho trabajo manejando toda la empresa, por eso no quiere "molestarlo".
Y es ahí donde entro yo, yo soy como su terapeuta personal. Ella siempre se desahoga sobre todo lo que retiene dentro de ella. Así que me parece importante que ella quiera hablar conmigo.
Me dirigí a mi habitación, la abrí y me fui directo al baño. Preparé la temperatura del agua y me empecé a quitar la ropa. Me metí a la regadera y me di una limpieza extensiva.
Salí del baño, secando mi cabello con una toalla, mientras buscaba que ropa me pondría hoy. Busque algo cómodo, un pantalón de mezclilla en negro y una camiseta desmangada en color blanca de Nirvana, con unos tenis blanco que ya estaban algo viejitos.
Seque mi cabello e hice el intento de peinarlo, pero sabía que cuando se secará se iba a alborotar. Así que era caso perdido tratar de peinar mi cabello al natural.
Salí de mi cuarto, camine hasta el cuarto de Kamala. El bonito decorado rosa al estilo de una princesa es lo primero en recibirme. Su cama está en orden y sus juguetes también. Eso se me hace extraño ya que cada vez que juega esté lugar es un desastre.
Una dulce melodía se empieza a escuchar, proviniente de uno de los rincones del cuarto. Por el sonido de la melodía, puedo deducir que es la cajita de la bailarina. Camino para ver por qué suena, abriendo las mantas que cubren el rincón.
Ella está en posición fetal, con la cabella entre las rodillas, la cajita a un lado de ella. Lo único que puede lucir es su bonita cabellera castaña casi rubia. Sus ricitos de oro. Ella levanta levemente la mirada, subiendo desde mis pies hasta mis ojos. El intenso azul de los mismos brillan en tristeza, teniendo rojo al rededor de mis mismos. Su nariz está igual de roja y humeda.
Yo me tiró al suelo, enrrollando mis piernas y poniendo mis codos sobre las mismas para más comodidad. Ella solo me mira con esa cara de tristeza, no dice nada.
—¿Por qué estás triste?—Pregunto con sutileza.
Ella suspira, sus ojos empiezan a cristalizarse.—Papá gritaba mucho por el teléfono.
Yo tomo sus manitos para darle seguridad.—Es normal, ya sabes que el trabajo de él es algo cansado y que a veces se puede estresar pero...—
—No.—Me interrumpe.—Mi papá no estaba peleando con alguien del su trabajo.
Yo frunzo mis cejas.—Entonces, ¿Con quién estaba discutiendo?
—Era con mi mamá.—Dos lágrimas resbalan de su mejilla.—Papá y mamá se van a divorciar.
Abro mis ojos con sorpresa. No sé ni que es lo que le puedo decir.
—¿Ésto es mi culpa, Karter? ¿Ellos se van a separar por algo que yo hice?—Las lágrimas caen sin parar de sus ojitos.
Yo la jaló hacia mí, abrazándola mientras llora y llora.—Claro que no, Kamala. Ellos son adultos y tienen sus propias razones.
—Pero yo sin ellos voy a estar sola. No quiero estar sola.—Dice entre sollozos.
Yo beso su cabeza y acaricio su espalda para darle más tranquilidad. Es un momento duro para ella, necesito tranquilizarla y darle protección. Quizás no pueda garantizar que las cosas saldrán bien, pero al menos quiero mantenerla en compañía.
—Vamos, levántate.—Le susurro.—Vamos a dar una vuelta.
Sus inundados ojos me miran con incredulidad.—¿Dar una vuelta? ¿dónde?
—Solo vamos, veremos el destino mientras avanzamos.—Le doy una media sonrisa y me levantó, ofreciendo mi mano para que se levanté.
Ella limpia sus ojitos con la parte trasera de su mano y acepta mi mano para levantarse. Caminamos por los pasillos de la casa para ir al garaje y montarnos en mi auto. Mi hermoso bebé, un MINI Cooper S cabrio. La maquinaría de mi alma.
Kamala se monta en la parte del copiloto, y yo en la del piloto. Hoy no tenía la mejor cara del mundo, pero tal vez está salida pueda animarla un poco. Bajó el techo del auto, ya que a ella le gusta sentir el viento chocar con ella.
Mientras arranco, hago memoria de todas las cosas que a ella le gustan. Mi foco de enciende. Hago algunas vueltas para llegar más rápido.
—¿Dónde me llevas?—Pregunta la pequeña a mi lado.
—Es un lugar muy bonito.—Contesto sin alargar la respuesta.
—¿Ya he ido antes?—Vuelve a preguntar.
—Obvio que sí, tonta.
Me mira indignada.—Tonto tú.
La veo juguetón.—Adoras a éste tonto.—Ella se queda callada, con cara de "enojada" pero en el fondo se quiere reír.—Tomaré tu silencio como un sí.
Me saca la lengua, y yo como el chico súper maduro que soy, también le saco la lengua.
Dejando de lado nuestra infantil pelea. Pasamos por más calles, yo seguí recordando el camino hasta nuestro destino. A cómo se me olvidará la dirección, estaríamos perdidos.
Agradecí con toda el alma de qué a unos cuantos metros puede ver el rótulo del lugar. Seguí el camino de rótulos hasta dar con el parqueo del lugar.
—¿El zoológico?—Pregunta extrañada.—¿Que hacemos en el Zoológico?
Me quito el cinturón.—Vengo a dejarte con los monos.
Se da la vuelta completa para verme.—Tus chistes no me hacen gracia, Karter.
Me bajo del auto, obligandola a bajarse también.—Vendo sentido del humor a precios razonables, Señorita Brownbear.
Caminamos a la entrada, pague ambas entradas y seguimos caminando al interior.
—De verdad, Karter, ¿Que hacemos aquí?
—Si no dejas de hacer tantas preguntas, en lugar de dejarte con los monos, te tiraré a la jaula de los leones.—Bromeó, nuevamente. Avanzo para guiarla.
Kamala bufa.—Bien, si no vas a decirme nada al menos camina lento.
Paro de golpe, ella avanza más adelante que yo y se gira a verme.—Estaba caminando normal, no es mi problema que seas una pulguita.
Se da la vuelta y empieza a caminar.—Omitire tu comentario.
Reí por lo bajo.
Camine a su ritmo. Ella miraba con curiosidad y asombro las aves, los animalitos pequeños y los silvestres. Claro está que yo también. Aunque suene muy cliché y algo infantil, mis favoritos eran los depredadores. Osos, leones, tigres, lobos, coyotes, etcétera.
A Kamala casi no le agradaban los depredadores, en especial los leones y los tigres. Me parecía algo divertido que siempre los evitaba cuando íbamos a algún Zoológico.
Igual, nuestro verdadero destino estaba en la "sección" de los depredadores. Dejé que ella viera todos los animales que ella quisiera ver. También la moleste un poco cuando estaba viendo los monos, deleitándome de su cara asesina que solo me daba ternura.
Vió los leones, también la moleste un rato.
Vió los tigres, también la moleste.
Vió los lobos, igualmente la moleste.
Ahora estamos en frente a los osos pardos.
—¿Recuerdas a Kodah?—Le pregunté.
Sus ojos brillan en emoción.—¡Claro que recuerdo a Kodah! ¿Lo ves? ¿Dónde está?
Apunto al pequeño osito pardo que está jugando con otros ositos cerca de una roca.
Hace unos meses atrás, en una excursión de campo, Kamala se encontró a un pequeño oso pardo, ese pequeño oso pardo es Kodah. Le puso así por la película de los dos osos, ya que decía que se parecía. En casa, llegamos a la conclusión de qué probablemente su madre había Sido atrapada por cazadores.
Me pongo a un lado de ella y me bajo un poco a su altura.—Kodah no está solo, Kam. Kodah está feliz con su nueva familia, gracias a tí.
Kamala sonríe, sus ojos ahora se iluminan con alegría.—¿Por mí?
Le doy la vuelta y la miro directamente a los ojos.—Claro que sí, eres una niña increíble. No tienes nada que ver en la separación de tus padres.
Ella me abraza, y yo correspondo a su abrazo.
—¿Dónde quieres ir ahora?—Le preguntó, una vez nos separamos.
—Quiero un helado.
—Sus deseos son ordenes, señorita Kamala.
Hace su cabello hacia atras como toda una diva.—Princesa Brownbear, para tí, esclavo.
Finjo pensar poniendo la mano en mi mentón.—Sigue tentativo lo de tirarte a los leones.
Ella interpone sus manos entre nosostros.—Solo era una broma, solo era una broma.
—Más te vale, Pulga.
Kamala rechina los dientes.—Hasta dónde ha llegado la servidumbre.
Retornamos por dónde vinimos, buscamos el auto en el estacionamiento. Nos subimos al auto y nuevamente maneje algunos minutos en busca de su heladería favorita. Estacioné el auto y nos adentramos al local.
Nos dispusimos a pedir en el local. Ella pidió uno helado súper monstruoso que llevaba galletas, waffles, donas, helado de chocolate y helado de fresa con algunas chispas. Yo me pedí un helado de Reese's que traía helado de chocolate y helado de caramelo con garabe de los mismos Reese's y garabe de chocolate, ya que tenia la impresión de que Kamala no se iba a comer todo su helado sola.
Además, me gusta los Reese's. No pueden juzgarme por ser un glotón propenso a la diabetes.
Nos sentamos en una se las mesas que quedaban al lado de las paredes de cristal que nos daban vista a la calle. Kamala y yo, empezamos a comer nuestros helados. Ella estaba concentrada en la calla mientras comía su helado, yo concentrado en ella. Sus ojos viajan de un lugar a otro. Ahora lo que ella mira me llena de curiosidad.
Me centro en la dirección donde está su atención. Son dos chica, parecen ser pareja, comparte un helado mientras se dan pequeños besos. A un lado de ellas, una pareja hetero que también compartía un helado.
Ya veo, tiene curiosidad.
—Karter.
—¿Huh?
—¿Por qué esas dos chicas se besan?
Alzo los hombros.—Se gustan.
Ella me mira con obviedad e irritación.—Sí, eso ya lo sé. Pero, ¿Por qué se gustan?
¿Cómo se le explica a una niña de nueve años las preferencias sexuales del ser humano?
—Bueno, Te lo diré de una manera sencilla. Sabes que a algunas personas les gustan las empanadas y que a algunas personas les gustan los tacos, también hay personas a las que les gustan los dos.
Ella come una de las donas en su helado.—¿Y que pasa si me gustan las Pizzas?
Trago los residuos en mi boca.—No se trata de lo que comas, se trata de que lo que comas te haga feliz.
—Oh, lo mismo es con las personas. Ellos están con lo que los hace feliz.
La apunto con la cuchara.—Exacto. Y no importa lo que he guste a tí, yo siempre te voy a querer.
Seguí comiendo mi helado hasta terminarlo. Ella seguía batallando, hasta que esos bonitos ojos azules me miraron con súplica para ayudarla a terminar. Enterré mi cuchara en su helado para avanzar.
—Oye, Karter.—Ella me llama. Yo le hago un ademán para que prosiga.—¿Alguna vez te han dicho que eres muy lindo?
Yo me asombro.—Sí, gracias.
Ella se queda pensativa, mete la cuchara en su boca y vuelve a hablar.—¿Cuál es tu contestación cuando te lo dicen?
Alzo mis hombros, yo también meto mi cuchara a la boca.—Un gracias, una sonrisa... A veces las llevo a mi cuarto.—Lo último lo digo en voz muy baja.
Ella luce confundida.—¿Llevarlas a tu cuarto? ¿Para qué?
Rascó mi nuca con nerviosismo.—Para devolverles el cumplido. Pero ese no es el punto. ¿Por qué la pregunta?
Ahora es ella la que rasca su nuca.—Bueno, hay un chico en mi clase de Arte. Se llama Moon-Dae-Hyun. Él me dijo que era linda, en su idioma.
El corazón se me hace arruga. Mi pequeñita ya tiene un admirador. Aunque no me sorprende del todo, ella es hermosa como el mismo cielo.
Yo me hago el sorprendido.—¿En su idioma?
—Sí, o sea, me lo dijo en Coreano, porque él es de Corea.
Yo me acomodo mejor en la silla para escucharla con claridad.—Ajá, ¿Tú qué respondiste?
—Pues, es gracioso, por qué rode los ojos y le saque la lengua.—Me confiesa en un leve tono de vergüenza.
Yo dudo de lo que dice.—¿Por qué crees que te dijo que eras linda? Pudo haberte dicho Mocosa engreída.
Ella rueda los ojos.—¿Recuerdas que estuve estudiando coreano?
Ya lo recordé. Uno de los sueños de Kamala era ir a Corea, así que ella estudió el idioma junto conmigo para que los dos viajaramos el día de su cumpleaños número diez. Lo cual se resume en un viaje que haríamos en unos meses.
—Oh, ya lo recordé.
Ella vuelve a rodar los ojos.—Pues sí, ¿Crees que signifique algo?
Alzo nuevamente los hombros, mientras muerdo una dona como si no me importara.—Le gusta al tonto ese.
Ella arruga las cejas.—¿Al "tonto ese"? Guarda tu oso protector para otro momento, Kar.
—Eres mi pequeña, obvio te voy a proteger, tonta.—Ella se queda callada, con algo de duda.—¿Él te gusta?
Ella se asusta un poco, poniéndose nerviosa.—¿Él? Pff, es un tonto, lo acabas de decir.
Le doy las últimas cucharadas a nuestro helado.—Bien, como tú digas. Hora de irnos.
Pagamos por los postres, salimos del local y nos fuimos a subir al auto. Sujetamos nuestros cinturones y pusimos en marcha el auto para ir a casa.
—¿Puedo poner música?—Me pregunta ella.
—Claro, toda suya la radio, Princesa Kamala.
Rihanna empezó a sonar por mis altavoces.
—¿Pasamos por Pizza? Digo, para la tarde.
—Sus deseos son mis órdenes.
Y es así como nos fuimos a casa, con el olor de pizzas recién hechas y cantando las canciones de Rihanna.
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Nota de autor:
Díganme si no soy la única que ama la relación tan hermosa que tienen Karter y Kamala 🥺
Perdón por recordarles que estaba Muridos, pero o sea, ellos son tan increíbles. Tenían tantas cosas por hacer juntos.
Quiero una persona sea mi Karter y yo su Kamala c':
No se olviden de beber agüita y nunca dejar de sonreír.
—K.
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