
Esa noche
El chico de cabellos oscuros se adentró a la ducha. El agua tibia mojaba su cuerpo relajando cada músculo, se sentía tan jodidamente cansado.
Un golpeteo en la puerta se escuchó, cortando el momento de tranquilidad — ¿Por qué te estás bañando? — preguntó su novio de hace más de 3 años del otro lado antes de abrir y entrar bruscamente.
— ¿No puedo bañarme ahora o qué demonios?
— ¡No un maldito sábado por la noche! Dime la verdad, Jungkook, ¿Piensas salir con los idiotas esos otra vez no es así?
— Me tienes harto — Dijo cerrando la regadera para después salir a buscar la toalla.
— ¡Tú y esos imbéciles me tienen harto a mí! Sabes perfectamente que me caen mal y aún así sales con ellos.
Jungkook se volteó a mirarlo — No puedes prohibirme salir con ellos y mucho menos decidir quien puede ser mi amigo y quien no, Taehyung, eso es enfermizo.
Se adentró a la habitación buscando que ponerse en el closet.
— Si te llegas a ir esta mierda se acaba, lo juro por mi vida.
Jungkook, en silencio se vistió, tomó su cartera, su celular y salió dando un portazo.
Ya estaba cansado. Su relación con Taehyung era un infierno, tanto así que habían estado a punto de llegar a los golpes y él ya no quería eso. Si tan solo Tae dejara de querer controlar todo... Sus amigos, preferencias. Incluso no lo dejaba visitar a su familia.
Tenían gustos diferentes y aún no entendía como habían durado tanto.
Desde la terraza escuchó la voz de Taehyung gritando — ¡Maldito bastardo, ya verás cuando regreses!
Le sacó el dedo medio y se montó en su automóvil directo hacia la discoteca dónde sus amigos se encontraban.
Había renunciado a tanto por él, y seguía exigiéndole más. No era feliz a su lado...
Llegó y se adentró al sitio, iluminado por todas partes con luces multicolor, humo y música fuerte. Olía a alcohol y cigarrillos: justo lo que necesitaba.
Alguien le llegó por la espalda — No puedo creer que estoy presenciando la viva imagen de Jeon Jungkook fuera de su jaula — dijo burlón.
El Pelinegro volteó a abrazar a su amigo: Hoseok.
— Me escapé — habló con el mismo tono burlesco.
— Los muchachos están por aquí, sígueme — caminaron hasta donde estaban unas sillas rodeando una mesa circular llena de botellas y una enorme hookah.
Todos gritaron y aplaudieron al verlo y él solo sonrió avergonzado.
— Al fin te vemos la cara, hijo de puta — dijo uno de ellos.
— ¿Me extrañaste mucho, Bambam?
— Sabes que sí.
— Es bueno verte de nuevo, amigo — saludó, ahora uno más alto, de cabello negro igual que el suyo.
— Igualmente, Eunwoo ¿Qué me guardaron? — preguntó, animado sentándose en una de las sillas.
— Hay cervezas en ese balde con hielo, vodka, tequila y ¡Hookah! — Dijo Hoseok.
— Genial, debería drogarme hoy y matarme más tarde — bromeó.
— No digas mierdas y empieza a beber, mira al rededor. Hay buenos culos. Busca uno al cual follar.
— Lo intentaré aunque no creo conseguir nada hoy, no vengo con esa mentalidad. Los quería ver a ustedes.
— ¡Awww! — hicieron los tres al mismo tiempo para luego carcajeárse.
Al cabo de una hora estaba más tranquilo. Apagó su celular y se dispuso a relajarse y beber. Un chico se acercó a la mesa y dijo unas palabras pero él no le prestó atención estaba entretenido fumando de la mangüerita.
— ¿Está ocupada esta silla? — preguntó el sujeto refiriéndose a un asiento extra que tenía la mesa y nadie estaba usando.
— No, adelante. Puedes tomarla — dijo Hobi, sonriéndole.
— Muchísimas gracias, el lugar ya está lleno y no hay dónde sentarse.
En ese momento Jungkook lo miró y quedó totalmente inmóvil.
El otro chico también lo miró y le sonrió.
Jeon podría decir que era ateo pero en ese momento ya había encontrado a alguien a quien rezarle.
Baja estatura, cabello rubio brillante y sedoso, rostro angelical pero erótico al mismo tiempo, con unos hermosos ojos marrones y labios rojos tentadores. Le sonreía mostrando una hilera de dientes blancos y perfectos.
Llevaba una camisa negra manga corta y debajo unos pantalones del mismo color ajustados a sus preciosas piernas.
No supo cómo logró escanearlo tan rápido.
El rubio se llevó la silla, dejándola en una esquina, luego se sentó ahí solo a beberse una cerveza.
— No puedo creer que esté sin compañía — dijo para sí mismo pero uno de sus amigos lo escuchó.
— ¿Te gustó, verdad? — inquirío sonriendo juguetón el de cabello gris, llamado Bambam.
— Solo míralo ¿A quién no le gustaría?
— Invítalo a que se siente con nosotros.
— ¡Estás jodidamente loco! Me da mucha vergüenza.
— Si quieres puedo ir y decirle "Hola, siéntate en mi amigo" oh, perdón "siéntate con mi amigo" o bueno...
— ¡Ya cierra el hocico!
Se rieron y dejaron el tema de lado pero cada cierto tiempo su mirada y la del rubio chocaban.
¿Qué debía hacer?
Se tomó la cerveza hasta el final, agarrando valentía y se levantó hasta donde aquel estaba.
— Hola — saludó.
— Hola — respondió levantando la mirada.
— ¿Estás aquí solo?
— Lo estoy...
— ¿Quieres unirte a nuestra mesa?
— ¿En serio? ¿No les molestaría?
— ¿A tí te molestaría nuestra humilde compañía?
— Para nada — le regaló otra sonrisa y Jungkook quiso tomarle una foto y tatúarsela en la frente. Era malditamente bello.
— Traje compañía, chicos — anunció, acercándose con el rubio.
Todos lo recibieron gustoso. El chico resultó ser bastante gracioso; les hacía reír a cada minuto y tenía un chiste para todo. Logró volver el ambiente más alegre.
Hoseok le dijo al oído a Jungkook — Él si nos cae bien.
Y eso lo hizo sonreír como hace mucho no lo hacía. Miró a su lado al hermoso jóven y bebió de su cerveza.
Le gustaba su compañía, y le gustaba él.
Tal vez esta noche traiga más sorpresas de las que venía esperando...
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