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v e i n t i n u e v e

Louisa suspiró al tener que levantarse para ir al instituto. L había pasado evitando vampiros y hombres lobos por al menos un mes, no había visto a Paul, tampoco había visto a Jasper. Y no podía evitar sentir un hueco, la pregunta era, ¿quién llenaba ese espacio?

Ni ella podía saberlo.

—Hola, Marianne —saludó sentándose frente a su tía, quien esbozó una sonrisa.

Marianne había sido la más decepcionada por la llegada de Jasper, ni siquiera se molestó en ocultar su desagrado en cuanto Louisa se lo dijo. Su preferencia por Paul era notoria pero no obligó a la castaña a decidirse ni tampoco a hacer algo al respecto.

Louisa no había mencionado a Sam, no tenía idea de cómo reaccionaría su tía en cuanto supiera que ella estaba enterada de su amorío con el lobo. Supuso que eso había terminado cuando Sam se imprimó en Emily, Jacob se había tomado el tiempo de explicarle cómo funcionaba eso. Últimamente pasaba demasiado tiempo con él, probablemente era la única persona que podía entenderla y ella también lo comprendía. Se habían convertido en un apoyo el uno para el otro.

El tiempo que no pasaba con Jacob lo pasaba junto a Angela y Jessica, la primera mostraba preferencia por Jasper, mientras que Jessica no paraba de rezar por el reencuentro de Paul y Louisa.

Durante el almuerzo se sentó junto a Jessica y los demás, la chica estaba planeando su discurso para la graduación, Louisa estaba segura de que llevaba ensayándolo desde los doce años.

No tardaron en unirse Bella y Edward, Louisa los ignoró, ni siquiera se molestaba en saludarlos, necesitaba un respiro de todo lo sobrenatural. Finalmente se sentaron Jasper y Alice, la chica apretó los dientes pero no dijo una sola palabra.

—He decidido hacer una fiesta —dijo la vampira con voz cantarina.

—Después de todo, cuántas veces vamos a graduarnos —complementó Jasper.

Louisa rodó los ojos, «qué simpático, Jasper», pensó, sabiendo que Paul hubiera tenido el perfecto comentario.

No tardó en ponerse de pie y alejarse de ahí, no le gustaba esa nueva costumbre de Bella de intentar unir a su novio vampiro al grupo, era bastante con tolerarla a ella. Louisa no había vuelto a hablar con Bella y la chica tampoco había puesto demasiado de su parte, además Bella era parte del mundo sobrenatural del cual intentaba alejarse.

—Louisa —escuchó que Jasper la llamaba.

Se detuvo en seco, el rubio aún seguía poniéndola nerviosa aunque quisiera aparentar lo contrario.

Lo miró y no pudo evitar fijarse en la mirada de Jasper, la miraba como si el tiempo no hubiera pasado, como si siguiera siendo la misma chica de la que se enamoró. Sintió el corazón latirle con fuerza, quería arrojarse a sus brazos pero el orgullo se lo impedía.

—¿Qué ocurre?

—Problemas.

Louisa lo sabía, con los Cullen siempre los había.

—Victoria ha vuelto.

La chica frunció el ceño.

—No veo por qué eso me afecta, es a Bella a quien quiere.

Jasper la miró dolido, pero no dijo nada al respecto.

—Paul y Emmett tuvieron un altercado al perseguirla —Louisa se tensó al escuchar el nombre de Paul, estaba segura de que nunca había extrañado tanto a alguien.

Se quedó callada, ¿qué podía hacer al respecto?

—Y también un vampiro está persiguiendo a Bella, estamos tomando turnos para protegerla.

Louisa rodó los ojos.

—Bien, gracias por la información. Nos vemos.

Caminó alejándose de Jasper quien la detuvo del brazo, Louisa vio cómo el vampiro se estremecía de sólo tocarla, como si su piel quemara.

—Te extraño, Louisa.

La chica no dijo nada, se quedó justo donde estaba para después dar media vuelta y alejarse, ella también lo extrañaba. Sintió las lágrimas deseosas de salir pero respiró profundamente intentando contenerlas, no lloraría por Jasper, no otra vez.

• • •

Salió de casa en cuanto Jacob pasó a recogerla, lo saludó con un abrazo y el chico sonrió.

—¿Qué haremos hoy? —preguntó la chica curiosa.

—Te llevaré a una reunión del consejo.

Louisa frunció el ceño, ¿consejo?

Resultó que la reunión del consejo se trataba de los miembros de la tribu Quileute sentados en círculo alrededor de una fogata.

—¿Por qué me hiciste esto? —masculló Louisa haciendo sonreír a Jacob.

—Querían que escucharas las historias.

—¿Qué historias?

—Ya lo verás.

Caminaron en silencio hacia la fogata, Louisa caminando lo más lento que podía, sabía que Paul estaba ahí y no podría evitar desear estar a su lado. Además de que no lo había visto desde que Jasper apareció, ¿la odiaría? Jacob decía que no, ¿le hablaría? Sabía que no lo haría.

—Jacob, llegaste —dijo un chico moreno de rasgos asiáticos acercándose a ellos.

El lobo sonrió.

—Louisa, él es Seth Clearwater.

La castaña le dirigió una linda sonrisa.

—Tú eres la chica de Paul.

Louisa se ruborizó sin saber qué decir, ella ya no era la chica de Paul, sólo era parte de su pasado. Sintió como si le clavaran una daga en el corazón, lentamente, haciéndola sufrir.

—Es el nuevo miembro de la manada —explicó Jacob.

—El más reciente, el mejor, el más inteligente —dijo el chico con una sonrisa.

Louisa rió levemente, había olvidado lo agradables que eran los lobos.

—El más lento —respondió Jacob abrazándolo.

La chica sonrió al verlos, era como ver a dos hermanos bromeando.

—Vamos, Louisa.

Caminó detrás de Jacob esperando que nadie notara su presencia pero Embry ya la miraba con una sonrisa de oreja a oreja, al igual que Jared. No tardó en ver que Embry le había dejado un espacio junto a él y ahí estaba Paul, mirándola como alguien que veía el mar por primera vez, asombrado, con los ojos brillantes, llenos de amor.

Louisa suspiró antes de tomar asiento junto a Embry, quien no paraba de reír disimuladamente con Jared a su lado.

Paul la miró descaradamente en cuanto se sentó a su lado, ni siquiera le importó lo roja que estaba Louisa o que ella no lo mirara, sus ojos le recorrieron el rostro haciendo una pausa en sus labios.

—Los Quileutes han sido una tribu pequeña desde el comienzo —empezó a hablar Billy Black, el padre de Jacob—, pero siempre tuvimos la magia en nuestra sangre. Fuimos grandes guerreros espirituales, capaces de transformarnos en el poderoso lobo, eso nos permitió ahuyentar a nuestros enemigos y proteger a nuestra tribu.

»Un día, nuestros guerreros se toparon con otra criatura, parecía hombre pero era duro como una piedra y frío como el hielo. Los dientes de nuestros guerreros lo hicieron pedazos pero sólo el fuego era capaz de destruirlos. Vivían temiendo que el hombre blanco no estuviera solo y tenían razón: ella se vengó de la aldea. Nuestro anciano jefe, Taha Aki, era el único guerrero espiritual capaz de salvar a la tribu después de morir su hijo. La tercera esposa de Taha Aki sabía que él perdería, ella era un ser no mágico, sin poderes especiales, salvo uno: valor. El sacrificio de la tercera esposa distrajo a la mujer fría lo suficiente como para que Taha Aki la destruyera. Ella salvó a la tribu.

»Con el pasar del tiempo, nuestros enemigos han desaparecido, pero uno permanece: los seres fríos. Nuestra magia despierta cuando se acercan y ahora los presentimos, sentimos la amenaza en la sangre. Algo terrible se aproxima y debemos estar preparados. Todos.

El hombre miró a Louisa y la chica se tensó. La historia le había producido una especie de enojo en el pecho, la sangre le hervía y el corazón le latía con fuerza.

—Louisa Evans —habló el hombre y todos se giraron a mirarla—. Cuando me enteré de tu condición me tomó por sorpresa, pasé meses investigando el por qué podías infligirles daño a los vampiros, por qué con sólo tocarlos podías hacer que sufrieran.

Louisa intentó encogerse pero de nada le sirvió, la manada no le quitaba la vista de encima y seguramente no lo harían en un rato. Pero las miradas de todos la tenían sin cuidado, sólo le importaba Paul, quien la miraba tan intensamente como la había visto siempre.

—No fue fácil encontrar una explicación, tuve que investigar tu pasado. —Hizo una pausa— Tus padres fueron asesinados por vampiros frente a ti —Louisa sintió cómo su corazón se detenía y los ojos se le llenaron de lágrimas, no pudo evitar que le bajaran por las mejillas—, el ver cómo los vampiros les quitaban la vida causó algo en ti.

Louisa ahogó un sollozo, comenzaba a recordarlo todo, las imágenes comenzaron a invadir su mente y se apretó la cabeza con fuerza, intentando detenerlas.

—Fueron tres vampiros, planeaban matarte a ti primero pero tus padres te protegieron, dieron su vida por ti.

La chica gritó, dolía, sentía cómo le arrancaban una parte de ella, las lágrimas comenzaron a salir sin que pudiera hacer nada para detenerlas. Los recuerdos volvieron, cada imagen, los gritos de su madre, su padre cayendo muerto frente a sus ojos.

—Viste los cuerpos de tus padres sin vida frente a ti y a los tres vampiros mirándote, decidiendo quién iba a quitarte la vida.

Louisa chilló y cayó al suelo sin dejar de jalarse el cabello.

—¡Basta, la estás lastimando! —bramó Paul antes de tomarla en brazos.

La chica temblaba, tenía la mirada perdida, no podía ver a la manada frente a ella, sólo estaban los tres vampiros: James, Victoria y Laurent. Era como vivir la escena otra vez. El miedo le inundó el cuerpo, viendo cómo se acercaban a ella dispuestos a matarla.

—No, no, no, por favor —murmuró Louisa.

Volvió a gritar en cuanto sintió la mordida de James en el cuello, sintió cómo éste comenzaba a tomar su sangre, cómo dejaba su cuerpo sin vida.

—Uno de ellos te mordió —escuchó la voz lejana de Billy Black—. Pero tu sangre es un veneno, Louisa, el sacrificio de tus padres actuó en ti. Te protegió, te cuidó. El que seas inmune a los vampiros no es una coincidencia, es producto de la magia de un sacrificio.

Louisa volvió en sí, pudo ver a todos los presentes mirándola con lástima. Le dolía la cabeza, la garganta, el cuello. Su respiración era agitada y podía sentir cada parte de su cuerpo temblando, además de que estaba alerta, como si los vampiros estuvieran aún frente a ella.

Notó la calidez del cuerpo de Paul envolviéndola y no se movió, dejó que el chico la abrazara y le besara la coronilla frente a todos.

—Tú eres la mejor arma contra los pieles frías, Louisa Evans. Te crearon sin querer pero no podrán destruirte.

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