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v e i n t i c u a t r o

Louisa permaneció justo donde estaba, tan quieta como una roca, sin poder creer lo que tenía enfrente. Un enorme lobo gris le enseñaba los colmillos a Laurent, de forma amenazante, mientras el vampiro retrocedía con calma.

—Nos vemos, niña —dijo el moreno antes de internarse en el bosque.

El lobo, o mejor dicho, Paul, no lo siguió. Se quedó quieto unos instantes sin dejar de gruñir, para después mirar a Louisa. La chica lo miraba incrédula, aunque no tenía miedo.

Los ojos del lobo la tranquilizaban, eran los ojos de Paul, igual de oscuros y llenos de brillo.

—Es... increíble —murmuró Louisa, antes de acariciarle el pelaje.

Paul dejó que lo hiciera, agachando la cabeza para que Louisa pudiera acariciarlo.

Louisa recordó cuando había visto a Jasper brillar, aceptando el hecho de que era un vampiro; ahora Paul le estaba mostrando lo que era. Sin embargo, las situaciones no tenían nada de parecido. Louisa había quedado maravillada con Jasper, con Paul sentía algo diferente, no sabía cómo explicarlo, simplemente disfrutó de la calidez que le proporcionaba el lobo.

Se quedó un rato así, admirándolo y acariciándole el suave pelaje gris, Paul parecía disfrutarlo, ya que cerraba los ojos y apoyaba su cabeza en Louisa de forma cariñosa. La chica sonrió, era asombroso sin duda.

• • •

Louisa pasó el resto de la tarde junto a Jessica, Paul no había ido a buscarla y estaba segura de que tardaría un rato en hacerlo, probablemente estaba pensando en cómo explicárselo todo, aunque Louisa no necesitaba ningún tipo de explicación, no necesitaba que Paul le dijera nada, simplemente deseaba verlo.

—Bien, Louisa, habla —dijo Jessica tumbándose sobre la cama de la castaña.

Louisa suspiró.

—Vamos, no voy a juzgarte.

—Bien. Intentaré resumir la historia...

—¿Resumir? ¡Por supuesto que no! Quiero detalles.

Louisa rió antes de comenzar a relatar todas sus vivencias con Paul, cada uno de los momentos que habían pasado juntos, cómo se había divertido en cada uno de ellos. Sin embargo, omitió la parte donde Paul se convertía en un enorme lobo, dudaba mucho que Jessica le creyera, ni ella misma podía hacerlo y lo había visto con sus propios ojos.

—Es una historia muy bonita, Lou, pero eso no me dice nada.

Louisa la miró con el ceño fruncido.

—¿Qué quieres decir?

—En ningún momento hablaste sobre tus sentimientos, sólo platicaste qué hiciste pero no importa si te arrojaste de un acantilado o vieron películas; lo importante es saber cómo se sentiste con eso.

La chica se encogió de hombros, dejándose caer sobre la cama, con la mirada de Jessica clavada en ella.

—No lo sé, Jessica.

—Por supuesto que lo sabes y, te diré algo, el que intentes negarlo no cambiará nada. Te gusta, Louisa, y eso no tiene nada de malo.

Louisa se removió incómoda.

—Pero Jasper...

—Jasper ya no está, Lou, suena duro pero es verdad. Paul sí, lo tienes aquí y, por lo que cuentas, está rendido a tus pies. Vas a arrepentirte toda la vida si no le das una oportunidad.

Louisa respiró con fuerza, ella sabía por qué no se daba una oportunidad con Paul. Porque el tener oportunidad con Paul significaba perderla con Jasper. Y le gustaba creer que, quizá, en algún futuro podía encontrarse con el rubio.

—A ver, Louisa, veo que ya volviste a pensar en la cara pálida de tu ex novio. Seré franca contigo, así como tú lo fuiste conmigo. Sientes remordimiento por Jasper, eso es completamente normal, pero él se fue, Lou, y parece que no planea volver. Y si vuelve, ¿qué? ¿Vas a arrojarte a sus brazos? ¡Él te dejó en medio de la nada sin dejarte decir una sola palabra! ¿No crees que merece saber que te perdió?

Louisa suspiró. Jessica tenía razón, no sabía si Jasper volvería pero, en caso de que lo hiciera, ¿podría volver a estar con él? Jasper había decidido por ella, fue él quien se alejó; ¿qué eso no le daba la libertad de poder estar con quién quisiera?

—Sé que seguirás dándole vueltas hasta que acabes por marearte —dijo Jessica—. Pero deja de sentirte culpable, Lou, él es quien debería sentirse culpable, no tú.

Louisa asintió, era verdad, Jasper debía cargar con la culpa, no ella; Jasper debía soportar el haberla perdido, no ella. Esos pensamientos la ayudaran, pero se conocía perfectamente y sabía que no iba a ser capaz de arrojarse a los brazos de Paul.

Pasó el resto de la tarde conversando con Jessica aunque hablaron de temas triviales. Ninguna volvió a mencionar a Jasper o a Paul pero Louisa no podía evitar que aparecieran en su mente.

Jessica se fue alrededor de las ocho y Louisa la acompañó a la puerta, ahogando una expresión de asombro en cuanto vio a Paul a punto de tocar.

—Creo que ya no será necesario —dijo el chico bajando la mano.

Su amiga sonrió de oreja a oreja.

—Nos vemos, Lou —dijo despidiéndose con una pícara sonrisa—. Adiós, Paul.

El chico le sonrió a medias para después mirar a Louisa, quien tenía el ceño fruncido.

—¿Por qué no me lo dijiste? —preguntó Louisa con reproche.

Paul soltó una carcajada.

—Hola, soy Paul Lahote, un hombre lobo, ¿quieres salir conmigo?

Louisa rió.

—Eso depende.

El chico encarnó una ceja.

—¿De qué?

—De a dónde quieras llevarme.

Paul sonrió, aunque a Louisa no le gustaba nada esa sonrisa, quería decir que Paul tramaba algo.

—Es hora de que conozcas al resto de la manada. Pero eso será mañana, hoy quiero estar contigo.

Louisa sintió cómo las mejillas le ardían pero dejó pasar a Paul, quien sonreía de oreja a oreja.

—Quizá pueda sacarte a pasear —se burló Louisa—, podemos comprar una correa gigante.

Paul le lanzó una mirada asesina.

—No soy un perro.

La chica rió.

—Sí, sí lo eres. Y uno muy grande.

Ambos se tumbaron en el sofá mirando al frente aunque el televisor no estaba prendido.

—¿No vas a decir nada al respecto? —preguntó Paul al cabo de un rato en silencio.

—¿Por qué habría de hacerlo? Me gustan los animales.

Paul rodó los ojos y Louisa soltó una carcajada.

—No me importa qué seas, Paul, ¿oíste?

—Supongo debes estar bastante acostumbrada a las creaturas sobrenaturales, ya sabes, por ese noviecito tuyo.

Louisa se incorporó, mirándolo de mala manera.

—¿Lo sabes?

—Todos lo sabemos, Louisa, somos enemigos naturales. La verdad es que me alegro de que se fuera, mereces a alguien mejor, a alguien vivo al menos.

La chica lo miró furiosa.

—¿Y quién eres tú para decir a quién merezco o a quién no?

—No tienes por qué enfadarte conmigo, sabes que es cierto, los Cullen son la plaga de este lugar.

Louisa se puso de pie de golpe, con la sangre hirviéndole.

—Vete.

—¿Qué?

—Que te vayas, no quiero verte.

Paul se puso de pie, antes de caminar dando grandes zancadas hacia la puerta.

—No tenías ningún derecho de decir eso —dijo Louisa antes de cerrar la puerta, con los ojos cristalizados.

—¡¿Ninguno?! ¡¿Qué no lo entiendes, Louisa?! —bramó Paul.

—¡¿Entender qué?! ¡Nunca me has explicado nada, nunca me dices nada! —gritó la chica, conteniendo el llanto.

—Eres una tonta, Louisa Evans —masculló Paul.

Louisa lo miró dolida, antes de cerrar la puerta y lo hubiera hecho de no ser porque Paul alcanzó a detenerla.

—No sabes cuánto me duele mirarte —dijo Paul, con voz más tranquila, haciendo que Louisa levantara la vista.

El chico se pasó las manos por el rostro, antes de soltar un suspiro.

—Dios mío, Evans, no puedo tolerar el hecho de que seas suya y no mía.

Paul sonrió a medias antes de mirar a Louisa por última vez y alejarse. La chica lo observó caminar por unos segundos. No, esa vez no dejaría que la persona que quería se alejara.

—Bésame —exclamó sin más, haciendo que Paul la mirara incrédulo.

El chico se había detenido en seco, pero aún no se acercaba.

—Bésame —repitió.

Paul no tuvo escucharlo una vez más, se acercó a Louisa, tomándola del rostro y uniendo sus labios.

Louisa sintió como si volviera a la vida, besar a Paul era como tomar una enorme bocanada de aire. Sentía los labios del moreno moviéndose con anhelo sobre los suyos y sabía que ella también lo besaba de la misma forma, desesperada, ansiosa por tenerlo cerca.

Paul la acorraló contra la pared que estaba atrás y Louisa dejó escapar un suspiro en cuanto sintió la lengua del chico recorriéndole la boca. Se aferró a su cuello con fuerza, jalándolo hacia ella, estaba segura de que lo había rasguñado por la forma en que lo había acercado.

Sus cuerpos estaban unidos, Louisa podía sentir el corazón de Paul latiendo al ritmo del suyo, como si fueran uno solo. Además de la atracción magnética que parecía empujarla contra él, haciendo que cada vez estuvieran más cerca aunque ya no quedara espacio entre ellos.

Soltó un leve jadeo cuando Paul le mordió el labio inferior y después pasó a besarle el cuello. Se aferró a la espalda del chico, clavándole las uñas en una búsqueda de descargar todas las emociones que estaba sintiendo en ese momento.

Sentía que estaba a punto de explotar, besar a Paul se sentía tan bien, incluso lamentaba no haberlo hecho antes.

Paul no era su destino, de eso estaba segura, no era más que una parte del camino. Pero había quedado completamente prendada de él. Tampoco era su alma gemela, ni el amor de su vida. Sólo era Paul y con eso le había bastado para volverla loca.

Cuando lo besaba no sentía estar uniendo ningún rompecabezas, como solía sentir cuando estaba con Jasper, nada de eso; por fin lo había entendido. Ella estaba completa, no le faltaba ninguna pieza. Con Paul era eso, mezclar dos partes enteras.

En cuanto se alejaron, Louisa podía ver lo mucho que le había costado al hombre lobo, la lujuria podía verse reflejada en sus ojos, además de que el pecho le subía y bajaba con rapidez.

—Te lo dije —dijo Paul con una sonrisa de suficiencia en el rostro.

Louisa rodó los ojos.

—Siempre sabes arruinar un momento.

Paul la tomó de la cintura, acercándola a él.

—Todo lo contrario, sé crear un momento.

La chica sonrió.

—Deja de decir tonterías, Paul, o me veré obligada a pedirte que me beses otra vez.

El chico rió levemente.

—Qué conveniente, Evans.

Paul se acercó a ella, pero Louisa le puso el dedo índice en los labios.

—¿Qué, Evans? ¿Esperas que te pida permiso? —la chica asintió, sonriendo de oreja a oreja—. Como si eso fuera a pasar, no necesito tu permiso.

Y antes de que Louisa pudiera decir algo más, Paul volvió a besarla. Se dio cuenta que no iba a poder alejarse del moreno, lo que había entre ellos sólo iba en aumento; era como un incendio, las llamas sólo avivaban, no disminuían.

El chico se alejó pero mantuvo sus manos en el cuello de Louisa.

—Bien, debo darme a desear. Te veré mañana. A las dos.

Louisa rodó los ojos.

—Eres insoportable, ¿sabías?

—Eres la primera que tiene quejas, suelen describirme como irresistible.

La chica le dio un golpe en el hombro.

—¿O sea que hay más?

Paul rió.

—No seas celosa, Evans. Y por supuesto que no, por quién me tomas —sonrió—. No respondas a esa pregunta.

Volvió a acercarse a Louisa para despedirse pero la chica se alejó, recibiendo una mirada suplicante de Paul.

—¿Qué? Yo también quiero darme a desear.

El chico rió.

—No es posible. Verás, Evans, en la relación tiene que haber uno que sea imposible, yo en este caso.

—¿Entonces planeas que yo te suplique?

Paul asintió con una sonrisa.

—En tus sueños, Paul.

—En mis sueños eres bastante... generosa —dijo con una sonrisa burlona, haciendo que la chica volviera a golpearlo.

—¡Qué desagradable eres, Paul Lahote!

—¿De qué hablas? Soy una persona inocente, es bueno dejar algunas cosas a la imaginación.

Louisa soltó un suspiro, antes de besarlo en la mejilla.

—Vas a acabar por volverme loca —dijo acompañándolo a la puerta.

—Loca ya estabas —respondió el chico con una brillante sonrisa, antes de que Louisa lo golpeara por tercera vez—. ¡Deja de golpearme!

—Tienes razón, podrías acusarme de maltrato animal.

Paul rodó los ojos y la chica soltó una carcajada.

—Hasta mañana, Evans. —Dijo Paul con una sonrisa saliendo de la casa— ¡Y péinate!

La chica le lanzó una mirada asesina antes de cerrar la puerta y soltar un suspiro.

En qué se había metido.




¡Hola! Sé que subi capítulos muy seguido, pero quería dejarlos con un capítulo bonito, probablemente esté algo ausente esta semana por las clases y tareas, no quería dejarlas así. Espero les guste<33.

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