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d i e c i n u e v e

Paul pasó a las siete en punto por ella, tal como había prometido. Louisa no pudo evitar sonreír al verlo, llevaba unos pantalones de mezclilla y una camisa blanca.

—Vaya, Paul, hasta que usas ropa —se burló—. ¿Es acaso una ocasión especial?

El chico sonrió a medias.

—No puedo ir al cine sin ropa, por más que te duela.

Louisa soltó una carcajada mientras Paul le abría la puerta para subir al auto.

La chica se mantenía en silencio, mirando por la ventana, escuchando la música de Paul.

—¡Por Dios, Evans! ¿Tampoco cantas en el auto?

Louisa lo miró extrañada.

—¿Por qué habría de cantar en el auto?

—En serio necesitas vivir —dijo Paul subiendo la música a todo volumen, tanto que el auto retumbaba.

—¡¿Quieres bajarle a eso?! —gritó Louisa.

El chico sonrió, negando con la cabeza.

—¡Vamos, Evans, canta!

Escuchó los gritos de Paul a su lado, ella no definiría eso como cantar, era simplemente gritar la letra de una canción, canción que nunca había escuchado.

Terminó por poner 'I ran (so far away)' de 'A Flock Of Seagulls', canción que Louisa recordaba por su padre, por todas las veces que la habían cantado en casa.

—¿Cómo lo supiste? —preguntó la chica mirándolo.

—Tú lo dijiste, hice mi tarea.

Louisa sonrió y Paul la imitó. Se atrevió a cantar, o mejor dicho gritar, las ventanas estaban abiertas por lo que el viento le sacudía el cabello. Paul la miraba sin dejar de sonreír mientras Louisa imitaba el movimiento de la guitarra, era como volver a estar con su padre, no había disfrutado esa canción desde que él se había ido.

Hubo un momento, unos segundos apenas, donde sus ojos conectaron con los de Paul y simplemente lo sintió, cómo el corazón le daba un vuelco sin ella buscarlo. Paul había logrado sacar a relucir un lado oculto de ella, lado que desconocía, pero le gustaba.

Tardaron unos minutos más en llegar al cine, el camino había pasado rápidamente. Louisa no entendía cómo podía llegar a disfrutarse tanto algo tan sencillo como ir en el auto.

—Todo es increíble, Evans, sólo hay que saber hacerlo increíble —dijo Paul leyéndole el pensamiento.

La chica sonrió.

—¿Y bien? ¿Qué película veremos?

El chico la miró burlón y de un momento a otro se encontraban viendo una película horrible. Louisa ni siquiera había escuchado el nombre, simplemente veía trozos de cuerpos humanos volando por todas partes, repleto de sangre.

Salió de la película con náuseas.

—¿Es que tú quieres matarme? —preguntó sentándose en las escaleras del cine.

—Temo que eso acabe por suceder —respondió el chico tomando asiento junto a ella.

Louisa lo miró y sonrió.

—Gracias, Paul.

—¿Por qué?

—Si tú no existieras probablemente estaría en mi habitación ahogada en lágrimas.

El chico sonrió.

—Eres demasiado bonita para llorar, Evans.

Louisa lo miró divertida.

—¿Esa es la habilidad por la que hacías tanto alarde?

Paul la miró ofendido.

—¿Sabes, Evans? Retiro lo dicho, ojalá llores tanto que puedas regar tu jardín con tus lágrimas.

Louisa rió y lo siguió. Caminaron un rato por la calle, hacía bastante frío y no tardó en empezar a temblar. Paul al verla le ofreció su chamarra, era de cuero café, algo desgastada, pero Louisa no podía evitar pensar en lo guapo que lucía con ella.

—Pero tú tendrás frío —protestó la chica.

—Yo nunca tengo frío, vamos.

Terminó por ceder y se colocó la chaqueta de Paul, que le quedaba enorme; sus manos no alcanzaban a salir de las mangas. Olía a él, no sabía cómo definir el aroma de Paul, una colonia desconocida para ella y jabón. Al verla el chico sonrió.

—Tienes que crecer, Evans.

—Soy bastante alta para ser una chica.

—Eso es lo que tú crees.

Louisa rodó los ojos y continuaron caminando. No sabía a dónde quería ir Paul pero se limitó a seguirlo sin hacer preguntas, estaba por descubrirlo.

Terminaron por llegar a una banca de madera, donde el chico se sentó y ésta lo imitó. Vieron los carros pasar y las luces de los pocos locales que seguían abiertos, además de que la luna se encargaba de iluminar las calles.

—Esto es... increíble —murmuró Louisa.

Se dio cuenta de que Paul no miraba nada del paisaje, simplemente la miraba a ella; intentó no hacer contacto visual, sabía qué pasaría si lo hacía. Paul no era Jasper, nunca lo sería, pero no podía evitar sentir emoción al verlo o desear pasar tiempo junto a él.

De algo estaba segura, eso que había comenzado con Paul... podía ser lo que le devolviera esa emoción que había perdido: la emoción de vivir, de disfrutar.

—¿Es que no vas a mirarme nunca, Evans? —preguntó el chico.

—Nunca suena bien.

Paul soltó una carcajada.

—No le diré a nadie si me miras, es más, puedo voltear al frente para que puedas admirarme con confianza.

Louisa rió.

—Bien, Paul, dedícate a observar los autos.

El chico le hizo caso y Louisa lo miró. La nariz de Paul era larga, algo tosca, pero lucía bien con el tono de su piel y su cabello oscuro. Sus ojos resplandecían a la luz de la luna y su perfil estaba iluminado por uno de los postes de luz.

La castaña no pudo evitar sonreír al verlo. No poseía esa belleza angelical que caracterizaba a los Cullen, era un tipo de belleza diferente, salvaje. Su rostro era bellísimo, de una forma agresiva. Como si se tratara de un lobo, tenía un aura feroz, pero a su vez hermosa.

—¿Listo, Evans? ¿O quieres admirar más? —preguntó Paul al cabo de un rato, para después sonreír.

Louisa se fijó en su sonrisa, era tan real, y quizá Paul sonriera todo el tiempo junto a ella pero no lograba acostumbrarse a esa luz que irradiaba al hacerlo.

—Listo, Paul, quería memorizar tus defectos —dijo la castaña volteando al frente.

—¿Ah, sí? ¿Qué encontraste?

Louisa lo pensó un momento, ¿es que Paul tenía un defecto?

—No quisiera preocuparte con eso, se ve que ya tienes muy poca seguridad.

El pelinegro soltó una carcajada antes de mirarla. Louisa no pudo esquivar sus ojos, la mirada de Paul era diferente a cualquier otra... No la miraba como si fuera alguien débil, alguien a quien proteger; la miraba como si supiera lo supiera todo de ella, la veía como realmente era: una chica que había sufrido pero había sido lo bastante fuerte como para levantarse.

—Vamos, tengo que llevarte a casa.

La chica asintió. Esa vez el camino fue en silencio, con una tenue música de fondo.

—¿Ahora no cantaremos?

—Ahora disfrutaremos de la noche.

Louisa sonrió. Le gustaba esa forma de vivir de Paul, tan suya.

Cuando llegaron a casa de Louisa, Paul bajó a abrirle la puerta. La castaña le sonrió al tenerlo enfrente y él hizo lo mismo. Sabía lo ridícula que era la escena presenciada desde fuera, rió al imaginarlo.

—¿Dije algo gracioso? —preguntó Paul con el ceño fruncido.

Louisa se encogió de hombros y el chico terminó por sonreír. La acompañó hasta la puerta, sin poder dejar de mirarla mientras caminaba junto a él.

—Bien, Evans, creo que la siguiente actividad la propondrás tú. Quiero ver qué hace la divertidísima Louisa Evans en domingo.

Louisa soltó una carcajada.

—Acabarás decepcionado.

—Vamos, Evans, siempre he querido aprender a tejer o sacudir los muebles —se burló, ganándose una mirada asesina por parte de Louisa.

—Búrlate todo lo que quieras, Paul, ya no es novedad.

El chico sonrió.

—Cuídate, Evans.

Louisa asintió y lo miró antes de que se alejara.

—Evans —la llamó antes de cerrar la puerta—. Olvidé algo.

Y dicho esto la abrazó. Louisa no esperó más, simplemente le pasó los brazos por el cuello y se aferró a él.

Paul no mentía al decir que nunca tenía frío, su cuerpo estaba hirviendo. Louisa sentía una especie de movimiento en su cuerpo, como si sus sentidos estuvieran más alerta, el contacto con Paul era nuevo para ella.

El chico la abrazaba con fuerza, tuvo que agacharse para poder acomodar su rostro junto al de Louisa. Pudo sentir la respiración de éste en el cuello, haciendo que un escalofrío la recorriera.

Paul se alejó sonriente.

—Recuerda ese abrazo, no volveré a darte uno en mucho tiempo.

Louisa sonrió, sabiendo que eso era mentira.

—¡A las cinco, Evans! —gritó Paul antes de desaparecer.





¡Hola! Muchísimas gracias por sus votos y comentarios, me gusta mucho leerlos y saber qué piensan. Sólo quería pedirles un favor, si tienen tiempo y les gusta Finnick Odair, acabo de comenzar un fanfic de él, lo pueden encontrar en mi perfil con el nombre de shadow, es sobre la hermana de Annie Cresta. El fic ya lo tengo terminado, entonces las actualizaciones serán rápidas. Les agradecería mucho si pudieran leerlo<33.

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