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c u a r e n t a y o c h o

Louisa despertó de golpe, tenía la respiración agitada y el cuerpo repleto de sudor. «Sólo fue un sueño», se tranquilizó. Aunque en el fondo hubiera deseado seguir soñando, al menos en su sueño sentía algo que no fuera frustración.

Se quedó tumbada en la cama, no sentía ni la más mínima emoción de levantarse. ¿Por qué lo haría? ¿Para ir a casa de los Cullen a cuidar a Bella, para ver cómo la chica se destruía a sí misma y todos la acompañaban en su intento de suicidio? No soportaba estar cerca de ella, odiaba pisar esa casa y sentir el aire de preocupación que tenían todos. Y odiaba mucho más a Bella, quien estaba reacia a hacer algo por su salud.

Sin embargo, la necesitaban, Louisa debilitaba lo que sea que estuviera dentro de Bella. Solía pasar el día entero en casa de los Cullen, junto a Jasper quien no paraba de mirarla con dolor y el resto de los vampiros, quienes sólo tenían ojos para Bella. Y no era que deseara su atención, sólo estaba molesta, furiosa, le habían quitado su vida.

Llevaba semanas sin ver a Paul, ni siquiera a lo lejos, los Cullen no tenían la mejor relación con la manada en ese momento. Sabía que le había roto el corazón, ella misma lo tenía roto. No paraba de reprocharse su decisión, ¿realmente quería eso? ¿Vivir para Bella el resto de su vida?

Su teléfono comenzó a sonar: Jasper; no dudó un segundo en colgar, no quería escucharlo, sabía lo que diría. 'Louisa, Bella te necesita', 'Louisa, Bella está mal', 'Louisa, Carlisle quiere que vengas'.

No habían tenido ningún momento para ellos solos, tampoco habían hablado sobre nada nuevo, el único tema de conversación era Bella. Y, pensándolo bien, ni siquiera quería un momento junto a él.

Sólo deseaba salir con Jessica y el resto de sus amigos, reír por horas y después cenar junto a la manada y que Paul no parara de fastidiarla. Por Dios, Paul.

—Louisa, el chupasangre está abajo —se quejó Marianne, quien seguramente era la más furiosa con la decisión de su sobrina.

—¿Serviría de algo decir que no estoy? —masculló y su tía rió sin ganas.

—¿Sabes que nos está escuchando, verdad?

Louisa asintió y Marianne le acarició el dorso de la mano.

—No sabes las ganas que tengo de decirte 'te lo dije', pero seguro ya lo sabes —murmuró su tía.

La castaña apretó los labios, el que Jasper apareciera la había hecho enfadarse mucho más de lo que ya estaba. Últimamente siempre era así, amanecía de pésimo humor.

—Este es el momento donde dices que no me das permiso —dijo Louisa entre dientes.

Marianne se encogió de hombros.

—La verdad es que no lo hago pero ambas sabemos que eres demasiado buena para dejar a la chica morir.

Louisa asintió, colocándose una chaqueta. Era cierto, sólo lo hacía por Bella, alguien se tenía que ocupar de que no muriera y aunque odiara serlo, ella era la única que podía ayudarla.

Jasper la esperaba en la puerta, estaba más serio que de costumbre y eso era mucho decir.

—¿Cómo sigue, Bella? —preguntó, sabiendo que eso era lo único de lo que podían hablar.

El rubio se encogió de hombros.

—Peor que ayer.

Louisa asintió, sí, cada día estaba peor, de hecho evitaba mirarla mientras se sentaba junto a ella durante todo el día. Estaba hecha un esqueleto, su pálido rostro estaba demacrado y las ojeras le llegaban hasta la mitad de la mejilla. No era una imagen nada agradable.

Pero eso no era lo peor, Edward no paraba de mirar a Bella desde una esquina, odiando a lo que sea que estuviera dentro de ella y odiándola también a ella por no hacer nada al respecto. Simplemente era insoportable.

El camino fue en silencio, como lo había sido durante esos meses. Desde la boda no habían pasado ningún momento sobre el cual alardear, apenas se habían besado y ni siquiera se sentía cómoda de conversar con Jasper, estaba tan sumido en su familia que era imposible hablar con él; aunque realmente no tenía nada qué decirle, no había ocurrido nada nuevo en su vida como para comentarlo.

Llegaron a casa de los Cullen, Carlisle ya los esperaba. Al instante los guió a la sala de estar donde Bella estaba tumbada en el sillón, Louisa sabía cuál era su trabajo. Sentarse junto a ella mientras los demás discutían sobre alguna alternativa, cosa que no existía.

Al cabo de lo que sintió que fueron horas miró el reloj, apenas habían pasado cuarenta minutos. Sentía ganas de jalarse el cabello y salir de ahí azotando la puerta.

—Louisa —la llamó Jasper, haciéndole una seña para que saliera de la habitación.

La chica no se lo pensó dos veces, salió de ahí.

—Quería hablar contigo... Lo he estado pensando y creo que lo mejor sería que te quedaras aquí una temporada.

Louisa lo miró incrédula.

—¿Lo mejor para quién? ¿Para ti? ¿Para Bella? —preguntó intentando sonar tranquila, aunque sabía de sobra lo brusca que había sonado.

Jasper la miró y la castaña mantuvo la vista fija, últimamente ya no se sentía nerviosa con el vampiro, estaba tan molesta que había olvidado lo que era esa inquietud que le provocaba.

—Louisa, sé que últimamente las cosas no han estado bien...

—Al menos lo sabes —masculló.

Jasper fingió no escucharla.

—Pero somos una familia, necesitamos estar los unos para los otros...

—No, Jasper, son.

El rubio la miró dolido y Louisa ni siquiera se sintió mal por ello, ¡ella no era una Cullen! Quizá estuviera con Jasper pero eso no la volvía parte de la familia, mucho menos tenía por qué cargar con responsabilidades que no eran suyas.

—Louisa, entiendo que estés molesta pero esto es mucho más grande que todo, Bella está mal y Edward...

—¿Y no importa cómo estoy yo? ¡Por amor, Jasper, llevo meses sin ver a mis amigos y sin hacer otra cosa que cuidar a Bella!

—Comienzas a sonar como una niña —murmuró Jasper.

La chica lo miró rabiosa, deseando darle una bofetada.

—¡¿No será porque soy una niña?! —ladró—. ¡Tengo dieciocho años, Jasper! ¡¿Qué esperabas?! ¡¿Que deseara pasar mi tiempo encerrada en una casa cuidando a una enferma?!

—Tienes razón, lo dije mal —concedió el vampiro pero Louisa ya había explotado.

—¡Ya sé que tengo razón! Y sabes, Jasper, si buscas una mujer madura y adulta, ¡¿por qué no buscas una?! ¡Seguro en el cementerio encuentras alguna de tu edad!

Y dicho esto salió de la casa dando un portazo. Caminó dando grandes zancadas y al instante sacó su teléfono para llamar a Jessica y que se la llevara lejos de ahí.

—¿Un milagro acaso? —preguntó Jessica al descolgar el teléfono.

Louisa ni siquiera pudo reír, estaba tan furiosa que no podía imaginar nada salvo golpear a Jasper.

—Sé que no estoy para pedir favores —suspiró, intentando calmarse.

—No, no lo estás —reconoció Jessica.

—¿Podrías venir por mí a casa de los Cullen? No tolero un segundo más.

Jessica soltó un grito de emoción.

—No sabes cuánto llevo esperando, voy saliendo.

Y colgó la llamada.

Louisa se quedó parada a un lado de la autopista esperando a Jessica, la casa de los Cullen estaba algo alejada pero seguramente su amiga iría con prisa, temiendo que la castaña pudiera arrepentirse en cualquier momento. No lo haría.

Subió a la camioneta de Jessica, quien estaba radiante.

—Te ves terrible, Lou —dijo su amiga al mirarla.

—Ni lo menciones, podría matarlos a todos en este momento.

—Ayuda no te faltaría —se burló la castaña.

El resto del día la pasaron en casa de Jessica, al principio Louisa no había parado de quejarse sobre la vida que estaba obligada a llevar. Había tenido que omitir la mayor parte de la historia, ¿cómo podía explicarle que Bella llevaba una criatura desconocida dentro de ella o que los Cullen eran vampiros? Simplemente habló sobre lo insoportable y monótona que se había vuelto su relación con el vampiro.

—Sólo es una cara bonita —acabó por decir Jessica—. Y entiendo por qué lo hiciste, Lou, todos creemos que el primer amor es el último. Y te diré algo, nunca lo es.

Louisa asintió y suspiró, había desbaratado todo. Arruinó las cosas para nada.

—Deja de sentirte mal por ello, Lou, como le dijiste al idiota de tu novio, eres una adolescente y como adolescentes cometemos errores a diario, igual que los adultos supongo. Pero tienes una ventaja, en este momento tenemos tiempo.

La chica sonrió a medias.

—Quizá tengas razón pero cómo voy a explicárselo.

—Tal como me lo explicaste a mí. Vamos, Louisa Evans, podría apostarte cualquier cosa a que va a escucharte.

Louisa asintió, intentando creerle. No estaba segura de que Paul fuera a escucharla, mucho menos estaba segura de poder verlo, seguramente él la evitaría tal como ella lo había evitado, o bueno, tal como le habían hecho evitarlo. Jasper la había alejado de todos los que alguna vez habían sido indispensables para ella.

Se acarició el cuello y sintió el dije que alguna vez le había dado Paul, al instante lo tomó en sus manos. Tal como le había dicho el lobo, sabría cuando fuera el momento de leerlo.

«Sí». Era todo lo que el dije decía, un simple y sencillo 'sí'. Frunció el ceño.

—¿Qué es eso? —preguntó Jessica.

—Un dije que me obsequió Paul, me dijo que sabría cuando fuera el momento de leerlo.

—¿Y qué dice?

—Sí. ¡Sólo eso! ¿Sí, qué? —se quejó la castaña y vio a Jessica sonreír de oreja a oreja.

—¿Qué no es obvio? Vaya, debo reconocerlo, al principio me parecía bastante idiota, simpático pero idiota en el sentido emocional. Sin embargo, su idea fue brillante.

Louisa la miró sin comprender.

—¡Por favor, Louisa! No es noticia que no paras de darle vueltas a las cosas y preguntarte una y otra vez si está bien. Paul puso un 'sí' para que cuando estés martillándote la cabeza sepas que la respuesta siempre es sí. Bastante ingenioso.

Louisa no pudo evitar sonreír, el chico nunca dejaría de sorprenderla. Además de que parecía conocerla mejor de lo que se conocía ella misma.




¡Hola! Sé que la relación con Jasper no está siendo para nada agradable, pero siento que en la situación en la que están y con Bella embarazada pues toda la atención va dirigida a ella. Espero les guste<33.

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