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Retrouvailles

Atención: este capítulo contiene descripciones violentas y sangrientas, aquellas personas que sean sensibles tengan cuidado, por favor.

Este capitulo va a petición de @Raphaeldark

La idea principal a sido suya, ha sido un placer poner en practica tu idea cariño, muchas gracias.

Los siento por las faltas de ortografía.

Y sin más empieza el capítulo, espero que les guste.

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Yo era feliz.

Hubo unos años en los que fui feliz de verdad, sin discusiones, sin guerras ni heridas, sin pesadillas sobre posibles finales atroces que hacían que me desvelara noche tras noche.

Días de infancia en los que aprendía con mi familia a pelear pero sin la presión del futuro y sus calamidades, en donde entrenábamos sonriendo y carcajeándonos, en los que había maratones de películas de acción mezcladas con dibujos animados que como mucho llegaban hasta las diez de la noche, por que éramos niños y bastante energía gastábamos durante el día.

Días en los que aprendimos a comer algas día si y día también pero eso era compensado con pequeñas caricias en la cabeza y cochecitos de juguetes arreglados con cinta adhesiva vieja.

Y luego hubo dos años en los que disfrute como se supone que lo debe hacer un adolescente...

En los que me enamoré y no había nada que me dijera que estaba mal, en los que comía lo que quería cuando quería, en los que no tenia que entrenar ni levantarme antes del amanecer.

No había reglas ni principios ninjas, en los que no tenia que preocuparme por luchar, ni curar mis heridas.

Si quería comer lo hacia, si quería dormir lo hacia, bailar, cantar, correr.

¡Y el sexo solo hacia que todo fuera mejor!

Solo éramos Karai y yo, el color azul ya no me representaba, fueron los mejores dos años de mi vida.

Éramos una familia, pequeña pero perfecta para mi.

Y ese era un pequeño problema que aparecía de vez en cuando, me acordaba de ellos, de mis amigos, de Padre y de mis hermanos menores.

No soy un monstruo, el que haya decidido irme no significa que no los quiera o que los extrañe, he vivido con ellos toda mi vida, y si tengo que volver a ponerme en peligro por ellos lo haría sin pensarlo, porque es lo que hacen los hermanos mayores.

Irse forma parte de crecer, las personas acaban formando su propia familia.

El caso es que mi vida se podía describir con esa palabra en esos momentos, era feliz, vivía tranquilo y sin problemas, durmiendo en una pequeña casa a las afueras de Utashinai, uno de los lugares menos poblados de Hokkaido; siempre había querido vivir en Japón, y podía cumplir uno de mis sueños sin ponerme en peligro siempre que tuviera un poco de cuidado. 

Aunque a veces era divertido hacerme pasar por un Kappa para ahuyentar a un turista perdido.

Antes de llegar a esta pequeña ciudad habíamos dormido durante muchos días en un coche que Karai robo en cuanto llegamos, un Suzuki con varios años enzima, el esmalte negro estaba ya bastante desgastado, pero habíamos vivido muy bien en ese pequeño habitáculo.

Todo iba bien hasta que llego este momento.

Habíamos decidido los dos que sería bueno que hiciésemos una visita en la guarida, dar un abrazo a April y Casey, y explicar de una buena manera como habíamos tomado la decisión de irnos al Sensei y mis hermanos, lo único que habíamos dejado era un carta en la que no dábamos mucho detalle de nuestra decisión, me disculpaba con ellos y renegaba de mi puesto de líder.

No me arrepentía de mi decisión, Karai y yo habíamos hablado varios meses sobre marcharnos, ella estaba mucho mas decidida que yo y al final consiguió convencerme, habíamos conseguido que aceptara que era la hija de Splinter y cuando por fin conseguimos deshacernos de Shredder y curar nuestras heridas fue cuando decidimos marcharnos, después de todo su historia no significa que compartamos lazos sanguíneos.

El viaje de vuelta fue algo extraño, iba algo nervioso por volver a ver a los chicos después de dos años, aunque ya no podía llamarlos así porque después de todo ya teníamos veinte años, pero el ambiente era algo agobiante, Karai iba demasiado callada y yo estaba demasiado perdido en mis pensamientos como para ponerme a hablar, íbamos escondidos entre las maletas del avión y por poco me pillan, dos años sin practicar hacían mella.

Cuando llegamos a New York ya era de noche, habíamos decidido separarnos, ella iría a ver a Shinigami y después se reuniría conmigo y el resto en la guarida.

Disfrute del camino hacia mi antiguo hogar, había extrañado correr por los tejados de New York, con voces y música de fondo con los pitidos de los coches, luces de todos los colores y un cielo oscuro en el que solo se podía ver la luna, abandonar todo esto no había sido fácil.

Cogí la primera tapa de alcantarilla que vi y me encaminé hacia la guarida, cuando llegué todo era demasiado extraño, la guarida estaba cerrada, había tenido que abrirla mediante la contraseña que Donnie nos había dado cuando sucedió el segundo ataque de los Kraangs.

Fue en ese momento cuando me empecé a asustar de verdad, la guarida estaba completamente vacía, todas las luces estaban apagadas, incluso el frigorífico.

Algo había sucedido, iba a llamar a Karai, hasta que llegamos a este momento.

Donde me di cuenta de la verdad. 









































-Hijo de puta- se escucho un susurró que se esparció con el pequeño eco que había en el lugar.

El antiguo portador de la bandana azul se giró y vio a quien pocos años atrás era su mano derecha, su primer hermano menor.

Sin embargo nunca esperó verlo de esa manera, con la piel sin brillo y múltiples arañazos, portaba una vieja sudadera negra cerrada por una cremallera que le tapaba todo el torso, parecía que tenia diez años más de su verdadera edad; y por último, un detalle que le asustó de todas las maneras posibles.

Le apuntaba con una pistola.

Se paralizó durante un momento, palideció y se les fueron las fuerzas.

Cuando volvió en si a los pocos segundos dio un paso para adelante pues era imposible que su hermano le advirtiera de una acción como esa.

Sin embargo el camino que intentó empezar duro poco, pues a los pocos segundos Raphael pasó de apuntarlo con el arma a cargar el gatillo.

Levanto las manos con las palmas abiertas a la altura de la cara, como lo hacían en las películas que les gustaba ver de pequeños.

-Raph, soy yo, tranquilo-

-Se perfectamente quien eres, y más te vale salir de mi casa ahora mismo sino quieres irte comiendo plomo-

-N-no entiendo nada yo-

-¡He dicho que te fueras, ya!-

El mayor de ambos se asustó, avanzó obedeciendo el pedido hasta la salida de la guarida, tenía el corazón en un puño y el silencio era tal que juraba oír su pulso. No entendía lo que estaba ocurriendo, esperaba llegar a casa y recibir un gran abrazo y un gran golpe en la cabeza, por que se merecía ambas cosas; pensó que su familia podría reaccionar de mil maneras distintas, y no se extrañaría si Raphael no le hablaba sino hacia todo lo contrario y le daba la paliza de su vida.

Eso seria normal, pero esto no lo era, no tenia ni pies ni cabeza la situación en la que se encontraban ahora mismo, ni siquiera a sus peores enemigos lo habían apuntado con una pistola a la cabeza.

Nada de esto tenía sentido.

¿Verdad, Leonardo?

El mayor de ambos llenaba su cabeza de todo tipos de pensamientos mientras no dejaba de mirar al suelo, no era capaz de mirar a su hermano de nuevo, sabía que no había cambiado la posición de su brazo, y no quería seguir mirando la imagen de Raphael apuntándolo a la cabeza y dando una mirada con una mezcla de odio y asco al mismo tiempo.

Como si fuera una cucaracha.

A mitad de camino se le ocurrió la idea de lanzarse hacia el menor esquivando el arma en el proceso, por si las moscas, rodaron varias veces peleando (aunque el mayor intentaba no compartir golpes) como hacían muchas veces después de los entrenamientos pero de manera más brusca, de una forma u otra la pistola había acabado lejos de la posición de ambos, lo cual hacía que el de ojos azules pudiera respirar con más tranquilidad; al poco tiempo el mayor consiguió mantener a su hermano menor contra el suelo quieto, todas sus extremidades estaban ocupadas sosteniendo las de su contrario para que no escapara, aunque con la fuerza que había adquirido el de ojos verdes, y la que había perdido el azul con la perdida de entrenamiento durante dos años, estaba claro que no aguantaría mucho en esa posición.

Tenía que hacer algo y pronto. 

-Raph no entiendo nada, que te ocurre, donde están todos-

-¡Cállate!-

-¡No me voy a callar, dime que ha pasado, donde están Do-

-¡No digas sus nombres, desgraciado!-

-¡Claro que voy a decir sus nombres, son mis hermanos!-

-¡No los son!-

-¡Claro que si!-

-No lo son Leonardo-

Bajo su voz por lo menos una octava, había dejado de tironear su cabeza hacia la del mayor y se mantuvo quieto de un momento a otro, y eso le asustó más de lo que creía que podría ser posible al mayor de ambos, estuvo atento a lo que le diría su contrincante porque la mirada que le daba en ese momento era mucho peor a la que le dio mientras que le apuntaba con la dichosa pistola, tenía las pupilas dilatadas y los ojos sin brillo, le miraban con odio, con autentico y puro odio, como la forma de odio con la que miraron a Shredder cuando tiro a Splinter por el torbellino de agua, cuando creían que lo habían perdido, conocía perfectamente como era la mirada de odio de sus hermanos, un odio profundo que viene desde lo mas oscuro de su mente y corazón, un odio que podría provocar un gruñido autentico si fueran animales por completo, que vendría desde lo mas profundo de su garganta y que haría que les temblara medio cuerpo de la emoción. 

Y eso verdaderamente lo asusto, y le daño el corazón, porque era un odio que difícilmente se podría curar.

No sabia si podría vivir con el odio de su hermano menor.

-No son tus hermanos, ni yo tampoco lo soy porque no eres un Hamato, ni siquiera eres un ninja y todo es tu culpa-

Raphael ya no gritaba, cada vez hablaba más y más bajo y había acabado por susurrar y posteriormente por murmurar, como si no quisiera que nadie más se enterara de lo que le estaba diciendo cuando no había nadie más en ese sitio, poco a poco estaba haciendo que le costara más respirar y sus ojos pasaran a ser un poco de vidrio.

Lo soltó de los agarres de sus brazos y piernas porque él mismo había perdido la mayoría de sus fuerzas con su contestación, si embargo ninguno de los dos se levantaron, se quedaron sentados en el suelo, mirándose el uno al otro sin a apartar la mirada, ambos con sentimiento similares y contrarios al mismo tiempo.

-¿Que ha pasado?- Pregunto en un susurro el mayor, su contrario suspiro, cogió todo el aire que pudo oliendo el aroma a encierro que había en el lugar, porque necesitaba aire para lo que iba a suceder, y el aroma le ayudaba a recordad que había cosas que no se pueden perdonar, por mucho que duelan, porque lo siguiente le partiría.

Llevaba dos años temiendo que llegara este momento.

-Tu te fuiste, Leonardo, pero no de la forma en que tu crees-

Pero hay cosas que se deben hacer, aunque eso te parta el corazón. 

-Te mintieron, la hija de puta de tu novia ideo el plan de llevarte con ella, me dejó una nota en mi cama sin que me diera cuenta diciendo que te tenía una "sorpresa", fuimos nosotros tres hasta el aeropuerto como decía la nota, nos separamos porque no os veíamos, y al poco tiempo te encontré entrando a escondidas al avión junto con ella. Nos abandonaste-

Ninguno de los dos dejaba de mirarse, poco a poco el miedo de Leonardo se iba incrementando, iba a hablar y a decir que no los había abandonado, que seguían siendo sus hermanos, o por lo menos eso es lo que iba a hacer cuando su hermano continuo.

-Cuando me di la vuelta para buscar a los chicos no estaban por ningún lado, no respondían a ninguna llamada ni mensaje y pasé a ponerme de los nervios, volví a casa para ver si estaban allí, Casey y April tampoco respondían al teléfono y por más que llamara al teléfono de la guarida Splinter no respondía, cuando por fin llegué a casa no había nadie, lo único que me encontré fueron tus puñeteras notas y un mensajito de parte de Karai en la cocina en el que decía que me fuera a buscar a todos al antiguo edificio del TCRI, y que mi hermano mayor ya no estaba para ayudarme.

Lo mejor es que quería hacerse la graciosa y me deseo "suerte" para finalizar la nota-

No tenia palabras para lo que le estaba contando Raphael, todo lo que había vivido, todo lo que se habían dicho el uno al otro durante dos años, durante más de setecientos días, había sido mentira. 

Se había enamorado de vivir una mentira.

-¿Te lo pasaste bien estos dos años que estuviste fuera?-

No respondió, se le habían ido las fuerzas para responder desde hace un buen tiempo atrás, se quedo mirando a quien poco tiempo atrás fue su mejor amigo y su hermano menor, con el que entreno sus katas mas difíciles pues era el que mejor sabía controlarlo, la que le conto sus secretos, el primero al que le dijo lo que sentía por Karai y quien le dijo la verdad desde el principio, aunque el no la quiso creer.

-Espero que si- Prosiguió.

-Cuando llegué al TCRI me capturaron y me encerraron junto con el resto, estábamos todos en la misma habitación pero en diferentes jaulas como si fueran animales en un zoo; los mutanimales murieron al poco tiempo, aunque no vi como acababan con ellos, ni siquiera se donde tiraron sus cuerpos; no pude despedirme de Spike, duraron poco tiempo en ese sitio, supongo que no les servían de muchos a esos capullos, pero lo peor vino después-

El cuerpo de ambos tuvo un escalofrió, Raphael volvió a coger aire una vez mas, lo necesitaría, nunca le había contado la historia a nadie.

-Empezaron por Splinter, nos durmieron con un dardo tranquilizante y cuando despertamos estábamos en otras jaulas aunque seguían estando separadas, formábamos un medio circulo para que todos pudiéramos ver el espectáculo. Sacaron al Sensei y lo ataron a una camilla de metal, fue allí cuando supe lo que querían hacer con nosotros, parecía todo sacado de una puta película de terror; lo desnudaron, lo depilaron con cera caliente el cuerpo entero, incluida la cabeza, cuando terminaron lo dejaron cabeza abajo durante dos horas de reloj, porque eran lo suficientemente amables para poner un reloj  y contar cuanto tardaban en matarnos, después le arrancaron las uñas y dejaron que sangrara durante cuarenta y cinco minutos, decidieron que eso era bastante para el, lo volvieron a poner derecho, hicieron que nos mirara y le susurraron "Despídete de ellos y deséales suerte que después les tocará jugar a ellos, lo mejor de todo viejo es que todo esto es gracias a mi maestra, Karai"-

Y simplemente agarraron una pistola y le dispararon en la cabeza-

En algún momento de la historia había empezado a llorar, no tenia palabras para responder a Raphael.

-No me podía mover ni hablar, escuchaba a los demás gritar pero yo no tenia fuerzas, no pude despedirme de Papá-

-Con April y Casey fueron más rápido, supongo que no les importaban tanto, a April le pusieron una maquina en la cabeza que sigo sin saber bien que es lo que hacía, pero media hora después de hacerla gritar acabó desmayándose y muriendo de dolor creo, le sangraban los oídos, no se que coño le hicieron; a Casey lo ataron en la misma camilla que a Splinter y lo golpearon con palos de hockey por todo el cuerpo, hasta que se cansaron y se liaron con la cabeza, duró media hora, como April.

Todo eso paso en un mes y veintisiete días-

Y mientras más escuchaba la historia, más aun se daba cuenta de que no importaba lo que hiciera, hay cosas que no se pueden reparar.

-Los últimos tres días nos fueron matando uno por uno, empezaron con Mikey, lo ataron de nuevo en esa maldita camilla, le pegaron por todo el cuerpo con los puños envueltos en tela de cuero, cuando terminaron con eso le pusieron otro agarre en el cuello y l-le quitaron los o-ojos, sin dudar ni un solo momento, sin inmutarse por los gritos de dolor que daba mi hermano pequeño. Dejaron que sangrara durante un tiempo y cuando volvieron le pusieron unos auriculares grandes en los oídos, al poco tiempo me entere de que habían grabado los gritos de dolor del resto, hicieron que lo escuchara durante varias horas hasta que finalmente le dieron un tiro en la garganta y acabaron con el, le hicieron daño durante tres horas y veinte minutos...-

Sus ojos verdes perdieron el color más aun de lo que ya lo habían perdido según iba avanzando con la historia de sus hermanos, tenía la mirada perdida, dirigiéndola a algún punto muerto entre el suelo y la nuez de su contrario, disminuyendo su voz poco a poco, sin que ninguno de los dos se diera cuenta.

-Con Donnie duraron media hora más, le pusieron una pantalla que solo podía ver el, no tengo ni idea de que le pusieron, pero le amenazaron con que si evitaba mirarlo, me harían mirarlo junto con el, acabó llorando cincuenta minutos de la hora que estuvo mirando eso; le cortaron los dedos con unos alicates viejos y una sierra para el hueso, y acabaron con el haciendo que inhalara gas mostaza-

Su cuerpo temblaba como si estuviera ante un monstruo, estaba petrificado y con el cuerpo frio, podía oír el latido de su propio corazón y la sangre entrando y saliendo por la punta de sus dedos y su muñecas, todavía le quedaba por oír lo que le hicieron al único superviviente, pero este se había quedado callado, no sabia si porque se había quedado sin energía, o porque no quería contar el final de ese cuento.

-¿Q-que t-te hicieron a t-ti?-

Su contrario volvió a levantar su mirada, dirigiéndola a los ojos de su contrario.

-Me levantaron a las 12 de la noche del día siguiente, me sentaron en una silla y me pusieron una pantalla enorme delante mía, me hicieron ver una por una, las formas en que mataron a todos, pude oir como gritaban Slash y el resto de los mutanimales del puto dolor, volví a ver como mataron a April y Casey, al Sensei, a Mikey y Donnie-

Cuando terminaron los videos me sacaron de allí, me pusieron en la maldita camilla vertical, no había sangre pero se podía oler o simplemente me estaba volviendo mas paranoico de lo que ya lo estaba; me pegaron latigazos, me dieron descargas eléctricas, y se entretuvieron conmigo con todos los juguetes que tenían, le debían de gustar mucho nuestras manos porque me quitaron las uñas, hasta que decidieron que tenían que terminar ya.

Me sentaron sujetándome de las extremidades, la cadera y la cabeza, cogieron una placa de metal caliente y me tatuaron a fuego una K en medio del pecho, como si fuera una puta vaca, me desmaye del dolor, cuando me desperté estaba solo y eran casi las diez de la mañana del día siguiente, fueron veinticuatro horas de tortura-

Se movió para desabrochar la sudadera negra que traía puesta, pude ver su plastrón lleno de heridas, laceraciones ya cicatrizadas y una enorme K en medio del tórax, con los bordes irregulares y de un color ocre y castaño en el centro de la cicatriz.

-¿Pu-pudiste despedirte de ellos?-

Raphael sabia que "ellos" no incluía a April y Casey.

-Si, los tres sabíamos que íbamos a morir, nos despedimos los tres y les dije que te encontré muerto en el aeropuerto, eso les quito un peso de encima saber que no te torturarían a ti-

-Les mentiste-

-No Leonardo-

Su mirada cambio, frunció el ceño simulando en algunos aspectos la primera mirada que le dio al mayor cuando lo encontró en la entrada de la guarida, pero esta era mas cansada, sin fuerzas ni ganas para seguir hablando; se termino de quitar la vieja chaqueta negra, mostrando su brazo derecho, en el estaban las cuatro bandanas que caracterizaban a los hermanos, atadas y con las puntas desgastadas; ambos las miraron.

-Mientras que tu estabas con tu novia nosotros estábamos en una maldita cárcel Leonardo, en dos meses yo perdí a mis hermanos pequeños, los mataron delante de mis propios ojos, mi hermano mayor murió el día que nos abandonó y yo me fui con ellos tres-

Ambos subieron su mirada, por ultima vez.

-Los Hamato han muerto Leonardo, tu estás muerto para mi-

Se desconecto durante unos minutos, escuchaba que su contrario susurraba, pero no lo oía con claridad, porque se daba cuenta de lo que había hecho después de tanto tiempo, se dio cuenta de que no había crecido, no se había independizado, había abandonado a los que de verdad lo querían, y ya no se podía hacer nada, no los podía devolver a la vida, no los podría abrazar ni pedir perdón, se había acabado, el lo había terminado. 

-Cuando me desperté al día siguiente me puse a buscar una salida, me encontré con el cuerpo de Casey, April, Splinter y los chicos; lloré, porque tenía que cargar el cuerpo de mi maldita familia muerta para enterrarlos; fui hasta la guarida a coger la Tortugoneta, devolví los cuerpos de April y Casey a sus familias y enterré al Sensei y a mis hermanos.

Joder Leonardo, tuvo que enterrar a mis hermanos pequeños, tuvo que cavar tus puñeteras tumbas, se supone que no debería ser así, yo soy el mayor, yo debía morir antes, no ellos, es ley de vida, joder-

Cerro los ojos por un momento y suspiro de nuevo, cuando volvió a tener fuerzas se levanto, se dirigieron los dos hacia la salida, cuando salieron cerro al puerta con llave y de un golpe destruyo al llevo de acceso con contraseña, nadie podría entrar ya-

-Te voy a decir lo que va a pasar ahora-

Giro su cuerpo una vez que estuvo seguro que nadie mas podría entrar al lugar.

-Si quieres salvar a tu novia tienes un minuto para correr a buscarla, porque en cuanto la encuentre la mantendré dos meses encerrada por Spike y los mutanimales, y la torturaré durante treinta y cuatro horas y quince minutos, la suma de tiempo que nos torturaron a nosotros-

Saco un reloj del bolsillo de la chaqueta.

-El tiempo empieza, ya-















































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Y hasta aquí el OS, espero que os haya gustado, siempre me cuesta cuando tengo que escribir algo mas violento, todavía no soy capaz de escribirle como me gustaría que fuera, pero espero ir mejorando. 

Cualquier petición se acepta siempre que se ponga una idea que guste a ambas partes.

Capitulo dedicado a (me ha hecho mucha ilusión por cierto, es el primer pedido en este segundo libro) Raphaeldark

PD: Hay un detallito escondido a lo largo del texto, por favor respetar si se encuentra, es mi opinión.

Un saludo my lil'turtles 🐢.

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