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PRIMAVERA I

¡Olita de mar! ¿Cómo se encuentran?

Esta historia nace de una larga charla con Pao Pao, llegué con el maravilloso comentario de decirle "we, quiero hacer una historia de furros", si literal así sucedió. ¿El problema?, no podía conectar ideas, había muchos espacios en blanco y uno que otro cliché que no quería hacer tan evidente (que, dejando claro, los cliché no son malos, pero esa es otra historia)

Pao me dio muchas ideas, que yo complementé con las mías y de esa maravillosa charla, de horas y horas, nació Brotherhood.

La última vez que tuve tantas ganas de escribir algo fue con Cerezos de Nieve y con esto, se repite un poco ese deseo por querer contar y transmitir algo, quien sabe si lo logre. Soy entusiasta de la fantasía y tengo una debilidad enorme por el Naruto con orejas jaja. 

Hay un par de cosas importantes que aclararé como modo de advertencia, la primera de ellas es que la historia es un poco extensa, la quería meter en el libro de Shots (porque sí, todo quiero meter ahí) para evitarme hacer la portada; otro punto, es que es una historia que va a la par del paso del tiempo y las estaciones y seguramente habrá más de un capitulo por estación, por aquello de que me gusta explayarme.

Al final pero no menos importante, saben que no soy muy ávida a dar reseñas o dejar advertencias, disfruto mucho el factor sorpresa, pero quienes me conocen, saben de mi amor las cosas dulces y el drama, así que manifiesto esto a modo de advertencia.

Al ser la introducción traté de hacerlo lo más amigable posible, así que deje varios dibujinis a lo largo de la narración para hacerlo más ameno, porque el capítulo es ¡jodidamente largo!

Gracias por leer :)

Dedicado a Pao Pao, gracias por tú consejos, tus clases y tu valiosa amistad. En ocasiones las cosas no salen como esperamos y no está mal sentirse perdido, es parte de crecer, so, no te preocupes,  iloviu pajarito #nohomo.

Todo mi arte lo pueden encontrar en facebook en umiart ;)

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CACHORRO

Olfateó la tierra muerta a sus pies, el aire, tenía aquel aroma triste de desesperanza y sangre, se lamentó en lo profundo de su alma el estar ahí, pisoteando los restos de tantas almas perdidas. Sus garras, se hundieron en la tierra fangosa, pesaban; se mueve con dificultad a través de los árboles caídos, los troncos y piedras hacen al camino difícil de transitar, pero sigue adentrándose en la maleza y los restos de una civilización condenada. El cielo truena, amenaza con llover y llevarse el rastro, debe apurarse, es su instinto quien habla, nunca ha estado tan cerca de un olor similar, intuye lo que es, la madre naturaleza es sabia después de todo.

Se ha alejado bastante de la zona segura, pero el rastro fino la llama a continuar. Agitada, da una vista rápida al cielo, las nubes se arremolinan fieras y el tronar del cielo advierte la tormenta que se avecina, a lo lejos el aullido de la jauría la llama, el tiempo se acaba y ella no lo encuentra; "Esperen un poco "susurra. Suelta un suspiro cansado y su nariz curiosa olfatea la tierra, el aroma se ha vuelto más fuerte y mueve sus orejas en dirección al sur, casi puede tocarlo, el instinto nunca falla. Un aullido poderoso insiste en llamarla y Kushina, responde con un gruñido molesto que escapa de su garganta, casi puede escuchar la risa burlona de Minato por contestar de esa manera, ya se enfrentará a la respuesta de vuelta a casa, cuando haya confirmado sus sospechas. Se aventura lentamente entre los troncos y la maleza, lo siente cerca y su mana se estremece con un escalofrió familiar, solo una criatura ha logrado sacudir de esa forma su energía, ¡ah sí, sus instintos no podían estar equivocados!

Un techo de hierba seca y hojitas muertas cubría parcialmente la mitad de dos troncos, en el medio, oculto entre la tierra y una manta maltrecha se encuentra la criatura que la llama. Permanece inmóvil un momento, tanteando el terreno y avanza lentamente con sigilo, apenas sus garras tocan la tierra que lo circunda lo siente moverse; nerviosa, detiene sus pasos, el pequeño bulto enmarañado solloza, se queja, lloriquea, un sonido agudo y familiar se inserta en sus oídos, la estremece. Kushina olfatea la tierra frente ella, huele a sangre y bajito casi imperceptible se asoma un rastro de vida y calor, se sorprende de encontrar entre tanta destrucción una memoria de vida, dos pasos más delante, la criatura gimotea cada vez con más fuerza, el llanto, cala en lo profundo de su pecho, una sensación cálida recorre su estómago, su pecho y hace que su cuerpo tiemble, sonríe enternecida, la compasión y el instinto se hacen presentes.

Sisea, lentamente da dos pasos hacia adelante, frente a sus ojos, yace en el suelo, frio, cubierto de lodo, un cachorro abandonado, se ve sucio pero no herido. Su primera reacción fue indagatoria, acercó ligeramente su hocico al rostro de la cría, olfateó su cabello, sus mejillas y su cuello y el aire caliente de su respiración lo hizo pujar, como por arte de magia el contacto de su pelaje con la piel del cachorro detuvo el llanto.

—Tienes frío pequeño —susurró.

Se movió en círculo alrededor del bultito y sus colas danzaron inquietas y juguetonas al compás de sus pasos; el aroma era algo totalmente desconocido para ella, algo tan novedoso y sutil que si alguien se lo hubiera contado no lo hubiese creído. Dio un pequeño salto de sus patas delanteras y el polvo se movió en círculos alrededor del cachorro, producto de su propia magia, sonrió para sus adentros. Esta vez con más confianza nuevamente pasa su nariz por el cabello oscuro, las hebras finitas y oscuras le hacen cosquilla, amorosa, prueba las mejillas desteñidas que mejor pinta debieron tener en algún momento, se detiene en su ombligo y el pequeño se queja.

A la lejanía el llamado de la jauría la incita a darse prisa, los siente reagruparse, Kushina ve con detenimiento sus alrededores, en busca de un vestigio que indique que el pequeño no está solo pero en la cercanías solo hay desolación. Suelta el aire de su nariz, seguramente se meterá en problemas ¡Pero no lo puede dejar ahí!, con sus dientes toma la manta que cubre el cuerpo del cachorro, lo levanta y lo carga en su hocico. Se mueve con gracia entre la maleza y la tierra muerta procurando mantenerlo a salvo, el pequeño bulto se tambalea de un lado a otro y el niño dentro del saco hace sonidos curiosos que le recuerdan a su propio cría. Le cuesta bajar la pequeña colina con el cachorro tambaleándose en su hocico, sisea, tratando de calmar un poco el barullo que el movimiento causa, debe resultarle incomodo, pero no puede transformarse y arriesgar su vida y la de toda la jauría

El portal de vuelta a casa es un circulo resplandeciente de luz, que destella colores y un mana cálido que brinda seguridad a las almas mágicas, a su derecha, la espera un zorro amarillo de gran tamaño, con una con esa expresión cálida y reconfortante ¡Ah, su marido es tan paciente! Minato la recibe olfateando su cuello, ella, recibe la caricia complaciente, responde de la misma forma a los mimos y lo ve sonreír.

—El portal está por cerrarse, los demás se han adelantado ¿Qué es eso? —Cuestiona intrigado, olfatea al pequeño bulto que cuelga cuidadosamente, su nariz provoca cosquillas en él cachorro que se mueve inquieto. Minato se extraña— ¡Es un humano! —Musita sorprendido, sus orejas se mueven de un lado a otro y su nariz juguetona toca suavemente la tela—Kushina... —la llama seriamente —no puedes llevarlo, la hermandad no estará de acuerdo —puntualiza con seriedad.

Kushina baja las orejas apenada, sabe que se meterá en problemas si la hermandad no acepta al cachorro pero su instinto es más fuerte —No puedo dejarlo...— responde seriamente —apenas es un cachorro Minato, como Naruto —el nombre de su propia cría se escapa con naturalidad, es normal apelar al instinto de protección cuando se trata de cachorros.

Minato niega, esboza una sonrisa resignada, no es que pudiese negarse por mucho tiempo a los deseos de Kushina, es solo que si la hermandad no lo acepta deshacerse del cachorro será imposible— Entiendo... pero no sé si el resto lo haga, estas criaturas son peligrosas querida, incluso para sí mismas —responde preocupado, da una vista al paraje desolado, Kushina lo imita, la vista de ambos zorros se pierde en la oscuridad sosegada del cielo, el aire se vuelve pesado y pequeñas gotas de lluvia que cala en la piel bañan la tierra, al contacto con el suelo se evaporan y provocan una bruma verdosa de olor desagradable —basta con ver lo que hicieron a su propia tierra... son monstruos querida —musita dudoso.

—Es un cachorro Minato —responde la dama, casi un berrinche que hace sonreír al gran zorro

—Supongo que no hay mucho que hacer con el instinto ¿cierto? —Kushina asiente levemente, mueve sus colas juguetonamente, emocionada, sabe que ha ganado —esto nos va a dar problemas cariño —musita dando un paso hacia el portal.

Ella no responde, esboza una sonrisa triunfadora y elegante atraviesa el portal, con el pequeño bulto balanceándose en su hocico, Minato niega un par de veces antes de seguirle el paso. El portal se cierra al instante en que ambos zorros lo atraviesan, la lluvia corrosiva finalmente cae del cielo, la bruma verdosa se expande lentamente por la tierra, si algo o alguien vivía el agua acida se encargaría de destruirlo.

Al cruzar el portal, el resto de la jauría se dispersaba poco a poco, se perdían entre los árboles que circundaban la pequeña colina verde. Minato se despidió de ellos, con un asentimiento y la clara indicación de presentarse más tarde ante la hermandad. Del otro lado, la luz del sol ilumina el cielo azul, en la amplia llanura el viento mece con suavidad las florecillas blancas, azules, moradas y el pastizal verde y las gotas de sol se filtran entre las ramas creando patrones de luz en el suelo, la primavera les da la bienvenida con el cantar de las aves.

Kushina suspiro tranquilamente al ver que el resto de la jauría se alejaba, a su vez, el pequeño bulto se meció con más ímpetu, al ponerlo sobre el pasto la tela se abrió al instante, ella sonrió. Su cuerpo centelló, su instinto suplicaba tocarlo, lentamente las garras filosas se transformaron en manos finas y pálidas que acariciaron suavemente el rostro del cachorro; el pequeño emitió un sonido gutural, bajito y claro que acaloro el maná de la mujer.

— ¡Es adorable!! — exclamó para sí misma emocionada. Minato sonrió a sus espaldas, imitándola, se transformó en hombre y lentamente se acercó hasta la criatura que se removía en el suelo— debe tener de la misma edad que Naruto —agregó mientras acariciaba el cabello oscuro y tupido.

—Un poco mayor — intuyó el hombre rubio— parece un niño sano— y soltó una risilla divertida, el cachorro atrapó su dedo en su pequeño puño.

— ¿Niño? — Cuestionó ella confundida — ¡Es una niña! — afirmó segura.

Minato palmeo su rostro con diversión, a veces su pareja es un poco distraída, lentamente destapó el cuerpo del cachorro dejando expuesto el error de su mujer; Kushina cubrió su rostro de sorpresa, abochornada, miró a su marido que disfrutaba la escena más que entretenido — te lo dije, es un niño —afirmó juguetón —un cachorro humano ¡¿quién diría!? —la mujer golpeó su hombro amistosamente y sonrió.

Tranquilamente tomo al pequeño, lo levantó y cargó en sus brazos como si de su propia cría se tratase. El viento cálido de primavera ondeo su cabello, Minato acomodó los mechones rojos detrás de la oreja de su esposa y dejo un beso fino en su mejilla. El niño se aferró a sus pecho, la naturaleza es sabia, poco a poco la cría humana olfateo el cuerpo de su nueva madre llenándose de su calor, buscando el alimento. Ella acaricio su rostro, dejo un beso fugaz en su frente y lo acunó cerca de su corazón.

—Llevémoslo a casa 

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Cualquiera que se acerque desde el norte por la vereda que lleva al rio, puede ver las casitas de los zorros nacer de la tierra. La sombra de los abedules baña el camino de rayos de sol que se cuelan entre sus hojas hasta cubrir el suelo. Ahí, entre el bosque se divisan pequeñas construcciones semi enterradas, con plantas colgantes, flores y cristales adornando las cercas blancas.

El nido de la familia, es más parecido a una casa que nace de la tierra entre las ramas de un árbol, que aun nido de animal propiamente. Las paredes se fusionaron con las raíces y la tierra dando una vista de extraña madriguera; en primavera y verano resulta bastante agradable, pero en invierno, cuando las hojas del árbol caen y sus ramas quedan expuestas se vuelve insondable. La fachada está cubierta de las hojitas anchas de una enredadera que apenas deja entrever la puerta azul verdoso y la campanilla oxidada que sirve como timbre en la entrada. La casa tiene al frente dos ventanas, una cuadrada, porque Minato pensaba que era elegante y una redonda a gusto de Kushina, debajo, en la jardinera, se mecen con el viento de primavera las gardenias y la yerbabuena.

Con un chasquido de dedos el candado que aseguraba la puertecilla de la cerca se abrió, Minato, se hizo a un lado para dejar pasar a Kushina, la mujer entró, meciéndose de un lado a otro suavemente mientras el cachorro se arrullaba en sus brazos, enternecida, dejó un beso en su cabeza, ¡era encantador! Bastó un poco de cariño para que recuperara algo de color en sus mejillas. La puerta se cerró a sus espaldas y Minato la contemplo en silencio.

—Está muy callado — comentó el gran zorro casualmente

—Debió quedarse dormido — se burló Kushina — anda, llevemos al cachorro con Naruto

A cada paso que dio en las escaleras, las hojitas de Potus que se enredaban en el barandal se abrieron producto de la luz que irradiaba su ser. El camino a la habitación se iluminaba desde el techo, con el resplandor de la luz del sol que se colaba desde la cristalera; Minato suspiró, Kushina siempre ha tenido ese aire encantador y vitalicio atrayente, que desde el nacimiento de su cachorro se ha vuelto una mezcla cálida maternal y valiente, no le sorprende que tomara al cachorro humano y lo llevara a casa, ella lo habría hecho aun sin su instinto maternal de por medio. Por esa y más razones su esposa es cautivadora.

Dio dos toques a la puertecilla de madera no obtuvo respuesta— ¡Kakashiii, volvimos! —Gritó animada provocando un respingo por parte del cachorro humano —shhh, shhh, tranquilo, tendrás que acostumbrarte pequeño, esta casa es ruidosa — comentó divertida tratando de calmarlo.

Detrás de la puerta un pequeño escandalo hizo maldecir a un chiquillo, escucharon pasos rápidos en la madera y el seguro de la puerta cedió; los recibió un encantador jovencito con expresión aburrida—Volvieron antes —saludó y un bostezo escapó sin pena de sus labios. A su olfato llegó un aroma suave, inquietante y desconocido, movió la punta de su nariz, en dirección al pequeño bulto que Kushina mantenía en sus brazos — ¿Qué es eso?

Minato soltó una risilla, entró a la habitación dirigiéndose hacia la cuna, Minato entró después, removió el cabello de Kakashi y abrió las cortinas. — un poco más de trabajo para ti — respondió divertido

—Huele raro —replicó Kakashi siguiendo los pasos de la mujer pelirroja

—No exageres es suave — respondió Kushina.

De la tierra nacía un árbol y entre sus ramas se escondía una cuna, rodeada de hojitas y flores que colgaban lo alto, en sus paredes crecía musgo y en lo alto, como si de estrellas se tratasen, levitaba un grupo de lucecillas tenues que mantenían caliente el pequeño nido. Sonrió, con una mano meció al pequeño entre sus brazos y con la otra delineó suavemente el rostro chiquito de su cachorro — ¿Cómo se portó? — cuestionó al muchachito que no apartaba la vista del chiquito en sus brazos.

—Durmió casi todo el tiempo, le cambie el pañal — respondió Kakashi aburrido

Minato tomo a Naruto de la cuna y lo llevo hasta su esposa que esperaba sentada frente a la ventana —Vamos hijo despierta es hora de comer, además te tenemos una sorpresa — hablo bajito, aspirando el aroma del cabello del bebito.

—Kakashi, trae una almohada grande — ordenó la mujer. El chiquillo asintió, en segundos estaba de vuelta con la almohada entre sus brazos, al entregársela Kushina la puso en su regazo, después, con cuidado acomodó al cachorro humano y Minato se acercó con Naruto.

Aprovechó para olfatearlo de cerca y atrevido, pasó sus dedos por el rostro del pequeño; Kakashi arrugó la nariz y frunció el ceño, había escuchado mil y un relatos acerca de ellos pero verlo de frente ciertamente era menos impactante de lo que llegó a imaginar. No percibió su maná, puede, que ni siquiera tuviera o fuera capaz de desarrollar alguna habilidad —La hermandad no estará de acuerdo con eso — señalo con desapruebo al chiquito.

—Hablaremos con ellos — respondió Minato

— ¿Y si lo desaprueban? — insistió Kakashi

—Pensaremos en algo — esta vez, fue Kushina quien respondió. Con ayuda de papá zorro logro acomodar a ambas crías, Naruto del lado derecho y el pequeño humano del izquierdo, fue Minato quien le ayudó a descubrir su pecho. Naruto estiró sus brazos, se quejó tan bajito que solo su madre lo escuchó, después, se acurrucó en su pecho, buscando el alimento — ¡ese es mi cachorro, tan enérgico como siempre! — Exclamó orgullosa; a la par el cachorro de cabello oscuro imitó a su compañero de merienda — ¡oh! — Kushina exhalo con el primer tirón —creo que si estaba hambriento

— ¿Estas bien querida? Preguntó el hombre rubio

—Sí, sí, es que parece que compitieran por quien come más rápido — exclamó apenada —Naruto más despacio

—Tal vez no le agrada el cachorro humano — susurró Kakashi

Kushina es una madre joven y primeriza que recién se da cuenta que alimentar a dos cachorros, es ciertamente más complicado que hacerlo con uno.

Después de comer Naruto cerró los ojos dispuesto a dormir, pero el agua caliente del baño se lo impidió, Minato lavaba su cabello, mientras Kushina limpiaba con esmero el cuerpo del pequeño cachorro humano, ahí noto su piel blanquita y pequeñas heridas que recorrían su cuerpo, su pecho se apretó; no había explicación para encontrar vida entre tanta desolación y tampoco la buscaba, el pequeño estaba ahí era lo importante. Lo cubrió con una toalla y lo meció en sus brazos

—Ya estás en casa, nosotros seremos tu familia

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LA HERMANDAD

—Recuerda Kakashi, si Naruto despierta, calienta un poco de leche y...

—Lo sé, lo sé, he hecho eso cientos de veces —se excusó aburrido, dando la última vista al cachorro en los brazos de Kushina antes de que cruzara la puerta — ¡suerte en la reunión! — Se despidió animoso —la necesitaran...— susurró desanimado al perderlos de vista.

Las antorchas se encendieron cuando el sol se metió, iluminaban el camino; bajaron por el sendero de árboles rodeados de casitas similares a las suyas, de camino al centro, saludaron a muchos conocidos. Debajo de la colina se divisa el pueblo con sus luces amarillas y los puestos ambulantes donde las parejas y las familias paseaban, Kushina, llevaba en sus brazos al cachorro humano, lo cubrió con la manta con la que envuelve a Naruto por las noches, para disimular su aroma, a su izquierda galante y sonriente caminaba Minato, avanzan juntos dispuestos a enfrentar lo que se avecina, como equipo, amantes y amigos; de vez en cuando le regalaba una caricia suave en los hombros y susurraba palabras de aliento, que Kushina sabe, son para ambos, nadie ha enfrentado los deseos de la hermandad en siglos. Al atravesar el pueblo lo pueden ver, un árbol tan grande que sus ramas cubren la luna y su tronco podría albergar a 10 familias, sus flores se mesen con el viento fresco de primavera y los pétalos sueltos bañan la tierra, parece que brillara a la luz de la luna llena.

El gran cerezo es el altar donde se reúnen los líderes de cada especie mágica conocida como La hermandad. Bajo sus hojas, se creó un concilio de paz entre las criaturas mágicas, que reza por la armonía de las especies, aves, ciervos, zorros, lobos, serpientes, conejos, todos son familia, son hermanos. —"Toda alma merece vivir, pues la vida es un regalo que solo se da a los valientes y al morir, rogamos que su cuerpo alimente la tierra, se vuelva lluvia, aire, fuego y entonces renazca" " se lee en su manifiesto. La hermandad regula la caza, distribuye la riqueza, vela por los intereses de los débiles, de los fuertes, de los sanos y enfermos, en pocas palabras; existe para mantener el equilibrio de la magia, los eternos y la tierra. En cada reunión la atmosfera del pueblo se tinta de fiesta, se respira paz, armonía y la promesa de que se vela por la vida y la sana convivencia de las familias.

Cuando sus pies tocaron los pétalos de flores se sintió nerviosa, apreso con más fuerza a la criatura en sus manos, Minato tomo su mano para darle valor.

— ¿Preparada? — cuestionó él sonriendo

¿De donde sacaba esas sonrisas su esposo? Se preguntó. Kushina siempre ha sido valiente, pero hoy, con el cachorro en sus manos, no se siente tanto, aun así, soltó un suspiro con el que pretendió que el miedo de esfumar de su cuerpo, pasó saliva, con la frente en alto y una voz de mando respondió —Si, andando.

Uno a uno, poco a poco, los seres mágicos ocuparon sus lugares, algunos, los más pretenciosos, mantenían su forma animal como distintivo de poder; mientras que otros, de corazones más puros y pensamientos simples, al entrar al círculo tomaban forma de hombre o mujer. Minato y Kushina se sentaron valientemente al frente, para todos fue extraño que esa noche llevaran a "Naruto" entre sus brazos, se limitaron a sonreír y a ignorar las preguntas y peticiones de los más curiosos que pretendían dar un vistazo indiscreto a la pequeña cría y futuro líder de la familia zorro.

En poco tiempo los líderes de cada pueblo y familia estaban ahí, al frente estaba Jiraiya, líder de los sapos, a su derecha Tsunade ama y señora de la familia de las babosas y a la izquierda Orochimaru, el místico amo de las serpientes. Fue Tsunade la primera en hablar, se puso de pie y con firmeza se dirigió a todos los presentes.

— ¡Hermanos! conocen el motivo de porque estamos aquí —esperó un momento y los vio asentir— hace poco más de 72 horas la humanidad desapareció, destruyeron su planeta y con ello firmaron su propia sentencia; un escuadrón de reconocimiento, encabezado por la familia Namikaze se encargó de reunir información sobre lo ocurrido, Minato, ¿puedes darnos los detalles?

—Por supuesto

Minato se puso de pie, sintió la mirada preocupada de su esposa, no esperaba presentar al cachorro tan pronto; se sintió nervioso, los ojos de toda La hermanad yacían en su persona. "Tranquila" susurró antes de dar un par de pasos hacia el centro del altar, aclaró la garganta y se dirigió a todos con ese aire seguro y político, ¡digno hijo de los zorros del sol! pensaron los presentes.

—Hermanos míos, fuera de este mundo, la era del hombre ha terminado, un escuadrón de zorros del sol se dedicó por días a estudiar la tierra después de la gran explosión y temo decir que no hay buenas noticias; la avaricia y el deseo de poder de unos pocos acabaron con la vida de un planeta entero, los humanos han muerto y su mundo está podrido — Minato guardó silencio, esperó a que el bullicio de la sala provocado por sus palabras se apagara poco a poco, después prosiguió sabiendo que tenía que mostrar al cachorro —pero no todo son malas noticias — afirmó con una sonrisa segura.

— ¿A qué te refieres muchacho? — cuestionó Jiraiya atento

—En medio de la destrucción Kushina encontró un soplo de vida — Minato la invitó a acercarse. Las miradas de todos se dirigieron a la mujer pelirroja que se levantó y camino segura en dirección al centro. De pie, con la expectación de por medio Minato adquirió nuevamente el aura mística de líder que tanto caracteriza al líder de los zorros, Kushina a la par mantuvo en alto la cabeza y las orejas rígidas; con delicadeza descubrió la cabeza del pequeño dejando ver su rostro pálido y el fino cabello oscuro ¡ese no era Naruto!

En segundos, el suave aroma del cachorro se esparció a todos los presentes y un escalofrió colectivo estremeció el alma de la hermandad, un humano vivía en sus tierras y eso era ¡inconcebible!

— ¡Minato, Kushina! ¿Qué significa esto? — Tsunade rugió molesta. Jiraiya palmeo su rostro, pero Orochimaru mantuvo su usual silenció expectante de la respuesta de ambos zorros. El resto de los presentes no dejaban de farfullar, nadie se había atrevido ¡jamás! a llevar a un humano a su tierra era un acto soez de rebeldía pura. — ¡silencio! — gritó nuevamente la mujer rubia. —Espero que tengan una buena explicación para esto, ¡es inconcebible!

—Calma Tsunade, Minato y Kushina son parte de la familia, jamás harían algo para traicionarnos — irrumpió Jiraiya

—Hablen...

Está vez Kushina tomó el protagonismo, meció con cariño al cachorro en sus brazos y tomó la palabra —Señora Tsunade, encontré a este niño bajo un montón de tierra, entre los árboles, asfixiándose por el aroma a muerte, no pude dejarlo, tengo un hijo, si lo abandonara ¿cómo vería a mi propio cachorro a la cara? —.Un silenció incomodo se apoderó del recinto. Los líderes de los pueblos y las familias se observaron unos a los otros, expectantes, mientras que los Sanin al frente, meditaban la situación con cautela, pensando que lo más evidente, es que la mujer tomara la decisión de traer al cachorro movida por su propio instinto materno. La incomodidad se hizo más grande en el momento que la pequeña cría comenzó a quejarse, se removió inquieta entre las sabanas y juguetón tomó un mechón de cabello rojo que se enredó entre sus deditos; Kushina, paciente, desenredó las hebras —Shhh, tranquilo cariño — musitó dulce, como si se tratara de Naruto.

¡Pero es un humano! — chilló alguien entre el público. En segundos la reunión se había dividido, entre los opositores de la presencia del cachorro humano y los que veían en él, a una cría indefensa.

Fue Jiraiya el que pidió mantener la calma, se dirigió a Kushina que arrullaba al niño entre sus brazos —Debo suponer que quieren conservarlo — intuyó con la voz en calma

—Así es lo criare como parte de nuestra familia — Minato tomó su mano y ambos, plantaron cara a Jiraiya y a Tsunade que se acercaba lentamente. La mujer rubia descubrió por completo el rostro del cachorro humano e hizo una mueca de desagrado que a Orochimaru le pareció divertida; por primera vez se atrevió a hablar.

—Las leyendas cuentan que los humanos son capaces de matarnos — agregó sonriendo, se relamió los labios como saboreando su propio veneno

—Nunca uno de nosotros ha muerto y mucho menos a causa de un humano — respondió Jiraiya incrédulo

— ¡No queremos humanos en esta tierra, ustedes vieron lo que hicieron con su mundo, son una plaga! —gritó enérgicamente un hombre entre la multitud, a la vez que unos cuantos vitoreaban sus palabras

¡Silencio! — ordenó Tsunade —no podemos aceptar a un humano, es arriesgado, ustedes lo saben y si, de alguna forma, las leyendas son ciertas ese niño podría acabar con nosotros

— ¡Pero es un cachorro! , no tiene garras, colmillos, ni siquiera rastros de maná— replicó Kushina

— ¡Pero crecerá!, se hará fuerte; puede que no tenga maná pero tendrá algo que vuelve a los humanos peligrosos, inteligencia —hizo una pausa, Kushina estaba molesta, todos lo notaron, su energía fluctuaba, subía y bajaba de intensidad haciendo levitar ligeramente su cabello "¡ah! Los zorros son tan temperamentales" pensó. — no voy a arriesgar la seguridad de la hermandad por un cachorro, lo siento

—Yo puedo deshacerme de él — Orochimaru, se acercó sonriendo, sin pena, se relamió los labios; los humanos no son algo común y desperdiciar a una presa tan rara no sería digno de alguien de su estatus

Minato le bloqueó la vista, podrá ser un Sanin pero no iba a saborearse a un cachorro frente a sus narices.

—Entonces está decidido, el cachorro se irá — decretó seriamente Tsunade.

Minato se transformó en bestia, rodeo a su esposa y al cachorro con su cuerpo, al instante, los líderes de los lobos se hicieron presentes al centro del altar

— ¡Es suficiente, entrega al cachorro! — ordenó Tsunade

—"Toda alma merece vivir, pues la vida es un regalo que solo se da a los valientes y al morir, rogamos que su cuerpo alimente la tierra, se vuelva lluvia, aire, fuego y entonces renazca"

— ¿Que dices? — preguntó la Senju consternada

—Este niño es un valiente y la vida es su regalo, que clase de almas seriamos si lo abandonáramos, ¿no llevamos todos ese rezo marcado en nuestros corazones? — cuestionó valiente

—Pero es un humano ¿de verdad piensan dejarlo al lado de su cría? ¿Qué pasará si en el futuro se deshace de lo más valioso para ustedes? — cuestionó con saña dispuesta a no ceder

—Será nuestro hijo y formara parte del clan de los zorros del sol — secundó Minato. No iba a ser simple, porque hay que aceptarlo Minato no es testarudo pero Kushina si y algo le ha aprendido a su esposa.

Jiraiya pidió un momento para hablar con todos, los Sanin se reunieron detrás del gran cerezo; Kushina era una mujer lista, había apelado a lo único a lo que la hermandad no puede negarse "la libertad de vivir". Tras una charla larga, en la que más de un líder trató de irrumpir, se tomó la decisión que sin saberlo, cambiaría por completo el rumbo de la hermandad en el futuro; él cachorro humano se quedaría, crecería como parte de los zorros del sol y tanto Minato como Kushina criarían a un humano como aliado de la hermandad de seres del cielo.

No pudo evitar sonreír tras la noticia, se lanzó gustosa a los brazos de su esposo y el cachorro se removió entre la sabana

¡Oh! Lo siento — se disculpó amablemente

—Felicidades por su nueva criatura —comentó gustoso Jiraiya —por cierto, ese niño necesita un nombre

— ¡Es verdad! ¿Cómo lo llamaremos? —cuestionó Minato

—Tengo el nombre perfecto — con el dedo índice delineó suavemente la frente del chiquito, sonrió confiada de su decisión —su nombre será Sasuke, pues será parte de nosotros, no nuestro verdugo

—Sasuke, es un lindo nombre — secundo Minato.

Kakashi estaba dormido cuando volvieron a casa, Kushina subió las escaleras, con el pequeño entre sus brazos; en la habitación las lucecillas revoloteaban cerca de la cuna, velaban en sueño de Naruto. Ella sonrió, tomo una manta, Minato, con cuidado movió al pequeño Naruto que descansaba en el colchón; colocó al cachorro al lado de su propio hijo y con un chasquido de dedos las lucecillas se apagaron quedando solo la luz de la luna iluminando la habitación; Naruto ya no necesitaría guardianes que velaran su sueño, pues de ahora en adelante, Sasuke lo acompañaría.

Esa noche, en el sueño de un par de niños el destino barajeaba sus cartas.

Naruto, él es Sasuke, es tu hermano...

****

STORGE

Las semanas con los cachorros en casa pasaron más rápido de que lo que ambos padres imaginaron, la casita de la familia de zorros del sol, recibía de vez en cuando uno que otro visitante curioso, interesado, en conocer al cachorro humano. Había a quienes Sasuke les causaba temor, cuando Minato se paseaba por el pueblo con ambos niños recibía comentarios de todo tipo, eran el miedo y la ignorancia hablando; pero no todo eran malas noticias, poco a poco los integrantes de la hermandad perdieron el miedo a vivir con un humano en su tierra, después de todo estaba claro que el niño no poseía maná y que si algo llegase a suceder, los Sanin se encargarían de eliminarlo, ese era el trato.

Un suceso curioso, ocurrió semanas después de la llegada de Sasuke, una particular mañana, víctima de la rutina Kushina entró tarareando a la habitación y abrió la cortina, el sol, iluminó las paredes y las ramas del árbol que sirve como cuna abrieron su follaje. Sonrió, con suavidad retiró la manta que cubría a ambos cachorros, lo que vio la dejo sin aliento, su primera reacción fue cubrirlos nuevamente ¡Tenía que ser un error! ; Confundida esperó un momento tratando de procesar lo que había visto, temblorosa tomo nuevamente la manta, su instinto de hecho no indica que haya algún peligro pero eso no evita que su cuerpo deje ver reacciones naturales a situaciones poco usuales. Al descubrirlos quedó claro, confundida llamó a Minato y el hombre subió tan rápido a la habitación que casi destruye el espejo en la entrada

— ¿Que sucede? —cuestionó agitado. Kushina levantó la manta, ambos padres se vieron a los ojos —llamemos a Jiraiya — priorizó el hombre rubio.

Si alguien tenía la respuesta a lo que ocurría era el viejo Sanin. Apenas cruzó la puertecilla de la cerca blanca cuando Minato ya lo llevaba escaleras arriba, haciendo alarde a su bien merecido título, como el zorro más rápido de la hermandad. En la puerta de la habitación esperaba mamá zorro angustiada

—Tranquilos, yo me hare cargo —comentó sonriente. Esperaba que fuese algo grave y que no estuviera directamente relacionado con el cachorro humano, no estaba de humor para la bronca que Tsunade le daría por defender las decisiones de su alumno. Con cuidado levantó la manta, bastó una simple mirada para notarlo, sin duda era extraño, un suceso que hace mucho tiempo no tenía la dicha de ver, algo que, era poco común se presentara entre miembros de la familia, pero no por ser poco probable significaba que fuera imposible.

Tomó a Naruto entre sus brazos, el pequeño zorro se removió provocando un sonido nasal de incomodidad, "¡Ah! Los niños son tan difíciles" pensó Jiraiya; lo sostuvo apoyándolo en su brazo boca abajo para examinarlo y, con su mano libre, destellante de maná pasó sobre su cuerpo sin perder detalle. Más allá de lo curioso que resultaba el suceso Naruto se encontraba en perfectas condiciones, aun así había algo anormal en su comportamiento.

—Mmmmm, interesante —farfulló

— ¿Qué sucede? — preguntó Kushina preocupada

—Maestro por favor... — rogó Minato

Jiraiya volvió a colocar a la pequeña cría dentro de la cuna, meticuloso, observó el comportamiento de ambos niños, Naruto olfateaba la manta, se movía entre la tela hasta que sentía el calor de Sasuke, entonces, se acurrucaba; Sasuke, lo permitía, escondía su rostro entre la manta y el espacio libre que quedaba entre su rostro y las manos de Naruto, en posición fetal, tal y como hacen aquellos destinados a permanecer juntos.

"Solo son niños", se dijo para sus adentros, tratando de convencerse de que aquello era una mera casualidad, porque ¿Qué posibilidad habría?, aun así, tendría que ser claro con Minato y Kushina, porque qué más da, con el destino no se juega. Se aclaró la garganta, con una sonrisa segura se dirigió a los padres —Cálmense no es grave, es solo el destino jugando a las cartas —se burló, con su extraño sentido del humor

—Jiraiya por favor sea claro — pidió Kushina

El gran Sanin suspiró, de algún lugar sacó el valor para hablar, esperando con el alma, equivocarse. —Naruto será un líder fuerte, pero eso ya lo saben —se dirigió a ambos padres, vio como extrañados, asentían —esto es algo que no he visto en mucho tiempo y, que en realidad poco se da entre familias, pero, considerando las circunstancias que los han vuelto "hermanos" lo veo como algo poco probable, pero no imposible — hizo una pausa para tomar aire —esta clase de sucesos solo se dan bajo ciertas condiciones... — titubeó inseguro de seguir por esa línea

— ¿Qué condiciones? — preguntó Minato impaciente

—Cuando un alma fuerte ha encontrado un rival digno y se siente amenazada o, cuando ha encontrado a su alma gemela — puntualizo serio.

Alma gemela... — repitió Kushina — ¿eso es... posible? — cuestionó, no tan en el fondo, esperando una respuesta negativa, pero se estremeció al ver asentir a Jiraiya.

—Tómenlo con calma — dio una vista rápida al interior de la cuna, la incertidumbre susurra en sus oídos, pero él, creyente de las buenas intenciones del destino desecha la idea. Nuevamente la vista va a ambos padres, nota la misma incertidumbre paseándose por sus ojos, espera que el futuro no sea tan caprichoso con apenas un par de niños; nuevamente aclara la garganta y se dispone a hablar, siendo lo más claro y honesto posible — recordemos, que un alma gemela no es en esencia una pareja, eso lo saben, puede ser un amigo, un hermano, un padre o una madre — los vio asentir tímidamente — es alguien, que no entra a la vida de otro ser en son de paz, llega para despertar su mundo, modifica por completo la rutina y te lleva hasta el extremo, te convierte y a la vez te complementa; puede, que de todos los seres de este mundo este niño sea quien lleve a Naruto a ser un gran líder —finalizó con una sonrisa sincera.

Jiraiya solía expresarse con aquella solemnidad que calmaba el maná aturdido de cualquiera que se encontrara en su presencia, si bien, la situación era extraña, una buena parte del discurso tenía razón, un alma gemela (si ese fuera el caso) no debía ser tomada como una nube oscura para el futuro de ambas crías, al contrario, las almas gemelas están hechas de amor y el amor, es la magia más poderosa del mundo, que su cachorro encontrase tan pronto a alguien que lo guiara a lo largo de su vida, era algo con lo que no debe atreverse a luchar. Kushina soltó todo el aire que había estado reteniendo desde que el gran Sanin comenzó a hablar, creyente firme del destino y entusiasta conocedora del poder del amor, aceptó, aun con temor, las palabras de Jiraiya, porque, después de todo el destino no se equivoca ¿o sí?.

—Entiendo... — musitó sonriendo —entonces es normal —se dirigió hacia la cuna, para ver a ambos cachorros dormir — es una pena que no vaya a aprovechar a mi cachorro tanto como el resto de las madres —comentó con falso dramatismo, acariciando con cariño el cabello de ambos

—Es un poco impactante saberlo ¿Naruto es consciente de esto? — preguntó Minato a su maestro

—Lo dudo, seguramente lo hizo sintiéndose "amenazado" ya que Sasuke es un chico visiblemente mayor, Naruto, ha usado su magia para igualar el tamaño de Sasuke, posiblemente como una forma de no sentirse menos y a la vez, mostrar su propio valor como zorro del sol

— ¡Ah! Todo el tiempo compiten por quien come más, o quien lo hace más rápido —interrumpió Kushina

— Justamente es una reacción provocada por el instinto, sucede mucho en camadas grandes, estarán bien —afirmo con seguridad el Sanin —puede que sea temporal, seguramente volverá a su tamaño normal cuando se sienta agotado, al menos, hasta que logre dominarlo —. De entre sus ropas sacó un pequeño frasco de vidrio, lo destapó y tomo entre sus dedos un poco de aceite laurel; con cuidado, trazó un circulo en la frente de Naruto y una media luna en la de Sasuke, rezó por ellos, por sus almas y su destino.

Jiraiya se despidió en la puerta, aun, con esa extraña sensación en su pecho, esa, que describe como encontrar sin buscar un tesoro que no sabía estaba perdido, lanzó un suspiro al cielo y a los dioses les pidió clemencia, piedad o indulgencia para los hermanos.

****

****

En una oda alegre al sol, las avecillas regalaban su canto al cálido cielo de primavera. Por la colina, entre los árboles y las cercas blancas, las mariposas revoloteaban en el huerto de la familia, se escondían entre los pétalos de las flores de colores y algunas otras se paseaban cerca de las orejas y el rostro de un par de niños. Kushina, se acomodó el cabello, el viento mecía las hebras rojas, se enredaban unas con otras, cansada, tomo los mechones, los dividió en tres y comenzó a trenzar, sin importar que los hilos rojos se llenaran de tierra y entre los mechones quedaran atrapadas las hojitas verdes de las plantas de manzanilla.

Tras un pequeño descanso, volvió las manos a la tierra, entre el sonido de las ramas meciéndose y los cascabeles que tintinaban colgados en la cerca, escuchó el respingo lejano de un chiquillo, dejó la palita en el suelo, contó hasta tres, de atrás hacia adelante, esperando el momento en que la quietud abandonara por completo a la mañana y el huerto se transformara en un infantil campo de batalla.

— ¡Mamaaaaaaá! — gritó una vocecilla chillona desde la copa del abedul. La paz nunca dura lo suficiente en casa.

— ¿Que sucede Naruto? — cuestionó la mujer pelirroja. Se sacudió el vestido blanco y descalza caminó en dirección al árbol más grande; sus ramas se alzaban tan alto que sus hijos decían tocaban el cielo.

De entre las ramas descendieron dos siluetas pequeñitas, una de ellas, ágilmente enterraba las uñas en la corteza para ayudarse a bajar, se movía con destreza entorpeciendo el camino del otro chiquillo, que tembloroso, se abrazaba por completo del tronco y a comparación del pequeño zorro bajaba con lentitud y cuidado.

Naruto se lanzó en dirección a los pies de su madre, en un salto, el pequeño zorro del sol estaba en el suelo sacudiéndose la tierra atrapada entre sus uñas, en cambio, Sasuke se dejó caer, en un sentón ya estaba en el suelo; Kushina lo vio quejarse bajito, se apoyó del árbol para ponerse de pie y sacudió su ropa, después sus manos y al final se deshizo de las molestas hojitas que se enredaron en su cabello, ¡oh! Darle autonomía a Sasuke era algo muy difícil para la joven madre, porque parecía tan frágil y la resistencia de su cuerpecito efímero resultaba desconocida para todos los miembros de la familia. Cinco años han pasado desde aquella tarde en que trajo al cachorro a casa y en ese periodo tiempo muchas cosas han cambiado.

Sasuke se desarrolló rápidamente y al cuarto año, el crecimiento acelerado se detuvo, algo común entre una raza tan singular como los seres humanos, eso sus padres lo aprendieron con la marcha. A la edad de 5 años su desarrollo era pausado pero saludable, era su mente la que parecía ir más aprisa, aprendió a hablar y formulaba oraciones con palabras que a Naruto le costaba memorizar, Minato pensaba en el como un prodigio y a Kushina le parecía encantador que siendo tan joven mostrase cierta habilidad para aprender pequeños conjuros; si Sasuke no fuese humano, seguramente sería considerado sucesor al liderazgo de la familia.

El cambio más evidente a los ojos de todo el mundo, era Naruto; el pequeño zorro del sol tenía un tamaño inusualmente grande, para una cría de su edad y los que no conocían el motivo detrás de esta curiosidad, al menos lo intuían. Las crías de los inmortales poseen un desarrollo considerablemente más lento, si se compara con el de los humanos, esto les ayuda a conservar su energía y hacerse consientes de ella para usarla en el futuro; pero Naruto, se salía de los paradigmas, aun sin siquiera ser consiente, del motivo que lo llevaba a invertir grandes cantidades de maná para conservar ese tamaño.

Apenas tenía 5 años y el pequeño zorro del sol se había desarrollado tanto como su hermano. A Naruto no le resultaba extraño moverse en ese cuerpo y gastar una cantidad exorbitante de maná para conservarlo, si así podía estar a la par de Sasuke.

Kushina se agachó hasta quedar a la altura de ambos niños, el par de cachorros tenía el rostro y caritas llenas de tierra, sonrió, era como ver al sol y a la luna convivir en el mismo espacio y vivía con la corazonada de que Naruto y Sasuke eran caos y a la vez armonía.

Naruto fue el primero en hablar — ¡Sasuke jaló mis orejas! —se quejó, señalando acusador al niño a su lado

— Te acercaste mucho — respondió el chiquillo azabache, sin culpa alguna

— ¡Tenias algo en el cabello!

— ¡Solo era una mariposa! Quería tocarla y la ahuyentaste

—No tenías porqué jalarlas, duele

—No tenías porqué ahuyentarla

En discusiones como esas (que de hecho eran bastante comunes), Kushina se preguntaba el motivo por el que Naruto mantenía esa forma, pues, la mayor parte del tiempo, aunque la convivencia generalmente era buena, el carácter de ambos cachorros salía a relucir y terminaban sumidos en riñas infantiles. Sasuke disfrutaba jalar la cola o las orejas de Naruto cuando este se volvía especialmente insistente y juguetón; por su parte, el pequeño zorro gozaba haciendo rabiar a su hermano, se acercaba mucho, lo suficiente, para que Sasuke se mostrase incómodo y es que había algo encantador en ver como sus cejas se unían, su rostro se coloreaba y fruncía los labios con un puchero chiquitito, Naruto sabía que si lo graba que Sasuke hiciera esa mueca, se ganaría un jalón de cola u orejas.

— Solo quería jugar —se excusó pateando con sus pies descalzos las piedritas del camino —además Sasuke siempre me jala la cola

— ¡No es cierto!

— ¡Si lo es!

— ¡No lo hago siempre! — se sinceró sin pena

— ¡Pero lo haces!

—Te acercas mucho

— ¡Ah, Sasuke!

— ¡Naruto!

— ¡Basta ustedes dos! —rugió mamá zorro con evidente molestia. Sobó el puente de su nariz con cansancio. Entiende, hasta cierto punto, la necesidad que siente Naruto de acercarse a Sasuke, lo hacía desde la cuna, se acurrucaba a su lado para dormir la siesta y Sasuke se metía entre su pecho buscando el calor de sus latidos, incluso ahora, por las noches eso sucede sin que alguno de los dos esté consciente de ello; pero todo se volvía distinto por las tardes, cuando Sasuke era consciente de la cercanía y Naruto instintivo buscaba sentir su presencia, entonces terminaban inmersos en esas riñas sin fin. Tomó un momento para recuperar la calma, después de todo, poco o nada puede hacer para evitar que ese tipo de cosas sucedan, salvo enseñarles la importancia de mantener el espacio personal para la sana convivencia.

—Lo siento mamá — se disculpó Sasuke

—Sí, no te enfades...—musitó Naruto, con las orejas bajas y la cola quieta

Kushina enterneció. —Tranquilos, no estoy molesta ¿qué les parece si jugamos a algo?

— ¡Siiii! — respondieron ambos cachorros al mismo tiempo

—Escuchen bien, necesito que limpien la tierra de insectos, tienen que atrapar hormigas, gusanos, caracoles y lombrices — vio a Sasuke hacer una mueca de asco, pero Naruto se emocionó — los hormigueros valen dos puntos, los gusanos 3, las lombrices 4 y los caracoles 5; deberán llevarlas lejos del huerto te papá y el que junte más puntos ganara un premio

— ¿Que ganara? — cuestionó Naruto emocionado

—Elegirá la cena de esta noche

— ¡Siiii cenaremos ramen! — celebro el pequeño zorro

—No, cenaremos ensalada — interrumpió Sasuke molesto

—Chicos, chicos tienen media hora, si fuera ustedes me daría prisa

Naruto salió corriendo, en toda la historia del juego de puntos, era Sasuke quien siempre obtenía la victoria; su padre suele hacer preguntas que su hermano responde con mucha facilidad y cada noche que eso sucede terminan cenando lo que a Sasuke le apetece. Pero esta vez, es su oportunidad de demostrar sus habilidades de rastreador, ganarle al pequeño bribón de una vez por todas y cenar ramen. No le costó mucho dar con un par de caracoles en las hojas de los rosales, aseguró 10 puntos y usó su olfato para rastrear las lombrices, siguió en rastro en dirección a la cerca de madera, entonces, saboreando la victoria, elevó la mirada; Sasuke estaba cavando la tierra, con la ropa sucia y las mejillas llenas de lodo, se veía cansado y algo molesto.

Él sabía que en el lugar donde Sasuke cavaba no había lombrices, gusanos u hormigas y poco comprendía porque su hermano buscaba en un sitio vacío.

— ¿Qué haces? — preguntó Naruto bastante interesado

—Busco lombrices —Sasuke ni siquiera elevó la vista del suelo, enterró sus uñas en el pequeño agujero, exasperado tocó su rostro y el polvo lo hizo estornudar

—Salud

—Gracias

—Ahí no hay nada, las lombrices están por acá — señalo Naruto el cerco blanco.

— ¿Que, como lo sabes? —dejó de lado la tierra y siguió a Naruto hasta el lugar donde el pequeño zorro afirmaba se encontraban los bichos

Naruto no tuvo que cavar mucho, tres puñitos de tierra después las lombrices se retorcían en el lodo, sonrió orgulloso, tenía la victoria asegurada. Lo más impactante fue el rostro de Sasuke, sus ojos expresivos y sus labios abiertos, indicando que apenas podía creer el hallazgo.

— ¡¿Cómo hiciste eso!? —cuestionó impresionado, mientras Naruto, tomaba a los pequeños bichos y se retorcían en sus manos.

—Pues solo olfatee, seguí su rastro —movió su nariz. Sasuke, en su inocencia, intentó imitarlo, olfateó la tierra, si bien logró percibir ese aroma característico a tierra mojada, lo único que consiguió fue otro estornudo. —Salud jeje —se burló el pequeño zorro.

—No huelo lombrices —afirmó Sasuke decepcionado.

Naruto no entendía como Sasuke siendo tan listo, respondiendo las preguntas de su padre, incluso, sabiendo el significado de muchos símbolos en los libros de magia, (que al él le costaba entender), no podía encontrar unos simples bichitos enterrados en la tierra. Se detuvo un momento para admirarlo, Sasuke estaba ahí, aun tratando de entender lo increíble que era saber dónde se encontraban las lombrices en la tierra; sintió algo extraño, algo que, posiblemente ya había ocurrido antes, pero que hasta ese momento prestó atención, por apenas breves instantes, un sentimiento ajeno a su ser invadió su pecho, era asombro y una pizca de tristeza. Confundido presionó su mano contra su corazón, extrañado aun de aquello que no puede expresar en palabras, entonces, Sasuke elevó el rostro y sus ojitos negros chocaron con la mirada temerosa de Naruto, no supo cómo lo supo, o si Sasuke se dio cuenta de aquello pero ese asombro tintado de tristeza, no eran suyos, eran de Sasuke.

—Sas...

— ¡Chicos! Se acabó el tiempo —su madre, se acercó con el canasto lleno de hortalizas —bien, quiero contar lo que recolectaron

Naruto tenía los caracoles en su bolsillo y el agujero con lombrices a sus pies, en cambio, Sasuke tenía las manos vacías, lo vio agachar la mirada, aun manchado con ese sentimiento indescriptible para su pequeño ser, se estremeció, fue la primera vez que reconocería eso.

—Ma yo...

— ¿Qué sucede Sasuke?

— ¡Sasuke y yo juntamos nuestros insectos! — interrumpió Naruto

— ¿Qué dices...? —musitó el cachorro humano

— ¡Si! así tendrás que cocinar lo que ambos queramos — dejó salir, está vez más seguro. El rostro de Sasuke reflejaba sorpresa, pero Naruto se mantuvo seguro de su decisión.

Naruto... —musitó Sasuke, con los ojos vidriosos y las mejillas rojas.

Su madre soltó una carcajada divertida, enternecida, aceptó el trato de ambos cachorros y los tres entraron juntos a la casa.

La opresión de su pecho desapareció en el instante que tomó su mano y entraron juntos, Naruto desconoce el motivo por el que percibió el sentir de Sasuke, pero también, se alegró de saber que podía percatarse de las emociones positivas, como la alegría de saber que fue capaz de compartir sus insectos. Si de algo estaba seguro es que no quería que Sasuke se sintiera triste nunca más.

****

LUCES

La cena de esa noche fue más que interesante, ¿el menú? Ramen de mizo, acompañado con ensalada de tomates que extrañamente resultó un buen acompañante.

Todas las noches, papá zorro era el último en ir a la cama, Minato era quien apagaba las luces del pasillo, subía para ver dormir a los dos cachorros, los arropaba y al salir, aplaudía dos veces para que las lucecillas que levitaban cerca del techo se apagaran. Pero esa noche, salió del cuarto que comparten sus hijos, bajó las escaleras, abrió la puerta de su cuarto y olvidó aplaudir.

Sasuke se removió entre las cobijas, con una almohada se cubrió el rostro, pero fue difícil respirar, así que, molesto, pataleó hasta que su manta cayó por un costado de la cama, el brillo de la luz del pasillo no lo dejaba dormir. Suspiró incomodo, a su lado, Naruto dormía plácidamente, tanto, que ni todo el movimiento de su pequeño berrinche logró despertarlo; su hermano tiene un el sueño pesado, casi nunca se despierta a mitad de la noche, Naruto posee tanta energía por las tardes que en las mañanas es una proeza lograr que se levante.

Bajó con cuidado del colchón procurando no hacer tanto ruido, con los pies descalzos y el pantalón de pijama arrastrando se dirigió al pasillo; al atravesar la puerta, las lucecillas revolotearon al sentir su presencia, algunas, se acercaron tanto que encandilaron su vista y otras se enredaron en su cabello, Sasuke las alejó usando sus manos, pero ellas, traviesas, insistieron en volar a su alrededor. Recién se daba cuenta que jamás había intentado apagarlas, pero no podía ser tan difícil si su padre y su madre simplemente aplaudían y la luz cedía.

—Papá lo hace así — susurró para sí mismo. Juntó sus palmas dos veces pero las luces no se apagaron. Pensando que debía hacerlo más fuerte, lo intentó tres ocasiones más, sin resultados positivos. Hizo un puchero, estaba molesto y para colmo, las lucecillas no dejaban de revolotear en su rostro ¡todo sería más simple si despertara a Naruto! , bastaría un aplauso de su hermano y como por arte de magia el resplandor cedería. Era casi imposible despertar a Naruto y se sentiría un tonto si molestara a sus padres con algo tan simple ¡no! Debía hacerlo por sí mismo.

Entró a la habitación a hurtadillas, Naruto se veía totalmente inmerso en sus sueños, se sintió un poco celoso de ver como su hermano dormía sin problemas. Tomó el vasito de cristal con agua que estaba en la mesita de noche y salió nuevamente al pasillo. Lanzó todo el líquido frío en dirección al techo pero solo consiguió que el agua lo salpicara y mojara su pijama, las luces no se apagaron.

— ¡Suficiente! —exclamó molesto. Sasuke hizo el último intento por apagar el molesto brillo, cada vez que se movía, las lucecitas seguían sus pasos, estaba tan frustrado que cuando una de esas pequeñas estrellas se acercó lo suficiente a su rostro, la apresó entre sus manos para intentar mitigar el resplandor.

No funcionó, al instante, la pequeña luz se transformó en una llamarada que lastimó sus manos, la piel de sus dedos dolió tanto que está vez Naruto despertó al escucharlo gritar.

— ¡Sasuke! — el pequeño zorro despertó agitado, lo buscó del lado derecho y al encontrar el espacio vacío su vista fue directo al pasillo. Ahí estaba él con los dedos lastimados y el orgullo recorriendo sus mejillas. Rápidamente, corrió en dirección al pasillo, Sasuke lo observaba fijamente, había algo en su mirada, algo que Naruto no entendió en ese momento que era, lo sintió incrédulo y a la vez iluminado, algo, se había mostrado ante Sasuke, algo que siempre ha estado ahí, oculto, pero que poco a poco se volvía evidente.

—Naruto... — habló bajito, viendo sus manos y el rostro preocupado de su hermano.

Al acercarse, las lucecillas fueron tras el zorro atraídas por la magia del pequeño, pero al estar de nuevo cerca de Sasuke una de ellas intentó nuevamente quemar su piel.

— ¿Qué? ¡Basta, aléjense de él! —ordenó molesto, pero las luces insistieron en acercarse. Esta vez Naruto, impaciente, las alejó con un movimiento de su mano, en instantes las lucecillas estaban pegadas al techo sin poder moverse — ¿e- esas bien? Llamaré a mamá —susurró preocupado.

Sasuke no respondió, cuando Naruto trato de tomar sus manos las alejó. Se esforzaba porque su rostro no se descompusiera en una mueca dolorosa, hizo bolita sus dedos dentro de las mangas del pijama y sollozó tan quedito que Naruto sintió como sus propios ojos se volvieron acuosos y su nariz picó.

—Shhh Sasu, Sasuke...

Tras el escándalo, Kushina y Minato subieron las escaleras a prisa, las lucecillas que siempre revoloteaban en el techo estaban inmóviles, los encontraron sentados en el rincón del pasillo, Naruto sostenía las manos de Sasuke y dejaba besitos en sus dedos, al alejarse la piel de sus labios quedaba tintada de rojo, de sangre.

— ¡¿Que sucedió?! — cuestionó mamá zorro preocupada. Corrió en dirección a ambos niños, Naruto temblaba y Sasuke sollozaba bajito.

—Trate de apagar las luces —respondió Sasuke

— ¿Las tocaste? ¡Oh cariño, lo siento tanto! — Kushina revisó sus dedos, las heridas eran graves, cualquiera que se atreviera a tocarlas se ganaría una herida como esa o peor, piensa, en la "suerte "que tuvo Sasuke de que solo sus dedos salieran heridos. Alzó la vista en dirección al techo, las lucecillas permanecían ahí, estáticas, molestas, después cayó en cuenta de que solo la magia de los eternos fuertes es capaz de controlar algo tan inestable como la luz —Minato — no disimuló su tono serio —las luces...— susurró esta vez para no levantar sospechas.

El hombre rubio prestó especial atención en las condiciones de las lucecillas, se sintió culpable, Sasuke había tratado de apagarlas porque el olvidó hacerlo, apenado se agachó hasta quedar a su altura, Kushina revisaba la herida y tanto Sasuke como Naruto no perdían vista de las manos de su madre. — Sasuke, lo siento, no sé cómo pude olvidarlo — se disculpó apenado. Uno de sus cachorros salió lastimado por un descuido suyo.

—Llamemos a Tsunade — priorizó Kushina.

—Iré por ella —respondió Minato. Tomó a Sasuke entre sus brazos y lo cargó escaleras abajo

Naruto bajó un rato después, en la cocina, con agua fría y un aroma a hierbitas medicinales Tsunade Senju trataba las heridas de Sasuke. Fue extraño darse cuenta que no bastaba con lamer y besar las heridas de su hermano para que estás sanaran como las suyas; mientras Sasuke lloraba él entendió algo, ese algo que para Sasuke quedó claro momentos antes, cuando con los ojos vidriosos le rogó que se acercara, eran distintos.

Sasuke no era capaz de usar magia.

****

MARCAS

Intentó una y otra vez de animarlo, le llevó las pantuflas para que se levantara de la cama, lo invitó a jugar, incluso, se ofreció a enseñarlo a encontrar lombrices usando su olfato, pero Sasuke no se levantó; metió las manos vendadas debajo de la almohada, se cubrió el rostro con las cobijas para no verlo y se hizo bolita. Naruto sintió aquello nuevamente, una mezcla de tristeza, dolor e impotencia ocupó su pecho; en gran medida, reconocía esas emociones como suyas, pero algo dentro de él le aseguraba que parte de ese sentir provenía de Sasuke.

Frustrado salió de la habitación, el rostro de Sasuke, sus ojos cansados, enrojecidos e hinchados dan vueltas en su pensamiento, nunca lo había visto así; desde que tiene memoria pensó en él como alguien a quien debe alcanzar, alguien, que lo pateaba a la hora de la comida y le quitaba las cobijas por las noches, pero ese Sasuke no es el hermano a quien quiere superar.

Al andar por el pasillo las lucecillas le siguieron el paso, volaron cerca de su cola y se pararon sobre sus orejas, Naruto las alejó con ambas manos, con el mismo movimiento con el que las dejó inmóviles en el techo la noche anterior, salvo que esta vez, los destellos se alejaron por voluntad propia.

— ¡Largo! —ordenó —lastimaron a Sasuke — soltó con coraje. Bajó las escaleras, con fuertes pasitos que hicieron eco en la madera y atrajeron a atención de su padre.

—Naruto no hagas eso, recuerda que el árbol está vivo

—Sasuke sigue herido —dijo aquello con una frustración tan grande, que apenas puede comprender de donde viene.

Minato entendió, él también se encontraba afligido. La noche anterior Tsunade le llamó la atención, un error como ese, en manos de cualquier niño eterno no pasaría a mayores y para la mañana ya estaría curado, pero Sasuke, no era un niño como el resto, era humano y por tanto habría que tomar medidas de adaptación si es que querían evitar accidentes como esos en el futuro.

—Lo sé, hijo ven aquí — palpó sus piernas y Naruto se sentó en su regazo —Sasuke es... distinto a nosotros

—Eso ya lo sé, no tiene orejas ni cola —respondió el pequeño zorro.

Los piecitos de Naruto se movieron de arriba abajo, Minato notó entonces el tamaño de su hijo, era un poco más pequeño que la última vez que lo abrazó, algo curioso pensó. Lo meditó un momento, Jiraiya dijo que Naruto usaría su energía para crecer e igualar el tamaño de Sasuke, pero que cuando esta llegara a cierto límite, su cuerpo volvería a su tamaño original, palabras más palabras menos.

El crecimiento de ambos estuvo empatado hasta ahora, pero ¿Por qué Naruto se veía distinto esa mañana? Su ropa se veía ligeramente más holgada, sus pies colgaban más que antes y su rostro lucia más redondo e infantil que hace unos días, había perdido maná , concluyó papá zorro. ¿Y cuál fue el último acontecimiento que lo pudo hacer perder energía? ¡Claro, las luces!

Naruto usó una gran cantidad de maná para mantener a las lucecillas fijas en el techo, eso, en conjunto con el hecho de que mantiene día y noche el tamaño de un cuerpo que no corresponde a la edad de un niño eterno, era una pérdida de energía impresionante, que a su cachorro no le importaba despilfarrar, pues según sus palabras lo hacía para alcanzar a su pequeño rival de juegos, pero Minato, astuto como siempre, sabía, no tan en el fondo que aunque Naruto desconociera el verdadero motivo de sus acciones, al final todo se reducía a hacerlo por y para Sasuke.

—Si eso es parte de lo que lo hace diferente, pero no es todo, Sasuke no es eterno... —aquella afirmación salió entre suspiros, como si para el mismo fuese una revelación a la que no le había dado suficiente atención.

—No entiendo

— ¿Recuerdas la historia que tu madre les narra por las noches? — Naruto asintió — Sasuke, es humano hijo, por eso no puede usar maná

—Mamá dijo que lo trajo porque estaba solo —susurró Naruto apenado —no quiero que Sasuke se sienta solo de nuevo —bajó sus orejas y su cola dejó de mecerse — está triste pa, yo lo siento —. Señaló su pecho, de nuevo, sentía ese algo inexplicable manifestándose en su pecho. La tristeza y la impotencia de Sasuke se reflejaban como espejo en sus propios sentimientos. — ¿Hay algo que podamos hacer por él? —cuestionó con auténtica preocupación en sus ojitos azules.

Minato entendió, "espera aquí ", ordenó, se levantó y fue hasta la cocina. Volvió un momento después con saco de polvo en sus manos, un frasco de vidrio, algo de agua y una pequeña navaja. En circunstancias normales le hubiese gustado enseñarle esto un par de años después, cuando Naruto fuera un poco más consiente de los motivos que lo llevan a aplicar su maná como lo hace, pero sabiendo que el crecimiento de ambos cachorros es algo que no puede detener y sintiéndose responsable por lo ocurrido con Sasuke, debe hacerlo ahora, confiado, en que el destino no se equivoca.

Del librero de la esquina desempolvó un libro pesado que colocó sobre la mesa de vidrio, Naruto atentó vio como su padre buscaba algo entre las palabras que él no comprende y lo vio sonreír cuando sus ojos se toparon con una extraña página.

— ¡Muy bien manos a la obra!

— ¿Qué es todo esto? — cuestionó el pequeño zorro abriendo el costalito con polvo

—Naruto, ¡hoy aprenderás tu primer conjuro!

— ¡¿Qué!?

Minato tomo el frasquito de vidrio e hizo que Naruto vertiera el polvo hasta la mitad, de su chaqueta sacó un sobre de papel pequeño, lo abrió y tomo un poco de polvo de hadas, apenas una pizca que puso dentro del recipiente.

—Muy bien tenemos todo, henna, polvo de hadas, hijo vierte el agua por favor — ordenó divertido. Naruto obedeció —tiene buena textura — el pequeño zorro asintió.

— ¿Qué sigue? — preguntó impaciente

— Una gota de sangre, combinada con la magia más poderosa del mundo —le guiñó un ojo, pero Naruto no entendió

— ¿Qué, que es eso?

—Ven aquí —Minato tomó la navaja y la entregó en las manitas temblorosas de Naruto — para que este conjuro funcione debe cumplir con dos condiciones, una, estar unido al maná de un eterno y dos, la más importante, es que debe hacerse por y para la persona más querida.

—Espera ¡No quieres a Sasuke! — afirmó Naruto acusador

—Jajajaja hijo no es eso, quiero mucho a Sasuke pero esto lo tienes que hacer tu

— ¿Por qué yo? —Naruto hacia muchas preguntas cuando estaba nervioso

Porque tú lo quieres más —puntualizó sonriendo — ¿no es verdad?

Las palabras de su padre se deslizaron por sus oídos, podría jurar que las escucho cientos de veces repetirse sin descanso, Naruto, ha descubierto recientemente que los secretos se encuentran escondidos a simple vista y que las palabras correctas, pueden desenvolver las verdades más hermosas. De pronto, la incertidumbre que tintaba sus emociones se volvió un calorcillo agradable, que subió desde su pecho a sus mejillas y los latidos de su corazón resonaron sin descanso como eco de las palabras del gran zorro, él quería mucho a Sasuke.

—S- si lo quiero — afirmó cohibido —p- pero eso no responde mi pregunta — insistió — ¿Cuál es la magia más poderosa del mundo?

El amor— soltó Minato. Le divirtió ver como el rostro de Naruto se descolocaba en una mueca indecisa ¡oh! Aún hay tanto que debe aprender

—Amor... — repitió Naruto avergonzado

—El amor Naruto, está en todas partes, lo puedes sentir hacia tus padres, hacia tus hermanos, tus amigos, tu pareja; el amor, hijo, es entrega, respeto y libertad. Déjame ver cómo puedo explicarlo mejor — se excusó pensativo — es ese calor en el pecho, que sientes cuando ves sonreír a alguien que te importa — finalizó un poco preocupado de no haberse dado entender y es que Naruto y Sasuke son jóvenes para entender el amor, mas no para sentirlo.

Recordó el calorcillo agradable que sintió momentos antes al pensar en Sasuke, y está vez, al pequeño zorro del sol le quedó claro algo. Frunció el ceño y decidido se dirigió a su padre — ¡Bien! ¿Qué tengo que hacer?

Minato sonrió encantado.

Naruto se paró firmemente en el centro de la sala, en su mano derecha llevaba la pequeña navaja y debajo, a sus pies, yacía el frasco de vidrio, cerró los ojos y unió sus manos; la voz de su padre lo guio en el conjuro, le pidió que pensara en Sasuke, en lo que siente cuando lo ve y lo que quiere que el propio Sasuke sienta al recibir ese frasco. Con el corazón galopando sin control, llegó a la conclusión de que lo que siente al ver a Sasuke es calor. Cuando él está cerca, siente que su pecho se calienta y en ratos, su cabeza se apaga; en otros momentos, parece que la oscuridad se iluminara, dejando claro aquello a lo que difícilmente le puede dar nombre, entonces deduce que el cariño y el amor, se traducen en calor.

Sintió como ese mismo calor recorrió su cuerpo, nació en su estómago y se deslizo rápidamente por su espina, las marcas, que lo identifican como un zorro del sol pintadas debajo de sus ojos, brillaron, fue la señal. Suspiró, su padre le pidió que usara la navaja, con las manos temblorosas, hizo un corte en la palma, no se quejó, pero quería hacerlo; el calor de las gotas carmín se deslizó hasta caer en el frasco y combinarse con la mezcla de henna. En voz alta repitió el conjuro, cada palabra quedó grabada en su memoria desde ese día.

Agitado se dejó caer de rodillas sobre la alfombra, frente a sus ojos yacía el brillante frasquito de vidrio.

— ¿Te encuentras bien? — preguntó su padre ayudando a levantarlo

—S-si — respondió jadeando. Señalo el frasco que poco a poco perdía el resplandor —esto...

— ¡Felicidades Naruto, has hecho tu primer conjuro!

****

A media mañana se levantó de la cama, vio sus manos, envueltas en los vendajes que Tsunade Senju le puso la noche anterior, no ardía pero su espíritu se sentía decaído. Sasuke abrió las cortinas, se subió al baúl de madera que estaba bajo la ventana y observó a las aves volar alto. Cerró los ojos dejándose acariciar por la brisa cálida de primavera; pensó en las luces y como se encendieron en sus manos, recordar la sensación lo aterró, a su mente, llegó Naruto que en apenas un parpadeo había alejado a las lucecillas.

Suspiró, Sasuke nunca se había planteado lo distintos que eran, pues conocía su historia, sabía que su madre lo llevó siendo un cachorro a casa, cuido de él, lo alimentó y lo quiere tanto como a su propia cría. Recién ahora quedaban claras las diferencias entre ambos, no le importaba no tener cola u orejas, o que Naruto trepase los arboles con gran agilidad; para él las luces flotantes, la magia con la que su madre hacia crecer las flores, los libros con palabras extras que su padre leía, eran normales. Lo "extraño" comenzó a notarlo cuando Naruto, sin problemas encontró las lombrices y quedó claro al ver como alejaba las luces, con un simple movimiento de mano ¡él ni siquiera pudo apagarlas!

Naruto entro a la habitación, dio un paso hacia el interior y sintió como su pecho se oprimía en un sollozo ahogado, sostuvo el frasco con fuerza en sus manos y siguió hasta la ventaba. Ahí Sasuke veía a las aves en el cielo, tratando de imitar con silbidos el sonido de su canto.

A sus ojos, Sasuke era un ave con las alas rotas.

Dejo el frasco sobre el baúl, después con trabajos subió hasta quedar a su lado

—Sasuke...—lo llamó, pico su mejilla pero él apenas y volteo a verlo

—¿Qué? — respondió con un tono tan frío, que Naruto sintió que su corazón se apachurraba

Pero Naruto no permitió que aquello se llevara la alegría de haber realizado su primer conjuro, hecho especialmente para Sasuke

—Papá me ayudo a hacer esto— señalo orgulloso el frasquito

— ¿Qué es? — Sasuke sintió que la brisa se volvía más cálida con la llegada de Naruto y el dolor de su pecho disminuyó.

— ¡Un regalo! para ti...— conforme las palabras escaparon de sus labios se volvieron cálidas, susurros, que Sasuke imitó

— ¿Para mí? — musitó incrédulo —pero yo...

—Anda ven aquí papá me dijo como hacerlo

Tomó el frasco, bajó del baúl y caminó en dirección al espejo que yace semi ocutlo entre las hojitas del árbol en la esquina de la habitación, Sasuke siguió los pasos del pequeño zorro del sol. Ambos se detuvieron frente al reflejo, la luz del sol se colaba por la ventana, iluminaba la habitación y encandilaba sus ojos. Naruto le pidió que se acercara, abrió el frasquito y lo sumergió en la extraña pintura roja que destellaba al contacto con la luz.

—Cierra los ojos — le rogó tímidamente, Sasuke, obediente lo hizo.

Los dedos temblorosos de Naruto recorrieron sus parpados y sus mejillas lentamente, el toque, fue tan cálido que algo en su pecho estremeció su ser entero. Mientras Naruto acariciaba su rostro, su corazón rugía, víctima de una oleada de sensaciones para las que en ese momento no tenía nombre. Solo sabía que ahí, con su rostro entre las manos de Naruto, su pecho ya no dolía.

— ¡Eso es! — Expresó orgulloso el pequeño zorro — ya puedes abrir los ojos

Sasuke extrañó la caricia, lentamente abrió los ojos, Naruto estaba frente a él con los deditos rojos y la sonrisa más brillante que haya visto en su corta vida; con un gesto, el pequeño zorro le pidió que se reflejara en el espejo.

Quiso llorar

—E- esto es... son, ¡son iguales a las tuyas! — no pudo evitar que su rostro se calentara y que su corazón se acelerara tanto que creyó que Naruto sería capaz de escuchar sus latidos.

—Son las marcas que los zorros del sol usan como símbolo de identidad — respondió orgulloso —papá dice que se borraran lentamente pero las puedo pintar cada vez que eso suceda

—Pe- pero esto... Naruto — susurró conmovido

—Papá dice que con eso podrás apagar la luz

— ¿Que? Pero yo no... olvídalo

—No, anda Sasuke, ¡intentémoslo! — lo animó.

Juntos salieron al pasillo, las lucecillas revoloteaban cerca del techo y las paredes, está vez, ni siquiera intentaron acercarse a Sasuke, mucho menos al pequeño zorro.

—Anda inténtalo — lo animó el chiquillo

—No puedo aplaudir — fue la respuesta de Sasuke.

Naruto vio sus manos, los vendajes que su hermano se esforzaba por ocultar en las mangas y que, su madre venia cada cierto tanto a descubrir, porque podría lastimarse más. —Debe haber alguna forma — musitó pensativo

Por suerte para ambos Sasuke es listo, elevó su pie derecho, dando un golpe fuerte en el suelo, la madera crujió y las marcas en rostro brillaron por un instante, se sintió conectado con Naruto , supo sin saber cómo, que su respiración y latidos iban a la par, en una increíble muestra de amor, Naruto le estaba regalando su maná. Entonces las luces cedieron.

—Lo hice... ¡Lo hice!, Naruto, ¡Lo hice! — celebró animado.

El corazón de Naruto latió aprisa, cuando Sasuke sonrió tras apagar las luces fue como si el sol volviera a salir ese día, sin pena, regocijado totalmente, se lanzó a sus brazos contagiándolo del mismo calorcillo que se gestaba en su corazón.

— ¡Funcionó, no puedo creer que funcionó! —celebró el pequeño zorro colgado del cuello de su hermano dando saltitos

—Naruto... gracias — susurró, apenado dejó un beso suavecito en la frente del pequeño zorro.

Desde ese día, se prometió hacerlo sonreír de esa manera, si es que así, podría sentir todo ese amor por parte de Sasuke. 

****

ENCONTRARTE

Los días siguientes al incidente con las luces, el humor de Sasuke mejoró considerablemente, al igual que el estado de sus manos. Tsunade Senju retiró los vendajes y apenas y se notaban las marcas de las quemaduras, nada que un poco de maná no arregle. Por su parte el cachorro humano se divertía molestando a las lucecillas, por las noches, salía de la habitación y golpeaba el suelo, al instante las luces se apagaban, pero Sasuke, confiado en que ellas no lo atacarían nuevamente las encendía, los resplandores chiquitos volaban molestos en dirección a su rostro, pero se detenían centímetros antes de tocarlo, pues la magia de Naruto lo protegía.

Cierto día, de aquellos calurosos y aburridos Naruto tuvo la idea de jugar en el riachuelo, y aunque no tienen prohibido salir si hay una restricción del espacio hasta donde pueden jugar, la única regla es no atravesar el riachuelo. Ambos niños salieron de casa rumbo a lo alto de la colina, era la primera vez que Sasuke salía después del incidente y que mostraba orgulloso las marcas debajo de sus ojos.

Escuchó el cuchicheó curioso de los aldeanos, al pasar a su lado, las miradas lo seguían sin vergüenza, los residentes de la hermandad apenas podían creer que el cachorro humano, mostrase con tanto orgullo las marcas de identidad de los zorros del sol. A algunos, les pareció que finalmente Kushina y Minato habían perdido la cabeza, un niño humano no podría, jamás, formar parte de la jauría y mucho menos, obtendría algún reconocimiento por parte de la hermandad; pero para otros, el mensaje fue claro, que los zorros del sol se mostrasen tan orgullosos del cachorro humano y que lo reconocieran como parte de ellos, era exactamente la enseñanza que la hermandad buscaba dejar en cada uno de los suyos.

¡Oh! pero a Sasuke poco le interesaban los cuchicheos, había cosas más importantes que acaparaban toda su atención, por ejemplo: podía apagar las luces, sus manos ya no dolían; al final pero no menos importante, Naruto le había dado parte de su poder. Al subir a la colina escucharon el sonido del riachuelo, a sus pies las florecillas blancas y la hierba fresca se mecían con el viento, era un gran día para jugar.

— ¿Crees que mamá se moleste porque salimos de casa? — preguntó Sasuke a Naruto, quien se dejaba caer y abrazarse por el pasto

—No creo que se moleste si volvemos antes del atardecer —respondió el pequeño zorro —además no estamos muy lejos, desde lo alto de la colina se puede ver la casa —señaló con el índice la dirección donde a lo lejos se divisaba la casita.

—Entonces levántate y juguemos antes de que el sol se ponga —ordenó el cachorro humano

—Que amargado eres ¿A qué quieres jugar?

—A encontrar cosas

Ese juego era pan comido para Naruto. La dinámica era muy simple, harían una lista de objetos y los buscarían entre la naturaleza, el primero en encontrarlo ganaba el postre del perdedor. Los objetos a encontrar ese día eran una piedra blanca lisa, un ramillete de flores de lavanda y un trozo de cuarzo, no era difícil encontrarlos, la mayoría de las personas en el pueblo los llevaban como adorno o protección y de vez en cuando los extraviaban, se encontraban muchos cuarzos y piedras bonitas en los caminos, por tanto un trozo de cuarzo no sería algo difícil de conseguir.

—El que encuentre primero los objetos deberá regresar aquí y esperar a que el otro vuelva —puntualizó Sasuke

—Sí, pero antes de la puesta de sol o mamá va a enfadarse —agregó Naruto.

El pequeño zorro partió hacia la derecha mientras que Sasuke, tomo el camino de la izquierda. Se propuso encontrar la piedra blanca, atento al camino siguió el caudal del rio, no debía ser tan difícil, las orillas del riachuelo estaban rodeadas de piedritas lisas, en su mayoría oscuras, pero siendo buen observador y con un poco de suerte no era difícil dar con las piedrecillas blancas.

Dobló las mangas de su ropa y arremangó los pantalones hasta que sus rodillas quedaron libres, se hizo al ánimo para tocar el agua fría con los deditos descalzos y comenzó a caminar por la orilla. Metió las manos en el agua, removiendo las piedrecillas en busca de la preciada piedra blanca, dispuesto a ganarle a Naruto se adentró un poco más; el riachuelo, no es tan hondo, apenas sobrepasa su cintura, por lo que confiado se zambulló.

— ¡Buah! no está por ninguna parte —se quejó tras recuperar el aliento

Al salir del agua titiritaba de frío, faltaba poco para volver y él no había encontrado ninguno de los objetos, seguramente Naruto, con su olfato, ha habría dado con la lavanda, parecía que esa tarde Sasuke se quedaría sin postre y como si pensar en las florecillas fuera una señal de buena suerte, frente a sus ojos, del otro lado del riachuelo, una planta de lavanda lo saludaba.

No lo pensó demasiado, decidido, volvió a meterse al agua y atravesó el riachuelo, al menos no llegaría con las manos vacías. Al salir del agua, tras un momento para recuperarse, sintió el viento cálido subir por sus piernas, un escalofrió recorrió su espina al darse cuenta de sus acciones, había roto la única regla que su madre tiene para dejarlos salir, cruzó el riachuelo.

—Demonios — farfulló nervioso. —mamá va a enojarse mucho.

Vio el cielo, faltaba poco para que el sol descendiera, pero si ya estaba ahí lo mejor era llevar las ramitas de lavanda, al menos así, no quedaría como un total perdedor frente a Naruto. Al pasar sus dedos sobre la florecilla el aroma de la lavanda inundo el ambiente, suspiró suavemente, era tan reconfortante que hasta sintió sueño. De ente las hojas, tímidamente se asomó una criatura tan chiquita que Sasuke apenas pudo distinguirla.

— ¡Pero qué demonios...! —soltó asombrado. La diminuta criatura de aspecto humanoide, revoloteó a su alrededor encantada. De su espalda, sobresalían un par de alas transparentes similares a las de las palomillas y cada vez que se movía cerca de sus oídos, escuchaba un tintineo bajito, muy similar a un cascabel.

Sasuke constantemente, ojeaba los libros de su padre, entendía muchas de las palabras y otras tantas, como a cualquier niño le costaban trabajo, recuerda, una lección particular que su padre les dio una tarde lluviosa acerca de las guías.

Las guías, son hadas del bosque, seres tan diminutos que cuando son bebés miden menos de un centímetro y al alcanzar la edad adulta, su altura máxima son 4 o 5 centímetros. Estos seres tienen alas transparentes que salen de su espalda y su cuerpo, al igual que sus alas deja entrever su interior; su ser guarda pequeños jardines y si pones la suficiente atención, puedes ver las florecillas de colores que nacen de su cuerpo y las enredaderas verdes que las proveen de magia.

Las guías, a diferencia de otras hadas del bosque, son reconocidas por hacer sus nidos en las flores y por ser selectivas al momento de mostrarse ante alguien. Por ello Sasuke apenas puede creer que la pequeña hada se muestre ante él con toda la naturalidad del mundo.

—Eres una guía... — susurró. La pequeña criatura revoloteó a su alrededor y el tintineó animado le indicó que la chiquita lo comprendía —lo siento no quería molestarte, solo buscaba un poco de lavanda — se excusó. Pero el hada no parecía molesta.

El constante ir y venir de sus alas lo atrajo sin querer al interior del bosque, cruzando el riachuelo.

****

Naruto, acostado en la hierba, dejó salir un suspiro cansado, el sol comenzaba a bajar y Sasuke aún no volvía. A su lado, yacía la piedrecilla blanca, el trozo de cuarzo y un par de ramitas de lavanda que ningún trabajó le costó encontrar.

—Sasuke ya tardó mucho... — susurró levantándose. Dio un vistazo a los alrededores y caminó a orillas del rio siguiendo su rastro. Era fácil pues Sasuke tenía aquel aroma suave tan característico de su persona, Naruto no sabía exactamente que era, pero lo llamo bonito, "Sasuke olía a bonito"

Comenzó a preocuparse cuando el cielo se tinto de naranja, agitado, recorrió la orilla del riachuelo buscando su aroma, pero este, se diluía en algún punto. —Mamá va a enojarse mucho... —susurró preocupado bajando sus orejas. — ¡Ahgh! ¡Sasuke, Sasuke!, anda ya no es divertido, ¡Sasuke! — gritó con todas sus fuerzas pero Sasuke no respondió.

Agitado, con el corazón latiendo sin descanso, perdió la calma, olfateó desesperado en busca de algún rastro y cerca de la orilla encontró sus botines, su hermano no era tan tonto como para meterse en el rio ¿o sí? Se preguntó indeciso.

La hermandad se había asentado del lado norte, dejando el otro lado del riachuelo para que las criaturas mágicas vivieran en paz. Existía un mundo de leyendas en torno al bosque, desde los relatos más fascinantes de nomos y dragones, hasta la desaparición de niños y adultos que, valientes, se atrevían a cruzar el riachuelo; su madre, se encargó de inspirar miedo con las leyendas que les contaba cada noche, por ese motivo, no cree que Sasuke sea tan valiente (o tan tonto) para cruzar a causa de una simple piedrita. No tuvo que alzar la vista al cielo nuevamente, el tinte naranja de las nubes lo estremeció, Sasuke no estaba y no podía sentirlo.

Pensó en las posibilidades más viables, podría correr hasta la casa, avisar a sus padres y ellos fácilmente lo encontrarían, pero, si su hermano se encontraba en peligro, perdería tiempo importante, otra opción, era seguir su aroma, el problema, es que este se perdía en el agua.

—Vamos Naruto piensa en algo —susurró para sí mismo con frustración. Dio un par de pasitos en círculos alrededor de los botines de Sasuke, tenía que haber alguna forma de encontrarlo —todo sería más fácil si Sasuke tuviera maná — renegó pataleando. Entonces ,como si el sol se encendiera en su cabeza una idea surgió — ¡espera un momento! — Exclamó asombrado — ¡eso es! ¿¡Cómo no lo pensé antes!? — torpemente golpeo su cabeza.

Sasuke tenía maná ¡su mana!

— ¡Las marcas! —celebró con un salto.

Las marcas que los zorros del sol poseen debajo de sus ojos y en sus parpados superiores, son un símbolo de identidad, que los reconocen como parte de la jauría, pero también, sirven para sentirse, encontrarse y pertenecerse. Si lo piensa bien, la idea no es tan descabellada, Sasuke no tenía cola, orejas o era capaz de manipular el maná, pero definitivamente era un zorro del sol, portador orgulloso de las marcas de identidad y por tanto debía sentirlo.

Naruto cerró los ojos, juntó las manos en su pecho y pensó en Sasuke; sus sentimientos viajaron a prisa, intensos, hasta cruzar el riachuelo, ahí lo sintió cerca, perdido, confundido, pero hasta cierto punto, a salvo. Al abrir los ojos las marcas dejaron de brillar, ahora sabía que Sasuke si había cruzado el riachuelo, maldijo por lo bajo, cuando su madre se entere de la desobediencia seguramente no los dejará salir en un buen tiempo.

No se molestó en arremangar el pantalón, con la punta de pie, tanteó la temperatura del agua, estaba fría, aun así entró lentamente; titiritó cuando el agua mojó su espalda, a veces Sasuke hacia las cosas tan difíciles. En el horizonte, el sol casi desaparecía y las estrellas se asomaban tras las nubes negras, se asustó, nunca estuvo tan tarde afuera sin la compañía de alguno de sus padres o de Kakashi, pero sabiendo a Sasuke tan cerca, era mala idea volver.

Al salir del agua, el aroma de Sasuke llegó directamente a su olfato y él, perdido totalmente en ese mar de emociones indescriptibles lo siguió sin pensarlo. Valiente, se adentró en el bosque, con la ropa húmeda y su corazón latiendo sin control, ese mismo latido se intensificó al sentirlo cerca, el calorcillo extraño se hacía presente, palpitaba cada vez con más fulgor.

Sintió como en su cabello se enredaba algo y un sutil tintineo lo llamaba. Su vista atónita se perdió en un claro en medio de los árboles, Sasuke estaba al centro, rodeado de lucecillas que volaban a su alrededor.

Sasuke... —lo llamó sin obtener respuesta

El sol dejó espacio a la noche, en medio del claro las florecillas brillaron; Naruto valiente, salió de entre los matorrales, sin perder tiempo las guías se lanzaron sobre su cabeza.

— ¡Basta! — se quejó, alejándolas con sus manos al igual como hacía con las lucecillas en casa. —¡Sasuke! — lo llamó desesperado pero su hermano no respondió. — ¿Qué le hicieron? —cuestionó acusador.

Una guía tintineo en su oído, molestó, Naruto refunfuñó su respuesta

— ¿¡Que dices?! ¡No! Él no les pertenece — se quejó enojado. Caminó en dirección al chiquillo que permanecía quieto, sentado, observando a las pequeñas hadas revolotear a su alrededor. — ¡Sasuke! — lo llamó nervioso — debemos volver, mamá se volverá loca — insistió tomándolo de los hombros.

Sasuke apenas parpadeó, Naruto molesto, insistió en sacudir sus hombros, sin resultandos

— ¿Qué le hicieron? — preguntó a la pequeña hada que se posaba con toda confianza sobre las hebras oscuras.

La criatura, orgullosa, tintineo una respuesta que Naruto capto a la perfección — ¡No! — Afirmó molesto — ¡Sasuke no puede ser suyo! — está vez, notó el enfado en el tintineo — ¿Por qué?, pues...por- porque... ¡porque es mío! —soltó sin pena.

La guía comenzó a reír, Naruto, a la par se dio cuenta de sus palaras, su rostro se calentó, apenas podía controlar el latido de su corazón, pero tras las palabras sinceras las guías se alejaron del cachorro humano. Temeroso, tomo el rostro de Sasuke entre sus manos — ¡hey! ¡Vamos despierta estoy aquí, Sasuke...! — insistió en llamarlo. — ¡oye tú, despiértalo! — se dirigió al hada.

Con un suave agitar de sus alas, la guía se posó sobre la cabeza del pequeño zorro

— ¿¡Cómo que no puedes hacerlo?! —Cuestionó molesto, obteniendo una respuesta rápida

El pequeño zorro del sol podía entenderla, no sabía cómo, solo sabía que el tintineo se traducía en palabras. La guía, le explicó en un tono juguetón que al haber reclamado a Sasuke como suyo , su maná era el único que podría despertarlo.

Guiado por su instinto se acercó a Sasuke, suspiró suavemente y sus manos temblaron al tocar su rostro, se sintió observado por las hadas revoloteando a su alrededor y con las miradas el calorcillo se manifestó nuevamente. —aquí voy...– susurró para animarse. Cerró los ojos y la marca desvelaron en su rostro y en el del niño azabache, valiente, unió su frente y cálidamente le pidió que despertara.

Jamás había puesto tanta atención a los ojos de Naruto como ese día, era cálido, brillante, cristalino y reconfortante, Sasuke vio el cielo nacer en sus ojos. Parpadeo confundido y lo vio sonreír amoroso, Naruto dio un paso hacia atrás, llevándose toda la luz, fue entonces que notó que el sol se había metido y la noche los alcanzó del otro lado del riachuelo.

—Naruto...

—¡Volviste! Sin tiempo a reaccionar, se lanzó efusivo a sus brazos

—¿Dónde estamos? — susurró Sasuke dejándose abrazar

—Creo que es su casa —señaló a las hadas— estamos del otro lado del riachuelo

—Mamá va a matarnos

—¡oh si! Será mejor darnos prisa— extendió su mano para ayudar a levantarlo —señoritas me temo que debemos irnos

La guía que había atraído a Sasuke a aquel lugar, voló cerca de los oídos de Naruto y lo que le dijo lo hizo ruborizar.

—¿Qué te pasa?

—N-nada, nada, vamos...

—Naruto... —se detuvo pasos antes de cruzar el riachuelo — lo siento

—¿Qué? No, no te disculpes, no hiciste algo malo Sasuke

—Cruce el río — admitió apenado

—Bueno, si, pero no pasó nada malo

—Me secuestraron un montón de hadas

—Jajaja solo querían jugar Sasuke, les gustaste, por eso se mostraron ante ti, eres afortunado, la guias no se presentan ante cualquiera

—Pero...

—Yo estaré donde sea que estés, te lo prometo

Naruto tomó su mano, embelesado por el calor de sus deditos dejó que el pequeño zorro lo guiara por el camino, Sasuke creía en sus palabras, tenía la certeza de que no importa que tan oscuro fuese el camino, Naruto siempre lo encontraría .


Continuara... 



:'V asi que si, trato de convertir este bromance en romance jeje.

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