8. Las dos caras
—Dichosos los ojos, Krausser. Pensaba que ya no volvería a verte tan de cerca.
Caesar Blackhood, el mejor amigo de Sam. El novio actual de Regina. Un tipo de aires enigmáticos y mirada penetrante; de cabellos morenos y retirados hacia atrás, con unas gafas de aviador y la indumentaria de cuero marrón oscuro. Junto a los numerosos anillos de plata decorando sus dedos, completan su característico aspecto.
Su forma de saludar es calma, casi cálida; abraza al hermano mayor de Dustin, en cuanto este entra por la puerta del pequeño y concurrido bar en el que habían quedado para cenar esa noche. Ve como Sam lo acepta por inercia, sin mucha ceremonia.
Regina se dedica a saludar a su efusiva amiga Jessica, quien les esperaba allí junto a Caesar. Sin embargo, no quita ojo del reencuentro entre Sam y su novio, con una expresión contenida de satisfacción. Dustin, aún en la retaguardia, ve esa reacción en ella; entiende enseguida cómo la tranquiliza que el reencuentro entre aquellos dos haya sido así de pacífico.
¿A qué se debe aquél ambiente de tensión tan ambiguo? ¿Por qué Regina, la "diosa pelirroja" de Sam, es ahora la novia de su mejor amigo? ¿Qué tipo de relaciones son esas?
Es algo que Dustin se pregunta con insistencia, aunque en el fondo sepa que sus dudas no son más que simple falta de experiencia.
—No me llames así. Mi nombre es Sam —responde, con tono defensivo, mientras se separa de su abrazo.
—Ya lo sé. Pero es que hoy no vienes solo, ¿no? —dice, desviando la mirada hacia Dustin—. "Krausser" suena más general, es como saludaros a ambos.
Sam hace una leve mueca de desagrado ante ese intento de ocurrencia. Trae al frente a su hermano con el brazo, de nuevo rodeándole el cuello con él.
—Él es...
—Daxx. Mi nombre es Dustin, pero soy Daxx —interrumpe él, antes de ser presentado.
Sam se le queda mirando, gratamente sorprendido. Jessica, incrédula, pregunta algo a Regina en voz baja, sobre si aquél Dustin es realmente el mismo que aquel del que Sam les hablaba a veces.
—¿"Daxx"? —Se extraña Caesar, alzando la ceja con una sonrisa—. ¿No es así como llamas a tu moto, Sam?
—Bueno, en honor a la verdad, ese nombre siempre ha sido suyo —bromea, sabiendo que solo él y su hermano entenderían la referencia.
—Así que Daxx... —repite, como organizándose mentalmente, estrechándole la mano—. Me alegro de conocerte, al fin.
Aunque quisiera responder con algo igualmente educado, le puede el nervio y Dustin solo es capaz de sonreírle de vuelta. Tiene tantos interrogantes que resolver que no sabe por cuál de ellos empezar, ni en qué momento... Así que, simplemente, se deja llevar.
—¡Bueno, chicos, venid por aquí! Tenemos la mesa de siempre —aventura entonces Jessica, meneando su media melena castaña. Sus ojos claros y perfilados con eyeliner se achinan cuando sonríe—. Esto es casi como una reunión familiar, ¿verdad?
—Lo es —continúa Regina, ya alejada de aquella postura de "frío emocional" que tuvo cuando Sam habló de pasada, sobre su relación con ella.
Es cuando Caesar avanza hacia allá junto a Sam y la enérgica Jessica, que Regina se dirige discretamente al menor de los Krausser. Camina a su lado, cogiéndole suavemente del brazo y al rubio se le acelera la carrera que tiene por latido, al notar esa muestra de confianza por parte de alguien a quien apenas conoce.
—Esto ha sido gracias a ti, Dustin. Hacía meses que no veía a Sam y a Caesar... así.
—¿A-así...? ¿Así, cómo?
—Tan cercanos —confiesa la pelirroja, tras darse unos segundos para disfrutar de aquella estampa que tienen delante—. Es como si tu llegada hubiese suavizado a nuestro Sam...
—¿Suavizado...?
Regina se evade convenientemente de responderle, pues ya han llegado a su lugar predilecto con los demás y se dedica a ubicar su sitio, para sentarse junto a su novio Caesar. Es Sam quien obvia a Caesar y a Jessica por un momento, para atender a su hermano y respaldarle de gesto, sentándose a su lado en ese sofá paralelo a la ventana; los hermanos Krausser quedan dispuestos enfrente de Caesar, Regina y Jessica.
Una vez se han situado todos, es Caesar quien da comienzo al tema principal de la noche.
—Adelante, cuéntanos —enuncia, dirigido hacia Sam, mientras el camarero ya reparte las cartas de menú entre ellos—. ¿A qué se debe este pequeño milagro? ¿Has recuperado la fe, acaso?
—¿Fe? ¿De qué coño hablas? ¡Nací y moriré siendo ateo...!
—No me refería a eso, Sam —se ríe, tranquilamente—. Hablaba de lo inesperado que ha sido para nosotros, enterarnos de que vuelves a tener contacto con tu familia. Estábamos preocupados porque nunca sanases esa herida.
La voz de Caesar tiene un cariz maduro, tranquilizador. A Dustin le da la impresión de que este hombre se preocupa de verdad por su hermano mayor, le es agradable ver que tiene amigos como él. Pero Sam no parece querer abandonar su actitud esquiva, pese al clima de bandera blanca que todos celebran.
—Preocupados, ¿eh? —murmura, interrumpiéndose a sí mismo al beber de su jarra de cerveza recién traída.
—Ha sido una verdadera sorpresa. —continúa Regina, sonriendo hacia Dustin mientras mueve y entrelaza firmemente sus dedos con los de Caesar, sobre la mesa. Mira a Sam para preguntarle lo siguiente—. ¿Cómo fue? ¿Le llamaste tú? ¿O fue él quien vino a ti?
—¡Sí! ¡Desvélanos el misterio ya! —se pitorrea Jessica, guiñándole un ojo al todavía cohibido Dustin, a pesar de estar dirigiéndose a su hermano mayor.
Sam mueve ligeramente el cuello antes de responder, des-tensándose ante la expectación.
—Yo le dejé venir —responde entonces, dejando la jarra en el reposa-vasos y apoyando el brazo izquierdo sobre el cabezal del sillón—. Me necesitaba, así que le dije "¿Para qué están los hermanos?". Y se presentó en mi casa esa misma tarde, el tío. —Se encoge de hombros—. ¿Qué iba a hacer, si no? ¿Echarle a patadas? Supongo que tuvo suerte de pillarme de buen humor.
Dustin ignora las cejas alzadas de incredulidad del resto de comensales, ante la apática respuesta. Observa, en silencio, la rapidez con la que su hermano es capaz de cambiar de actitud en presencia de otras personas.
"¿Qué es lo que le pasa?", se pregunta. "¿Por qué de repente actúa como si todo esto le importase un rábano...?".
—Me alegro de que le dejases, entonces —admite Caesar, cortando aquél silencio incómodo que se formó. Alza su jarra para proponer un brindis—. Brindemos por los hermanos reencontrados.
Todos los presentes se suman al gesto de Caesar, incluido el reticente Sam.
La noche se desarrolla entre anécdotas y preguntas más bien superficiales. Dustin tiene la oportunidad de descubrir algunas cosas sobre los amigos de su hermano.
Le cuentan que Sam y Caesar se conocen desde Primaria y eran tan inseparables como él lo era de Logan. Que Regina llegó a sus vidas en Secundaria y trabaja de camarera en sus horas libres, que Jessica es la única amiga del mismo sexo que ella tiene y comparten afán por los karaokes...
Sam, pese a la animosidad de los demás, mantiene una actitud distante en todo momento; tan solo entra en la conversación para colocar alguna broma o algún intento de provocación hacia Caesar que, a cada cerveza que se bebe, camufla peor. Caesar sabe manejarlo bien y en ningún momento deja que esos comentarios vayan a más, pero Dustin sigue sin atreverse a preguntar por qué su hermano se comporta de esa manera, si él era el primero que quería que conociese a sus amigos; incluso llega a preguntarse si Sam se refería realmente a estos amigos o a otros.
Más de una vez cruza miradas con el amigo de Sam y se ve tentado de hacerle la pregunta estrella: "Qué pasó entre vosotros tres". Pero, aunque los ojos de Caesar dicen claramente "Dispara ya La Pregunta", cuando mira a Regina ve todo lo contrario en los suyos. Casi le piden que ni lo insinúe, al menos por hoy.
—Deberíamos irnos ya. Este chavalín tiene toque de queda, ¿verdad? —anuncia Sam, mientras posa la mano sobre su hombro.
—A-algo así, sí.
—Venga. Pues cuando vuelva, nos vamos —dice mientras se levanta, dirigiéndose al baño. Deja un billete en el centro de la mesa—. Quedaos con el cambio, majos.
—Oh, no. A esta invitamos nosotros —corrige Caesar, cogiendo el billete y dándoselo a Dustin, pues Sam ya iba camino de los servicios.
—Ha ido mejor de lo que esperábamos, ¿no? —inquiere de pronto Jessica, en voz baja y entretenida—. ¡No han habido bajas...!
Caesar observa como el menor de los Krausser ve alejarse al mayor con gesto dubitativo, casi entristecido.
—Dustin. No te preocupes —dice seriamente Caesar, casi ignorando el comentario de Jessica—. Seguiremos en contacto, por si cualquiera de los dos necesitáis alguna cosa, ¿de acuerdo?
Dustin recibe la servilleta en la que Caesar le ha escrito su número de teléfono. También ha puesto el de su novia Regina.
Le vuelve esa sensación de azoramiento en la garganta, ante esta extraña situación; Sigue costándole demasiado actuar sin cuestionarlo todo. Por un momento, cree que ésta es su oportunidad para hacer La Pregunta, ahora que Sam no está presente. Pero no le hace falta decirlo, pues su silencio y leve temblor de manos sujetando la servilleta hablan por él y Caesar le responde, adelantando ligeramente el cuerpo y poniendo su anillada mano sobre la suya para que detenga el nervio.
—Él te necesita más que tú a él, Dustin. Mucho más —le recalca, como si aún tratase de limar la aspereza que provocó aquél comentario de Sam—. Prométeme que tendrás paciencia con tu hermano.
Dustin se bloquea. Puede imaginar que eso de que "le necesita" es simplemente porque no tiene más familia con la que hablarse y con sus amigos se lleva de forma extraña, por motivos que puede sospechar.
Pero, por alguna razón, la insistencia sosegada de Caesar le invita a pensar que hay algo más. Algo que, en el momento justo en que se decide a preguntar, es interrumpido por el regreso del propio Sam.
—No le hagas mucho caso a este, ¿eh, Daxx? Que te lleva por el mal camino en cuanto te confías —bromea, llegando hasta su hermano.
—Solo le preguntaba qué hará con la moto que le has regalado —sonríe Caesar de forma impostada—. Si vuestro padre no sabe que habéis vuelto a veros, ¿no sospechará del origen de algo tan evidente como eso?
—Pensaba guardársela yo, en mi garaje —responde, tras darse una pausa que evidencia lo poco que pensó en ese "detalle". Jessica se ríe al reconocer esa expresión en él y adivinar que no lo tuvo en cuenta en absoluto.
Dustin suspira y pone la espalda recta en su asiento. Le cruza la mente una idea y no espera a madurarla para compartirla. No quiere pensarlo.
—He decidido contárselo —anuncia de pronto, con los ojos puestos en el centro de la mesa. Como si necesitase tenerlos en algo que no fuese una persona para no amedrentarse.
Sam le tuerce la cara, confuso. Los demás comparten su expresión de sorpresa.
—¿Contar, qué? —pregunta desconfiante, incluso sabiendo la respuesta.
—Le diré a papá que hemos vuelto a vernos —continúa, conteniendo el nervio e impostando seguridad—. Sea lo que sea que pasó, es pasado. Ahora estamos bien, ¿no? Tú me ayudas y yo te acompaño. Ya no tiene nada por lo que...
—Mejor lo hablamos de camino, ¿eh, chaval? —interrumpe Sam, incómodo ante tanto "público"—. Venga. Te espero fuera.
Tras recoger su chaqueta de cuero negro y dedicar un leve gesto de cabeza a los demás como despedida, camina hacia la salida del bar con paso firme.
—Ve con él, Dustin —le alienta Regina, sonriente—. Nos volveremos a ver pronto.
—... G-gracias por todo, chicos —contesta mientras recoge su cazadora y se levanta del sillón, volviendo por momentos a su timidez de siempre.
Jessica mueve los dedos como despedida, poniendo morritos de tristeza antes de sonreír y guiñarle un ojo, un gesto que al parecer repetía tras cada pequeña broma que hacía.
—No las des. Y no olvides lo que hablamos: No infravalores tu poder —subraya seriamente Caesar—. No te desaproveches, "Daxx".
Dustin asiente ante el recordatorio, tan nervioso por la situación que no se para a analizar la profundidad de tales palabras. Una vez el chico se ha marchado, Jessica es quien retoma cierta conversación dejada a medias, entre los que quedaron presentes.
—Entonces... ¿vas a perdonarle a Sammy todo lo que te debe? Era... demasiado, ¿no?
Sosegado, Caesar bebe un sorbo de su jarra, mientras Regina desvía la mirada hacia el ventanal, viendo desde ahí a los hermanos Krausser, colocándose los cascos antes de subirse a sus respectivas motocicletas. Observa como el menor insiste al mayor para llevarle en la suya, pues era bastante temerario dejarle conducir con lo que había bebido esa noche. Ve como Sam termina accediendo, sin demasiada protesta. Algo inusual en él, a juzgar por la expresión de sorpresa insospechada de Caesar, ante esto.
—Digamos que las cosas han cambiado —responde, finalmente—. Es probable que ahora pueda pagarme su deuda de otra manera más... útil.
Regina entrecierra los ojos al escuchar a su novio decir eso, contemplando cómo Sam y su hermano pequeño se alejan por la carretera, ambos en la moto de este último.
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¡Siento la tardanza! He ido de cabeza este mes, pero a partir de la semana próxima me organizaré mejor!
Más pronto que tarde, el siguiente episodio. ¡Mil gracias por leerme! ❤
PD: Os dejo con canción de este capítulo, que correspondería a Sam y es la primera de las que adjudicaré a un personaje en concreto ♡
Y también tenéis fichas de personajes esta vez, más abajo :3
https://youtu.be/AL8pbQBhwO0
PERFECT WORLD [Canción de Sam]
Touch gloves, yeah, it'll be alright
I always knew you had a heavy heart
Brother, brother
You're taking me back to the start
I saw your face in a photograph
Painting a picture of a better time
Brother, brother
You'll always be on my mind
Yeah
In a perfect world
In a perfect world
In a perfect, a perfect world
Touchdown to reality
It's not exactly what you had in mind, oh
Brother, brother
Was it only a matter of time
Yeah, oh
Maybe you've gotta let it be
Maybe time will tell, maybe you will see, oh
Brother, brother
You really shouldn't take it too hard
Oh
In a perfect world
In a perfect world
In a perfect world, singing
(X3)Ooh
It'll be okay (In a perfect world)
It wouldn't have to be this way (In a perfect world)
In a perfect, a perfect world
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