6. El secreto compartido
Ruido, pitidos, traqueteos mecánicos. Murmullo de gente y risas. La melodía que sale por los altavoces de las máquinas recreativas se repite una y otra vez.
Logan Edler se pasa la vida frente a maquinitas como ésta, de modo que oírlas repetirse no le importa; su oído está hecho a ellas, está más centrado en la estrategia de su juego. Pero a lo que no está tan acostumbrado es a que su mejor amigo Dustin le hable tanto, ni con tal entusiasmo; ese papel le pertenece a él.
—Tío. Cambia ya de fase. Estás dándome mala suerte —reprocha Logan, sin quitar sus ojos azules de la pantalla ni las manos de la palanca y sus botones.
Lleva los antebrazos y las manos siempre llenas de garabatos que él mismo se hace, además de alguna que otra tirita que le cubre los dedos: a pesar de que su amigo Dustin le saca más de diez centímetros de estatura, ambos comparten un físico delgado bastante similar.
—¡Eh...! ¡N-no es mi culpa que ahora vayas perdiendo!
—Puede. Pero igualmente estás empezando a rayarme —se queja, en tono socarrón—. Ya me has dicho lo del nombre de la moto como cien veces.
—B-bueno, creí que te interesaría que por fin me pasara algo... interesante.
—Y me interesa, pero... ah.
Suelta los mandos, al tiempo que la musiquita de la máquina le anuncia el final y le pide más monedas. Se pasa la mano por la frente mientras resopla, apartando su alborotado flequillo castaño para secarse el sudor.
—Es que se me hace raro verte así. Tan hablador, ¡tan emocionado!
—Eso es porque lo estoy —le sonríe, acercándose a él para guardar su secreto—. Se trata de mi hermano, Logan. Han sido solo dos tardes con él y ya tengo la sensación de que está cambiando mi vida, ¿te lo puedes creer?
—En realidad no, no me lo creo. —admite, con gesto de ir a enumerar los motivos, girándose a él—. Dust. Tu hermano se convirtió en un fantasma hace años... y ahora va y aparece de nuevo, sin explicaciones de por qué se largó. Es como muy de película de psicópatas, ¿no?
—¿P-psicópatas? ¡Pero qué dices...! ¿Conectas el cerebro y la lengua alguna vez?
El castaño se ríe.
—Por supuesto. Pero ya sabes cuánto me aburro, Dust —sentencia él, recogiendo su mochila del suelo y volviendo a mirarle—. Tendré que inventarme yo el peligro si no existe, ¿no?
—¿I... inventarte el... peligro?
Sopesa por un momento. ¿Era su reencuentro con Sam algo peligroso? Él mismo le habló de "caos", cuando se vieron la primera vez.
Al día siguiente de haber ido a visitarle, ya le estaba enseñando a montar en su querida moto "Daxx"; lo vio tan feliz haciendo con ella esos saltos entre escombros y coches desguazados, que deseó aprender a imitarle. Sam le había prometido enseñarle a conducir, igual que dejó al alcance de su mano esa ilusión de sentirse libre y liberado, realizando esas cabriolas en el aire.
Pero algo había de razón en las palabras de su amigo Logan, si aquel reencuentro todavía era un secreto para todo el mundo.
Sobre todo para su padre.
—Adoro el riesgo, ya lo sabes —continúa Logan, dándole un leve toque en el hombro para espabilarlo—. Así que, si vas a meterte en líos, cuenta conmigo, ¿vale? ¡Eso de las motos suena bastante peligroso...!
—Estás como una cabra...
Ajustándose su mochila al hombro con el que la cargaba, el rubio decide seguir a su amigo, que ya camina hacia la salida de los recreativos.
—Y de las locas —responde tranquilamente —. Venga, te acompañamos a casa. Sebastien estará esperando fuera ya.
Tal y como predijo Logan, cuando salen pueden ver, allí aparcada en la esquina, la limusina negra que Sebastien conducía; allí está él, erguido en paralelo al vehículo, a la espera.
—Míralo ahí... es como un reloj. Siempre a la hora exacta.
Sebastien Monsang, el tutor de Logan. El mayordomo de Logan desde que nació.
Un hombre de origen francés, imperturbable y de pocas palabras, cuyo porte y estatura intimidarían a quien no lo conociese; De pelo cano y luciendo desde hace años un cuidado bigote igualmente grisáceo, algunas personas creen que se trata del abuelo de Logan.
Pero lo que se sabe es que no comparten lazos de sangre, a pesar de lo cercano que llegó a ser con la madre del chico, quien falleció cuando él tenía solo cinco años.
—Podgías apgendeg de mí, entonses —apunta Sebastien, dirigido a Logan. Este frunce el ceño, sin entender como pudo oírle desde tan lejos—. El tiempo es ogo, muchachos. Debéis apgendeg a administgaglo con cabeza.
—S-sentimos haberte hecho esperar, Sebastien —se disculpa Dustin. —. Hoy ha sido mi culpa... me entretuve y llegué tarde.
—Los Kgausseg sois las pegsonas más puntuales que conosco —admite el hombre, mientras les abre la puerta trasera y los chicos suben—. Debe de habeg sido algo muy impogtante, aquello que te hiso llegag tagde.
Dustin comparte con Logan una significativa mirada; entre ellos existe una diferencia de edad de dos años, pero tienen una de esas amistades que no necesitan demasiadas palabras para entenderse. De las que se forjan en la infancia.
Sabe que Logan jamás contaría a nadie sus secretos. Y el reencuentro con Sam es uno bien gordo.
—¿Podría quedarme hoy a cenar con ellos, Sebastien? —aventura de pronto Logan, una vez Sebastien se coloca en el asiento del conductor—. Es que como no hemos tenido casi tiempo después de clase... nos han quedado cosas pendientes, ¿eh?
—Eso debeguía desidiglo Agnold, Logan. Tal ves él tenga otgos planes, ¿no lo has pensado? —responde estoicamente, mirándole por el espejo retrovisor.
—Seguro que no le importará —rebate rápidamente él—. Dust es el único que sabe explicarme bien esas malditas fórmulas, ¿a que sí? ¡Clases de refuerzo!
Sebastien levanta las cejas levemente al oír eso, ya pendiente de la conducción.
—¿He oído bien? ¿También le vas a dag clases de guefuegso a él, Dustin?
—¿"También"? —se extraña Logan—. ¿Hay alguien más usándote de profe?
Dustin desvía la mirada hacia la ventana, al venirle cierto recuerdo intruso y confuso a la mente.
—S-sí, bueno... Grace, a veces.
Logan se le queda mirando, de boca y ojos abiertos, con un silencioso reproche hacia su amigo por no habérselo dicho antes.
—Pero hace ya mucho de eso —continúa el rubio, con los ojos puestos en la velocidad del paisaje exterior—.Y no era nada tan... importante.
Sebastien continúa conduciendo, sin ahondar en el tema, aunque tampoco retoma el que su ahijado inició.
Logan acostumbraba a entretenerse con su videoconsola portátil en los trayectos, o a pedirle a Dustin sus libros para garabatearle en ellos. Pero esta vez no hace nada de eso y, en su lugar, piensa en su amigo; pasan tanto tiempo juntos que le extraña que apenas le hable sobre Grace, la chica que sabe que le interesa, a quien él también conoce desde siempre.
"Puede que este asunto secreto con su hermano sea una buena oportunidad para conectar mejor con él", reflexiona Logan, viendo cómo el rubio se quedó con la mirada absorta en la ventanilla. "Desde que se largó Sam, ha estado muy apagado. Estaba tan apegado a él...".
—Hemos llegado, Dustin —anuncia Sebastien, deteniendo el vehículo frente a la casa de la familia Krausser.
—Ah, entonces... ¿puedo quedarme con ellos? —aventura Logan, al despejarse de sus pensamientos y acordarse de su propia petición.
—Te guecogegué a la hoga de senag —sentencia su tutor—. Yo también nesesito hablag contigo sobge un tema.
Logan se vuelve a mirar con Dustin, sin evitar la mueca por aguantar la sonrisa.
—A esa frase nunca le sigue nada bueno —suspira, con un leve mohín—. Si es por las notas, ya te dije que me quedo con Dust para que me ayude.
—Hablaguemos luego. Id y apgovechad bien el tiempo —concluye Sebastien, quitando el seguro de las puertas—. Buenas noches, Dustin.
Dustin se despide de manera cohibida antes de salir, mientras que su amigo no le da demasiada importancia al severo tono de su mayordomo.
◇◇◇
—Este viernes volveremos a vernos. Dijo que me tenía una sorpresa preparada.
Durante el "repaso" de fórmulas matemáticas del instituto, Logan atiende a la información extra de su amigo, encerrados como es costumbre en su habitación.
—¡Incluso ha empezado a enseñarme a conducir! Siempre quise que fuese él quien me enseñara... aún no me creo que todo esto esté pasando.
—Ni yo —responde Logan, mientras garabatea un libro ajeno y Dustin camina, de un lado a otro del cuarto—. Suena súper raro, todo este asunto... Supongo que es por eso que no te atreves a decirle nada a tu padre, ¿no? Da bastante miedo cuando se le cruza un cable, eso es verdad. ¿Qué diría si se enterase...?
—No lo sé —Suspira, deteniéndose—. La verdad es que no sé qué pensar, ni tampoco si debería pensarlo... Es tan complicado...
—Oh, dios mío —Suelta el bolígrafo, teatrizando—. ¿Dustin Krausser acaba de decir que "No debería pensar"?
Dustin sonríe, admitiendo la broma de su amigo mientras este ríe, sin creerlo.
—¡Realmente te está cambiando, esto! —Se ríe, ahora girado hacia él en su silla—. Empieza a gustarme formar parte de esta mentira... ¡es refrescante, ver que por fin te atreves a hacer algo por tu cuenta, sin analizar tanto la situación! —Recupera su bolígrafo y le señala con él—. ¡Te sienta bien mentir!
—¡T-tampoco es que estemos mintiendo a nadie...! —se excusa, sentándose en su cama—. Solo es que... no quiero que nadie lo gafe, ¿sabes? He esperado mucho por algo así, y... no me gustaría que papá lo echase a perder por sus... neuras. Sam no fue muy claro al respecto, pero me dio a entender que se marchó de casa por culpa suya.
Logan resopla, al oír eso.
—A saber, tío. Tu padre es muy...
—Lo sé. Eso mismo dijo él —continúa, al predecir el tipo de adjetivo que Logan iba a usar, solo con mirarle la cara—. Pero, por ahora, no quiero hurgar en esas heridas. Por una vez, prefiero... disfrutar del presente.
—Y haces bien. No veo qué tiene de malo querer estar con tu hermano. —Se encoge de hombros—. Sobre todo cuando es un tío que se dedica a arriesgar su vida con una moto, ante cientos de personas.
Dustin entiende el entusiasmo que Logan siente por todo aquello que implique riesgo; Es como esos insectos que vuelan directos hacia la luz que los quema, o esos desorientados roedores, los leminos, famosos por sus tendencias "suicidas".
—En eso os parecéis, sí. A él tampoco parece importarle demasiado su integridad física cuando se sube a esa moto... ¿Será por eso que tuvo diferencias con papá?
Logan enarca una ceja y sonríe, lanzándole a traición el bolígrafo hacia su amigo, confiando en sus inhumanos reflejos para cazarlo al vuelo. Se levanta de la silla y camina hasta la puerta de la habitación, mientras sigue hablando.
—Céntrate, Dust. Dijiste que nada de pensar, ¡nada de hurgar! ¿Recuerdas?
Llegando hasta la puerta, comprueba que no estaba cerrada del todo, y suspira.
—Aunque empiezo a pensar que es imposible impedírtelo. ¡Parece que os viene de familia, vuestro complejo de detective...!
Dustin frunce el ceño y se vuelve hacia él. Al hacerlo, ve a Logan abrir del todo la puerta y, tras ella, a su hermana Heather, quien les saluda con la mano y una sonrisilla en la cara.
—¡Heather! ¿Otra vez poniendo la oreja en la puerta? ¡Qué te dije sobre esto...!
—¡Es que habláis muy alto! ¡Y yo... yo me aburro mucho allí sola, lo sabes de sobra! —se defiende, mientras Logan ríe de la absurda situación. El tono de Heather nunca se sabe cierto si es de queja o de ataque—. Además, me pareció oír el nombre de Sam...
El rubio y el castaño se miran, esta vez con expresión de alerta. Logan coge a Heather de la mano y la trae de un tirón hacia el interior de la habitación, cerrando del todo la puerta.
—¡B-baja la voz! —susurra alteradamente a su hermana, yendo con ella y cogiéndola por los hombros, mullidos por el grueso abrigo—. D-dime, ¿qué es lo que has oído, exactamente?
—Pues... que has vuelto a verte con él —explica, conteniendo su expectación, al ver a su hermano mayor tan nervioso—.Y que papá no debe saberlo... porque están... ¿enfadados?
—Vale, lo ha oído todo —aventura Logan, con impostado tono catastrófico. Dustin mira a su colega y sabe que en realidad le encanta esta situación.
—Lo siento... ¡no pude evitarlo...!
—Está bien... está bien —se repite para sí, cerrando los ojos. La deja estar y les da la espalda a ambos. Suspira mientras piensa, revolviéndose el pelo al resolverse finalmente—. Sabes mi secreto, Heather. Nuestro secreto —Se gira a ellos de nuevo—. Así que vas a tener que prometerme que no dirás nada a nadie, ¿de acuerdo?
A Heather se le ilumina la mirada al entrever lo que esa frase significa.
—Sí, Heather. Ahora eres parte del complot para hacer de Dust una persona normal y feliz —continúa Logan, con sorna—. ¡Y él ha prometido dejar de ser tan soso!
—¡Que yo no soy soso! —Le devuelve el bolígrafo de antes a modo de proyectil, y él lo esquiva torpemente entre risas—. Solo quiero que esto salga bien, ¿vale? ¡No pido tanto...!
—¡Y saldrá bien, ya lo verás! ¡Podéis confiar en mí! —exclama de forma repentina, sin creerse que por fin forme parte de algo que tenga que ver con su querido hermano mayor y su chico favorito—. ¡Tenéis mi palabra, los dos!
—Gracias, Heather.
Entre que Dustin sonríe agradecido a Heather y ella se contiene de abrazarle por la usual precaución ante sus poderes copia-dones, a Logan le suena el teléfono móvil.
—¿Sí...? Ah... ¿Ya? —contesta al aparato, mirándose el reloj en la otra mano. Mira a sus amigos con expresión cansina, mientras le hablan al otro lado de la línea—. Ya, vale... lo sé, lo dijiste. Ahora salgo.
—¿Sebastien? —adivina Dustin, cuando Logan finaliza la llamada.
—Tengo que irme, chicos. Ya sé que sin mí esto no es lo mismo, pero... creo que me espera una buena charla.
—Es verdad, lo había olvidado. —Se rasca el cogote al recordar aquél tono tan serio del mayordomo—. ¿Crees que sabrá que ocultamos algo...?
— Qué va a saber —le despreocupa, recuperando su bolígrafo, estuche y mochila—. Querrá que le cuente como llevo las clases de repaso, ¡no te angusties tan pronto, anda!
Cargándose la bolsa al hombro, se despide de ambos hermanos con un leve toque de nudillos, dejando a Heather con una sonrisita como la que se le puso antes, al ser descubierta espiando. Al darse cuenta de su propia reacción hacia Logan, se ruboriza y mira hacia su hermano, preparando ya alguna frase que desmintiese lo evidente. Pero, al mirarle, ve que él tiene la mente en otro lado, como es habitual, preocupándole el gesto.
—Yo no le conocí demasiado —dice ella, una vez Logan se ha marchado del todo—. A Sam, digo. Era muy pequeña cuando se marchó, así que...
—Lo sé. El único con el que pasaba algo más de tiempo era conmigo. —responde, con voz calmada—. Y tal vez tampoco era para tanto, pero... yo lo recuerdo como algo... importante.
Heather sonríe, enternecida, al caer en la cuenta de que ella y Dustin tampoco han tenido muchos momentos como este, de hablar sin bromas de por medio, sin Logan manejando la conversación con sus ocurrencias.
Que su hermético hermano le confiese lo importante que era Sam para él, y que además la incluya en su secreto, la hace sentir menos aislada.
—Gracias por no mandarme a mi cuarto como siempre, hermanito —dice finalmente, dispuesta a salir de la habitación. Aún siente un nervio extraño, al verse en una situación tan cercana con él.
—De nada —contesta Dustin, sonriente—. Quizá ya sea hora de que cambien algunas cosas, ¿no crees?
Heather asiente, ilusionada, antes de salir por la puerta.
"Toda buena película se merece un segundo visionado... para averiguar qué fue eso que la hizo tan especial".
"Si la película en sí... o el momento en que la viste".
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