49. La ilusión de la felicidad
La felicidad hace creer a la mente que el tiempo pasa más deprisa.
Dos semanas después de aquella noche tan particular, Dustin y Grace decidieron darse una oportunidad.
Ya se encuentran a principios del mes de septiembre y en el ambiente se respira un agradable aroma a nuevos comienzos: la pareja camina ahora con sus manos entrelazadas por la ciudad de Kerzefield, dirigiéndose hacia el punto de reunión habitual con el resto de la pandilla, el restaurante Clover's.
Se toman todo el tiempo del mundo en el trayecto y Grace no puede frenar su entusiasmo cuando salen a colación sus queridas series de animación.
—¡Ah! Entonces tú también veías esos dibujos, ¿no?
—C-claro que los veía. A Logan le encantaban.
—¿Y viste ese capítulo donde tenían que luchar contra sus miedos? Ay, yo lo pasé muy mal por Eduardo, pobrecito...
—¿Contra sus miedos? C-creo que ese no lo vi...
—Estaba genial. La verdad es que tenía capítulos muy buenos.
Dustin se queda mirando a Grace en ese breve silencio, mientras caminan. A pesar de que ya han pasado unos cuantos días, todavía hay momentos en que le cuesta creer que él sea la razón de esa sonrisa con hoyuelos en la chica.
—O-oye, ¿y no había ningún capítulo donde hablasen de sus metas? —pregunta, captando su atención—. Ya sabes, sus... sueños para el futuro.
—Oh, pues... Ahora mismo no recuerdo. Sé que Eduardo repetía mucho que era científico sin serlo, pero...-
—¿Y tú qué meta dirías?
—¿Eh? ¿Yo?
—S-sí... Cuál crees que sería tu meta en la vida.
—Pues... no sé. —La velocidad de sus pasos aminora un poco—. Supongo que tendría que pensármelo...
Una vez él comprueba que no pasa ningún coche por la carretera, ambos cruzan el paso de cebra. Solo quedan unos metros para llegar hasta el restaurante de las Cloverfield.
—La mía es ser el policía más rápido del mundo —le dice, en un intento de contagiarle esa seguridad a ella—. Y defender a mi gente de las injusticias.
—¡Pero eso no vale! —replica, risueña—. Has dicho dos metas, no una.
—¡V-van de la mano! Al menos así es como quiero que sea.
La chica sonríe ante esa afirmación tan genuina. Él la deja pasar primero cuando llegan hasta la puerta principal del Clover's y, tras saludar a su madre Rachel, ambos caminan hasta ocupar su mesa predilecta, junto al ventanal. La luz anaranjada de la tarde se filtra por los cristales y le da su característico toque cálido al lugar.
A los pocos segundos de haber tomado asiento frente a su novio, a Grace le viene algo a la mente que enseguida dice en voz alta, como una revelación:
—Mi sueño es tener una tienda de golosinas, a la salida de un colegio.
Dustin alza las cejas y asiente.
—¡Es verdad! A ti te encantan las chucherías. D-de esa manera tendrías suministro ilimitado de piruletas, ¿no?
Grace entonces niega un poco con la cara, todavía sonriente.
—Me gustaría porque de ese modo, contribuiría a la felicidad de un montón de niños —confiesa, y se retira un mechón tras la oreja—. La alegría y la inocencia que yo sentía cuando entraba en una de esas tiendas al salir del cole, cuando yo era niña... no sé. Es algo que no me cansaría de ver nunca. Sería como vivirlo de nuevo un poco, cada día...
Enternecido por esa confidencia tan nostálgica, Dustin extiende las manos por encima de la mesa para alcanzar las de Grace.
—Me gusta. Es un gran deseo.
Ella asiente con lentitud, mientras acaricia las manos del chico con los pulgares.
—¿Sabes...? Creo que eso es lo que más me gusta de ti, Dustin. Tu pureza.
—¿Pureza?
—Sí, quiero decir... Esa sinceridad, esa transparencia tan sencilla. —Sus ojos se entretienen en las caricias de sus manos, para luego devolverlos a él—. Me recuerdan tanto a la infancia...
Él sonríe.
—Y a mí me gusta que me mires así. —Ante el leve gesto de extrañeza de ella, aclara—: Como si hubieses encontrado algo que perdiste.
La chica asiente, al saber bien a qué se está refiriendo. Con los ojos puestos el uno en la otra, por unos segundos olvidan que el mundo a su alrededor ha seguido girando. Ninguno de los dos atiende a las voces familiares que se acercan hasta ellos, hasta que ya están justo a su lado.
—¡Pero bueno! ¿Os ponemos ya un espejito aquí colgado? ¿Y una barrita de alpiste acoplada a los barrotes de la jaula?
—¿Logan? ¡Chicos...! —se sorprende Grace. Le entra la risa nerviosa al ver a la pandilla entera allí—. ¡No os habíamos visto!
https://youtu.be/1Hw_n4CYNHs
—¿Pero os lo ponemos o no, periquitos? —se ríe él, tomando asiento al lado de Dustin.
Felicity se sienta a continuación de él y Heather se coloca al lado de Grace, saludándola con un mimo en el brazo.
—Mira que sigo sin acostumbrarme a lo vuestro, eh.
—¡Eh! ¡Ni se te ocurra decir nada malo de mis periquitos, lemming! —le advierte Keith, sentándose al lado de Heather—. O yo desplegaré todo mi veneno de sierpe hacia tu relación con la "señorita delegada", que ahí tengo material para toda la tarde.
—Oye, pues a mí me interesa saberlo —admite Felicity, entretenida—. ¿Algo que objetar, "Snake Man"?
—Puede. Ahora que la adorable Heather y yo somos los únicos solteros del grupo, somos libres de opinar sobre las otras parejas sin miedo a contrataques. ¡Somos intocables!
Heather se ríe a eso. Victoria en cambio rueda los ojos, ya sentada en la silla que Mike le trajo para acoplarse al borde de la mesa.
—Bueno, técnicamente Mike y yo no estamos juntos, o sea que... No sois los "únicos solteros", Keith.
—¡¿Eh?! ¿Cómo que no? —exige saber Mike, llegando con su silla y arrimándose a ella—. ¡Pero si lo hablamos el otro día, tía!
—Di mejor que solo hablaste tú. Yo estaba pensando en mis cosas —asegura, mirándose las uñas.
Keith se ríe de él, dándole palmadas recias en la espalda y molestándolo en ello.
—Qué pena me estás dando, Mickey. Anda, deja que Snake Man te ayude con tus temas amorosos. Me precede el éxito con los periquitos Krausser y Cloverfield.
—Ogh, ¡que no hables de ti mismo en tercera persona! —se queja Logan—. ¡Da demasiada grima!
—Grima es mi segundo nombre, chatín.
A la risa de Heather se suma la de Mike y la de Dustin.
—Bueno, después de merendar vamos a ir a la casa del lago —anuncia entonces Felicity, dirigiéndose hacia Victoria y Mike, los miembros más recientes de la pandilla—. ¿Vosotros os apuntáis también, chicos?
—Oh, pues... —Victoria se mira fugazmente con Mike y enseguida vuelve a Felicity—. Claro, me parece una súper idea.
—Si va Snake Man, yo me apunto —añade el otro.
—Genial, el campo es un lugar maravilloso para las serpientes y para las ratas del almizcle —asegura Logan—. ¡Lo pasaréis de maravilla!
Victoria no puede evitar reírse, igual que el resto de la pandilla a excepción de Mike.
—¡Puto lemming! ¡Ya te pillaré, ya...!
—¡Eh, vamos, haya paz! —pide Felicity entre risas—. ¡Tengamos una buena despedida del verano! Que ya no queda nada para empezar las clases. Ya no podremos ir tan a menudo...
—Bueno, la academia de Seb no abrirá hasta octubre. ¡Todavía nos queda un mes por delante! —le dice Logan—. Aprovechémoslo al máximo.
◇◇◇
Ya es casi de noche y la mayoría de integrantes de la pandilla se dedica a hacer la cena, en la barbacoa cercana a la casa.
Solamente quedan en el puente de madera Grace y Dustin, sentados al borde: acurrucados uno al lado del otro, repasan las fotos de grupo que se han hecho durante la tarde en el teléfono de Dustin.
—Esta de aquí me encanta. Salimos todos riéndonos —le dice ella. Desliza la pantalla con el dedo para regresar a la foto de la que habla—. ¡Y estamos todos! Hasta Mike.
—Qué hiriente ha sonado ese "hasta", chatina.
—¡¡Keith!! —La chica da un respingo del susto, mientras Dustin se echa a reír—. ¡¿Qué diablos?! ¿Cuánto tiempo llevas ahí detrás?
—Pues unos cinco minutos, o así. ¿No me oísteis llegar, con el ruido tan horroroso que hace este puente cuando cruje?
—¡Es obvio que no, si me has asustado! No lo vuelvas a hacer... odio los sustos.
—Bueno, bueno, no te asusto más. Pero venga, decidme, ¿lo habéis hecho ya?
—¿Hacer qué? —pregunta Dustin, sin saber de qué habla. Pero ver a Grace tensa y clavándole la mirada a Keith le hace intuirlo.
—¡Está claro, chatín! Eso para lo que me pediste permiso.
—¿Permiso...? —Tarda unos segundos en caer en la cuenta—. ¿Qué? ¡No! ¡N-no te pedí permiso...! L-lo que hice fue...-
—Oh, sí. Me pidió mi bendición, ¿no te lo había contado? —le dice a Grace, entretenido—. El tío vino a preguntarme si yo estaba bien, si estaba a gusto con lo vuestro. ¡Como si fuese yo un cura! En serio, tu novio debería estar en una panadería, chatina: es un bollito tierno con canela.
—N-no le pedí permiso, Hannah Grace —insiste él, cortado a pesar de que la expresión de Grace es más enternecida que otra cosa—. E-es que me...-
—¡Ey, chicos! —les llama de pronto Heather, al otro lado del puente—. ¡Necesitamos más manos en la cocina! ¿Puede venir alguno?
—¡Claro que sí, chatina! ¡Ahí te envío a tu gallardo hermano! —anuncia Keith, levantando a Dustin del brazo sin dificultad—. Que yo tengo que ponerme al día con Grace.
—¡Nooo! —Se aferra a la mano de Dustin para que no se aleje—. ¡No me dejes a solas con Keith!
—¡T-tranquila, no te preocupes! Confía en él. ¡Es más majo de lo que parece...!
Ella hace un mohín y pone morritos, pero la expresión tristona se desvanece en cuanto Dustin se despide de ella con un fugaz beso. Sonriente, Grace observa cómo el chico se aleja por el puente y se reúne con su hermana.
Keith aprovecha para sentarse en el sitio que él dejó libre.
—Entonces lo habéis hecho ya, ¿no?
—¡Y dale...! ¡Que no te lo voy a contar!
—Me tomaré eso como un sí —se ríe—. Esas cosas se notan enseguida. Las parejas cuando ya lo han hecho se vuelven mucho más pegajosas. Como dice el lemming, se vuelven agapornis, o periquitos... no entiendo de pájaros, chata.
Grace entonces respira hondo, todavía tensa.
—No. No lo hemos hecho —confiesa, tajante. Keith la mira, enrarecido—. Ahora soy yo la que... no puede.
—¿Cómo que no puedes?
La chica agacha los ojos al agua, sin abandonar esa expresión taciturna.
—Lo he intentado. Pero no puedo.
Keith se queda en silencio, empezando a entender.
—Vaya. Eso significa que tampoco hubieras podido hacerlo conmigo, ¿no? —Niega, con una sonrisa amarga—. Aunque aquella vez fui yo el que no pudo echar para adelante...
—...No se lo he podido contar.
Ante esa frase tan ambigua, Keith le lanza una mirada de extrañeza, tenso.
—¿Contarle qué? ¿Mi polvo fail?
—No —le corta ella, aún seria—. La razón por la que tengo trauma.
Los hombros de Keith se destensan un poco, pero no abandona su expresión abatida por lo que la chica le está contando.
—Le he dicho que es porque aún no estoy preparada y él se lo ha creído, y me ha entendido. Ha insistido en que no me preocupe, que no hay ninguna prisa y... lo típico.
—¿Y ese tono derrotista, chatina? —Alza una ceja y le sonríe de nuevo—. Vamos, no me hagas esto. Que estaba ya feliz de oírte piar.
—Pero ¿y si nunca consigo quitarme ese bloqueo, Keith? ¿Y si... él no quiere esperar eternamente?
—Bueno. Se trata de Krausser, ¿no? —Suspira, resolutivo—. Yo creo que es el tipo de persona que no tiene algo así como prioridad.
Grace continúa con la mirada puesta en el lago, pensativa.
—Ese tío te adora, Grace —insiste, ante su silencio—. No lo veo perdiendo su devoción hacia ti por algo tan simple. Te lo digo yo que sé bastante del tema.
Esas últimas palabras hacen que Grace por fin mire hacia Keith.
—Tienes razón —admite—. Tú sabes mejor que nadie lo que es amar sin tocar, ¿no?
—Ni yo lo habría dicho de forma más poética, chatina.
La chica sonríe un poco, al fin. Ve a su exnovio con los ojos sobre el lago que ella observaba antes y durante unos segundos ninguno de los dos dice nada.
—Estás bien, ¿no, Keith? —le pregunta entonces—. Hacía tiempo que tú y yo no hablábamos tanto sobre... ya sabes.
—Estoy perfectamente, chatina. Ya te lo dije: lo que a mí me interesa es que vosotros estéis bien y sepáis quereros. Yo soy un desastre con eso, ya has podido comprobarlo.
Las voces y risas de los demás se escuchan en la lejanía, acompañadas del canto de los grillos.
—Lo que hiciste fue algo muy noble —continúa ella—. Y yo siempre te tendré un aprecio muy especial.
—Por eso me guardas el secreto tú a mí, ¿no?
—Te pido perdón por cómo te traté, Keith —le dice, al tiempo que agacha la mirada—. Ojalá pudiese devolverte solo un poco de todo lo que has hecho por mí...
—Ey, venga, no vuelvas a ponerte tristona otra vez. —Le da un toque con el dedo en la punta de la nariz—. ¿Dónde está esa sonrisa de antes? La de periquita feliz.
Grace se frota bajo la nariz y el gesto sonriente del que Keith habla vuelve a su rostro, aunque con el ceño fruncido.
—Vamos, no me digas cosas tan moñas —bromea él—. Guárdate toda esa poesía para Krausser. A mí resérvame los chistes de mal gusto y demás cosas raras, que es lo que me va.
Keith se incorpora entonces. Respira hondo y desentumece sus hombros rodando un poco los brazos. Una vez termina, le tiende la mano a Grace.
—Venga, ¿te vienes con el resto?
Ella alza la cara y le mira. Al bajar los ojos a esa mano que él le tiende, ve aquel pañuelo de color rojo anudado en su muñeca.
—Claro —sonríe, al tomar su ofrecimiento con firmeza—. Vamos juntos.
◇◇◇
Ya es noche profunda.
Logan ha regresado a su mansión en el coche de Keith y ya se ha despedido de todos ellos hasta el día siguiente.
Una vez se encuentra en el salón principal, se dispone a enviarle un mensaje a Sebastien para preguntarle, como es costumbre, por dónde está él. Pero la iluminación del salón de la chimenea le frena, al entender con ello que es allí donde está su padre.
—Ey, Seb. —Se asoma al marco de la sala, con la mochila a cuestas—. ¿Te has vuelto a desvelar?
—Buenas noches, Logan —responde con sobriedad.
Allí sentado en uno de los sillones, entre sus manos sostiene un enorme libro de tapa dura.
—¿Cómo ha ido la tagde?
—De lujo. Incluso han venido Mike y Victoria Fisher —le cuenta, acercándose hasta él. Deja la mochila tirada por el suelo y se deja caer en otro sofá.
—La hija de Cameron Fisher, ¿ah? Es una buena chica.
—Sí, bueno, un poco pija, pero bastante simpática. —Se lleva las manos tras la cabeza, acomodándose—. Qué lástima, yo la veía ya saliendo con Dust, antes de lo de Gracie... Ah, si es que aún no me lo creo. —Se ríe un poco.
Sebastien no responde nada a ese chascarrillo. Sigue con el semblante serio, atento a ese mamotreto que reposa sobre su regazo.
—Son textos antiguos. Sobre ti.
—¿Sobre mí? ¡No me digas que me han hecho libros y no lo sabía! Dime, ¿pone por ahí lo de mi relación trágica con los batidos de chocolate?
—No sobre ti exclusivamente. Sobre tu raza.
—Oh... ¡Ya veo! Sobre lo que te pedí para aprender a usar mis poderes, ¿no?
El chico se gira un poco en el sofá y queda tumbado de lado, de forma que puede ver mejor a Sebastien. Frunce el ceño con extrañeza, al no obtener respuesta.
—Ey, ¿va todo bien, Seb? Últimamente estás más... serio.
—Yo siempre he sido seguio, Logan.
—No, no. Me refiero a que estás como preocupado —aclara, rascándose la mejilla—. ¿Es por lo de la policía? Por los controles que han aumentado desde que nosotros...
—En pagte, sí. Pego no es nada que nos pueda afectar ahora mismo. Están hasiendo su trabajo.
—Hm... —Sopesa durante unos segundos, con la mirada inquieta por la sala—. Entonces, ¿qué es? Algo te tiene de morros. Te lo veo. ¿Qué te preocupa, Seb?
El hombre alza por fin la mirada del libro, para posarla sobre el fuego de la chimenea. Vuelve a haber un silencio entre ambos.
—¿Recuegdas lo que te conté sobre el momento de madurasión de tus poderes, Logan?
—Eh... claro —dice, tras pensarlo—. Que se manifiestan tarde o con... ¿emociones muy intensas?
—Eso es. —Cierra el libro con lentitud y deja la mano allí posada—. Suele seg más evidente en la adolescencia, cuando se fogma el carácter. Cuando la pegsona empieza a sentig de fogma más... profunda.
—Sí, vamos. Cuando se es un batido agitado de hormonas. —Se ríe.
Vuelve a enunciarse un silencio entre ambos, hasta que Sebastien responde al fin la pregunta de su hijo.
—Yo... estoy pgeocupado por Dustin y por Grace, Logan.
Logan enrarece el gesto y se incorpora del todo, sentado. Observa a Sebastien esperando a que continúe, pero no lo hace.
—¿Dust y Gracie? ¿Por qué te preocupan? Si están mejor que nunca, ahora que por fin se han decidido a estar juntos. A ella se la ve mucho más relajada. Y Dust, bueno... él está más emparrado de lo normal, pero tampoco desentona.
Sebastien entonces niega un poco, de ojos cerrados.
—La inestabilidad emosional de Grace podría... seg un problema grave para Dustin y sus lagunas.
—¿Inestabilidad? Bueno... ya te digo que desde que están juntos, ella está más tranquila. Sí es cierto que Gracie siempre ha sido bastante "especial", pero creo que Dust sabrá relajarla. Como Feli conmigo.
Tras esa resolución, Logan se levanta del sofá, recoge su mochila y camina hasta el marco de la entrada al salón. No oye responder nada a Sebastien, así que añade:
—Pero, en fin, si te sigue preocupando tanto... Puedo encargarme yo mismo de vigilar para que Gracie no se salga de madre, ¡que nunca se sabe!
Sonriente, el chico da media vuelta dispuesto a abandonar la sala, cuando la voz de su padre le detiene en el sitio:
—Precisamente... tiene que ver con su madre.
—¿Perdón? —Se gira a él de nuevo.
—Grace es como tú, pero aún no lo sabe —revela—, y después de lo ocurrido con Scarlett, he comprendido que debemos ig con mucho más cuidado del que pensé.
Ante la expresión sobrecogida de Logan, Sebastien continúa:
—Grace es la hija de Hann Edler.
◇◇◇
La mañana del día siguiente, Logan se encuentra sentado en el banco de un tranquilo parque de Kerzefield, en el que ha quedado con su mejor amigo.
Mira continuamente a un lado y a otro, por si aparece. Tiene un tic nervioso en la pierna porque lleva ya un buen rato de espera y no deja de rascarse las heridas de sus dedos, aunque sepa que no debe hacerlo.
«Empezamos mal... La puntualidad legendaria de los Krausser ya se está yendo a la mierda...».
Es cuando se encuentra con la vista puesta hacia el lado derecho durante más tiempo, que Dustin aparece y le habla por el izquierdo.
—¡Ey, Logan!
—Ah... ¡Dust!
—P-perdona la tardanza, es que estaba con Hannah Grace. Estábamos aprovechando el rato antes de que empezase su turno matinal.
—Ah... claro. No pasa nada.
—¿Va todo bien? Por teléfono te escuché un poco raro...
—Sí, bueno, es que...
—¿T-te ha pasado algo con Feli?
—¿Qué? ¡No, qué va! A ver, es... es más bien sobre ti, Dust.
—¿Sobre mí?
—...Siéntate.
Sin abandonar el gesto de extrañeza, Dustin obedece a su amigo y toma asiento a su lado. Empieza a preocuparse, pero opta por mantenerse callado y dejar que se explique.
—Mira, Dust... Ante todo, te aseguro que yo me alegro más que nadie de que estés saliendo con Gracie. Porque joder, ya era hora de que te correspondiera. Aún ni me lo creo.
Dustin sonríe.
—S-sí... Es un poco surrealista, ¿verdad? A mí también me cuesta creérmelo todavía...
—Se la ve súper feliz, eso es cierto. Y a ti también.
Su amigo asiente, sin abandonar la sonrisa. Logan en cambio sigue nervioso, porque sabe lo que debe decir y andarse con rodeos no es lo suyo.
—Ey, vamos, Logan. Dime ya qué te pasa —le pide, afable—. Y d-deja de rascarte las manos, que mira cómo te las estás dejando.
Logan hace caso a Dustin y se detiene, estrujando una mano con la otra. Respira hondo.
—Verás, es que... anoche Sebastien me estuvo contando cosas sobre Gracie.
—¿S-sobre Hannah Grace? ¿Qué pasa con ella?
—Él... me ha pedido que me espere un poco para contártelo, pero no puedo esperarme, ni fingir que no pasa nada. Contigo no.
Ante la expresión desubicada de Dustin, él vuelve a suspirar y trata de relajar las manos.
—¿Recuerdas a Hann?
—Hann... ¿la hermana de tu madre?
Logan asiente con lentitud, serio.
—Pues resulta que Gracie es su... hija.
—¿C-cómo?
—Nuestros padres la rescataron cuando solo era un bebé, en aquella misión en la que salvaron a tu madre. En la que Julia murió —le dice, serio—. Cuando cogieron al bebé ni siquiera sabían que era hija suya, estaba sola y nadie se pronunció... Fue Hann la que se lo confesó a Seb, en los interrogatorios de Letroit. Por entonces Gracie ya tenía unos ocho años y Rachel la llevaba criando desde que se la entregaron.
Dustin se queda muy quieto. Le cuesta asimilar lo que acaba de escuchar, casi tanto como le costó a Logan la noche anterior. Él deja un margen de silencio para que Dustin asiente la información.
—¿H-Hannah Grace es adoptada...?
—Sí. Eso explica muchas cosas, ¿verdad?
—B-bueno... entiendo que nuestros padres q-quisieran ocultarle que era hija de esa psicópata asesina cuando se enteraron, pero...
—Sebastien está muy preocupado por ella y por ti, ahora —continúa Logan, todavía algo incómodo—. Después de ver lo que hizo Scarlett, siendo solo una copia de ese poder... Teme que cuando Gracie lo descubra no pueda...-
—No pueda, ¿qué?
—Controlarlo.
Dustin mantiene el ceño fruncido, contrariado por ver el tono que la conversación está tomando con respecto a su novia.
—¿Q-qué problema habría? Tú has seguido siendo el mismo después de averiguar qué eres, ¿no?
—Pero Dust, ella siempre ha sido una persona... inestable. ¿Sabes la que podría liarse si juntamos eso con la potencia de este don tan peligroso? Además, tú todavía estás...-
—¿Inestable...?
Logan entiende enseguida lo mucho que esa palabra acaba de ofender a su amigo. Cierra los ojos con fuerza y se lleva dos dedos a la frente, consciente de que la ha cagado.
—¿Estás insinuando que está mal de la cabeza?
—¡No! Lo que intento decir es que tenemos que ir con cuidado, no sabemos cómo reaccionaría. Debemos ponernos de acuerdo para contarle todo esto de la mejor manera, porque a su edad ya debería empezar a despertar su poder y, si lo descubre de mala manera y estás tú cerca...
Dustin se levanta entonces del banco.
—S-se acabó. No quiero seguir oyendo más insultos.
—¡No son insultos, Dust! Solo quiero que tengas cuidado y que lo consideres... Sebastien está dispuesto a ayudarla como sea, a que la ayudemos entre todos. Se siente demasiado culpable por haberlo ocultado tanto tiempo. ¡Incluso teme que Gracie pueda sentirse dolida por lo que él le hizo a Hann al final, a pesar de todo lo que ella originó!
—¿Ayudarla? ¿Cómo? ¿Contándole algo que pueda joderle la sonrisa?
—No, Dust, eso no es lo que...-
—M-mira, Logan, me trae sin cuidado la culpa que sienta ahora Sebastien. T-todo aquello es agua pasada, ¿vale? Lo que tenemos ahora es a Hannah Grace tranquila y feliz. N-no permitiré que eso se rompa solo para que él se quede tranquilo.
—¡Pero no seas tonto! ¿No ves que se trata también del presente? Si ella descubre por su cuenta todo esto, ¿cómo crees que reaccionará? ¿De verdad piensas que no querrá tirar del hilo? Joder, ¡mira las que montaba solo por celos! ¿Qué no montará por saber que su madre asesina intentó romper nuestra familia y que tiene un poder desmesurado?
—Hannah Grace ahora está en paz, Logan —alega con firmeza, crispado—. Yo mismo encontraré el momento de decírselo, si lo veo oportuno.
—No. No puedes hacer esto solo, Dust... por favor. No quiero que te pase nada, ¡vamos! Si te lo he contado antes de tiempo ha sido porque...-
—Entonces deja de insultar a mi novia y todo seguirá yendo bien.
—¡Dust, joder...!
Logan ve como su amigo da por finalizado el encuentro y se aleja del lugar. Resopla con gran impotencia, agobiado por no saber cómo resolver esta situación tan espinosa sin hacer daño a una parte o a la otra. Sintiéndose, de nuevo, en medio de dos mundos.
«¿Y ahora qué hago yo?», se pregunta mientras sostiene la cabeza entre sus manos, «Mucho poder de dios inmortal pero luego voy y la cago con una simple conversación...».
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