46. El cielo que llora
Tras pasar lo que quedaba de noche concibiendo el plan, Arnold se dirigió con su equipo hacia la ubicación que Jessica les indicó: un almacén de aspecto abandonado cerca del muelle de Schuld City, no muy lejos del apartamento donde Caesar reside.
Para llegar hasta allá ha escogido uno de los vehículos más sofisticados de su empresa: un todoterreno acorazado cuya característica principal era el camuflaje óptico de su carrocería y el sigilo de su motor.
Finalmente le han acompañado la doctora Bogart y dos de sus hijos con Stigma, Shane y Lauren. Solo permitió que Dustin viniese con la condición que ya hablaron la noche anterior: que se quedaría en el coche, protegido por los hijos de Ingrid Sophia y con un chaleco antibalas.
La doctora Bogart ha salido del vehículo para explorar el terreno y, de paso, comprobar si aquel lugar cuenta con suficientes zonas con agua estancada: descubre que así es, debido a la lluvia que lleva cayendo desde el día anterior y que ha generado bastantes charcos.
—Nos comunicaremos con estos teléfonos —le informa Arnold a su hijo, todavía en el vehículo. Le entrega uno de los aparatos y el chico se queda mirándolo—. Es una línea cerrada. Solo tu madre, Sebastien o Jessica pueden hablar con nosotros. Nada ni nadie puede interceptar las llamadas de estos dispositivos.
—Que sepamos, claro —aventura Shane con dejadez, en uno de los asientos más cercanos a la ventana. En su boca muerde una cerilla como pasatiempo—. Esos tíos se las saben todas. Igual ya nos están escuchando y todo.
—Eh, venga. No seas tan tú, anda —replica su hermana Lauren, al otro extremo—. Que vas a asustar al cachorrito de guepardo.
—N-no estoy asustado.
—¿Entonces por qué tartamudeas?
—Escucha, hijo. Trataremos de hacer que esto sea breve —le dice Arnold, ignorando las bromas de los otros dos y colocando una mano sobre su hombro—. Vosotros quedaos aquí y esperadnos. Estaremos de vuelta con Regina antes de que os deis cuenta.
Dustin ya tiene más que clara esa parte, después de que su padre lo haya repetido tanto durante el trayecto. Pero hay una duda que sigue masticando y solo se atreve a preguntar ahora:
—¿Y qué haréis con Caesar, papá? S-si es cierto todo lo que Jessica dijo que hizo, y si realmente tiene retenida a Regina... ¿le llevaréis ante la policía?
—Es lo correcto, sí. Aunque no nos fiemos del todo de ellos, siguen siendo la ley. Es por eso que decidimos meter el primer pie por nuestra cuenta: para evitar filtraciones.
—Ah, claro, quieren que a la policía le venga por sorpresa, ¿eh? —entiende Lauren.
—Eso es.
Arnold dedica una última mirada a su hijo. Quita la mano de su hombro tras darle un par de toques reconfortantes.
—Recuerda, Dustin. Si necesitáis decirnos algo, usad este teléfono —le dice, mientras se dispone a salir del vehículo—. Nos vemos dentro de un rato, chicos.
—A mandar, señor Krausser —desliza Shane, gesticulando con dos dedos desde su frente a modo militar—. Nosotros cuidamos del guepardito.
—¡Q-que no tiene que cuidarme nadie...!
Lauren se ríe. Arnold parece esbozar una media sonrisa también, mientras se asegura mirando por la ventana de que no hay nadie, antes de salir.
—¿Todo despejado, Ingrid? —le habla al aparato.
>Sí. Cillian y yo no hemos visto nada ni nadie por los alrededores. Solo lluvia y muchos charcos... lo cual es algo bueno para nosotros.
—Perfecto. Nos vemos en el punto de encuentro entonces.
>Aunque creo haber visto un enorme gato negro por fuera del edificio.
—¿Un gato negro? ¿Será mi gato Kuro-chan? —cuestiona enrarecida Lauren—. Pero si es tan vago que no se mueve de la casa...
>Me temo que era bastante más grande que un gato.
—Puede que haya sido un simple espejismo. No sería el primero que los Sons of Schuld nos intentan colar —opina Arnold—. Y personalmente, temo más a los humanos que a los animales.
—¿Has oído eso, guepardito? —vuelve a bromear Shane, hacia Dustin—. Tu padre dice que no infundes miedo.
Dustin resopla.
—¿D-de verdad tengo que quedarme aquí con el "tío Cerilla"?
Arnold suelta una pequeña risa antes de salir del vehículo. Se va tranquilo sabiendo que Shane y Lauren estarán con él, siendo algo más mayores y siendo así que poseen Stigmas bastante entrenados.
—Portaos bien, chicos. Estamos en contacto.
◇◇◇
—Esta sala es alucinante, Seb.
—Sabía que te gustaguía —sonrió el hombre.
Logan había sido el primero en despertar a primera hora de la mañana y lo primero que hizo, comido por los nervios debido a la misión, fue pasearse por la mansión para relajarse.
En su recorrido se encontró con Sebastien, que hacía un rato que ya había ultimado los detalles de la operación junto a Arnold y Claudia. El hombre optó por sumarse a su paseo, viéndolo el momento ideal para mostrarle a Logan una sala que durante años ha mantenido celosamente guardada de él.
Una habitación subterránea en la que Sebastien conservaba diversos artilugios de su propia creación, los que alguna vez utilizó en las misiones del CEOS o esperaba poder usar en otra ocasión: intercomunicadores diminutos, visores térmicos, inhibidores de Stigma de diversas clases... y también su querido fusil de francotirador, un rifle Heckler & Koch PSG1.
—Me enseñarás a usarlo algún día, ¿a que sí? —pregunta el chico, sujetando dicho rifle bajo la atenta supervisión de Sebastien. Él le ayuda a colocárselo correctamente—. Vamos, sería de diez llegar a ser tan genial como tú algún día.
—Lo iguemos viendo, chico —le dice, recuperando el arma tras dejar que lo tenga un poco—. No quiegas correr tanto. Lo primego seguía que aprendieras a manejar tus propios poderes, ¿no crees?
Logan se quedó parado al escuchar el punto de Sebastien.
—Es cierto, ¿cuáles son mis poderes, exactamente? Yo nunca he sabido hacer nada especial...
—¿Estás seguro de eso? —Una vez ha puesto a buen recaudo su rifle, se giró a él y se cruzó de brazos. Se apoyó relajadamente sobre una repisa cercana—. ¿Nunca has notado que pasaga algo extraño a tu alrededor y nadie supiese explicag el motivo?
El chico arrugó la frente, esforzándose en recordar algo así.
—Bueno... a veces me sangraba la nariz. Y siempre que me pasaba, algo se caía de su sitio. Como la planta de mi clase. —Se rio al recordarlo—. Aunque ahora que lo pienso... hace poco volvió a pasarme, estando con Dust.
Al recordar en voz alta eso último en voz alta, miró a Sebastien con los ojos más abiertos.
—Espera un momento, ¡eso es: hice frenar yo la moto, antes de caernos! Por eso sangré tanto...
—Eso paguese, sí. No seguía descabellado pensag que hayas heredado esa habilidad. Una de sus características más notables es la telequinesia.
—¿"Una de sus características"? ¿Es que puedo tener más aparte de esa?
—Pog supuesto. Los Hijos del Mundo no tienen un único podeg. Aunque los que más se han demostrado son los podegues mentales, cada uno paguese tener una especialidad, dentro de ese campo. Además, poseen una gran longevidad y resistencia física: una capacidad de regeneración envidiable.
Logan se puso a mirar algún que otro artilugio de la sala mientras hablaban, aunque seguía fascinado por lo que Sebastien le contaba.
—Entonces, ¿eso quiere decir que soy inmortal?
—Eso es lo que dicen las leyendas, sí.
Su respuesta hizo sonreír a Logan, que aún trataba de asimilar que todo aquello se pareciese tanto a uno de sus queridos videojuegos, donde el héroe descubre tardíamente las maravillas que es capaz de hacer.
—Dime, ¿recuegdas habegte puesto enfermo alguna vez en tu vida, Logan?
—Pues ahora que lo dices... no —Frunció el ceño de nuevo, tras pensarlo—. Los resfriados nunca me han durado más de una mañana... Aunque igual era solo alergia.
—Capacidad de regeneración fuega de serie —le explicó de nuevo.
—Pero entonces no entiendo por qué siempre tengo heridas en las manos —replicó, mirándose las tiritas que cubrían los eccemas de sus dedos—. Y... ¡lo del pajarraco del demonio! La marca que me dejó en la mejilla cuando me atacó: esa la sigo teniendo. ¿Cómo es que todo eso no se me cura?
—Bueno... puede que sea cosa de los propios podegues mentales —sopesó el hombre, llevándose una mano al mentón—. Otro de los dones que se atribuyen a los Hijos del Mundo y que Hann demostró teneg fue el de crear espejismos, modificando la percepción ajena. ¿Te acuegdas de lo que te conté de la caja de música que transformó en un arma?
—Vaya... eso da escalofríos —reconoció—. Realmente es un poder enorme... y al parecer yo solo he llegado a usarlo para parecer más humano.
—Tendría sentido que ese fuese el motivo por el que tus heguidas no se cugan: siempre te has esforzado por aparentag nogmalidad. Incluso con la ropa...
—¡Eh! ¿Qué tienen de malo mis sudaderas y mis vaqueros rotos?
—Nadie dijo que fuese malo. Pego no negarás que tienes una extraña alergia hacia los trajes...
—Ya, bueno. Es que si voy de traje por ahí la gente solo se acercará a mí porque sabrá que tengo dinero —se rio—. De esa otra forma tienen que ahondar un poco para saberlo. Además, me encanta esa sudadera: Feli dice que "huele a invierno".
—¿Y eso qué significa, exactamente?
—Ni idea. Pero cuando lo dice, sonríe. Eso quiere decir que es algo bueno —razonó, rascándose la tirita de la mejilla—. Ah... Ya tengo ganas de ver la cara que pondrá cuando ella sepa todo esto sobre mí...
Sebastien no respondió nada a aquel comentario. Se limitó a asentir con tranquilidad, viendo como Logan seguía mirando y toqueteando sus artilugios, esquivando la obvia pregunta que lleva tantos años esperando que le haga: ¿era él su verdadero padre?
◇◇◇
Lejos de Schuld City, en la modernizada capital de Sant Silvery, Sebastien y Logan vuelan rumbo a la dirección que Elisa escribió en el brazo de su amigo. Sobre la ciudad cae una débil lluvia al igual que en la capital de donde vienen.
Durante el viaje en el jet privado de Edler, Logan se ha mantenido en un inusitado silencio mientras cavilaba sobre las posibles frases que le podría decir a Elisa, negándose a avisarla de su llegada por teléfono para beneficiarse del efecto sorpresa: quiere que todo se desenvuelva de forma pacífica y, al ver el cielo lluvioso, teme que su amiga no tenga una buena reacción y se oscurezca tanto como el temporal.
De forma distraída y mientras se pierde en esos pensamientos, su mano ha ido dibujando trazos sobre una libreta en blanco, retratando fielmente la lluvia que observa por la ventanilla.
Una vez llegan y ambos se adentran en el edificio en cuestión, aquel tan alejado de la ciudad, Logan es quien toma la iniciativa: se presenta por su nombre y apellido en recepción, explicando que su amiga Elisa Fitzgerald le pidió que viniese. La amable señorita de recepción le pide que esperen mientras la avisa.
Apenas transcurren unos pocos minutos –en los que Logan no ha querido sentarse por la tensión- hasta que aparece ante ellos la propia Elisa, llegando hasta ellos con una gran sonrisa en los sus labios pintados de morado.
—Al final has venido, Logan —le dice, y acto seguido mira a Sebastien—. Habéis venido los dos...
—Sí. Nosotros...-
—Me alegro de que estés aquí —le interrumpe ella, abrazándole con firmeza. Logan no se atreve a atosigarla de explicaciones en un momento así y lo deja estar—. Vamos, seguidme. Os llevaré con mi madre. No se lo va a creer...
Logan se mira con Sebastien, una vez la chica da media vuelta y camina por donde vino. Sebastien asiente al chico, tratando de infundirle algo de apoyo con ese gesto.
El trayecto es tranquilo y silencioso, apenas se oye la lluvia repiqueteando en las cristaleras que decoran el lugar. Los pasillos por los que Elisa les guía se encuentran prácticamente desiertos, atrás queda el gentío de la sala principal: Sebastien no abandona en ningún momento su expresión de seriedad, pues hasta hoy desconocía la existencia del lugar y, sobre todo, de lo que allí se hace.
Finalmente llegan hasta su destino: el despacho de Scarlett Fitzgerald.
—Mamá... Mira quién ha venido —le anuncia Elisa, entrando y haciendo pasar con ella a sus invitados. Cierra la puerta una vez han pasado y se acercan al centro de la sala.
—Sí. Lo sé. Se me ha informado —responde tajante, levantándose de su asiento y caminando hasta estar delante de su escritorio. Ni su tono ni su rostro parecen muy amistosos—. Sinceramente no esperaba que fuese cierto.
—Mamá...
—Creí haber dejado clara mi postura respecto al tema de nuestra colaboración, señor Monsang.
—No es mi proyecto el motivo de nuestga visita, señoguita Fitzgerald —contesta con educación él—. Estamos aquí pog la decisión de nuestros hijos. Espego no interrumpir nada más importante.
Scarlett mira con indiferencia a Sebastien y desvía los ojos hacia su ahijado.
—Nada hay más importante que los hijos. Adelante.
Logan asiente. Le motiva enormemente escuchar como Sebastien se dirige a él con la palabra "hijo" y sin añadir "adoptivo" detrás.
—Verá, yo... Necesitaba hablar con usted. Elisa vino a mí a contarme una historia que me incumbía. Pero... no me la contó entera. Sebastien me ayudó con la parte que faltaba.
—¿La parte que faltaba? —cuestiona Elisa, mirando de soslayo a su madre.
Logan mantiene sus ojos azules sobre Scarlett, manejando bastante bien sus nervios.
—He venido para que lo hablemos como personas civilizadas —continúa, bajo la atenta mirada de Sebastien—. Todos merecemos escuchar la versión verdadera y sin cortes de publicidad engañosa. Y puede ser usted quien se la cuente a su hija, o puedo ser yo: a fin de cuentas ella me contó todo aquello porque pensó que me estaba ayudando. Y eso es lo que yo quiero hacer ahora.
Scarlett se limita a alzar una ceja, altiva. Observa a Logan como quien tiene delante a un perro ladrando y el teléfono en la mano con el número de la perrera ya marcado.
—Te lo advertí, Elisa —dice ella, tras un pequeño suspiro—. Te avisé del error que suponía confiar en Sebastien Monsang. Como me temía, ya le ha llenado la cabeza a tu amigo de mentiras y ahora pretende que tú también las creas.
—¡No son mentiras! —interrumpe el chico, desconcertando a Elisa—. ¿Por qué no le cuenta lo que los Sons of Schuld hacían realmente? ¿De las muertes que causaron y la cantidad de vidas que destrozaron por culpa de su egoísmo? ¡De cómo aprovecharon su poder para hacer daño!
La mujer guarda silencio ante las acusaciones del joven. Parece demasiado convencida de que la historia que él intenta contar no va con ella.
—Logan... te estás equivocando —le dice su amiga entonces—. Los Sons of Schuld solo buscaban sobrevivir, ya te lo dije. —Mira a su madre al decir lo siguiente, buscando sentirse respaldada al hacerlo—: En su organización no tenían cabida los sentimientos egoístas. No usaban su poder para herir a menos que se sintieran amenazados.
Logan respira hondo antes de responder, sin quitar sus ojos de Scarlett.
—No, Ellie, no me equivoco, y ojalá lo hiciera. Pero mi madre todavía estaría viva de no ser por su locura.
La chica niega con la cabeza, incrédula. Fuera, la lluvia ha comenzado a intensificarse y la fuerza del viento hace retumbar ligeramente el enorme ventanal.
—¿Locura? No... eso no es así. Fue Arnold quien le hizo aquello a tu madre —rebate, alternando miradas a Logan y a su madre, que permanece seria—. ¡Fue él quien la cagó! Por su culpa ella murió.
Logan no responde nada a eso. Permanece en silencio y en su rostro se aprecia lo afectado que está, pero no se esfuerza en desmentir lo que Elisa grita: no cree necesario discutir para demostrar que tiene la razón. Y ese silencio es precisamente lo que le sugiere a la chica que algo va mal en su versión.
Termina por fijar toda su atención en Scarlett.
—Eso fue lo que tú me contaste, mamá. Porque eso fue lo que pasó, ¿verdad? La culpa de aquella muerte fue solo de Arnold Krausser...
—No tenías ninguna necesidad de saber cuánta gente estuvo implicada en aquella tragedia, Elisa —responde la mujer, ocultando tras su máscara de superioridad un enorme dolor que ya mostró ante su hija en la intimidad. Camina hasta ella y coloca una mano sobre la mejilla de esta—. Aquello es pasado. Y lo que tenemos aquí y ahora es el presente...-
—¿Me mentiste? —le interrumpe la chica, con un hilo de voz.
—Lo hice por tu bien, ¿no lo ves? Solo busco protegerte y evitar que te conviertas en lo que todos recuerdan de los Sons of Schuld: unos monstruos que usan su poder para someter a los débiles, imponiendo su superioridad.
El estruendo de un trueno se escucha desde el exterior en ese momento.
—¿Unos... monstruos?
—Tuve que omitir información desagradable que no necesitabas, Elisa. Tenía que alejarte de Monsang y de los suyos para que nada de aquello enturbiase tu vida... Pero nunca pensé que eso te empujaría a querer acercarte más aún. —Sujetando la cara de su hija entre las manos, la mujer muestra por un breve instante algo de dolor en su expresión: la mirada tras los cristales de sus gafas está ahora cristalina—. Ahora te miro a los ojos y solo veo el mismo odio incurable que veía en él...
—No. Cállate... ¡cállate! —le corta ella, coincidiendo con otro relámpago iluminando la sala. Se aleja de su madre caminando hacia atrás, acercándose a la cristalera—. ¿Estás intentando decir que me manipulaste? ¡¿A tu propia hija?!
—Elisa, yo solo...-
—¡¡Cállate!! ¡¡ERES IGUAL QUE ELLOS!!
El grito de la chica irrumpe al mismo tiempo que la cristalera revienta, cediendo finalmente a las violentas sacudidas de aire del exterior: los ojos de Elisa se iluminan con el fulgor azulado que indica que está utilizando su Stigma.
—¡Mierda, Ellie...!
—¡Elisa, por favor! ¡No dejes que te controle! —le grita su madre, tratando de alcanzarla a través de las fuertes corrientes que se entrelazan entre sí por toda la sala, salpicándolo todo con la lluvia—. ¡Tú eres la única que puede hacerlo!
Los truenos ahora se escuchan mucho más amenazadores, sin la cristalera amortiguando el sonido. Elisa se ve invadida por el miedo y la rabia, una peligrosa mezcla de emociones.
Pero el temor por el repentino pico de potencia en su Stigma no la distrae del hecho de que su madre trate de caminar hasta ella para alcanzarla.
—No... ¡¡no!! ¡¡No te acerques a mí!! ¡¡ATRÁS!!
Extendiendo los brazos hacia Scarlett, las corrientes de aire se unen unas con otras a una velocidad que asusta. En su mente únicamente hay cabida para el deseo de alejar a su madre y su Stigma actúa al momento, concentrando allí su fuerza y empujando a la mujer de una sacudida que la estampa contra la pared más cercana del despacho.
Scarlett se desploma en el suelo tras el golpe y Sebastien se apura entonces en llegar hasta ella, lidiando con las sacudidas del vendaval que imposibilita el paso firme.
—¡¡Ellie!! —le grita Logan, captando al momento su atención. Aprovecha que Sebastien está ocupado socorriendo a Scarlett para avanzar un par de pasos hacia Elisa.
—Logan... estás ahí. No te has ido...
Al chico le es imposible diferenciar en el rostro de Elisa qué son lágrimas y qué es agua de lluvia. Pero su expresión rota le dice todo lo que necesita saber y continúa tratando de avanzar hacia ella en actitud conciliadora.
—¡Claro que no, Ellie, nunca me iré! —le asegura, alzando la voz para hacerse oír ante el estruendo de la tormenta—. Estoy aquí, ¿vale? ¡Solo he venido a ayudarte, como tú me ayudaste a mí!
La mueca de dolor en el rostro de Elisa parece mostrar una sonrisa de emoción contenida al escuchar esas palabras. Ve a Logan extender una mano hacia ella, bastante firme a pesar de las sacudidas que amenazan con tumbarlo, y su mente solo puede pensar en una cosa.
—¿Has venido para unirte a mí, Logan? ¿Vamos a dejar atrás a todos esos malditos mentirosos, que únicamente saben aprovecharse de nosotros o temernos como si fuésemos escoria?
Aquella pregunta mantiene en tensión a Logan, incapaz de responder nada. Sebastien, que ahora sujeta a una debilitada Scarlett, contempla la escena y algo se revuelve en su interior: un desagradable recuerdo se reaviva en su mente y le pinza los nervios.
Pero antes de que el hombre alerte al chico del peligro, la propia Scarlett se recompone con dificultad en sus brazos, malherida, para dirigirse una vez más hacia su hija una vez logra incorporarse y deshacerse del agarre de Sebastien.
—¡No! ¡No lo permitiré! ¡¡No permitiré que te conviertas en él!!
Elisa entonces clava su refulgente mirada en la mujer, reaccionando de forma violenta e instintiva ante la interrupción con el chico al que ama: dirige súbitamente todas las corrientes de aire hacia ella y de nuevo impacta contra la pared, esta vez con el doble de fuerza.
Pero la potencia de este nuevo ataque se torna inestable debido al caos emocional que invade a Elisa y de pronto todo se vuelve contra ella: sin darle tiempo a reaccionar, su cuerpo sufre un efecto rebote que la empuja hacia el ventanal y sus botas resbalan en el borde.
—¡¡Mierda, Ellie!! —Logan reacciona con rapidez y corre como nunca hasta ella, a pesar de los resbalones por el suelo mojado. Se echa al suelo y se desliza para extender el brazo y alcanzar la mano de Elisa, pero apenas logra agarrarla unos segundos antes de que el agua les haga escurrirse y la chica se precipite al vacío sin poder sujetarse a su amigo—. ¡¡ELLIE!!
El tiempo parece detenerse por un segundo entonces. El grito de Logan se queda en el aire, opacando con su firmeza la potencia de los truenos.
Por primera vez Elisa es testigo, estupefacta, del poder de su querido amigo en acción: la mano extendida de Logan hacia ella no llega a tocarla, pero ha conseguido mantener el cuerpo de Elisa suspendido y evitar que cayese al vacío, usando su telequinesis.
—Logan...
Los ojos de la chica se llenan de lágrimas al tiempo que el fulgor azulado de su Stigma los abandona, humanizando su imagen. Desde allí y cegada por la lluvia que cae sobre ella, no llega a ver la sangre que cae de la nariz de su amigo y le indica el gran esfuerzo que está empleando para no dejarla caer.
—Tranquila... tú n-no te muevas, ¿vale?
La chica asiente, todavía conmocionada. Con dificultad, Logan consigue atraer el cuerpo de Elisa hacia él y agarrar al fin su antebrazo, con ambas manos. Da un último estirón para recogerla entre sus brazos, ya a salvo en tierra firme.
Elisa se le aferra enseguida en un estrecho abrazo, temblando de miedo y descorchando la tensión acumulada en forma de llanto. Él únicamente trata de tranquilizarla con caricias sobre su espalda, todavía lidiando con el shock de la situación entera.
«Acabo de usarlo», se dice para sí el chico, aún en tensión pero con una desubicada sonrisa en los labios, «He usado el mismo poder que mamá utilizó para salvarme de la paloma...».
Tras unos minutos en los que Elisa parece haber desahogado un poco su dolor, la chica se separa de él y le mira con expresión avergonzada.
—Logan, perdóname... yo no quería...-
De pronto algo le cruza por la mente y sus ojos se desvían de su salvador, buscando a alguien más detrás de él: a su malherida madre.
—No... mamá...
Soltándose del abrazo de Logan de forma torpe y repentina, la joven corre hasta plantarse frente a la persona a la que momentos antes atacó sin miramientos. Al hacerlo encuentra a Scarlett descansando su maltrecho cuerpo lleno de heridas sobre el regazo de Sebastien. Tiene los ojos cerrados y el rostro más pálido que de costumbre, y no hay ni rastro de sus gafas.
Elisa se lleva las manos a la boca, conteniendo la impresión de tan cruda imagen.
—No... no está muerta. No está muerta, ¿verdad? No lo está...
Sebastien mantiene su expresión seria, sin responder lo evidente. Alza la vista y observa a Elisa, dejando que sea ella misma la que entienda qué ha hecho.
Logan se ha levantado de donde estaba para caminar hasta su amiga.
—Ellie...
—No. No puede ser. Yo no he hecho eso, no puedo haberlo hecho —sigue repitiendo ella, negando con la cabeza. Solo cuando Logan se decide a posar su mano sobre el hombro de la chica, esta reacciona sacudiéndose de su pequeño contacto físico—. ¡¡No!! ¡Aléjate de mí! ¡¡No quiero tocar a nadie más!!
—¡Espera, Ellie...!
—Logan, deja que se vaya —le ordena Sebastien, anclando sus pasos al momento. Elisa ha echado a correr fuera del despacho y Logan la ve alejarse, sintiendo un nudo en la garganta—. Nos encargaremos de ella en otro momento. Ahora estás débil...
Al decir eso último, Logan se lleva instintivamente la mano bajo la nariz. Allí se frota un poco y ve en su mano la sangre diluida con el agua de lluvia, deslizándose por sus dedos.
Entrecierra los ojos y camina un poco hasta estar más cerca de Sebastien. Una vez allí se arrodilla a su lado, observando con aflicción el cuerpo inerte de Scarlett.
—"Lo siento, hermano" —dice Sebastien, manteniendo la seriedad—. Eso fue lo que ella dijo antes de morir.
—¿Hermano? ¿Tenía un hermano?
—Lo desconozco... Pego estoy seguro de que no me lo estaba diciendo a mí.
Logan suspira. Sus labios tiritan por el frío de la lluvia y los nervios acumulados.
—¿Qué vamos a hacer ahora, Seb? Esto... esto no era lo que buscábamos. Tal vez no debí...-
—Esto no ha sido culpa tuya, Logan. Elisa era una bomba a punto de estallar —le asegura el hombre—. Esta pobre mujer habrá estado temiendo este día desde hace demasiado tiempo. Pero ella misma estuvo avivando ese fuego, en nuestra ausencia.
Los ojos claros de Logan se entornan ante esa posibilidad tan factible. Pero sigue sin poder evitar sentirse culpable porque Scarlett haya sido la última en sostener "la bomba" que era Elisa.
Su mirada se evade de la imagen de la mujer sin vida y termina posándose en la puerta por la que Elisa huyó. Una duda le asalta entonces, al ser consciente de la tranquilidad que los rodea a pesar de todo el escándalo que han montado.
—Oye, Seb... ¿cómo es que no viene nadie a por nosotros? Ni siquiera ha sonado alguna alarma...
El hombre permanece con el ceño fruncido, pensativo. Los truenos siguen sonando en la lejanía.
—¿Es posible que Scarlett no nos viera realmente como a enemigos, a pesar de lo que decía?
—No —responde él, al cabo de unos segundos—. Me temo que sea algo más, chico...
La frenética carrera de Elisa la ha llevado a recorrer cada pasillo de las instalaciones donde su madre trabajaba. Nublada por el dolor y la confusión, sus ojos no prestan atención a su alrededor.
Ignora el hecho de que se encuentra totalmente sola, pues toda la gente que se encontraba por allí ha desaparecido en el mismo instante en que el corazón de Scarlett dejó de latir.
—Lo poco que conseguí averiguar sobre Scarlett Fitzgerald en los interrogatorios de Hann fue que ella misma experimentó con su cuegpo. Un Stigma basado en uno de los dones de los Hijos del Mundo... la capacidad de hacer espejismos —le cuenta Sebastien—. Puede que pog eso nadie se haya alagmado pog el escándalo... pogque realmente nunca hubo nadie.
—Espera, ¿quieres decir que pudo ser capaz de generar un espejismo tan grande? ¿Con tanta gente...?
—Sí. Depende de la fuegsa del motivo que la llevaga a crearlo.
Logan se queda mirando hacia el ventanal destruido por la tormenta que Elisa creó.
Comprende entonces el fuerte motivo que Scarlett pudo tener, manteniendo todo aquello en pie ella sola con tal de acondicionar la realidad más conveniente para su familia.
No puede evitar pensar en el poder que él mismo posee: un miedo hasta ahora desconocido se apodera de su cuerpo, cuando duda de si será capaz de utilizarlo con cabeza alguien tan temerario como él.
—Seb, yo...
El hombre gira la cara a Logan, al notar una pausa demasiado larga en sus palabras. Lo ve allí arrodillado a su lado y puede percibir el temblor en las manos del chico, ahora cerradas en puños sobre sus rodillas. La sangre que le cayó de la nariz ha manchado parte de su ropa, empapada por la lluvia.
—Yo no sé si podré manejar todo esto —confiesa, con un estremecimiento en la voz nada habitual en él—. No sé si seré lo bastante fuerte...
Sebastien entonces entorna los ojos. Sin que Logan le mire a la cara y vea su sonrisa, el hombre posa una mano sobre la cabeza del chico y lo atrae con suavidad hacia él, llevándolo hasta su pecho.
—Pog supuesto que lo serás, Logan —le dice—. Eres mi hijo, ¿no?
Afianzado a ese acercamiento, los labios del joven tiemblan ante esas palabras, aunque ya no es por frío o por miedo. Termina sonriendo al igual que su padre, cerrando los ojos y concentrando todo su pensamiento en esa afirmación.
—Claro que sí, papá.
https://youtu.be/lB6a-iD6ZOY
Sting - "Fragile"
If blood will flow when flesh and steel are one
Drying in the color of the evening sun
Tomorrow's rain will wash the stains away
But something in our minds will always stay
Perhaps this final act was meant
To clinch a lifetime's argument
That nothing comes from violence
and nothing ever could
For all those born beneath an angry star
Let's we forget how fragile we are
On and on the rain will fall
Like tears from a star
Like tears from a star
On and on the rain will say
How fragile we are
How fragile we are
On and on the rain will fall
Like tears from a star
Like tears from a star
On and on the rain will say
How fragile we are
How fragile we are
How fragile we are
How fragile we are
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