31. Las verdades entre bromas
Sin conseguir conciliar el sueño, Dustin observa con cierta envidia lo a gusto que duerme su amigo Logan, en el lado derecho de la cama.
«Y encima sigue durmiendo boca abajo, igual que cuando éramos críos», piensa para sí, «Con lo malo que es eso».
Sentado al borde del colchón y revolviéndose el pelo, suspira. Alzando los ojos hacia el frente, ve ante él la puerta que lleva al pequeño balcón de la habitación: se le ocurre salir a tomar un poco el aire, acuñando su insomnio al calor veraniego y no solamente al estrés que ha estado pasando, en las últimas horas.
Coge sus gafas de la mesilla y se las coloca, buscando relajar la vista con ello. Procurando hacer el menor ruido posible, se levanta y camina hasta allí, cerciorándose de dejar la puerta tal y como estaba una vez sale. Deja su teléfono móvil sobre una pequeña mesa de metal blanco que ve allí y se dirige hacia la barandilla de piedra, apoyando los codos sobre ella. Con la mirada perdida en un punto aleatorio del enorme jardín que se encuentra bajo él, al rato decide cerrar los ojos y dedicarse a sentir la brisa en la cara, centrándose en el canto de los grillos para distraerse de sus propios pensamientos.
Una voz femenina y cercana a donde él se encuentra se enuncia entonces, sobresaltándole lo justo como para abrir los ojos.
Una voz femenina y cercana se enuncia entonces, haciéndole abrir los ojos.
—Es tan relajante.
—¿Felicity? —cuestiona, a pesar de lo obvio que resulta verla en el balcón aledaño, apenas a un metro y medio de distancia: allí dormía junto a Heather—. N-no te había visto.
La chica se encoge de hombros y sonríe. Viste una camiseta que tiene el largo suficiente para servirle como vestido. Dustin atribuye al cabo del rato que se trata de una de las que Logan le ha prestado, pues el plan de quedarse a dormir allí no estaba previsto y nadie se llevó equipaje extra.
—Llevo aquí un rato. Pero te vi tan tranquilo que no dije nada cuanto te vi salir —admite—. Ya sabes, lo mío con el insomnio es legendario...
—¿S-sigues sin... poder dormir del tirón?
—Hace años que no —confiesa, volviendo la vista al frente, al jardín—. No desde que papá se marchó.
Al chico le entristece recordar ese dato.
—L-lo siento...
—Y yo. —Suelta un leve suspiro y apoya las manos sobre la barandilla—. Me pasé de la raya al culpar a Grace, antes.
—B-bueno, mi reacción también fue algo... exagerada. N-no pasa nada...
—En realidad sí pasa, Dustin. Pasan demasiadas cosas, de hecho —le corrige, de forma calma—. No he estado portándome como una buena hermana, últimamente. Ella me necesitaba y no estuve... incluso Keith ha cuidado más de Grace que yo.
—Bueno... n-no es tarde aún... ¿no? —Felicity vuelve los ojos a él, con atención—. No es algo que no pueda arreglarse.
La chica entorna los ojos al escuchar a Dustin decir eso: recuerda que la relación de Dustin con su hermano mayor es mucho más compleja que la suya con Grace.
—...Lo siento.
—Insisto... está olvidado —incide él, con una sonrisa tranquilizadora—. Podemos... ser un poco mejores a partir de hoy. T-tal vez ser más... honestos, ¿no?
El silencio de la noche vuelve a ocupar su lugar y el canto de los grillos se convierte de nuevo en el único protagonista.
La chica ha bajado la cabeza y los mechones negros de su melena la ayudan a ocultar parte de su rostro a su interlocutor. Por la cabeza de Felicity se cruzan pensamientos que no esperaba tener, después de haber pasado momentos de tanta tensión, en especial por Dustin: una fugaz sensación de calidez se le instala en el pecho y de pronto le urge preguntarle algo en voz alta. Una duda que ha estado a la sombra de su subconsciente más tiempo del que piensa.
—Oye, Dustin... tú... —comienza a decir, captando al momento la atención de su amigo—. ¿Crees que, algún día, podría llegar a gustarte otra persona... que no sea mi hermana?
Perplejo, el rubio sonríe y lo único que se le ocurre responder viene condicionado por sus últimas experiencias. Con un tono de patetismo intrínseco, cuestiona:
—¿L-lo dices por lo del beso de Victoria?
—¿Eh? Bueno, en realidad... No lo decía por ella, o puede que sí, al fin y al cabo, hizo aquello, sí. Pero... —Suspira, ante la expresión atónita de su amigo—. Mira, ¿sabes qué creo yo? Que tal vez solo se necesite a alguien con quien estar tranquilo. Tú y todos.
Esa afirmación tan directa y sencilla deja a Dustin cavilando en silencio.
—T-tienes razón. La tranquilidad es algo muy preciado. —Asiente, al tiempo que valora una opinión tan madura en una chica de catorce años—. Y nunca me lo había planteado así. N-ni siquiera había pensado en que pudiese gustarme otra persona que... no fuese Hannah Grace.
La sonrisa de Felicity se atenúa un poco al escuchar esa confesión, a pesar de que ya la sospechaba. Sin embargo, las palabras que el chico dice a continuación captan de nuevo su atención:
—En realidad c-creo que no sé demasiado de esos temas, ¿sabes? —Se apoya en la barandilla y entrelaza las manos, dudoso—. A veces s-siento que hay cosas que no enfoco del todo bien... y por eso no sé dónde poner límites o fechas de caducidad. Es... raro.
El tono de Dustin en esa última frase ha sonado algo más apagado y Felicity lo nota. Sus ojos verdes se quedan mirando las manos del chico desde la distancia: observa cómo enreda y cruje sus dedos unos con otros, tanto como debe estar enredando sus pensamientos.
Felicity piensa en lo mucho que le gustaría meter su mano entre las de él y calmarle esa indecisión con un simple apretón, cuando Dustin le dirige una pregunta:
—¿Tú has sentido algo así, Felicity? Q-querer a una persona y... pensar que no es suficiente con eso.
—No lo sé, pero... Puede que eso sea lo que le pasó a Victoria. —Se coloca bien las gafas—. No le bastaba con querer a Keith, así que... se ayudó de ti para llegar a él.
—B-bueno... creo que lo prefiero así, en realidad —confiesa entonces él, desconcertando a Felicity al usar un tono tan socarrón—. Prefiero no gustarle a Victoria. Ella es demasiado sofisticada para alguien como yo. S-seguro que tanta presión me pondría nervioso, m-me trabaría todo el tiempo... ella creería que soy idiota y me terminaría dejando.
—No hablarás en serio, ¿verdad? ¿Qué tendrá que ver la disfemia con la inteligencia?
—¡N-no sé! Es lo único que me viene a la mente con ella. E-en mi cabeza sonaba más lógico...
La chica suelta un leve suspiro, sin que se le vaya la sonrisa. Se lleva la mano hacia el colgante que siempre lleva atado a su cuello, un pequeño Atrapasueños de tonos marrones y plumas blancas.
—¿Sabes, Dustin? Algunas cosas hay que madurarlas, antes de dejarlas salir.
La chica acaricia las plumas de su amuleto con el índice y el pulgar. Él se fija en ese gesto y, conociendo a su amiga, intuye que se dispone a decir algo más espiritual.
—Ahí arriba existe "algo", Dustin. Cada uno lo llama de un modo: "Dios", "Energía Vital" ... "Diosa de la Luz" —enumera con calma, mientras sus ojos vagan desde el jardín bajo ellos hasta el oscuro cielo que los cubre—. Sea como sea, ese "algo" se divierte poniendo en el camino de las personas lo contrario a lo que estas piden en voz alta.
—¿Cómo? N-no entiendo...
—Sí, ¿nunca has oído eso que dicen, de que no se debe contar ni un buen sueño, ni un deseo de cumpleaños, al soplar las velas? Porque, si lo haces, "nunca se cumplirá". La razón es esa: que el "algo" no debe escuchar lo que deseas, porque buscará darte todo lo contrario, o algo que no quieres... solo para divertirse.
—¡Qué ser más retorcido...!
—Bueno, ser un dios debe de ser bastante aburrido a la larga, supongo. ¡Uno busca maneras de no morir del tedio...!
—E-eso es verdad. Pero bueno, creo que yo no tendré ese problema: no suelo decir casi nada de lo que pienso.
—Ah... ¿no eras tú, el que propuso "ser más honestos, a partir de ahora"? —cuestiona con sorna, separándose de la barandilla y llevándose una mano a la cadera—. ¿En qué quedamos?
—Seremos más honestos... y pensaremos mejor lo que decimos —propone él, tras pensarlo unos segundos.
—Me parece genial. —Sonríe y da media vuelta, dirigiéndose de vuelta a la habitación—. Ha sido una sesión de insomnio realmente provechosa. Ya era hora...
—Sí. Me alegro de que volvamos a estar todos juntos —le dice entonces él, consiguiendo que la chica detenga sus pasos y se gire—. Gracias por estar aquí de nuevo, Felicity. Nos hacías falta.
La sonrisa de la chica se endulza al escuchar esas palabras. Siente un picor en la nariz, mientras lucha en su interior por no confundir el afecto fraternal de Dustin con el amor que ella cree sentir por él.
—Yo también me alegro de teneros —confiesa ella con franqueza—. Buenas noches, Dustin.
—¡Duerme bien...!
Con un leve asentimiento de cabeza, la chica retoma su camino tras unos segundos en los que observa con convicción a su amigo, posiblemente grabando en su retina esa pacífica escena para conciliar su complicado sueño.
Dustin se encuentra de nuevo a solas, una vez Felicity regresa al interior de la habitación paralela a la suya y cierra tras de sí las puertas. Le invade una sensación de satisfacción extraña, cuando comienza a pensar en la forma en que ha interactuado con su amiga: se da cuenta de que ha hablado de un modo más despreocupado, a pesar del profundo dolor que ha sentido en las últimas horas, en las últimas semanas. La sonrisa se mantiene en sus labios al asociar esa forma de actuar a su hermano mayor Sam, quien siempre tiene una respuesta preparada para restar drama a cualquier situación: su mente le impide recordar las últimas situaciones conflictivas que vivió junto a Sam, dejándole únicamente el recuerdo del Sam agradable del reencuentro, el de su niñez... el Sam pacífico que le habló en el hospital. Esta última versión que le viene a la mente, la más actualizada, hace que su sonrisa se atenúe un tanto. Llevándose una mano a la cara para masajearse un ojo con cansancio y levantando las gafas en ello, Dustin suspira al visualizar con más nitidez aquél momento, en el hospital: el silencio externo le envuelve y deja que la voz de sus recuerdos se oiga con más claridad, oyendo la voz de Sam diciendo aquello de "He sobrepasado el límite, Rapid Boy".
Es entonces cuando un pequeño ruido del exterior lo saca de sus pensamientos, tras él: cuando se gira, ve que se trata de su teléfono móvil, vibrando sobre la mesa metálica donde lo dejó al salir. Respirando hondo con tal de calmar su fugaz sobresalto, camina hasta el aparato y lo coge para comprobar que el motivo ha sido un mensaje de texto de los de toda la vida, esos que ya no suele utilizar nadie. Pero lo que más sorpresa le causa es, sin duda, el remitente: ve un número desconocido y, al leer más abajo el cuerpo del mensaje, ve que se presenta como "Sam". Atónito, piensa enseguida en lo que su amiga Felicity acaba de contarle, sobre ese "algo" que se divierte jugando con los deseos y pensamientos de la gente.
«Qué raro... si ni siquiera lo dije en voz alta», le da por pensar, mirando a su alrededor por inercia, como si fuese a ver a alguien por allí y con una sonrisa nerviosa, « ¿Qué tipo de brujería es esta?».
Sin ninguna respuesta, sus ojos vuelven al teléfono y se dedica a leer con más atención. El mensaje de su hermano mayor le pide, justo después de presentarse como Sam, que sea discreto y que tenga cuidado, que evite fiarse de cualquiera. Aunque el mensaje continúa, Dustin ya está pensando en sus padres y en lo que estos podrían opinar sobre esto: el propio Sam le dijo que debía alejarse, y por ello tenía sentido que se comunicase con él con un número distinto y de un modo diferente al habitual, pero no dejaba de preocuparle qué motivo podría haber para que Sam quisiera advertirle de esa manera.
«Tal vez solo quiera hablar... eso no es algo malo».
Tras frotarse los ojos para despejar sus dudas intrusas, continúa leyendo hasta el final y ve que le indica una dirección y le explica que se trata de su casa, contándole que allí podría encontrar respuestas a lo que realmente ocurrió.
« ¿Respuestas?», piensa entonces, cayendo en la cuenta al cabo de unos segundos, «¿Se estará refiriendo a... mi intoxicación?».
Le nace ir a responderle cuando, de nuevo, vuelve a pensar en su padre Arnold y eso le detiene: entiende que Sam se ha alejado de su familia porque le puso a en peligro, al acercarle a un mundo tan peligroso como eran las competiciones de moto, y acortar esa distancia con su hermano podría suponer una falta grave para con su padre. Para su familia entera, que solo busca su seguridad. Pero algo, en lo más profundo de su ser, le pide que obedezca al mensaje.
« ¿Y si pudiese ayudar a descubrir la verdad?», sopesa con seriedad, « ¿Y si esto me ayudase, a deshacerme de este vacío tan extraño que siento?».
Con los ojos puestos en el inicio del mensaje, allí donde lee "Soy yo, Sam", Dustin decide en ese momento que lo que él desea, por encima de todo, es estar bien de verdad para que su familia pueda dejar de preocuparse. Convencido de que lo único que le dará paz será saber la verdad sobre lo que le ocurrió, marca sobre el número desconocido y se dispone a llamarle de vuelta, directamente. El pulso se le acelera a medida que pasan los segundos y nadie responde al otro lado del teléfono, sin pensar si quiera en las altas horas de la noche a las que está llamando: da por hecho que lo cogerá, si estuvo despierto para enviar el mensaje. Pero no consigue su objetivo, desistiendo cuando una voz le informa de que el teléfono al que intenta llamar se encuentra "apagado o fuera de cobertura".
Suspirando, retira el aparato de su oreja y lo vuelve a mirar, desanimado.
«Puede que no se atreva a decir estas cosas en voz alta», se le ocurre como explicación.
Sin embargo, y pese a la inicial decepción por no conseguir hablar con él, Dustin esboza entonces una sonrisa, asaltado por un recuerdo de la infancia que compartió con Sam, que viene a él cuando se da cuenta de que su objetivo principal es saber la verdad. Le vienen a la mente aquellas tardes que ambos pasaban frente a su radiocasete, grabando sus voces como si fuesen programas de radio para el resto del mundo... aunque hoy solo fuesen cintas que únicamente él escuchaba en su walkman, aislado en sus auriculares.
«"Señoras y señores, ustedes no saben nada..."», recita para sí, bloqueando su teléfono y disponiéndose a entrar de nuevo en la habitación con Logan. Posponiendo su conversación con Sam, mientras repite en su interior aquella entradilla que su hermano y él solían hacer. «...así que, dejen que nosotros les contemos la verdad».
◇◇◇
—Pues ni me enteré, tío —admite Logan—. Ya sabes que yo, más que dormirme, me muero.
De buena mañana y reunidos alrededor de la mesa del salón de la mansión Edler, la pandilla se encuentra desayunando mientras Sebastien se dedica a atender una llamada telefónica, en uno de los pasillos cercanos.
—No sabes la suerte que tienes —asegura Felicity, dejando su taza de desayuno sobre la mesa—. Lo que daría yo por dormir más de cuatro horas seguidas...
—¿En serio te levantaste, Dust? ¡No oí nada!
—S-sí...
—¡Pues háztelo ver, Logan! —le apura Heather, dejando su magdalena en el plato—. Que cualquier día de estos, te entra alguien por la ventana con intenciones dudosas ¡y no te enteras hasta que ya te han asesinado! ¡Despertarías muerto!
Felicity se atraganta con la leche y esta le sale por la nariz, viniéndole una tos repentina que trata de calmar bebiendo de nuevo. Heather le da palmaditas en la espalda.
—¿Qué sentido tiene eso, Heat Her? —cuestiona Logan, entre risas—. ¡No podría despertar, si estuviese muerto!
—L-lo que ha querido decir es que hay que estar atentos —concede Dustin, pendiente de la tos de Felicity, que ya se ha calmado un tanto—. Y, si no podemos estarlo... confiar en alguien que lo esté por nosotros.
—Uf, ¿y ese tono tan serio? —se extraña su amigo, señalándole con la cuchara—. Espera, espera... Conozco esa cara. ¿Te desvelaste porque te pusiste a darle al coco?
—N-no lo sé. Supongo que... un poco de eso. Y... el calor.
—Vaya... ¡ahora me siento mal! Tío, ¿por qué no me despertaste? Podría haberte ayudado.
—Está bien, no pasa nada. N-no era nada importante, s-solo una noche rara.
—Sí. Además, Feli ya se encargó de animarle —suelta Heather de pronto. Felicity se tensa y le propina una patada por debajo de la mesa, observándola incrédula—. ¡Ey! ¡Que te he dicho que no me des!
—¡Y yo te dije que te callaras, piquito de oro!
Logan mira hacia Dustin, con una sonrisa de extrañeza.
—¿Callarse, por qué? ¡Ni que le hubiese animado en plan amoroso, o algo así...!
—¡Qué tonterías dices! —desestima Felicity—. Únicamente coincidimos. Yo tampoco podía dormir, y él estaba fuera, y yo ya estaba allí, y ya —aclara con rapidez, dedicando una mirada molesta a su amiga, que se limita a sonreír triunfal mientras bebe de su taza—. No os montéis películas ya de buena mañana, va.
—No, no, si lo entiendo —le asegura él—. Por eso no me despertaste, ¿eh, Dust? A la señorita delegada se le da mejor tener conversaciones serias. Yo es que me voy mucho por las ramas. Y siempre termino con la misma solución: ¡videojuegos!
—N-no es eso, Logan —comienza a decir, un tanto desubicado por la situación—. En realidad, yo...
Antes de que logre encontrar una respuesta consistente, se ve interrumpido por su teléfono móvil, sonando con una llamada entrante, encima de la mesa.
—¡Ay, qué susto! —se ríe Heather, tratando de restar tensión a la situación. Su amiga Felicity simplemente la mira, de ceño fruncido—. ¡Uy, qué miedo das con esa cara, Feli...!
—Es Hannah Grace —les dice Dustin, desconcertado—. E-está llamándome.
Lanzándose rápidas miradas de inquietud entre ellos, Logan se apresura en reaccionar.
—¡Vamos, respóndele!
—¡No! —le detiene Heather, nerviosa—. ¿Y si le discute? ¡Él debe estar tranquilo!
—Pero, ¿y si no? ¡A lo mejor Snake Man la ha calmado y quiere pedirle perdón!
—¡Que no, que no me fío!
Mientras Logan y Heather se debaten entre ellos, Dustin descuelga la llamada con rapidez.
—¿S-sí...? —responde, tras un carraspeo que intentaba espantar su nervio. Observa a sus amigos, que permanecen atentos, mientras Grace habla al otro lado de la línea—. B-bien... ¿y tú?
—¿Ves? Le habrá preguntado "como estás" —le replica Logan a Heather entre susurros, quien se mantiene tensa—. Huele a disculpas, que os lo digo yo. Snake Man la ha amansado de nue-
—¡Shh! —le chista Felicity, intentando enterarse de lo que responde Dustin.
—C-claro... sí. Esta tarde —continúa diciendo, con un gesto algo menos preocupado hacia los demás. Logan sonríe satisfecho, sabiendo que su teoría fue cierta—. V-vale... nos vemos. Adiós.
—¿Habéis quedado? —pide saber Logan, en cuanto su amigo cuelga y se aleja el teléfono de la oreja—. ¿A que sí? ¿A que se ha bajado de la parra? ¡Lo que yo os dije!
—¿Te ha pedido perdón? —cuestiona Heather, intrigada.
—N-no, pero... quiere hablar conmigo, esta tarde. A lo mejor...
El teléfono suena de nuevo, pero esta vez es un aviso de mensaje entrante.
—¡Sí! Seguro que quiere hacer las paces —resuelve Logan, convencido—. Se habrá dado cuenta de que se portó como una idiota.
—Hemos quedado en el Clover's. A las... seis —añade Dustin, mirando el aparato para abrir un mensaje que la chica le ha enviado, con tal de decirle la hora que se le olvidó decir por teléfono.
Al abrir la aplicación de mensajería instantánea, ve allí también los mensajes anteriores: la declaración amorosa que él le envió. Para su memoria fragmentada es información nueva, de modo que se le comprime el pecho al leer palabras tan llenas de arrojo que no reconoce como suyas.
«Eso... ¿lo escribí yo?», se pregunta, «¿De dónde saqué... el valor?».
—Bueno. Pues iremos contigo —afirma Heather, con tanto aplomo que logra sacar a su hermano de sus pensamientos—. Te acompañaremos al Clover's. Por si acaso no es todo tan rosa como lo pinta Logan.
Logan resopla, desestimando esa idea.
—No me seas gris, Heat Her. Creí que te encantaba el color rosa.
—Y me encanta. Pero estamos hablando de Grace. Son sus grises lo que me preocupan.
Dustin escucha como su hermana y su mejor amigo se preocupan por él y, sumado a los comentarios sobre la inestabilidad de Grace, siente agobio por la situación. Su expresión se ha vuelto algo taciturna y Felicity sabe apreciarlo, de modo que se enuncia, respondiendo a Heather y al tiempo dando su opinión.
—Todo irá bien. Seguro que Logan tiene razón y Grace ha recapacitado —argumenta, con un tono tan compasivo que consigue captar la atención de Dustin, que levanta la mirada de su teléfono—. Ella... no está pasando por su mejor momento. Pero seguro que esta vez sí que se comportará.
—Claro que lo hará —asevera Logan—. Y nosotros estaremos allí para verlo. Aunque sea desde fuera.
—¿"Desde fuera"? —inquiere Heather.
—Claro. Iremos con él, pero esperaremos fuera del Clover's. ¿Qué pretendías, estar delante, cotilla?
—Bueno, vale, desde fuera —farfulla ella—. Pero a la mínima que se ponga rara, nos haces una señal. Como... hm...
—El saludo militar —aventura Logan, al tiempo que se lleva la mano a la frente y hace el gesto que dijo—. Haz ese gesto y entenderemos que necesitas a tus soldados.
—No lo vas a necesitar, tranquilo —le tranquiliza Felicity, sonriendo tras poner los ojos en blanco—. Dudo mucho que Grace se quiera poner bélica en su propio terreno.
—Me encanta cuando la señorita delegada me sigue el rollo y se le contagia mi jerga militar —bromea Logan con ternura, apoyándose la mejilla con el puño, cautivado.
—Ya veo, ya —asegura Heather, con monotonía—. Y a mí me encanta la cara de gili que se te pone cuando te montas películas...
—Y dale, ¡que lo mío son los videojuegos!
—¡Los videojuegos son como peliculitas! Solo que en ellos tú manejas a los personajes y tomas sus decisiones —rebate Heather, burlona: se le nota en la cara lo mucho que le divierte picarle.
Él, lejos de incordiarse, se abre de brazos y sonríe.
—Y por eso siempre diré que es mejor jugar que ser mero espectador —concluye con solemnidad hacia los demás, aceptando la visión de Heather—. Aplicadlo a vuestra vida también, niños. Vivid vuestra vida, no os limitéis a verla pasar.
—"Sí, profesor Edler" —responde Felicity, de nuevo rodando los ojos, sumándose al chiste para variar—. "¿Podemos irnos ya a casa?"
Ver reír a sus amigos de nuevo hace que Dustin logre calmarse un poco, contagiado de esa ligereza fugaz. El comentario de Logan, aunque camuflado como un chascarrillo, le ha hecho pensar en que, de hecho, lleva bastante razón.
Recordando su decisión acerca del mensaje que recibió de Sam, y ahora tras la llamada de su querida Grace, sus convicciones sobre aquel arrojo que ya no recuerda se refuerzan: si pudo ser valiente para vivir su vida una vez, podría serlo de nuevo para recuperarla... y afrontar lo que pudiese descubrir.
https://youtu.be/LE7KVkm_YFU
"ONE DAY"
One day it's here and then it's gone
How are you still holding on?
How are you still holding on?
You've felt this way for far too long
Waiting for a change to come
You know you're not the only one
And life passes you by
Don't be wasting your time
On your own
You always try to see yourself
Through the eyes of someone else
Through the eyes of someone else
Too shy to say that you need help
You and everybody else
You and everybody else
Oh, life passes you by
Don't waste your time
On your own
As your heart gets bigger
And you try to figure out
What's it all about
And your skin gets thicker
As you try to figure out
What's it all about
One day it's here and then it's gone
How are you still holding on?
How are you still holding on?
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