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29. El chispazo



El silencio de la noche veraniega acompaña al grupo de amigos, según se alejan de la playa en la que pasaron la tarde. Mientras caminan hacia la parada de bus más cercana, el único que se ha pronunciado es Logan, dirigido hacia Dustin, Heather y Felicity. Nadie más se atreve siquiera a comentar lo que acaba de pasar con Elisa, y menos él; se siente realmente culpable por haber llevado a sus amigos de toda la vida a conocer a los nuevos, que han resultado no ser tan agradables como se lo parecieron a él, semanas atrás.

El chico habla en voz alta con tal de no tener que seguir dándole vueltas a la cabeza, porque sigue sin entender qué diablos les pasó a todos:

—¿Entonces, qué? ¿Queréis que le diga a Sebastien de pasar la noche en la mansión? —insiste, una vez llegan hasta el banco donde pretendían sentarse a esperar al próximo autobús. La primera vez que lo propuso, apenas le respondieron con silencio—. Vamos... Será como en los viejos tiempos.

—Sí... eso estaría muy bien —reconoce Heather, con una alegría contenida.

No deja de mirar a su hermano, insegura de su reacción. Él sigue sin levantar los ojos del suelo, ahora sentado en el banco, de modo que la chica le pregunta directamente.

—¿Eh, Dustin? ¿Tú qué dices?

Logan, al ver que su amigo no parece tener ánimo de responder, se adelanta a la supuesta negación de Dustin.

—Seb ya dijo que estaría disponible, si lo necesitábamos. Hoy no tenía entrevistas —aclara, apoyándose en una farola cercana, cruzado de brazos—. No le es ninguna molestia... ya me lo dejó claro.

Tras unos segundos, el rubio asiente.

—Está bien —murmura, sin demasiada emoción—. Dile que sí.

Esa respuesta es suficiente para su hermana, que sonríe ante la afirmación.

—¡Genial! Ya verás, será guay —le asegura Logan, descruzándose de brazos. No estaba muy seguro de que su amigo fuese a aceptar, viéndolo tan taciturno—. ¡Seremos los tres mosqueteros y D'Artagnan!

Heather se ríe ante el inesperado símil, mientras que Felicity niega, sonriente. Ambas aprecian el esfuerzo de Logan por relativizar la situación, una vez más.

—Qué bonito. ¿Así que nos dejas a nosotros fuera de la ecuación, lemming? —comenta entonces Keith, alzando una ceja, entretenido.

—¿Qué? Ah... ¿pero que tú... vosotros queréis venir? —cuestiona, enrarecido, con el teléfono ya en la mano y dispuesto a teclear el mensaje a Sebastien.

Mira más bien hacia Grace, pues a Victoria nunca la ha considerado parte de la pandilla.

—Podéis venir si queréis... ¡supongo! Por espacio no será...

—No... yo no, Logan —responde Grace, frotándose los brazos por la brisa nocturna. Emplea un tono serio al hablar, contagiado del ánimo que Dustin arrastra desde la playa. De hecho, ella no ha dejado de mirarle desde se marcharon de allí—. Yo solo quiero irme a casa...

—Sí. Yo no es que no quiera, pero debo llevar a estas dos señoritas a sus casas —informa Keith, mientras se desanuda la camisa de la cintura y se la pone por encima a Grace. Ella asiente, agradecida—. Eso sí, lemming... Ni se te ocurra sacar una botellita y jugar al dichoso juego de las preguntas, ¿eh? Bastante ha hecho ya, tu amiguita.

—Ah, ¿ahora es solo "mi" amiguita? —replica, tratando de camuflar su molestia con algo de sorna. Deja estar el teléfono, habiendo enviado ya el mensaje de texto—. También lo es de Grace, ¿no? Y puede que hasta sea una amistad más profunda que la mía.

La acusada achina ligeramente los ojos, entreabriendo los labios con desconcierto.

—¿Qué quieres decir con eso? —pide saber Grace, tras unos segundos de silencio.

—Bueno. Yo no le conté nunca nada sobre lo que le pasó a Dust. Alguien habrá sido, ¿no? O tú, o Snake Man.

Keith simplemente se ríe y suspira, desarmando la importancia de esa acusación hacia él.

—Qué tierno eres, lemming. Para detective vales bien poco...

Logan frunce el ceño y centra su mirada en Grace.

—Yo desde luego, no —rebate al momento la pelirroja, cruzándose de brazos—. Eso díselo a la hijita del médico, que es la que sabía los detalles de primera mano —sentencia, dirigiendo su ofensa hacia Victoria.

Ante las palabras de Grace, las miradas de todos los presentes, a excepción de la de Dustin, se centran en la hija del doctor Fisher, Victoria.

—¿Qué...? ¡No! Ya os dije que yo no le dije absolutamente nada —se defiende la rubia, nerviosa, posando una mano sobre su pecho—. ¡Si ni siquiera la conozco...!

—Eso es cierto —asegura Heather—. Elisa solo conocía a Logan, a Grace y a Keith...

—Maldito el momento en que propusiste que viniese —comenta Grace hacia Keith, que se limita a suspirar.

—Pues sí, no debí aceptar —murmura Victoria, conteniendo su enorme frustración. 

—Bueno... sea como sea que se ha enterado, no le correspondía a ella hablar de esas cosas. Y menos delante de tanta gente —resume Felicity, tratando de evitar que el enfrentamiento entre ellas se repitiese—. La cuestión es que lo sabe, y no solo lo que le pasó a él. Conoce a sus padres. Y tiene el valor suficiente como para acusarlos de ocultar la verdad. Hay que tenerlos bien puestos.

—Puede que simplemente repita las tonterías que oye en su casa —propone Keith, encogiéndose de hombros—. O en casa del niño ese que cuida, Stevie.

—Es posible —admite Logan, pensativo. Aun le dolía la acusación que Elisa expuso, hacia Sebastien—. Quizá solo diga esas cosas que escucha de Teresa Montenegro para resultar interesante...

—Igualmente, se pasó. Fue demasiado personal —espeta Victoria, en un intento por sumarse a la indignación del grupo y sentirse de ese modo integrada, en su enemistad hacia Elisa.

Incrédula, Grace alza las cejas al oírla decir eso y esboza una sonrisa taimada.

—Tiene gracia que digas tú eso, ¿no? La que va por ahí propasando límites personales, a la mínima oportunidad.

—¿Cómo...?

—Que no pierdes ni una oportunidad, para hacerte notar —le espeta, habiendo aguantado esa pulla demasiado tiempo—. ¿A qué vino, lo de recrearse con el beso?

—¿Qué? ¡Si fue él el que me besó!

—Sí, y tú la que te recreaste —rebate—. ¿A santo de qué tanto teatro?

A Victoria le traicionan los nervios y sus ojos claros se desvían enseguida hacia su ex-novio Keith, que la mira con extrañeza ante ese gesto. Ella aparta la mirada hacia el lado más opuesto a él, encontrándose con ello a Dustin. Él ha permanecido todo este tiempo en silencio, sentado en el banco y con los ojos clavados en el suelo, aparentemente ajeno a su conversación.

—Ey, venga. Que solo era un estúpido juego —asegura Keith, negante—. Además, tampoco fue para tanto. He visto morreos mejores.

—Claro que sí... pero, ¿sabéis qué creo yo? Que solo ha utilizado a Dustin para ponerte celoso a ti —sentencia la pelirroja, dirigida a Keith—. Se cree que soy idiota y no veo lo que intenta.

Grace está tan pendiente de dejar clara su posición, de desenmascarar la hipocresía de Victoria, que no se da cuenta de las expresiones del resto de sus amigos. Ni Logan, ni Heather ni Felicity ven que esta conversación pueda terminar bien, para con su amigo Dustin: sus sentimientos por la pelirroja ya no parecen ser un secreto para nadie en el grupo y, aun así, Grace sigue creyendo que decir lo primero que le viene a la boca es una buena idea.

Imitando al Dustin "valiente" que intentaba imitar a Sam.

—No todas somos como tú, ¿sabes...? —repone Victoria, procurando no alterarse a pesar de la gravedad de su insinuación—. No todas necesitamos... tontear con otros para que nos presten atención...

La expresión de Grace se tuerce al momento. Eso también ha sido un golpe bajo, y todos los presentes se han dado cuenta de ello. Keith resopla con incomodidad, cruzándose de brazos, al ser consciente de que su ex-novia acaba de abrir la caja de Pandora.

—Claro... ahora pasa por alto lo que hiciste estas semanas con Ian... —añade Victoria, negante—. Y todo para que Keith te hiciera más caso aún del que ya te hace...

—Que te den, Victoria, ¡esto es distinto! —le espeta la pelirroja—. Tú ni siquiera eres del grupo. ¿Qué mierda pretendías entonces, estos meses? ¿Ir de amiguita del alma mía, fingir que venías a ver a Dustin porque realmente te importaba? Es absurdo... ¡es evidente que nos detestas! Solo quieres a Keith.

—Grace... —comienza a decir el susodicho, con intención de frenarla.

—¿Y tú? ¿Para qué la invitaste, si no? ¡Sabes lo mal que me cae!

—Estás siendo ridícula, Grace —alega Victoria, todavía en tono contenido. Cierra con fuerza los puños mientras habla, a la altura de su cintura—. ¿Tan extraño te parece, que me guste Dustin?

—¿Y a quién no se lo parecería? De la noche a la mañana, has dejado de estar enamorada de Keith, ¿es eso lo que dices? Y, qué casualidad, ahora te interesa mi amigo de la infancia, ¡el chico raro del Stigma, al que Keith vuelve a hacer caso! —evidencia, con indignación—. Se ve a kilómetros que mientes.

Grace se percata al momento de que Victoria aparta los ojos y se muerde los labios, lo que interpreta como una señal de que ha dado en el clavo.

—No engañas a nadie, Victoria. ¡Eres demasiado evidente!

—Grace, vale ya —masculla Keith, siendo nuevamente ignorado por su novia.

Él, al igual que Logan, Heather y Felicity, teme que la falta de delicadeza de la pelirroja afecte a la frágil mente de Dustin.

—¿Y a ti que te importa, lo que haga yo? —murmura Victoria, sin valor suficiente para añadir nada más a la frase, a pesar de que el "Si ya tienes a Keith" va implícito.

—No me importas tú, me importa mi novio —la interrumpe ella, con aplomo—. Y Dustin.

Logan enarca una ceja al oírla decir eso, mirándose con Heather, perplejo. Felicity resopla, negando incluso con la cabeza.

—No me apetece que los confundas, ni que les hagas daño con tus tonterías. Es obvio que no sientes nada por él, así que déjate de jueguecitos.

El pecho de Victoria tiembla debido a la presión a la que está siendo sometida. Su garganta está a punto de proferir un grito que no sabe si será sollozo o no pero, mientras se debate, alguien se le adelanta y habla en su lugar.

—¿Yo te... importo? —cuestiona de pronto Dustin, sin moverse del sitio, ni mirar hacia su interlocutora—. N-no lo sabía.

Todos los presentes giran la cara hacia él al momento. Sus caras denotan extrañeza, a pesar de que Dustin debía ser la persona que más debía pronunciarse, en esta situación: lo que no se esperaban era ese tono tan áspero.

—Claro que me importas, Dustin —rebate, ocultando como mejor puede su inquietud—. Lo que me molesta es que...

Los nervios no la dejan terminar la frase, porque en realidad no sabe cómo rematarla. Nota los ojos de todos puestos en ella, pero sin duda los que más le duelen son los de él, cuando al fin la mira y sus miradas se encuentran. El chico tiene rocío en ellos y una expresión triste, que camufla demasiado mal con ese intento de irritación hacia ella. Esa imagen hace que, por primera vez en mucho tiempo, Grace consiga hacer un paréntesis y atender al cien por cien a lo que su amigo de la infancia pudiese estar sintiendo, sin mezclarlo con sus propios problemas.

Dustin no es capaz de aguantarle la mirada a Grace más tiempo, ni de decir lo siguiente mirándola a los ojos. Los aparta hacia el suelo de nuevo, mojándose los labios con la punta de la lengua y suspirando de manera contenida antes de volver a hablar.

—N-no sé, tal vez... tal vez te fastidié algún plan —empieza a decir él, olvidando por momentos que no están solos, que de nuevo se expone ante demasiada gente—. T-tengo... tengo la sensación d-de que te arruiné algo, al despertar.

—¿Cómo...?

Descolocada, Grace es consciente de que las palabras de Dustin llevan algo de razón, lo que la hace sentir horriblemente mal. Se le acelera la respiración al sentir que pierde el control de la situación y, bastándose de una simple mirada a los demás integrantes del grupo, la chica comprende que Dustin acaba de retratarla como una persona terrible, alguien que se alegra de que su amigo casi no lo cuente. Delante de su novio, de su hermana pequeña y de sus dos únicos amigos verdaderos: todos ellos la miran en silencio, y ninguno sale en su defensa. Ni siquiera Keith, cuyo silencio habla demasiado alto.

Su sentimiento de culpa se transforma rápidamente en frustración, y termina evolucionando en una ira que sigue sin saber controlar. Los ojos se le llenan de lágrimas y la barbilla se le contrae al fruncir los labios, al saberse juzgada desde tantos flancos. Al sentirse demasiado vulnerable.

—Eres... eres un gilipollas —espeta Grace, con trémulo en la voz.

De nuevo, una simple y estúpida palabra paraliza a Dustin. Un recuerdo olvidado se le cuela sin permiso y le impide mantenerse en el presente, pinzándole el corazón al revivir una situación pasada. Al recordar cuando él le dijo aquella palabra, en el mismo tono, a su amigo Logan. La última vez que se vieron, antes del accidente que le borró todos esos recuerdos.

"Eres un gilipollas", recuerda haber dicho él. "Pues este gilipollas se larga, porque aquí ya no le queda nada por hacer", le respondió su mejor amigo, entonces.

Dustin no logra acordarse del contexto de aquella discusión, pero sí lo que le hizo sentir. Y eso vuelve a paralizarlo, por segunda vez en lo que llevan de noche. Sintiéndose tan mal como cuando Ian soltó lo del "yonki motorista".

—Venga, va... tampoco hace falta ponerse así, Grace —le aconseja Keith, sin conseguir captar la atención de su novia cuando esta echa a andar, alejándose un poco del grupo y chocando con él en el camino—. ¡Grace, vamos...!

La chica trata de ignorarle, más pendiente de llevarse un cigarrillo a la boca, sacándolo de la cajetilla de uno de sus bolsillos. Su hermana Felicity tuerce la expresión al verla fumando, como siempre, en ausencia de su madre; sigue sin acostumbrarse a su reciente adicción. Mientras Grace calma sus nervios con nicotina a unos metros del grupo, el resto entiende el silencio y el gesto afectado de Dustin como una reacción lógica ante lo que ella le ha dicho. Se oye de fondo a Grace decirle a Keith que aquello era su culpa. Logan obvia la escena, va hasta él y se sienta en la parte superior del banco, apoyando los codos sobre sus rodillas y adelantando el torso para ver mejor desde ahí a su amigo.

—No la hagas caso, Dust. Está de un insufrible que te cagas, últimamente —afirma con simpleza, posando la mano en el hombro de su amigo. Desde ahí, se oye a Grace decirle a su novio, repetidas veces, que "Está harta de esto"—. No es tu culpa, tío.

Dustin duda de que eso sea cierto. Pero sentir ese vacío tan extraño en su pecho, al recordar otra situación borrosa y agria, le impide decir nada; Vuelve a tener los ojos mojados y un nudo en la garganta, y le frustra demasiado no entender por qué.

—¡Tampoco es mi culpa, Logan! —le increpa desde la escasa distancia Grace, irritada.

—¿Ah, no? Entonces, ¿de quién?

Ella se zafa de forma brusca de Keith, quien trataba de calmarla. Las palabras de la chica expresan furia, pero su voz sigue sonando rota, de nuevo encarada hacia el rubio, que sigue con los ojos puestos en el suelo. Grace tira la colilla al suelo y la apaga de un pisotón.

—¡Fue Dustin el que decidió arriesgarse y hacer aquella tontería con su hermano! ¡Fue su culpa ponernos tan mal a todos! Yo no soy la mala en esta historia, ¿¡vale!?

—¡Nadie te impuso ese título, estúpida! —le grita entonces su hermana Felicity, harta—. ¡Deja de decir idioteces, haz el favor!

—¡Claro, por supuesto que no! —ironiza ella, dolida—. Por eso ahora todos sentís lástima de él y yo soy solo la problemática, ¿no? A la que nadie permite hacer cosas "sin sentido", ni equivocarse, ¡ni siquiera estar triste! —lamenta, sin dejar de mirar a su hermana, que todavía la contempla con desdén.

Grace continúa hablando, ahora mirando a Logan, quien comparte la expresión molesta de Felicity.

—¿Podéis... dejar de mirarme así? Yo también he estado al borde del abismo, ¿sabéis? ¡Muchas más veces que él! Y no por eso me lo habéis perdonado todo, ¡maldita sea! ¡Yo no quería toda esta mierda, no quería sentirme así, ni hacer aquellas tonterías! —estalla, frustrada por no conseguir que ninguna de las miradas que sentía sobre ella se suavizase—. ¡Yo no quería la culpa de otro...!

Felicity no tiene el valor suficiente de responder a su hermana mayor pues, justo al terminar su pequeño discurso, Grace se echa a llorar. Es Keith quien la recibe entre sus brazos cuando ella se gira y se encuentra con ellos, buscando un refugio que momentos antes rechazó.

A Victoria y a Heather se les entristece el gesto, contagiadas por el dolor de la pelirroja. Felicity y Logan permanecen incómodos, contrariados por las palabras de Grace. Dustin ha sido incapaz de concentrarse en sus pensamientos, ensordecido por el llanto de su chica favorita; le duele no poder levantarse y decirle del tirón que lo siente, que en realidad él no la culpa de nada y que no tiene por qué sufrir. Levanta la cara y los ojos se le quedan en Keith, fijándose en como consuela a Grace y consigue lo que él ve imposible, con un simple abrazo.

—Nos marchamos a casa —anuncia con serenidad Keith, mirando directamente a Dustin. Asiente de forma ínfima con tal de tranquilizar al rubio y decirle sin palabras "Yo la cuidaré"—. Vamos, Victoria. Mi coche no está lejos.

La chica disimula bastante mal su sorpresa, pues ya sabía que se iría con ellos, pese a la ojeriza que Grace sentía hacia ella. Sin mediar palabra, Victoria acompaña a Keith y a Grace, apenas con un discreto cabeceo para despedirse de Logan y los demás. Felicity suspira de forma sentida, mostrando una vez más lo mucho que la supera el difícil comportamiento de su hermana mayor.

—Le encanta ser el centro de todo —sisea, cruzada de brazos y bajando la cara—. Yo sí que estoy harta, de todo esto...

Sin que ninguno de los cuatro sepa qué añadir a ese comentario, el canto de los grillos se convierte en el único sonido de la noche. La hermana menor de Grace está tan molesta con su propia situación familiar que apenas le queda sitio para preocuparse por el chico que le gusta, Dustin. Sin embargo, sus amigos Heather y Logan sí que se mantienen tensos por él; la expresión del rubio está tan descompuesta que temen que de un momento a otro termine quebrándose como Grace. Algo que no llega a suceder todavía, pues pasados apenas quince minutos —eternos, para todos ellos— la limusina negra de Sebastien hace acto de presencia frente a los chicos. 


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