26. El día y la noche
Después de un trayecto plagado de temas de series de animación japonesa y risas, el grupo llega hasta un modesto barrio de las afueras, muy similar al lugar donde todos ellos viven, a excepción de Logan. Schuld City es una gran ciudad metropolitana y Dustin solo conoce de ella la zona donde se ubica la empresa de sus padres y la de la mansión Edler, también situada en la periferia.
—Tenías razón, Snake Man. Si sigues por esa carretera, puedes llegar hasta mi casa —comenta Logan, más pendiente ahora del paisaje que ve por la ventanilla que de la música de la radio.
Keith baja el volumen de esta rodando con suavidad el botón, fijándose en las casas mientras sigue conduciendo.
—¿Qué casa es, la de Elisa? —pregunta, sin poder disimular su emoción por descubrir si realmente se trata de "su" Elisa.
—Una de color azul claro, con las tejas negras y un garaje —responde él, tan monótono como si lo hubiese repetido diez veces. Se levanta las gafas de sol y se las deja sujetas en la cabeza, con tal de ver mejor—. Pero... agh. No me acuerdo si estaba a mano derecha o a izquierda...
—A-allí hay una azul —le indica Dustin, tras haber recorrido en silencio unos cuantos metros por el barrio, a velocidad moderada para poder fijarse. La tarde pronto pasará a ser noche y la escasa luz refleja los colores de las casas de forma poco fiable—. Creo.
—¿Eh? —Reduce la velocidad y mira hacia la ventanilla de Dustin—. Joder, Krausser. Y yo pensando que eras el más cegato de los que estamos aquí —se ríe, dando entonces marcha atrás—. Sí, sí. Es esa. ¡Buen trabajo, copiloto!
—Oye, oye. ¿Y vamos a ir todos a la vez? —le urge saber a Logan, asomándose por el hueco entre el asiento conductor y copiloto, incordiando en ello a Heather, sentada en el medio—. Somos muchos. Propongo que te asomes tú primero, Snake Man. Yo seré el táctico: ¡si no hay peligro, entraremos los demás! ¿Vale? ¡Vale!
—Logan, tranquilízate —le pide Felicity, agobiada—. ¡Nos vas a poner nerviosos a todos!
—Es verdad, sí. Lo siento.
A pesar de lo que dice, sigue tamborileando los dedos de una mano sobre sus piernas y luego se rasca la tirita de la mejilla, en lo que Keith tarda en aparcar el coche frente a la casa.
—No estoy nervioso. No estoy nervioso. ¿Por qué iba a estar nervioso?
—¡Aparca de una vez, Keith! ¡Necesitamos saber si es la Elisa de Logan o no! —exige de pronto Heather, acojonando a Logan.
Keith solo es capaz de echarse a reír ante la situación, y a Dustin le da la impresión de que se lo está tomando con calma a propósito, para desesperar a Logan. Finalmente detiene su Land Rover frente a la casa que se disponían a visitar.
—Venga, va. Bajad de mi puto coche —ordena con impostada voz autoritaria, hacia los pasajeros de la parte de atrás.
Logan se quita el cinturón a la velocidad de la luz y escapa del vehículo, seguido de una Heather más torpe y una resignada Felicity. Keith se dirige a Dustin, que se ha quedado a mitad de camino en su intención de desabrocharse el cinturón, con gesto dubitativo.
—¿No sabes cómo se quita, chato? Trae, que te ayudo.
—N-no es eso —le niega él, nervioso. Tan ocupado está buscando una excusa a su bloqueo que Keith se le adelanta a lo otro y se lo termina de quitar, de un clic. El rubio resopla—. E-es que...
—Tienes miedo de Grace, ¿no? —adivina él, alzando una ceja mientras sonríe. Espera una respuesta que no llega, mientras apoya una mano sobre el volante y el otro brazo cerca del reposacabezas del copiloto—. Vamos, que no es para tanto. Está un poco cambiada, sí, pero tú tranqui. Yo la suavizaré si algo se tuerce, ¿vale?
Dustin le mira de soslayo, todavía anclado a su repentino ataque de inseguridad. Por un lado se siente respaldado por el apoyo de Keith, probablemente la última persona de la que hubiese esperado ayuda. Pero su impulso inicial de salir a airearse, estar con sus amigos y saber sobre su desaparecida chica favorita se está convirtiendo ahora en una idea de la cual se arrepiente.
—Esto... esto es incómodo, Keith —termina confesándole, dejando de mirarle.
—Pero si no te he tocado la pierna.
—N-no estoy de broma —le reprocha, insulsamente molesto, a lo que el otro sonríe dando a entender que ya lo sabe—. E-ella es... ella es tu novia ahora. Yo la incomodaría. La incomodo, por eso no ha venido a verme. Estoy... siendo egoísta por querer verla. ¿Para qué? N-nadie va a sacar ningún provecho de ello. Es absurdo.
Dustin comienza a sentir calor por la cara, provocado por la vergüenza que le sugiere su incómoda escena mental, la que sucedería cuando se reencontrasen. Keith no dice nada, ni siquiera ante los gestos interrogativos de Logan desde fuera, allá frente a la casa con las chicas.
El rubio continúa entonces, desinflado y con la mirada gacha:
—S-será mejor que yo me quede aquí, Keith. Dile que al final me quedé en casa porque estaba... cansado, o algo así.
—Querías verla, ¿no? —le pregunta él, tras un suspiro y un par de gestos a Logan, que se encoge de hombros al no enterarse de la razón por la que tanto tardan y postergan su misterio con Elisa—. Pues vas y la ves. Y si no estás a gusto, pues te traigo a a tu casa.
Al ver al rubio girarle la cara con molestia ante sus palabras, prosigue con énfasis.
—Escucha, Krausser. Sí que hay provecho en esto, ¿vale? El de que tú te quedes tranquilo.
Dustin se aguanta la risa ante eso, calificándolo de tontería.
—Mira, chato. Nadie te va a obligar a echarle huevos a tus asuntos —le dice, un tanto más serio, tras recolocarse en su asiento para tener el cuerpo más encarado hacia él—. Pero entiende que puede haber gente a la que le joda verte mal. Y hará cualquier tontería, por absurda o "poco provechosa" que sea, para mejorar tu ánimo.
El rubio le mira con extrañeza, obligando al moreno a explicarse mejor, tras un resoplido.
—Hablo de tus colegas. Ellos te han acompañado, ¿no? Lo han hecho a pesar de que llevaban semanas sin hablarse entre ellos —le cuenta, viendo desde la ventanilla como Logan ha pasado a hablar con las otras dos, en lugar de seguir metiéndole prisa con sus gestos—. Incluso estoy yo.
—Esa es otra. ¿P-por qué de pronto has cambiado tanto, Keith? ¿Ya no te parezco un bicho raro?
—Claro que me lo pareces —reconoce, divertido—. Pero es que yo también lo soy.
—Heather me contó que viniste a visitarme, cuando aún dormía. Con Grace. Que desde que... me pasó eso, tú dejaste de ir con tus otros amigos, y a estar más con ella. Que incluso intentaste hablar con Logan.
—Así fue.
—¿Por qué?
—Porque me cansé de ser un imbécil. Y los imbéciles a veces hacemos cosas extrañas para tratar de disculparnos por haberlo sido.
Dustin no consigue encontrar palabras para rebatir tanta honestidad. Suspira, cansado.
—C-creo que el imbécil estoy siendo yo, ahora —confiesa el rubio, con los ojos puestos en la guantera—. Imbécil y cobarde.
—Bueno, eso es subjetivo —matiza, achinando los ojos—. A mí no me parece que seas ninguna de esas dos cosas. Y probablemente a tus otros amigos tampoco. ¿Que das mil vueltas a las cosas? Vale, pero eso a veces es útil. Y... cuando no lo sea, puedes hacerme caso a mí y despreocuparte. Ahora mismo es una de esas situaciones.
El rubio únicamente responde ante eso con un asentimiento de cabeza, que hace sonreír al moreno y dar una cabeceada, orgulloso de haberlo convencido.
—Genial. Ahora muévete, que el lemming nos está esperando ya con cara de psicópata —dice con sorna, mientras introduce los dedos en la palanca de su puerta para abrirla.
—Oye, Keith —murmura entonces, interrumpiendo su movimiento para salir del vehículo. Le gira la cara y le toma atención, frunciendo el ceño al creer que no consiguió convencerlo—. Tú...
—¿Sí? —Cierra la puerta que apenas abrió y sonríe levantando una ceja, mirando a través de la ventanilla como Logan se frustra visiblemente, al creer que ya venían y negárselo al último momento—. ¿Qué es?
—T-tú la quieres, ¿verdad? —consigue preguntar, con la mirada todavía anclada en la guantera, incapaz de mirarle a la cara al decir eso—. A Hannah Grace.
Desapareciendo la sonrisa burlona de su rostro, Keith no responde enseguida a la cuestión que le acaba de formular. Sabe bien que está ante el tema más delicado que los une, pero también el más importante para Dustin.
—Claro, chato. La quiero. Por eso le pedí salir.
Ante el silencio de Dustin, Keith siente una molestia que solo es capaz de rascarse al seguir hablando, explicándose.
—Verás, Krausser... el mundo está lleno de hijos de puta, ¿vale? Yo he estado con algunos de ellos. Y a veces es difícil distinguirlos, para poder esquivarlos. Por eso... decidí que debía dejar de ser un idiota y usar todo eso que aprendí. Ayudar a alguien que fuese mejor que yo.
—Y ayudaste a Hannah Grace —le interrumpe él, creyendo comprender.
—Algo así —admite, permitiéndose una pausa antes de seguir—. Quería ayudarte a ti.
—¿A mí?
—Si no despertabas... Grace iba a estar perdida.
Ahora es él quien mira hacia el frente y Dustin quien le observa mientras habla. Se toma su tiempo antes de decir lo siguiente:
—Tú eres... un buen tío, Krausser. Hace tiempo que lo sé, pero... mi padre tiene otra opinión al respecto sobre la gente como tú: la gente con Stigma. Fue por él que me alejé de ti —Se rasca una ceja y se recoloca en el asiento, antes de continuar—. Pero después de que me visitases tras la paliza del instituto, no pude dejar de pensar en tus palabras y en qué pasaría si yo... fuese realmente tan valiente como hago creer a todo el mundo. Si no tuviese miedo a mi propio padre y no temiese a estar traicionándole, al acercarme a aquello que él tanto odia... a lo que le arruinó la vida.
A Dustin no se le ocurre qué puede decir. Su mente no recuerda esa visita de la que Keith le está hablando, ni mucho menos la paliza. Pero sí puede llegar a ubicar lo que oye sobre el padre de este y su odio hacia los Stigmas como razón por la que Keith se alejó de él, cuando aún eran críos.
—Cuando tuviste el accidente... muchas de mis dudas se aclararon de golpe —prosigue, todavía serio—. Entonces vi que, si hubieses palmado... Grace se volvería loca, pero de verdad. Porque, aunque no tanto como yo, te trató de forma bastante rara... y vivir con eso es muy jodido. Pero lo peor de todo, es que lo hubiese hecho en soledad. Porque todos le dieron la espalda desde entonces, a excepción de su madre, que le ofreció trabajo con ella, cuando se dejó el instituto. Pero siendo honestos, esa mujer no soporta ver las cosas como realmente son...
Dustin no responde a eso, tampoco. Está demasiado ocupado asimilando esta versión, en la que oye lo mal que lo ha estado pasando su chica favorita. La voz de Keith le suena tan afectada como la de alguien que realmente se preocupa por ella tanto como él lo hace. Y eso es algo que, en el fondo, le calma.
—Es cierto que se ha vuelto más inestable últimamente —continúa el moreno, sacándose un cigarro de la cajetilla y llevándoselo a la boca, apagado—. Pero es solo porque tiene una mierda de autoestima. Y con esa autoestima, nunca se dará cuenta de que puede estar con un tío mejor, con un tío como tú. Y, en fin... entre que no quiero que se líe con cualquier imbécil, y que a la chica le gusta conformarse conmigo... decidí salir con ella, con la esperanza de hacerla entender algún día que ella vale más de lo que cree —dice, y se encoge de hombros—. Quién sabe. Igual hasta consigo convencerla de que contigo estaría mejor, ¿te imaginas?
—N-no sé qué decir... —confiesa, mareado ante tanta información. Incluso se le ha puesto una sonrisa nerviosa, al oírle esa última propuesta—. S-supongo que... está bien.
—¿Está bien?
—Sí... tú no... n-no eres un tío cualquiera. No para ella. Porque le gustas, desde que somos críos. Eso... e-eso sí lo recuerdo.
—Ya...
Respirando hondo y con intención de sobreponerse, Dustin le dedica una última frase que intenta resumir todo lo que piensa en ese momento.
—Gracias por esto, Keith —le dice, logrando captar su atención—. Por cuidar de Hannah Grace por mí.
—Ah... claro. Para eso estamos.
El rubio asiente con una media sonrisa, abriendo su puerta y saliendo por ella. Keith exhala una vez Dustin da el portazo, sonriente, mientras niega con la cabeza y rebusca en su bolsillo para alcanzar el mechero.
—Con que no soy un tío cualquiera, eh... Eso sonó a piropo.
Apenas ha salido del vehículo, oye la voz de Logan proyectando hacia él toda su frustración. Su tranquila sonrisa cambia a una expresión de hastío, instantáneamente.
—¿Eh? ¿Se puede saber de qué diablos hablabais ahí dentro? —exige saber, con tono de haberlo preguntado ya a Dustin, que se limita a encogerse de hombros—. Hablabais de mí, ¿a que sí? Estáis planeando una traición, ¡pensáis dejarme tirado frente a Elisa!
—¿Dejarte tirado a ti, con lo mono que eres? —cuestiona de pronto una voz femenina a sus espaldas, que no pertenece ni a Heather ni a Felicity, las cuales se miran entre ellas enrarecidas—. ¡Eso sería cruel!
—Coño, Ellie —salta Keith, mientras dirige la mirada hacia la ventana del piso superior de la casa. Sin alterarse de más, procede a encenderse su cigarrillo—. Perdona el ruido, es que el lemming es de pueblo.
—¿"Lemming"? ¡Pero si es mi amigo Logan Edler! —le corrige ella, entre risas atónitas, allá asomada en el ventanal. Logan se ha quedado tan quieto que ni siquiera logra decirle "hola"—. No me lo puedo creer, ¡el mundo es enano!
—¿Tú eres Elisa Fitzgerald, la amiga de Grace? —le pregunta Heather, con un tono tan dulce como educado. Felicity la mira y le cuesta creer lo fácil que le resulta a su amiga ocultar sus ganas de arrancar cabezas.
—¿Oh? Claro, ¡esa soy yo! —responde aquella, sacando las piernas por la ventana. Queda sentada en la repisa, de forma tan casual que por momentos resulta felina—. Vosotros debéis de ser los amigos de Gracie, ¿verdad?
—¿Por qué no bajas y los saludas como una persona normal? —se queja Keith, soplando para expulsar el humo del cigarro—. ¡O dile a Grace que salga ella!
La chica de la ventana se ríe ante la protesta del novio de su amiga. Su cabello, corto y moreno, acaba en unas puntas moradas que le llegan hasta los hombros, desfiladas. Su manera de vestir va en concordancia con su aire desinhibido y moderno, luciendo unas botas altas que le llegan hasta las rodillas y una minifalda negra con pliegues que Felicity calificaría de "cinturón ancho". Heather sigue analizándola mientras sonríe de manera cordial, dándose cuenta incluso desde esa distancia que la joven usa un maquillaje bastante peculiar, con los labios pintados de violeta.
—Sabes que eso no va a pasar —confiesa con resignación Grace, que en ese momento hace acto de presencia al abrir la puerta principal—. Antes los hace subir con ella al tejado.
—¡Grace! —exclama Heather, acudiendo a enseguida a su encuentro y colgándose de ella.
—¡Cuidado, Heather! Me lo vas a tirar todo —la alerta, sujetando un vaso de plástico y lidiando con su efusivo saludo. Ella termina dejándola estar, con una risilla avergonzada—. ¿Cómo va, chicos?
—¿¡Eres amiga de Elisa!? —suelta Logan, habiendo contenido su reacción todo este rato. Elisa se echa a reír, divirtiéndose demasiado con la situación, allá sentada en su ventana como si de un gato callejero se tratara.
—¿La conoces? Espera... ¿entonces eras tú, el chico de las recreativas del que ella hablaba siempre? —cuestiona la pelirroja, mirando ahora hacia la de la ventana, que sigue riendo—. Me contó que conoció a un chico más joven allí.
—No entiendo nada —repone él, sin saber como combatir los nervios si no es hablando de más—. ¿Cómo es posible que nos conociera a los dos y nunca coincidiéramos?
—Pues porque nos movemos en ambientes diferentes, claro —le responde Elisa, sin ninguna intención de bajar de allá—. Grace y yo vamos a discotecas. Tú y yo solo hemos coincidido en las recreativas. O en casa de Stevie.
—¿Quién es Stevie? —cuestiona de pronto Heather, mirando a Logan con ojos muy abiertos.
—¿Eh? ¡Ah! Es el nene que cuida Elisa, algunas tardes —le explica él, rascándose la tirita de la mejilla—. ¡A él también le gustan los videojuegos! Así que yo le caí bien, ¡nos parecemos bastante! No es mucho de salir de casa, porque suele estar enfermito.
Mientras Heather se amolda a esa faceta "paternal" que vislumbra en Logan y olvida su crispación por Elisa, Dustin se ha quedado mirando a Grace desde la distancia; ha visto como posó sus ojos en cada uno de ellos, y notó que al mirarle a él se detuvo unos segundos más.
Keith ha sabido ver eso y da entonces el paso, caminando hasta su novia. Deja que Elisa, de fondo, corrobore a Heather lo que Logan cuenta sobre su parte de babysitter y aproveche para preguntarles sus nombres.
—¿No le vas a decir nada a Krausser? —le pregunta a Grace cuando llega hasta ella, tras darle un beso en la frente y rodearle los hombros con un brazo. Ella se mantiene igualmente cohibida, incluso cuando el saludo de su novio ha sido más parecido al de un amigo—. ¡Que ha venido a verte a posta!
—Sí, lo sé... ¿cómo te encuentras, Dustin? Mi madre y yo teníamos pensado ir a verte, pero...
—L-lo sé, no...
—¿Has visto qué sano se le ve? —le dice a su novia Keith, evitando el bucle al que se asomaba ya Dustin—. Está hasta más guapo, míralo.
—¡Ey! ¡Un momento! —exclama Elisa desde su ventana, interrumpiendo su conversación con Logan y Heather—. ¿Quién es ese rubio?
—¡Es mi amigo Dustin! —le responde con satisfacción Logan—. ¡Del que te hablé! ¿Recuerdas?
La chica de la ventana entonces se incorpora en la misma repisa. Antes de que a Felicity se le ocurra preguntarse en voz alta si está pensando en saltar al jardín de un salto, Elisa hace exactamente eso.
Dejando a todos menos a Keith y a Grace boquiabiertos, Elisa se incorpora tras aterrizar sobre una rodilla en el césped, como si tal cosa. Camina hasta colocarse en medio de Dustin y sus dos amigos. Logan solo sabe reír, ante la demostración de chulería de su excéntrica amiga.
—¿Dices que este rubio morenote es tu famoso amigo, Logan? —cuestiona, analizando al motivo de su curiosidad con brazos en jarra y cabeza ladeada—. ¿Dustin Krausser?
—El mismo —se adelanta en afirmar Keith, tan satisfecho como Logan—. ¿A que tú sí que lo ves, Ellie? ¿A que cuesta creer que este tío no tenga novia aún?
Heather se suma a la risa de Logan al oír eso, mientras que a Grace se le ha quedado el gesto bastante incordiado. Para Felicity, esa expresión en su hermana no le pasa desapercibida, detalle que le molesta.
—¿Que no tiene...? ¡No me jodas!
Le basta una simple mirada directa a Dustin para que este rehúya la mirada con timidez y ella comprenda que dice la verdad. Se ríe y continúa hablando, encontrando enseguida la frase adecuada para aliviar el corte:
—¡Bueno, bueno! Yo también estoy soltera. ¡Pero esas cosas cambian! No hay por qué agobiarse —resuelve, y le coge el vaso de plástico a Grace, para beber de él sin permiso. La pelirroja enarca una ceja, descolocada por la escena entera—. Venga, no os quedéis ahí parados. Entrad en mi casita, que la tenemos para nosotros solos.
—¿Eh? ¿No está tu hermanita? —pregunta Logan, yendo a entrar con ella—. ¡Nicolette!
—Qué va. Se quedó a dormir en casa de Stevie. Son tan monos.
—¡Oh! ¿Tienes una hermana pequeña? —inquiere Heather, acompañándolos. No parece quedar rastro de su hostilidad hacia Elisa.
—Y tan pequeña. Tiene ocho añitos —le dice, mientras cierra la puerta principal una vez pasaron todos—. Mírala, ahí —le señala, mirando hacia una fotografía enmarcada en la cómoda del recibidor. En ella aparece una niña rubia con grandes ojos azules al lado de la propia Elisa, abrazándola desde atrás.
—¡Pero qué monada! —exclama de pronto Heather, al verla. Se la muestra a Felicity, enternecida—. ¡Lleva coletitas!
—No os parecéis mucho —admite Felicity, ajustándose las gafas—. Ella tan rubia y tú tan morena... parecéis como el día y la noche.
—Ya, somos como tú y tu hermana —admite Elisa, con la misma confianza con la que habla a todo el mundo. Se toquetea el colgante que lleva al cuello, en el cual luce una pequeña luna de plata—. La genética es un mundo misterioso, ¿eh?
—Lo cierto es que sí...
Dustin ha dejado la mirada puesta en aquellas fotografías, aunque en realidad tiene todavía el nervio en el cuerpo por la situación de antes. Le vuelve a asaltar el pensamiento de abandonar su intento y largarse de allí; teme tener que someterse a otro momento incómodo en el que deba fingir que todo esto no le es extraño.
—Ey, tío... ¿estás bien? —le pregunta por lo bajo Logan, estando a su lado mientras los demás atienden a las explicaciones de Elisa, sobre la ausencia de sus padres—. Te noto tenso, ¿va todo bien?
—N-no, es que... —Sopesa rápidamente, descartando el decirle la verdad por temor a fastidiarle el buen rato a su amigo—. Ha sido solo un... mareo.
—¿Seguro, no? —insiste, dándole un leve codazo, sonriendo ahora—. No será que te pusiste nervioso por lo que te dijo Ellie, ¿verdad?
—¿Q-qué? N-no, yo no...
—¿De fiesta? ¿Otra vez? —se queja Keith, de fondo. Lo hace a un volumen tan alto que capta también la atención de Dustin y Logan.
—¡Gracie quiere ir a bailar! —le explica Elisa—. ¿Qué quieres que le haga yo? A la chiquilla le gusta quitarse así el estrés.
—Ya te dije cuál era el plan, Keith —le recuerda Grace, en un tono que a pesar de intentar ser discreto, ha sonado un tanto molesto.
—Sí, lo sé, lo dijiste. Pero solo hace dos días que Krausser salió del hospital —explica él, con una tranquilidad tan casual que parece incordiar a su novia—. Igual, no sé, sería mejor un plan tranquilo. Pasar el rato, aquí juntos, ¿no? Vamos, digo yo. ¡Es una opción!
Dustin se queda mirando a Grace, dándose cuenta de esa expresión de irritación en ella. Siente ganas de negar todo lo que Keith ha dicho, de quitarse a sí mismo del rol de aguafiestas, pero Elisa se le adelanta.
—Oye, pues la verdad es que no suena mal, ¿eh? —admite, llevándose la mano al mentón y asintiendo—. De hecho suena genial. ¡Podemos hacer una noche de videojuegos! —propone de pronto, contagiando a Logan y a Heather su entusiasmo por la idea—. Y, en fin, si quieres bailar podemos bailar también, Gracie. ¡Ahí tengo el portátil con la música y los altavoces!
—Estás de broma, ¿verdad? —cuestiona Grace, achinando los ojos con incredulidad—. Estáis de broma todos.
—Grace... —comienza a decir su hermana, adivinando solo por el tono que lo que seguía no era bueno.
—No, a ver. Te dije que Elisa y yo íbamos a salir de fiesta —interrumpe la pelirroja, dirigida a Keith—. Sabes que es mi único día libre y lo mucho que lo necesito. No pienso quedarme encerrada en una casa, la noche de mi único día sin trabajo.
—Pero Gracie... Han venido a verte a propósito, vamos —le recuerda Elisa, sin dejar de lado la sonrisa. Le da un leve toque en el hombro a su amiga, para que reaccione—. Venga, ya saldremos la semana que viene. No le hagas el feo a tu amigo el rubiazo.
—No. El feo me lo está haciendo él a mí —murmura de pronto, mirándole directamente a él.
Solo así consigue que Dustin deje de mirarle, arrepentido de no haberse hecho caso a sí mismo y quedarse en el coche de Keith.
—Lo has traído para hacerme sentir mal, ¿verdad? —le reprocha a su novio, que únicamente le responde con un gesto de extrañeza—. Por el amor de dios, no debí hacerte caso. Sabía que esto tenía dobleces.
—¿De qué diablos hablas, Gracie? —se ríe Elisa, a pesar del ambiente tan tenso que se está formando entre los demás. Se le ocurre oler la bebida que ella misma le quitó antes—. Ah, que estás un poquito chispa, sí. Eso va ser.
—Nadie quiere hacerte sentir mal, Grace —asevera Felicity, con firmeza—. Solo queríamos verte y... estar contigo.
—Mirad... Olvidadlo... ¿vale? Olvidadlo —se apresura a decir la pelirroja, llevándose los dedos a la frente, agobiada. Se retira el flequillo que le cae por la cara y se lo sujeta tras la oreja—. Me iré yo sola.
—Te estás portando como una cría, Grace —le reprocha entonces Felicity, con un tono contenido bastante extraño en ella—. Y de ninguna manera puedes irte sola de fiesta. Mamá no te deja.
—Entonces me iré a casa. Se me han quitado las ganas de todo —asegura, con una sonrisa forzada hacia su hermana. Acto seguido se dirige hasta la puerta—. Adiós a todos. Pasadlo bien.
—¡Pero... Grace! —se inquieta Heather, nerviosa.
—Espera, Grace. Te acompaño —le anuncia Keith, yendo con ella después de dedicar una última mirada clemente hacia Dustin. Él tiene los ojos entornados y puestos en el suelo, de modo que no llega a apreciarlo—. Yo te llevo.
La chica no responde ante las palabras de su novio, pues mientras él las ha ido diciendo ella se ha dedicado a salir por la puerta. Keith se gira hacia el grupo antes de cruzar el umbral para seguirla, encogiendo los hombros y negando, disculpándola de manera muda.
—Pues nada. Luego la llamo para ver si se le ha pasado —dice Elisa, con resignación—. ¿Luego volverás, tú? —pregunta a Keith.
—No lo creo —confiesa aquel, mientras se aleja por el camino que lleva hasta su vehículo, tras Grace. Se detiene al acordarse de algo—. Si no puedo, ¿puedes encargarte tú de llevarlos a casa, Ellie?
—Claro. Los amigos de Logan son mis amigos. Yo los llevaré —afirma la chica, volteando la cabeza hacia su amigo, que le sonríe agradecido.
Termina por cerrar la puerta y girarse a los demás, mientras apoya la espalda en ella. Alza las cejas y tuerce los labios, cavilando su siguiente frase.
—Lo siento, chicos. Es que el alcohol le sienta un poquillo mal.
—Nuestra madre no la deja beber —sentencia Felicity, sonando casi como un reproche dirigido hacia Elisa—. ¿Es que no te lo ha dicho?
—Gracie está cansada de que le digan qué no puede hacer, Felicity. Pero no os preocupéis, recapacitará. Solo es que ha tenido un día malo.
Felicity siente unas ganas enormes de decir que su hermana carece de días buenos, pero al ver la cara de Dustin se contiene una vez más. Elisa también se fija ahora en el rubio, al advertir que la hermana de Grace le mira.
—Tranquilo, los rebotes de Gracie son habituales —le asegura, posando una mano sobre su hombro, amistosa—. Pero a Keith se le da bastante bien calmarla.
El acercamiento físico de Elisa, sumado al trasfondo tan odioso de la situación que acaba de ocurrir, provocan en Dustin una sensación de rechazo. Un gesto que simplemente expresa ladeando el cuerpo.
—Le dije que no era buena idea. N-no debí venir.
—Necesitabas verla, Dust —le recuerda Logan, ocultando bastante mal su incomodidad ante la situación, casi tan contenido como Felicity—. Vale que no era la mejor idea del mundo, pero tú no tienes ninguna culpa de que ella tenga su vida patas arriba.
—T-tal vez sí... tenga algo que ver. A nadie le gusta recordar un error.
—¿Un error? —cuestiona Elisa, apoyando una mano en la cadera, todavía sujetando el vasito en la otra—. ¿Qué error?
—No me parece que esto sea algo que te incumba, Elisa —dictamina la hermana de Grace, de pronto.
—Oh. —Sopesa con calma sus siguientes palabras—. Puede que no, pero me gustaría ayudar. Al fin y al cabo, es el amigo de mis amigos —se encoge de hombros, mostrándose inalterable ante la actitud territorial de Felicity—. ¿Tú qué crees, Logan? ¿Piensas que podría echar una mano?
—Bueno... técnicamente, tú eres quien más tiempo ha estado pasando con ella últimamente —reconoce Logan, rascándose la mejilla—. Si alguien puede saber qué le ha estado pasando por la cabeza en este tiempo, eres tú.
—O Keith —apuntilla Heather, con tono de querer ayudar más que de pretender dejar a Elisa fuera de la ecuación.
—Así es —concede Elisa, entendiendo por sus palabras que eso le permitirá ofrecer su ayuda—. Mira, puede que aún no nos conozcamos demasiado —le dice a Dustin—. Pero, como ya he dicho, los amigos de mis amigos son mis amigos. Y no sois unos amigos cualquiera.
Mira también hacia Heather y Felicity, y continúa una vez ve asentir a Heather.
—Por eso estaré encantada de echar un cable. Siempre y cuando estéis de acuerdo, claro —propone, y estrecha hacia el rubio la mano libre—. Elisa Fitzgerald puede sacarte de cualquier callejón.
Ante el tono jocoso de su última frase, Heather sonríe confiada, contagiada por la cercanía de Logan. Felicity, en cambio, se mantiene pendiente de la opinión de Dustin al respecto.
—T-te lo agradezco, Elisa —responde finalmente él, tomando la mano al sentir de nuevo la necesidad de pasar al "siguiente capítulo". Sonríe al decir lo siguiente—: Si... si Logan confía en ti, yo también.
—Haces bien —le asegura la chica, asiendo con firmeza su mano y mostrando una sonrisa tan confiada como la que mantuvo todo este tiempo. Ese gesto relaja un tanto a Felicity—. En fin... ¿Qué os parece si nos vamos conociendo un poco más, mientras echamos unas partidas?
—No veo mejor forma de conocer a una persona —afirma Logan—. ¿Dónde tienes los juegos, Ellie?
—En aquella vitrina del fondo —le indica, señalando a través de lo que parece ser un salón. Logan se dirige hacia allá enseguida, seguido de Heather—. Coged el que queráis. Yo mientras iré a la cocina a por mi dosis de taurina, que si no, no aguanto ni un asalto —le comenta a Felicity, que no atiende demasiado, quedándose a medio camino entre ella y el sofá frente a la vitrina a la que se encararon Logan y Heather.
Elisa ve su falta de atención y le provoca más gracia que otra cosa, dirigiéndose entonces hacia Dustin.
—Qué, ¿te vienes conmigo? Así me ayudas a elegir qué quieren ellos.
El chico se limita a asentir y a seguirla, encogiéndose de hombros. Es consciente de que Elisa está mostrando algún tipo de interés en él, pero no tiene claro si se trata de algo romántico o simplemente cortesía por Logan o Grace. La situación de antes le ha cerrado el estómago y le ha mareado las ideas, y únicamente ha aceptado la ayuda de esta extraña chica porque su mejor amigo confía en ella.
Llegan a la pequeña y luminosa cocina, que a Dustin le recuerda a la de su propia casa.
—A Logan sé que lo que le flipan son los batidos de chocolate. Pero, ¿y a tu hermanita? —le consulta Elisa, mientras indaga en su frigorífico, del que saca un bote de metal con franjas azules y letras rojas—. Ah, ¡mi querida taurina! —sonríe y besa el bote, ignorando el gesto de extrañeza de Dustin.
Tras rebuscar, saca también una botella de plástico marrón. Luego deja ambos sobre una repisa y observa desde ahí hacia la sala anterior, desde la que se puede ver el salón donde Logan y Heather todavía investigan su colección de juegos
—Ay... son tan monos, esos dos. Logan me ha hablado tanto de vosotros que a veces creo que os conozco desde hace tiempo.
—¿D-de veras?
—Y tanto que sí. Él hablaba de vosotros como si fueseis familia —le explica, girándose a él—. La verdad, yo no concibo la vida sin mi hermana. Debe de ser tan raro, no tener ninguno...
—S-sí...
Poniéndose ahora en la piel de Logan y en la soledad de la que él mismo le habló en el hospital, Dustin no está alerta para cuando Elisa le vuelve a preguntar.
—¿Refrescos está bien, para vosotros? —le repite, cuando él por fin la atiende—. Si has estado de hospitales...
—C-claro, refresco está bien. Tranquila.
—Oye, Dustin —comienza a decir ella, una vez dispone cada bebida que recogió sobre una bandeja—. Pensaba a proponer esto con los demás presentes, pero... te veo un poco nervioso. Así que te lo digo a ti primero, para que no te sientas presionado por Logan ni por nadie.
—¿Decir? ¿El qué?
—Verás, había pensado en pasar la tarde en la playa, mañana. Con mis amigos —le comenta, algo más calmada. Dustin puede notar que la chica está moderando su arrojo habitual, probablemente debido a la actitud tensa de él—. Keith y Grace ya los conocen, seguro que os caen genial. Pero, en fin, si no te apetece, no hay problema.
—¿A Grace le... caen bien? —se le ocurre decir, sin pensar demasiado su respuesta. Se rasca la nuca inmediatamente después, sintiendo vergüenza por hacer una pregunta tan estúpida. Al menos eso cree que fue, al ver a Elisa sonreír—. Q-quiero decir... ¿ella estará a gusto, no? Aunque... aunque vaya yo.
—Quién sabe. Lo que sí sé es que ella no tiene por qué limitarte tanto. Si a ti te apetece hacer algo, lo haces. Igual que hace Gracie ahora. Suena fácil, pero no lo es, para nada. Y en eso seguramente tengas que dejarte ayudar por tus amigos, Dustin.
—L-lo sé —admite, bajando los ojos—. Es solo que... no me gusta incomodarla. Y si puedo evitarlo... prefiero hacerlo.
—No eres tú quien la incomoda —le dice entonces, tras unos segundos. El tono sobrio que emplea capta la atención del chico—. Es ella misma. Ella y su manera de actuar. Su forma de ser.
—¿Su forma de ser...?
—Está conociéndose. Probándose —le cuenta, fijando la vista en la nada. Se encoge de hombros—. Todavía no está segura de la persona que quiere ser.
Dustin comprende las palabras de Elisa, al relacionarlas con lo que habló con Keith en el coche. Puede llegar a entender que Grace solo está pasando su duelo, que probablemente se le haya mezclado con problemas del pasado. Siente un peso en el pecho al recordar que, por mucho que le duela verla así, no está en su mano resolverle la vida.
—Si eres la mitad de buen tío de lo que Logan o Keith me han contado, puedo estar segura de que estás mejor cerca de Grace, que alejado —le dice entonces ella, como si hubiese adivinado qué pensamientos le rondaron durante aquel silencio—. Créeme. Tarde o temprano aterrizará. Y se dará cuenta de lo que tiene a su alrededor —asegura, recogiendo la bandeja con las bebidas—. Así que mejor que empecemos cuanto antes, a decirle qué es bueno y qué no, ¿no crees?
Asimilando el punto de vista de Elisa, Dustin asiente a sus palabras. Al verla cargar con la bandeja, hace el ademán de ofrecerse a llevarla él.
—Entiendo eso como un sí a mi propuesta, ¿no? —asume, cediéndole la bandeja con un gesto de grata sorpresa—. El plan playero.
—C-claro...
—¡Tenemos juego! —exclama de pronto Heather, asomándose por la puerta de la cocina y sobresaltando a su hermano, al cual pilló de espaldas—. ¡Venid!
—¡Genial! —se ríe Elisa, volviendo a su tono informal y yendo con la chica—. No importa cuál hayáis elegido... Os haré morder el polvo en cualquiera de ellos.
Aquella se ríe, mientras Dustin oye a su amigo Logan vociferar desde el salón que "Eso no se lo cree ni ella". Ante esta nueva situación relajada, el rubio trata de amoldarse e ignorar sus inseguridades una vez más, tal y como ocurrió cuando se juntaron con Keith.
Decide confiar en Logan y en Elisa. Elige creer que puede llegar a ser algo positivo para Grace, como Keith le contó. Rebusca en su interior cada pizca de valor que alguna vez pudo reunir y trata de mantenerlo presente.
Aunque, por momentos, se pregunte si podrá algún día recuperar toda aquella valentía que al parecer tuvo, en aquellos días que ahora ha olvidado. Aquel arrojo que le impulsó a llamar a su hermano mayor y subirse a una moto de acrobacias.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro