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24. Ni contigo, ni sin ti


Blancura. Un goteo en el silencio.

Todo lo que ve Dustin al abrir los ojos es luz, una luminosidad que le obliga a entrecerrar los párpados. Puede oír un leve goteo cercano a él, acompañado por unos discretos pitidos de ritmo pausado.

Aún puede sentir que su mente no se ha asentado todavía, provocándole un leve gruñido de dolor. Nota entonces su cabeza reposando sobre una almohada y el resto del cuerpo acostado en una cama. Al mover lentamente una mano hacia su izquierda descubre que está rodeado de barras de hierro; le tranquiliza pensar que, pese al fuerte mareo, no podrá caerse de allí.

—Eso fue peligroso, ¿eh?

La punzada de dolor que sintió al despertar se calma fugazmente al escuchar aquella voz tan familiar cerca de él. Nota la garganta entumecida cuando se dispone a pronunciar el nombre de la persona que acaba de oír a su lado.

—Sam...

—Joder, Daxx —desliza en un suspiro, con una pequeña risa. 

Dustin todavía tiene la vista borrosa, pero al girar la cabeza puede apreciar la distancia que le separa de su hermano mayor, quien se acerca hasta el borde de la cama en la que él está acostado.

Pasados unos segundos consigue verle sonreír de medio lado y, aunque parece algo apenado, en su rostro se ha disipado aquel aspecto demacrado que su hermano pequeño le vio la última vez que hablaron. Apenas luce un par de heridas ya cicatrizadas por los labios y la nariz.

—Casi no lo contamos, ¿sabes? Estamos vivos de milagro.

—¿Mi... lagro?

El mayor de los Krausser suspira, sentándose a los pies de la cama sin quitar los ojos de la puerta de la sala en la que se encuentran. Echado hacia delante y apoyando los codos sobre sus rodillas, entrelaza sus dedos. Hay un silencio muy pacífico, que a Dustin le viene bien para aclimatarse de nuevo a la realidad; siente sus músculos entumecidos y aunque no tiene ni idea de cuánto tiempo ha estado inconsciente se nota exhausto. Sigue escuchando ese pitido regular proveniente de un monitor cardíaco que se encuentra a su izquierda marcando el ritmo de sus constantes vitales.

—Sí. Yo la cagué con el salto y tú, bueno. Tú te pusiste como una moto... nunca mejor dicho. —Expulsa aire por la nariz en un intento de risa, aliviando el tono al relativizar un problema tan grave—. Y, en fin... ya sabes lo chungo que es eso para ti, ¿no?

A la mente de Dustin le cuesta encajar en su lugar las palabras de su hermano. No tiene muy claro de qué le está hablando, ni por qué le ve con cicatrices por la cara. Lo único que sabe es que su don ha sido siempre inestable y que no es la primera vez que despierta atontado y alguien debe explicarle qué ha pasado, después de sufrir algún desajuste en su habilidad especial.

—No te preocupes. Te pondrás bien, Daxx —continúa Sam, tras otro silencio en el que su hermano pequeño se ha dedicado a mover los ojos por la estancia, sereno y adormecido.

Dejando de observar la entrada, el hermano mayor mira al menor. Palmea con suavidad la pantorrilla de este y mantiene allí la mano posada.

—Sobre todo si... me haces caso —prosigue Sam cuando sus miradas se encuentran.

—¿Caso...? ¿En... qué?

—Esta vez sí que debes... alejarte de mí, ¿vale? —termina pidiéndole, habiéndole mantenido la mirada igualmente tranquilo—. Yo... yo debo desaparecer, Daxx. Desaparecer de verdad.

Dustin frunce el ceño, siente la fuerte punzada de dolor que le invadió al abrir los ojos. No logra ordenar sus recuerdos más recientes, pero esa última frase que Sam ha pronunciado le ha removido las entrañas; estar lejos de su hermano es un vacío que tiene ya enquistado desde niño.

—¿Por qué...?

Con amargura, Sam sonríe. Retirando la mano de la pierna de Dustin vuelve a desviar los ojos hacia la puerta cerrada de la sala, en la que su hermano pequeño está hospitalizado. Entrelaza de nuevo sus dedos, esta vez con algo más de fuerza entre ellos, llegando a crujirlos ínfimamente.

—Pues... porque todos están muy enfadados conmigo. He... sobrepasado el límite, Rapid Boy —confiesa tras haberse contenido unos segundos. Sus ojos azules están ahora fijos en el suelo que precede a la salida de la habitación—. Para ellos estoy mejor... fuera de plano.

El chico desea volver a cuestionar por qué su hermano se empeña en decir esas cosas, afectado en gran medida por su incapacidad para recordar los eventos más recientes que ha vivido con él: la competición, su discusión... Solo logra que le venga a la mente, a fogonazos, su reencuentro en la solitaria casa de Sam, tras aquella primera llamada que lo inició todo.

Pero, antes de que Dustin consiga pronunciar alguna palabra, la puerta de la habitación se abre. Ambos hermanos clavan sus miradas allí para ver que se trata de Arnold Krausser, su padre.

El hombre, que traía de fuera un temple taciturno y monótono, imprime algo de sorpresa en su gesto al mirar hacia su hijo mediano y verlo con los ojos abiertos y la cara girada hacia él. Los ojos claros de Arnold están entornados en sombras oscuras, tiene aspecto de no haber conciliado el sueño en meses.

—¿Hijo? —murmura, atónito. 

Se queda paralizado en el sitio, con una de sus manos aferrada a ese bote cerrado de café que trae. No lleva la chaqueta del traje puesta y a su camisa le faltan un par de botones por abrochar en la parte de arriba, carente de la habitual corbata.

—Dustin...

—Papá...

Al escucharle hablar, Arnold comprende que esta vez no se trata de un reflejo optimista de su mente y camina hacia él, dejando el café en la mesilla que la cama disponía a un lateral. Ignora por completo a su hijo mayor, que enseguida se levanta del camastro cuando su padre se acerca y se sienta en su lugar. Sam se queda allí de pie con la mirada gacha y la mano sobre su nuca, avergonzado.

—Dustin, gracias al cielo... ¡Estás aquí! —Sostiene su cara con ambas manos.

El chico siente un nudo en la garganta al ver a su padre sonreírle de aquella forma tan esperanzada y a la vez rota; observa que su rostro es más enjuto y pálido que de normal, le parece que está mucho más delgado que antes. Atisba lágrimas que rápidamente deja de tener a la vista cuando su padre le acerca contra su hombro de un abrazo.

—Estás aquí...

Meciéndolo levemente entre sus brazos, a Dustin se le alivia un poco el agobio que sintió antes. No está acostumbrado a que su padre le abrace y mucho menos con tanto sentimiento.

Mira desde ahí a su hermano mayor. Ve como Sam le dirige la mirada una última vez antes de suspirar y marcharse por la puerta que su padre dejó abierta, dejándoles solos.

—Lo siento, papá... yo...

—Tranquilo, hijo. No hagas esfuerzos, ¿me oyes?

Se separa de su abrazo y desvía los ojos hacia la entrada, a donde su hijo mediano miraba. Mantiene sus manos afianzadas en los hombros del chico, y su gesto se endurece a pesar de que sus palabras siguen siendo cuidadosas.

—¿Cómo te encuentras?

—Yo... Es... estoy bien. Solo... cansado.

—Llamaré al médico para que te vea. Ahora mismo le aviso —le dice mientras se retira—. No tardaré nada, ¿de acuerdo?

Dustin asiente tras mantenerle la mirada unos segundos a su padre. Lo ve sonreír de nuevo antes de marcharse, sin notarle ni un solo achaque en sus movimientos. A él se le contagia esa sonrisa, mirando ahora hacia la mesilla que tiene a su lado.

«Vaya, se ha dejado el café».

Sonríe ante ese detalle y desvía su atención hacia el otro lado de la estancia, allá donde se encuentra la ventana por la que entra la luz natural. El chico respira hondo, llevándose la mano al pecho y cesando en su intento al momento, al notar una repentina tensión allí. La tirantez del gotero endovenoso conectado a él le causa tal dolor que le provoca flojedad en el brazo. Dolorido, la sonrisa se le borra de los labios.

Su mente le plantea entonces preguntas que sigue sin saber encajar: qué ha ocurrido, hace cuanto que ocurrió... Aunque no es la primera vez que despierta encamado tras uno de sus "desajustes" de velocidad, Dustin aún está algo sobrecogido por la reacción y el aspecto físico desmejorado de su padre.

«Nunca había visto a papá tan afectado. Debe de haber pasado algo grave», se dice para sus adentros, dejando los ojos de nuevo en la puerta que Arnold cruzó. «Y... a Sam... ni siquiera le ha mirado, al entrar. Eso es una pésima señal».

...

Para cuando Arnold regresa a la habitación acompañado por el médico que le ha estado tratando y dos enfermeras, han pasado unos cinco minutos que han sido suficientes para adormecer a Dustin. Tiene los ojos cerrados y oye a su padre decirles algo sobre que se había dormido, que él ya le comentó que se encontraba cansado. El chico entonces abre los ojos, pretende hablar y negarlo, que está despierto, pero siente tal pesadez que lo único que llega a decirles es el "no".

Escucha al médico saludarle y presentarse ante él como el Dr. Cameron Fisher. Se trata de un hombre delgado, pero de semblante seguro y facciones claramente nórdicas, con cabello rubio y ojos claros que a Dustin le son familiares, al asociar el parecido físico a su padre. Porta unas lentes que se ajusta al puente de la nariz antes de comenzar a hablar, asegurando a Arnold y a su hijo que no se preocupen, que es habitual despertar aturdido de un coma tan largo.

—Poco a poco recuperarás tus sentidos, Dustin. Debes tener paciencia —le dice el hombre, que mira intermitentemente a su padre; parece ser a él a quien debe tranquilizar más.

Una de las jóvenes enfermeras que le acompañan, de cabello rubio oscuro y predisposición tan atenta como el propio doctor, se dedica a tomarle la temperatura y a comprobar sus signos vitales mientras él continúa hablando.

—Que estés despierto es ya un gran paso. A partir de ahora habremos de comenzar a evaluar las secuelas que se hayan podido producir.

—Secuelas... —repite para sí Arnold—. ¿Qué tipo de secuelas pueden ser esas, doctor?

—Como ya le dije, eso depende de la persona. Y del tiempo transcurrido.

La otra enfermera, de rasgos latinos, se dedica a comprobar los datos que le aparecen en las pantallas que informan de su estado, mientras el doctor le explica con calma.

—La arritmia le ocasionó una parada cardíaca a su hijo, sr. Krausser. En estos casos, el primer órgano que se ve afectado ante la falta de oxígeno es el cerebro. Eso puede provocar daños en el sistema nervioso, ocasionar alguna pérdida en sus facultades cognitivas, incluso en la capacidad del habla o del movimiento. Pero el caso de su hijo es excepcional. Sus genes tienen una asombrosa capacidad de regeneración. Aunque eso es algo que también sabe; usted mismo ha afirmado que antes habló con usted, eso es una buena señal.

—Sí... lo sé. —Sigue mirando hacia su hijo mientras la enfermera rubia comprueba las reacciones básicas de este, examinando ahora la respuesta de sus pupilas ante la luz directa y anota los resultados—. Entonces, volverá a ser el mismo de antes, ¿no?

—Eso es complicado de saber al cien por cien ahora mismo, señor. El tiempo de rehabilitación en estos casos es largo e intenso —le asegura, manteniendo el tono calmo—. Por ahora parece que no existen daños en sus funciones vitales, pero debemos incidir en la exploración clínica. —Recibe el informe de una de sus ayudantes. Da una cabeceada afirmativa y se dirige a ellas—: Gracias, Betty, Lauren... es todo. Por favor, ve a informar a la doctora Bogart, Betty.

La enfermera rubia sonríe mientras asiente y se despide educadamente de Arnold antes de salir por la puerta con su compañera, dejándoles a solas con el Dr. Fisher.

—No se preocupe... su mujer confió en mí y en la doctora por una buena razón —asevera, una vez las enfermeras se marchan—. Sabemos cómo tratar a personas portadoras de Stigma. Está en las mejores manos.

—Entonces... las secuelas de las que habló... —comienza a decir Arnold, tras un silencio en el que el especialista ha seguido atento a sus comprobaciones que sus enfermeras le pasaron.

—El cuerpo de Dustin ha permanecido sesenta y dos días en sueño profundo, señor Krausser —le recuerda, sirviendo para informar también al paciente, a quien ahora mira—: Regresar al presente le costará algo de trabajo, pero con su ayuda y la de sus seres queridos podrá ir recuperándose. Hacerle recordar y reincidir en aspectos básicos de su vida en momentos de duda será muy importante a partir de ahora. Sobre todo, deben tener paciencia.

Las palabras del Dr. Fisher dejan poso en el chico y lo que su padre y él se siguen diciendo pasa a un segundo plano entonces: su mente trata de asimilar el hecho de que ha estado dos meses dormido. Ahora mismo no es capaz de comprender enteramente todo lo que eso ha podido implicar para su familia, para sus amigos. Solo alcanza a entender por qué su padre estaba tan afectado.

—Papá... —comienza a decir, con un hilo de voz.

Él le atiende al momento, interrumpiendo su serena conversación con el Dr. Fisher.

—¿Q-qué ha pasado?

—Les dejaré un momento a solas, señor Krausser —concede el médico con cortesía. Arnold asiente—. ¿Quiere que avisemos a alguien?

—Avisar... claro. Dígale a mi mujer que él está despierto.

—De acuerdo. Le pediré a Betty que hable con ella también.

El doctor se despide de él posando brevemente la mano sobre su hombro, apremiante, y Arnold asiente levemente como respuesta. Una vez el Dr. Fisher se ha marchado de la habitación, el hombre suspira, tratando de organizarse mentalmente para no olvidar las indicaciones del especialista. Dustin le mira y le cuesta creer que a su padre le esté siendo tan complicado mantenerse sereno, pues siempre le ha considerado la persona más sobria e impasible del mundo.

—Tuviste un desajuste, hijo. Uno muy... intenso.

—¿P-por qué? ¿Qué pasó?

—Tu... medicación. Estaba adulterada.

Se crea un silencio entre padre e hijo. Arnold modera como puede sus palabras, el Dr. Fisher le ha indicado qué puede decirle y qué no en este momento, así que reza porque Dustin se conforme con la información que él puede darle ahora mismo.

—¿Adul...terada?

—Los inhibidores que hemos utilizado siempre para tu Stigma. Los que tu madre hizo para ti. En tu organismo había sustancias que tu madre nunca utilizó. Provocaban... todo lo contrario.

—N-no lo entiendo... Yo no...

Una punzada en la cabeza le impide terminar la frase, al intentar darle una explicación a ese sinsentido. Su mente ha tratado de acceder a un recuerdo que está ahora mismo borroso, inaccesible, y el dolor le paraliza durante unos segundos.

—L-lo siento, es que no... no consigo recordarlo... yo...

—Estás a salvo ahora, hijo. Estás bien, te pondrás mejor. —Posa las manos sobre sus hombros de nuevo—. Fuera lo que fuese aquello, ya no está en ti. No temas.

El chico baja un poco la mirada.

—No pasa nada... ¿de acuerdo? Ya has oído al doctor Fisher. Poco a poco... recuperarás todo.

Dustin siente entonces una presión en el pecho que no logra adjudicar a nada físico, no como los dolores que ha estado sintiendo desde que despertó. La voz de su padre al pronunciar esas palabras le ha sonado tan profundamente herida que, sin saber por qué, a Dustin se le han llenado los ojos de lágrimas.

«Todo», resuena en su cabeza. «¿Qué es 'todo'?».

. . .

Los minutos posteriores a ese momento los recuerda ahora tan borrosos como estuvieron sus ojos. Como si se tratase de un sueño del que solo recuerda fragmentos sueltos, Dustin toma conciencia del presente y se percata de que ahora tiene frente a él a su hermana pequeña, Heather. La ve sonriente, ahí sentada en una silla arrimada a su camastro. Desprende mucha luz en su expresión, no tiene nada que ver con lo que acaba de vivir. O recordar.

—¿Dustin? —Ladea la cabeza y suelta una risilla—. ¿Por qué me miras así?

—L-lo siento, Heather. —Al no ser capaz de retomar el hilo de la conversación por sí mismo, decide preguntar—: ¿D-de qué estabas... hablando?

—Oh, pues... ¡de tus pendientes!

«¿Pendientes?», se pregunta para sí, al tiempo que lleva de forma instintiva los dedos al lóbulo de su oreja. Al hacerlo nota un pequeño relieve metálico y redondeado engarzado a él.

—Papá dice que te ayudarán a contener tu poder, ¡sin necesidad de medicación! Los han hecho exclusivamente para ti. La verdad es que te quedan geniales. Parecen tornillos, ¿ves? —dice, acercándole el que ella lleva en la mano.

Dustin puede verlo con claridad a pesar de tenerlo a poca distancia y no comprende por qué hasta que también se da cuenta de que lleva sus gafas puestas. Heather se percata de su expresión desconcertada y continúa hablando con una sonrisa indulgente.

—Todavía estás un poco desubicado, ¿verdad?

—Eso creo... S-siento no estar... entero, Heather.

—No pasa nada. Todos hemos perdido un tornillo alguna vez... ¡Anda, mira! He encontrado el tornillo que te falta. ¡Estuvo aquí todo el tiempo!

La risa de su hermana le permite relajarse y hasta sonreír.

—Oye... Heather —comienza a decir. La chica emite un sonido interrogativo de garganta—. ¿Cuánto hace que desperté?

—Oh, pues... —Se lo piensa un poco, antes de responder—: Un día. Papá estuvo contigo ayer por la tarde.

El chico suspira ante la nueva información. La sensación de que el tiempo pase en un parpadeo sin darse cuenta no es tan extraña para él, pero nunca la había sentido tan pesada como ahora mismo.

—¿Podrías ponerme al día... otra vez?

—¡Oh! Por supuesto. —Se pone recta en su asiento y carraspea—. A ver... Papá ha dicho que tú mandas, que es preferible que seas tú quien pregunte, ¿vale?

—Ah... claro, ehm... —Tras dudar unos segundos logra que sus neuronas se pongan de acuerdo para formular la primera pregunta—. ¿Cómo está mamá?

—¿Mamá? Bueno, ella ha estado turnándose con papá en la empresa. Cuando él estaba aquí contigo, ella estaba allá. La cuestión era no dejarte solo.

—Entonces... ¿está bien?

—Ahora sí. Ella y yo fuimos las más positivas en este asunto, ¿sabes? Estábamos seguras de que despertarías pronto. Y ya lo ves, al final tuvimos razón.

—El médico dijo que... he estado dormido dos meses. ¿Es cierto...?

—Hm... sí. Bueno...

Dustin ve a Heather recolocarse en su asiento, dejando sobre la mesilla cercana el pendiente y cogiendo una botella de plástico con agua. La sostiene entre sus manos, y continúa hablando en lugar de beber de ella, como su hermano creyó que haría.

—Es verdad, sí. De hecho, estamos ya de vacaciones...

—¿V-vacaciones? ¿Q-quieres decir que... ya se ha terminado el curso?

—¡Sí! Pero no pasa nada, es decir... Podrás recuperarlo todo, es decir, ¡eres tú! Ni siquiera te hace falta estudiar para aprobar, no como a mí. Yo sí que tuve que clavar los codos... ¿sabes que lo conseguí aprobar todo? Me esforcé a tope. ¡Fue una promesa!

—¿Una promesa? ¿A quién?

—A ti.

El chico vuelve a notar esa sensación de vacío al escuchar la sencilla respuesta de su hermana. La promesa que ella le hizo tampoco puede recordarla.

—E-es verdad... Me lo prometiste —reconoce, fiándose de su palabra. Verla tantos segundos seguidos sin hacer una broma le indica que este tema se lo toma en serio, hasta su expresión se ha vuelto algo taciturna. Él le sonríe—. Fue algo que me dijiste mientras dormía, ¿no es así?

—Sí. —Se dedica a rascar la etiqueta de plástico que la recubre, ya medio rasgada, con las uñas—. Necesitaba hacerlo. Las cosas han estado un poco raras, ¿sabes? No podía echar a perder el curso solo por estar triste. Si suspendía, mamá y papá estarían peor. Y seguramente habría tenido que repetir curso, y... Felicity y Logan habrían seguido sin mí.

Tras aquella frase ninguno de los hermanos continúa hablando. En el aire queda un ambiente ligeramente decaído, por el propio tono de la benjamina. Dustin ya sabe que debe ser él quien pregunte, pero algo le avisa de que incidir en ese tema podría entristecer más a su hermana.

—Felicity y yo llevamos dos semanas sin hablarnos —confiesa entonces ella, tras ese momento de silencio—. Se molestó mucho con Grace porque dejó el instituto y empezó a trabajar con Rachel en el Clover's.

Sonríe un poco y decide encaminar la conversación por ese lado, al ver a su hermano con mirada interesada por nombrarle a su chica favorita.

—Sí... Grace está trabajando con Rachel, de camarera. Se le da un poquito mal todavía, pero lo intenta y está algo más animada.

—Y... ¿Felicity está enfadada por eso?

—No, bueno... no sé. Son muchas cosas, y ella es de agobiarse bastante, ya lo sabes. —Se encoge de hombros—. Últimamente estaba muy rara... de normal era solo a Grace a quien no soportaba, pero... empezó a molestarse también por mí, y... por Logan.

—¿Por qué?

—Ella me pedía que fuese... más realista. Felicity estaba convencida de que tú no despertarías. —Aparta los ojos de él y aprieta entre sus manos la botella, sin llegar a crujirla—. Entonces Logan terminó por cabrearse, y... discutieron.

Dustin aprieta los dientes al escuchar eso y suspira al comprender el desánimo de Heather. También entiende con facilidad que Felicity reaccionase de esa manera tan característica suya, siempre racional y en ocasiones hasta fría ante los sentimentalismos ajenos. Casi puede oír a su amigo Logan diciéndole lo imbécil que es por querer quitarle la esperanza a la pobre Heather.

—N-no te preocupes, Heather. —Sonríe a su hermana y ella le mira, sorbiendo levemente por la nariz—. S-seguro que cuando ella me vea bien se calmará y volverá a tratarte bien. Y podrás decirle eso de "Yo tenía razón", que siempre sienta muy bien, ¿no?

Ella se ríe.

—Qué va, ni hablar... ¡si le digo eso, sí que me retira la palabra para siempre!

—Lo sé, era una broma.

—Pero seguro que Logan sí que se lo dirá. Y se lo restregará día y noche, hasta el fin de sus días. Le dirá... mm... "¡Toma esa, te lo dije!"

—¿Qué? N-no, eso no suena como él. Sería más bien algo así como...

—"In your face, miss Delegada" —propone una irreverente voz proveniente de la puerta de la habitación.

—¡"In your face, miss Delegada"! ¡Justo eso! —concuerda el rubio, girando la cara hacia su amigo, allí plantado.

—¡Logan! ¿¡Cuánto tiempo llevas ahí!?

—Yo también me alegro de verte, Heat Her —da como respuesta, rascándose con el índice la tirita de su mejilla. Ella aparta la mirada, incómoda—. Tranquila, no he oído nada de lo que dijisteis sobre mí.

—¿Se puede saber qué haces ahí parado? —le reprocha Dustin, divertido. Logan parece haberse contagiado del reparo repentino de Heather, algo que desentona demasiado en él—. Ven aquí, anda. Que no mordemos.

El chico termina por acceder, tras un suspiro. Camina hasta pararse a un lado del camastro y queda al lado contrario en el que Heather estaba sentada. Metiéndose las manos en los bolsillos de su sudadera, Logan evita el contacto visual con ella y se dedica a mirarle a él, aunque con mirada bastante gacha. Esboza una media sonrisa y asiente un poco, intentando aparentar templanza.

—Te veo bien, tío.

—Me alegro de que me veas así. ¿Y tú, cómo estás?

—¿Yo? Genial. —Encoge los hombros—. Es decir... hace solo 24 horas todavía pensaba que mi amigo se iba a pegar una siesta de cien mil años. Y de pronto me llama Seb y me dice que la bella durmiente despertó. Fue como "Oh, vaya. Eso suena de puta madre. ¿Debería ir y darle dos hostias por el susto que me pegó o darle un abrazo de esos que le joden los huesos? Qué difícil es ser yo, necesito un Cola-Cao bien cargado".

—¿Va...le? —Se ríe, incapaz de responder nada mejor. Heather contiene la suya con una sonrisa muy mal disimulada, tapándose con los dedos los labios al notarlo.

—No es gracioso. Sigo sin saber qué darte, Dust, en serio. Lo que hiciste fue más estúpido que yo en mis mejores días.

—¿L-lo que hice...? —pregunta entonces, dejando de reír de a poco—. ¿Q-qué hice?

Logan entonces enarca una ceja e instintivamente mira hacia Heather, buscando explicación. Ella le niega de forma discreta, pero Dustin se da cuenta y los mira con extrañeza.

—A ver, es verdad. Seb me dijo que tendrías vacíos de memoria, sí —recapacita Logan, dándose un toque con el puño cerrado en la frente—. Qué gilipollas soy. Perdona.

—¿Qué hice, Logan? —vuelve a preguntar, más serio—. P-puedes decírmelo...

—Pues... —Duda antes de continuar y suspira. Termina la frase tras mirar a Heather, con aplomo—. Lo de siempre, Dust. Seguir a tu hermano Sam.

—Sam...

Dustin se queda mirando a la nada al pensar en él. Recuerda el momento en que le vio con él, en aquella misma sala. Traga saliva al acordarse de sus palabras de derrota y de lo que le hizo prometer. Arruga entre sus dedos la sabana sobre sus piernas, enredado en ese doloroso pensamiento.

—Pero él... se ha ido ya. N-no hay que preocuparse más, ¿no?

Logan y Heather se miran el uno al otro con el gesto serio, incluso afectado. Asienten al unísono tras ese silencio en el que tan solo se escuchan los pitidos de las máquinas a las que Dustin está conectado, de ritmo regular.

—No —susurra Logan. Se queda mirando la mano de su amigo, fijándose en cómo estruja la sábana—. Pero... está bien. Yo sigo aquí, Dust. Siempre estaré aquí, ¿vale?

—Logan...

La botella de plástico que Heather guardaba entre sus manos emite un crujido, al ser constreñida por ella. Al notar que se ha vuelto el centro de atención al hacer ese repentino sonido, la chica suelta una risilla nerviosa.

—¡Ay! Mirad, se me quedó vacía. ¡Ni me di cuenta! —se ríe, meneando ante ellos la botella. Dustin y Logan se miran perplejos—. ¡Iré a por más! ¡Sí, eso haré! ¡No me sigáis!

Ambos la ven salir escopeteada por la puerta y Logan se aguanta la risa.

—...Vale. Eso fue raro.

—Rara es la forma de miraros entre vosotros dos —corrige de pronto Dustin. Logan le observa y finge no saber de qué le habla—. Heather y tú.

—Ah... eso.

—¿Es por lo de Felicity?

—No... bueno. A medias. —Se rasca la tirita negra de su mejilla, un tanto incómodo—. Hemos estado... un poco distanciados, en las últimas semanas. Ella y yo.

—¿Por qué?

—No fue fácil aguantar a la señorita delegada, eso ya te lo ha contado, creo. Pero el caso es que le dije de todo a Feli y dejamos de hablarnos, de vernos. Yo siempre vengo de la mansión hasta Kerzefield para estar con vosotros, incluso cuando no hay clase. Pero últimamente me he estado... quedando Schuld City.

—¿Dejaste de lado a Heather? —Logan nota el tono irritado tras la voz de su amigo y se limita a responderle con un suspiro, dando una cabeceada—. N-no lo entiendo... ¿Por qué harías eso?

—Pues porque estar con ella implicaba venir a verte. Recordar las gilipolleces que te dije. Lo imbéciles que nos pusimos los dos. Yo... quería ser optimista, Dust. Quería animar a Heather, no sabes cuánto. Ella se ha estado esforzando más que nadie, sonriendo más que ninguno de nosotros. —Se rasca la nariz rápidamente, molesto consigo mismo a pesar de que la expresión de Dustin ya ha dejado de ser dura e incriminatoria—. Quería ser más como ella, no como Felicity. Pero el tiempo pasaba y tú no te movías. Y me veía incapaz de hablarte sabiendo que no me contestarías, como hacía tu hermana. Yo necesitaba oírte decir algo, aunque fuese... un insulto por haberte dejado tirado.

—N-no me dejaste tirado...

—Sí que lo hice.

Dustin deja un margen de silencio a su amigo para que pueda calmarse, pues lo ve desbordado y le duele no recordar lo que le está diciendo. Logan tiene la respiración agitada y la mirada mojada, pero no arranca a emitir ningún sollozo, nada. El rubio se mantiene sereno en el exterior, aunque por dentro sienta unas irrefrenables ganas de desconectarse de aquellos cables y abrazar a su amigo de la infancia.

Logan camina por la estancia en lo que el mutismo entre ambos tiene lugar. Llega hasta la silla en la que Heather estuvo sentada y decide ocupar el asiento, apoyando los codos sobre sus rodillas y cubriéndose la cara con ambas manos. Tras unos segundos, respira hondo y se masajea superficialmente el rostro. Se retira de un gesto el flequillo de la cara para volver a mirar a su amigo, que ha estado observándole todo el tiempo.

—Yo ya no soportaba la realidad, Dust. Y no quería ser quien le quitara la ilusión a Heather, decirle lo mismo que Felicity... pero cada día que pasaba ella tenía más razón.

Dustin ve como Logan se toquetea las tiritas que le cubren los dedos, las que suele utilizar para curarse los eccemas que le provocan el estrés.

—Dejé de tener claro qué era mejor, si ser optimista o no. De qué servía nuestra actitud, si todo iba a depender de algo que no podíamos manejar...

—Logan... está bien —le interrumpe con suavidad, al percibir el daño que le está haciendo recordar. Consigue que Logan haga una pausa en la que respira hondo, cansado—. Ahora estoy despierto, ¿ves? He tardado un poco, pero... aquí estoy.

—Le fallé a tu hermana, Dust. A Heather —recalca avergonzado. Gesticula con las manos en silencio, evidenciando la incoherencia de sus actos—. ¿Cómo te comes eso?

—Eres... humano. Y la situación te superó. N-nadie te va a culpar de algo así.

—¿Ni siquiera tú?

—Te apartaste de mi hermana para no contagiarle tu dolor. N-no te culparé de eso.

El castaño deja entonces de toquetearse las tiritas, mirando a la nada.

—Me aislé de todos. Estaba enfadado y no sabía a quién dirigirlo. Me dediqué a jugar online con gente que ni conocía, me desahogué al poder acribillar a tipos a los que no ponía cara. Solo mi joven padawan se dio cuenta de que estaba raro.

—¿"Joven padawan"?

—Ah, sí. Es un chaval que conocí en una partida. —Su tono se ha animado un poco—. Es muy majo. Me llamó la atención porque su nombre de usuario es "MissUDaddy".

—Como "MissUMummy"...

—Eso es —sonríe, tras un leve temblor de nariz que oculta pasándose el índice por debajo de ella—. Como el mío, pero al revés.

—Qué cosas...

—Sí... El caso es que ni le conozco en persona, pero no sé, me gusta hablarle como si yo fuese su hermano mayor, o algo así. Porque él solo tiene hermanas pequeñas —le explica con más ánimo, y Dustin sonríe ante ese pequeño cambio—. Y me... sentía mal, a veces. Porque creí que de alguna forma estaba intentando sustituirte, o hacer de ti porque en el fondo sabía que no ibas a volver...

—Es normal.

—¿Lo es?

—C-claro. Es decir... Sentiste que ese chico es como tú. Hiciste algo que necesitaba, que tú necesitabas. Es bueno que tu manera de pasar un mal trago sea ayudar a los demás, alejándote o haciendo lo que tú querrías obtener.

—...Vaya. No lo había pensado así.

—Me alegro de que hayas venido, Logan —le dice, aliviado de ver que su amigo no seguirá machacándose—. Yo... puede que me cueste recordar algunas cosas, a partir de ahora. Pero tú intenta recordar eso, ¿vale?

Logan frunce levemente el ceño, interrogativo.

—Q-que eres un gran chico, con o sin mí. ¿Entiendes?

—Ah... bueno. —Se rasca la nuca y, al momento, sonríe ladinamente antes de responder con una impostada voz grave—: No lo habría conseguido sin usted, Sargento MacTavish.

—Lo que tú digas, Capitán Price.

—¿Capitán What?

—¿"Qué clase de puto nombre es Soap"?

Tanto chiste interno con referencias al Call of Duty termina irremediablemente en carcajadas de ambos. Y a sus risas se une una tercera, proveniente de la puerta; Heather se ha contagiado de la ridícula estampa que acaba de sucederse entre los dos amigos. Al girarse hacia ella, ven que viene acompañada de Sebastien.

—¡Ah, Seb! —Levanta de un brinco del asiento—. No te había visto.

—Baja la voz, Logan. Seguimos en un hospital. —Camina hasta ellos junto a Heather—. Es gratificante volveg a escuchagte reír, pego sé respetuoso.

—Ya, ya lo sé. Pero ha sido él, que conste. Fue él el que me hizo reír primero.

—¿Es eso ciegto, Dustin? ¿Te encuentras de humog?

—B-bueno, sí, es... es un poco extraño, pero...

—Tus padres ya nos han contado. No te preocupes —concede Sebastien, intuyendo que Dustin pretendía explicarle su situación sobre las secuelas—. Lo impogtante es que lo tomes con calma.

—Ya, eso está claro —afirma Logan, determinado y cruzando sus brazos—. Nosotros nos encargaremos de él, Seb. Somos buenos tipos, puedes fiarte de nosotros. ¿A que sí, Heather?

—¡Así es! ¡Soy la encargada oficial de proteger a mi hermano!

—¿"Oficial"...? No, no, espera, que yo llegué antes. —Se arrima a su amigo y le pone la mano sobre el hombro, señalando con la otra a Heather— Apóyame en esto, Dust. Dile que yo llegué antes, va. ¡El Super-Duper Buddy soy yo, de toda la vida!

—¡Pero yo soy su hermana de verdad, la sangre me da potestad! —rebate ella, ignorando por completo a Sebastien cuando este les chista para que rebajen el tono. Dustin no puede evitar reírse.

—¡Mentira cochina! ¡Que tenemos amuletos de la amistad, que eso es mejor que los lazos de sangre! ¡MIRA! —exclama, girándole de pronto la cara de Dustin y mostrándole a su hermana el pendiente que llevaba, el de la forma de tornillo—. ¡Llevamos pendientes de la amistad! ¡Y los...! ¿Eh? Espera. ¿Desde cuando llevas pendientes, tío?

—¡Ni siquiera sabías que los llevaba! —se mofa la chica—. ¡Qué malo!

—No, no, ¡enserio! ¿¡Siempre has llevado pendientes y yo no lo sabía!? Pero qué mierda.

—Que no, que esto es de ahora —consigue explicarle su amigo, entre risas—. ¡Son inhibidores!

—¿Inhibidores? —Proyecta una mueca muy fea hacia Sebastien, que se limita a asentir con calma, de ojos cerrados—. Inhibidores en forma de tornillo... ¿para sellar su poder? Oh, dios. ¿Quién ha sido el genio? En serio.

—Un amigo mío. Y no funsiona exactamente así...

—¿¡Seb!? ¿Desde cuándo fabricas cosas guays? —cuestiona, sin atender realmente—. ¡Y por qué yo nunca he tenido nada así! Me siento estafado.

—¡Tú no necesitas sellar tu poder, bobo! No tienes Stigma —le recuerda Heather, entretenida.

Logan emite un gruñido ante esa verdad.

—Ojalá yo también tuviera poderes. A lo mejor con ese tipo de cosas le parecería un tío guay a Ellie...

La cara que se le queda a Heather después de oír ese nombre es un poema.

—¿Ellie? ¿Quién es Ellie, Logan? —le pregunta Sebastien, como si nada.

—¿Eh? ¡Ah, nadie! Elisa es solo una amiga de la ciudad, ¿vale? ¡No flipéis aún! —Al ver ya a Dustin con expresión divertida hacia él, insiste—: ¡Yo soy un crío para ella!

Al escuchar el nombre de "Elisa", Sebastien frunce ligeramente el ceño, pero es un gesto que pasa desapercibido para los jóvenes.

—Lo eres —impone con vehemencia Heather, sus ojos abiertísimos y fijos en Logan—. No me gusta esa chica para ti.

—¡Pero bueno! ¿Habéis visto cómo me habla? ¡Que no hacemos nada! ¡Solo jugamos...!

—¿¡Sólo!?

Dustin vuelve a reír, siendo testigo del fuerte carácter de su hermana pequeña ante las más insólitas amenazas hacia sus intereses.

—Logan... m-me temo que tienes muchas cosas que contarnos...

Logan ve a su padre adoptivo Sebastien cruzarse de brazos mientras da una cabeceada, apoyando la propuesta. El chico suspira, vencido.

—...Menudo papelón, tío.

Después de poco más de un mes, ¡aquí está el nuevo capítulo! :D

Para suavizar la tardanza, os traigo un par de dibujos, uno del trío de protagonistas, que he sentido el impulso de colorear para acompañar a este capítulo. Representa a la perfección la idea de "amistad" que tengo tan presente en los últimos días, ¡espero que os guste! :)

Y este otro, de Logan con el "joven padawan" que menciona en el presente capítulo: ese misterioso nene con el que jugaba online y que no es sino un guiño que quise hacerle al personaje de la historia de una amiga, en una versión "mini" de su personaje Adam, de "Rompiendo mi monotonía". 

Amigas, os dedico este capítulo en especial a vosotras, YourLittleBiscuit y Cayrouge, que me habéis impulsado, queriendo o no, a rematar esta parte que tanto se me ha estado atragantando, por diversos motivos. Espero que sepáis ver los guiños que os he dedicado en este, y si no, siempre podéis preguntarme :')

Besos a todo aquel que me lea, os agradezco de corazón acompañarme en este proyecto <3

PD: Os dejo con la ficha del cap :3

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