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15. El que nació para correr



Su mente apenas descansó la noche anterior, por mucho que Caesar se lo hubiese pedido encarecidamente. Dustin no dejó de pensar en la importancia que tenía lo que pretendía hacer; competir en una exhibición de FMX, por su hermano mayor.

Tal era la emoción, que dejó de lado su roce con Logan para anunciarle con un mensaje de texto que "Tenía algo muy importante que contarle mañana". Él le respondió enseguida, pues como bien sabía el rubio, él siempre trasnochaba debido a sus videojuegos, y a menudo se quedaban hablando hasta las tantas, sobre cualquier tema.

Dustin mantuvo la sorpresa, a pesar de las insistencias de su amigo, hasta el mediodía de la mañana siguiente, una vez se hubo quedado a solas con él al salir de clases.

—Quieres matarme, ¿verdad? Eso es lo que quieres —se le queja, al reunirse al fin con él. Su "saludo" es un leve empujón—. ¿Se puede saber por qué tanto misterio? ¡Habla...! Ya no están Heat Her ni la señorita delegada, no tienes excusas.

—Antes que nada... —responde el rubio, ligeramente nervioso, antes de sobreponerse interiormente para seguir hablándole a su amigo, de frente—. Siento lo que pasó.

Logan alza ambas cejas, incrédulo.

—¿Qué pasó?

—Lo que no hice con Hannah Grace.

—¿Gracie...? ¿En serio? —A su expresión de incredulidad se le suma una sonrisa desubicada—. ¿Y me pides perdón a mí? El que está jodido eres tú, Dust... no yo.

Dustin se siente estúpido al caer en la cuenta de que lleva razón. Estaba tan preocupado porque Logan pensase que era un cobarde... Sufrió demasiado al no poder contarle enseguida lo que ocurrió con Sam, el incidente con ese Tony.

Sin embargo, le pudo la emoción del momento la noche pasada, y ahora confía en que su mejor amigo pueda pasarle por alto sus zozobras emocionales.

—Me disculpo porque te enfadaste. Porque tenías motivos para estar molesto —continúa él, aún aferrado a esa seguridad que se negaba a perder, su "imitación" del arrojo de Sam—. Yo estaba... bloqueado, por eso no actué... pero ya tengo una solución, para ese tema —termina sonriendo.

—¡Genial! ¿Es de eso de lo que tenías que hablarme? —insiste, de nuevo ansioso.

—No, pero... creo que te va gustar mucho más.

Dejándole aún más intrigado con ese comentario, camina hacia fuera del instituto como el resto de sus compañeros, dándole a entender que hablarían del tema una vez fuera y alejados del gentío.

Es viernes y Logan ya se ha acostumbrado a que Dustin le utilice de excusa para su padre, diciéndole que pasará la tarde con él cuando en realidad está con su hermano Sam. Finge ante él que no le cuesta horrores mentir a Sebastien, cuando éste le pregunta por qué se queda en la mansión los viernes y sábados, pues por mucho que adore las maquinitas y su querida guitarra, su sed de aventuras arriesgadas al aire libre no es algo que pueda ocultarle al hombre que le ha criado.

Pero hoy es diferente a los demás viernes, algo que Logan puede intuir fácilmente por las "pistas" que la noche anterior le dio su amigo: "Dile a Sebastien que comeremos fuera. No es ninguna mentira, lo importante es que debemos ir solos".

Y así lo hacen. Con sus respectivas bicicletas, pedalean un buen tramo hasta llegar hasta aquél acantilado en el que, horas antes, Dustin lidiaba con uno de los momentos más extraños y angustiosos de su corta vida.

—Pero, ¿y esto? —consigue decir Logan, ante el imponente paisaje que tiene ante él, una vez llegan al lugar—. ¿Qué es este sitio, Dust? ¡Es brutal...!

—Aquí es donde Sam me enseñó a conducir —responde, con una sonrisa calma, mientras deja allí la bicicleta, bajándose de ella—. Es su sitio predilecto, según me contó.

—Vaya. Pues tiene buen gusto, tu hermano —confiesa, dejando tirada allí mismo su bicicleta, acercándose apresuradamente al borde del enorme acantilado. 

Sus ojos azules brillan casi tanto como el mar que está viendo ahora mismo.

—¡Mira esto! Si me asomo un poco más y sopla algo de aire... me tira de cabeza contra esos pedruscos —se ríe él solo de su macabra idea, girando la cara hacia su amigo, que ahora se dirigía hacia unos arbustos cercanos—. Aquí es muy fácil matarse, ¿sabes? No deberías haberme traído... ¡Gracias! Eres el mejor amigo que se puede tener.

—Sabía que te gustaría. Y eso que no lo estás viendo con la luz de la tarde... —comenta desde allá atrás—. Pero eso no es todo.

Logan se gira del todo, extrañado al oírle la voz tan lejana. Al volver a verle, lo ve acompañado de aquella preciosidad que hasta este día, solo le describió con palabras; su querida motocicleta de cross.

—¡Me cago en diez! ¿Es esa tu moto, Dust? —exclama, acercándose enseguida hasta él—. ¡Tío...! ¿La has dejado aquí solita?

—S-solo durante esta mañana —responde, mostrándole la protección antirrobo de la rueda, al tiempo que se la quita y se la coloca en la bicicleta—. N-no quería correr el riesgo de cruzarme con Sam en su garaje, hoy.

El castaño enrarece el gesto, al escucharle decir eso.

—¿Y eso, por qué?

—Necesito mi moto para hacer algo que él todavía no puede saber, Logan —confiesa, incorporándose, de cuclillas que estaba al lado del vehículo. Posa la mano libre sobre ella, cuando continúa hablando—. Voy a participar en una pequeña exhibición local.

La expresión de su amigo pasa de la duda al asombro en cuestión de segundos. Entiende enseguida lo que le advirtió horas atrás, sobre que su noticia le iba a gustar tanto.

—¿Estás de coña? No, no... tú no haces ese tipo de bromas... ¡vas en serio! —se ríe él, entre nervioso y emocionado, acercándosele—. ¡Vas a ponerte en peligro! ¡Tú...!

—N-no lo hago porque quiera... ni por desobedecer a nadie —se justifica el rubio, a pesar de que Logan no le estaba reprochando nada en absoluto. Pone la mirada en el mar al decir lo siguiente: — Lo hago por él. Necesita ese dinero... y necesita limpiar su nombre. Está sufriendo y es incapaz de pedir ayuda a sus amigos... a mí. No puedo permitirlo.

—Eso solo te hace más noble, tío. Pero no quita de que vaya a ser alucinante —le responde, casi intentando animarle, al oírle el tono más serio en esas últimas palabras—. Pero, ¿cómo te las vas a ingeniar, para que él no se entere? Dices que siempre anda metido en esos ambientes, digo yo que será de los primeros en saber dónde y cuándo se celebran ese tipo de eventos...

—Es posible —admite, sacando de una de sus bolsas un casco que le ofrece a su amigo—. En realidad, no importa tanto que se entere antes de tiempo... lo importante es poder competir y, sobretodo, ganar.

Logan toma entre sus manos el casco con visera de cross de color azul que Dustin le ofrece, observando lo reluciente que está, para haber sido usado más de una vez. Por un momento cree que es el de su amigo, hasta que el rubio saca otro para colocárselo él, de color rojo.

—¿De dónde has sacado este casco, Dust? —pregunta Logan, sospechando ya la respuesta—. No me digas que es...

—Claro que sí. Es tuyo —contesta, obvio, ya subido en el vehículo y con su casco puesto. Le hace un leve gesto de cara para indicarle que monte—. Eres mi compañero en esto, ¿no?

—La duda ofende, —responde él, ajustándose su nuevo amuleto por las correas del cuello— sobre todo cuando "esto" implica riesgo.

Dustin sonríe ante la sincera contestación de su amigo.

—En marcha, entonces —continúa, arrancando el vehículo una vez Logan ha subido detrás—. Debemos ser rápidos en esto.

A su colega no le da tiempo a terminar la frase "Tú mandas, hazles morder el polvo.", pues el ruido lo ensordece una vez le da gas a la moto para marcharse de allí a toda velocidad.

Aunque a Logan eso no le importa lo más mínimo, pues está demasiado ocupado fascinándose, ante la situación entera.

◇◇◇

Tras comer algo rápido por ahí y haber tenido tiempo para contarle al entusiasmado Logan todos los detalles sobre qué fue lo que le llevó a esta decisión, Dustin se dispone a presentarse en aquél lugar que uno de tantos folletos de casa de su hermano anunciaba, el que más le convenció; la competición local de acrobacias de cross que se celebraba al día siguiente, sábado.

Se les hace de tarde y las primeras luces iluminan las calles y el propio recinto que han preparado para el evento, que desprende ruido de motores y música rock a todo volumen, retumbando en el suelo. Allí Dustin reconoce bastantes caras, y esas mismas caras le reconocen a él, a pesar de haber querido mantener el perfil bajo junto a Logan el máximo tiempo posible, sin quitarse los cascos por aquellas zonas, tan concurridas como poco fiables, para un par de menores de edad. Pero, a la hora de decir su nombre y mostrar la cara para inscribirse en los ensayos previos a la competición, Dustin se ve obligado a descubrirse.

Como era de esperar, aquellos tipos enseguida le relacionan con su ausente hermano mayor, y no se hacen esperar los comentarios que se filtran por entre el retumbe de la música.

—¡Anda, mira, pero si es el hermanito de Krausser! —exclama uno de los más cercanos, incrédulo, pasando por el lado de ambos chicos y palmeándole fugazmente la espalda a Dustin—. ¿Dónde está él, eh? ¿Sigue escondiéndose?

—Pues claro, si es lo suyo —le responde otro, entre risas, alejándose con el primero—. ¡Son sus cosas de rata toxicómana! Estará bajo algún puente, esperando que le llegue la gloria sin hacer nada.

—Pero, ¿y esta peña? —suelta Logan, controlando su repentina aversión, todavía con el casco puesto, alucinando al ver que lo que Dustin le contó sobre la envenenada fama de Sam era cierto. 

No sabe si reírse por las estrambóticas pintas de esos tíos, o cabrearse por lo que van diciendo. Pero su amigo lo tiene claro.

—Mi nombre es Dustin Krausser —informa al hombre tras el mostrador del evento, el que le pidió identificación con tal de rellenar el formulario y validar los datos—. Y... sí, soy el hermano de Samuel J. Krausser —continúa, mirando de soslayo hacia el cúmulo de voces que oyó difamando de fondo—. Si eso supone un problema, buscaré otro evento en el que poder probar nuestra valía. Eso no va a detenerme a mí.

—Dustin Krausser... —repite el encargado, ajustándose el pequeño micro colocado en su oreja. Se crea un silencio en el que el hombre le mantiene una mirada complacida al chico—. Y  tienes más de quince años, supongo...

A Dustin le extraña por un momento el tono que emplea. Le ve decirlo mientras mira su identificación personal, lo que da a entender que ya sabe la respuesta y solo lo ha preguntado para dejar claro lo que realmente interesa para poder inscribirse. 

Pero el chico teme por ese silencio tan misterioso, por esa forma de mirarle que le ha hecho pensar que el hombre también le conoce, por su apellido; teme, además, la posibilidad de que se fije en su identificación y caiga en la cuenta de que, técnicamente, aún no ha cumplido los dieciséis: todavía faltan cuatro meses para agosto.

—Habrás de pasar las pruebas de ensayo, antes de mañana —continúa diciendo, ajeno a las preocupaciones de Dustin—. Se celebrarán esta misma noche. Solo los ocho clasificados pasarán a la siguiente etapa —esboza una semi sonrisa, volviendo a mirarle para decir lo siguiente—: Has leído la normativa, espero...

—S-sí —contesta, paralizado por el nerviosismo.

—Bien. Estarás dentro en cuanto firmes, Krausser —continúa el tipo, señalándole dónde debía hacerlo en un formulario que gira y acerca hacia él, sobre el mostrador—. Una vez lo tengas, dirígete al interior del recinto con tu máquina. Quedan dos horas para que comiencen las pruebas.

El chico asiente, respirando aliviado al no oírle objetar nada sobre su edad. Es extraño, pero está tenso y prefiere no pensar en nada más por ahora.

No le cuesta trabajo leer con rapidez los términos y condiciones que aparecen en aquellos documentos, pero sí hacerlo mientras oye de fondo las voces de antes todavía comentando la situación, preguntándose por el ausente Sam, colando insultos gratuitamente en cada frase que escupían sin tener ni idea de qué hablaban... y eso que el volumen de la música apenas le dejaba entenderlos.

Logan se percata de eso y siente por un lado la rabia contagiada de su amigo, mientras que por otro le late el pecho con fuerza. Se le cruza por la mente la idea del enfrentamiento con aquellos tipos de aspecto peligroso; le emociona inevitablemente la sensación del riesgo que supondría un acto tan temerario, y no saber el porqué de ese sentir casi le altera aún más, como una corriente eléctrica. 

¿De dónde le vendría...? 

—Está hecho —le anuncia entonces Dustin, sacándolo de sus peligrosos pensamientos—. Oye, te queda bien el casco... da la impresión de que tú también vas a participar —bromea, mostrándole la acreditación que le dieron mientras él estaba distraído— ¿Te imaginas?

—No me tientes, Dust —responde él, tratando de igualar el tono bromista, sabiendo que él lo ha forzado para desviar su preocupación, por el ambiente tenso—. Sabes que si yo participase en estas movidas no me cortaría un pelo, con el tema de la peligrosidad... y probablemente acabaría criando malvas, el primer día.

—Q-qué bestia eres... ¡He hecho bien regalándote ese casco...! —se ríe, caminando de vuelta hacia su motocicleta, junto a él—. Venga... ahora toca ponerse serios —continúa, una vez llegan hasta la moto—. Si no paso esta etapa de prueba, habrá que esperar a la siguiente oportunidad. Y no quiero alargar más esta situación.

—Tranquilo, seguro que lo bordas —confiesa, viéndolo subir al vehículo—. ¡Vamos, quiero verte en acción ya!

Dustin obedece entonces las indicaciones que el encargado le dio momentos antes, llevando la moto hacia dentro con tal de que ahora pasase el reconocimiento inicial de los técnicos, para descartar anomalías o elementos ilegales en ella. Logan lo sigue de cerca, sin quitar atención de la expectación que levantan allá por donde pasan y reconocen al hermano de Sam; se fija en que su amigo es, probablemente, el participante más joven que se presenta esa noche.

Durante la hora y media que Logan ha de pasar separado de su amigo, se dedica a asegurarse un sitio en las gradas desde el que poder ver sin dificultad los pasos de Dustin, una vez comenzase con los ensayos en la arena del estadio. 

«Aquí hay mucho nivel. Y un riesgo enorme... aún sigo flipando con lo fácil que ha sido entrar», piensa, mientras ve como algunos participantes ya empezaban a probar sus máquinas de dos ruedas con saltos nada fáciles, y eso que eran simples ensayos. «Nunca he visto a Dust hacer nada de esto, pero... si lo que me contaba era cierto, ese tal Caesar vio potencial en él. El mismo que le ha motivado a hacer esto...»

https://youtu.be/NMkiHCx3gY8

Sus ojos vuelven a la pista, donde sigue viendo pilotos realizar aquellas filigranas en el aire como si fuese más fácil que respirar. Algunos parecían "bailar" al ritmo de la música, incluso.

«Pero... hay algo que no me encaja, en todo esto», cavila entonces, mientras busca de vista a su amigo. "Ese Caesar... ¿realmente es de fiar...?».

La duda no alcanza a echar raíces todavía, pues en ese mismo momento localiza al fin al conjunto de tonos rojizos que era Dustin y que, justo entonces, se preparaba para iniciar su primer movimiento. Logan se levanta del asiento de un salto, sin poder contener la expectación.

Ve cómo su mejor amigo arranca hacia la rampa dándole al acelerador, conectando con un salto que le deja completamente alejado de su moto por unos segundos, que hacen que hasta a Logan se le ponga el corazón en la garganta; él y el todavía escaso público son testigos de cómo Dustin realiza una vuelta de 360º antes de recuperar su moto en pleno salto, rápidamente.

¿Había usado su don fugazmente, o el mundo se había ajustado a su velocidad por un instante? Fuese como fuese, los presentes estallan de asombro una vez lo ven terminar el truco sin percances. Logan se ha quedado con una sonrisa estupefacta en la cara, mientras oye a su alrededor como algunos entendidos del tema gritan emocionados que "El novato acaba de hacer un "Volt", con dos cojones".

>> Electrizante, ¿verdad? ¡¡Y esto solo acaba de comenzar!!

La voz de megafonía sorprende a unos y motiva a otros para alzar aún más la voz ante los ensayos de los participantes. La música sigue sonando a todo volumen, acompañando su desfile de saltos y cabriolas aéreas.

«Esto está ganado», sentencia Logan para sus adentros, todavía sonriente y con su querido casco puesto. «Definitivamente, Dust ha nacido para esto».


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