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12. El mal de amores


—¿Con Keith Connor? ¿En serio?

Felicity asiente a su escéptico amigo Logan, mientras ella misma puede ver cómo Grace se reúne en el descanso de clases con Keith y sus amigos, con una sonrisa.

—Pero si hace años que no se hablan ni van juntos... ¿no se volvió un subnormal profundo, cuando pasaron al instituto?

—Se decía que tuvo problemas en casa, de los gordos. Y que por eso se hizo tan agresivo —añade—. Oí que había días en que llegaba a clase con el ojo morado, porque su padre tenía un carácter muy... explosivo.

—Y Dustin... ¿lo sabe? —inquiere Heather, preocupada, mirando como el gesto de Logan le muestra contenidamente irritado—. ¿Sabe que Grace está saliendo con él? A mí no me ha dicho nada...

Logan guarda silencio. Se cabrea consigo mismo al haber interpretado esos últimos días con silencios en su colega como algo sin importancia. Odia que se le escapen este tipo de cosas, pues cree que le dejan como a un "mejor amigo mediocre", y él se tiene por alguien especialmente observador.

—Debe de saberlo —resuelve Felicity—. Yo no he hablado con él estos días, pero van a la misma clase. Y ella me dijo que están saliendo desde hace ya tres días. Ha estado bastante rara... quiero decir, más de lo normal —dice, y se lleva la mano al mentón—. Se pasó dos días enteros encerrada en su cuarto, como de costumbre... y, al día siguiente, me lo contó de pasada. ¿Qué tipo de persona empieza a salir con alguien, pasándose los días en su habitación? Cada día la entiendo menos...

—No le veo... Tal vez se haya ido ya. Esta mañana le oí decir a mamá que no se encontraba bien —comenta Heather sobre su hermano, a quien ahora busca entre los alumnos de su clase que iban saliendo—. Qué raro...

—¿Qué es raro?

—¡Agh, Dust! —se sobresalta Logan, al vérselo tras él de repente—. ¡Cabrón... no hagas eso! ¡Tú no!

—¿Vosotros s-sí que podéis asustarme y yo no? Q-qué injusto...

—¡Pues sí! Porque si lo haces tú, no tiene la misma gracia —espeta él, fingiendo que el cabreo que tiene encima se lo ha causado el sobresalto —. ¿Dónde te metiste, tío? ¿Y a qué viene esa cara de insuficiencia...?

—¿Insuficiencia? —Se lo ríe un poco—. N-nada. Fui al baño poco antes de que se acabara la clase. M-me quedé allí hasta ahora. —Se encoge de hombros—. Me dio un mareo un poco raro en clase de gimnasia...

—Un mareo, ¿eh? —Felicity ladea la cara, cruzándose de brazos—. No tendrá que ver con las nuevas compañías de mi hermana, ¿no?

El rubio frunce ligeramente el ceño, mirando hacia donde su hermana Heather observaba; su chica favorita riéndole las gracias al tío que a él le hace la vida imposible en el instituto, rodeada de gente que ni conoce realmente.

—Q-qué va —niega enseguida, rascándose el pelo que le cae por la nuca—. S-se lo pasa bien, creo. Es justo lo que ella necesitaba.

Logan resopla ante su respuesta, haciéndole detallar su respuesta.

—N-no es que ese tío me caiga bien, pero... con ella sí que es amable, así que si a ella le gusta, está bien...

—¿Pero cómo va a estar bien? —salta Logan, sin aguantárselo más—. ¡Ella te gusta! ¿Qué haces ahí parado? ¡Reacciona! ¿Vas a dejar que se la quede el gilipollas de "Snake Man"?

—No hables de ella como si fuese un trofeo, Logan —advierte Felicity—. Dustin tiene razón. Si ella está a gusto, hay que respetarla. Bastante difícil es ya que algo la motive a salir por la puerta de su cuarto...

—...S-sí. —murmura Dustin, viendo como la pelirroja se alejaba con su nuevo grupo de amigos y con su novio, mirando hacia los lados como si buscase a alguien mientras camina—. Bueno... ¿v-vamos a la cafetería?

—¡Claro! Seguro que ese mareo se te pasa comiendo algo —aventura Heather, animosamente, yendo hasta su lado.

—Id vosotros delante. Yo me he dejado mi cuaderno —farfulla Logan—. Déjame las llaves, delegada.

—¿Desde cuándo necesitas el cuaderno para pintarrajear? ¡Tienes tus brazos...! —se extraña Felicity, entregándoselas igualmente. Ve como él regresa al aula de la que salieron, sin responderla—. ¡Pero qué le pasa...!

—T-te esperamos allí, Logan —le responde Dustin, caminando con Heather. Realmente no tiene fuerzas para afrontar el enfado de su amigo, ni tampoco una respuesta sincera que vaya a servirle.

Felicity accede, pues entiende por el tono del rubio que no quiere agitar más el avispero. Suspira y decide seguir a los demás.

◇◇◇

Se toma su tiempo para asegurarse de que sus amigos se van de allí y no le ven salir e ir en dirección contraria a la cafetería en la que habían quedado.

Logan camina con paso firme por los pasillos en busca de Grace, pues no quedó satisfecho con la respuesta que su mejor amigo le dio sobre el tema; además, entre él y Grace aún quedaban remanentes de aquella conversación que tuvieron en la casa del lago, cuando él le contó que no entendía por qué no estaban saliendo juntos, si se apreciaban tanto el uno al otro.

Termina encontrando a la chica, aunque está tan rodeada de gente que da gracias a que ella vista de amarillo y tenga un color de pelo tan llamativo. Él le toca el hombro para que esta se gire, respondiendo con una simple expresión de sorpresa.

—Ey, Gracie. ¿Podemos hablar?

El primero del grupo en girarse ante el toque de atención es Keith, seguido del resto de sus amigos y de las refinadas chicas que siempre revolotean cerca de ellos.

—¿Y este enano, de donde ha salido? —bromea Keith, girando la cara hacia Grace—. ¿Es amigo tuyo, "Blancanieves"?

—¡Sí que lo es! Es el que siempre va con Krausser —le informa Mike, entre risas que contagia al resto del grupo. Grace no sabe qué puede decir—. ¡Qué raro es verlos por separado!

—Ah, ya veo. ¿Te envía él, entonces? —ríe entretenido Keith, cruzándose de brazos—. Normal, para decir una frase se tiraría tres siglos... Es lógico que envíe a su novio a hacer los recados.

—Ya sé que lo nuestro te da envidia, pero qué se le va a hacer, él me prefiere a mí —continúa tranquilamente Logan, consiguiendo un leve gesto de molestia en Keith y risas incrédulas de sus amigos, que no pueden creer que alguien vacile de esa forma a su líder—. Quiero hablar con ella, no contigo, Snake-Man. Ya debatiremos otro día sobre tus sentimientos reprimidos, si quieres.

Esas simples palabras provocan una ira insospechada en Keith, que al momento agarra a Logan por la garganta bruscamente. Las chapas del ejército que le cuelgan del cuello a Keith tintinean, ante el repentino movimiento.

—Que te jodan, puto enano —espeta, con la mandíbula tensa—. Vuelve al jardín de infancia y deja de meterte en asuntos de mayores, ¿quieres? 

—O si no, ¿qué? — le desafía, ansioso de disfrutar del riesgo que supondría dejar en evidencia la naturaleza violenta de Keith, ante Grace—. ¿Vas a pegarme, tío duro?

—¡Vale, se acabó! ¡Esto no es necesario! —Les detiene Grace, reaccionando al fin y colocándose por en medio de ambos para separarlos, del pecho—. Solo será un momento, ¿vale? —tranquiliza a su novio, mientras se lleva a su amigo del brazo—. Vamos, Logan.

—Por hoy te libras —amenaza Keith, señalándole.

Logan simplemente sonríe y le guiña un ojo, consciente de que ese gesto le revolvería el estómago a alguien tan orgulloso como él. Las risas y las bromas de sus amigos sobre el suceso se siguen oyendo un buen rato, mientras ellos dos se alejan.

—Logan... ¿qué quieres? —comienza ella, una vez han caminado lo suficiente para hablar tranquilamente—. No debiste decirle eso a Keith. Él lo está pasando mal en su casa, ¿vale? Fue temerario hablarle de esa manera.

—Ah... ¿tres días y ya te has olvidado de cómo son tus amigos de verdad? —bromea, deteniendo sus pasos—. Gracie, yo soy el del riesgo. El pesado de la guitarrita y las maquinitas, ¿te acuerdas, o te hago más memoria?

—¿Qué quieres, Logan? —repite la chica, tras un suspiro, intuyendo por esa "broma" lo que quiere decirle.

—Tú y ese tío —responde, con dureza—. ¿Vais en serio, o solo estás haciendo la tonta?

—¿Haciendo la... tonta? —balbucea, ofendida—. ¿Qué te importa a ti lo que yo esté haciendo, si puede saberse...? No tienes ningún derecho a juzgarme, Logan. Soy mayor que tú.

—¿Y eso qué mierda tendrá que ver? Aquí la única que actúa como una niña caprichosa eres tú —espeta—. Estás haciendo daño a Dust. ¿O es que no sabes lo enganchado que él está de ti?

Grace parpadea rápidamente, aunque no se le alivia la tensión de la frente, ni la presión en el pecho. Nunca ha llevado bien los enfrentamientos y las discusiones. Ella siempre ha sido consciente de lo que Dustin siente hacia ella, pero oírlo de forma tan directa la ha pillado desprevenida, en una situación tan tensa. 

—Sí, yo... lo sé, pero él no...

—Joder, Gracie... Que en el lago incluso pensé que él también te gustaba. ¿Por qué no me dijiste que el que te gustaba era este?

La chica se ve obligada a apartar la mirada hacia el suelo, mientras Logan continúa hablando. No se atreve a comentar nada de su conversación con Heather sobre el tema. 

—En fin, da igual, ahora ya está... Pero ¿cuál es tu plan, entonces? ¿Ignorarle, a ver si desaparece por arte de magia de tu nuevo y absurdo cuento? —Niega, incómodo, ante la idea—. ¿Acaso le dijiste algo a él?

—Yo no pretendía hacerle daño, por eso... no le dije nada —se justifica ella, dolida—. Te lo dije, Logan... Solo estoy imitándole. Quiero evolucionar. Y nunca lo haré si sigo escondiéndome detrás de vosotros. Detrás de él —Vuelve a apretarse la muñeca vendada con su otra mano mientras habla—. No quiero pensar, solo... solo quiero ser como él.

—¿Como él? —Suelta un bufido, incrédulo—. No tienes ni idea de cómo es, entonces. Que te lo pases bien con Mr. Reptil, Gracie. 

—Logan, espera... ¡Logan!

Tras su sentencia, Logan abandona el lugar, de vuelta con sus amigos. Grace desea tener el valor suficiente para detenerle y contarle lo que realmente le ha llevado a esa situación, pero la fuerza con la que se ha agarrado la muñeca se lo impide. Está físicamente bloqueada.

«No puedo contárselo", se lamenta, bajando los ojos al suelo, al notarlos borrosos. «Si supiesen lo que me sigo haciendo, lo que pienso de mí y del mundo... le parecería algo peor que una 'niña caprichosa'».

Le asalta de nuevo la imagen de aquel hombre, posando su mano sobre su pierna y sintiendo cómo lo hacía "Porque ella le provocó". Lo que ocurrió a continuación de ese recuerdo es tan espantoso que hasta le duele físicamente, pensar en ello: lo que tantos años ha enterrado y ningún psicólogo supo traerle al presente lo ha conseguido Keith, con un gesto tan simple.

«Lo último que querría... es que Dustin se enamorase de alguien como yo», piensa mientras solloza en voz alta, atacada por este pensamiento. Corre de vuelta a los brazos de su novio, quien la recibe con expresión todavía molesta.

«Prefiero que me odie».

◇◇◇

—Así que... ¿él también está enfadado contigo, ahora? Qué putada.

Las clases han terminado hace horas. Esta vez, Dustin no se ha esperado a que llegue el viernes para ir a visitar a su hermano mayor, y ha tenido suerte de pillarlo en casa; Necesita consejo sobre ese tema que le revuelve el estómago, pues tiene las "mariposas" bastante mareadas.

—Logan querría que fuese hasta ella y le dijese lo que pienso. P-pero es que no sé si eso le serviría a ella de algo...

—¿Servirle? —No puede evitar reírse—. Qué cosas tienes... Tú no tienes idea de lo que a ella le puede servir, Rapid Boy. No lo sabrás hasta que no se lo sueltes. Las cosas van así.

Él no responde ante la obviedad de su hermano. Sentado en el taburete y apoyando medio cuerpo sobre la desordenada repisa, se dedica a contemplar como las gotas resbalan por un botellín de cerveza fría. Evita que lleguen al final pasándoles el dedo, sin ánimo de hacer nada más en el día.

—¿Sabes...? Regina también era bastante rarita, cuando salíamos —continúa Sam, apoyándose en la misma repisa, de pie—. Pero nos iba bien juntos, porque nos decíamos las cosas a la cara. Según venían, ¿entiendes? —Echa un trago de su cerveza, y apuntilla: — A veces, hasta nos comunicábamos por canciones. ¡Gracias a ellas, se terminó aficionando al gran Springsteen...! Así es como se forja la confianza, al final. Compartiendo lo que se siente, sea como sea.

—Confianza... —murmura—. P-pensé que eso ya lo teníamos. Cuando hablé con ella en el lago... n-no sé, sentí que esta vez había algo más, ¿sabes? Q-que a lo mejor ella me vio cambiado y eso al fin le llamó la atención, pero... me equivoqué. —Se incorpora un poco, pero no abandona la postura decaída—. S-supongo que... Keith debe de ser aquel chico del que me habló, cuando éramos pequeños. Ese que la ignoraba y la hacía llorar...

—¿Y ese es el que le gusta? Madre mía, las tías están locas...

—Pero... la vi sonreír—le dice, con un tono de apagada satisfacción. Sam alza las cejas, atento—. V-veo como ella le mira en clase, y cómo se ríe con él cuando se juntan en los descansos. M-me gustaría... poder decirle que me alegro, ¡porque realmente me alegro, de que algo la consiga hacer feliz! Y e-eso es lo que hacen los amigos, alegrarse... 

Empieza entonces a masajearse una mano con otra, nervioso.

—Pero es que, cuando la tengo enfrente... n-no me sale decírselo. Simplemente, no puedo —Se pasa la mano por el pecho entonces—. S-se me atasca algo aquí, es... físico, siento hasta náuseas, y... solo quiero esconderme de ella, porque... porque tengo miedo de que me vea así y deje de sentirse feliz —Se lleva la mano de antes por el pelo, resoplando con frustración—. N-no sé si nada de esto tiene algún sentido, yo solo...

El hermano mayor le dedica una sonrisa comprensiva al menor, llegando hasta donde él está para alentarle con la mano en el hombro.

—Claro que lo tiene. Que estás enamorado perdido de esa pelirroja —resuelve, sentándose en el taburete de al lado—. Parece que todas tienen algo que deja a los Krausser descolocados, ¿eh? Será que son un poco brujas... 

Se ríe, meneando la mano que dejó sobre su hombro. Pero no logra que el menor se contagie de su humor.

—Anima esa cara, vamos. Yo te ayudaré a mantenerte firme ante ella. Verás cómo al final te terminará prefiriendo a ti, antes que a ese capullo —le reconforta—. Ya te diré qué canciones le puedes recomendar, para ablandarla bien.

Dustin solo consigue sonreír a medias ante los ánimos de su hermano, lo mínimo para agradecerle el intento. Deja de mirarle cuando éste se levanta para ir a por un botellín lleno, y sus ojos descienden por la propia inercia de su estado abatido, quedándose fijados en cierto folleto, que destacaba por su colorido por entre el montón de propaganda y cartas sobre la repisa.

—¿"Exhibición Local FMX"? —lee, tras frotarse el ojo para recolocarse la lentilla—. ¿Qué es esto, Sam?

Aquél cierra la nevera, apenas respondiéndole con una ceja enarcada y cara de haberle oído hablar en chino. Dustin alza el folletito y lo ondea levemente, para que lo vea.

—Es una competición... y aquí dice que se celebra este sábado —continúa, animándosele el tono según va leyendo—. ¿No lo habías visto?

—Nah —desecha enseguida, regresando hasta él y cogiéndole el papel—. Es solo propaganda. No te fíes de todo lo que te meten en el buzón, hermanito.

—P-pero... podrías probar suerte, ¿no? Se te da genial esto. ¿Cómo es que aún no te has presentado a nada así?

Sam se dedica a beber de su botellín recién sacado, mientras Dustin se emociona como si se tratase de algo suyo. Hace una mueca de desagrado, incapaz de disimularla, tras el trago. Como si se hubiese equivocado y hubiera cogido agua con gas en lugar de cerveza.

—Porque no me hace falta —concluye—. Esas mierdas son solo para los típicos niñatos que quieren llamar la atención, o ganar pasta. Yo lo hago porque me divierte.

Dustin duda unos segundos, le vienen demasiadas cosas a la cabeza que no cuadran con esa respuesta.

—Pero necesitas el dinero, ¿no? —continúa él, algo menos entusiasmado—. S-sería una buena forma de pagar a esos tíos que te daban el coñazo...

—Eso es cosa mía, Rapid Boy —le corta él, repentinamente. 

Arruga el papelito y lo tira a la papelera cercana, haciendo canasta desde el sitio. Cuando Dustin vuelve a mirarle, sin entender por qué se cierra en banda ante algo así, Sam vuelve a sonreír como si nada, tras unos extraños segundos de silencio.

—Tú preocúpate de tu pelirroja, ¿vale? Venga, te ayudaré a escribirle algo guay. Así no te pondrás nervioso por tener que verla —dice, y se sienta a su lado de nuevo, rebuscando entre el desorden algo donde escribir.

Dustin se dedica a asentir sin preguntar nada más sobre el tema, mientras saca su estuche y libreta y los pone sobre la repisa, ahora rondándole una nueva incógnita.

«Otra vez... ese tono territorial», piensa mientras observa cómo la mano de su hermano mayor tiembla ligeramente mientras maneja el bolígrafo. «Me habla de confianza, pero... sigue habiendo algo en su vida que no me deja tocar... ¿por qué?».

«¿He vuelto a hacer algo mal, para que me esquiven?»

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