4. Días que se olvidan
N° de palabras: 3766 palabras.
Sinopsis: Durante una misión de rutina en Berlín, Steve y Bucky lidian con un recuerdo del pasado de Bucky como el Soldado del Invierno.
Nota: Hay algunas frases en ruso, la traducción lo estaré poniendo en los comentarios y al final del capítulo. Este es el último capítulo de esta historia. ¡Disfruta la lectura! ♡
✪✪✪
Que Steve todavía lo amara no era realmente una sorpresa. El amor rara vez era racional y tenía poco que ver con la realidad. Steve podía amarlo como el hombre que solía estar de regreso cuando eran niños o porque estaba tratando de expiarse (aunque no lo necesitaba) por el pasado, por culpa o por varias razones. Pero la confianza era otro asunto.
✪✪✪
Justo al lado de Karl-Marx-Allee, Berlín, Alemania
—Sabes, en algún momento quiero saber todo sobre las chicas a las que pagaste para que estén contigo, ¿sí?
—Por última vez, no tuve necesidad de contratar a ninguna chica —dijo Steve, y siguió a Bucky al espacioso y moderno vestíbulo del hotel Mercure, que no estaba mal para una rápida misión (Stark le debía un favor a Steve). Bucky se tomó un momento para recorrer rápidamente las zonas de salida (siete) y amenazas potenciales (ninguna, a menos que el guardia de seguridad contara, y no lo hizo) con una mirada profunda, un gesto que era una segunda naturaleza para él, tal como respirar.
—Oye, nunca dije necesidad —Bucky sonrió, girando para disfrutar de la gloriosa epopeya que era el ceño de Steve. No era frecuente que lo viera e iba a gozar de la ocasión por todo lo que valía la pena y deleitar este buen día (el primero en un tiempo) mientras pudiera.
Sabía que las pesadillas volverían pronto con su propia venganza particular.
—Pero te conozco —continuó—, y tartamudeas cada vez que alguien remotamente atractivo de cualquier sexo te impresiona.
—Vamos, eso no es justo...
—¿No?
Steve frunció el ceño de nuevo.
—Ya cállate.
—Como decía, y dado que también sé que no vivías como un monje después de descongelarte, bueno... —Bucky meneó las cejas y trató de no reírse cuando el ceño de Steve se hizo más profundo.
Mientras se dirigían hacia la recepción, Steve le lanzó una mirada de soslayo de forma coqueta, por debajo de sus pestañas, una que había perfeccionado bastante para cuando Bucky tenía quince años y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa que Steve le pidiera.
—Y entonces, ¿qué? ¿Crees que necesito pagar por ello?
—Lo dijiste tú, no yo —Dios, pero a Bucky en serio le encantaba sacarlo de quicio.
—Vamos, Buck, me conoces mejor que eso. ¿Realmente piensas eso de mí? —preguntó Steve, todavía maravillosamente malhumorado.
Bucky pasó su brazo metálico, cubierto por su camiseta de manga larga y su sudadera con capucha, alrededor de los hombros de Steve y se inclinó hacia él. Pudo sentir el escalofrío de Steve.
—Lo que creo es que siempre me has tenido gratis —murmuró, y presionó su cuerpo contra Steve por un segundo antes de dejarlo ir—. Pero sabes que al final te sacaré los detalles sucios.
—Tal vez —respondió Steve, sin comprometerse, pero Bucky captó la sonrisa que Steve no pudo ocultar de todos modos.
El último año, más o menos, fue lento, frustrante, de un paso adelante, dos pasos atrás, donde ambos volvían a aprender uno del otro en un grado doloroso, e incluso ahora, no era un proceso realmente fácil. Bucky todavía no podía dormir completamente y Steve todavía aún tenía pesadillas, donde pasó un buen número de noches tirando a Bucky al suelo para encogerse a su alrededor y cubrirlo como si estuvieran de vuelta en la Guerra.
Pero estaban mejorando. Día tras día, Bucky se estaba redescubriendo a sí mismo, reconciliando quién solía ser con quién era ahora, con Steve a su lado ayudándolo. Y Bucky sabía que todavía tenía mucho camino por recorrer, pero el hecho de que Steve estuviera bromeando sobre los días antes de que Bucky y él se reencontraran de nuevo era una buena señal.
Y Bucky, sintiendo un poco más de confianza, decidió ver si podía fastidiarlo un poco más.
—Además, ahora que pareces haber ganado bastante experiencia, quizás podamos hacer eso que siempre nos asustaba antes de la Guerra, si aún estás interesado.
Bucky no se perdió la forma en que los ojos de Steve se dilataron o en la gota de sudor que se arrastraba por su sien. Había dado justo en el punto.
—¿En serio? Quieres... um... —Tragó saliva, y la codiciosa mirada de Bucky se centró en esa parte vulnerable de su piel.
—Sí, hablo en serio —bajó la voz y casi se inclinó hacia él. Prácticamente podía oler la excitación de Steve—. Apuesto a que verte chupándosela a una chica debe ser la cosa más caliente del planeta.
—Buck...
Bucky continuó, implacable, ahora que tuvo la reacción exacta que quería: —Tal vez podríamos quedarnos por aquí una o dos noches después de que hayamos terminado, ver si encontramos a una dama que nos quiera a los dos y ofrecerle un buen momento.
La manzana de Adán de Steve se agitó de nuevo.
—Trato hecho —Luego se aclaró la garganta—. Pero la misión primero.
—¿Cuándo la misión nunca ha sido primero? —respondió Bucky, luego caminó lo que faltaba hacia la chica que estaba en la recepción y puso su mejor sonrisa coqueta en su rostro. Era hora de hacer su parte—. Buenos días, hermosa —Su toque de Texas fue impecable—. Creo que tienes una habitación esperándome. El apellido es Fisher.
Ella se sonrojó de una manera completamente encantadora y miró su computadora.
—Ah, sí, una habitación con servicio completo para dos noches... —Levantó la vista y miró a Steve y luego a Bucky, quien se aseguró de ampliar su sonrisa y darle un guiño conspirador; solo era otro turista caliente aprovechando estar en una ciudad extraña para divertirse un poco. El rubor se acentuó—. Si pudiera conseguir, ¿um...?
Bucky se compadeció de ella y deslizó su pasaporte y su tarjeta de crédito (lo mejor que el dinero de Stark pudo comprar) en el mostrador. Ella inclinó la cabeza y comenzó a escribir. Bucky le dio un codazo a Steve, y bajó la voz a un susurro que sabía que solo Steve podría escuchar.
—Cuidado, creo que las gafas Clark Kent están haciendo efecto en ella.
—Eres un imbécil —le murmuró Steve y empujó la montura falsa de corte cuadrado de vuelta hacia su nariz.
—Oye, Nat parecía pensar que esos lentes eran calientes, y ¿quién soy yo para decirle que está equivocada? —Bucky miró a Steve de arriba hacia abajo. Natasha había hecho un buen trabajo con él. Miró cada centímetro del inconfundible turista hipster, desde la gorra negra Dynamo Dresden que cubría su cabello rubio, su barba de tres días suavizando esa tenaz y fuerte línea de su mandíbula, hasta la sudadera con capucha gris oscuro, la camiseta negra debajo, los holgados jeans que (tristemente) escondía el trasero y muslos de Steve, y las botas de trabajo sencillas—. Aunque tenemos que trabajar en tu guardarropa.
Las esquinas de la boca de Steve se curvaron hacia arriba.
—Sí, claro, mira quién habla —dijo, mirando fijamente el atuendo de Bucky, que era casi un espejo del de Steve, solo que sin las gafas.
—Sí, pero al menos llevo unos pantalones que me quedan bien —respondió Bucky, y luego volvió su atención a la chica de la recepción.
Solo tomó un par de minutos más, y un flirteo un poco más cuidadosamente calculado para que ella lo recordara si le preguntaban más tarde, antes de que tuvieran las llaves de su habitación y se dirigieran hacia la zona de los ascensores.
Steve levantó la bolsa de lona sobre su hombro una vez que marcó el número de su piso.
—¿Cuánto tiempo tenemos?
—Cuatro horas. Relájate —agregó Bucky, aunque no sabía por qué se molestaba en decirlo. Steve no sería Steve si no estuviera constantemente preocupado durante una misión, incluso si dicha misión fuera sencilla.
La vigilancia básica sumado con la inserción de micrófonos en un hogar u oficina, revisando por dentro y fuera, era rápido y fácil, un poco demasiado fácil, si alguien le preguntara a Bucky al respecto. Cualquier agente de nivel junior podría haber tomado esta misión.
Enviar a Steve y Bucky fue como enviar a un oso para matar a una hormiga. Pero Steve había insistido en perseguir personalmente a cada líder de Hydra, y a donde quiera que iba, Bucky iba. Y tal vez eso lo puso paranoico, pero pensó que se lo había ganado.
Además, derribar a Hydra se había convertido en una afición personal en los últimos meses.
—Deberíamos hacer un poco de turismo mientras estamos aquí —sugirió, una vez que revisaron su habitación por cuestión de rutina y guardaron su equipo—. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que estuvimos en Berlín?
—No he estado aquí desde 1944, pero eso ya lo sabes. ¿Y tú?
Como si Steve ya no tuviera cada centímetro del archivo de Bucky memorizado en ruso e inglés. Como si los dos no hubieran estado haciendo lo mejor que podían, dos hombres que no estaban acostumbrados a hablar para nada, el uno con el otro, sobre todas las noches duras e inquietas y cada horrible recuerdo.
—En el 79', creo, tal vez 80'. Es difícil recordar realmente el año exacto —Bucky se encogió de hombros. Todavía tenía muchos puntos en blanco, pero había aprendido a no presionarse. Algunos días era mejores que otros—. Pero fue hace mucho tiempo. Apuesto a que las cosas han cambiado.
—Las cosas siempre cambian.
—No todas las cosas —respondió Bucky.
Y debido a que Steve tenía esa expresión tensa y culpable en su rostro, casi siempre aparecía cuando las antiguas misiones de Bucky siendo el Soldado del Invierno eran mencionadas, Bucky se metió en el espacio personal de Steve y acarició una áspera mejilla sin afeitar.
Los puso a ambos en el presente, con el latido constante del corazón de Steve y la tranquilidad del aliento de Bucky. Ambos estaban aquí, juntos, ahora.
—No tú. No creo que hayas cambiado un poco desde que éramos niños. No de una manera significativa.
—No sé a lo que te refieres —respondió Steve, pero sonreía cuando hablaba y sus ojos estaban brillantes—. Tú, uh, ¿tal vez quieres ir a comer algo?
—Por supuesto —Bucky palmeó la mejilla de Steve, deteniéndose sobre la barba y dejó caer su mano—. Pero tienes que hacerme un favor.
—Cualquier cosa, ya lo sabes.
—Mantén la barba por unos días más. Me gusta.
La mirada de Steve parpadeó y se oscureció.
—Buck...
—Oye, solo digo que no eres el único que se ve ardiente con la barba —Bucky le robó un rápido beso antes de que Steve pudiera protestar—. Ahora vamos. Una cosa que sí recuerdo es que solía haber un pequeño y genial local búlgaro cerca, tenía muy buena comida. Podemos ver si todavía está allí, si quieres.
—Búlgaro, ¿eh?
—Sí, finalmente puedes tachar moussaka de tu lista.
—Bueno —Steve lo jaló de nuevo para darle otro beso, delineando con su lengua los labios de Bucky, como una promesa para lo que luego harían—. Pero tú pagas.
Bucky tomó su billetera, la llave de la habitación y sacó su navaja de la cómoda para evitar arrastrar a Steve a la cama.
—Claro, pero técnicamente, estamos usando el dinero de Stark. Lo que lo hace aún mejor.
—Un día, ustedes dos tendrán que hablar del pasado... Bueno, ya sabes.
—Maté a su papá, Steve —Bucky deliberadamente hizo que su tono fuera lo más práctico posible. Había descubierto, con el tiempo y demasiados contratiempos para mencionar, que Steve y él trataban mejor este tipo de discusiones si se limitaban a los hechos, no a las emociones. Probablemente no era el método más saludable para lidiar con lo que Bucky había hecho, pero la culpa y el llanto no cambiarían nada y no traerían de vuelta a ninguna de las víctimas de Bucky, y ambos lo sabían.
—Ese no eras tú.
—Todavía es mucho pedirle que me perdone. Pero estamos mejorando —Al menos creía que así era. Confió en Stark para el mantenimiento de su brazo y sabía que Stark entendía lo que eso significaba para él.
—Lo sé. Y estoy agradecido por eso. Significa mucho para mí que ambos lo intenten —Salieron hacia la acera ocupada y se dirigieron hacia el sur. Bucky vigilaba de cerca todo y todos a su alrededor, calculando las evaluaciones de amenazas en su cabeza, de memoria.
—Mientras entiendas que él y yo nunca seremos amigos.
—Lo sé, no estoy pidiendo eso, es solo que...
—Sí, lo sé —Golpeó el hombro de Steve de manera amistosa—. Es importante para ti que todos tus BFF se lleven bien.
—Dios, ¿quién piensa estas cosas? —Steve negó con la cabeza—. BFF. Suena tan... ridículo.
—Sí, está bien, anciano, ¿debo ahuyentar a los niños de tu césped ahora?
—¿Es aquí donde te recuerdo que eres mayor que yo? —sonrió Steve, su buen humor estaba restaurado afortunadamente.
—Sí, pero no estoy tan irritable —respondió Bucky, mientras doblaban la esquina hacia la Straussberger Platz. Solo era otra misión de rutina, no diferente a otros cientos...
Pero entonces la temperatura bajó, el tiempo se desvió.
Y Bucky regresó al pasado.
El banco debajo de él era duro e incómodo, pero él no lo sentía. Las situaciones incómodas eran parte del trabajo y había lidiado con condiciones mucho peores que estas. Su gorra tejida y su chaqueta delgada hacían un mal trabajo en bloquear el viento y el frío, pero estaba bien acostumbrado a ambos. Su mirada, aguda y clara, exploró el área, evaluando y descartando riesgos y variaciones, hasta que el objetivo finalmente apareció a la vista. Masculino, chino, de peso y estatura promedio, rondando los 30 años, sosteniendo la mano de una niña.
Se quedó de pie, en silencio y atento, deslizándose a través de la multitud a la hora del almuerzo, discreto, inadvertido, hasta que estuvo en posición justo detrás del objetivo. La hoja dentada del cuchillo Ka-Bar se deslizó a través de la médula espinal del objetivo como la mantequilla, y en un movimiento suave, cortó la yugular de la niña con la misma rapidez antes de que ella pudiera reaccionar. Para cuando ambos cuerpos golpearon el pavimento en un charco de sangre que se extendía, él estaba a cincuenta metros de distancia y en camino a su punto de extracción.
—Bucky. Buck, vamos, háblame, vuelve conmigo, está bien...
Los ojos azules preocupados enmarcados por un par de gafas de corte cuadrado aparecieron ante su vista. No estaba acostumbrado a la preocupación o la amabilidad. Tenía que ser una prueba y se preparó para un golpe que nunca llegó.
—Yey bylo desyat'.
—Komu? Komu bylo desyat'? Skazhy mne —Una mano grande y cálida se posó sobre su hombro. No estaba acostumbrado al calor. No tenía lugar en su mundo. Él era la encarnación del invierno, era duro, inflexible y sin emociones, un arma forjada en hierro y hielo.
—Ona ne byla tsel'yu, —dijo lentamente, luchando por recordar detalles, que ya amenazaban con deslizarse de sus dedos como arena—. No bylo boleye ratsional'no ubrat' eyo-
—Ey, vsyo v poryadke, vsyo horosho, poydyom prisyadem na skameyku, vot syuda. Ty mozhesh eto sdelat'? Mozhesh poyti so mnoy?
Aspiró una bocanada de aire fresco y claro y asintió. Agarró ciegamente la mano en su hombro, un salvavidas en el que instintivamente confiaba, aunque no podía decir por qué (la confianza era para los débiles), mientras se dirigían al banco y se sentaban.
Gradualmente, el aire a su alrededor se descongelaba, su cuerpo se calentaba lentamente.
Los ojos azules se transformaron en el rostro familiar de Steve que lo miraba, con la preocupación saliendo de cada uno de sus poros tan potentemente que casi era una presencia física. La mano en su hombro se deslizó hacia abajo, con los dedos ásperos rozando su piel, cubriendo la suya.
—¿Buck? ¿Has vuelto conmigo? ¿Estás bien?
Bucky negó con la cabeza, hizo una mueca a través del zumbido en sus oídos y el vértigo. Sus pulmones se sentían demasiado apretados para su cuerpo.
—Yo... no lo sé.
—¿Quieres que regresemos o...?
—¿Podríamos simplemente... quedarnos aquí? ¿Solo por un minuto? —Él estaría bien. Él solo... necesitaba un minuto. Eso es todo. Solo un minuto para aclarar su cabeza, para detener el zumbido. Tal vez recupere la sensación en sus piernas.
—Sí, sí, claro. Lo que necesites.
Bucky movió su mano para unir sus dedos con los de Steve, concentrado en el calor de la piel de Steve, los callos familiares en las yemas de sus dedos, la forma en que Steve lo sujetaba, como si también tuviera miedo de que Bucky desapareciera. El tiempo se hizo borroso, luego se aclaró, y se fusionó con el presente, hoy, aquí, ahora. La gente bullía a su alrededor, la fuente frente a ellos gorgoteaba, y el sol brillaba en lo alto. Era finales de la primavera, estaba afuera, su mente y sus pensamientos eran suyos.
Su nombre era James Buchanan Barnes, Bucky para sus amigos, estaba en Berlín en una misión con Steve, y Steve estaba justo a su lado, todo estaba bien, él estaba...
Una respiración profunda se convirtió en dos, luego tres. Era de Brooklyn, trabajaba con los Vengadores, Steve estaba con él como siempre, cálido, sólido y real, y habían sobrevivido a Hydra, sobrevivieron a la Guerra, habían sobrevivido a la Habitación Roja y a Lukin, y estaban juntos de nuevo...
—Lo siento —Haría un mejor trabajo de reconocimiento la próxima vez, se aseguraría de que no hubiera sorpresas, ni gatillos. No podía arriesgarse... ¿Y qué hubiera pasado si él...?
—No lo sientas, está bien. ¿Quieres decirme qué pasó? —preguntó Steve, en tono suave y cuidadoso, como si Bucky fuera un gato asustadizo—. En un segundo estuviste conmigo y al siguiente, fue como... solamente te habías ido.
—Estuve aquí —Bucky hizo un gesto hacia la Platz con su mano libre, y le dio a Steve la terrible y pura verdad—. En el 65', tal vez 66'. Había... un disidente chino, alguien que Hydra quería muerto, bueno... eso no importaba. Querían eliminar a este tipo y supongo que estaba en un nivel suficientemente alto porque me descongelaron para hacerlo.
—Está bien.
Bucky estaba agradecido de que Steve no le pidiera que parara o que le preguntara si estaba seguro de que tener que hablar sobre esto. Ambos habían llegado tan lejos. Era importante recordar eso.
—Tenía una hija, iba a la escuela cerca de aquí y siempre la recogía él mismo, la acompañaba hasta su casa. No podía tener más de diez, quizás ocho, yo no...
El agarre de Steve se tensó.
—Buck, mírame.
—Steve... —Pero Bucky no pudo decir que no; diablos, él no sabría cómo. Lentamente, levantó los ojos, se encontró con los de Steve, y el amor, la compasión y el perdón que brillaban en ellos eran demasiado. Su garganta se apretó, la bilis se elevó. Él nunca estaría limpio, no importaba cuántas vidas salvó o la penitencia que pagó—. Ella era solo una niña. Y ni siquiera me lo pensé dos veces.
—No voy a mentir y decirte que está bien, porque ambos sabemos que no lo está. Pero estoy contigo —Steve apretó su mano otra vez como señal de ello. Se acercó más, todo lo que era cálido y brillante en el mundo de Bucky, todo lo que moriría para proteger—. No importa lo que pase.
—Lo sé —Era lo único que en algunos días lo mantenía en marcha—. Lo siento, no me refiero a solo...
—Para —Steve cubrió sus manos con las suyas—. No te atrevas a terminar eso. No tienes nada de qué disculparte.
—Sigues diciéndome eso...
—No tendría que seguir diciéndotelo si no fueras tan testarudo —respondió Steve y sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa. Verlo alivió un poco la tensión en el pecho de Bucky. Mientras Steve pudiera sonreírle y hasta regañarlo, todo estaría bien.
—Testarudo eres tú, no yo.
—¿De dónde crees que lo aprendí? —Luego Steve agachó la cabeza para darle un beso rápido y suave. Bucky lo convirtió en dos, luego tres, tratando de recuperar un poco el sentimiento de antes—. ¿Quieres que llame a Sam y Natasha? —preguntó Steve.
—¿Qué? No, yo puedo... No estoy comprometido —Él podría terminar la misión. Y si Steve pensaba que podía quitarle eso...
—Está bien. Pero si cambias de opinión...
—Podría hacer esto mientras duermo —dijo Bucky y desenredó sus manos, sosteniendo sus propias manos para la inspección de Steve—. Mira, firme como una roca.
—Bien, entonces, supongo que todavía tenemos un camino que recorrer —dijo Steve y le sonrió de nuevo, mostrando un indicio de líneas de risa alrededor de su boca. Bucky quería inclinarse, trazarlos con su lengua, y el hecho de que todavía deseaba, que deseaba, era más que suficiente para convencerse de que esto era real. Era su propia persona otra vez.
—Y no se te ocurra andar sobre mí como una mamá gallina —Su trabajo era operar en las sombras, y él no podría hacer eso si Steve...
Steve levantó las manos en un gesto de rendición.
—No sobreproteger, lo prometo. Confío en ti.
Que Steve todavía lo amara no era realmente una sorpresa. El amor rara vez era racional y tenía poco que ver con la realidad. Steve podía amarlo como el hombre que solía estar de regreso cuando eran niños o porque estaba tratando de expiarse (aunque no lo necesitaba) por el pasado, por culpa o por varias razones. Pero la confianza era otro asunto.
La confianza estaba poniendo su vida en las manos de Bucky; era el mejor soldado de la tierra y uno de los mejores hombres que había vivido alguna vez, dándole a Bucky su sello incondicional de aprobación, a él, un asesino peligroso y dañado con demasiada sangre en las manos y demasiado arrepentimiento.
Y esa confianza, esa fe, significaba todo.
—Lo sé —respondió Bucky, suave y serio. Mantuvo la mirada de Steve por otros pocos latidos del corazón, dejándole saber a Steve lo que significaba para él, y luego se puso de pie—. Vamos. Creo que todavía te debo un almuerzo.
Steve dejó que Bucky lo ayudara a levantarse y mantuvo su mano en la de Bucky, cálida y segura, justo ahí. Lo habían hecho. Ambos eran libres.
—Moussaka, ¿verdad?
—Te encantará.
Él podría darles esto, el resto del día, la misión, podría darles a ambos la relativa normalidad que necesitaban y ansiaban.
—No tengo duda —Steve presionó un ligero beso en los labios de Bucky—. Y después de que hayamos terminado con todo, si todavía quisieras... pero solo si quieres...
Otro regalo. Otra encarnación viva de la fe de Steve.
—Oh, definitivamente quiero hacerlo —respondió Bucky, era una promesa para ambos.
Los ojos de Steve brillaron con su propia promesa.
—Bien. Ahora salgamos de aquí.
Salieron de la Platz, tomados de la mano, con los hombros rozándose cada pocos pasos y, por el momento, Bucky también dejó atrás su pasado. Él no lo olvidaría, no por mucho tiempo, nunca, pero tenía a Steve a su lado.
Y mientras tuviera eso, podría lidiar con lo que fuera que ocurriera en su futuro.
✪✪✪
* «Yey bylo desyat'» — Ella tenía diez años.
* «Komu? Komu bylo desyat'? Skazhy mne» — ¿Quién? ¿Quién tenía diez años? Háblame.
* «Ona ne byla tsel'yu. No bylo boleye ratsional'no ubrat' eyo» — Ella no era el objetivo. Pero era más conveniente eliminarla.
* «Ey, vsyo v poryadke, vsyo horosho, poydyom prisyadem na skameyku, vot syuda. Ty mozhesh eto sdelat'? Mozhesh poyti so mnoy?» — Oye, está bien, está bien, sentémonos en esos bancos justo allí. ¿Puedes hacer eso? ¿Puedes caminar conmigo?
✪✪✪
Nota final: Espero que te haya gustado tanto el capítulo como la historia en sí, pues esta ha llegado a su fin. ¡Muchas gracias por haberle dado una oportunidad a esta traducción! Si tienes algo que decir, no dudes hacerlo en los comentarios ♡
Ya saben que el proyecto de traducción continúa, así que te invito a leer la segunda historia de Steve y Bucky, cuyo nombre es «Off the record». ¡Besos!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro