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2. Feliz año nuevo

1 De Enero

La gente que conocía a Cat, no paraba de decirle que había sido tonta por cogerse el turno de Año Nuevo para trabajar. A estas horas, la mitad de la gente estaba durmiendo en su casa, y la otra mitad estaban volviendo de fiesta. Desde que ella había abierto la cafetería, no había entrado absolutamente nadie, algo que agradeció porque así le sirvió para relajarse y poder dibujar con tranquilidad.

Un bostezo salió de su boca y se puso la mano para reprimirlo. A pesar de que anoche, ella no había salido, su madre la había despertado. Su progenitora apareció a las 6 de la mañana, en evidente estado de embriaguez. Demasiado ruido anunciando su llegada, y la fiesta que quiso seguir en su dormitorio con su novio de turno. Y sin reprimirse en lo más mínimo. No era la primera vez que Cat tenía que escuchar los encuentros apasionados de su madre y su pareja.

Para ella era bastante asqueroso tener que escucharla. Por suerte, se había comprado unos buenos auriculares y aficionado a la música heavy y rock, que amortiguaban los gemidos de los amantes.

La puerta de la cafetería se abrió en ese momento . Y en ese instante, ella sintió su corazón latir muy deprisa y el pulso acelerarse. Era Charles. Su Charles. Y decía que era suyo porque últimamente ocupaba todos sus pensamientos y sueños. Tenía un tonto enamoramiento por el chico del café y la tostada de aceite con mermelada de fresa. Y ese enamoramiento es la que la mantenía ilusionada y no le hacía decaer en lo mísera que era su vida.

Él la sonrío en cuanto la vio. Dirigió sus pasos hacia la barra para sentarse en uno de los taburetes.

- ¡Feliz año nuevo! -le dijo Cat muy alegre sin dejar de mirarlo e intentando reprimir el sonrojo que le provocaba él con solo posar sus ojos en los suyos.

- Feliz año nuevo, Cat, ¿no te has acostado?

- ¡Que va! Si yo anoche no salí. Me tocaba trabajar hoy, así que después de las uvas me puse un maratón de "Friends" y me quede frita...¿y tú?

- Yo tampoco salí. Fui a cenar a casa de unos amigos y a las una y media estaba en casa. Hoy trabajo -le contó él para explicar su presencia tan temprana en la cafetería.

- ¡Vaya! Lo siento que trabajes.

- Pues igual que tú, Cat.

- Supongo. Lo siento pero no te puedo poner hoy tu tostada, el pan que tenemos es de ayer y créeme no es para que te lo comas -le advirtió ella ampliando su sonrisa, una que a Charles le pareció sumamente adorable.

- Oh, bueno, pues...¿Qué puedo tomar entonces?

Charles la miró mordiéndose el labio superior, consiguiendo que ella también, se pusiera nerviosa. Pensaba en esos jugosos labios y como sería besarlos y dejar que él besara los suyos. El cielo, sería, seguro. Cuando Cat estaba cerca de él, le daba por hablar y no calculaba las tonterías que creía que le decía a veces.

- Te voy a hacer un desayuno especial de Año nuevo -le propuso. ella sin dejar de sonreírle.

- Suena delicioso -respondió Charles sin apartar su vista de la de ella.

- ¿Café?

El castaño asintió y ella se dio la vuelta llevándose las manos al pecho para intentar calmar los latidos de su corazón. Fue a la cafetera para hacerle su café mientras le preparaba el resto del desayuno. Cat pensó que era la primera vez que Charles y ella estaban solos en la cafetería, y no pudo evitar estar muy nerviosa porque el chico le gustaba muchísimo.

Terminó de prepararle su café y se dio la vuelta para volver hacia él cuando lo vio muy ensimismado viendo los dibujos de su cuaderno. De otra persona no se avergonzaría que los viera, incluso se los enseñaría orgullosa, pero con Charles le daba mucha vergüenza.

- Son muy malos, Charles. No los mires, por favor.

Él alzó sus ojos mientras ella le ponía su café delante y un plato con tarta de manzana que previamente había calentado. La intensidad de su mirada la hizo temblar.

- Te equivocas, Cat. Son muy buenos... joder, alguno de estos quedaría de puta madre como tatuaje. Conozco más de uno a quien le encantaría hacerse uno con tus dibujos.

- ¡Venga ya, Charles! Eso es porque te caigo bien, por eso me lo dices -se avergonzó ella intentando que él dejara de prestar atención a su cuaderno.

- Bueno, aparte de eso, Cat, pero son muy buenos. ¿Dónde has aprendido? ¿Estas dando clase? -Charles le dio un sorbo a su café mientras ella se sentaba en un taburete enfrente suya.

- Eso es lo que a mi me hubiera gustado, estudiar Bellas Artes, pero no ha podido ser - le respondió con un melancólico suspiro.

- ¿Y eso?

- Bueno, ya sabes, circunstancias de la vida -le dijo encogiendo mis hombros- es más importante tener un trabajo que estudiar...aunque bueno, estoy haciendo un curso a distancia de contabilidad y finanzas.

- Pues que pena que no puedas estudiar lo que te gusta -lo dijo él comprensivo- pero bueno, no lo descartes, lo de cumplir tus sueños, quien sabe, a lo mejor un día lo consigues.

- ¡Ojalá! -le digo sonriendo.

Charles le devolvió la sonrisa mientras lo veía hundir el tenedor en la tarta. Cat no quería perderse ningún detalle de su cara cuando la probara. Un pequeño gemido de satisfacción salió de la boca del chico y se relamió los labios recogiendo las migajas que aún estaban en su boca. Ella aprovechó para recoger sus dibujos y guardarlos debajo del mostrador

- La tarta está buenísima, Cat -le aseguró Charles tomando otra porción con su tenedor, pues realmente el dulce estaba de escándalo.

- Bueno, la he hecho yo -le dijo ella sintiendo como sus mejillas se calentaban mirándolo.

- Cocinas y dibujas bien... ¿tienes más talentos, Cat?

Ella no supo que contestarle. No sabía casi ni que hablarle cuando lo tenía cerca. Charles le dio una media sonrisa y volvió a zambullirse en su plato. Sus miradas se cruzaron durante unos eternos segundos, pocos para el tiempo que ambos querían pasar perdidos en la mirada del otro.

-Bueno, puedo llevar una cafetería sola el día de Año Nuevo, ¿te parece poco? -le contestó ella de forma burlona haciendo que Charles asintiera y también saliera una carcajada de su garganta con la respuesta de la chica.

-¡Desde luego que no! tienes mucho mérito el atreverte a estar sola un día como hoy. Pero, se nota que eres una chica muy responsable.

-Que no te engañen estos ojitos marrones -le advirtió ella medio riéndose- que luego paso de gatita a leona.

-Tendré que tener cuidado con tus garras entonces.

Un ramalazo de deseo cruzó todo el cuerpo de Charles, pues, de pronto, se vio con ella en su cama y con sus uñas hundidas en su espalda mientras dejaba miles de besos por su rostro. Casi se sonrojó con sus pensamientos, tomando su taza de café para alejarlos y que Cat no se percatara de su incomodidad por ellos.

El sonido de la puerta abriéndose hizo a Cat ponerse en pie y dejar a Charles. Atendió con otra sonrisa al nuevo cliente, lamentándose porque este momento con el chico castaño, acababa de terminar.

Cat pasó el resto de los minutos poniendo cafés de año nuevo, escuchando historias por aquí y por allá de lo bien que se lo había pasado la gente en la fiesta, de lo que habían bebido o de las tías con las que se habían acostado. Cuando regresó al lado de Charles, él ya se había levantado y había dejado un billete de 10 euros encima de la barra.

- Espera, que te doy el cambio -le dijo Cat viéndolo ponerse su chaqueta para marcharse.

- Para el bote, Cat.

- Gracias -le respondió sonriéndole. Charles la miró y demoró todo lo que pudo su partida. Más parecía que no quería despedirse de ella por lo que su cuerpo transmitía.

- Espero que pases una buena mañana, Cat.

- Yo también lo espero. Que tengas tú también un buen día.

Charles asintió con su cabeza y levantó su mano derecha a modo de saludo. Se puso sus gafas de sol y salió de la cafetería dejando a Cat con una sensación de vacío en su pecho, que solo llenaría él, cuando volvieran a verse al día siguiente.

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