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uno




17:00, 15 de junio de 2022

En mitad de la habitación hay una joven que rondaba los veinticinco. Tiene una grabadora en la mano y luce levemente enfadada. La habitación está en un deplorable estado en comparación con la impecable ropa que ella porta. Sus cabellos castaños van recogidos en un moño bajo apretado. Tras un suspiro, le da al botón de grabar y empieza a hablar.

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—Grabadora de bitácoras, anotación 1007.

»Acabo de llegar a Hazelvine. El pueblo es bastante pequeño, apenas he visto más de siete calles. Ser degradada de la oficina principal de Dublín a este lugar es humillante. El viejo Stevens no parece muy feliz de tenerme como su nueva compañera. Ahora mismo estoy en el escritorio que me ha dejado, está coja, hay una esquina mordisqueada por un perro y de los cajones solo quedan espacios llenos de telarañas. De la silla ni siquiera puedo opinar, no me ha prestado ninguna. El viejo Stevens salió hace media hora a buscar a su nieto a la estación de trenes, la más cercana está a 33 kilómetros, no creo que vuelva pronto.

»Estoy de pie, mirando por la ventana la casa de enfrente, creo que hay una anciana que también lleva mirándome un buen rato. No sé si debería considerarlo una pelea de miradas. Nadie ha venido a ofrecerme la bienvenida, creo que no les caigo bien. Quizá es porque soy de fuera, o porque saben lo que pasó. Pero tú ya sabes la verdad, ¿no? Lo has escuchado, fue la grabación 369. A la anciana de enfrente no le caigo bien, pensará que estoy loca por hablar sola. Seguramente sí lo esté. Lo bueno es que no puede llamar a la policía, al fin y al cabo ahora mismo yo soy la única policía.

Se mantiene en silencio unos segundos, los suficientes para moverse por la oficina hasta la parte más limpia. Con un chirrido por culpa de la vieja madera, se deja caer en una especie de silla acolchada. Enfrente suyo quedan la ventana de la anciana Mable y un escritorio lleno de papeles, carpetas y una caja de donuts empezada.

—Me he sentado en la silla del viejo Stevens. Si se entera me mata, pero aquí las únicas que lo sabemos somos tú, yo y la anciana de enfrente. Seguramente ella se lo diga, hasta entonces al menos podré comerme en paz el donut de azúcar tranquilamente. Según tengo entendido debo buscar una casa de paredes amarillas con algo de moho y una puerta con cortinas de tela, o al menos así es cómo me la vendieron por Internet. No me voy a quejar del estado, ha salido barato. En realidad, todo ha salido mejor de lo que esperaba. ¿Quién iba a imaginar que tras ser soltada por falta de pruebas en un asesinato podría seguir siendo policía?

»Sí, este sitio es una mierda, pero sigo teniendo trabajo y dentro de una hora iré a recoger las llaves de mi nueva casa. Hay que ser positivos, sí, eso es... Eloise me lo enseñó. «Ríete de la vida cuando ella intente reírse de ti», decía. Pero la verdad es que la vida es una mierda. Ya me cansé de esto. ¡Y usted, vieja del demonio, váyase a tomar por culo!

De repente, lanza el dulce que se estaba comiendo contra la ventana. Se escuchan varios gritos de su parte, algo distorsionados por la calidad de la grabadora. Al final, de un puñetazo, apaga la grabación y sale a la calle para pelearse mejor con la anciana Mable.

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00:45, 16 de junio de 2022

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Brook está tumbada mirando hacia el techo. Hay varias manchas de humedad y todo parece impregnado con un olor a rancio bastante desagradable. La luz de la luna entra por una ventana abierta, solo se pueden ver sus ojos café y el reflejo de la grabadora metálica. A pesar de que ya debería haber empezado a hablar, se mantiene unos segundos en silencio.

—Ya estoy por fin en casa. Como suponía, no me costó nada encontrarla. Además, las cortinas de la puerta son bastante viejas y su diseño destaca por la fealdad que posee. No hay ningún mueble en toda la casa, y eso que hay una especie de buhardilla arriba. Por pura piedad he conseguido un colchón de esos antiguos, con los muelles haciendo ondas en su superficie. Creo que en realidad lo sacaron del basurero. Por las miradas que he recibido hasta ahora, todo Hazelvine se habrá enterado de mi pleito con la anciana Mable. Cada vez me desprecian más. Es casi cómico. El móvil dejó de tener batería esta mañana mientras iba en el tren, de momento no parece que pueda pagar la electricidad. Eloise tendrá que esperar.

»Es hora de dormir, pero no tengo sueño. Cuando cierro los ojos recuerdo esos pasillos góticos, los tapices que parecían absorber la luz, los rosetones que no dejaban pasar ni un poco de calor. Y sobre todo la recuerdo a ella, tirada en la alfombra, con la cabeza partida. A veces siento como si su simple recuerdo me agarrase por el cuello e intentara ahogarme. Venganza, eso es lo que busca. ¿Pero quién soy yo? ¿Acaso soy la culpable? Eloise dice que no. Supongo que la anotación 369 te permitirá sacar tus propias conclusiones. Debería dormir, no es saludable pensar en estas cosas. Hay que ser optimista, sí.

Se calla. Por unos minutos solo se puede escuchar su respiración. Hasta que de repente su cuerpo empieza a temblar, no por miedo o llanto, sino por intentar contener la risa. Al final solo suelta una carcajada seca, con cierto deje sarcástico.

»No me arrepiento de nada.

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07:00

El sol ya alumbra a la perfección a pesar de ser tan temprano. Ella está en el bosque que rodea el pueblo, siguiendo sin desviarse el camino de tierra. Lleva una camisa azul cielo y una falda negra, igual que el día anterior. Las ondas que forman sus cabellos danzan en su espalda, pues cada vez que se van hacia adelante las aparta. Su respiración está levemente agitada, pero eso no le impide empezar a grabar.

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—Grabadora de bitácoras, anotación 1008.

»Me he levantado muy temprano por culpa de las pesadillas. Eloise decía que eran recuerdos alimentados por nuestros propios pesares, y por lo tanto se podía luchar contra ellas. Aún no sé cómo controlarlas, así que uso el único método que tengo a mi disposición para calmar mi mente: andar. Me gusta hacerlo. En Dublín solía caminar por la orilla del río Liffey, siempre había alguien, aunque fueran simples vagabundos. Ahora me toca hacerlo por el bosque que rodea el pueblo. No hay ni una mísera alma despierta. La brisa mañanera se lleva mis problemas y el canto de los pájaros me distrae lo suficiente como para silbar junto a ellos.

»Creo que llevo casi diez minutos andando, no me he alejado lo suficiente, aún se ven algunos tejados. Espera, escuché algo. Es más adelante, cerca del montón de flores amarillas. Y ahora ya no estoy en el bosque, sino de vuelta en ese pasillo maldito. Me veo a mí misma, como si fuera una mera espectadora de mi propia vida. El frío me pone la piel de gallina y parezco bañada en sangre. Delante de mí, al doblar la esquina, escucho su risa. Tan llamativa, tan característica, pero tan aterradora. Corro hacia el lado contrario, corro hasta que me quedo sin aliento, corro hasta que me choco con el tronco de un árbol. Veo el bosque, el cielo azul, los tejados de Hazelvine. Estoy a salvo. Las pesadillas solo son recuerdos inflados de miedo y arrepentimiento.

»El corazón se me va a salir del pecho. Tengo miedo, pero a la vez me siento segura. Aquí no me van a alcanzar. Siento como mi estómago arde, la boca tiene un regusto agrio, como el vómito, pero también me recuerda a la sangre, su sangre. Dios. Necesito salir de aquí. No lo soporto. ¡No lo soporto! ¡Sácame de aquí! Eloise... Grito. Grito una y otra vez, hasta que me duela la garganta. Parezco una loca en mitad del bosque.

La castaña se tropieza con una piedra. Al caer no vuelve a dar señales de vida. Parece que se ha golpeado con algo y la ha dejado desmayada. De fondo siguen escuchándose arbustos moverse. Hasta media hora más tarde no aparece alguien. Es una chica alta, pelirroja y de ojos oscuros. Va acompañada de un lobo con tonos pardos, quien se acerca a olisquear a la joven tirada en el suelo.

—¡Yioc, aléjate! Esta parece ser la nueva... ¡Que no toques nada, tonto! ¡Menos aún a un objeto...!

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Tras desechar la grabadora, decidiendo que no es nada que al animal le sirva, la apaga sin querer con su pata trasera.



08:03

Se encuentra dentro de la ducha, tiene la cortina cerrada y sus manos apenas pueden sujetar con firmeza la grabadora de metal. Su mirada café se mueve hacia todos los lados con nerviosismo y sus Converse negras han desaparecido. La puerta de la habitación está cerrada, pero no había pestillo ni ningún mueble para atrancar la manilla. Antes ha roto el espejo con ayuda de un bote de champú, tiene varios trozos de cristal cerca suyo por si acaso.

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—Me acabo de despertar, no sé dónde estoy. Me he encerrado en lo que creo que es el baño. Tengo un golpe en la frente, no sangra, pero duele. Estaba tumbada en una alfombra de lana roja. Intenté escapar en cuanto vi la puerta, pero fuera hay ojos que me observan. No me atreví a moverme más allá del marco. Por eso estoy aquí, sentada en el plato de la ducha. He escuchado la anotación de hoy. No sé de quién es esa voz, no la conozco. Supongo que será alguien del pueblo, pero no le agrado a nadie, bien podrían matarme.

»Y de repente lo que me rodea es una sala polvorienta, el armario de la limpieza para ser más precisos. Golpean la puerta, suenan desesperados. «¡Ábreme, por favor! ¡Sé que no es tu culpa! ¡Por favor!», grita al otro lado. No puedo abrirle, no puedo... Y tras ese último golpe, soy yo quien está desesperada porque le abran la puerta. Unos tacones se acercan. Sé quién es. Tengo miedo. Y entonces lo único que me rodea es fuego, las llamas intentan acercarse a mi piel, pero alguien me retiene por la cintura. Tengo que encontrarla, tengo que salvarla. Grito su nombre, no responde. Miro a quien me sujeta y le suplico que me deje ir a por ella, pero Eloise no me lo permite.

»Y ahora una cuchilla se clava en mi rostro. Grito, pataleo, lloro. Intento huir, pero me golpeo con la bañera. Estoy bien, aún sigo encerrada en la casa de esa extraña. Lo demás solo son recuerdos. Alguien llama de verdad a la puerta. No quiero contestar. La manilla está bajando, van a abrir. Debo actuar, no deben pasar. Pero cuando abren la puerta, la veo a ella otra vez. Preocupada por mí, igual de bella que siempre, viva. No puedo matarte... no otra vez.

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La pelirroja está frente a ella, es sorprendente que no parezca asustada aunque esté apuntándola con un pedazo de cristal. Su mano sangra debido a lo fuerte que está apretándolo, también lo hace su pierna y su pie, seguramente por haberse movido antes en mitad de sus visiones. Con todo el cuidado del mundo, la amenazada le quita el objeto y la lleva de la mano de vuelta a la alfombra roja. La trata como una niña pequeña, le acaricia el pelo, y Brook no puede hacer otra cosa más que llorar en silencio.

—¿Cómo te llamas? —susurra en un tono dulce.

—Brook... Llámame Brook.





21:09, 14 de septiembre de 2020

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—He estado pensando que lo más probable es que no todos los días grabe algo. Le pregunté al señor Foster (es mi jefe, creo que todavía no lo había dicho). Él me dio varias opciones, pero lo más importante era empezar siempre igual, así quien escuchara las grabaciones las sentiría más ordenadas. En vez de empezar con el típico «Hoy es día blablabla», voy a ponerle un título a esta cosa: ¡grabadora de bitácoras! No es muy original, pero explica bastante bien lo que quiero hacer.

»Además, conseguí una app que me va contando los días que han pasado desde una fecha exacta. Por cada día que pase desde que empecé con esto, lo llamaré "anotación". Así no tendré que escucharme a mí misma solo para saber por dónde voy, todo ventajas. En fin, creo que eso es todo, ¡cambio y corto!

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super nova ¡!

hola, mis amores <3

les traigo por fin el primer cap de este libro pq ando con muchas ganas de trabajar y hacer cositas jejeje...

de paso también vine a lucir los tremendos gráficos que me han ido haciendo, no olvidéis pasaros por el área gráfica para poder ver a todos los artistas

un besazo a todos, os amoooo

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