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7

Jungkook se había quedado paralizado en el sofá viendo la pared. Las lágrimas no se hicieron esperar y comenzó a llorar sin consuelo, no solo por el dolor que sentía en su cuerpo sino también de su alma comenzando a quebrarse en pedazos. Llevo sus piernas hacía su pecho y escondió su cabeza en el espacio que había ahí y continúo llorando sin consuelo. Cuando sintió que ya no tenía más lágrimas se paró con pasos débiles y miró su cama. Si antes sentía que ya no tenía lágrimas unas nuevas surgieron y cayó al suelo negando acostarse en la cama donde sucedió todo.

Maldecía el día en el que decidió acompañar a su amigo a ese lugar, maldecía el momento en el que esa bestia se fijó en el y simplemente no lo mató. Prefería mil veces morir a pasar por esto. La desesperación de no hacer nada lo consumía y su mente intentando convencerlo que no había sido para tanto ya que lo llegó a “disfrutar”. Comenzaba a dudar de su salud mental. ¿Quién diablos disfrutaba una violación?

El tiempo paso rápido entre su lamento y sin darse cuenta ya era de noche y sus papás estaban en la cocina hablando sobre el comportamiento de Jungkook y como les decepcionaba.

—Si estuviéramos en Corea no se comportaría así —dijo su madre mientras hacía la ensalada.

—Eso no tiene nada que ver —reprocho el señor Jeon.

—Si tiene, acá todos son más relajados —se defendió la señora Jeon.

—¿Prefieres que tu hijo viva estresado a una edad tan temprana? Deberías agradecer que estamos en este país y que nos va bien. Yo sé que Jungkook es muy perezoso pero... —la señora Jeon no lo dejo terminar.

—Es justamente eso, es un vago y está a unos meses de perder el año.

—No es así, siempre se ha comportado igual y nunca ha perdido años. Pasa con notas promedio pero pasa.

—Es conformista, no es bueno.

Después de esa charla, todo el día transcurrió con normalidad. Jungkook bajo a cenar, sus padres no se dieron cuenta de los ojos hinchados y rojos al igual que la nariz de Jungkook. Jungkook lo agradecía, lo que menos quería era hablar sobre eso.

Después de la cena subió a su cuarto y se acostó en la cama, después de revivir el momento por horas por fin pudo descansar, o bueno, volver a revivirlo. Ni en sus sueños se pudo librar de Taehyung.

Despertó con la respiración acelerada, sudando y con lágrimas en los ojos. Trato de calmarse diciéndose que no había vuelto a pasar.

Los días pasaron hasta que llegó el momento dónde Jungkook debía volver al colegio. Sus pensamientos ya se habían organizado, poco, pero se habían organizado. Ya había mejorado un poco sobre lo ocurrido.

Hizo su rutina con normalidad con la excepción que no fue a recoger a su novia, no tenía ánimos para verla, no tenía ánimos para ver ni hablar con nadie.

Al llegar al colegio entro a su salón de clase y miró a su novia hablando con sus amigas, ni siquiera noto que había llegado, lo agradecía.

Lo raro fue que ni cuando se sentó a su lado le hablo o lo miró siquiera por un segundo, los días que había quedado sin ir al colegio tampoco le había hablado. Además que parecía molesta con él.

Él también la ignoró.

La profesora de matemáticas entró al curso y seguido de ella una chica de unos dieciséis años, cabello castaño y liso, piel morena, y estatura de unos 1,60.

—Hoy tenemos una compañera nueva —señalo con la mano a la chica.

Ella se mostró apenada y retrocedió.

La profesora comenzó a escanear con la mirada el salón y su mirada se poso en mí.

—Ve a sentarte junto a Jungkook —de nuevo, pronunciado mal su nombre—. Daniela, ve a sentarte junto a Sara —ella obedeció y se fue a sentar junto a su amiga, parecía hasta feliz de alejarse de mí.

La chica nueva se sentó a mí lado y me miró apenada.

—¿De dónde eres? —le preguntó la profesora.

—Soy de Barranquilla —respondió. Se notaba su acento costeño.

—Dinos tu nombre y edad.

—Me llamo Ariannys Álvarez Benítez y tengo diecisiete años —dijo.

Después de presentarse seguimos con normalidad las clases hasta que sonó el timbre, anunciando el recreó.

Jungkook ya no hablaba con Nicolás, y Daniela se fue con sus amigas así que se quedó en el salón junto a la chica nueva.

Le cayó muy bien así que decidió hablarle.

—¿Cuándo llegaste a Bogotá? —preguntó mientras apoyaba su cabeza en su brazo.

Ella volteó a mirarlo y respondió:

—Hace una semana... ¿Y tú cuánto tiempo llevas aquí? Tienes rasgos asiáticos —dijo con la voz baja, tímida.

—Geneticamente soy coreano, pero tengo nacionalidad colombiana ya que nací aquí.

—Ohh ya —asintió.

—¿Tú papá en qué trabaja? —preguntó Jungkook.

—Mi papá acaba de comenzar una empresa, nos está yendo bien así que nos mudamos a la capital, ¿y tú papá en qué trabaja? —le devolvió la pregunta.

—Mi papá tiene unos supermercados en la ciudad y mi mamá tiene un salón de belleza, les va muy bien.

Ella asintió y se quedaron en silencio sin saber de que hablar.

—¿Tienes mascotas? —preguntó.

—Tenía un perrito, lo miré en la calle y lo lleve a casa, como ya era viejo a los cuatro años murió.

—Ohh, que mal. Al menos tuvo un hogar sus últimos años.

Jungkook asintió.

—¿Y tú tienes mascotas?

—Tengo una perrita, se llama Ruby.

Hizo un movimiento de cabeza.

Aún no tenían mucha confianza pero estaban progresando.

—¿Te gusta el kpop? —preguntó rompiendo el silencio.

Pensó un momento su respuesta y después respondió.

—Mmn... Pues hay algunas canciones buenas, de vez en cuando escucho algunos grupos, ¿y a ti te gusta?

—Pues sí, soy fan de dos grupos.

—Ohh ya.

—¿Haz ido a Corea?

—Aun no.

—Cuando vayas me llevas —rio.

—Te llevo pero tú pagas tu pasaje.

—Y tú me das hospedaje y comida —sonrio, pero está vez era una sonrisa sincera, no de incomodidad.

—Soy pobre.

—Conviertete en Idol o actor, seré tu manager.

—Creo que si sale una polémica en vez de respaldarme, me hundes más.

Ella rio.

—¿Tanto se nota?

Él asintió con una sonrisa.

Sin darse cuenta la hora de volver a clases había llegado y en vez de prestar atención en clase lo que hacían era chismosear sin parar.

En medio de la clase de Ética y Valores Ari lo codeó, Jungkook la volteo a ver y le preguntó con las cejas.

Se acercó a él  y le susurró.

—Esa pelada de ahí no deja de mirarme mal con su amiguita, ¿qué le hice?

Volteó a ver a la pelada que resultó ser Daniela, cuando cruzaron miradas simplemente lo ignoró. Luego hablaría con ella.

—Es mi novia y su amiga.

Ella se sorprendió.

—Con razón me miraba así, seguro piensa que le voy a quitar el novio.

—Desde que llegue a estado así conmigo luego le pregunto.

—¿Cómo que luego? Vaya ahora.

Aprovechando que el profesor acababa de salir se acercó al puesto de Daniela. La llamo por su nombre.

Ella lo miró sin ninguna expresión.

—¿Qué quieres? —le preguntó la sapa de su amiga.

—Dije Daniela, no orejas de Dumbo —la encaró y ella le volteo los ojos.

—¿Qué? —esta vez si fue Daniela quien le contestó.

—¿Podemos hablar a la salida? —preguntó.

Ella asintió y Jungkook regresó a su puesto.

Ari lo miró ansiosa de saber.

—¿Y? —preguntó.

—Hablamos a la salida.

—¿Por qué crees que está así? ¿Discutieron? —preguntó.

—Pues... La verdad no sé, estábamos bien y de la nada se comporta así.

—Bueno, yo mejor no me meto que estoy quedando como tremenda chismosa.

Jungkook rio.

—¿Me pasas tu número?

—Anota.

Saco su teléfono con disimulo y la agrego a contactos.

—Luego hablamos —dijo ella.

Jungkook asintió y se apresuró a meter las cosas en su mochila para que Daniela no se le escapará. Cargó el bolso en la espalda y salió del salón buscandola con la mirada. Al verla recostada en el pasillo se acercó.

—¿Vamos a un lugar más privado? —sugirió.

Ella asintió y lo siguió al patio del colegio que ya no había nadie.

—¿Por qué estás así? —preguntó nervioso por la respuesta.

—¿Así como? —lo encaró.

—Me evitas, me contestas grosero... —se quedó mirándola en busca de una respuesta.

—¿Y todavía preguntas? —lo miró con indignación antes de continuar—. Eres tú el que me ha estado evitando, desde que te suspendieron no me has enviado mensajes y, más encima, tienes un chupetón en el cuello que ni te dignas en tapar —lo último lo dijo con evidente dolor.

Jungkook sintió que se le cortaba la respiración y podía escuchar su corazón palpitar a mil. El maldito chupón, no se había dado cuenta.

Llevó su mano a su cuello y comenzó a tocar la zona encontrando al instante donde estaba.

Ella lo miró en busca de una respuesta, con esperanza.

—Esto... —trato de hablar—. Es... Es una picadura de un mosquito —de todas las excusas ¿por qué esa? Se reprochó.

Daniela lo quedo mirando con una cara que claramente decía “¿creés que soy tonta?”.

Ella tomo aire antes de responder.

—Ya veo que no significó nada para ti —su mirada decepcionada paso a una de rabia—. Seguro fue esa con la que te llevaste todo el día, ¿verdad? —lo acusó.

—¡Apenas la conocí hoy!

—¡No te creo! Eres un maldito mentiroso. Anda a revolcarte con cuanta zunga se te pase al frente, a mí no me vuelves a buscar —salió del patio escolar como alma que lleva el diablo.

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