"Si pudiera distraerme de estas alas por hoy... Si fuera capaz de olvidar este peso todo sería mas sencillo."

El vapor del ambiente se encerró en el cuarto de baño conforme la cascada de agua caliente golpeaba su espalda cicatrizada, las heridas ya no dolían, no de forma externa al ir sanando conforme el tiempo y gracias a los cuidados de Beka. Solo quedó el vacío, ya no sentir la carga tras de él, una carga placentera que le daba la oportunidad de volar, de sentirse orgulloso algún tiempo de su especie. Se sentía bello, majestuoso extendiendo el par de alas blancas antes de alzarse por los cielos y surcar las nubes entre risas y adrenalina. Ahora solo quedaban dos cicatrices, largas e imborrables que le recordaban la decisión de abandonar todo lo que fue.

Y estúpidamente pese a la melancolía no se arrepintió de nada.

Una ducha fue lo que necesitó a media noche y después un largo sueño entre los brazos de Otabek no sin antes robarle un beso.

Todo parecía tan calmado en su mente, como si algún punto olvidara la catástrofe que se avecinaba ¿Por qué no podían dejarlo en paz? No dañaba a nadie, su vida era pacífica y estaba bien... Era feliz.

Era feliz a su lado.

Y también era consciente que esa felicidad acabaría, su único problema fue el no querer aceptarlo.

Se negaba a aceptar que Viktor había caído, era el ser más correcto que conocía, su ejemplo a seguir en algún momento, una repulsión por no tener mente propia, por no desear nada por su cuenta y para criaturas como ellos esto debía ser así, ninguno debía tener libertad de pensamiento, nadie se atrevería siquiera a querer algo que no les correspondía tener en esa vida. Y Viktor lo sabia, se lamentaba por cada hermano que se desviaba del su camino.

¿Y ahora? Él era uno de ellos, ambos acabaron trazando un nuevo rumbo con la diferencia de que Yura encontró el mejor camino de todos mientras que Vitya se entregaba para que acabarán con el suyo. Maldito idiota.

-Llevas mas de media hora aquí, si sigues amanecerás bañándote, ángel -la voz de Otabek le sacó de sus pensamientos. Había perdido la noción del tiempo realmente.

-Pensé que dormías -después de cerrar las manijas y entre el vapor le vio, descansaba sobre el marco de la puerta atento a él con gesto adormilado y por alguna razón con una suave sonrisa- ¿Qué?

-Tu cabello, creció -con unos cuantos pasos acortó la distancia entre ellos tomándose la molestia de envolver el rubio cabello de Yura con una toalla mientras éste secaba su cuerpo.

-Yo lo veo igual -habia rebasado su linea principal, sus hombros pero de igual forma siempre era una maraña, no recordaba haber usado por su cuenta un peine, solo Otabek entre regaños lo desenredaba bajo el seguro de que si no lo hacia pronto la cabeza del chico seria un nido de gorriones.

-No lo esta, todo tu cambió, estas más bonito

-Me estas queriendo decir que antes no lo era

El enojo en su voz alertó al kazajo seguido de la mirada enfurecida de Yuri, su ceño fruncido y el hoyuelo que aparecía en una de sus mejillas en cuanto se mordía la parte interna de esta.

-No puedo decir que eras bello cuando te vi, estabas a punto de morir -aunque así lo pensaba, un ángel en medio de la nieve fue como ver la creación mas divina de todas y habría sido así de no ser por el corte de sus alas y las manchas de sangre adornando la tormenta que cubría el frágil cuerpo del chico. Era sumamente hermoso pero triste.

-De no estar allí esa noche... -de no haberlo encontrado...

Yuri escondió el rostro contra el pecho de Otabek, la poca paz mental que logró conseguir se resquebrajaba conforme los recuerdos amenazaban con invadir su espacio. De pensarlo más, de sacar ese lado suicida suyo sabría lo que debía hacer. Y no quería, no soportaría una catástrofe como la de aquella noche.

-Otabek, vamos a la cama... Me voy a congelar aquí

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Se han preguntado porqué saco mucho el tema del frío? No es porque estén en Rusia (?) pero esto tiene un simbolismo muy importante para el pequeño Yuri.
Ya lo verán 💜
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