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Tercera

"Lo vi tan inalcanzable que me congelé. Mis manos se desconectaron y mis pulmones se negaron a funcionar. Solo mi mente siguió viva, volaba ligera sobre mi en la espera de alcanzar con esperanza aquello que me hizo colapsar."

Se podría decir que Yuuri Katsuki era fácil de sorprender.
Se sorprendió al saber que era talentoso en el patinaje.
Se sorprendió al reunir los puntos suficientes para obtener una beca para la universidad y un bonus de sorpresa saber que seria un estudiante de intercambio en Rusia.
También se sorprendió cuando un bello día de enero Viktor Nikiforov le habló en pleno pasillo del campus.
La mayor sorpresa fue el notar su amor por él y que Viktor le correspondiera con gusto.

Pero, las sorpresas cesaron de intensidad desde que comenzó a vivir con él siendo la última la estadía de un buen amigo kazajo.

La vida de Yuuri era tranquila, alegre y sin complicaciones, la nube de desgracia se esfumó desde que conoció a Viktor y gracias a él podría atribuirle su buena suerte.

Sin embargo, una nueva sorpresa llegó. Una inesperada que le llegó de golpe simbólicamente al subir deprisa hacia la azotea trastabillando entre cada escalón que subía con la esperanza que toda la ropa tendida no se encontrara tan empapada de la lluvia que comenzaba a caer en grandes gotas.

Y al abrir la puerta lo encontró.

Miraba al cielo gris cubierto con una gran capucha que reconoció al instante como perteneciente a Otabek, pero no era él. Varios rubios cabellos se asomaban y su delgada complexión dio a entender que en efecto, no era él.

Intentó dar un paso mas el individuo percibió aquel mínimo movimiento y lo vio. Tenía unos bonitos ojos verdes y el rostro de una muñeco de porcelana. Pero lo que le descolocó fue ver el cambió en su semblante y... El odio en su mirada.

--No-no voy a hacerte daño --alzó las manos en son de paz. Puede que fuera su casa pero no pudo evitar sentir que invadía el espacio de ese chico. Y lo que menos quería era ver como lo acorralaba sin querer como un pequeño animalito herido--. Me llamo Yuuri... esta es mi casa

--Esta es casa de Otabek --gruñó dando un paso hacia el frente. El nipón no pasó desapercibido aquello y pudo relajarse un poco.

--Tambien es casa de Bek, el vive conmigo y mi novio, tu... ¿Eres amigo de él, cierto?

El rubio pareció confundido, teniendo una lucha mental sobre que responder ya que simplemente no supo que demonios era de Otabek. Ni siquiera sabia el maldito significado de "amigos".

--No --finalmente respondió--. Soy su novio...

Pero por alguna razón le pareció que "Novio" tenía mucho más peso que un simple amigo.




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