Séptima
"Pertenezco aquí, contigo. A cualquier lugar que vayas, donde sea que eches raíces, mi lugar esta a lado de ti."
‹ Cálido ›
La sensación se volvió familiar apenas por segundos en los que logró procesar lo que sucedía ¿Donde quedaron todas sus reclamaciones? Aquellas que pronto maquinó conforme avanzaba a paso presuroso hacia él y que pudo soltar a medias. Porque se lo merecía, era un estúpido por caminar de forma despreocupada por la calle y lo seguía siendo al escuchar esa ridícula pregunta.
¡Por supuesto que sentía frío! Después del roce con quien tantos años llamó su hermano no quiso estar cerca de él, y le hacia un favor al mismos Viktor alejándose de lo que proclamaba hogar.
Un hogar falso para él que dejaba atrás lo único real a lo que podría aferrarse en ese mundo.
--¿Estas seguro de esto? --su atención permaneció fija en la pequeña fachada del lugar, Otabek debió reprimir una suave risa al ver las muecas que generaban los pensamientos contrarios. Y lo supo, el rumbo de cada uno de ellos--. Todavía te puedes retractar
Lo vio negar de un lado a otro sosteniendo una pequeña caja finamente sellada con una mano mientras la otra se extendía a él meneando un juego de llaves con un diminuto llavero de plata con la cara de un oso. Creaban un sonido tintineante que se calló en cuanto cambiaron de dueño.
--Hazme los honores
Ah, comenzaba a irritarle sostenerle la mirada, tanta seguridad reflejada en ella mandaba su pregunta al carájo y le invadía una sensación de conformismo para nada culposa, como si esperara esa respuesta con ansias a causa de su propio egoísmo.
Por su egoísmo estaban allí, al fin de cuentas.
No vio necesario dar detalles del porqué se marchó, pudo ahorrarle molestias a Otabek cuando daba pequeñas explicaciones en medio de su pequeño discurso sobre no querer causar más molestias. En parte fue cierto, su deambular solo lo hizo sopesar en las posibilidades tenidas para crear un parte aguas en la vida del kazajo. No podría ser más egoísta, no si eso mismo le había hecho caer, fácilmente podría tomarlo como un ciclo constante que lo harían bajar mas allá del infierno para prestarse a ello ¿Importaba? Su vida ya estaba sellada y tirada a la suerte... Vitya le orilló a un nuevo camino y él mismo quiso tomarlo.
No contó que su debilidad y el obstáculo que representaba Otabek Altin fuera tan grande en tan poco tiempo.
--Otabek, pueden volver a guardar tus cosas y dejarlas donde estaban --insistió mirando sobre su hombro el pequeño camión de mudanzas detrás suyo. Aún no era tarde, todavía podría regresar a esa casa, quedarse en ella y fingir que nada pasó, vivir como siempre lo hizo, como si su discusión con Viktor fuese apenas un roce, como si los ruegos de Yuuri quedaran en el olvido.
Fingir que él nunca existió y seguir.
--No hay vuelta atrás, anda --un suave empujón en la base de su espalda le hizo avanzar. Dio el primer paso hacia la pequeña escalera de no más de cuatro escalones.
--No tenias que hacer esto --Uno...
--Si tenia, dejarte solo no era opción --dos...
--Si lo era --bufó--, puedo cuidarme solo, no soy frágil como ustedes --tres...
--Que te puedas cuidar no quiere decir que no puedas tener compañía, no pienso dejarte solo--cuatro...
Introdujo una de las llaves entre la cerradura, el nerviosismo se produjo en forma de un martilleo constante en su corazón, estaría a punto de dar un vuelco si no se daba prisa. Con un ligero clic la puerta cedió el acceso.
--Bienvenido a casa, Yura
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro