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Decimoctavo

"No puedo negarme, me nace complacerte, verte feliz, vale la pena cada esfuerzo por ver esa sonrisa, vale cada gota de sangre que derramo."





Yura... —el rostro estoico de Otabek le daba la facilidad para mantener un semblante serio, incluso si eso significaba negarle varias cosas a su pequeño ángel—. Es muy precipitado. No

No esperó que lo que seria una noche de películas con palomitas y mil golosinas sobre la comodidad del sofá fuese a tomar un nuevo rumbo de conversación, de discutir sobre ver Star Wars o Tarzan a pasar a los pequeños pucheros del rubio.

—No es precipitado, te lo estoy pidiendo ahora —esa fue su defensa aunque más que petición lo pidió como una orden, con un deje de indignación y algo de frustración al no obtener una respuesta positiva a la primera—. Di que si

Con total intención de ser mimoso cual gato doméstico restregó su mejilla contra el pecho del kazajo esperanzado de hacer cambiar de parecer a su novio. Ese sitio era el mejor en el que pudo estar, entre el cuerpo del chico, utilizándolo de almohada, como calefactor personal y punto clave para enfocar todo su cariño, solo a él.

—A sólo dos días no es algo que pueda arreglar así, de repente —Y sus rechazos siguieron, vio varios inconvenientes, unos mayores que otros, algunos sin importancia y preguntas que no podría callarse—. Debo llamar al trabajo, decir que faltaré el fin de semana, reunir provisiones que ese lugar esta vacío de comida, tengo que...

De repente la lista imaginaria que fue tachando conforme la enumeraba en voz alta se fue tornando borrosa al sentir la descarga eléctrica recorrer su espalda en cuanto Yuri empezó a repartir cortos besos sobre su mentón.

Osito... —Uno, dos, tres besos pequeños junto con una dulce voz, manipuladora 100%. Yura se encargó de sentir la barba incipiente del mayor, como si fuese lo más entretenido del mundo, y así lo fue el cierta manera. Se regodeó al ver lo que provocaba en él, el como los brazos que le rodeaban vagamente tornaron fuerza y lo apresaron más.

Debe haber una razón para esto ¿No quieres decírmela? —usó todo su control para echar su cabeza hacia atrás, lo más lejos posible del contacto del chico.

—No hay una razón, solo lo quiero y ya —la indignación volvió y como si su peso fuese demasiado para crear daño se dejó caer contra el pecho de Otabek, él no pudo ver sus nuevas muecas de enojo, las mordidas en su labio inferior al debatir en si decirle o no la verdad.

Angel...  —no Insistió, después de todo era paciente con las personas, con Yura lo seria mucho más—. Iremos en unos meses más, cuando planeemos mejor las cosas

—¡No hay tiempo! —finalmente exasperó saliendo de su escondite—. Si no puedes hacerlo ahora dime donde esta esa tonta cabaña, hazme un mapa de donde me encontraste ¡Lo que sea!

Así que ese era el comienzo de todo...

—Debes tener una gran razón para querer ir —con toda la calma del mundo retiró la cortina de rubios cabellos de su rostro, el ver las expresiones de aquel ángel caído, a comparación del primer día que le encontró fueron demasiadas, lo vio completamente vivo, más humano.

Mis alas... Quiero ver lo que quedó de ellas —¿Para que ocultarlo? Sería inútil escapar ante la mirada comprensiva de Beka, ese idiota que le mirara como lo más divino que se encontrara en la tierra.

Y lo amaba, amaba que lo mirase así.

Leroy le dio indicaciones hacia donde debía dirigirse para conseguir un par de alas de "repuesto". Todo con la condición de llevar vestigios de la original para facilitar lo que sea que ese «Brujo» hiciera. Pero para ello debía regresar al lugar exacto en donde cayó.

El sitio en donde Beka lo encontró.

Amor... —la melosidad en el hablar del castaño lo volvió a la realidad y el bochorno no se hizo esperar al instalarse en todo su rostro. Estúpido Otabek, no podía hablarle bonito así, de repente, tampoco acariciarle como un gato minado ni mucho menos besarle con dulzura.

Beka —Era demasiado, se sintió derretir.

Iremos, definitivamente iremos



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