Compartimos mucho estos años juntos, ¿No es así? Pasamos y superamos muchos obstáculos juntos, pero nada de eso puede mandar sobre el corazón. Cuando amas a alguien lo haces sin importar nada, y lo mismo ocurre cuando dejas de amar. El amor se va y no puedes retenerlo, por más que quieras, el amor siempre se sale con las suyas, ya sea para traerte felicidad o desconsuelo.

― Jungkook.

Hace meses nos dimos cuenta que ya no podíamos seguir juntos bajo el mismo techo. Éramos un rompecabezas sin pie ni cabeza; no había algo que nos uniera más que nuestro hijo. Por meses tratamos de hacerlo funcionar, pero era claro que a pesar de nuestros esfuerzos no íbamos a lograr nada.

Cuando uno deja de amar, no hay mucho que se pueda hacer más que despedirse con dignidad.

― JiMin, si firmo esto...

Una pareja sin amor solo trae problemas que mi corazón no puede soportar. No quiero que nuestro hijo nos vea viviendo infelices solo para aparentar ante los demás... Solo apariencias que no resolverán nuestras diferencias, ni el vacío del amor que no sentimos.

― ¿Todo se acaba, verdad?

Preguntas como si tuvieras miedo, ¿Por qué?

― No nos convertiremos en extraños, Jungkook... solo ya no viviremos juntos, ni compartiremos ciertas cosas...

Te veo reflexionar con ese gesto tan tuyo, con la mirada en el papel entre tus manos, uno frente al otro en la mesita de nuestra modesta cocina. Quisimos firmar el documento estando juntos y de manera íntima; dentro de nuestro hogar mientras nuestro hijo duerme en su habitación. 

― ¿Y si nos estamos apresurando?

Niego y tomo tu mano al ver la duda en tus ojos. Dices incoherencias por el miedo al cambio, pero eso no deberpia detenerte para que seas feliz, ¿Acaso no lo ves? Yo también tengo miedo, pero sé que es lo mejor para ambos.

― Jungkook... ― Empiezo suave, y tú me miras indeciso. ― No es apresurado cuando hemos dejado de amarnos hace tanto tiempo... No es apresurado, es lo más acertado.

― Lo sé. 

Aún puedo distinguir aquella indecisión en tus ojos y suspiro. Bajas la mirada con las cejas juntas hacia el documento, y sutilmente aprietas el bolígrafo entre tu dedo índice y pulgar. Retomo la palabra para disipar tus dudas.

― Jungkook, ya lo habíamos hablado... hace meses.

― Lo sé. ― Vuelves a decir lo mismo y yo junto las cejas.

Realmente estaba tratando de ser paciente, así que volví a hablar con calma.

― ¿Recuerdas cuando nos conocimos en la universidad? ― Alzas un poco el rostro y asientes. ― Tuvimos que cruzar muchos obstáculos, peleamos con nuestros padres pero al final nos terminaron apoyando, incluso cuando decidimos ser padres.

Sonríes un poco. ― Aún recuerdo los problemas en los que nos metimos.

― Yo también.

Después de todo, diez años de relación no se olvidan de un día para otro... al menos no para mí, pero para ti quizás no fue tan difícil.

― Todo lo que pasamos, todo lo que vivimos se quedará con nosotros. Estuvimos juntos mucho tiempo, y siempre estaré agradecido de que hayas sido tú con el que compartí estos últimos años de mi vida.

Dudas un momentos pero dejas el bolígrafo en la mesa y con esa misma mano tomas mi mejilla y me miras con cariño... cariño más no amor. No hay amor en tus ojos, lo puedo ver claramente.

― Formar una familia contigo fue definitivamente un reto, pero también lo mejor que me ha pasado. ― Dices con un brillo tan lindo en tus ojos.

Apoyo mi cara en la palma de tu mano y cierro los ojos un momento, sintiendo tu toque en mi piel. Estoy ya no podrá repetirse, una vez dejes tu firma al lado de la mía todo se habrá acabado. Si bien no seremos extraños, seremos la sombra de lo que fuimos, obligados a vernos por nuestro hijo.

― Lo fue... ― Abro los ojos y te miro. ― La pasamos muy bien, todo eso seguirá con nosotros. Pero ya es hora de avanzar.

Retiras tu mano y siento frío de repente. Suspiras y juntas las cejas levemente, pensando.

― Tienes razón. ― Asientes un poco. ― Es solo que ahora todo será diferente... Ya no viviré con nuestro hijo, ya no seremos los tres contra el mundo... ya no veremos películas los fines de semana como solíamos hacer o correr temprano por la mañana para llevarlo al pre-escolar... Muchas cosas cambiarán.

Lo sé, todo cambiará cuando firmes este documento, pero...

― Todo cambio es para mejor. Creeme, no nos haremos extraños, aún podemos pasar tiempo juntos los tres. 

― ¿Estás seguro?

― Completamente... Tú siempre serás el padre de Hyesun... Nunca dudes de eso, yo sé que seguirás siendo un gran padre a pesar de que no estés en casa con nosotros.

Sonrío un poco y respiro con calma cuando la indecisión en tus ojos se desvanece poco a poco, mientras más crees en mis palabras. Tomas el bolígrafo y te tomas tu tiempo antes de tomar aire y firmar en el documento. Contengo mi respiración hasta que deslizas el bolígrafo a un lado, y nos quedamos admirando el documento sobre la mesa de nuestra cocina, en completo silencio.

Estaba hecho... Ya no había vuelta atrás.

― ¿Lo ves? ― Me miras algo perdido, como si te hubiera sacado de tus pensamientos. ― No fue tan difícil. ― Bromeo un poco y tú sonríes.

Nos despedimos, tú te vas a descansar a tu habitación y yo voy a la mía con el documento en mano. Finalmente puedo respirar tranquilo y abrazo el pedazo de papel contra mi pecho antes de colocarlo dentro del sobre amarillo. Nuestro fin había sido firmado, y finalmente podríamos ser felices, lejos pero unidos por nuestro hijo.

No me puedes ver pero estoy inmensamente feliz de que ahora podremos tomar caminos diferentes. 

La felicidad crea una calidez en mi pecho que me sigue hasta el día siguiente, como un escudo. Entonces, cuando te veo despedirte de nuestro hijo no duele como creí que dolería meses antes, cuando lloraba en las noches por miedo a perderte. Me sentía tan desconsolado, pensando que moriría cuando finalmente me presentaras los papeles de divorcio.

Pero cuando entendí que era lo mejor para ambos, no dudé en presentarte los papeles yo mismo, y por fin terminar con... nosotros.

Me siento en paz, incluso cuando nos despedimos en la entrada de la casa y te veo caminar hacia una hermosa mujer de cabello largo y preciosa sonrisa. Ella toma tu mano, tu plantas un beso en sus labios y antes de entrar a tu auto me dedicas una última mirada. Te sonrío acariciando el cabello de nuestro hijo aferrado a mi pierna, quien ve a su padre alejarse con la mujer que hace poco menos de un mes fue presentada como su nueva pareja.

Porque hace mucho dejaste de amarme, y yo lo acepté. Empezaste a enamorarte de una persona que no era yo, y lo acepté. Me presentaste a tu nueva pareja, una mujer tan cálida y perfecta para ti, y yo lo acepté. Jamás te mostré resistencia, o resentimiento, o dolor. Siempre te mostré una sonrisa, amor y comprensión, porque sabía que no podía retener a una persona que ya no me ama.

Lo acepté todo porque quería que seas feliz, así no sea conmigo... aunque te siga amando.

Finalmente subes a tu auto y conduces junto a tu nueva pareja, hacia su nuevo hogar juntos. Llevo una mano a mi pecho y las lágrimas caen una tras otra sobre mis mejillas, pero no me muevo, no pronuncio palabra alguna. El escudo falso de felicidad y calma se desmorona en cuanto te marchas a compartir tu vida al lado de alguien más... mientras yo sigo aquí.

En el mismo lugar.